28 de mayo de 2008

A otro perro con ese hueso

OCTAVIO QUINTERO
Es una caricatura de mal gusto que Colombia ande librando una dura batalla jurídica de nivel internacional para lograr la extradición de Jair Klein, el mercenario judío que montó la estructura bélica y sanguinaria de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que luego devinieron en paramilitares y posteriormente en parapolíticos, abriendo ese horrendo capítulo de crímenes selectivos y también a granel con los que montaron en el 2002 en la presidencia a Álvaro Uribe Vélez (AUV).
Dicen los juristas que asisten a AUV en esta batalla que el país tiene derecho de someter a su justicia al sujeto que tantos crímenes provocó en Colombia.
¿Pero de cuál sometimiento a la justicia hablamos? ¿Si este gobierno acaba de raparle a la justicia colombiana, 14 de los más avanzados discípulos de Klein para enviárselos a la justicia estadounidense por un delito que como el narcotráfico, con toda la carga de su daño social, no es, ni de lejos, comparable en horror y terror a los crímenes de lesa humanidad y lesa patria que estos egresados de la escuela del terror de Klein cometieron en Colombia?
A no ser, quizás esa puede ser la explicación, que se requiera un nuevo entrenamiento de AUC para apuntalar la segunda reelección y tercer período de Uribe, el mandatario que siendo apenas seccional de Antioquia, impulsó como nadie las cooperativas de autodefensas en su departamento, las mismas que más tarde lo auparon a la cúspide del gobierno nacional.
¿Y qué mejor que pedir su extradición para juzgarlo en Colombia a la manera, claro está, como venían juzgando a sus discípulos en celdas especiales y con las comodidades técnicas y logísticas que les permitió seguir dirigiendo desde la cárcel sus narcocarteles y cooperativas sanguinarias, actividad delictiva que se tomó como excusa para justificar su extradición a Estados Unidos pero que, soto voice, que es la voz del pueblo, se dice y se sabe que se trató solo de estrangular la verdad que los ‘niños de Klein’ venían develando en torno a la forma como el presidente Uribe montó su campaña mediante la combinación de todas las formas de lucha para alcanzar su primera presidencia en el 2002. Ya sabemos que la segunda también fue un dechado de artimañas que superó a la primera y debemos esperar que su tercer intento sea superior. Quizás para eso necesita de nuevo el as de Klein bajo la manga.
Pero Klein también pudiera ser útil para entrenar en sus horas “libres” de presidiario unas nuevas AUC de corte internacional que le sirviera a AUV de hostigamiento a los vecinos países de Venezuela y Ecuador y a Bush para dejar prendida la guerra en esta esquina de Suramérica donde florece una primavera social que incomoda al Imperio por sus excesos de autonomía e independencia política y económica.
¿Vamos a juzgar a Klein? ¡Qué payasada! Lo vamos a meter en una cárcel colombiana equipado de computadores, discos duros, unidades USB, celulares y sim cards como tenían a su libre albedrío los paramilitares extraditados a Estados Unidos. Y Klein, que no es bobo, está luchando en ese escenario jurídico porque no lo traigan a Colombia. Porque una cosa fue venir como invitado del mítico cartel de los Ochoa, socios de la familia Uribe, a venir forzado por AUV a una cárcel en la que, si no funciona en el sentido de su carcelero, puede considerarse hombre muerto por algún “justiciero”, hecho que, por demás, servirá a AUV en su momento para levantar otra humareda en torno de ese gran escándalo que tarde o temprano lo remitirá a juicio de las cortes internacionales.
Por cualquier otra cosa debe tener el autor intelectual de las AUC interés en traer de regreso a Jair Klein, menos por juzgarlo como instructor estratégico de su montaje. Si ese fuera su sincero interés, no habría soltado a los autores materiales del genocidio que resultaron ser más eficientes y eficaces que su maestro judío, aunque menos inteligentes que ese de quien el asesor presidencial José Obdulio Gaviria dice que goza de una inteligencia superior.

oquinteroefe@yahoo.com
28 – 05 – 08

27 de mayo de 2008

Más allá de Tiro Fijo

OCTAVIO QUINTERO
Bueno, murió Tiro Fijo de muerte natural, porque a los 78 años es natural que uno se muera, más, si se tienen en cuenta las condiciones de vida en que le tocó vivir.
El caso es que Tiro Fijo ya no está entre nosotros para amargarnos el rato, como pensarán algunos, o para encarnar una lucha contra un establecimiento opresor y oprobioso, como pensarán algotros.
Se escucha a los guerreristas, con su halcón a la cabeza, festejando el deceso y pronosticando unos y asegurando los más, el fin de las Farc.
Bueno, si Tiro Fijo fue un líder, y todo indica que sí, la historia a uno le cuenta otras cosas: los líderes se proyectan más después de muertos que vivos. Tómese cualquier líder de la historia universal o de leyendas locales, independientemente de cualquier afectación moral que esa misma historia le haya atribuido, y verán que buena parte de su fama y de su gloria empiezan a partir de su tumba.
Tiro Fijo, en mi concepto particular, es el fin de si mismo; más no de su causa. Los que creen que con la muerte de Tiro Fijo llegará el fin de la subversión en Colombia, como se pensó que con la muerte de Pablo Escobar llegábamos al fin del narcotráfico, están pensando con el deseo.
Tiro Fijo no es la causa de la violencia sino más bien un efecto de la otra violencia, esa que ejerce el Estado a través de sus engranajes político, económico, social, judicial y religioso que han producido rebeliones sin revolución de una y otra forma a lo largo de estos 200 años que vamos a cumplir como República emancipada del “yugo español”, como patrioteramente se nos inculca desde niños, cuando ni siquiera hemos aprendido a leer y escribir.
Uno comprende que el establecimiento quiera manejar un mensaje subliminal indicando como consecuencia de la muerte de Tiro Fijo, el fin de las Farc. No creo. Es probable que con Tiro Fijo se haya extinguido un líder de 40 o más años de lucha armada. Pero más bien debiéramos pensar que se está extinguiendo una generación de guerrilleros con la que vivimos y convivimos esta generación que también se extingue. La reminiscencia de mi generación también escuchó a sus padres y abuelos hablando de sus guerras y de sus guerrilleros, y un texto cualquiera de historia de Colombia, de Bolívar en adelante, para no ir tan lejos como a la época de los Comuneros o de la Conquista, nos hablará de los tiro fijo de entonces, empezando por el mismo Padre de la Independencia que no fue más que eso: un guerrillero alzado en armas contra la opresión española.
Mientras subsistan las causas, persistirán los efectos. Colombia es un país tremendamente injusto, más, mucho más, en este tiempo de neoliberales. Colombia es un país con un grado de concentración económica que puede aseverarse que sus 45 millones de consumidores están en manos de apenas una decena de proveedores, últimamente extranjeros o con fuertes capitales en los grupos criollos; Colombia es un país de concentración de ingresos al punto que el 10 por ciento de sus trabajadores más privilegiados, que no calificados, detenta el 90 por ciento de todos los ingresos nacionales; un país en donde la escala salarial puede llegar de uno a 60 como se ve en los bancos en donde el presidente gana 30 millones de pesos mensuales y al menos el 50 por ciento del resto de empleados apenas 500 mil pesos (un salario mínimo), y eso por períodos laborales cuyo contrato más largo apenas llega a un año. Colombia es un país en manos de unos políticos corruptos todos, todos. Si me consiguen una o dos excepciones, me bastará tan solo para confirmar la regla; Colombia es un país cuyas tierras más productivas están en manos de unos cuantos terratenientes y su tendencia es a seguirse concentrando en este tiempo de grandes avances tecnológicos cuando la ciencia ha descubierto que con la comida de los pobres también se puede producir biocombustibles para los carros de los ricos; Colombia es un país rencoroso que presencia impávido una declaración de su principal monseñor, Pedro Rubiano, poniendo en duda que Dios pueda perdonar a Tiro Fijo. Colombia es un país de una impunidad tal que sobrepasa el 90 por ciento de todos los casos que llegan a conocimiento de los jueces y su actual presidente un usurpador del poder que lo alcanzó a sangre y fuego y lo sostiene merced a una reforma constitucional pavimentada de cohechos.
Quien crea que la muerte de Tiro Fijo es el fin de la violencia en Colombia está orinando fuera del tiesto. La muerte de Tiro Fijo es el fin de Tiro Fijo y probablemente el nacimiento de otro Tiro Fijo por 40 años más, mientras subsistan las causas objetivas que dan pábulo a las subjetividades de la rebelión, infortunadamente sin revolución, como parecen estarse dando en otras latitudes limítrofes con nosotros: Venezuela y Ecuador, por ejemplo.

oquinteroefe@yahoo.com
27-05-08

22 de mayo de 2008

Neoliberalismo sigue reinando

Según James Petras, en Latinoamérica nada ha cambiado desde el punto de vista del dominio neoliberal. Salvo en la Venezuela de Chávez y un poco en el Ecuador de Correa, todo lo demás sigue igual. Petras también ve que, gane quien gane en Estados Unidos, muy poco sería el cambio de su política con respecto a Latinoamérica.
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Marcelo Colussi
(especial para ARGENPRESS.info)
Entrevista a James Petras
Fecha publicación: 21/05/2008
'Pensar que Latinoamérica está encaminándose hacia la izquierda es una exageración triunfalista poco seria'

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James Petras es hoy uno de los más lúcidos analistas de la realidad política mundial. Estadounidense, 71 años, docente e investigador, toda su vida estuvo ligada a la causa de la izquierda. Siempre vinculado a las luchas latinoamericanas, participó en el gobierno de Salvador Allende en Chile, trabajó con el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil y con el movimiento de desocupados de Argentina. Igualmente formó parte del Tribunal Bertrand Russell contra la represión en América Latina. Sus aportes académicos se cuentan entre los más profundos de las últimas décadas del siglo XX. Su obra es una obligada referencia para entender la sociedad contemporánea; entre algunos de sus numerosas publicaciones (más de 60 libros y varios miles de artículos traducidos a 30 idiomas) pueden citarse 'Gobernantes y gobernados en los Estados Unidos. Imperio: los banqueros, los sionistas y los militantes', 'El poder de Israel en los Estados Unidos', 'Imperio con imperialismo: la globalización de la dinámica del capitalismo neoliberal', 'Movimientos Sociales y Poder estatal: Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador', 'La globalización desenmascarada: el imperialismo en el siglo XXI', 'La Dinámica de Cambio Social en América Latina', 'Imperio o República: Poder Global doméstico o de extinción en los Estados Unidos', 'América Latina en los tiempos del cólera: la política electoral, la economía de mercado, y crisis permanente'.

Desde Nueva York, Estados Unidos, dialogó con Argenpress por medio de su corresponsal Marcelo Colussi.
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Argenpress: Ante las futuras elecciones presidenciales en Estados Unidos, ¿cuáles son los escenarios que se abrirían para Latinoamérica si gana un candidato demócrata, y cuáles otros podríamos tener de ganar el ya nominado candidato republicano?

James Petras: En términos generales es más probable que gane un demócrata, particularmente Obama. Hillary Clinton ha ido creando muchos divisionismos en lo interno de su partido, lo cual le ha valido mucho rechazo. Todo indicaría que en las primarias demócratas gane él entonces, y en las elecciones presidenciales seguramente también. La población estadounidense está muy harta de las políticas republicanas de los últimos años. Las guerras, la crisis económica, la recesión, la pérdida de las hipotecas inmobiliarias, etc., etc., todo eso puede hacer que la gente vote más como castigo a los gobernantes actuales que como una gran esperanza por los nuevos que pudieran venir. En cuanto a la política para América Latina es difícil hacer algo peor de lo que existe hoy día. Es decir: el gobierno Bush es tan de derecha, con tantos enemigos y tan pocas palancas que mover en estos momentos que forzosamente, quien lo suceda, tendrá que entrar en negociaciones más racionales para el hemisferio. Por ejemplo con Cuba, o con el presidente Chávez. Washington no puede seguir encerrado con su política de fomentar los separatismos, tanto en Santa Cruz, en Bolivia, como con el Zulia, en Venezuela. Ni tampoco se puede seguir fomentando esa falsa separación en Argentina con el conflicto campo / ciudad, ni seguir agitando a Guayaquil en Ecuador buscando salidas regionalistas. Un nuevo gobierno demócrata debería replantearse todas estas políticas; seguramente, de triunfar en las elecciones, no se verían grandes cambios. Habría, tal vez, cambios en las políticas militaristas buscando una postura más negociadora.

Argenpress: Pero los sectores de la industria militar de la sociedad estadounidense, que se benefician con los grandes negocios que le significan políticas belicistas, ¿no seguirán intentando delinear la política exterior de Washington? ¿Qué perspectivas le ves a iniciativas como el Plan Colombia, o el Plan México?

James Petras: Sin dudas hay una estrategia de apoyar a Colombia como punta de lanza para las políticas militaristas en la región. Eso va a seguir. Cualquier presidente que gane en Estados Unidos no va a descartar a Uribe ni al Plan Colombia con todo lo que eso significa como política agresiva ya trazada, y que se mantendrá. Pero al mismo tiempo hay que ver que la política de Washington ha perdido muchos mercados en la región por la diversificación comercial que se vive en la actualidad; hay una sensible pérdida de influencia del Fondo Monetario Internacional en toda el área. Si la nueva administración va a continuar con la política de confrontación mantenida hasta ahora, debe partir por reconocer, al mismo tiempo, que no ha logrado grandes avances con la construcción de áreas de libre comercio con América Latina. La clase dirigente de Estados Unidos nunca pudo implementar el proyecto continental del ALCA; sólo consiguió acuerdos bilaterales con algunos pocos países, como Colombia, Perú y Chile. Seguramente Washington va a seguir jugando sus cartas agresivas, pero dentro de un marco de fracasos. El único éxito conseguido por la administración Bush en los últimos tres años es el proceso de Bolivia gracias a la impotencia del gobierno de Evo Morales, y la oportunidad que se ha abierto para las fuerzas separatistas en Santa Cruz. Ese se podría decir que es el único lugar donde las políticas del gobierno norteamericano se han impuesto abiertamente en estos últimos tiempos.

Argenpress: El proyecto del ALBA –la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe– que se viene gestando en estos momentos, si bien bastante débil todavía, pequeña, ¿consideras que puede ser una perspectiva real de alternativa contra los tratados de libre comercio?

James Petras: El libre comercio de hecho ya se está practicando en toda América Latina, en el sentido de que hay pocas barreras para la entrada y salida de productos. Nicaragua no es más que un gobierno liberal en todo sentido; la actual administración sandinista no ha cambiado ninguna de las políticas económicas de los gobiernos anteriores. Creo que la diferencia actual en América Latina no es entre una política liberal y una no liberal. Brasil, por ejemplo, es tan liberal ahora con Lula como anteriormente con Cardoso, o en Argentina cualquiera de los Kirchner practica una política de total apertura liberal. Lo que hay que decir es que hoy, un porcentaje mayor de los ingresos se está acumulando dentro de estos países, por eso tienen excedentes en sus presupuestos. Todo lo cual significa que Latinoamérica también ha diversificado sus mercados, porque sus clases dominantes pueden conseguir mayores ganancias comerciando no sólo con Estados Unidos sino con Asia, o Medio Oriente, u otros países en otras regiones del mundo. Pero creo que no hay una ruptura en lo sustancial con el neoliberalismo en los países latinoamericanos; más bien diría que ese neoliberalismo ha permitido una cierta base de acumulación. Es más: se podría decir que hay una nacionalización del neoliberalismo. Por ejemplo, en Argentina el liberalismo, esa marcada economía abierta que se viene aplicando ahí desde hace un tiempo, sigue siendo igual ahora a como fue años atrás, pero con la diferencia que una importante porción de los ingresos está reciclada dentro del país. Pero igual que en años anteriores, siguen las profundas desigualdades sociales. De todos modos está claro que el eje de la política argentina para nada es anti-neoliberal; es, en todo caso, un neoliberalismo que ayuda a fortalecer a las clases dominantes en su interior. En este sentido la lucha entre la presidenta Kirchner y los agroexportadores no es sino la expresión de cómo repartir las enormes ganancias que se están acumulando en el país.

Argenpress: ¿Cómo piensas que va a repercutir, económica y políticamente, en los distintos países latinoamericanos la recesión económica que comienza a manifestarse ahora en Estados Unidos?

James Petras: Por supuesto los países más afectados por esta situación de recesión serán aquellos más directamente relacionados con la economía estadounidense. Es decir, al menos en primera instancia: México, Centroamérica y el Caribe. En segundo término, los perjudicados serán los sectores de Estados Unidos más vinculados al ámbito financiero, negocios inmobiliarios, seguros y todo lo que se conoce como servicios, incluida la informática. Por otro lado, quien se va a perjudicar más en esta dinámica, será la industria de la construcción, directamente ligada al negocio de la especulación inmobiliaria. Y con la caída de estos dos sectores: finanzas y construcción, indirectamente será golpeado también el comercio. En otros términos: es una cadena de sectores que se irán perjudicando, todos muy relacionados unos con otros. Creo que es muy prematuro decir que ya hemos tocado fondo. Me parece que no, porque los efectos están extendiéndose ahora mismo desde las finanzas hacia todos los demás sectores de la economía.

Argenpress: En estos momentos hay en Latinoamérica unos cuantos procesos que podríamos decir que tienen 'carácter popular'. Son distintos, muy diversos en algunos casos (además de la Cuba histórica, ahí están Venezuela, Bolivia, Ecuador, quién sabe qué comenzará a suceder en Paraguay, etc.), en todos los casos abriendo la esperanza de caminos alternativos. ¿Se podría pensar que está dándose un viraje hacia la centro-izquierda en términos políticos? ¿Cómo ves estos procesos?

James Petras: Pensar que Latinoamérica está encaminándose hacia la izquierda es una exageración triunfalista poco seria. Podríamos decir que el matrimonio Kirchner ha tomado medidas consistentes en restricciones sobre las tarifas, que ha habido un tibio mejoramiento de los términos macroeconómicos; pero las desigualdades sociales en Argentina se mantienen igual o peor que hace años atrás. Creció el producto bruto, en todo caso, pero las desigualdades se mantienen con la misma injusticia de siempre. En Uruguay hay un gobierno ultra liberal, eso es innegable. En Brasil, en concreto el gobierno de Lula no ha hecho nada a favor de los 'sin tierra' y, por el contrario, ha favorecido especialmente a los grandes terratenientes agroexportadores. Con todos estos procesos no podemos hablar, para nada, de un viraje hacia la izquierda. Si vemos algunos movimientos hacia la izquierda podríamos decir que están con Chávez en Venezuela, en primer término. O, en segundo lugar, con algunas medidas reformistas que ha tomado el presidente de Ecuador Rafael Correa. Pero más allá de esas medidas tibias no podemos decir que estamos ante una ola de izquierda. El presidente Evo Morales, en Bolivia, ha pactado buenos negocios para un gran número de multinacionales del petróleo y del gas. No se ha hecho ninguna reforma agraria. Veamos que 65 % de los bolivianos continúa viviendo en situación de miseria. Se habla del presidente indio, pero los indios en Bolivia siguen postergados como siempre, salvo algunos cuantos que ocupan puestos en el gobierno de Morales y que son los que han permitido el avance de la derecha, de la oligarquía racista y separatista. Por todo ello hay que ser realista con lo que está sucediendo en términos políticos: es difícil decir que todos estos mandatarios son realmente de izquierda. Si bien es cierto que hay un rechazo a la super dominación de Estados Unidos en el área, también hay que decir que no se está creando una verdadera alternativa popular. La mayor autonomía que buscan todos estos gobiernos no significa forzosamente que a lo interno sean más progresistas. Ser más independiente del Fondo Monetario Internacional no significa que se ha dejado de priorizar la banca privada. Por todo eso no creo que podamos decir que se va hacia un real planteo de izquierda con todos estos procesos.

Argenpress: Para justificar sus intervenciones, el gobierno de Estados Unidos fabrica mediáticamente sus acciones inventando los demonios del caso; para ello existe, por ejemplo, el fantasma del 'terrorismo islámico'. ¿En Latinoamérica podría ser 'el narcotráfico' ese nuevo demonio que le permite actuar? ¿Qué opinas de la relación de Washington con el negocio del narco?

James Petras: Hace muchos años que el gobierno de Estados Unidos está totalmente metido con los narcotraficantes, y más que nada, en Colombia. Los principales militares de ese país, entrenados en territorio norteamericano, están implicados en el negocio del narcotráfico. Hay pruebas contundentes que muestran que Washington colaboró con diferentes carteles colombianos, por ejemplo: el cartel de Medellín. Tanto la embajada como la CIA y la DEA colaboraron con Pablo Escobar y siguen haciéndolo hoy con el cartel. Aquí, en Estados Unidos, sabemos que los principales beneficiados por el negocio del narcotráfico en Latinoamérica son los bancos de Nueva York y Miami. Eso es un negocio fabuloso que mueve miles de millones de dólares. Casi todos los presidentes colombianos reciben dinero tanto del gobierno estadounidense como de los narcotraficantes. Eso no es ninguna novedad. El dinero del narco va a parar a las campañas presidenciales, y el que llega de la embajada y de otras agencias norteamericanas es para fortalecer los escuadrones de la muerte y el Ejército.

16 de mayo de 2008

El negocio de matar de hambre

Asunto: Vía Campesina propone salidas a la crisis actual de hambruna
Fecha: Fri, 16 May 2008 09:00:45 +0200

Es necesario cambiar radicalmente la política alimentaria ¡YA!
Desde hace varios meses, una verdadera tormenta por el alza del costo de los alimentos en todo mundo le ha caído a familias, gobiernos y medios de comunicación. El precio del trigo aumentó 130% en el último año.[1] El del arroz se duplicó en Asia, tan solo en los últimos tres..
Una respuesta a la Crisis Global de los Alimentos ¡Los/as campesinos/as y pequeños agricultores pueden alimentar al mundo!
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¡Los/as campesinos/as y pequeños agricultores pueden alimentar al mundo! Los precios de los cereales en el mercado mundial están subiendo. Los precios del trigo han aumentado un 130% en el periodo de marzo 2007-marzo 2008. Los precios del arroz aumentaron casi un 17% en el 2007 y aumentaron otro 30% en marzo del 2008. Los precios del maíz subieron un 35% entre marzo del 2007 y marzo del 2008 (1). En los países que dependen mucho de la importación de alimentos, algunos precios han subido dramáticamente. Las familias pobres ven que suben los recibos de la comida y que no pueden ya hacer frente a los gastos para comprar lo mínimo necesario. En muchos países los precios de los cereales se han doblado o triplicado durante el año pasado. Los gobiernos de estos países están bajo mucha presión para hacer accesible la comida a un precio razonable. El gobierno de Haití ya se ha encontrado con este tema. Y en numerosos otros países (ej. Camerún, Egipto, Filipinas…) están teniendo lugar fuertes protestas.

La crisis actual: una consecuencia de la liberalización de la agricultura
Algunos analistas han estado culpando exclusivamente a los agrocombustibles, a la creciente demanda mundial o al calentamiento global de la actual crisis alimentaria. Pero en realidad, esta crisis también es el resultado de muchos años de políticas destructivas que socavaron las producciones nacionales de alimentos, y obligaron a los campesinos/as a producir cultivos comerciales para compañías multinacionales (TNC) y a comprar sus alimentos de las mismas multinacionales (o a otras…) en el mercado mundial.
En los últimos 20-30 años el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), y posteriormente la Organización Mundial del Comercio (OMC) han forzado a los países a disminuir su inversión en la producción alimentaria y su apoyo a los/as campesinos/as y pequeños agricultores, que son la clave de la producción alimentaria. Sin embargo los pequeños productores son los productores clave de alimentos del mundo. Los donantes internacionales principales muestran la falta de interés en la producción de alimentos. La cooperación al desarrollo de los países industrializados hacia los países en vías de desarrollo ascendió de 20 mil millones de dólares (1980) a 100 mil millones de dólares (2007). La aportación para la agricultura, sin embargo, descendió de 17 mil millones de dólares a 3 mil millones de dólares (2007) (2). Y la mayor parte de estos fondos probablemente no se destinó a la producción alimentaria basada en los/as campesinos/as.
Bajo las políticas neoliberales, consideraron que los fondos de reserva administrados por el Estado eran demasiado caros y los gobiernos tuvieron que reducirlos y privatizarlos. Por ejemplo Bulog, la compañía estatal de Indonesia que se fundó para regular los fondos de reserva, se privatizó en 1998 bajo las políticas del Fondo Monetario Internacional. Bajo la presión de la OMC las juntas estatales del mercado han sido desmanteladas, porque se considera que van contra el principio de "libre" comercio. Los tratados de la OMC han forzado a los países a "liberalizar" sus mercados agrícolas: reducir tasas a la importación (¡lo cual fue una pérdida importante de ingresos para los países importadores!) y aceptar importaciones de al menos el 5% de su consumo interno, incluso aunque no las necesitara. Al mismo tiempo, las multinacionales han seguido haciendo dumping con los excedentes en sus mercados, utilizando todas las formas de subsidios directos e indirectos a la exportación. Además, los gobiernos nacionales no han logrado estabilizar sus mercados y proteger a los agricultores y consumidores de las fluctuaciones repentinas de los precios.

Las políticas neoliberales han destruido la capacidad de los países de alimentarse a sí mismos
Después de 14 años del NAFTA (Tratado de Libre Comercio de Norte América) México pasó por una gran crisis, llamada con frecuencia la "crisis de la tortilla". De ser un país exportador, México pasó a ser dependiente de la importación de maíz de Estados Unidos. Actualmente México importa el 30% de su consumo de maíz. Hoy en día, las crecientes cantidades de maíz de los EEUU fueron súbitamente derivadas a la producción de agrocombustibles. Las cantidades disponibles para los mercados mexicanos disminuyeron, provocando un aumento de precios.
En 1992, los agricultores de Indonesia produjeron soja suficiente para proveer el mercado doméstico. El tofu hecho con soja y el ’tempeh’ son parte importante de la dieta diaria en todo el archipiélago. Siguiendo la doctrina neoliberal, el país abrió sus fronteras a los alimentos importados, permitiendo que la soja barata de EE.UU. inundara el mercado. Esto destruyó la producción nacional. Hoy, el 60% de la soja que se consume en Indonesia es de importación. Los precios récord del pasado enero de la soja de EE.UU. condujeron a una crisis nacional, cuando el precio del ’tempeh’ y el tofu (la "carne de los pobres") se dobló en pocas semanas.
Según la FAO, el déficit alimentario en el oeste de África aumentó un 81% en el periodo de 1995-2004. En este periodo la importación de cereales aumentó un 102%, la de azúcar un 83%, los productos lácteos un 152% y las aves un 500%. De acuerdo con el FIDA (2007), sin embargo, esta región tiene el potencial de producir alimentos suficientes. Y por todo el mundo, a pesar de que aumenta la vulnerabilidad de los países la liberalización avanza: La Unión Europea está forzando a los países de la ACP al llamado Acuerdo de Colaboración Económica, para liberalizar el sector agrícola con efectos adversos predecibles para la producción alimentaria.
El boom de los agrocombustibles: un impacto repentino en los mercados mundiales La emergencia de los agrocombustibles es otra de las causas del aumento de precios de los alimentos. Durante los últimos años, las multinacionales y los poderes económicos mundiales, como EE.UU. y la UE, han desarrollado rápidamente la producción de agrocombustibles. Subsidios e inversiones masivas se están dirigiendo hacia este sector en auge. Con el resultado de que las tierras están pasando en poco tiempo masivamente de la producción de comida a la producción de agrocombustibles. Y una parte importante del maíz de EE.UU ha "desaparecido" repentinamente, pues fue comprada para la producción de etanol.
Esta explosión incontrolada del sector de los bio-combustibles causó un gran impacto en los ya inestables mercados internacionales de la agricultura. Egipto, uno de los mayores importadores de cereales, ha reclamado a EE.UU y a la UE que detengan el crecimiento de la producción de maíz y otros cultivos para los agrocombustibles. En Egipto los precios de los alimentos, incluyendo el pan subvencionado, subieron cerca de un 30% el año pasado (4). En Filipinas, el gobierno se está fijando en 1,2 millones de hectáreas para la producción de jatropha en la isla del sur, Mindanao, mediante la Compañía Nacional del Petróleo de Filipinas - Corporación de Combustibles Alternativos. También está identificando más de 400,000 hectáreas de tierra para inversiones del sector privado. Jatropha curcas es un arbusto no comestible resistente a la sequía. Produce frutos del tamaño de pelotas de golf que contienen un aceite que puede convertirse en agrocombustible. Se esperan impactos sobre la seguridad alimentaria local (5).

Especuladores: apuesta por la escasez esperada
La especulación, a menudo eclipsada en los debates públicos, es una de las causas principales de la actual crisis de los alimentos. La producción permanece a un nivel alto, pero los especuladores apuestan en la escasez esperada y aumentan artificialmente los precios.
La producción mundial de grano en 2007/2008 está estimada en 2108 millones de toneladas (un aumento de 4,7% comparado a la del 2006/2007). Esto supera bastante la media de crecimiento del 2% en la pasada década.
El consumo medio de cereales para la alimentación aumentó cerca del 1% anual y alcanzará 1009 millones de toneladas en 2007/2008. El uso para forraje aumentó un 2% hasta 756 millones de toneladas. Y el uso para otros fines será de cerca de 364 millones de toneladas. Una parte importante de esta cantidad es maíz (95 millones de toneladas), y su mayor parte se destina a agrocombustibles. Se espera que EE.UU. utilice 81 millones de toneladas de maíz para etanol, un 37% más que en 2006/2007. Se calcula que las reservas mundiales de cereal disminuyan 21 millones de toneladas (5%) hasta llegar a 405 millones de toneladas al final de la temporada de 2008. Las reservas han ido descendiendo durante muchos años. Ahora las reservas están en su nivel más bajo en 25 años.
Aunque es cierto que durante los últimos años la demanda ha aumentado un poco más comparada con la producción, una política nacional e internacional equilibrada dirigida a la producción alimentaria de cada país podría fácilmente corregir la situación y asegurar precios estables para los/as campesinos/as y consumidores/as.
Las multinacionales y los analistas convencionales predicen que la tierra se utilizará cada vez más para agrocombustibles (maíz, pero también aceite de palma, semilla de colza, caña de azúcar…) Predicen que la media clase ascendiente de Asia comenzará a comprar carne lo cual aumentará la demanda de cereales. Además predicen efectos climáticos negativos para la producción alimentaria, como sequías e inundaciones severas. Mientras tanto, las multinacionales obtienen agresivamente enormes áreas de tierras agrícolas alrededor de las ciudades con fines especulativos, expulsando a los campesinos. En India se han establecido más de 700 así llamadas "Nuevas Zonas Económicas", expulsando de sus tierras a los agricultores.
Basándose en estas predicciones, las multinacionales manipulan los mercados Los vendedores mantienen sus reservas alejadas del mercado para estimular las subidas de precio en el mercado nacional, creando enormes beneficios. En Indonesia, justamente durante la subida del precio de la soja en enero 2008, la compañía PT Cargill Indonesia conservaba aún 13,000 toneladas de soja en sus almacenes de Surabaya, esperando a que los precios alcanzaran un record.
En muchos países, los grandes supermercados están a punto de obtener el monopolio del poder y aumentan los precios mucho más de lo justificado por la subida de precios de los productos agrícolas. Por ejemplo, en Francia, el precio de ciertos yogures se incrementó un 40% aunque el coste de la leche sólo supone un tercio del precio total. Una subida sustancial de los precios de la leche para los agricultores nunca podría causar tal aumento de precio (3).
En Alemania, los agricultores han visto cómo los precios que les pagan en la granja por la leche han descendido un 20-30%, llevándoles a la bancarrota. Esto se debe a que los supermercados utilizan productos lácteos baratos como un instrumento de marketing para atraer a los consumidores.
La especulación financiera internacional está jugando un papel muy importante en el aumento de precios de los alimentos desde el verano de 2007. Debido a la crisis financiera de los EE.UU., los especuladores han empezado a cambiar los productos financieros por las materias primas, incluyendo los productos agrícolas. Esto afecta directamente a los precios en el mercado doméstico, pues muchos países dependen cada vez más de la importación de alimentos.
Esto está ocurriendo mientras todavía hay suficiente comida en el mundo para alimentar a la población global. Según la FAO, el mundo podría aún alimentar hasta 12 mil millones de personas en el futuro.

Lecciones aprendidas de la crisis: El Mercado no resolverá el problema
La inestabilidad del mercado alimentario internacional es una de las características de los mercados agrícolas: como la producción es de temporada y variable, los aumentos de producción no pueden reconocerse muy rápido, pues los cultivos necesitan tiempo para crecer. A la vez, el consumo no aumenta mucho aunque haya más comida disponible. Las pequeñas diferencias en los suministros y la demanda, las incertidumbres relativas a las cosechas futuras y la especulación en los mercados internacionales pueden crear efectos enormes en los precios. La volatilidad en los mercados alimentarios es debida sobre todo a la desregulación, la falta de control sobre los grandes agentes y la falta de la necesaria intervención estatal a nivel internacional y nacional para estabilizar los mercados. ¡Los mercados des-regulados son una parte crucial del problema! Los/as campesinos/as y pequeños agricultores no se benefician de los altos precios Mientras los especuladores y comercios de gran escala se benefician de la crisis actual, la mayoría de los/as campesinos/as y agricultores no se benefician de los precios altos. Ellos cultivan los alimentos, pero la cosecha a menudo se les quita de las manos: ya está vendida al que presta el dinero, a la compañía de insumos agrícolas o directamente al comerciante o a la unidad de procesamiento.
Aunque los precios que se pagan a los campesinos han subido para algunos cereales, ese aumento es muy poco comparado con los incrementos en el mercado mundial y a los aumentos que se han impuesto a los consumidores. Si los alimentos del mercado vienen de los productores del país, a menudo los beneficios de las subidas de precios se los llevan las compañías y otros intermediarios que compran los productos de los campesinos y los venden a precio caro. Si los productos vienen del mercado internacional, esto es aún más claro: las compañías multinacionales controlan este mercado. Ellos definen a qué precios se compran los productos en el país original y a que precios se venden en el país que los importa. Aunque en ciertos casos los precios sí que subieron para los productores, la mayor parte de esa subida la cobran otros. Debido al aumento en los costes de producción, en el sector de los lácteos y la carne, los/as campesinos/as ven incluso cómo sus precios bajan mientras que los precios a los consumidores se disparan.
A pesar de algunos aumentos moderador de los precios al nivel de las granjas, los ganaderos están en crisis debido al aumento de los precios del forraje, y los productores de cereal se enfrentan a grandes aumentos en los precios de los fertilizantes que dependen del petróleo. Los agricultores venden su producción a un precio extremadamente bajo comparado con lo que pagan los consumidores. En Europa, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de España calculó que los consumidores en España pagan hasta un 600% más de lo que obtiene el productor por su producción. Números similares también existen en otros países, donde los precios del consumo se definen principalmente por los costes de procesamiento, transporte y venta al público.

Entre las víctimas: Agricultores/as, campesinos/as sin tierra y productores de cultivos comerciales
Los trabajadores de la agricultura, así como muchas personas de las áreas rurales también tienen que comprar comida, pues no tienen acceso a tierras en las que producir. Como resultado, la crisis actual les perjudica severamente. Algunos/as campesinos/as a lo mejor tienen tierra, pero están obligados a producir cultivos comerciales en lugar de alimentos. El incremento del precio del aceite comestible en Indonesia desde 2007 no ha beneficiado a los/as campesinos/as de aceite de palma. Ellos sólo recibieron un pequeño incremento del precio de parte de los grandes compradores, y no entienden porqué la gente de la calle y los consumidores tienen que sufrir precios tan altos para el aceite comestible. Muchos de ellos están trabajando bajo contrato con grandes compañías de negocios agrícolas que procesan, refinan y venden el producto. Un pequeño número de grandes compañías agrícolas ha aumentado los precios domésticos, siguiendo la subida internacional de los precios. El modelo de contrato agrícola provoca que los/as agricultores/as no puedan producir comida para sus familias, pues están obligados a producir monocultivos comerciales, como la caña de azúcar, el aceite de palma, el café, el té y el cacao. Esto significa que incluso aunque los campesinos reciban un pequeño aumento para su cultivo comercial, tienen que pagar mucho más cara la comida en el mercado. Y por tanto, la subida de precios de la comida causa también mayor pobreza en sus familias.

Los/as consumidores/as urbanos sufren las consecuencias
Las políticas de liberalización de las últimas décadas han expulsado a millones de personas a las áreas urbanas, donde la mayoría de ellos acaban en barrios pobres, con una vida muy precaria y forzados a vender su trabajo muy barato y a comprar la comida y otros bienes a precio muy alto. Ellos son las primeras víctimas de la crisis actual, pues no tienen modo de producir su propio alimento. Su número ha aumentado dramáticamente y tienen que gastar una gran parte de sus ingresos en comida. De acuerdo con la FAO, en los países en vías de desarrollo la comida representa hasta el 60-80% del gasto de los/las consumidores/as (incluyendo campesinos sin tierra y trabajadores del campo). Las compañías explotan despiadadamente la situación actual, aceptan que un creciente número de personas pasen hambre porque no tienen el dinero para comprar la comida disponible. Los gobiernos se ven forzados a importar alimentos caros para llegar a la demanda de los consumidores y no disponen de los medios para apoyar a los consumidores más pobres

Más libre comercio no resolverá la crisis
Algunas instituciones como el Banco Mundial y el FMI, así como algunos gobiernos, están ahora abogando por invertir más en agricultura, por incrementar la ayuda alimentaria para los países pobres importadores de alimentos y liberalizar más los mercados para que los países puedan mejorar sus ingresos mediante la exportación. Muchos argumentan que necesitamos modelos de producción más intensivos, lo que para ellos significa ¡más insumos industriales en la agricultura, incluyendo la introducción de transgenicos y el uso de más energía fósil!
Siguen promoviendo más acceso para sus multinacionales en la Ronda de Doha y condicionar el apoyo financiero extra a criterios políticos para aumentar la dependencia de esos países. Nada dicen sobre la necesidad de una mayor regulación y estabilización del mercado. ¿Y llegará la ayuda que tiene que ir a la producción agrícola basada en los campesinos?. Ellos irán a los países importadores ofreciendo una "ayuda" financiera, invertirán más en la producción alimentaria comercial y seguirán imponiendo la misma receta de desregulación y privatización.
En las negociaciones de la OMC, los precios altos se usan para hacer que los gobiernos acepten futuros recortes de tarifas y una mayor liberalización de los mercados agrícolas. Esto creará la siguiente crisis, cuando las fluctuaciones de los precios vayan en otra dirección.

Una salida a la crisis: Reconstruir las economías alimentarias nacionales
Para corregir la crisis actual, La Vía Campesina cree que los países deberían dar prioridad en sus presupuestos a ayudar a los consumidores más pobres para que puedan acceder a suficiente comida. Mientras tanto, deberían dar más importancia a la producción doméstica de alimentos para dejar de ser tan dependientes del mercado mundial.
Sí que necesitamos una producción de alimentos más intensiva, pero intensiva en cuanto al trabajo y al uso sostenible de los recursos naturales. Hay que desarrollar sistemas de producción diferentes, sistemas que no estén enfocados exclusivamente en los cultivos principales como el maíz, la soja, el arroz y el trigo, sino que integren los alimentos locales que han sido olvidados desde la revolución verde… Las familias de pequeños agricultores pueden producir una gran variedad de alimentos que garanticen una dieta equilibrada y algunos excedentes para los mercados. ¡Es una protección contra el hambre!
Los precios del mercado interno deben estabilizarse en un nivel razonable para los campesinos y consumidores. Para que los campesinos puedan recibir precios que cubran los costes de producción y aseguren unos ingresos dignos y para los consumidores, para que estén protegidos de los precios altos. Hay que potenciar la venta directa de los/las campesinos/as y pequeños agricultores a los consumidores. El señor Jacques Diouf, secretario general de FAO, ha afirmado que los países en vías de desarrollo deben poder llegar a la autosuficiencia alimentaria (6).
En cada país hay que establecer un sistema de intervención que pueda estabilizar los precios del mercado. Para conseguirlo, los controles a la importación, con tasas y cuotas, son necesarios con el fin de regular la importación y evitar el dumping o las importaciones baratas que destruyen la producción interna del país. Hay que establecer una reserva de seguridad estatal con el objetivo de estabilizar el mercado interno: en tiempos de excedentes, el cereal puede cogerse del mercado para construir este fondo de reserva y utilizarlo en casos de carestía de cereal.
Por lo tanto, la tierra debería distribuirse de forma igualitaria a las personas sin tierra y a las familias de los/las campesinos/as mediante una genuina reforma agraria y de la tierra. Esta debería incluir el control y el acceso al agua, las semillas, créditos y tecnología apropiada. Debe permitirse a las personas producir de nuevo su propio alimento y sustentar a sus propias comunidades. Hay que impedir que arrebaten y desalojen las tierras y que se expandan las tierras dedicadas a la agricultura de los grandes agro-negocios. Se necesitan medidas inmediatas para apoyar a los pequeños agriculturas y campesinos/as a aumentar su producción agro-ecológica de alimentos. Los gobiernos nacionales no deben repetir el error de promover que las grandes compañías agrícolas inviertan en unidades de producción masiva de alimentos. Según la FAO, los países de la antigua URSS planean abrir sus tierras a las compañías de agro-negocios para producir comida en la tierra que actualmente no se cultiva. Esto puede convertirse en otro error si se presenta como una solución a la crisis de los alimentos.

Regular los mercados internacionales y aplicar derechos básicos
A nivel internacional hay que tomar medidas para la estabilización. Deben establecerse reservas de seguridad internacionales así como un mecanismo de intervención para estabilizar los precios a un nivel razonable en los mercados internacionales. Los países exportadores deben aceptar las normas internacionales que controlan las cantidades que pueden llevar al mercado.
Los países deben tener la libertad de controlar las importaciones para poder proteger la producción nacional de alimentos.
La producción de cereales para agrocombustibles es inaceptable y debe detenerse, pues compite con la producción de alimentos. Como primer paso pedimos una moratoria inmediata sobre los agrocombustibles, como propuso el antiguo enviado especial de la ONU, Jean Ziegler, en relación al Derecho a los Alimentos.
La influencia de las compañías multinacionales debe limitarse y el comercio internacional de materias primas debe llevarse a un mínimo necesario. La producción de cada país debería satisfacer el máximo posible de la demanda interna. Este es el único modo de proteger a los/as campesinos/as y consumidores/as de las fluctuaciones repentinas de los precios provinentes del mercado internacional.
Un posible acuerdo en la Ronda de Doha significará otro impacto para la producción de alimentos basada en los/as campesinos/as; por lo tanto hay que rechazar cualquier acuerdo.

Los/as campesinos/as y los pequeños agricultores son los principales productores de alimentos
En La Vía Campesina estamos convencidos de que los/as campesinos/as y los pequeños agricultores pueden alimentar al mundo. Por eso deben considerarse un elemento clave de la solución. Con suficiente voluntad política y la aplicación de políticas adecuadas, más campesinos/as y pequeños agricultores podrían producir fácilmente alimento suficiente por un precio razonable. ¡La actual situación demuestra que necesitamos cambios! ¡Ha llegado el momento de la soberanía alimentaria!

Jakarta, 24 de Abril 2008

Referencias
1 - Crop Prospects and Food situation of FAO http://www.fao.org/docrep/010/ai465e/ai465e00.htm 2 - OECD (En Süddeutsche Zeitung 15-4-2008)
3 - LEMONDE.FR with AFP 24-02-2008
4 - Biofuel News 20-3-2008
5 - http://www.checkbiotech.org/green_News_Biofuels.aspx?infoId=17206
6 - Le Monde 17-4-2008

14 de mayo de 2008

Asesinato con fumigaciones

OCTVIO QUINTERO
En Colombia los hechos nos atropellan de tal forma y manera que nos obligan a pasar a la carrera sobre atrocidades que en otras circunstancias nos debieran frenar en el detalle a ver qué pasó. Aquí la noticia del hallazgo de una fosa común con 100 o más restos humanos queda cubierta a las pocas horas con la sorprendente noticia de que el Presidente ha decidido amordazar la verdad de los paramilitares sobre los orígenes de la parapolítica extraditándolos por narcotraficantes, dando prelación a la justicia de Estados Unidos sobre la justicia colombiana que clama la verdad y las víctimas que reclaman Paz y reparación.
Íbamos en esa crítica de la extradición de unos tipos que el Estado colombiano no fue capaz de someter al orden a pesar de tenerlos presos en una celda, desnudando entre otras cosas el fracaso de su guerra contra el narcotráfico; el fracaso de su política de seguridad democrática (la joya de la corona) y el fracaso de su política de “paz y sometimiento de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), otro discurso manido del gobierno, cuando nos llega por la vía de Columnistas Libres la dramática carta abierta de monseñor Gustavo Girón Higuita, obispo titular de la diócesis de Tumaco que obliga a dejar de lado aquello tan importante para contribuir a la divulgación de tan escabrosas denuncias.
En síntesis, dice Monseñor:
Primero: Somos testigos de nuevas y seguidas fumigaciones aéreas en varias municipios de la Costa Pacífica que dejan un sinnúmero de familias afectadas. En la comunidad indígena Eperara-Siapidaara, de los 115 habitantes se enfermaron 45 niños y niñas de vómito, diarrea, manchas en la piel, afecciones de las vías respiratorias y neumonía. Los habitantes se están muriendo de hambre porque las fumigaciones aéreas, en un territorio que nos consta no tiene plantaciones de coca, en cambio han arrasado con todos los cultivos de pan coger de la comunidad.
Nos preocupa de manera especial la muerte el 9 de abril del niño indígena Awá, Janer Esteban Nastacuás Canticús, de catorce meses de edad, y la hospitalización de cinco menores más, quienes pertenecen a una comunidad indígena de la Guayacana, zona rural del municipio de Tumaco. El niño falleció posterior a una fumigación, presentando los mismos síntomas arriba mencionados. Aún están en estudio los resultados de la necropsia y autopsia.
Segundo: A pesar de múltiples comunicados, denuncias, llamados a la población y acciones en defensa de la vida realizados por la Diócesis, no paran los asesinatos y muertes selectivas diarias en todos los municipios de la costa Pacífica. Según medicina legal, sólo en Tumaco tenemos que lamentar la muerte violenta de 98 personas en los primeros cuatro meses de este año, curiosamente cuando todo el municipio se encuentra virtualmente militarizado.
Es impresionante la forma como la Policía Nacional ejecutó el pasado 21 de abril al señor Jairo Javier Montaño Rengifo, de 33 años, a pesar de sus súplicas, de 7 tiros en la espalda en presencia de pobladores adultos y menores, tan sólo porque había espantado un perro con un tiro al aire.
Tercero: El narcotráfico ha permeado con gruesos tentáculos toda la Costa Pacífica. Ya no se trata de luchas por ideologías, sino de buscar ventajas económicas con el dinero fácil y el control de los territorios y rutas de la economía ilegal a cualquier precio, que pasa por encima de la vida humana y su dignidad.
Comunidades y ríos enteros están sometidos a un confinamiento severo por parte de grupos paramilitares que controlan la entrada y salida al territorio, coaccionan a la población, sin que se vea alguna reacción contundente de parte de las autoridades legales quienes hacen poca presencia. En otros sitios es la guerrilla de las FARC que busca controlar el territorio, exponiendo a la población al terror que causan los enfrentamientos con la Fuerza Pública, lo que conlleva el desplazamiento masivo de los habitantes, amén de las presiones a que son sometidos quienes se arriesgan a quedarse sobre el tipo de proyectos económicos que se pueden o no desarrollar.
Ahí quedamos con las denuncias de Monseñor. Y mientras les envío esta nota, seguramente otra del mismo corte me tocará empezar de nuevo porque el crimen no descansa ni deja descansar en Colombia.

oquinteroefe@yahoo.com
14-05-08

Uribe amordaza la verdad

OCTAVIO QUINTERO
La extradición de los jefes paramilitares que venían revelando los macabros procedimientos que emplearon para asegurar la elección del presidente Uribe en el 2002 y su reelección en el 2006, es virtualmente el fin, un martes 13, del proceso de Justicia, Paz y Reparación que, de alguna manera, estaba propiciando la filtración pública de una verdad que tanto necesitábamos, aunque doliera.
No obstante, lo poco que dijeron algunos de ellos, porque aquí todavía falta mucha tela por cortar, fue suficiente para darnos por notificados que tenemos un gobierno ilegítimo. Es probable que si no logran meter a Yidis a un manicomio y desaparecer a Teodolindo, ex parlamentarios que hicieron posible la reforma constitucional que permitió la reelección presidencial, terminen por darnos la clave del acertijo que mantiene y sostiene al halcón en su nicho. De momento ha hecho una jugada magistral.
Es evidente que la movida jurídica del presidente Uribe es una de las cortinas de humo más espesa que tiende sobre el escándalo de la parapolítica que cada vez le cerca más. Con la extradición de sus antiguos secuaces políticos, de frente o a sus espaldas, eso ya no cuenta, Uribe hizo carambola a tres bandas:
1.- Cierra la boca de lo que todavía tenían por contar en el proceso de la parapolítica.
2.- Les cobra por ventanilla todo lo que han dicho.
3.- Atemoriza a quienes en el futuro quieran abrir la boca sobre tan espinoso asunto.
No creo que trasnoche a Uribe el hecho de que al suspender abruptamente en Colombia el proceso de Justicia y Paz, miles de víctimas de los paramilitares se queden sin reparación moral, como saber quién mató y en qué oscura y lejana fosa común están los restos de sus deudos; ni que se queden sin reparación económica, pues, al extraditarlos a Estados Unidos, ya no tendrán compromiso alguno de confesar sus bienes y entregarlos a la justicia para que se haga alguna repartición equitativa entre sus víctimas. Es muy probable, inclusive, que esos bienes queden en manos de la justicia estadounidense, como ha pasado con los bienes de Carlos Leder, Pablo Escobar y los Rodríguez Orejuela, entre otros, que la justicia gringa los considera como un resarcimiento a todo el daño que le han provocado a su sociedad por suministrarles una excelente coca por la que su población drogadicta se desvive.
Entristece que el principal argumento que esgrime el gobierno para determinar la extradición de los jefes paramilitares sea el de que han seguido delinquiendo desde las cárceles. ¿Entonces, dónde está la justicia colombiana; dónde la Fiscalía; dónde la Dirección de Prisiones; dónde el Ejército y la Policía, el DAS, la Dijin, la misma DEA y toda la demás parafernalia institucionalizada para prevenir y reprimir el narcotráfico en Colombia? ¿Si nada de todo eso podía controlar a unos cuantos narco-paramilitares presos, qué podremos esperar de su efectividad sobre los muchos otros que están libres y operando activamente en el negocio?
La decisión de este martes 13 a la madrugada, nos deja también tres conclusiones:
1.- La guerra de Colombia contra el narcotráfico es un fracaso, aún contando con la impresionante ayuda económica y logística que le otorga Estados Unidos. Ofrece tantos lunares y contiene tantas fisuras que desde una celda y por medio de celular, un narcotraficante cualquiera puede dirigir a toda una organización con la que nos podemos imaginar debe contar para tener éxito en el negocio.
2.- La política de Seguridad Democrática, de la que tanto se ufana el gobierno, también es un fracaso, porque si no puede controlar en una celda a 14, qué va a poder con los miles de guerrilleros de las Farc; y con los tantos otros de las otras organizaciones al margen de la ley, diseminados en todo el territorio nacional, incluyendo a los miles de desmovilizados reciclados a la delincuencia común, los nuevos paras, la tradicional guerrilla y los persistentes narcos. A no ser que se considere un éxito la militarización de unas cuantas vías troncales del país por donde van a sus fincas los terratenientes y ricachones los fines de semana.
3.- La justicia colombiana no existe. Y cuando un Estado no puede garantizar la justicia a sus conciudadanos, primer y principal derecho de toda sociedad civilizada, ese Estado no tiene razón de ser.

oquinteroefe@yahoo.com
13-05-08

8 de mayo de 2008

Despegue hacia el infierno

Estados Unidos entre la recesión y el colapso
El hundimiento del centro del mundo
Por: Jorge Beinstein (especial para ARGENPRESS.info)
Fecha publicación: 07/05/2008

La recesión se ha instalado en los Estados Unidos, los subsidios alimentarios que cubrían a unas 26 millones y medio de personas en 2006 subieron en 2007 a 28 millones, nivel nunca alcanzado desde los años 1960. Recientemente la OCDE ha revisado a la baja sus previsiones de crecimiento para la economía estadounidense asignándole una expansión igual a cero para el primer semestre del año actual, por su parte el FMI acaba de hacer un pronóstico aún más grave incluyendo períodos de crecimiento negativo. Estos organismos venían bombardeando a los medios de comunicación (que a su vez bombardeaban al planeta) con pronósticos optimistas basados en la supuesta fortaleza de la economía norteamericana; sostenían que no habría recesión y que lo peor podría ser un crecimiento bajo rápidamente desbordado por una nueva expansión... si ahora admiten la recesión es porque algo mucho peor está en el horizonte.
Bajo la apariencia de varias crisis convergentes se despliega ante nuestros ojos el final de lo que deberíamos mirar como el primer capítulo de la declinación del Imperio norteamericano (aproximadamente 2001-2007) y el comienzo de un proceso turbulento disparado por el salto cualitativo de tendencias negativas que se fueron desarrollando a lo largo de períodos de distinta duración.
De todos modos las malas noticias financieras, energéticas y militares no parecen aplacar los delirios mesiánicos de Washington sino todo lo contrario, es como si Bush y sus halcones no fueran a dejar la Casa Blanca dentro de unos pocos meses. Siguen amenazando a gobiernos que no se someten a sus caprichos, insinúan nuevas guerras y afirman querer prolongar indefinidamente las ocupaciones de Irak y Afganistán, incluso un ataque devastador contra Irán todavía es posible. De tanto en tanto emerge una nueva ola de rumores bélicos apuntando hacia Irán por lo general originados en declaraciones o trascendidos de altos funcionarios del gobierno, un ataque contra ese país tendría consecuencias inmediatas catastróficas para la economía mundial, el precio del petróleo se dispararía hacia las nubes, el sistema financiero global pasaría a una situación caótica y la recesión imperial se convertiría en ultra recesión encabezada por un dólar en caída libre. Tal vez algunos estrategas del Pentágono y del círculo de halcones mas radicalizados estén imaginando un gran fuego mundial purificador del que emergería victoriosa la nación elegida por Dios: los Estados Unidos de América. Se trata de una locura pero forma parte de la configuración psicológica de una porción importante de la élite dominante atravesada por una corriente letal que combina virtualismo, omnipotencia, desesperación y furia ante una realidad cada día menos dócil.
En los grandes centros de decisión económica actualmente domina la incertidumbre que se va convirtiendo en pánico; el fantasma del colapso comienza a asomar su rostro. Mientras tanto la autoridades económicas norteamericanas inyectan masivamente liquidez en el mercado, otorgan subsidios fiscales e improvisan costosos salvatajes a las instituciones financieras en bancarrota intentando suavizar la recesión sabiendo que de ese modo aceleran la inflación y la caída del dólar: su margen de maniobras es muy pequeño, la mezcla de inflación y recesión hace completamente ineficaces sus instrumentos de intervención.
La palabra 'colapso' fue apareciendo con creciente intensidad desde fines del año pasado en entrevistas y artículos periodísticos muchas veces combinadas con otras expresiones no menos terribles, en algunos casos adoptando su aspecto más popular (derrumbe, muerte, caída catastrófica) y en otros su forma rigurosa, es decir como sucesión irreversible de graves deterioros sistémicos, como decadencia general. Paul Craig Roberts (que fue en el pasado miembro del staff directivo del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos y editor de Wall Street Journal) publicó el 20 de marzo un texto titulado “El colapso de la potencia americana” donde describe los rasgos decisivos de la declinación integral de los Estados Unidos (1), el 27 de marzo “The Economist” titulaba “Esperando el arnagedon” a un articulo referido a la marea irresistible de bancarrotas empresarias norteamericanas. El 14 de marzo “The Intelligencer” titulaba “Expertos internacionales pronostican el colapso de la economía norteamericana” donde recogía las opiniones entre otros de Bernard Connelly del Banco AIG y de Martin Wolf, columnista del Financial Times.
El 3 de abril Peter Morici en una nota aparecida en “Counterpunch” señalaba que “es imposible negar que la economía (estadounidense) ha entrado en una recesión cuya profundidad y duración son impredecibles” (2). A modo de conclusión el 14 de abril Financial Times publicaba un articulo de Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos donde señalaba que “la era unipolar, periodo sin precedentes de dominio estadounidense, ha terminado. Duro unas dos décadas, algo más de un instante en términos históricos” (3).

Una prolongada degradación
Para entender lo que está ocurriendo así como sus posibles desarrollos futuros es necesario tomar en cuenta fenómenos que han modelado el comportamiento de la sociedad norteamericana durante las últimas tres décadas generando un proceso más amplio de decadencia social.
En primer lugar el deterioro de la cultura productiva gradualmente desplazada por una combinación de consumismo y prácticas financieras. La precarización laboral incentivada a partir de la presidencia de Reagan buscaba disminuir la presión salarial mejorando así la rentabilidad capitalista y la competitividad internacional de la industria, pero a largo plazo degradó la cohesión laboral, el interés de los asalariados hacia las estructuras de producción. Ello derivó en una creciente ineficacia de los procesos innovativos que pasaron a ser cada vez más difíciles y caros comparados con los de los principales competidores globales (europeos, japoneses, etc.). Uno de sus resultados fue el déficit crónico y ascendente del comercio exterior (2 mil millones de dólares en 1971, 28 mil millones en 1981, 77 mil millones en 1991, 430 mil millones en 2001, 815 mil millones en 2007).
Mientras tanto se fue expandiendo la masa de negocios financieros absorbiendo capitales que no encontraban espacios favorables en el tejido industrial y otras actividades productivas. Las empresas y el Estado demandaban esos fondos, las primeras para desarrollarse, concentrase, competir en un mundo cada vez más duro, y el segundo para solventar sus gastos militares y civiles que cumplían un papel muy importante en el sostenimiento de la demanda interna. Recordemos por ejemplo las erogaciones descomunales motivadas por la llamada 'Iniciativa de Defensa Estratégica' (mas conocida como 'Guerra de las Galaxias') lanzada por Reagan en 1983 en el momento en que la desocupación superaba el 10% de la Población Económicamente Activa (la cifra más alta desde el fin de la Segunda Guerra Mundial).
Un segundo fenómeno fue la concentración de ingresos, hacia comienzos de los años 1980 el 1 % más rico de la población absorbía entre el 7 % y el 8 % del Ingreso Nacional, veinte años después la cifra se había duplicado y en 2007 rondaba el 20 %: el más alto nivel de concentración desde fines de los años 1920, por su parte el 10 % mas rico paso de absorber un tercio del Ingreso Nacional hacia mediados de los años 1950 a cerca del 50% en la actualidad (4). Contrariamente a lo que enseña la “teoría económica” dicha concentración no derivó en mayores ahorros e inversiones industriales sino en más consumo y más negocios improductivos que con la ayuda del boom de las tecnologías de la información y la comunicación engendraron un universo semivirtual por encima del mundo, casi mágico, donde fantasía y realidad se mezclan caóticamente. Por allí navegaron (y aún navegan) millones de norteamericanos, en especial las clases superiores.
Enlazado a lo anterior irrumpió un proceso, casi imperceptible primero pero luego arrollador de desintegración social uno de cuyos aspectos más notables es el incremento de la criminalidad y de la subcultura de la trasgresión abarcando a los mas variados sectores de la población, acompañada por la criminalización de pobres, marginales y minorías étnicas. Actualmente las cárceles norteamericanas son las más pobladas del planeta, hacia 1980 alojaban unos 500 mil presos, en 1990 cerca de 1.150.000 , en 1997 eran 1.700.000 a los que había que agregar 3.900.000 en libertad vigilada (probation, etc.), pero a fines de 2006 los presos sumaban unos 2.260.000 y los ciudadanos en libertad vigilada unos 5 millones; en total más de 7.200.000 norteamericanos se encontraban bajo custodia judicial (5). En abril de 2008 un articulo aparecido en el New York Times señalaba que los Estados Unidos con menos del 5 % de la población mundial alojan al 25 % de todos los presos del planeta, uno de cada cien de sus habitantes adultos se encuentran encarcelados; es la cifra más alta a nivel internacional (6).

Militarización y decadencia estatal
Otro fenómeno a tomar en cuenta es la larga marcha ascendente del Complejo Industrial Militar, área de convergencia entre el Estado, la industria y la ciencia que se fue expandiendo desde mediados de los años 1930 atravesando gobiernos demócratas y republicanos, guerras reales o imaginarias, períodos de calma global o de alta tensión. Algunos autores, entre ellos Chalmers Johnson, consideran que los gastos militares han sido el centro dinámico de la economía norteamericana desde la Segunda Guerra Mundial hasta las guerras eurasiáticas de la administración Bush-Cheney pasando por Corea, Vietnam, la Guerra de las Galaxias y Kosovo. Según Johnson, que define a la estrategia sobre determinante seguida en las últimas siete décadas como 'keynesianismo militar', el gasto bélico real del ejercicio fiscal 2008 superaría los 1,1 billones (millones de millones) de dólares, el más alto desde la Segunda Guerra Mundial (7). Estos gastos han ido creciendo a lo largo del tiempo involucrando a miles de empresas y millones de personas, de acuerdo a los cálculos de Rodrigue Tremblay en el año 2006 el Departamento de Defensa de los Estados Unidos empleó a 2.143.000 personas. mientras que los contratistas privados del sistema de defensa empleaban a 3.600.000 trabajadores (en total 5.743.000 puestos de trabajo) a los que hay que agregar unos 25 millones de veteranos de guerra. En suma, en los Estados Unidos unas 30 millones de personas (cifra equivalente al 20 % de la Población Económicamente Activa) reciben de manera directa e indirecta ingresos provenientes del gasto público militar (8).
El efecto multiplicador del sector sobre el conjunto de la economía posibilitó en el pasado la prosperidad de un esquema que Scott MacDonald califica como 'the guns and butter economy', es decir una estructura donde el consumo de masas y la industria bélica se expandían al mismo tiempo (9). Pero ese largo ciclo esta llegando a su fin; la magnitud alcanzada por los gastos bélicos los ha convertido en un factor decisivo del déficit fiscal causando inflación y desvalorización internacional del dólar. Además su hipertrofia otorgó un enorme peso político a élites estatales (civiles y militares) y empresarias que se fueron embarcando en un autismo sin contrapesos sociales.
La creciente sofisticación tecnológica paralela al encarecimiento de los sistemas de armas alejó cada vez más a la ciencia militarizada de sus eventuales aplicaciones civiles afectando negativamente la competitividad industrial. Esta separación ascendente entre la ciencia-militar (devoradora de fondos y de talentos) y la industria civil llegó a niveles catastróficos en el período terminal de la ex Unión Soviética, ahora la historia parece repetirse.
A todo esto se agrega un acontecimiento aparentemente inesperado, las guerras de Irak y Afganistán y de manera indirecta el fracaso de la ofensiva israelí en el Libano muestran la ineficacia operativa de la súper compleja (y súper cara) maquinaria bélica de última generación puesta en jaque por enemigos que operan de manera descentralizada y con armas sencillas y baratas. Planteando una grave crisis de percepción (una catástrofe psicológica) entre los dirigentes del Complejo Industrial Militar de los Estados Unidos y de la OTAN (en la historia de las civilizaciones no es esta la primera vez que ocurre un fenómeno de este tipo).
Ahora bien, la hipertrofia-crisis de la militarización esta estrechamente asociada (forma parte de) la decadencia del Estado expresada por el repliegue de su capacidad integradora (declinación de la seguridad social, predominio de la cultura elitista en sus centros de decisión, etc.), la degradación de la infraestructura y por un déficit fiscal crónico y en aumento que ha derivado en una deuda pública gigantesca. Si nos remitimos a las últimas cuatro décadas los superávit fiscales constituyen una rareza, desde los años 1970 los déficit fueron creciendo hasta llegar a comienzos de los 1990 a niveles muy altos, sin embargo Clinton se despidió a fines de esa década con algunos superávit que observados desde un enfoque de largo plazo aparecen como hechos efímeros. Pero desde la llegada de George W. Bush el déficit regresó alcanzando cifras sin precedentes: 160 mil millones de dólares en 2002, 380 mil millones en 2003, 320 mil millones en 2005...
Nos encontramos ahora frente a un estado imperial cargado de dudas, cuyo funcionamiento depende ya no solo del sistema financiero nacional sino también (cada vez más) del financiamiento internacional, le hubiera resultado extremadamente difícil a la Casa Blanca lanzarse a su aventura militar asiática sin las compras de sus títulos por parte de China, Japón, Alemania y otras fuentes externas.

La dependencia energética
A lo anterior es necesario agregar la dependencia petrolera, hacia 1960 los Estados Unidos importaban el 16 % de su consumo, actualmente llega al 65 %. Durante mucho tiempo pudieron importar a precios bajos pero ahora la situación ha cambiado, la producción mundial de petróleo se esta acercando a su máximo nivel (dentro de muy poco tiempo comenzará a descender) lo cual combinado con el debilitamiento del dólar esta llevando el precio a niveles nunca antes alcanzados. Y el reemplazo parcial de combustible de origen fósil por biocombustibles (en el que también están empeñadas la otras grandes potencias industriales) reduce la disponibilidad relativa global de tierras agrícolas para la producción de alimentos lo que provoca la suba general de los precios de los productos de la agricultura, en consecuencia el efecto inflacionario se amplifica.
Los Estados Unidos emergieron como un gran país industrial porque desde comienzos del siglo XX fueron también la primera potencia petrolera internacional. Al igual que Inglaterra durante el siglo XIX respecto del carbón, gozaron de una ventaja energética que les permitió desarrollar tecnologías apoyadas en dicho privilegio y competir exitosamente con el resto del mundo. Pero a mediados de los años 1950 prestigiosos expertos norteamericanos como el geólogo King Hubbert anunciaron el fin próximo de la era de abundancia energética nacional, según lo anticipó Hubbert (en 1956) desde comienzos de los 1970 la producción petrolera estadounidense comenzaría a declinar: así ocurrió.
La incapacidad de los Estados Unidos para reconvertir su sistema energético (tuvo casi cuatro décadas para hacerlo) reduciendo o frenando su dependencia respecto del petróleo puede ser atribuida en primer lugar a la presión de la compañías petroleras que impusieron la opción de la explotación intensiva de recursos externos, periféricos, que fueron sobrestimados. Podría afirmarse en este caso que la dinámica imperialista forjó una trampa energética de la que ahora es victima el propio Imperio. El estado no desarrolló estrategias de largo plazo tendientes al ahorro de energía, lo que probablemente habría desacelerado (no evitado) la crisis energética actual, no solo por la imposición del lobby petrolero sino también porque sus cúpulas políticas (demócratas y republicanas) se fueron sumergiendo en la cultura del corto plazo correspondiente a la era de la hegemonía financiera, subordinándose por completo a los intereses inmediatos de los grupos económicos dominantes.
Pero también deberíamos reflexionar acerca de los límites del sistema tecnológico occidental-moderno que los estadounidenses exacerbaron al extremo. El mismo se ha reproducido en torno de objetos técnicos decisivos de la cultura individualista (por ejemplo el automóvil) que definen el estilo de vida dominante y a procedimientos productivos basados en la explotación intensiva de recursos naturales no renovables o en la destrucción de los ciclos de reproducción de los recursos renovables. Gracias a esa lógica destructiva el capitalismo industrial pudo en Europa desde fines del siglo XVIII independizarse de los ritmos naturales sometiendo brutalmente a la naturaleza y acelerando su expansión. Ello aparecía ante los admiradores del progreso de los siglos XIX y XX como la gran proeza de la civilización burguesa, una visión más amplia nos permite ahora darnos cuenta que se trataba del despliegue de una de sus irracionalidades fundamentales que los Estados Unidos, el capitalismo más exitoso de la historia, llevó al más alto nivel jamás alcanzado.

Desequilibrios, deudas, caída del dólar
La pérdida de dinamismo del sistema productivo fue compensado por la expansión del consumo privado (centrado en las clases altas), los gastos militares y la proliferación de actividades parasitarias lideradas por el sistema financiero. Lo que engendró crecientes desequilibrios fiscales y del comercio exterior y una acumulación incesante de deudas públicas y privadas, internas y externas. La deuda pública norteamericana pasó de 390 mil millones de dólares en 1970, a 930 mil millones en 1980, a 3,2 billones (millones de millones) en 1990, a 5,6 billones en 2000 para saltar a 9,5 billones en abril de 2008; por su parte la deuda total de los estadounidenses (pública más privada) rondaba en la última fecha mencionada los 53 billones de dólares (aproximadamente equivalente a Producto Bruto Mundial) de esa cifra el 20 % (unos 10 billones de dólares) constituyen deuda externa. Solo durante 2007 la deuda total aumento cerca de 4,3 billones de dólares (equivalente al 30 % del Producto Bruto Interno norteamericano) (10). El proceso fue coronado por una sucesión de burbujas especulativas que marcaron, desde los años 1990 a un sistema que consumía más allá de sus posibilidades productivas.
A partir de los años 1970-1980 es posible observar el crecimiento paralelo de tendencias perversas como los déficit comercial, fiscal y energético, los gastos militares, el número de presos y las deudas públicas y privadas. Todas esas curvas ascendentes aparecen atravesadas por algunas tendencias descendentes; por ejemplo la disminución de la tasa de ahorro personal y la caída del valor internacional del dólar (que se aceleró en la década actual), expresión de la declinación de la supremacía imperial.
La articulación de esos fenómenos nos permite esbozar una totalidad social decadente a la que se incorporan (convergen) una gran diversidad de hechos de distinta magnitud (culturales, tecnológicos, sociales, políticos, militares, etc.).
Esta visión de largo plazo ubica a la era de los halcones presidida por George. W. Bush como una suerte de “salto cualitativo” de un proceso con varias décadas de desarrollo y no como un hecho-excepcional o una desviación-negativa. Nos encontraríamos ante la fase más reciente de la degradación del capitalismo estatista-keynesiano iniciada en los años 1970 puntapié inicial de la crisis general del sistema. La experiencia histórica enseña que esos despegues hacia el infierno casi siempre debutan en medio de euforias triunfalistas donde detrás de cada señal de victoria se oculta una constatación de desastre. La loca carrera militar sobre Eurasia estaba (está aún) en el centro del discurso acerca del supuesto combate victorioso contra un enemigo (terrorista) global imaginario que sumergió en el pantano a las fuerzas armadas imperiales, las expansiones desenfrenadas de la burbuja inmobiliaria y de las deudas eran ocultada por las cifras de aumento del Producto Bruto Interno y la sensación (mediática) de prosperidad.

El centro del mundo
Los Estados Unidos constituyen hoy el centro del mundo (del capitalismo global), su declinación no es solo la de la primera potencia sino la del espacio esencial de la interpenetración productiva, comercial y financiera a escala planetaria que se fue acelerando en las tres últimas décadas hasta conformar una trama muy densa de la que ninguna economía capitalista desarrollada o subdesarrollada puede escapar (salir de esa tupida red significa romper con la lógica, con el funcionamiento concreto del capitalismo integrado por clases dominantes locales altamente transnacionalizadas).
Durante la década actual la expansión económica en Europa, China más otros países subdesarrollados y el modesto (efímero) fin del estancamiento japonés solían ser mostrados como el restablecimiento de capitalismos maduros y el ascenso de jóvenes capitalismos periféricos cuando en realidad se trató de prosperidades estrechamente relacionadas con la expansión consumista-financiera norteamericana. Estados Unidos representa el 25 % del Producto Bruto Mundial y es el primer importador global, en 2007 compró bienes y servicios por 2,3 millones de millones de dólares, es el principal cliente de China, India y Japón, Inglaterra, el primer mercado extra europeo de Alemania. Pero es sobre todo en el plano financiero, área hegemónica del sistema internacional, donde se destaca su primacía. Por ejemplo, la red de los negocios con productos financieros derivados (más de 600 millones de millones de dólares registrados por el Banco de Basilea, es decir unas 12 veces el Producto Bruto Mundial) se articula a partir de la estructura financiera norteamericana, las grandes burbujas especulativas imperiales irradian al resto del mundo de manera directa o generando burbujas paralelas como fue posible comprobar con la experiencia reciente de la especulación inmobiliaria en los Estados Unidos y sus clones directos en España, Inglaterra, Irlanda o Australia e indirectos como la superburbuja bursátil china.
Si observamos el comportamiento económico de las grandes potencias comprobaremos en cada caso como sus esferas de negocios superan siempre los límites de los respectivos mercados nacionales e incluso regionales cuya dimensión real resulta insuficiente desde el punto de vista del volumen y la articulación internacional de sus actividades. La Unión Europea está sólidamente atada a los Estados Unidos a nivel comercial e industrial y principalmente financiero, Japón agrega a lo anterior su histórica dependencia de las compras norteamericanas, por su parte China desarrolló su economía en el último cuarto de siglo sobre la base de sus exportaciones industriales a los Estados Unidos y a países, como Japón, Corea del Sur y otros, fuertemente dependientes del Imperio. En fin, el renacimiento ruso gira en torno de sus exportaciones energéticas (principalmente dirigidas hacia Europa), su élite económica se fue estructurando desde el fin de la URSS multiplicando sus operaciones a escala transnacional en especial sus vínculos financieros con Europa occidental y los Estados Unidos. No se trata de simples lazos directos con el Imperio sino de la reproducción ampliada acelerada de una compleja red global de negocios, mercados interdependendientes, asociaciones financieras, innovaciones tecnológicas, etc., que integra al conjunto de burguesías dominantes del planeta. El mundo financiero hipertrofiado es su espacio de circulación natural y su motor geográfico son los Estados Unidos cuya decadencia no puede ser disociada del fenómeno más amplio de la llamada globalización, es decir la financierización de la economía mundial.
Podríamos visualizar al Imperio como sujeto central del proceso, su gran beneficiario y manipulador, y al mismo tiempo como su objeto, producto de una corriente que lo llevo hasta el más alto nivel de riqueza y degradación. Gracias a la globalización los Estados Unidos pudieron sobre-consumir pagando al resto del mundo con sus dólares devaluados imponiéndoles su atesoramiento (bajo la forma de reservas) y sus títulos públicos que financiaron sus déficit fiscales. Aunque también gracias al parasitismo norteamericano, europeos, chinos, japoneses, etc., pudieron colocar en el mercado imperial una porción significativa de sus exportaciones de mercancías y de excedentes de capitales. En ese sentido el parasitismo financiero, producto de la crisis de sobreproducción crónica, es a la vez norteamericano y universal, la otra cara del consumismo imperial es la reproducción de capitalismos centrales y periféricos que necesitan desbordar sus mercados locales para hacer crecer sus beneficios. Ello es evidente en los casos de Europa occidental y Japón pero también lo es en el de China que exporta gracias a sus bajos salarios (comprimiendo su mercado interno).
Lo que se está hundiendo ahora no es la nave principal de la flota (si así fuera, numerosas embarcaciones podrían salvarse); solo hay una nave y es su sector decisivo el que está haciendo agua.

Horizontes turbulentos e ilusiones conservadoras
Debemos ubicar en su contexto histórico a las actuales intervenciones de los estados de los países centrales destinadas a contrarrestar la crisis. En los últimos meses han proliferado ilusiones conservadoras referidas al posible desacople de varias economías industriales y subdesarrolladas respecto de la recesión imperial pero los hechos van derrumbando esas esperanzas. Junto a ellas apareció la fantasía del renacimiento del intervencionismo keynesiano: según dicha hipótesis el neoliberalismo (entendido como simple desestatización de la economía) sería un fenómeno reversible y nuevamente como hace un siglo el Estado salvaría al capitalismo. En realidad en las últimas cuatro décadas se ha producido en los países centrales un doble fenómeno: por una parte la degradación general de los estados que manteniendo su tamaño con relación a cada economía nacional quedaron sometidos a los grupos financieros, perdieron legitimidad social. Y por otra fueron progresivamente desbordados por el sistema económico mundial no solo por su trama financiera sino también por operaciones industriales y comerciales que burlaban los controles (cada vez mas flojos) de las instituciones nacionales y regionales.
En los Estados Unidos dicho proceso avanzó más que en ningún otro país desarrollado, nunca fue abandonado el histórico keynesianismo militar por el contrario el Complejo Militar-Industrial se hipertrofió articulándose con un conjunto de negocios mafiosos, financieros, energéticos, etc., que se convirtió en el centro dominante del sistema de poder apropiándose groseramente del aparato estatal hasta convertirlo en una estructura decadente.
En los países centrales el estado intervencionista (de raíz keynesiana) no necesita regresar porque nunca se ha ido, a lo largo de las últimas décadas, obediente a las necesidades de las áreas más avanzadas del capitalismo, fue modificando sus estrategias, apuntalando la concentración de ingresos y los desarrollos parasitarios, cambiando su ideología, su discurso (ayer integrador, social, productivista-industrial, hoy elitista, neoliberal y virtualista-financiero).
Es en el mundo subdesarrollado donde el estatismo retrocedió hasta ser triturado en numerosos casos por la ola depredadora imperialista, la desestatización fue su forma concreta de sometimiento a la dinámica del capitalismo global. Allí el regreso al estado interventor-desarrollista de otras épocas es un viaje en el tiempo físicamente imposible, las burguesías dominantes locales, sus negocios decisivos, están completamente transnacionalizados o bien bajo la tutela directa de firmas transnacionales.
Ahora en plena crisis quedan al descubierto los dos problemas sin solución a la vista del Estado desarrollado (imperialista): su degeneración estructural y su insuficiencia, su impotencia ante un mundo capitalista demasiado grande y complejo. Es lo que señala Richard Haas en el articulo arriba citado aunque sin decir que no se trata de una reconversión positiva sobredeterminante del capitalismo internacional lo que acorrala al estado norteamericano y a los otros estados centrales sino más bien de un fenómeno mundial negativo que de manera rigurosa deberíamos definir como decadencia global (económica-institucional-política-militar-tecnológica). Es por ello que el paralelo ahora de moda en ciertos círculos de expertos entre la implosión soviética y la probable futura implosión de los Estados Unidos es totalmente insuficiente porque existe entre otras cosas una diferencia de magnitud decisiva, el hipergigantismo del Imperio hace que su hundimiento tenga un poder de arrastre sin precedentes en la historia humana. Pero también porque los Estados Unidos no constituyen “un mundo aparte” (marginado) sino el centro de la cultura universal (el capitalismo), la etapa más reciente de una larga historia mundial en torno de Occidente.
La inmensidad del desastre en curso, la extrema radicalidad de las rupturas que puede llegar a engendrar, muy superiores a las que causó la crisis iniciada hacia 1914 (que dio nacimiento a un largo ciclo de tentativas de superación del capitalismo y también al fascismo, intento de recomposición bárbara del sistema burgués) genera reacciones espontáneas negadoras de la realidad en las élites dominantes, los espacios sociales conservadores y más allá de ellos, pero la realidad de la crisis se va imponiendo. Todo el edificio de ideas, de certezas de diferente signo, construido a lo largo de más de dos siglos de capitalismo industrial está empezando a agrietarse.
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Notas:
1) Paul Craig Roberts, “The collapse of American power”, Online Journal, 20-03-2008.
2) Peter Morice, “Bush Administration Dithers While Rome Burns. The Deepening recesion”, Counterpunch, April 3, 2008.
3) Richard Haass, “What follows American dominion?”, Financial Times, April 16, 2008.
4) Center on Budget and Policy Priorities.
5) U.S. Department of Justice - Bureau of Justice Statistics.
6) Adam Liptak, “American Exception. Inmate Count in U.S. Dwarfs Other Nations”, The New York Times, April 23, 2008
7) Chalmers Johnson, 'Going bankrupt: The US's greatest threat', Asia Times, 24 Jan 2008.
8) Rodrigue Tremblay, 'The Five Pillars of the U.S. Military-Industrial Complex', September 25, 2006, http://www.thenewamericanempire.com/tremblay=1038.htm.
9) Scott B. MacDonald, 'End of the guns and butter economy', Asia Times, October 31, 2007.
10) Grandfader Economic Report (http://mwhodges.home.att.net/nat-debt).

6 de mayo de 2008

El halcón contraataca

OCTAVIO QUINTERO
La disolución de los partidos uribistas que propone el Alto Comisionado para la Paz, Luís Carlos Restrepo, es lo más sensato que se haya dicho en todo esta crisis de la parapolítica, si a la disolución de los partidos se le agrega la renuncia del presidente Álvaro Uribe Vélez que, entre otras cosas, ya la ofreció por algo tan baladí como el rifirrafe que armó a manera de cortina de humo contra el ex presidente de la Corte Suprema, César Julio Valencia.
Disolver los movimientos uribistas que se crearon al calor de Uribe o pelechados a su ubre burocrática, no sería más que reconocer que fueron aves de paso que él creó y estimuló para montar en el Congreso la aplanadora que le ha ido apoyando toda su política antisocial y apátrida… “mientras los van metiendo a la cárcel”, como el propio Presidente lo sentenció en célebre conferencia pública que nos dejó a todos con la boca abierta.
La jugada de Uribe es, en términos ajedrecísticos, sacrificar la dama a cambio de evitar el mate, lo que no deja de ser audaz y por lo mismo, desesperada.
Ad portas de configurarse judicialmente la verdad verdadera de Jidis Medina (el cohecho) que la impulsó a cambiar su voto NO por el voto SI en la reforma del “articulito” que le permitió la reelección, Uribe sabe que a partir de entonces, nacional e internacionalmente, pero especialmente en este último ámbito, su presidencia no será legítima; será una presidencia manchada por un acto de corrupción que le ocasionará más de un maluco contratiempo en todos los escenarios como ese de Al Gore cuando se negó a compartir tarima con el mandatario colombiano en un tema del Medio Ambiente o como la mirada fulminante que le dejó estampada en el recuerdo el presidente Correa de Ecuador cuando no tuvo más salida que estrecharle la mano en la Cumbre presidencial de Costa Rica.
Disolver sus movimientos políticos es algo que el cerebro superior que piensa por Uribe le debe haber aconsejado con el fin de tomar distancia de la corrupción de sus políticos, y más que de la corrupción, pues, al fin y al cabo esto es algo inherente a las democracias capitalistas que pueblan el cielo gris de Latinoamérica, de sus crímenes; los crímenes selectivos que ejecutaron sus lugartenientes políticos para entronizarlo en el solio, tanto en la primera elección como, y más, en la segunda.
La artimaña capitalizará el tremendo descontento que la gente siente hacia el Congreso y catapultará en las urnas la increíble imagen que los manipuladores de la opinión pública le han fabricado a Uribe a punta de golpes emotivos como el besito aquí, la palmadita allá; la bravata de hoy contra las Farc o las endilgas de auspiciadores del terrorismo que emite de cuando en cuando contra sus vecinos de Venezuela y Ecuador. Esa es la imagen emotiva de Uribe que nubla la razón de los electores y no les permite apreciar, y menos enjuiciar, sus otras políticas de desastre económico y social; y de paso, dejará sin piso hacia el futuro las acusaciones de quienes, con razón en el campo internacional, pudieran sacarle el cuerpo por ilegítimo, empezando por su propio cerebro superior que lo maneja desde Washington.
¿Si el Comisionado de Paz ha propuesto la disolución de los partidos, y el propio Uribe ha ofrecido su renuncia a la Presidencia por algo de tan poca monta como saber si dijo o no dijo qué, y en cambio se mantiene atornillado al cargo que llegó merced a la combinación de todas las formas de lucha, esto sí, bien grave, por qué no juntar las dos alternativas: disolver los partidos uribistas y renunciar a la presidencia quien es su jefe y máximo usufructuario, Álvaro Uribe Vélez?

3 de mayo de 2008

USA quiere guerra

OCTAVIO QUINTERO
Las inteligentes argucias que ha venido interponiendo el gobierno colombiano en procura de ahumar las terribles revelaciones que van surgiendo de la investigación sobre la parapolítica, especialmente la que adelanta la Corte Suprema de Justicia, llaman la atención porque a todas luces se ve que salen de un cerebro superior a la “superior inteligencia” de Uribe, de la que alguna vez nos habló su alter ego, José Obdulio Gaviria, para hacernos entender el por qué nos, los de sentido común, no podíamos entenderle aquello de que sólo frente a una hecatombe, él (Uribe) aspiraría a una nueva reelección.
Ahora empezamos a darnos cuenta de que en términos semánticos, hecatombe fue la que precipitó sobre el país el paramilitarismo para apoderarse del Estado en cabeza de Uribe; y por tanto, cuando el mismo presidente habla de hecatombe, debemos entender que se refiere a la misma estrategia de azotar nuevamente al país con una gran mortandad de personas y con desgracias y catástrofes concebibles sólo por enfermos mentales y almas podridas.
No estamos lejos. Tal vez estamos inmersos en esa nueva hecatombe que no vemos hoy, como no vimos ayer la hecatombe paramilitar de la que empezamos a concienciarnos ante sus propias, frías y atroces narraciones.
Los crímenes de sindicalistas en lo corrido del 2008 ya superan los registrados en todo el 2007. El ataque al campamento de Reyes en territorio ecuatoriano fue una desgraciada temeridad que nos pudo arrastrar a una catástrofe, de no ser por la sorpresiva y todavía sorprendente actitud conciliadora del presidente Chávez de quien, se dice, aconsejado por Fidel Castro, no siguió atizando la hoguera, pues, en cierta forma, era hacerle el juego (y el fuego) a Estados Unidos que todo lo que necesita es el chance de prendernos una guerra preventiva en esta esquina de América y tumbar a Chávez, nuestro dique iluminado.
Miren ustedes que frustrada esa, al parecer todavía latente guerra entre Colombia y Ecuador, tras la agresión gringa al campamento de Reyes; y autocontrolado el presidente Chávez en sus epítetos fuertes pero ciertos sobre Uribe en torno a su cínica política de paz y acuerdo humanitario con las Farc, el asesino del mundo se divierte ahora enredando a Evo en Bolivia.
Es que el Vampiro quiere sangre. Quiere una excusa para hacer correr sangre en Suramérica al estilo de Irak, y tiene dos posibilidades: Colombia y su eterno conflicto interno con las Farc; o Bolivia y su problemática gobernabilidad.
Con Colombia, el asesino del mundo juega a la guerra externa y con Bolivia a la guerra interna. Con la misma estrategia de guerra busca fines distintos: en Colombia atornillar a Uribe, su aliado incondicional que le ofrece entregarle por intermedio del TLC un mercado cautivo de 45 millones de consumidores, más la parte de tierra que necesite y dónde la escoja para reinstalar la base militar de Manta que seguramente perderá en Ecuador una vez se venza el convenio que logró con los sátrapas antecesores a Correa; y en Bolivia, tumbar a Evo, el incómodo indígena socialista que ha osado levantarse contra la ancestral expoliación que el capitalismo ha hecho de las riquezas de gas natural y petróleo, principalmente en la rica provincia de Santa Cruz, hoy, sospechoso epicentro del conflicto interno.
El asesino que arma estos ‘juegos de guerra’, frustrado un tanto en Colombia con aquello de la guerra externa, tiene una gran posibilidad de prenderle la guerra interna a Bolivia con el tema de las autonomías, como ya hace años se la tiene montada a Colombia con el tema del narcotráfico para lo cual surte al país del tercer presupuesto de guerra más importante que el Imperio destina en el mundo.
Y la amanuense OEA le ha servido el menú en bandeja de plata. La noticia hoy, al amanecer de este sábado 3 de mayo, es que “La OEA no condena el referendo (de Santa Cruz, que busca independizarse del gobierno central), pero reitera su apoyo al gobierno de Evo Morales”. Eso es como dicen, “tirar la piedra y esconder la mano”.
La pusilánime declaración de la OEA ha dejado a Bolivia al borde de una desmembración sin precedente alguno en Latinoamérica o, quizás sea lo evidente, al borde una guerra civil. Al aceptar tácitamente el plan autonómico de Santa Cruz, la provincia más rica de Bolivia dominada por el capitalismo trasnacional, cualquier región, provincia o municipio de cualquier país miembro de la OEA podría redactar un estatuto, convocar a una consulta y, después, pedir que ese estatuto o esa ley adquieran constitucionalidad, es decir, independencia soberana.
Las Farc debe estarse frotando las manos: le bastaría adelantar una consulta entre los habitantes del Caguán, como esas que le hacen a Uribe para coronarlo con una imagen pública del 84% de aceptación, para que reclamara soberanía sobre ese territorio; y la OEA tuviera que reconocérsela. Y también los ‘paras’ podrían lograr su república en Urabá; y los narcotraficantes la suya en el Valle. Y así, a pedazos de patria, constituir la soberana anarquía.
Hoy desde Bolivia, y mañana desde cualquier lugar de Latinoamérica.

oquinteroefe@yahoo.com
03-05-08