22 de diciembre de 2008

Del derecho a ser libre

OCTAVIO QUINTERO
22 – 12 - 08

Dentro del incipiente proceso epistolar sobre un nuevo diálogo por la paz entre las FARC y un grupo de intelectuales colombianos, la combativa líder costarricense, Leda Méndez, me hace llegar la carta que los subversivos remiten, a través de la agencia de noticias Ancón, a los promotores de la idea, encabezada por un notable pensamiento del Libertador que me sirve de introito a la columna presente:
“Aun cuando sean alarmantes las consecuencias de la resistencia al poder, no es menos cierto que existe en la naturaleza del hombre social un derecho inalienable que legitima la insurrección”: SIMÓN BOLÍVAR.
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Pensar que este gobierno que ya llegó al cohecho para hacerse reelegir en el 2006, se incline ante normas legales, constitucionales y democráticas es perder el tiempo.
Creo que hasta risa debe causar en el Sanedrín uribista el argumento ese de que el decreto que convocó el Congreso a extras al filo de la media noche en que terminaban las sesiones ordinarias, es irregular.
A Uribe y sus secuaces, que para lograr la reelección en el 2006 taparon la boca de los medios de comunicación con toneladas de plata vía publicitaria; acallaron a acartonados periodistas con promesas de futuros goces diplomáticos e incurrieron, incluso, en cohecho sobornando a los parlamentarios, eso de una simple extemporaneidad les importa un bledo.
Eso de que el impulsor del referendo haya atropellado la sintaxis en la redacción del “articulito” que propendía por la reelección de Uribe en el 2010, podrá corregirse en el examen de constitucionalidad que tendrá que hacer una Corte uribistas que, seguramente, corregirá el lapsus diciendo que la intención del elector primario era la reelección inmediata del presidente Uribe, y no en el 2014 como, seguramente, por darse ínfulas, le quedó finalmente redactado al sabiondo de Luis Guillermo Giraldo.
En síntesis, si Uribe quiere hacerse reelegir en el 2010 irá hasta las últimas consecuencias, literalmente hablando. Apelará, como ya lo hizo en su primera elección y posterior reelección, y por ejemplo, a todas las formas de lucha.
Un gobierno que ya arrasó con los contrapesos que soportan la praxis democrática, retarlo a una lucha democrática es no sólo un contrasentido sino una especie de aullido a la luna.
Personalmente me encantaría que Uribe se presentará a la reelección en el 2010 a ver si el pueblo, ya consciente de su equivocación, refrenda en las urnas lo que, así haya sido de alguna manera forzada decidió en el 2002 y rubricó en las elecciones del 2006. Sería como aplicar ese viejo dicho que dice “las cosas se deshacen como se hacen”, lo que, por demás, le evitaría a los colombianos seguir vertiendo su sangre y ofrendando sus vidas en el altar de la fementida Seguridad Democrática.
Y me gustaría que estuviera en esa contienda porque de llegar a ganar la segunda reelección sería un nuevo atropello a la democracia, a juzgar por lo que vemos desde ya en la forma agresiva, marrullera, ilegal e inconstitucional como se hizo aprobar subrepticiamente el referendo en la plenaria de la Cámara.
Yo encuentro de lógica que si un gobierno se perpetúa en el poder atropellando la democracia, ese tal gobierno no es democrático y moralmente no estaría en condiciones de condenar en los demás las formas de lucha que desarrollen para buscar arrebatarle el poder.
La historia reciente de Colombia, de los años 50 del siglo pasado en adelante, que muchos hemos vivido y a otros apenas se les oculta en el primer recodo de la vida, no comporta atrocidades tan enormes ni atropellos tan grandes a la democracia, como los vividos en estos aciagos años del gobierno de Uribe.
Tumbar el régimen… Tumbar a Uribe, ya no resulta una incitación a la subversión, a la revolución o a la conspiración, conductas ciertamente punibles en lo político cuando el que ostenta el poder respeta en lo mínimo la democracia, sino un acto de supervivencia social que justificaría cualquier forma de lucha con tal de echar fuera al tirano.
El 2010 con Uribe como candidato nos dirá si este bendito país puede consolidar la lucha política e ideológica en las urnas o si definitivamente lo que se sigue es abriendo espacios y justificando acciones para la lucha armada.
Por eso me gustaría que Uribe nos torciera hasta el punto de quiebre el pescuezo porque parece ser la única forma en que este pueblo colombiano podrá reaccionar y coger camino hacia el socialismo del siglo XXI en el que ya llevan bastantes kilómetros adelante Brasil, Argentina, Chile, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua, entre los que recuerdo a mano alzada, y CUBA, por supuesto.

13 de diciembre de 2008

Obama: lo mismo con los mismos

OCTAVIO QUINTERO
13-12-08

Lo primero que ha hecho Obama como manifestación del poder que asumirá próximamente es apuntalar la continuidad del modelo neoliberal emprendido en la administración Reagan y profundizado hasta la saciedad en la administración Clinton quien, a propósito, pasa a ser el más vivo ejemplo de esa paradoja filosófica que en el desespero de los malos resultados de la Selección Colombia acuñara el técnico Francisco Maturana: “Perdiendo también se gana”.
Me resultó profética la columna publicada el 20-09-08 en los medios virtuales que me acogen cuando al concluir el primer debate televisivo entre Obama y McCain dije que (…) “ los gobiernos latinoamericanos que van por la senda del Socialismo del Siglo XXI no debieran esperar mucho del relevo presidencial que se avecina en Estados Unidos. Gane quien gane, Obama o McCain, el sistema capitalista del Imperio es la esencia del Estado”.
Tras su triunfo, Obama ha exaltado las virtudes y cualidades de McCain en grado extremo y ha emprendido un acercamiento con los republicanos sorprendente con lo que me aproxima a otro aserto que aventuré en la misma columna:
(…) “Las campañas políticas en Estados Unidos no se libran en términos ideológicos, como se están librando las batallas políticas en estos momentos en países como Venezuela, Ecuador y Bolivia que cabalgan en el ojo del huracán con sus reformas políticas y sociales. (…) “Las sucesiones presidenciales en Estados Unidos son como los cambios de guardia en el Palacio de Buckingham: sólo ceremonia”.
Al dar a conocer los primeros nombramientos de la gente que le acompañará, Obama rubrica su apoyo irrestricto al modelo neoliberal, el mismo que lo exaltó a la Presidencia del Imperio con la más alta aportación económica que el capitalismo haya hecho por candidato alguno.
Eso también lo subrayé en la columna del 25-11-08 en la que observé que los nombramientos de Obama en el campo económico recaían en profesos neoliberales que con sus decisiones dieron la largada al recreo capitalista que sume hoy al mundo en la más profunda crisis y recesión económica de que se tenga historia desde la Gran Depresión.
La verdad es que la historia podrá juzgar a Bush como responsable de haber acometido una guerra como la de Irak, sin justa causa y, también, por haberse inventado la teoría de la “guerra preventiva” para ensañarse contra todos aquellos que no estuvieran con él, bajo la acusación de terroristas.
Pero en el campo económico, quien acuse a Bush de ser el responsable de la quiebra del sistema financiero, seguido ahora con la quiebra de las grandes insignias del capitalismo empresarial de todos los tiempos, está poco informado en asuntos de teoría y praxis económica. Con Bush o sin Bush, el colapso era inevitable porque, como lo dice, repite y replica hasta la saciedad el profesor Eduardo Sarmiento, el error del modelo está es en la teoría al considerar que la mano invisible del mercado blande al mismo tiempo la espada de Damocles como para dar a cada quien lo que necesita para llevar una vida digna.
Es lamentable el comienzo de Obama. Lamentable, por supuesto, para quienes esperábamos que el hito histórico de su elección no se circunscribiera tan sólo al cambio de color en la piel de los presidente Estadounidenses, sino al cambio también del modelo económico neoliberal que ha expoliado a los países en desarrollo y a los pobres del mundo en los últimos 20 años a niveles inconcebibles en un mundo civilizado.
Cuando uno ve que la economía de los próximos años en el mundo va a estar dirigida por neoliberales conocidos de autos como Lawrence Summers y Robert Rubin, pues, no le queda más que convenir que en los Estados Unidos de Obama seguirán los mismos con las mismas.
De momento y por lo visto, quienes esperaban que Obama nombrara un equipo económico profundamente renovado para emprender lo que algunos también esperaban que fuera un nuevo “New Deal”, en realidad se han quedado con los crespos hechos.

9 de diciembre de 2008

Del idiotismo inútil

OCTAVIO QUINTERO
09 – 12 - 08

El sindicalismo colombiano no ha podido superar el paternalismo empresarial con que nació, creció y se desarrolló en los años de la Guerra Fría, cuando los empresarios del mundo occidental, junto con la Iglesia Católica y los gobiernos, estimulaban, y en veces hasta forzaban la creación de sindicatos con el fin de impedir la sindicalización de los trabajadores en los sindicatos “comunistas”, que eran todos aquellos que luchaban por la jornada laboral de ocho horas, por las prestaciones sociales, las cesantías, las primas de servicio, los subsidios a la vivienda y la educación y, en fin, por intentar nivelar en parte su duro esfuerzo con las pingues utilidades de los empresarios, obtenidas merced a la explotación y expoliación de los trabajadores.
De la mano de los empresarios, el gobierno y la iglesia, surgieron en Colombia dos poderosas centrales adscritas igualmente a los dos partidos tradicionales –Liberal y Conservador- que en los 200 años de vida republicana se han repartido el poder, bastantes años a sangre y fuego, y después de los 60, mediante un pacto conocido como Frente Nacional que aún persiste como idea política dominante en el país.
Ahora que los empresarios no temen al comunismo porque lo creen derrotado y extinguido tras la caída del Muro de Berlín, han soltado de la mano a los dirigentes sindicales que tenían de bolsillo y ¡PUM!... al suelo fueron a dar como cae un bebé que apenas comienza a coger equilibrio. Y aparte de soltarlo le han dado su patadita para que la caída sea más aparatosa, incluso, fatal.
Son los lamentables años en que aparte de las 2.500 o más ejecuciones de sindicalistas de que se habla en Colombia en el sólo gobierno de Uribe, han muerto también numerosos sindicatos de base, una estadística que nadie ha levantado pero que si se toma por el porcentaje de trabajadores afiliados a algún sindicato resulta escabrosa.
“Yo ya no quiero ni saber cuantos trabajadores hay sindicalizados en Colombia”, dice el Secretario General de la CGT, Julio Roberto Gómez. Y tiene razón; cuando vemos que apenas unos 900.000 trabajadores, de un potencial de 20 millones se congregan en las cuatro grandes centrales laborales: CGT, CUT, CTC Y CPC, pues, daría hasta vergüenza considerarse uno dirigente sindical de alguna importancia.
Es por eso que el gobierno colombiano hace con el sindicalismo colombiano lo que le da la gana. Tanto más si se encuentra con un sindicalismo lleno de vanidades en su cúpula y de mediocridad en sus mandos medios. Un sindicalismo dividido que la única mirada puesta arriba es a ver qué migajas caen de la mesa de los señores para su posterior rebatiña sindical.
Este martes 9 de diciembre se inician las negociaciones sobre un nuevo salario mínimo legal en el seno de la llamada Comisión Tripartida de Concertación de Políticas Laborales y Salariales que integran el Gobierno, los Empresarios y los trabajadores.
En ese espacio, los trabajadores son convidados de piedra, tanto por la manguala que siempre han formado el gobierno y los empresarios, como por la falta de seriedad en las peticiones de los trabajadores al punto que al final, los que salen peleando entre sí, son los propios representantes del gremio laboral como el año pasado entre la CGT y la CUT, pelea que se ha ahondado, pues, este año de gracia, la CGT no quiso apoyar a la CUT en el paro nacional de noviembre y, como cualquier esquirol, asistió a una convocatoria del presidente Uribe cuando las otras centrales (CUT, CTC y CPC), le habían contestado que no les interesaba conversar con un Presidente que ha tratado tan mal y tan duro al sindicalismo colombiano.
¿Qué va a salir de esa Comisión que alguien muy acertadamente la calificó por estos días como una de las cosas más imbéciles, inocuas e inicuas del país? Nada más que un decreto del gobierno en el que recogerá las recomendaciones de los empresarios y las predicciones de los analistas económicos del séquito oficial para un próximo año que viene sacando chispas por lo que acontece en el campo internacional con la recesión de Estados Unidos y la caída económica de la Unión Europea y por lo visto en Colombia con dos fenómenos de fondo: el efecto de las pirámides en los ingresos de la población de clase media y baja y el efecto invernal que ha dejado estragos en el sector agropecuario como sobremesa de las políticas impulsadas por un ministro de Agricultura y Ganadería que, como decían los abuelos, sabe tan poco del campo que hasta la boñiga lo embiste.
En este escenario de menosprecio sindical y confabulación contra la clase trabajadora del Estado neoliberal, la propuesta de las centrales obreras de un incremento salarial en el mínimo para el año entrante del 15 por ciento, y del 20 para el subsidio del transporte, me recuerda ese pasaje del payaso que se fue donde el dueño del circo a pedirle aumento a lo que el empresario le respondió: “Hasta que por fin me hizo reír este payaso”.

1 de diciembre de 2008

Espionaje a la colombiana

OCTAVIO QUINTERO
01-12-08


¿En qué asesora José Obdulio Gaviria al presidente Uribe? Creo que todo contrato debe tener claramente escritas unas cláusulas en las que se señalan expresamente las obligaciones de las partes.
Si pudiéramos llegar al contrato de José Obdulio con el Estado colombiano, entonces podríamos ver si la conversación con el cónsul en Venezuela, en la que se mostraba tan vivamente interesado en los resultados de las pasadas elecciones, hacía parte de las funciones que se le atribuyen o no.
No creo que exista en derecho la figura contractual en la que pueda suscribirse un contrato entre una entidad pública y un particular con una única cláusula en que se diga “Por el cual se pacta entre las partes que el contratista asesore al contratante en todo lo que se le ocurra al contratista, más lo que se le ocurra al contratante de aquí en adelante y para siempre”.
Y que en dicho contrato no figuren responsabilidades de parte y parte como, por ejemplo, ¿quién responde cuando las ocurrencias de uno y otro, porque aquí no cabe decir del uno o del otro ya que los dos son de unas ocurrencias inmarcesibles, resulten perjudiciales para el pueblo colombiano que en cabeza del presidente Uribe, venimos a ser los contratantes?
En este caso del cónsul valdría la pena investigar ¿quién llamó a quién? ¿José Obdulio al cónsul o el cónsul a José Obdulio? Si fue el asesor, ¿lo llamó en nombre del gobierno colombiano a ver "cómo nos había ido en las elecciones de Venezuela?”.. O lo llamó el cónsul a contarle cómo nos había ido en esas elecciones.
Si lo primero, ¿estaba José Obdulio cumpliendo alguna parte expresa con su función de asesor? Si es así, entonces José Obdulio tiene con el Estado un contrato de espía, cosa que debiera explicársele al pueblo colombiano porque Uribe, hasta donde llegan sus poderes, que no pueden ir más allá de los constitucionales, no es el dueño de este país sino su representante legal, cosa que también tenemos en discusión… pero bueno.
Si la inquietud de José Obdulio era de carácter personal, entonces, ¿estaba llamando al cónsul desde su casa o desde una cabina o de su teléfono particular? Porque no creo que en ese contrato (bueno, hablamos de un contrato lógico), se haya podido establecer legalmente que todos los gastos de este señor, por ejemplo sus llamadas (y se tiene información que es lo de menos), puedan cargarse a costa del contratista, que es nada más ni nada menos que todos nosotros los colombianos.
Vamos al cónsul:
Si fue él quien llamo, ¿por qué a José Obdulio? ¿Por qué no al Canciller que es su jefe inmediato o algún otro superior de la Cancillería? ¿Quién y cuántos colombianos pueden llamar a José Obdulio y hablar con él en la intimidad y la confianza con que le habló el cónsul? ¿Quiere esto decir que José Obdulio, como espía del Estado Colombiano, tiene una red de espías en Latinoamérica, o tan sólo en Suramérica o quizás sólo en Venezuela, con proyecciones a otros gobiernos que a este gobierno “peón del Imperio” le resultan incómodos, como el de Ecuador, para hablar sólo del otro vecino más próximo?
Ojo que este asunto de la conversación del cónsul en Venezuela, celebrando con el nefasto José Obdulio Gaviria un avance de la oposición a Chávez en las últimas elecciones, no es de poca monta.
Es, en mi opinión, reflejos de la intervención de Estados Unidos en Colombia en la que ha ido montando y quiere profundizar su quinta columna para extirpar la incipiente democracia participativa y la economía solidaria que se le oponen al bipartidismo y el capitalismo que han hecho de Norteamérica el epicentro del Imperio.
Este tema, por ejemplo, no fue tocado por el presidente electo Barack Obama. Y resulta tan crucial a nuestros intereses, más que su aplaudida declaración de que en 30 meses habrá retirado todas las tropas de la invasión a Irak.
Quizás para entonces, si seguimos como vamos, las necesite para la invasión a Venezuela o Ecuador, no digamos Colombia, porque ya estamos invadidos y bañados en sangre por nuestras propias manos.

28 de noviembre de 2008

Julito quebró a Granahorrar

Memorias mías


OCTAVIO QUINTERO
28 – 11 – 08

Carlos Castillo Cardona recuerda en su columna de El Tiempo (26 – 11 – 08) una anécdota muy simpática sobre la quiebra del banco Pedro A. López por allá en 1926. Pero lo más simpático es que la titula “Julito, no me cuelgue”.
Permítame, don Carlos, tomarme su título (“Julito no me cuelgue”), para recordarle a Julito una anécdota de 1998 sobre la quiebra del Banco Granahorrar, de la cual fui testigo ático y se encuentra reseñada en una columna de la época publicada por El Espectador bajo mi firma.
Julito tenía en alguna emisora de RCN un programa informativo con micrófono abierto que ha sido su costumbre y su éxito. Yo era asesor de presidencia de Granahorrar.
Dicen, los que trabajaban por dentro con Julito, que cuando algún oyente llamaba a criticar alguna empresa, lo primero que preguntaba Julito a sus asesores era si la empresa en cuestión tenía pauta o no con el informativo. De eso dependía que la crítica se difundiera o no al aire.
Julito alternaba su función periodística en radio con un programa de televisión, también tipo informativo.
Julito llamaba todos los días al presidente de Granahorrar pidiéndole pauta y el ejecutivo bancario se negaba a pasarle al teléfono porque, como dicen las señoras bogotanas, le tenía tirria, y también, porque el banquero era de una arrogancia inmarcesible.
Julito, que de bobo no tiene nada, se olfateó por infidencia de un accionista del banco las discrepancias que dentro de la entidad financiera se habían establecido entre los dueños sobre el reparto de los negocios colaterales que se dan en torno al jugoso negocio de captar dineros del público.
Vean ustedes que ahora la investigación más importante sobre DMG ya no está en torno a cómo fueron sus relaciones con los ahorradores o inversionistas, como quiera llamárseles, sino a cuáles eran sus otras relaciones políticas y comerciales.
Julito entonces (el muy vivo), mandó a uno de sus camarógrafos a filmar una sucursal de Granahorrar en Bogotá que estaba en remodelación y, por supuesto, su frente se veía como si hubiera sido bombardeado (muy oportuna la toma en momentos en que Pablo Escobar había sometido a bombardeo diario a la capital del país). Luego montó la noticia que tituló: AGARRÓN ENTRE LOS DUEÑOS DE GRANAHORRAR, y mientras el periodista iba contando detalles del agarrón en off, como se dice en el argot periodístico, los televidentes iban viendo en in las “ruinas” de la sucursal en remodelación.
Al día siguiente, los clientes retiraron depósitos por más de 200.000 millones de pesos y de ahí en adelante, el pánico fue imposible de parar hasta que Granahorrar quebró.
Cuando publiqué la columna en El Espectador me llamaron algunos “amigos” de Julito a decirme que si me decidía a demandarlo por pánico económico, ellos me financiaban. Les dije que no porque mi función periodística sólo llegaba –así lo creía- hasta denunciar el hecho, y les agregué que los llamados a demandarlo por pánico económico eran los dueños del banco que se consideraran afectados.
Hasta ahí llega el cuento.
Pero, “Julito, no me cuelgue”: usted quebró a Granahorrar porque no le quiso dar publicidad.

26 de noviembre de 2008

Dejémonos de boberías

OCTAVIO QUINTERO
26-11-08

El editorial de El Tiempo sobre “Relevos en la Corte” (26-11-08), es de una bobería inmarcesible. Pedirle al presidente Uribe que se abstenga de imponer en las próximas elecciones de magistrados de la Corte Constitucional a sus amigos, es como amarrar un perro con longaniza, y esperar que el animal se babee pero no trague.
Amen de que este presidente ha dado muestras de ser el más clientelista de la historia, al punto que no le ha importado nombrar a altos funcionarios internos y en el exterior con claras cuentas pendientes con la justicia, o al menos con claros impedimentos morales y éticos tiene, además, en estos momentos, dos poderosas razones para imponer como sea a sus más dilectos amigos e incondicionales secuaces en las altas cortes, el Banco de la República, la Defensoría del Pueblo, la Fiscalía, la Procuraduría, el servicio exterior, la Contraloría, o donde quiera que pueda meter las manos o las patas, ahí estará hurgando porque, si consigue la segunda reelección, los necesita; y si se va, pues qué mejor.
Es de una inocencia inmaculada el editorial cuando pide (…) “demandar del Gobierno un inequívoco mensaje a favor de preservar el fundamental equilibrio de los poderes que caracteriza a una democracia seria”.
Cierto que esos pesos y contrapesos es lo que caracteriza a una democracia seria. ¿Pero quién dijo que en Colombia se vive en una democracia seria? ¿Acaso fue seria la primera reelección que obtuvo Uribe con derecho a cohecho y todo y que El Tiempo apoyo? ¿Fue seria, propia de una democracia madura, la decisión de la Corte Constitucional que convalidó ese delito cometido en desarrollo de una reforma constitucional?
No, flaco servicio se le presta a la endeblucha democracia colombiana haciéndole creer a estas alturas – y resultados- que Uribe pueda renunciar a la oportunidad que tiene como nominador de ternas para concentrar su poder en una eventual reelección, o para enervar al gobierno de turno así sea hijo de las más profundas entrañas de su seguridad democrática, porque Uribe es un dictador y nadie como él sufrirá en los últimos tiempos la viudez del poder y querrá, por ende, seguir a su sombra.
Entre paréntesis, nominador de ternas para las altas cortes y los altos cargos de control y vigilancia que se deciden en un Congreso cogido de los testículos, como lo demostró desde el momento mismo en que le ordenó a los parlamentarios uribistas ir votando los proyectos mientras los metían a la cárcel ¡Y así fue!
El pueblo colombiano no puede esperar nada de Uribe, por las buenas. Hay que quitarle el poder. Hay que tumbar este régimen de su pedestal para instalar un nuevo régimen; un régimen socialista que haga respetar los derechos de los más débiles en vez de imponer los intereses de los más ricos sobre la sociedad.
Como paradoja, fuera bueno que el uribismo forzara la segunda reelección del elegido a ver si nos damos el lujo de aplastarlo en las urnas.
Pero sea como sea y como vengan las próximas elecciones de Congreso y Presidente, el pueblo colombiano debe empezar a pensar que muchas cosas tendrá que cambiar si quiere insertarse en la corriente de una historia política latinoamericana que intenta romper las cadenas del Imperio que le impone un orden capitalista en lo económico y una ideología excluyente en lo político.

25 de noviembre de 2008

I’m neoliberal: thank’s

OCTAVIO QUINTERO
25-11-08

En mi época había un disco que se bailaba mucho en los diciembres que comenzaba por preguntar qué sería ese animal que rugía como león sin ser león; tenía melena de león y no era león; dientes de león y no era león; garras de león, cola de león y no era león, hasta que el cantante terminaba por decir con evidente sarcasmo que “era leona y no león”.
En época preelectoral en Estados Unidos dije en una columna que Obama & Mc’Cain eran lo mismo. Ambos candidatos aspiraban a dirigir un Imperio y, por tanto, cualquiera que ganara terminaba siendo el presidente del globalizado Imperio capitalista que tiene su corazón en Washington.
Pues, parece que acerté.
Los nombramientos de Obama de sus principales colaboradores en el campo económico son neoliberales, todos, y provienen de centros de pensamiento en que el libre mercado es el altar en donde se cuecen las doctrinas y teorías que han sumido al mundo en su peor colapso desde 1930, con la diferencia de que hoy no tienen a Keynes para enmendarles la teoría económica capitalista, ni el que acaba de resultar electo es Rooselvelt ni tiene tampoco la fórmula de un New Deal sino, al contrario, más de lo mismo: más plata de la que ya ha metido Bush para salvar en la cúspide a los ricos mientras los pobres siguen soportando en la base todo el peso de la catástrofe. Es la filosofía de esas pirámides que acaban de reventarse en Colombia porque el fin último de toda pirámide social es aplastar de entrada y derrumbarse después sobre la base.
¿Puede uno esperar que Timothy Geithner, jefe del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, vaya a cambiar su teoría de librecambiasta por el sólo hecho que pasa a Secretario del Tesoro? ¿O que Laurence Summer, que ya pasó por el Tesorero va a resultar estructuralista sólo porque ahora es Jefe del Consejo Nacional de Economía?
No, ¿cierto que no?
Obama no va a hacer ningún esfuerzo por cambiar el modelo económico neoliberal, ni el Imperio lo dejaría, en caso de que quisiera.
Obama se contentará con pasar a la historia, y en verdad que resulta suficiente, por el sólo hecho de ser el primer presidente negro que llega a la Casa Blanca, y con eso tiene bastante.
Puede que algunos matices cambien en las relaciones económicas o de política internacional. Resulta apenas obvio pensar que Obama sea mejor que ese ‘cabeza de chorlito’ que todavía tiene casi dos meses para hundirse en el olvido de la historia.
Pero de ahí a creer que Obama es a la economía global como Jesús al Nuevo Testamento, bájense de esa nube.

19 de noviembre de 2008

La publicidad se trastea a Internet

OCTAVIO QUINTERO
19-11-08

Me he topado en Yahoo con una noticia que va a interesar mucho a estos brillantes quijotes que en el mundo han dado en liberar a la humanidad del yugo informativo impuesto por los grandes medios de comunicación impresos, radiales y televisivos, dominados por poderosos grupos económicos y políticos, creando e impulsando el periodismo virtual a través de Internet.
Hace mucho que personalmente no compro un periódico y cada vez escucho menos radio y veo poca televisión. Sin embargo, me mantengo plenamente informado a través de medios virtuales creados por periodistas independientes que dedican las 24 horas del día, todos los días, siete días a la semana, a explorar el mundo informativo, y con gran criterio, seleccionar aquellas noticias y aquellos comentarios y columnistas que dominan el mundo de la opinión pública, formando la consecuente opinión popular.
Quizás esté cerca la recompensa económica a su esfuerzo.
La noticia es que, según un estudio desarrollado en Europa por la empresa Interactive Advertising bureau en colaboración con Price Water House Coopers, la publicidad se muda a Internet. La inversión crece cada año y ya se sitúa en los 307,2 millones de euros en España, que no es el mercado más avanzado de Europa porque el mismo estudio indica que por delante están Alemania y el Reino Unido.
En Colombia, por citar el ejemplo que más conozco, el periodismo virtual, y en general todas las formas virtuales de comunicación, han librado batallas como las que se han dado contra las Farc y los paramilitares en pro de que liberen a los secuestrados y reparen a las víctimas, que el periodismo tradicional jamás hubiera logrado, y quizás ni siquiera se hubiera atrevido a liderar.
Otro ejemplo del dominio de la comunicación virtual en el momento actual, fue la apabullante victoria de Obama quien, según los analistas, manejo a la perfección su comunicación online.
No cabe duda que los medios digitales están ganando terreno frente al resto de medios convencionales. Internet, por lo visto aquí en Colombia a través de Columnistas Libres y el Boletín Virtual, o elementosdejuicio.com, por citar apenas tres portales de los muchos que me surten de noticias y visito con frecuencia; y por lo registrado en las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos; o por lo que observo en medios virtuales de Venezuela como Aporrea.org y abrebrecha.com o desde Italia laotramovida.net y desde Argentina ARGENPRESS.info, Internet, repito, se ha convertido en una herramienta indispensable para la sociedad moderna, y es el motor de muchos de los cambios que se producen en nuestra vida diaria. El mundo de la publicidad ha sabido darse cuenta y entiende que se trata del medio del futuro. Esto explica que a pesar de que nos encontramos en una época de descenso de las inversiones publicitarias, descenso que se hará más pronunciado en esta dura etapa de recesión económica en que nos ha metido el modelo neoliberal, el sector online sigue registrando fuertes crecimientos (de un 17,22% sobre el semestre anterior, y de un 29,46% respecto al mismo semestre de 2007), en Europa.
Estos números demuestran la madurez que está adquiriendo el marketing interactivo o marketing digital, cuya forma se asemeja cada vez más a la de los mercados más avanzados en este ámbito, como son los de Alemania y el Reino Unido. Los enlaces patrocinados en buscadores y los formatos gráficos, son las dos principales formas de conseguir la atención de los consumidores, y por lo tanto las más rentables.
Todos podemos tener nuestra oportunidad en Internet, y este es uno de sus principales valores. Al ser un medio relativamente poco caro, la mayoría de empresas, sean del sector que sean, o incluso los particulares, tienen la capacidad para investigar e invertir en él.
Claro que los medios virtuales deberán tener mucho tacto al elegir y diseñar la publicidad, pues, en eltiempo.com he visto unos avisos rojos agresivos y parpadeantes que lo obligan a uno a salir del enlace antes de enloquecer o coger el monitor a las patadas.

18 de noviembre de 2008

La CPI asusta a Uribe

OCTAVIO QUINTERO
18-11-08

Dice el Secretario General de la CGT, Julio Roberto Gómez, que el alto gobierno colombiano le hizo conocer su molestia por la declaración que emitió en la W radio, en el sentido de que tarde o temprano los crímenes de lesa humanidad que se vienen cometiendo en el país, entre otros los denominados ‘falsos positivos’, tendrán que llegar a consideración de la Corte Penal Internacional (CPI).
Y en un reportaje que el máximo dirigente sindical de todos los tiempos en Colombia concede al periódico CONCERTACIÓN, de la central obrera FETRABOC, dice que “no acostumbro pedir cabezas, pero en este tema de los reclutados en barrios pobres de las ciudades para asesinarlos en los campos y hacerlos aparecer como combatientes de las Farc dados de bajo en combate, el primero que debió irse del cargo era el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos”.
Uno puede preguntarse con suspicacia o sin ella: ¿Por qué molesta tanto al presidente Uribe que se hable en Colombia de asuntos que pueden llegar a consideración de la CPI? No parece que sea por defender la buena imagen del país. Si fuera por eso, el Presidente ya debiera haber resuelto por la vía más rápida la salida del gabinete de ministros como Santos, cuya justificación para no estar en ese cargo conocemos de autos, y Valencia Cossio, impedido moralmente para adelantar cualquier debate sobre reforma política o judicial, pues, su hermano menor, llegado a altos cargos de la Fiscalía por recomendación de su hermano mayor (el ministro), resultó ser una ficha importante y testaferro también de encumbrados narcotraficantes y paramilitares.
Si fuera en defensa de la buena imagen del país, el Presidente está en mora de al menos suspender en su cargo al ministro de la Protección Social, Diego Palacio, quien probablemente se encuentre adelantando con dineros públicos una defensa imposible de su delito de cohecho, cometido en complicidad con la parlamentaria Jidis Medina cuando ésta vendió su voto en la última sesión del Senado que permitió la reelección del presidente Uribe.
Y si fuera por dignidad nacional que se procura no dar pábulo a la incursión de la CPI en Colombia, ¿qué hace en la embajada de Roma el ex ministro Sabas Pretelt, también incurso en ese mismo delito de cohecho en torno a la reelección y qué en la de México, Luís Camilo Osorio, ex Fiscal General de la Nación, famoso por engavetar los más importantes procesos judiciales contra destacados miembros del narcotráfico y la parapolítica?
¿Qué hacen libres su primo Mario Uribe y el ex jefe del DAS, Jorge Noguera, por quien un día dijo el Presidente que estaba dispuesto a meter sus manos al fuego? Libres, no por inocentes sino por irregularidades en el procedimiento, o fallas en el debido proceso, un elemento jurídico esencial de la democracia, la verdad sea dicha, pero que en Colombia sólo se le concede a quienes tienen harta saliva para tragar buen hojaldre.
Si no es por preservar la buena imagen del país, buena imagen que, entre otras cosas, ya está hecha hilachas merced a los anteriores casos que se citan sólo a manera de ejemplo, entonces… ¿Qué es lo que tanto mortifica al presidente Uribe cuando una persona, de algún nivel importante, especialmente en el campo internacional, como es el caso del Secretario de la CGT, menciona la posibilidad de que la CPI avoque estos casos de lesa humanidad?
No quiero ni pensarlo porque en esto parezco adivino. Hoy en las noticias que me llegan por el correo virtual del profesor Oscar Delgado, se informa que “cuatro ex presidentes padecen hoy afugias judiciales”.
La noticia se refiere a Carlos Menem, de Argentina; Sánchez Lozada, de Bolivia; Miguel Ángel Rodríguez y Rafael Ángel Calderón, de Costa Rica.
En mi libro “La mentira organizada”, del 2001, (Pags. 60 y 61) me refiero concretamente a Menem y agrego a Fujimori del Perú; De la Madrid y Salinas de Gortari de México; Carlos Andrés Pérez de Venezuela y Cardoso de Brasil… “que enfrentan el crudo juicio de la historia y otros que no han podido sacar sus bultos de los estrados judiciales”.
La molestia de Uribe con el Secretario General de la CGT por hablar de la posibilidad de que la CPI avoque estos incómodos asuntos debe ser por aquello de que, como dicen… “en casa del ahorcado no se habla de sogas”.

oquinteroefe@yahoo.com

11 de noviembre de 2008

Memorias mías

OCTAVIO QUINTERO
11-11-08

El 21 de julio de 1997, el entonces fogoso columnista de El Tiempo, Enrique Santos Calderón, en su muy leída columna de “Contraescape”, citaba como testimonio ex cátedra al furibundo ex ministro neoliberal Rudolf Hommes, tan distinto al izquierdoso Hommes de hoy, quien afirmaba, también en una columna del ¡oh glorioso periódico de los Santos! que (…) “ en toda América Latina se ha demostrado que crecimiento económico y mejor distribución del ingreso se han dado allí donde ha habido apertura y reformas económicas”.
A la distancia de hoy (más de 10 años), pues, esto que ponía a Hommes en el altar de los gurús de la teoría económica neoliberal en Colombia y Latinoamérica, suena a chiste.
Ese día, le dirigí a Santos Calderón una nota en la que le decía…
“No le creas mucho a Hommes (…)
¡Atención a estos datos!:
La gema de la corona neoliberal en Latinoamérica que es Chile, el Ministerio de Planificación revela en su informe de 1997 que el 20 por ciento de los hogares más ricos captó el 57.1 por ciento de los ingresos, en tanto que el 20 por ciento de los hogares más pobres sólo alcanzó el 3.9 por ciento de los ingresos totales.
El ex ministro Alejandro Foxley (…) dice: “El proceso de globalización ha generado un crecimiento económico acelerado, proceso que tiende a generar oportunidades de negocios y un aumento de los ingresos, principalmente para los grupos de ingresos altos y medios”.
Este dato, tal vez en otra época, te hubiera llenado de dolor: Bajo el fugaz régimen de Salvador Allende (son cifras de las propias autoridades chilenas), la relación entre los ingresos de los trabajadores y los capitalistas logró ponerse al 60/40 respectivamente. Al concluir la dictadura Pinochet, esta relación se había invertido: 60 por ciento de los ingresos era para los capitalistas y 40 por ciento para los trabajadores.
No quiero abundar en ejemplos, pero lo mismo está ocurriendo en Argentina, México y, por supuesto, en Colombia.
Y permíteme dos reflexiones breves más:
1.- El empleo informal, asociado a la pobreza, representa actualmente el 56 por ciento de la fuerza laboral en América Latina, según estadísticas de la OIT.
2.- No te asombres si al fin Marx tenía razón cuando predijo que el capitalismo (el capitalismo salvaje -digo yo), lleva intrínseca su propia destrucción. Nada ni nadie había logrado generar tanto rechazo al capitalismo en su historia como la que está provocando hoy, en todo el mundo, el neoliberalismo.
Si el capitalismo hablara, podría decir con una frase muy nuestra: “Con amigos así, para qué enemigos”.
(…) Yo espero poder gozar de tu acogida al libro que estoy concluyendo, “La mentira organizada”, en la que, para mi tristeza, parece atrapado también el otrora fogoso combatiente de la reinvidicación social.
Con un cordial saludo,
OCTAVIO QUINTERO

Nota.- No hago esta recordación para lustrarme sino porque la débil memoria que nos aqueja y la sutileza de los habilidosos neoliberales bien podría ser que nos estén preparando un cambio para que, como en la comedia del Gato Pardo, todo siga igual.

4 de noviembre de 2008

Hay que tumbar a Uribe

OCTAVIO QUINTERO
04-11-08

Hay que tumbar a Uribe, pues, encarna un régimen opresor que por fin empieza a develarse entre la opinión pública que orientan los medios de comunicación, y muy especialmente entre la opinión popular que ya debe estar revisando sus preferencias electorales de cara a las elecciones del 2010.
Y no creo que en derecho se me pueda juzgar por instar a tumbar un régimen ilegítimo que nos dio un golpe de Estado mediante una reelección alcanzada en cohecho con la parlamentaria Jidis Medina como sentenció la Corte Suprema de Justicia al condenar a la cómplice de Uribe por haberle vendido su voto a favor de su reelección.
Da coraje que tales resultados de opinión hayan tenido, y probablemente cobren todavía un costo tan alto en vidas de colombianos y colombianas que han sido exterminados por sus ideas, por sus opiniones, por su pensamiento, por su ideología o simplemente por defender sus derechos económicos y laborales (como los sindicalistas) o de propiedad como los centenares de miles de campesinos y pequeños y medianos propietarios de tierras que engrosan los desfiles fantasmales que se escapan de las fosas comunes.
Da tristeza que, a más de esas víctimas fatales, pululen hoy en las comunas más deprimidas de las principales ciudades avalanchas humanas de desplazados, mendigos, huérfanos, desocupados, drogadictos, bobos o locos, víctimas directas o indirectas de esa Seguridad Democrática y de su modelo económico neoliberal que, por demás, andan siendo reclutados y devueltos a apartados lugares del campo colombiano para ser dados de baja como supuestos guerrilleros en acción.
Resulta llover sobre mojado reiterar denuncias de columnistas muy bien documentados, y en especial de aquellos de El Tiempo y tantos otros de los distintos medios de comunicación electrónicos e impresos que han ido saliendo del closet. Las estadísticas, aunque evidentemente incompletas, de la larga noche negra que vive Colombia son aterradoras.
Pero ese no es mi punto. Para mi, lo importante en todo problema, sin subestimar los efectos, es encontrar la causa. Hasta ahora sólo estamos viendo los efectos de una política de Estado que ha matado a Gaitán, Galán, Pizarro León Gómez y Álvaro Gómez, para no extendernos en la larga lista de mártires que ha bañado en sangre a este país a lo largo de su historia y especialmente en los últimos 60 años, sin que hasta ahora la sociedad pueda darse por satisfecha de las investigaciones adelantadas ni de las penas impuestas a los presuntos criminales.
Probablemente muchos estarán frotándose las manos por los acontecimientos de los últimos días como la caída de los 27 oficiales primero y luego con la renuncia del comandante del Ejército. Quizás, entre estos cazadores de especies menores estén los propios autores intelectuales que entre ellos se esconden.
Yo no podría señalar con tanta certeza como la que tengo ahora a los autores intelectuales de los magnicidios atrás señalados, como de todos los demás crímenes de Estado cometidos a lo largo de estos años, entre otros, y también a manera de ejemplo, el de los 4.000 o más integrantes de la UP (Unión Patriótica).
Pero sí quiero decir que en estos últimos episodios, todos los caminos, como alguna vez lo dijo la senadora Piedad Córdoba, conducen a Uribe.
El sólo hecho que se haya aprovechado del macabro asesinato de un niño por su propio padre para montar un espectáculo mediático; que haya destituido dos semanas atrás a 27 oficiales y que en las últimas horas haya entregado la cabeza del propio comandante del Ejército y acusado de “cómplice de las Farc” al director de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, como desesperadas cortinas de humo a ver si la opinión pública y popular, y especialmente la internacional se distrae y confunde, nos muestra que el Halcón está desesperado y acorralado.
Yo quiero señalar hoy, con mucha claridad, que mientras no caiga el Halcón (o lo que Álvaro Gómez llamaba “tumbar el régimen”), Colombia seguirá derramando sangre, hoy a manos de Uribe, como ayer a manos de sus antecesores y mañana a manos de sus sucesores.
Por eso, quienes están aplaudiendo la templada de los instrumentos habrá que decirles que aguanten porque el concierto aún no ha empezado.

oquinteroefe@yahoo.com

30 de octubre de 2008

Del delito social

OCTAVIO QUINTERO
30-10-08

Todos asumimos a primera vista el término ‘delito’ como algo que infringe la ley, por lo cual, alguna autoridad competente nos puede privar de la libertad. Es lógica esa interpretación prevaleciente del término delito, dado que es su primera acepción en el diccionario de la RAE que lo define como culpa o quebrantamiento de la ley.
Esta tendencia a definir el sentido de las palabras por su primera acepción comporta un descuido en nuestra formación escolar, pues, pocas veces, por no decir nunca, el profesor de español estudia con sus alumnos la definición completa de los términos, es decir, sus distintas acepciones, algunas de las cuales resultan a veces hasta contradictorias entre sí.
Por ejemplo, vean el término ‘villano’. Yo confieso que hasta hoy lo asociaba primordialmente con la actitud de una persona malvada. Y creo que muchos conmigo tienen la misma idea, al punto que es popular oír decir, a manera de queja, que siempre lo tratan a uno como al “villano de la película”.
En las distintas acepciones de ‘delito’, encontramos que no sólo es delito robar o matar, sino también comer tanto o malgastar la plata debido a que constituyen acciones o cosas reprobables.
Yendo más allá, en la segunda interpretación de la tercera acepción del término delito, la RAE dice que delito común es “el que no es político”. Con ello nos indica que también hay delitos políticos como aquellos que cometen los gobiernos autoritarios en defensa de su propio régimen.
Si en la segunda acepción se considera que delito también es toda aquella acción o cosa reprobable, entonces, podríamos asumir como delito social toda acción o cosa que sobreponga la eficiencia económica de las empresas por encima de los derechos y la dignidad humana, por ejemplo.
En este orden de ideas vemos como mueren las personas a la puerta de los hospitales porque no tienen como pagarse un vomitivo; o como dejan de ingresar o salen de las universidades prominentes talentos humanos por falta de recursos económicos, mientras el Estado gasta miles de millones de pesos, muchos de ellos a discreción de los ejecutores, en su política de seguridad democrática cuyo fracaso es evidente por no haber brindado al cabo de estos largos años del régimen uribista, la promesa del respeto a la vida y, en cambio, haber contribuido a deleznar la calidad de la democracia.
En otras palabras, insistir en la seguridad democrática no sólo constituye un delito político en cuanto es una defensa de un régimen autoritario sino un delito social en cuanto está destinando los escasos recursos del país en gran parte a gastos militares con miras a la guerra en vez de enfocarlos hacia la paz social que se representa en vivienda, salud, educación, seguridad social y trabajo digno.
En el orden de la interpretación que el eminente profesor Noam Chomsky da en su último libro al abuso del poder y la agresión a la democracia, no cabe duda que Uribe lleva a Colombia por el camino de un estado alevoso, mafioso y fracasado.
1).- Alevoso por lo que hemos descubierto en el DAS, destinado a hacerle seguimiento de inteligencia a la oposición y los sindicatos; y por lo que hemos descubierto en estos últimos días, y quizás por lo que falta por descubrir en torno al Ejército y la Policía, dedicados a reclutar en los estratos bajos de la sociedad urbana la carne de cañón de sus falsos positivos.
2).- Mafioso por la infiltración de la mafia en todas las ramas del Poder.
3).- Fracasado por lo que, precisamente, debido a su contenido alevoso y mafioso, no ha logrado alcanzar el primer postulado del contrato social contemplado tanto en la concepción de Hobbes como de Locke y Rousseau, a pesar de sus diferencias: vivir en paz.

27 de octubre de 2008

Cavilaciones de un suspicaz

OCTAVIO QUINTERO
27-10-08

Dirán que soy muy suspicaz… A lo mejor. Pero es evidente que cada vez que el presidente Uribe tiene un conflicto, de esos que uno cree que es el fin del fin de su maquillada popularidad, le aparece un secuestrado de las Farc que se ha escapado por sus propios medios, o que ha sido rescatado por el Ejército o que, como en el último caso de Lizcano, su carcelero decidió salvarle la vida a su prisionero y de paso arreglarse la suya y la de su compañera sentimental.
Todo, como en la Guerra de Troya, es de película; es decir, encaja más en la ficción que en la realidad.
Cada escapado de la profundidad de la selva donde se estaba pudriendo hacia años, según los relatos y los testimonios que de cuando en cuando nos llegan de las Farc por el correo de las brujas, es un Ulises.
Es dable creer en proezas cuando de por medio nos jugamos la vida. Pero es que las proezas deben corresponderse en alguna mínima proporción también con la lógica.
Decir que un “cucho” y un tuerto se le volaron en medio de la selva a un batallón de guerrilleros, es someter la imaginación a esfuerzos sobrehumanos; y decirnos en el preámbulo de esta fuga, que Lizcano estaba al borde de la muerte, para luego encontrarnos con un Lázaro recién resucitado, es, de nuevo, ponernos a pensar en milagros como explicación de estas cosas tan sobrenaturales.
Desde hace rato creo que en esta comedia de Colombia, alguien maneja un libreto oculto que no sólo tiene confundidos a los espectadores, como es lo obvio por lo apasionante, sino también a los actores, muchos de ellos que representan sus papeles sin saber que a la vuelta del siguiente capítulo van a caer en desgracia, como el caso de los oficiales de la población de Soacha que han sido destituidos por las desapariciones de jóvenes en esa población que días después fueron reportados por el Ejército como dados de baja en combate a varios centenares de kilómetros de distancia de donde eran sus residencias habituales.
Y ni hablemos de los oscuros episodios del DAS, el último de los cuales costó la cabeza de la directora y de algún funcionario menor que ahora nos quieren hacer creer que sólo por sapo (motu proprio), decidió hacerle seguimiento a la oposición y a los movimientos sociales y laborales viendo a ver qué cazaba de interés en ellos que pudiera servir a sus superiores.
Y piensen también en el escándalo que envuelve al actual presidente del Congreso pocos meses después de haber sido elegido y haberse convertido en un predilecto y eficaz portavoz de los pensamientos ocultos del Presidente Uribe. Es evidente que sus relaciones con gente del bajo mundo eran conocidas de tiempo atrás por quienes ahora decidieron denunciarlo. ¿Y por qué no lo hicieron antes?
Pareciera que cada episodio de estos necesita de un momento preciso para ser destapado. Y, será por simple coincidencia o exceso de suspicacia que cada momento preciso siempre coincide con algún apuro del presidente Uribe.

oquinteroefe@yahoo.com

21 de octubre de 2008

Un sainete puesto serio

OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
21-10-08

Produce desazón las destempladas acusaciones del gobierno contra dirigentes políticos de oposición dizque por estar apoyando algunas huelgas laborales y protestas sociales. Y da vergüenza pertenecer a un gremio periodístico que orquesta escenas de inquisición sobre las víctimas de turno. Pero, recordando a Luther King, nos debiera sobrecoger más el silencio de los buenos que la maldad de los malos.
En medio del malestar social que algunos valientes defensores de los derechos laborales y colectivos se atreven a manifestar en este tormentoso ocaso del régimen de Uribe, salió ese bien tildado ministro de la desprotección social a demonizar la huelga de los corteros de caña que reclaman un salario justo y la protesta indigenista que exige el resarcimiento de sus tierras usurpadas por paramilitares, parapolíticos, narcotraficantes y terratenientes, dizque por contar con apoyo logístico y económico de dirigentes políticos de la oposición.
¿Y qué? ¿Es que también constituye terrorismo en Colombia la lucha de clases? O será que José Obdulio, cabecera ideológica de Uribe, no sabe que el Contrato Social es un paradigma que mediante distintos pero convergentes modos de realizar el bien común y la voluntad general ha logrado a través del tiempo los cuatro bienes públicos esenciales a toda democracia: legitimidad del gobierno, bienestar económico y social, seguridad e identidad colectiva.
Que el régimen persiga a la oposición, ya es obvio. Y que los periodistas proclives al gobierno secunden su fascismo, también es explicable aunque por razones inadmisibles, especialmente aquellas que nos hablan de corrupción y chantaje. Pero que los acusados reculen temerosos ante la inquisición oficial y periodística, sí es un claro síntoma que se puede resumir en ese viejo dicho popular que dice “mal está el enfermo, ni come ni hay que darle”.
Cada quien es dueño de su propio miedo en el campo personal. Pero en el ámbito de la representación popular o de la dirigencia comunal sobreponer el temor individual a los intereses de la colectividad es traicionar la clase y su lucha social.
Mucho más grave resulta que los partidos políticos a los que pertenecen los parlamentarios señalados por el régimen de apoyar estos movimientos sociales permanezcan mudos. Uno podría hasta explicarse el silencio del resquebrajado Partido Liberal. Pero lo del Polo Democrático, orientado por un avezado constitucionalista, el ex magistrado Carlos Gaviria, conocedor como el que más de los derechos fundamentales, entre otros el de la libertad de pensamiento, argumento que por demás le permitió tumbar como ponente ante la Corte la tarjeta de periodista, da grima.
¿Puede un parlamentario con su sueldo apoyar legalmente una marcha pacífica de ciudadanos o un cese de actividades? Claro que sí. Solamente a un sibilino como el ministro de Protección y Seguridad Social o a un periodista proclive a la corrupción se les ocurre que no, aduciendo que el salario de un funcionario público sigue siendo público aún después de habérselo ganado con su trabajo.
¿Y puede uno (cualquiera) ideológicamente apoyar un movimiento que no es subversivo ni terrorista (aunque pueda tener o dar pábulo a subversivos y terroristas infiltrados? Claro que también.
En tales casos, es obligación de los organismos de investigación e inteligencia del Estado enjuiciar a los subversivos y terroristas que aprovechan las huelgas de los trabajadores y las marchas cívicas para infiltrarse y poner en peligro la estabilidad del Estado, si es que este argumento se construye en derecho. Pero no se puede calificar de subversiva o terrorista la huelga o marcha en sí misma, y con tan peregrino argumento, sindicar a un dirigente político, sindical o cívico de auspiciar el derrocamiento del gobierno legítimamente constituido, aunque en el caso de Uribe, mejor ni le arrimemos candela a ese rabo.

6 de octubre de 2008

A un paso del abismo

OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
06-10-08

Cuando la Corte Constitucional (CC) gozaba de credibilidad en asuntos de alta costura política, uno podía sin mayor esfuerzo mental intuir el curso de sus fallos porque, entre otras cosas, la lógica parece ser precursora del derecho que la pone en razón mediante documentos o pruebas.
Por eso es que (también en otros tiempos), los altos funcionarios del Estado incursos en investigaciones o conflictos de interés renunciaban a sus cargos antes que, como se estila ahora, fueran escuchados o vencidos en juicio porque la lógica se encargaba de emitir un primer juicio que siempre es de opinión pública que pena con su censura moral a aquellos sospechosos de conductas irregulares. Y esos fallos de opinión pública, que vienen dados por la lógica, son inapelables porque, como se dice en el socorrido latinajo: vox populi, vox Dei.
Pero a medida que la CC ha ido entrando en una interpretación más política que legal de ciertos asuntos, especialmente aquellos tan cerca del interés del gobierno, lo predecible es esperar fallos abiertamente reñidos con la lógica.
Tal fue el caso culminante de la sentencia condenatoria que profirió la Corte Suprema de Justicia (CSJ) contra la tristemente célebre parlamentaria Jidis Medina que vendió su voto en el 2004 a favor de la reforma constitucional que posteriormente, en 2006, permitió la reelección del presidente Uribe.
No sólo por su propia confesión sino por la demostración jurídica de su mala conducta, Jidis fue condenada por cohecho y el fallo de la CJS fue compulsado a la CC para que se ocupara de revisar qué tan legal era una reforma constitucional que se había logrado mediante el soborno de al menos un parlamentario que en su momento fue clave para lograr la mayoría requerida en el Congreso.
Pues, para sorpresa de toda sana lógica, la CC halló a lugar que pueda, al menos de aquí en adelante, utilizarse medios delictivos para lograr algo que en ese momento y todavía, una gran corriente de opinión pública de Colombia considera muy bueno: mantener a la cabeza del gobierno al presidente Uribe.
Es decir, si por cualquier circunstancia es necesario matar a algún parlamentario para que no hunda el actual referendo que se tramita en el Congreso y que permitirá una segunda reelección de Uribe, y en el transcurso de la respectiva investigación se comprueba hasta la saciedad que el crimen fue perpetrado con el sólo propósito de impedir que votara en contra dicho referendo, y se establece, además, que su voto era decisivo en el hundimiento de esa ley, todo finalmente, en concepto posterior de la CC resultaría legal y Uribe podría ser reelegido nuevamente sobre la configuración de un delito de homicidio, como fue reelegido en primera instancia sobre la configuración de otro delito: el cohecho.
¡Aleluya!
Esto que acabo de afirmar es en lógica, que quiere decir que es así y será así, aunque la CC haya dicho en derecho otra cosa. Fallo en derecho que también tiene un cuestionamiento musculoso, hecho por el magistrado Jaime Araújo en su salvamento de voto cuya introducción es más que contundente:
(…)
“Muy respetuosamente me permito presentar mis razones jurídicas que son de total discrepancia frente a la decisión adoptada en esta providencia, ya que considero que la sentencia enviada por la Honorable Corte Suprema de Justicia y el delito en ella establecido, no podía convalidarse por esta Corte Constitucional. Por el contrario se debió declarar la nulidad de la Sentencia C-1040 del 2005, como consecuencia del hecho delictual, probado después de que se profirió.
La sentencia en cuestión se encuentra viciada de una NULIDAD ya que al momento de la adopción de la misma, esta Corte desconocía que el Acto Legislativo bajo estudio era NULO DE PLENO DERECHO o más exactamente INEXISTENTE, por haber sido la consecuencia de un DELITO, el delito de cohecho, tal y como lo ha declarado la Corte Suprema de Justicia en sentencia reciente –No.173 del 26 de junio del 2008-. Estos hechos son nuevos y una vez conocidos, tienen relevancia constitucional en cuanto afectan de manera inmediata y directa la VALIDEZ JURÍDICA tanto del Acto Legislativo de la reelección presidencial como de la sentencia C-1040 del 2005 mediante la cual se declaró, incurriendo en un error, la exequibilidad de la misma; razón por la cual considero que esta Corte se encuentra OBLIGADA jurídicamente a estudiar y declarar la nulidad de la sentencia C-1040 del 2005 y con ella del Acto Legislativo No. 02 del 2004, bien a petición ciudadana o de autoridad pública, o bien de oficio”.
Pues, no, la CC no halló razonable el argumento del magistrado Araújo de donde, de lógica, se deduce lo que digo atrás: que el crimen ha sido convalidado para alcanzar resultados de momento que a posteriori no puedan ser revisados jurídicamente.
Pero este largo introito viene al caso sólo por referencia de algo que se anuncia será otra vuelta de tuerca en la interpretación del derecho constitucional, cuando la tutela, sorprendente tutela del Consejo Superior de la Judicatura que ordenó a la CSJ eliminar toda mención que se haga al ministro de Trabajo y de la Protección Social en la sentencia condenatoria a la parlamentaria de marras, llegue en revisión a la CC.
En lógica, una sentencia de la Honorable Corte Suprema de Justicia es cierre de caso, “última palabra”, como se dice en el célebre programa de concurso de televisión “¿Quién quiere ser millonario?”, y que el Consejo Superior de la Judicatura haya admitido la tutela, pues, si viene a ser como “los pájaros tirándole a las escopetas”.
En lógica, señores, el Consejo no debió haber admitido esa tutela del ministro porque la CJS, en primer lugar, no le violó ningún derecho a la legítima defensa, pues, el juez natural del ministro viene a ser la Fiscalía y no la Corte Suprema de Justicia; en segundo lugar no lo acusa de nada sino que se limita a registrar en la sentencia las pruebas que hay en el proceso, y si las pruebas mencionan al ministro, son los hechos y no la valoración de la CC, los que sindican al ministro, y tercero: si Jidis mencionó en sus declaraciones ante la CC al ministro Palacio, la CC no podía omitir esa declaración de la parlamentaria, so pena de incurrir en prevaricato al ocultar o sesgar testimonios en beneficio del buen nombre de alguien, por eminente que sea.
Si la CC forzara una interpretación legal en procura de dejar en firme la tutela del Consejo Superior de la Judicatura en favor del ministro Palacio que le ordena a la CSJ eliminar de la sentencia contra Jidis toda alusión a su nombre, por esa vía, preparémonos a recibir una lluvia de tutelas interpuestas desde el Presidente para abajo, pasando por los 70 o más parlamentarios presos por la parapolítica, con el fin de lograr que sus nombres sean borrados de los procesos abiertos a los paramilitares que han tenido el desacato y quizás irrespeto de mencionarlos en sus confesiones como compinches de sus crímenes de lesa humanidad y de constreñimiento electoral en su afán de refundar la patria.
Esperemos que este salto al vacío no lo demos. Pero como la lógica que precede al derecho en este país de histéricas manifestaciones populares y de locas sentencias judiciales ya no existe, siempre puede darse que toda situación difícil sea susceptible de empeorar.
Y ahora reconsidero que tal cosa sería hasta bueno que sucediera para que se creara en Colombia una anarquía jurídica que se fuera directa a la Corte Penal Internacional en donde, al no alcanzar los tentáculos del ilegítimo gobierno de Uribe, otro gallo cantaría.

2 de octubre de 2008

Y el gringo ahí

OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
02-10-08

En la campaña presidencial colombiana de 1998 que enfrentó a Horacio Serpa con Andrés Pastrana, se denunció que muchas empresas estaban amenazando a los trabajadores con botarlos del puesto si votaban por Serpa, el candidato que más garantías le daba a los trabajadores por su ascendencia socialdemócrata.
Entre las muchas triquiñuelas que contribuyeron al triunfo de Pastrana en esas elecciones, es indudable que esa amenaza surtió efecto entre los trabajadores a la hora de meter la papeleta en las urnas.
Esa práctica, hasta hoy, me pareció propia de países subdesarrollados con democracias imperfectas que manipulan no sólo a los electores sino también los resultados en caso necesario.
Pero hoy que leo en Wall Street Journal que Wal-Mart Stores, Inc, está amenazando a sus miles de trabajadores si votan por Obama, puedo sospechar que hace 10 años en Colombia no se inventó el chantaje laboral como herramienta política sino que fue estrategia sugerida por los asesores de Pastrana, todos gringos, que apuntalaban su triunfo en Colombia como causa propia para poder entronizar en este país la feroz y sucia guerra que nos desangra alrededor de la lucha contra el narcotráfico.
Wal-Mart no es cualquier empresa. En la enciclopedia Wikipedia se informa que es la más grande tienda minorista del mundo. Y por sus ventas, aproximadamente 400.000 millones de dólares el año pasado; y número de empleados, cerca de dos millones de personas, es la mayor compañía del mundo.
Según se lee también en Wikipedia, un comité ético noruego concluyó en un informe remitido en noviembre de 2005, que Wal-Mart "viola de forma sistemática los derechos humanos y los derechos laborales de sus trabajadores; emplea de forma sistemática a menores de edad en condiciones de trabajo peligrosas, discrimina a la mujer y no compensa las horas extras de los empleados".
El Journal informa que los gerentes de recursos humanos encargados de llevar el chantaje a los trabajadores, no sugieren directamente por quién votar en las elecciones del 4 de noviembre, pero les dejan claro que votar a Obama equivaldría a permitir el ingreso de sindicatos.
A buen entendedor, pocas palabras.
No me habría despertado tanto interés este asunto, pues, ya advertí en anterior columna que para mi Obama o McCaín resulta apenas un cambio de ritmo dentro del concierto capitalista, si no fuera porque otra noticia que me parecía propia del trópico colombiano, y que con el tiempo hemos dado en descubrir que hace parte de la escalada de violencia del Imperio en Colombia, ha prendido motores en Venezuela: los falsos positivos de los que ya se tiene un dominio de sentido internacionalmente.
En la campaña de Uribe los falsos positivos llegaron hasta fabricar atentados contra el candidato Uribe y atribuírselos a las Farc, con dos fines: inducir el rechazo de la gente a la guerrilla y elevar la imagen pública del candidato que por entonces ofrecía acabar con esos “bandidos” en su primer año de gobierno.
La estrategia electoral funcionó, no así la promesa, pues, el elegido lleva seis años echando plomo a diestra y siniestra como cualquier Pecos Bill, y la guerrilla ahí.
Si yo fuera autoridad en Venezuela, le estaría prestando mucha atención a esa noticia que hoy circula por el mundo en alas de EFE en la que se dice que el dirigente estudiantil opositor, Julio Soto, fue asesinado en Maracaibo, capital del Estado de Zulia.
No basta con que las autoridades hayan dicho que no descansarán “hasta dar con los responsables de este crimen y colocarlos a la orden de la justicia”.
Así se nos empezó a decir a los colombianos en el ascenso de Uribe al poder, y este es el momento en que ahora convertimos en tragedia nacional, desde el presidente para abajo, el horrendo asesinato de un niño de once meses a manos de su propio padre, pero no nos parece igual de horrendo, y quizás superior, la matanza de centenares de miles de colombianos a manos de los paramilitares para quienes se expidió una ley que les permite purgar en cárceles “cinco estrellas”, apenas unos cuantos años por beber la sangre de sus víctimas y jugar fútbol con sus cabezas.
Este crimen en Venezuela me huele a trampa gringa que se le tiende a Chávez en el desespero por desestabilizar su gobierno, No creo que el régimen venezolano necesite matar a un estudiante para sostenerse en el gobierno, él que todo lo puede con sus más de 60.000 millones de dólares que le entran al año por petróleo. Sería absurdo. Chávez ha dado muestras de ser frentero hasta la imprudencia, pero de bobo, ¡nunca¡
El Imperio no descansa: revuelve en su vientre la imagen de Obama porque no le resulta tan apetitoso como McCaín y prosigue socavando el gobierno de Chávez porque definitivamente le cae como sal en herida.
Fue Chomsky quien dijo a principios de este año que cuando el Partido Republicano despliegue sus enormes operaciones de difamación, basadas en mentiras, “veremos qué tan efectivo es Obama”.
Yo no alcanzo a percibir por qué, en principio, fue el mismo Partido Republicano el que puso mayoría en la Cámara en la negación del plan de rescate del sistema financiero de cuya decisión, los iniciados en informaciones confidenciales, debieron capturar enormes ganancias pecuniarias; y el candidato McCaín, también paradójicamente, tomar un segundo aire.
Lo que sí me queda claro, a la distancia de esa campaña sucia de Pastrana en 1998, o en la cercanía de este crimen del estudiante venezolano, que en todo esto, el gringo está ahí, como siempre.

30 de septiembre de 2008

De la democracia a la tiranía

OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com

Se atribuye al legislador ateniense, Solón (638 – 558 a.C.) la invención de la democracia, ideada por este portento griego para acabar con la tiranía que dominaba por entonces el mundo civilizado conocido.
Sólo tres reformas introdujo Solón en la praxis política de su tiempo:
1) Le dio poder a los ricos para que pudieran compartir con los aristócratas el control del gobierno con el fin de que la gente de plata pagara con gusto las contribuciones que se requerían para sostener el Estado.
Entre paréntesis, esta medida, que lo que buscaba era equilibrar el poder político, implicaba también otro gran invento: el de la política tributaria. Pero esto no viene al caso ahora.
2) Exoneró a los pobres de pagar impuestos, pero al mismo tiempo se les mantuvo fuera del control del gobierno y, en cambio, les otorgó derecho de voto con lo cual pudieron participar en la elección de los Magistrados.
Dos reflexiones ameritan este segundo punto: a) Introdujo la equidad tributaria y b) entrega a la mayoría de electores, que son los pobres, la capacidad de decidir quién los va a gobernar.
3).- Poder decidir quién lo va a gobernar a uno, constituyó la tercera reforma que más que política fue moral, pues, resulta obvio que por esta vía empezaron a llegar a los cargos públicos de la gran Atenas la gente más capacitada profesionalmente, y al mismo tiempo la más honrada, la más pulcra o transparente, como se dice hoy.
Uno pudiera sostener con toda razón que la democracia aplicada por Solón, más que un sistema político (que lo es, y por supuesto), era un sistema moral que implicaba al mismo tiempo ética en las funciones públicas y equidad en la distribución del poder y sostenimiento del Estado.
Eso es lo que se nos está acabando, decimos, quienes todavía creemos que el Estado colombiano se puede rescatar de las garras de lo que un embajador gringo definió con toda crudeza y gran acierto “narcodemocracia”.
Por eso tenemos un ministro de Interior y Justicia cuyo hermano del alma andaba en sociedad con narcotraficantes y paramilitares; por eso un bandido, que por donde quiera que ha pasado: el Seguro Social, la Contraloría de Bogotá y la Cámara de Representantes ha salido escabulliendo el Código Penal, quien ahora, propuesto por el propio Presidente de la república, resulta elegido magistrado del Consejo Superior de la Judicatura; por lo mismo se pudo tener de Canciller a una hija de prófugo de la justicia y hermana de parapolítico y, para cerrar los ejemplos sin agotar por supuesto la abundante lista de casos, pudo ser Canciller quien birló los intereses de miles de pobres en un sonado caso conocido como el de Chambacú, tan sólo porque en un acto heroico se le voló a las Farc, justo días después de que su caso prescribiera ante los tribunales.
Esto que enumero son apenas las primeras pústulas que afloran del apestado cuerpo de la democracia colombiana, una democracia que perdió su contenido principal impregnado por el legislador ateniense: la moral.
De ahí en adelante, no vale la pena seguir hablando. Mientras a los altos cargos públicos puedan llegar personas con pasados tan oscuros como el del propio jefe de Estado; y la filosofía de Estado sea conducida por un cínico como José Obdulio, él también untado hasta los tuétanos de narcotráfico, ¿qué más da que el ministro del Interior sea quien es y tenga la misión, con esa tan discutida autoridad moral, dizque de impulsar en el Congreso (ah, un Congreso también corrompido), una reforma política y otra de la justicia dizque para purificar las costumbres de la democracia colombiana?
Esto no puede tomarse sino como un chiste en el campo internacional o como la más profunda sima moral a la que ha caído la sociedad colombiana.
Y esos nosotros, gobernados por quienes estamos, somos los que lanzamos anatemas contra un gobierno porque algunos de sus conciudadanos consideraron motu proprio levantarle un altar en Venezuela a Tiro Fijo, a ese que, en principio, se rebeló contra ese gobierno de entonces que empezó a subvaluar lo más esencial de cualquier sistema democrático que no viene a ser el respeto a la ley (que lo es, y por supuesto), sino la preservación de los valores éticos y morales porque es lo que nos protege de llegar a ser gobernados por unos bandidos que hacen las leyes acorde con sus principios y luego exigen que se las cumplamos.
Contra esa tiranía se levantó Solón y legó al mundo algo que, 2.600 años después, otro gran pensador contemporáneo, Fukuyama, sin que lo compartamos pero también en vía de ejemplo, llegó a decir que era “el fin de la historia”.
Dejar sin su esencia a la democracia es, por sustracción de materia, retornar a la tiranía.

26 de septiembre de 2008

Obama & McCain: es lo mismo

OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
29-09-08
Tras el primer debate televisivo que hemos visto entre Obama y McCain, los gobiernos latinoamericanos que van por la senda del Socialismo del Siglo XXI no debieran esperar mucho del relevo presidencial que se avecina en Estados Unidos. Gane quien gane, Obama o McCain, el sistema capitalista del Imperio es la esencia del Estado.
Estados Unidos vive desde antes, y hoy más que nunca de la especulación financiera y de la industria y el comercio que depende y requiere sobre todo de la explotación laboral. Y eso lo saben y defienden a ultranza y al unísono gobierno, instituciones y sociedad civil, esta última que lo consiente en tanto en cuanto sea allende sus fronteras.
Esperar un cambio importante en ese sentido, sería tanto como pensar que los países de la OPEP han pensado siquiera en renunciar a la explotación petrolera por razones ecológicas o que los ingleses, por austeridad, van a licenciar a la reina Isabel.
Las campañas políticas en Estados Unidos no se libran en términos ideológicos, como se están librando las batallas políticas en estos momentos en países como Venezuela, Ecuador y Bolivia, que cabalgan en el ojo del huracán con sus reformas políticas y sociales; o como se acaban de librar los debates presidenciales en Nicaragua con Ortega y más recientemente en Paraguay con Lugo. O como desde hace años ya, algo se le restó al predominio capitalista en Chile, Argentina y Brasil con la elección de gobiernos menos comprometidos con el libre mercado que quienes les precedieron. O en la forma tan ardorosa como la incipiente izquierda colombiana combate la rancia derecha que se entronizó en el país al final del ya lejano y añorado gobierno de Alfonso López Pumarejo (1936), y que en este largo régimen de Uribe aprieta como cincha y punza como espuela.
Las sucesiones presidenciales en Estados Unidos son como los cambios de guardia en el Palacio de Buckingham: sólo ceremonia.
Es probable que muchos de nosotros, emocionalmente, prefiramos ver en el Salón Oval a Obama que a McCain: quizás porque es afrodescendiente, o por joven y simpático y, lo más seguro, porque no es de la cuerda de Bush, ese carnicero próximo a retirarse a su rancho en Texas con más de un millón de muertos a las espaldas.
Con Obama pasa lo que pasó con Kennedy, que muchos de nosotros todavía lloramos como si fuera deudo propio, y fue Kennedy precisamente, quien propuso y financió las primeras autodefensas en Colombia para combatir desde la periferia del Estado de derecho a esos ‘bandidos’ de Marquetalia que, con Tiro Fijo a la cabeza, no se dejaron robar de un pelotón de uniformados ni las gallinas ni sus mujeres.
Y si el ejemplo resulta muy parroquial (que lo es), entonces téngase en cuenta que la Alianza para el Progreso, de cuya paternidad nadie duda, no fue más que una profundización de la injerencia e intervención de Estados Unidos en los asuntos internos de los países latinoamericanos.
Y así sucesivamente: desde el “Destino Manifiesto” hasta “la Guerra Preventiva”, Estados Unidos es un Imperio y sus gobiernos, por ende, imperiales. Por tanto, téngase presente que Obama o McCain, sea quien sea, proseguirá la senda neoliberal que emprendió el Imperio desde el 70 con Reagan y que continuaron profundizando distintos gobiernos republicanos y demócratas, y en especial tras la caída del Muro de Berlín, “todos a una” como en Fuente Ovejuna.
Y si me apuran, diría que en la presente crisis financiera, cuya apreciación parece ser la mayor diferencia que perciben los electores norteamericanos entre Obama y McCain, tienen más responsabilidad los demócratas que los republicanos, aunque Obama en este primer debate haya dicho lo contrario y McCain haya tenido que callar por aquello de que, como decimos por acá, “la ropa sucia se lava en casa”.
Aparte de que fue en el gobierno del venerable Clinton donde se echaron a andar los TLC, último asalto del capitalismo salvaje sobre los despojos dejados por libre mercado emprendido desde Reagan, también fue en este libidinoso mandato que se soltaron las amarras del sector financiero con la derogación de la Ley Glass-Steagall de 1929 que puso freno a la especulación financiera de entonces que produjo la Gran Depresión.
Y para que no quede ninguna duda de que la debacle del sistema financiero estadounidense es asunto de ambos partidos, no sólo porque tanto Obama como McCain han recibido cuantiosos millones de dólares para sus campañas de esas mismas empresas que ahora van a la bancarrota, sino porque la irresponsable liberación del sector financiero con que Obama puyó a McCain en el primer debate al atribuírsela exclusivamente al gobierno de Bush, fue propuesta desde el inicio del gobierno de Clinton por el entonces Secretario del Tesoro Robert Rubin, hoy poderoso asesor en temas económicos de Obama e impulsada en el Congreso por el senador republicano, Phil Gramm, uno de los principales asesores de McCain.
La lucha por la independencia de Latinoamérica, la que impulsa con vigor y entusiasmo, y también a veces con mucha imprudencia, el presidente venezolano Hugo Chávez, no tendrá respiro con Obama o McCain porque, como lo dijo el Libertad Simón Bolívar: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”.

25 de septiembre de 2008

El capitalismo en su hoguera

OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
25-09-08

Ahora resulta que los neoliberales que profesan la anarquía del libre comercio convienen en admitir la intervención del Estado cuando de salvar sus trapisondas financieras se trata.
“Dejar hacer, dejar pasar”, es bien venido cuando festinan los recursos de la economía en su beneficio propio. Pero cuando la burbuja hace pum, el Estado, ese Estado que redujeron a la impotencia a somatén de sus teorías del libre mercado debe salir ahora a socializar las pérdidas mientras ellos se retiran a sus cuarteles de invierno a disfrutar sus réditos mientras las aguas vuelven a sus cauces.
Muchos ejemplos han pasado en estos aciagos años del neoliberalismo cuando las crisis financieras de México, Argentina, Brasil y Colombia, los gobiernos de la época, neoliberales por supuesto, salieron al rescate de la banca que una vez saneada, volvieron a entregar a los tiburones del mercado a precios de gallina vieja, como en Colombia, por ejemplo, con los bancos de Colombia, Granahorrar, Popular, Bogotá, Megabanco y Ganadero, entre otros que recuerde a vuelo de pájaro y que hoy están de nuevo en manos privadas después de consumir más de 12 billones del presupuesto nacional en su salvamento.
Los neoliberales detestan al Estado, pero al Estado Benefactor que así le dicen peyorativamente, cuando buena parte de su presupuesto se destina a la salud, la educación, la vivienda, a promocionar el empleo o proveer alimento a los más pobres.
Produce asco intelectual ver hoy a pontífices universales y criollos del libre mercado clamando a gritos la intervención del Estado en la crisis financiera de Estados Unidos que como diría el presidente Chávez, lanza su mierda a todas las economías del mundo.
Y un pontífice de la economía del libre mercado, al que le han elevado altar en Colombia en los últimos 40 años, Rodrigo Botero, precursor de los ‘Chicago Boys’ en Suramérica y padre intelectual de quienes nos introdujeron el neoliberalismo en el país, y entonces para refrescar la memoria hablamos del ex presidente César Gaviria y de su nefasto ministro de Hacienda, Rudulf Hommes, nos dice en una columna de El Colombiano de Medellín que… “Para que los mercados cumplan su función, los gobiernos deben intervenir de manera eficaz y crear la estructura institucional apropiada”.
Yo espero que esta crisis financiera de Estados Unidos definitivamente abra los ojos de los gobiernos socialistas que se han venido instalando en Latinoamérica, y especialmente me refiero a Argentina, Chile y Brasil, que han dado en consentir y convivir con ese modelo neoliberal sin tener en cuenta que, como lo dice el mismo Botero en esa columna antes mencionada (…) “La inestabilidad financiera es inherente al sistema capitalista”.
Si el Imperio venía de capa caída por la criminal política intervencionista de sus halcones; si su Patio Trasero se le ha tornado contestatario, gracias a la desnudez del Rey que redescubrió Chávez en Venezuela, y que asienten Correa en Ecuador, Evo en Bolivia, Ortega en Nicaragua y Lugo en Paraguay, sin olvidar la larga y tenaz lucha de la gran Cuba de Fidel, este colapso financiero mundial que viajará como las ondas hertzianas por todo el mundo marca el fin de un nuevo embate capitalista por dominar el mundo tras la caída del Muro de Berlín.
Al bate llega ahora el Socialismo del Siglo XXI. Ojalá no pierda su cuarto de hora. Ojalá haya aprendido que el poder es para poder. Hay que contener la última arremetida del mercado con sus TLC y rescatar al Estado de las manos privadas, especialmente aquellos servicios públicos que en la era neoliberal se festinaron al capital extranjero, incluyendo este sector financiero que como lo dice la urraca de Botero debe ser intervenido para que cumpla la función social que hábilmente ha eludido en toda su historia precisamente porque no hemos podido los de abajo quitárselo a los de arriba a pesar, y por paradoja, que trabaja con la plata de los de abajo para acrecentar las riquezas de los de arriba.

11 de septiembre de 2008

Historia de invasiones

OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
11-09-08
El escritor y periodista mexicano, Pedro Echeverría, me ha hecho caer en cuenta que la historia de invasiones de Estados Unidos en Latinoamérica, es más extensa y criminal que el resto de invasiones internacionales, como las de Irak y Afganistán, que por ser las últimas ocupan de momento nuestra atención.
Igual que Echeverría de México, escritores y periodistas de la región podrían navegar de memoria en la historia de las invasiones gringas a sus países, como aquí en Colombia con “I took Panamá”, o los chilenos con el derrocamiento y asesinato de Allende y ni se diga Cuba o los países centroamericanos y del Caribe.
El tema de Echeverría se suscitó a raíz de mi columna “11S: ojo por ojo”, en la que recordaba la frustración de un libro escrito que nunca publiqué titulado “Después de…” porque, a manera de excusa decía en esa columna que “los acontecimientos eran tantos y tan precipitados que cada día que pasaba hacia viejos los datos de ayer y siempre nuevos los de mañana”.
El hecho es que haciendo como de abogado del diablo, mi tema central de dicho cuasi libro era que el mundo se estaba asombrando, y con razón, de un acto terrorista como el de las Torres, transmitido por los medios en vivo y en directo, olvidando actos terroristas más violentos y devastadores ejecutados antes por los que ese día posaban de víctimas, como la bomba atómica de Hiroshima que de un solo ¡pum! dejó 120.000 mil muertos.
Decía entonces y se reivindica hoy que ““El exceso del vengador hace olvidar la responsabilidad del agresor”.
Por ejemplo: ¿Quién justificaría hoy en día que un mexicano cualquiera volara Wall Street de un bombazo? Nadie. Quizás hasta veríamos con placer su electrocución en la silla como castigo ejemplar.
Pero, si miramos atrás y recreamos la invasión y el despojo de Estados Unidos a México, entonces veríamos que allá en ese pasado histórico que la memoria se resiste a olvidar, habría motivo y razón de ese o cualquier mexicano de proceder a vengar la afrenta a su raza.
En esta “Semana de la Memoria” que se celebra en Colombia, veamos el caso típico de México, de quien alguien dijo que su desgracia consistía en estar tan lejos de Dios y tan cerquita de Estados Unidos…

Por
Pedro Echeverría V.
pedro@cablered.net.mx
11-09-08

El 13 el ejército yanqui tomó Chapultepec y desde el 14 izó su bandera en Palacio Nacional

1. El enorme poder económico y militar yanqui, que se impuso al mundo durante el siglo XX, creció en gran parte en lo que fue territorio mexicano. Sin los más de dos millones de kilómetros cuadrados que nos arrebataron a la mala invadiéndonos, EEUU sería quizá una nación poderosa, pero no jugaría el papel de gran imperio invasor y policía mundial. Santa Ana, el general mexicano más importante de la época, tanto para liberales y conservadores, nada pudo contra la política criminal y expansionista del presidente yanqui James Polk y su ejército de decenas de miles de regulares y voluntarios comandado por Scott. El expansionismo yanqui ya se había escrito en la Doctrina Monroe desde 1823 y en el Destino Manifiesto que justificaba en 1845 la superioridad de raza y cultura de los EEUU sobre México.
2. Por esos principios racistas de dominación, en septiembre de 1847 el gobierno gringo, usando su poderoso ejército invasor (de 100 mil elementos del ejército regular y voluntarios) tomó con mucha facilidad Tlalpan, Padierna, San Ángel, el convento de Churubusco, Molino de Rey y el 13 de septiembre, al amanecer, comenzó a bombardear el cerro de Chapultepec antes de asaltarlo. La resistencia fue muy débil, pues, como dice el historiador Alfonso Toro, “muchos soldados desertaron provocando un gran desorden”. De Chapultepec el ejército yanqui organizó dos columnas (una por San Cosme y otra por la calzada de Belem) para ocupar el Zócalo de México e izar su funesta bandera de las barras y las estrellas. La realidad es que el pueblo se sintió ofendido causándoles posteriormente algunas bajas a los yanquis
3. En febrero de 1848 se firmó el tratado de Guadalupe Hidalgo con el que México perdió, no sólo Texas con sus límites hasta el Río Bravo, sino Nuevo México y Alta California, una extensión superior a la República Mexicana actual. Los yanquis, que invadieron el país en mayo de 1846, lo dejaron hasta junio, cumpliendo así dos años y un mes de haberlo ocupado. La realidad es que por ese sólo hecho de nuestra historia el sentimiento de México debería ser profundamente antiyanqui, pero no. A partir del fin la Segunda Guerra los yanquis impusieron en México su dominación económica e ideológica, impusieron los medios de información y un pensamiento en los sectores medios y altos de la población, que siguiera el modo de vida de Norteamérica.
4. Los yanquis de entonces representaban “la modernidad” capitalista frente a los viejos países europeos infestados de conservadurismo feudal y eclesiástico. Es la causa por la que muchos de los mismo liberales no condenaron abiertamente la invasión gringa de 1846/48. Al parecer sólo Melchor Ocampo llamó a la defensa del país mediante la organización de guerrillas, pero la idea predominante de la época la expresaba Miguel Lerdo : “Era inevitable que una nación extranjera interviniera en México, y mejor que fueran los EEUU que, al fin y al cabo, constituían el modelo de sociedad con que soñaban los liberales mexicanos”. Quizá eso explique la débil resistencia del pueblo mexicano a la invasión que sufrió nuestro país por más de dos años.
5. En esos mismo años (1847/48) sería proclamado el Manifiesto Comunista escrito por Marx y Engels en el que se analizaba la situación mundial y se proponían una serie de ideas de organización para los trabajadores del mundo. Para los autores de Manifiesto y las diferentes corrientes obreros a su alrededor, el sistema feudal de explosión estaba en proceso de desaparición dando paso al sistema de explotación capitalista. Incluso, pasado algún tiempo, los mismos Marx y Engels llegaron a ver que México, ante su miseria económica, su atraso productivo, por estar expuesto a permanentes amenazas de países que buscan saquearlo (España, Inglaterra, Francia), no veían mal que el país más libertario de la época, los EEUU, intervinieran en México.
6. Pero si estos científicos revolucionarios (Marx y Engels) que vivieron a mediados del siglo XIX estuvieran hoy presentes, estarían a la vanguardia de la lucha contra el imperio de EEUU y la dominación del capitalismo mundial. No se equivocaron al decir que los EEUU eran la nación más progresista, con más perspectivas de transformación, hace siglo y medio, pero no pudieron prever (no eran adivinos, sólo trabajaban con las tendencias) que en el siglo XX habrían dos grandes guerras mundiales en las que los yanquis, aplicando estrategias hacia el dominio mundial (desarrollando con éxito el armamentismo y la nuclearización) serían con ello los amos del mundo. Como Marx, sus seguidores hoy están en la vanguardia de la lucha contra las intervenciones de EEUU en Irak, Afganistán, Palestina, Venezuela, Bolivia, en todo el mundo.
7. El viejo mito de los “niños héroes que sacrificaron sus vidas envolviéndose en la bandera mexicana para defenderla del invasor”, es sólo un cuento que se difunde en las escuelas, en los discursos y en los medios informativos para desviar la atención y para no condenar al imperio yanqui. El historiador Toro apunta que los defensores del Castillo (500 soldados abajo y 200 arriba) prefirieron huir en medio del desorden que venía manifestándose desde que el ejército yanqui se instaló en Tlalpan. ¿Qué se dice acerca de las condiciones económicas, de las confrontaciones entre liberales, conservadores y clero, sobre todo de la iglesia católica (la institución más poderosa del momento) que no quiso gastar dinero en la defensa del país? La realidad es que en estas historias hay mucho que se esconde a propósito.
8. La superioridad de la raza aria proclamada por Hitler en Alemania, en los años treinta del pasado siglo, según puede verse, no era nada nuevo. Esa idea llevó al mundo a una gran guerra y al sacrificio de millones de seres humanos. Pero un siglo antes los expansionistas yanquis habían proclamado esa misma superioridad de raza, cultura y derechos sobre México y demás pueblos en su Destino Manifiesto. Así que ese comportamiento del gobierno y el ejército yanqui que invade y amenaza al mundo sin tomar en cuenta a la ONU ni ninguna otra idea, no es otra cosa que continuar con su pensamiento original. Por eso cuando he visto o escucho a los presidentes de la República agitar la bandera y hablar del nacionalismo mexicano en abstracto me parece de lo más ridículo. Sólo me hace recordar que la tan cacareada independencia de México no existe ni en algún momento de la historia la hemos tenido.

11S: ojo por ojo

OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
11-09-08

Estados Unidos conmemora hoy 11S de 2008, el séptimo aniversario del ataque terrorista a las Torres con un día solemne de rituales en recuerdo de las víctimas, más de tres mil –dicen.
También yo, como el mundo entero, recuerda ese día como hoy. Es imposible borrar la imagen de esos aviones chocando contra las imponentes Gemelas y luego ver a éstas derrumbarse sobre sus propios cimientos como muñecas de mantequilla en plancha caliente.
Estoy seguro que cada uno de los testigos oculares de ese día aciago recuerda con precisión qué estaba haciendo.
Yo, por mi parte, estaba al computador. Como acaba de publicar mi libro “La mentira organizada”, tenía la fiebre de escritor aún alta y, en los siguientes días arranqué con el tema “Después de”, que, después de garrapatear por varios meses hasta 66 páginas nunca publiqué porque los acontecimientos eran tantos y tan precipitados que cada día que pasaba hacia viejos los datos de ayer y siempre nuevos los de mañana.
Hoy, leyendo el primer capítulo, titulado “El exceso del vengador hace olvidar la responsabilidad del agresor”, me parece que el aserto sigue siendo válido. Si dentro de 100 años o más (o menos), algún iraquí sume en ruinas algún otro icono del Imperio Yanki, si es que para entonces no es todo el Imperio el que se ha sumido en ruinas, movido por el rencor que le despierta su agresión de hoy al pueblo de sus ancestros, y los nuestros, pues, no olvidemos que Bagdad es la cuna de la humanidad, el mundo de entonces condenará inclementemente a ese terrorista del futuro por la muerte de unos cuantos miles de personas, sin tener en cuenta que el terrorista de hoy lleva seis años matando a extraños y haciendo matar a propios en cantidades que pasan de los 600 mil a la fecha, según las estadísticas.
Y el relato inicial de ese cuasi libro comenzaba:

Ficción en vivo
Eran las 10 de la mañana cuando recibí la llamada de mi hijo Frath:
-¿Que te parece el atentado?,
-Excelente, respondí, y quedó estupefacto.
Siguió una larga discusión. Él me recriminaba por justificar la violencia y yo le explicaba que más violento que Estados Unidos, nadie en el mundo. Ya era hora de que alguien le bajara humos y arrogancia al gobierno que un gran hombre de paz, Martín Luther King, describió una vez como…
"El mayor proveedor de violencia en el mundo".

Una pista
El viernes 19 de mayo de 2001 pasó desapercibido en el mundo occidental (como todo lo del mundo Oriental), un atentado dinamitero en Netania, Israel, perpetrado por un militante suicida de la organización fundamentalista Hamas.
Acto seguido, el gobierno de Sharon lanzó en represalia un ataque aéreo contra diversas localidades de Gaza y Cisjordania.
El periódico 'La Jornada', de México, dijo, entonces…
(…) La represalia "constituye una acción bárbara e injustificable que no conseguirá más que alimentar la escalada de violencia en el Medio Oriente.
Y dijo algo más que a la luz de los atentados a las Torres Gemelas y el Pentágono, cuatro meses más tarde iba a constituir la macabra confirmación de su premonición:
(…) "El gobierno de Bush comparte la responsabilidad por estos actos atroces no sólo porque Washington proveyó a Tel Aviv de los aviones F-16 y los helicópteros Apache empleados en las agresiones, sino porque el nuevo gobierno estadounidense decidió cerrar los ojos a la creciente confrontación entre Israel y los palestinos".
"Cerrar los ojos", es una manera muy curiosa que tenemos de decir que alguien es el principal responsable de hechos que está provocando o puede evitar.
Ningún ciudadano del mundo que haya tenido curiosidad alguna vez por este problema del Medio Oriente duda que Estados Unidos por intereses políticos y económicos fundados en el petróleo, ha metido las manos y las patas en todos los asuntos internos de los países del Golfo Pérsico, al punto de haber tenido por aliados a dos de sus principales enemigos de hoy: Sadam Hussein y Osama Bin Laden, y fuera de eso, mantener bajo su protección a uno de los principales terroristas del mundo contemporáneo: Ariel Sharon, actual primer ministro de Israel, una bestia capaz de dirigir un 'Caza 16' o un 'Apache' contra civiles inocentes a la espera de que en esa masa de víctimas caiga algún presunto guerrillero. Ello sin contar con el asesinato selectivo de 'terroristas' que con gran frecuencia ordena.
Y no sigamos porque en esta breve columna no cabe más y porque además me da coraje no haber hecho el esfuerzo necesario para financiar la publicación de la obra.

Uribe: arriba y abajo

OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
11-09-08

Todo depende del color del cristal con que se mire. En la última encuesta de Gallup, la imagen del Presidente con respecto a su exterminio de las Farc es muy alta, y eso es cierto; y eso es lo que potencian los medios de comunicación como aceptación general de los colombianos del presidente Uribe.
Pero en esa misma encuesta se mide la apreciación ciudadana sobre la realidad nacional. Ahí, entonces, el presidente Uribe “pierde el año” porque la gente le desaprueba su política social, casi en la misma proporción en que le admira su coraje para enfrentar a esos “forajidos y terroristas”.
Si esos mismos medios que baten palmas a la Seguridad Democrática de Uribe, potenciaran, por ejemplo, que los colombianos rechazan por abrumadora mayoría la política social del gobierno que tiene que ver con el empleo, la salud, la educación, la vivienda y la seguridad social, otro gallo cantaría en la Casa de Nariño.
Así como arrancan las encuestas de imagen tan pronto como Ingrid pone su pie en el estribo de la libertad, que eleva la emoción arriba del 90 por ciento, hicieran sondeos en medio de las marchas campesinas, las colas ante las EPS, o entre los enfermos, algunos terminales, tirados en los pasillos de los hospitales; o también en los “supermercados del semáforo”, seguramente la imagen del Pre se arrastraría como reptil en desierto.
La abrumadora aceptación popular de Uribe en medio de semejante caos social, que resulta bien distinto a la hecatombe política que anda fabricando para justificar su permanencia indefinida en el poder es, pues, fruto del color del cristal con que los medios de comunicación nos han puesto a ver sólo una parte, para mi gusto la menos crucial de la encrucijada colombiana, cuya clase dirigente (política y empresarial), no atina o no quiere llegar a la causa, limitándose sólo a paliar los efectos.
La popularidad de Uribe, pues, es una pompa de jabón insuflada por los medios proclives al régimen, estimulados directamente por incentivos económicos envueltos en publicidad; o por prebendas burocráticas e, inclusive, por sutiles sobornos no de poca monta, que sobreexponen la derrota militar de las Farc como el “fin del fin” de todos nuestros padecimientos, a tiempo que sesgan esa otra opinión de los colombianos sobre la política social que podría hacer daño a la imagen presidencial.
Hemos de entender entonces que, según las encuestas de opinión, el Presidente colombiano tiene un gran perfil como guerrero, y por eso sería que dijo que le gustaría ser Ministro de Defensa después de ex presidente; pero muy bajo perfil como para ministro de la Protección Social, y por eso será que entre otras cosas tiene en ese cargo a un inepto como él.
En conclusión, y parodiando a ese que dijo que todo pueblo se merece sus gobernantes, Colombia, un país de guerras de conquistas entre el 12 de octubre de 1499 y el 20 de julio de 1810, seguidas de guerras intestinas de 1810 a la fecha, se merece al guerrero Uribe como epígono de los mejores exponentes de su casta, como el Pacificador Morillo de aquella época o el Regenerador Núñez, con quien gusta compararse, de ésta.
Pero si Colombia fuera Suiza, en donde es más importante la política social que la seguridad democrática, entre otras cosas porque una buena política social no necesita armas para asegurar la democracia, pues, se encuentra asegurada per se en la voluntad popular, Uribe, en el campo militar, no calificaría ni de policía por sus instintos de matón (“A esos mi coronel, bórrelos por mi cuenta, y no se preocupe”), ni de enfermero de la Cruz Roja por su evidente menosprecio de las cuestiones sociales que ha resuelto emprender desde la reduccionista óptica asistencialista con la que somete la gente a sus enternecedores diminutivos de “tenga mijito”, “hágale mijita” y “cuidado con el gustico antes del matrimonio”.

9 de septiembre de 2008

Me llevarás en ti

OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
09-09-09
Ese que dijo que nunca la noche es tan oscura como una hora antes del amanecer, me aferra a la idea de que estamos viendo el poniente de la era de Uribe. No de otra manera se explica uno los últimos escándalos que se suceden unos a otros haciéndose rápidamente viejos y siempre nuevos como el ayer a hoy y el hoy al mañana.
Todo escándalo del gobierno o del Ejército y la Policía; o de la Justicia y del Congreso en el hoy nos parece inverosímil; pero al despertar estamos frente a otro escándalo que empalidece al anterior. Estamos como en ese bello verso de José Asunción Silva en que dice…
Loco gasté mi juventud florida/ Por alcanzar la cumbre prometida/ Y hoy que llego diviso la salida/ Del sol tras otra cumbre más lejana.
Este régimen de Uribe se nos ha vuelto como una lucha libre de las que en mi tiempo se anunciaban de pelo contra pelo; máscara contra máscara; sin límite de tiempo y todo vale. Este gobierno vive prendido de las mechas con todo el mundo que diga “esta boca es mía”; anda jalándole las máscaras a sus antecesores que de paso, desprenden jirones de la suya; lleva seis años y va para ocho de un gobierno que constitucionalmente no debió haber pasado de cuatro; y en esa lucha y aferre al poder, ha hecho carrera la tesis atribuida al florentino Maquiavelo (que en su famoso Príncipe no la encuentro por ningún lado), de que “el fin justifica los medios”.
Dentro de ese fin que constituye la destrucción de la moral convencional que el país traía hasta Uribe, el arquitecto palaciego es José Obdulio Gaviria; ese que dice que en la guerra es virtud del Estado mentir, engañar, plagiar, invadir y traicionar, lo cual pudiera ser hasta discutible en tratándose del Estado, pero absolutamente corrompido cuando se miente para llegar al poder; se engaña para atornillarse a él; se plagia la ideología y se traiciona a la patria. Porque si alguien debe ser juzgado por traición a la patria, ese es Uribe, y la cabeza de proceso está frente a nosotros: el TLC.
Una de las máscaras que el ex presidente Gaviria haló del rostro de Uribe fue la de que… “en palacio se llora (o añora) a Pablo Escobar”. Parecía un chiste; una ironía pero jamás una anécdota que resultara cierta.
Tola y Maruja, que han venido ajustando su humor a lo más fino de la farsa política, dicen en su columna de El Espectador que en el cuarto de San Alejo de la Casa de Nariño, descubrieron un óleo de Pablo Escobar, dedicado a Uribe, quizás diciéndole: “me llevarás en ti”. Eso puede ser cierto o falso en lo físico; pero, de lo que ya no debe quedar duda a nadie, es que espiritual, sentimental y familiarmente, Pablo está ahí
Miren si no:
En el ajedrez de la reconfiguración de las cortes que empieza a darse en este último semestre del 2008, acaba de ser nombrado magistrado del Tribunal Superior de la Judicatura, Ovidio Claros, ahijado político del parlamentario antioqueño William Vélez, primer presidente de la Cámara de Representantes en el inicio del gobierno de Uribe, quien en los tiempos de Pablo Escobar fungía como su estafeta número uno: nadie accedía al capo sin pedir cita primero con Vélez. Y esto lo sabía Uribe como alcalde de Medellín; como gobernador de Antioquia; como parlamentario antioqueño que quizás no recibió dos millones de pesos para su campaña que le ofreció hace varios años el hoy senador Juan Fernando Cristo porque provenían del narcotráfico, pero tal vez porque provenían de un cartel distinto al de Pablo.
A propósito, en su columna “La Barca de Calderón”, en el Nuevo Siglo, el periodista William revela que a Cristo lo llamó un importante dirigente de Antioquia a contarle de primera mano secretos de Uribe que nadie sabe. Uno debe pensar que en esa larga y azarosa carrera política de Uribe todavía deben haber misteriosos capítulos capaces de reducir a insignificantes las cosas que hoy sabemos frente a las que estaríamos por descubrir mañana.
Mientras nos llegan noticias de la riña Uribe-Cristo, permítanme decirles que he recibido un correo absolutamente confiable de un viejo amigo periodista de Antioquia en el que revela que Blanca Ruth Gaviria, hermana de José Obdulio, fue la primera esposa de Carlos Alfredo Cock, quien acaba de pagar una larga condena en Miami por lavado de activos que no fue más larga porque, al mejor estilo del “Cartel de los sapos”, aventó a todo el mundo dando principio al fin del capo Fabio Ochoa.
Claro, y como el mismo José Obdulio, en su nuevo catecismo de moral dice que toda responsabilidad penal es individual, lo cual no está en discusión en términos jurídicos, dirá entonces que… que culpa tiene él de que su hermana Blanca haya sido la esposa de un narcotraficante, testaferro de Escobar.
A lugar, como dicen los abogados, pero entonces, si moralmente no le incumbe ninguna responsabilidad, jurídicamente sí debiera dar alguna explicación como socio de su cuñado Cock en el lavado de grandes sumas de dinero provenientes del Cartel de Medellín, que más exacto sería decir de Pablo Escobar, ese que como dice el ex presidente Gaviria “lloran en Palacio” y que, según afirman Tola y Maruja, no del todo en sorna ni en broma, le conservan un óleo dedicado al presidente Uribe.