27 de enero de 2007

Compulsión consumista

Nota de MISXXI

Nuestro corresponsal, Jorge Sarmiento, nos ha hecho llegar este artículo del escritor uruguayo, Eduardo Galeano, sobre el consumismo. Es una descripción magistral de cómo el tener se ha apoderado completamente del ser: de cómo la apariencia se ha puesto por encima de la esencia. Su cuidadosa lectura nos refleja el profundo cambio ocurrido en el mundo en tan sólo 17 años del reinado neoliberal.

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Eduardo Galeano

El consumo

La explosión del consumo en el mundo actual mete más ruido que todas las guerras y arma más alboroto que todos los carnavales. Como dice un viejo proverbio turco, quien bebe a cuenta, se emborracha el doble. La parranda aturde y nubla la mirada; esta gran borrachera universal parece no tener límites en el tiempo ni en el espacio. Pero la cultura de consumo suena mucho, como el tambor, porque está vacía; y a la hora de la verdad, cuando el estrépito cesa y se acaba la fiesta, el borracho despierta, solo, acompañado por su sombra y por los platos rotos que debe pagar. La expansión de la demanda choca con las fronteras que le impone el mismo sistema que la genera. El sistema necesita mercados cada vez más abiertos y más amplios, como los pulmones necesitan el aire, y a la vez necesita que anden por los suelos, como andan, los precios de las materias primas y de la fuerza humana de trabajo. El sistema habla en nombre de todos, a todos dirige sus imperiosas órdenes de consumo, entre todos difunde la fiebre compradora; pero ni modo: para casi todos esta aventura comienza y termina en la pantalla del televisor. La mayoría, que se endeuda para tener cosas, termina teniendo nada más que deudas para pagar deudas que generan nuevas deudas, y acaba consumiendo fantasías que a veces materializa delinquiendo. El derecho al derroche, privilegio de pocos, dice ser la libertad de todos. Dime cuánto consumes y te diré cuánto vales. Esta civilización no deja dormir a las flores, ni a las gallinas, ni a la gente. En los invernaderos, las flores están sometidas a luz continua, para que crezcan más rápido. En la fábricas de huevos, las gallinas también tienen prohibida la noche. Y la gente está condenada al insomnio, por la ansiedad de comprar y la angustia de pagar.

Este modo de vida no es muy bueno para la gente, pero es muy bueno para la industria farmacéutica. EEUU consume la mitad de los sedantes, ansiolíticos y demás drogas químicas que se venden legalmente en el mundo, y más de la mitad de las drogas prohibidas que se venden ilegalmente, lo que no es moco de pavo si se tiene en cuenta que EEUU apenas suma el cinco por ciento de la población mundial.«Gente infeliz, la que vive comparándose», lamenta una mujer en el barrio del Buceo, en Montevideo. El dolor de ya no ser, que otrora cantara el tango, ha dejado paso a la vergüenza de no tener. Un hombre pobre es un pobre hombre. «Cuando no tenés nada, pensás que no valés nada», dice un muchacho en el barrio Villa Fiorito, de Buenos Aires. Y otro comprueba, en la ciudad dominicana de San Francisco de Macorís: «Mis hermanos trabajan para las marcas. Viven comprando etiquetas, y viven sudando la gota gorda para pagar las cuotas». Invisible violencia del mercado: la diversidad es enemiga de la rentabilidad, y la uniformidad manda. La producción en serie, en escala gigantesca, impone en todas partes sus obligatorias pautas de consumo. Esta dictadura de la uniformización obligatoria es más devastadora que cualquier dictadura del partido único: impone, en el mundo entero, un modo de vida que reproduce a los seres humanos como fotocopias del consumidor ejemplar. El consumidor ejemplar es el hombre quieto. Esta civilización, que confunde la cantidad con la calidad, confunde la gordura con la buena alimentación. Según la revista científica The Lancet, en la última década la «obesidad severa» ha crecido casi un 30 % entre la población joven de los países más desarrollados. Entre los niños norteamericanos, la obesidad aumentó en un 40% en los últimos dieciséis años, según la investigación reciente del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Colorado. El país que inventó las comidas y bebidas light, los diet food y los alimentos fat free, tiene la mayor cantidad de gordos del mundo. El consumidor ejemplar sólo se baja del automóvil para trabajar y para mirar televisión. Sentado ante la pantalla chica, pasa cuatro horas diarias devorando comida de plástico. Triunfa la basura disfrazada de comida: esta industria está conquistando los paladares del mundo y está haciendo trizas las tradiciones de la cocina local.

Las costumbres del buen comer, que vienen de lejos, tienen, en algunos países, miles de años de refinamiento y diversidad, y son un patrimonio colectivo que de alguna manera está en los fogones de todos y no sólo en la mesa de los ricos. Esas tradiciones, esas señas de identidad cultural, esas fiestas de la vida, están siendo apabulladas, de manera fulminante, por la imposición del saber químico y único: la globalización de la hamburguesa, la dictadura de la fast food. La plastificación de la comida en escala mundial, obra de McDonald’s, Burger King y otras fábricas, viola exitosamente el derecho a la autodeterminación de la cocina: sagrado derecho, porque en la boca tiene el alma una de sus puertas. El campeonato mundial de fútbol del 98 nos confirmó, entre otras cosas, que la

tarjeta MasterCard tonifica los músculos, que la Coca-Cola brinda eterna juventud y que el menú de McDonald’s no puede faltar en la barriga de un buen atleta. El inmenso ejército de McDonald’s dispara hamburguesas a las bocas de los niños y de los adultos en el planeta entero. El doble arco de esa M sirvió de estandarte, durante la reciente conquista de los países del Este de Europa. Las colas ante el McDonald’s de Moscú, inaugurado en 1990 con bombos y platillos, simbolizaron la victoria de Occidente con tanta elocuencia como el desmoronamiento del Muro de Berlín. Un signo de los tiempos: esta empresa, que encarna las virtudes del mundo libre, niega a sus empleados la libertad de afiliarse a ningún sindicato. McDonald’s viola, así, un derecho legalmente consagrado en los muchos países donde opera. En 1997, algunos trabajadores, miembros de eso que la empresa llama la Macfamilia, intentaron sindicalizarse en un restorán de Montreal en Canadá: el restorán cerró. Pero en el 98, otros empleados de McDonald’s, en una pequeña ciudad cercana a Vancouver, lograron esa conquista, digna de la Guía Guinness.

Las masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la publicidad ha logrado lo que el esperanto quiso y no pudo. Cualquiera entiende, en cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite. En el último cuarto de siglo, los gastos de publicidad se han duplicado en el mundo. Gracias a ellos, los niños pobres toman cada vez más Coca-Cola y cada vez menos leche, y el tiempo de ocio se va haciendo tiempo de consumo obligatorio. Tiempo libre, tiempo prisionero: las casas muy pobres no tienen cama, pero tienen televisor, y el televisor tiene la palabra. Comprado a plazos, ese animalito prueba la vocación democrática del progreso: a nadie escucha, pero habla para todos. Pobres y ricos conocen, así, las virtudes de los automóviles último modelo, y pobres y ricos se enteran de las ventajosas tasas de interés que tal o cual banco ofrece. Los expertos saben convertir las mercancías en mágicos conjuntos contra la soledad. Las cosas tienen atributos humanos: acarician, acompañan, comprenden, ayudan, el perfume te besa y el auto es el amigo que nunca falla. La cultura del consumo ha hecho de la soledad el más lucrativo de los mercados. Los agujeros del pecho se llenan atiborrándolos de cosas, o soñando con hacerlo. Y las cosas no solamente pueden abrazar: ellas también pueden ser símbolos de ascenso social, salvoconductos para atravesar las aduanas de la sociedad de clases, llaves que abren las puertas prohibidas. Cuanto más exclusivas, mejor: las cosas te eligen y te salvan del anonimato multitudinario. La publicidad no informa sobre el producto que vende, o rara vez lo hace. Eso es lo de menos. Su función primordial consiste en compensar frustraciones y alimentar fantasías: ¿En quién quiere usted convertirse comprando esta loción de afeitar? El criminólogo Anthony Platt ha observado que los delitos de la calle no son solamente fruto de la pobreza extrema. También son fruto de la ética individualista. La obsesión social del éxito, dice Platt, incide decisivamente sobre la apropiación ilegal de las cosas. Yo siempre he escuchado decir que el dinero no produce la felicidad; pero cualquier televidente pobre tiene motivos de sobra para creer que el dinero produce algo tan parecido, que la diferencia es asunto de especialistas. Según el historiador Eric Hobsbawm, el siglo XX puso fin a siete mil años de vida humana centrada en la agricultura desde que aparecieron los primeros cultivos, a fines del paleolítico.

La población mundial se urbaniza, los campesinos se hacen ciudadanos. En América Latina tenemos campos sin nadie y enormes hormigueros urbanos: las mayores ciudades del mundo, y las más injustas. Expulsados por la agricultura moderna de exportación, y por la erosión de sus tierras, los campesinos invaden los suburbios. Ellos creen que Dios está en todas partes, pero por experiencia saben que atiende en las grandes urbes. Las ciudades prometen trabajo, prosperidad, un porvenir para los hijos. En los campos, los esperadores miran pasar la vida, y mueren bostezando; en las ciudades, la vida ocurre, y llama. Hacinados en tugurios, lo primero que descubren los recién llegados es que el trabajo falta y los brazos sobran, que nada es gratis y que los más caros artículos de lujo son el aire y el silencio.

Mientras nacía el siglo XIV, fray Giordano da Rivalto pronunció en Florencia un elogio de las ciudades. Dijo que las ciudades crecían «porque la gente tiene el gusto de juntarse». Juntarse, encontrarse. Ahora, ¿quién se encuentra con quién? ¿Se encuentra la esperanza con la realidad? El deseo, ¿se encuentra con el mundo? Y la gente, ¿se encuentra con la gente? Si las relaciones humanas han sido reducidas a relaciones entre cosas, ¿cuánta gente se encuentra con las cosas? El mundo entero tiende a convertirse en una gran pantalla de televisión, donde las cosas se miran pero no se tocan. Las mercancías en oferta invaden y privatizan los espacios públicos. Las estaciones de autobuses y de trenes, que hasta hace poco eran espacios de encuentro entre personas, se están convirtiendo ahora en espacios de exhibición comercial. El shopping center, o shopping mall, vidriera de todas las vidrieras, impone su presencia avasallante. Las multitudes acuden, en peregrinación, a este templo mayor de las misas del consumo. La mayoría de los devotos contempla, en éxtasis, las cosas que sus bolsillos no pueden pagar, mientras la minoría compradora se somete al bombardeo de la oferta incesante y extenuante. El gentío, que sube y baja por las escaleras mecánicas, viaja por el mundo: los maniquíes visten como en Milán o París y las máquinas suenan como en Chicago, y para ver y oír no es preciso pagar pasaje. Los turistas venidos de los pueblos del interior, o de las ciudades que aún no han merecido estas bendiciones de la felicidad moderna, posan para la foto, al pie de las marcas internacionales más famosas, como antes posaban al pie de la estatua del prócer en la plaza. Beatriz Solano ha observado que los habitantes de los barrios suburbanos acuden al center, al shopping center, como antes acudían al centro. El tradicional paseo del fin de semana al centro de la ciudad, tiende a ser sustituido por la excursión a estos centros urbanos. Lavados y planchados y peinados, vestidos con sus mejores galas, los visitantes vienen a una fiesta donde no son convidados, pero pueden ser mirones. Familias enteras emprenden el viaje en la cápsula espacial que recorre el universo del consumo, donde la estética del mercado ha diseñado un paisaje alucinante de modelos, marcas y etiquetas. La cultura del consumo, cultura de lo efímero, condena todo al desuso mediático. Todo cambia al ritmo vertiginoso de la moda, puesta al servicio de la necesidad de vender. Las cosas envejecen en un parpadeo, para ser reemplazadas por otras cosas de vida fugaz. Hoy que lo único que permanece es la inseguridad, las mercancías, fabricadas para no durar, resultan tan volátiles como el capital que las financia y el trabajo que las genera. El dinero vuela a la velocidad de la luz: ayer estaba allá, hoy está aquí, mañana quién sabe, y todo trabajador es un desempleado en potencia. Paradójicamente, los shoppings centers, reinos de la fugacidad, ofrecen la más exitosa ilusión de seguridad. Ellos resisten fuera del tiempo, sin edad y sin raíz, sin noche y sin día y sin memoria, y existen fuera del espacio, más allá de las turbulencias de la peligrosa realidad del mundo. Los dueños del mundo usan al mundo como si fuera descartable: una mercancía de vida efímera, que se agota como se agotan, a poco de nacer, las imágenes que dispara la ametralladora de la televisión y las modas y los ídolos que la publicidad lanza, sin tregua, al mercado. Pero, ¿a qué otro mundo vamos a mudarnos? ¿Estamos todos obligados a creernos el cuento de que Dios ha vendido el planeta a unas cuantas empresas, porque estando de mal humor decidió privatizar el universo? La sociedad de consumo es una trampa caza-bobos. Los que tienen la manija simulan ignorarlo, pero cualquiera que tenga ojos en la cara puede ver que la gran mayoría de la gente consume poco, poquito y nada necesariamente, para garantizar la existencia de la poca naturaleza que nos queda. La injusticia social no es un error a corregir, ni un defecto a superar: es una necesidad esencial. No hay naturaleza capaz de alimentar a un shopping center del tamaño del planeta.

9 de enero de 2007

El imperiolismo hoy

Nota de MIS-XXI

El capitalismo es un animal salvaje indomesticable. Esto sirve para refutar a los que se tildan de izquierda democrática tan sólo porque aprenden a convivir con la fiera, al igual que esos buzos que se enjaulan para estudiar a los tiburones.

Decir que Latinoamérica avanza hacia la izquierda es una bufonada a la luz de los insulsos cambios sociales, económicos y políticos que gobiernos como los de Argentina y Brasil han logrado.

La mentira organizada sigue su curso: más sofisticada; más agresiva. El poder del Imperio ha cambiado de estrategia: ya no es político; es económico. Frente a él, hasta el pobre Bush resulta ser una marioneta, la mejor, por supuesto, pero marioneta, al fin y al cabo.

Lea este discurso del profesor Atilio Borón, pronunciado en la CátedraChe Guevara’ en Buenos Aires, remitido a nosotros el 8 de enero de 2007 por nuestro corresponsal Oscar Delgado, y si al final tiene algo que decir en contra. Mucho agradeceríamos su valiosa contribución. Y si está de acuerdo, contribuya a su propagación que, entonces, mucho le agradecerá la humanidad y la sociedad del futuro.

Atentamente,

Octavio Quintero

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El imperialismo está más vivo que nunca

Atilio Borón

Yo voy a hablarles un poco de cuál es la situación del imperialismo contemporáneo, que es un fenómeno que tenemos que examinar y seguir muy de cerca, muy cuidadosamente, para contrarrestar todo el discurso con el cual nos bombardean permanentemente sobre la globalización, o las tesis de algunos autores con los cuales me he enemistado, como Hardt y Negri, que, a mi manera de ver, pertenecían hace muchos años a la izquierda europea, sobre todo Toni Negri, y que sufrieron una confusión teórica impresionante, al punto tal que sacaron un libro en el año 2000, que se llama Imperio, cuya tesis central es que la edad del imperialismo se terminó, que ya no hay más imperialismo. La tesis del libro dice: hay imperio, pero sin imperialismo.

Y esto parece un juego de palabras, ¿verdad? Yo me dediqué a estudiar muy cuidadosamente este texto de más de 400 páginas, y escribí un pequeño ensayo, que después se publicó como libro, criticando esa tesis. Pero si yo traigo a colación esta polémica con Hardt y Negri, que va a seguir, porque ahora sacaron otro libro en el que dicen cosas peores, más horrorosas todavía. Se llama GlobAL, con las dos últimas letras en mayúscula, por América Latina. Y hacen en este libro un análisis, fundamentalmente sobre tres gobiernos: Lula, Chávez y Kirchner. Y el punto de partida es que los tres gobiernos son lo mismo, con lo cual estoy totalmente en contra.

Uno puede decir que Lula y Kirchner tienen cierto parentesco, que no hay que exagerarlo demasiado tampoco... Lula, por lo menos, en cuanto a la génesis de su gobierno, los movimientos sociales que estaban detrás de su gobierno, el papel del PT, podría decir uno que no es lo mismo que lo de Kirchner, pero hay un aire de familia, son primos.

Pero el fenómeno del chavismo es completamente diferente, es un fenómeno que tiene raíces sociales mucho más profundas y se ha planteado una radicalización del proceso político, que es impensable en la Argentina de Kirchner y en el Brasil de Lula.

Entonces, estos autores han entrado en esa cosa de la confusión. Y uno dice, bueno, pero, ¿cómo es que autores tan importantes se confunden tan gruesamente como para decirnos que hay imperio pero que no hay imperialismo? Si nosotros salimos a la calle y le preguntamos a cualquier persona, que no hace falta que sea universitario, ¿qué nos va a decir? Pero, ¿cómo que no hay imperialismo, si acá, fijate en Argentina siguen mandando los grandes bancos, los grandes monopolios?

¿Por qué no tenemos horario de verano en Argentina? ¿Se acuerdan? Tal vez los más jóvenes no lo recuerden, pero aquellos como yo, o como algunos que hay acá, que ya pasamos varios veranos, nos acordamos que llegaba el verano y para economizar luz, se hacía un cambio de hora.

¿Por qué no se hace más eso? ¿Cuándo se acabó? Se acabó en la época de Menem. ¿Por qué? Porque los dos monopolios que manejan el suministro de energía eléctrica en Argentina le dijeron a Menem que había que conservar la hora de invierno en el verano, porque si no se pierden 60 o 70 millones de dólares por año y las compañías no están para perder plata. Así que eso de venir a decirnos que no hay imperialismo, es algo como decir que el sol no existe, que lo tapamos con el dedo, no lo vemos y se acabó el imperialismo.

El imperialismo está más vivo que nunca, más agresivo que nunca, más violento que nunca. Si no, pregúntenle a los iraquíes, pregúntenle a los palestinos en la franja de Gaza, pregúntenle a los de El Líbano, pregúntenle antes a los cosovares, a los albaneses, a toda la gente de los Balcanes, pregúntenle a los afganos, pregúntenle a Chávez, pregúntenle a los mexicanos.

¿Ustedes saben cuántos mexicanos mueren en esa frontera por año? Mueren en un año más de mil veces todos los que murieron tratando de cruzar el muro de Berlín: más o menos unos 300 mexicanos por año mueren tratando de cruzar la frontera norte. En el muro de Berlín, en treinta y pico de años murieron 35 personas, más o menos. Está mal, no tendría que haber muerto ninguno, pero fijémonos cuál es la proporción. Y ahora, el Imperio se cierra. Van a construir una muralla, una cosa de locos. Son 1.200 kilómetros de muralla... ¿de qué habla eso?

Pero, bueno, entonces, ¿por qué autores tan importantes como esta gente, como Hardt, como Negri, de repente se olvidan de que existe el imperialismo? Creo que eso obedece a que hay una crisis ideológica muy profunda en la izquierda.

Hay gente de izquierda que dice que ya no hay más izquierda y derecha, ahora hay realistas y (...). Realista es un presidente como Lula, o un presidente como Ricardo lagos, en Chile, donde hizo un “milagro”... pero no Lagos, perdón, sino la Concertación Chilena, es decir, todos los gobiernos que vinieron después de la caída de Pinochet lograron transformar a Chile, que era, junto con Uruguay, Costa Rica y Argentina, uno de los cuatro países con mayor nivel de equidad en la distribución del ingreso en América Latina, en uno de los cuatro más desiguales de América Latina, junto con Brasil, Guatemala y Honduras. ¿Ustedes llamarían de izquierda a un gobierno que hace eso? A mí no me entra en la cabeza.

Si hay algo que distingue a la izquierda de la derecha es la búsqueda inclaudicable, por parte de la izquierda, de una sociedad justa, de una sociedad igualitaria. Si yo tengo un gobierno que se dice de izquierda y transforma, o “reformatea”, para usar un lenguaje de las computadoras, a la estructura social chilena, convirtiéndola en una de las más desiguales e injustas de América Latina, no podemos decir que ese gobierno es de izquierda.

O cuando Lula declaró, por ejemplo... ustedes habrán visto esto en los diarios hace dos semanas... cuando él decía: “yo no sé por qué la prensa de la derecha me ataca tanto, si nunca como bajo mi gobierno los bancos y los ricos ganaron tanto dinero”. Eso dijo Lula con total candor e ingenuidad. Pero estaba confesando que estuvo cuatro años gobernando para que los ricos fueran más ricos y los bancos ganen más dinero.

Los bancos brasileños, en el año 2004, tuvieron la tasa de ganancia más extraordinaria de toda la historia escrita de Brasil. Más de 180 años de registros bancarios, de los réditos de los bancos: nunca ganaron tanto como en el 2004. Y en el 2005 volvieron a ganar igual. Llamar a eso un gobierno de izquierda, a mí me parece que revela una confusión muy grande.

Gobierno de izquierda en América Latina... para no meterme en esto, que sería otro tema, pero, bueno, tiene que ver con el imperialismo... gobierno de izquierda en América Latina, hasta ahora, salvo nuevas noticias, algo que yo no me haya enterado en esta última hora de viaje, es Cuba, Venezuela y Bolivia.

El resto son gobiernos “centroides”, con una retórica, por momentos, izquierdista, izquierdizante, pero no son gobiernos de izquierda.

El caso, por ejemplo, de Kirchner en Argentina. La Argentina ya salió de la convertibilidad. Pero yo les pregunto: ¿salió del neoliberalismo? ¿Seguimos teniendo empresas privatizadas? Seguimos. ¿Tenemos algún control sobre las empresas privatizadas? Ninguno.

Ni siquiera podemos tener horario de verano y horario de invierno. ¿Sabemos cuánto exporta Repsol de la Argentina? No sabemos. ¿Saben por qué no sabemos? Porque depende de lo que Repsol nos dice que exporta. Y no sabemos cuánto petróleo extraen, del petróleo de Argentina, que se agota en ocho o nueve años, porque lo único que sabemos nosotros es lo que Repsol declara que extrajo de petróleo.

¿Y por qué eso? Porque no hay Estado. Porque se han desmantelado las agencias estatales de control y, por lo tanto, ellos nos pueden decir que sacan 100 y sacan 200. Lo que va a hacer Repsol es lo que hicieron todas las empresas y todos los monopolios que han pasado por Argentina, desde hace mucho tiempo. Como La Forestal, que devastó los montes de Chaco y Santiago del Estero.

Una vez que terminan de sacar todo, se van. Lo que hicieron los españoles con la mina de Potosí, un cerro gigantesco, el cerro más rico: sacaron toda la plata y dejaron el agujero ahí. Y acá van a hacer exactamente lo mismo.

Entonces, ya no está la convertibilidad, ya no está el uno a uno, pagamos la deuda al Fondo Monetario Internacional, porque el Fondo nos pidió que se la pagáramos, pero Argentina sigue inmersa en el neoliberalismo, lo mismo que Brasil, lo mismo que Chile, lo mismo que Uruguay.

Fíjense ustedes el caso de Uruguay, que es un caso muy interesante. Tabaré Vázquez llegó en medio de una enorme excitación de la población uruguaya, porque parecía que finalmente se iba a cambiar de rumbo, que se iba a iniciar un nuevo recorrido. Tabaré gana las elecciones y lo primero que hace es enviar a Danilo Astori, su ministro de economía, a Washington, a negociar con el FMI el paquete económico del Frente Amplio. Y cuando Danilo Astori vuelve con esa negociación, recién ahí llama a la CNT, el Congreso Nacional de los Trabajadores del Uruguay, y les dice: “bueno, ahora sentémonos a conversar, pero en los márgenes que ya fueron acordados con el FMI”. El acuerdo con el Fondo tiene primacía absoluta. Y así está el Uruguay.

Evidentemente, esto revela que las ligaduras del imperialismo son todavía muy fuertes, que la crisis ideológica es muy fuerte, y que eso revela una serie de confusiones. Confusiones que, por ejemplo, hicieron que, ya entrando directamente en tema, el imperialismo desapareció de la escena. Se empieza a hablar en los últimos cuatro o cinco años.

Pero durante los ´90 y finales de los ´80, no solamente en Argentina, en toda América Latina, y yo diría en todo el mundo, la palabra imperialismo había desaparecido del léxico cotidiano. Ustedes pueden hacer una prueba hoy muy fácil. Pongan la palabra imperialismo en internet y traten de buscar libros, artículos, y van a ver que son todos anteriores al ´83, ´84, o posteriores al 2000.

Hay un hueco como de 15 años durante el cual de ese tema no se habla. Se empieza a hablar de otra cosa. ¿Qué cosa? La globalización.

¿Qué es la globalización? Yo tengo una pequeña definición. Es la fase superior del imperialismo. La globalización no es el fin del imperialismo, es un nuevo salto del imperialismo, al cual me voy a referir ahora. Es un cambio del imperialismo clásico hacia un imperialismo de nuevo tipo.

El imperialismo está y más que antes. Pero la palabra desapareció. Recién volvió a aparecer, porque, bueno, los hechos son tozudos y a la larga tiene que volver a aparecer, porque el mundo está sometido a una estructura imperialista, porque los Estados Unidos desempeñan un papel esencial en esa estructura y, sobre todo en América Latina, nos guste o no nos guste, lo nombremos o no lo nombremos, el animal existe. Y reapareció.

Uno podría decir: “bueno, pero, ¿por qué desapareció?” Desapareció, primero, como producto de cambios muy importantes que tuvieron lugar en la escena internacional. Desapareció porque en los años ´80 y ´90 el avance del neoliberalismo fue arrollador. Esto queda muy claro en 1989, cuando se derrumba el muro y un par de años después, desaparece la Unión Soviética. Es decir, lo que había sido el gran eje de confrontación económica, política, ideológica, militar, a lo largo de gran parte del siglo XX, desaparece por completo.

A partir de ahí, se llega a la conclusión de que desaparecida la Unión Soviética, el imperialismo, que era, según algunos autores, un fenómeno meramente militar, no tiene más razón de ser. Los hechos mostraron que sí tenía razón de ser y de que las raíces del fenómeno imperialista son raíces económicas, que se manifiestan en el terreno político, en el terreno militar y, sobre todo, en el terreno de las ideas.

Por eso, Fidel, hace ya unos cuantos años, viene haciendo una convocatoria para librar una gran batalla de ideas, porque si el imperialismo y la derecha tienen la organización que hoy tienen en el mundo, es porque ha logrado hacer prevalecer sus conceptos, sus ideas, sus creencias, sus categorías de análisis, sobre el conjunto de la población, a partir de un martilleo constante sobre la opinión pública, que nos ha convencido, por ejemplo en Argentina.

Pregúntense por qué fue tan fácil llevar a cabo el remate de las empresas públicas. Porque tuvimos a Neustadt y Grondona durante 20 años martillando incesantemente todas las semanas, dos horas a la semana, que ese era el camino para el progreso económico y social de la Argentina.

Porque los grandes medios de comunicación se plegaron a eso. Porque se hizo carne la idea de que el Estado era un pésimo administrador y de que el Estado era ineficiente. Y ahora vemos que las compañías no son mucho mejores que el Estado. Cualquiera de ustedes que viaje hoy en tren de La Plata a Buenos Aires, no creo que note alguna diferencia. Pese a eso, el neoliberalismo, con su gran victoria ideológica, logró hacer que nosotros adoptáramos, aún aquellos que eran críticos del neoliberalismo, logró hacer que adoptáramos sus concepciones.

Esa desaparición del fenómeno del imperialismo, por suerte se empezó a corregir. Y entonces habría que preguntarse por qué razones, cuando reaparece el debate sobre el imperialismo, que si me apuran un poco, les digo que fue en el 2000, porque es el año en que se publica el libro de Hardt y Negri, “Imperio”...

Yo creo que hay tres razones por las cuales aparecen algunas concepciones que tienden a confundir las cosas en ese momento. Si bien había una gran tradición de análisis sobre el fenómeno del imperialismo a principios del siglo XX, si ustedes recuerdan, los grandes autores que estudiaron el fenómeno del imperialismo fueron Lenin, Bujarin, Rosa Luxemburgo, Hilferding, toda una pléyade de pensadores marxistas que, alrededor de la primera guerra mundial, produjeron algunos de los mejores textos sobre la estructura económica imperialista del mundo.

Sin embargo, cuando reaparece la problemática del imperialismo hace pocos años atrás, esos textos fueron dejados de lado. ¿Por qué? Por tres razones, como dije antes.

Primera razón: porque en la concepción clásica... vamos a llamar concepción clásica a la concepción desarrollada en aquellos años... el fenómeno del imperialismo era considerado una expansión o una prolongación de la crisis del capitalismo. O sea: había crisis del capitalismo en los países avanzados, por lo tanto, ¿qué hacían los capitales? Se desplazaban rápidamente hacia la periferia del mundo capitalista y buscaban ahí realizar operaciones comerciales de altísimo nivel de rentabilidad que les permitía resolver las crisis que tenían en Alemania, en Francia, en Inglaterra, en Italia. Eso fue el discurso predominante durante la primera guerra mundial.

¿Qué pasa después de la segunda guerra mundial? Pasa algo insólito para los anales del estudio del imperialismo. Y es que el imperialismo continuó su marcha, pero ya sin necesidad de crisis económicas en los países centrales. Si hay una gran marca que diferencia el fenómeno del imperialismo antes o después de la segunda guerra mundial, es que si antes de la segunda guerra mundial el imperialismo estaba asociado con una crisis económica en los países avanzados, después de la segunda guerra mundial el fenómeno se reproduce en el contexto del mayor crecimiento económico jamás registrado por las economías capitalistas en toda su historia.

Es un golpe, una puñalada al corazón de la teorización clásica del imperialismo. Resulta ahora que ya el imperialismo no puede ser concebido como salido de una crisis, porque no hay ninguna crisis. El famoso fenómeno de la “onda larga”, que le llaman los historiadores económicos, la onda larga del desarrollo capitalista que arranca en el ´48 y dura hasta el ´73. 25 años de altas tasas de crecimiento económico en prácticamente todos los países del mundo capitalista, tanto en la periferia como en los países centrales. Ahí se produce el primer gran quiebre de la teorización clásica del imperialismo. ¿Fue el único quiebre? No: hubo dos más.

El segundo quiebre era que se decía, en la teorización clásica, que el resultado inevitable de las rivalidades ínter imperialistas era la guerra. Y por eso, la primera guerra mundial se puede describir adecuadamente como una guerra en la que se enfrentan potencias capitalistas con afán imperialista, como Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica, que disputan el reparto del mundo.

¿Qué es lo que pasa después de 1945? Después de 1945, se acaban las guerras ínter imperialistas. Ya no hay más guerra entre Francia y Alemania, entre Alemania e Italia, entre Austria y Alemania... Sencillamente, las guerras ahora son de ricos contra pobres. Las guerras son de las potencias imperialistas contra los pueblos subalternos.

Entonces, de vuelta: lo que era una moneda corriente en la teorización clásica del imperialismo nos obliga a revisar esa teorización. No podemos ahora nosotros efectuar un análisis de la política internacional o de la economía mundial, esperando ver el momento que estalle la guerra entre Francia e Inglaterra.

¿Por qué? Porque son socios en la estructura imperialista mundial, donde, si hay guerra, es contra los países pobres. Y la guerra se hace de muy diversas maneras. No solamente disparando balas. Se hace con políticas de población, con políticas de la industria farmacéutica... Hay una gran cantidad de mecanismos mediante los cuales se combate a los pueblos coloniales o neocoloniales. Este es el segundo elemento que puso en crisis la teoría. ¿Cómo explicamos el fenómeno del imperialismo si tenemos ahora una situación en la cual se acabó la rivalidad de las potencias imperialistas?

Y el tercer elemento es el tema de la expansión geográfica del capitalismo. ¿Qué quiere decir esto? En las teorías clásicas del imperialismo se decía que un elemento esencial para comprender la dinámica del imperialismo estaba dado por la existencia de regiones atrasadas, pre capitalista, que caían presas de la voracidad y de la rapacidad de las grandes potencias capitalistas.

Es decir, los fenómenos de franceses, belgas, portugueses e ingleses repartiéndose el Africa, portugueses metidos en Asia meridional apropiándose de Macao, igual que los ingleses apropiándose de Hong Kong, los holandeses apropiándose de lo que hoy es Indonesia, y así sucesivamente. Entonces, en la teorización clásica se decía que la vitalidad del capitalismo estaba dada por la existencia de vastas regiones atrasadas pre capitalistas.

Pero ocurre que con la revolución rusa y la constitución de lo que en aquel momento se llamó, de manera un poco laxa, el campo socialista, a partir de 1945, y agréguenle ustedes a esto la revolución china de 1949, se acabó el espacio geográfico para la expansión capitalista.

Y el imperialismo siguió su curso. O sea: demostró tener la capacidad de sobrevivir al agotamiento del espacio físico en el cual imponer sus condiciones. Siguió su curso y después, a partir del colapso de la Unión Soviética, se abre un ancho campo de oportunidades en la Unión Soviética, en China... en China, nada menos, que equivale a la cuarta parte de la población mundial, y sobre todo, porque el capitalismo comenzó a transformar en esferas productivas.. o, mejor dicho, no en esferas productivas, sino en esferas de rentabilidad, sectores de la vida económica y social que nunca habían estado antes bajo la égida de la mercantilización. Fundamentalmente, la tierra y los servicios públicos.

Si ustedes miran las propuestas de los economistas más de derecha de la década de los ´40 o los ´50, ninguno les decía que había que privatizar los servicios públicos, porque esas eran consideradas áreas intangibles, al margen, de una operación de especulación capitalista. Sin embargo, hoy se han privatizado prácticamente todos los servicios públicos en la gran mayoría de los países.

Entonces, tenemos estos tres elementos que hablan de la crisis profunda en la cual entraron las teorizaciones clásicas. Y eso explica por qué, de repente, aparecen algunos autores como Hardt y Negri, que mencionaba anteriormente, que dicen que se acabó el imperialismo. Hay imperio, pero el imperio, para ellos, ¿qué es? Es un régimen de soberanía global. Somos todos soberanos. Todos los países. El imperio no tiene centro ni tiene periferia. Esto es absurdo.

El imperio tiene un centro, irreemplazable, que es Estados Unidos. Sin los Estados Unidos, el imperialismo se derrumba como un castillo de naipes. Hoy, Estados Unidos es el componente esencial e irremplazable de la cultura imperialista mundial. Ustedes hagan un esfuerzo de imaginación y saquen del mapa a Estados Unidos: ¿de qué manera se sostiene una situación como la de Medio Oriente hoy? ¿de qué manera se sostiene una situación como el sometimiento y la expropiación del pueblo palestino? Sin Estados Unidos, todo eso es impensable.

El mundo de hoy, el sistema imperialista de hoy, el primado del gran capital financiero, es impensable al margen de un estado-nación muy poderoso, que dispone de la mitad de los armamentos del planeta y que impone eso a sangre y fuego. Primero, por las buenas; pero, si por las buenas no convence, lo impone por la fuerza de las armas. Entonces, una estructura completamente nueva.

Colapsa entonces, de la vieja teorización clásica, después vamos a ver qué es lo que queda de aquello, pero, ¿cuáles son las actitudes que hubo ante ese colapso de las teorizaciones clásicas? Yo diría que hubo, básicamente, dos actitudes polares: una actitud, que es la que podemos llamar “la respuesta dogmática”, que dijo: “señores, no hay nada nuevo bajo el sol, esto es lo mismo que había antes, no hay ninguna novedad, estamos en presencia del mismo fenómeno, el imperialismo fue, es y será una esencia inmutable”. Esta es una concepción anti marxista por excelencia, porque esencializa un fenómeno que es un fenómeno histórico.

Si hay algo que Marx enseñó es la historicidad de las formaciones sociales, el permanente cambio de las formaciones sociales. Pensar que hay una esencia intangible, inmutable, del imperialismo, que cien años atrás es igual que hoy, es un pensamiento dogmático, positivista, anti marxista por excelencia.

Sin embargo, un gran sector del pensamiento de izquierda, no solamente en América Latina, dijo: “es lo mismo”. Claro, al decir “es lo mismo”, se privan no solamente del instrumental del análisis, sino se privan de una guía adecuada para luchar contra el imperialismo. Porque es como si yo estoy en una selva y frente a mí tengo a un venado, y digo: “este es un tigre”. O viceversa. Es más peligroso eso: encuentro un tigre y digo: “es un venadito”. No: me mata.

Hay que tener un instrumental analítico adecuado para entender el fenómeno, tenés que conocer muy bien a tu adversario. Y esta desviación dogmática impidió conocer adecuadamente al adversario. Como impidió conocer adecuadamente al adversario, no hubo armas estratégicas para luchar en contra del adversario.

Yo siempre recuerdo esa famosa frase de Lenin: “sin teoría revolucionaria, no hay práctica revolucionaria”. La teoría revolucionaria supone una teoría que describe y explica adecuadamente la realidad. Si esa realidad no la podemos explicar, no nos podemos oponer. Ni podemos proponer una fórmula superadora.

Por eso me pareció interesante tu intervención, diciendo. “bueno, a ver, ¿qué es lo que tenemos enfrente, con Kirchner? ¿cómo lo caracterizamos adecuadamente? Porque si se lo caracteriza mal... no hay peor enemigo que aquel que está mal caracterizado, porque junto a un enemigo mal caracterizado no hay arma que valga. No tenemos el instrumental adecuado. Entonces, primera respuesta, la respuesta dogmática: “esto es lo mismo de siempre, no hay que preocuparse”.

La segunda respuesta, que se ubica en las antípodas, es la respuesta de los desertores, o de los renegados, como les llaman, es decir, gente que fue de izquierda durante mucho tiempo, que de repente no supo asimilar el impacto de la transformación epocal del capitalismo. Y al no saberlo asimilar, dijeron: “bueno, estábamos equivocados, realmente el capitalismo no es tan malo como pensábamos, el imperialismo sí, pero es un fenómeno que tiene sus matices”.

Y terminan en una postura de claudicación, puestos de rodillas, asimilando el discurso del imperialismo, desde una perspectiva de izquierda. El caso más claro es el de estos autores que les mencioné recién, Hardt y Negri, que hacen suya la visión del mundo que tiene la derecha. Cuando la derecha viene diciendo, hace veinte años, que no hay más imperialismo, de repente aparecen estos dos señores desde la izquierda, diciendo que es cierto, que no hay más imperialismo. Esto es un síntoma de la derrota, de una derrota catastrófica, que esta gente no puede asimilar.

Y lo que yo digo es que hay que buscar una alternativa a estas dos posiciones, no quiero decir ni una tercera vía, ni una tercera posición, porque son dos términos muy cargados políticamente. La tercera vía de Tony Blair no me gusta. La tercera posición tampoco me convence mayormente, porque no es tal cosa. Pero sí hay que buscar un camino intermedio entre la actitud dogmática de decir: “nada cambió”, y la actitud de los que dicen: “cambió todo y el capitalismo es ahora el final de la historia”.

Si ustedes leen a algunos autores, como, por ejemplo, Ernesto Laclau, que fue en algún momento un personaje importante en la izquierda argentina, con una práctica política importante en este país, junto con Abelardo Ramos y otra gente, hace 30 años pensaba de otra manera.

Como piensa él hoy es, por ejemplo, que este modelo democrático que tenemos, lo más que se puede hacer es profundizarlo, pero nada mas. O sea, su propuesta de transformación social es lo que él llama la radicalización de la democracia, que es tener un régimen representativo un poco más representativo, un régimen democrático más institucional. Pero se olvidó, por completo, o más que se olvidó, lo reprimió a lo más profundo del inconsciente, como dirían los psicoanalistas, de que esta democracia es una dictadura de clase, que el estado democrático es un estado de dictadura con modales cortesanos, donde a la gente no se la reprime como antes, pero donde las decisiones fundamentales no se toman democráticamente. Ninguna decisión fundamental.

Les pregunto a ustedes: ¿qué información tuvieron y cuál fue la incidencia de ustedes en la discusión sobre si la Argentina tenía que privatizar todas sus empresas públicas o no? Cero. Ni siquiera nos informaron. ¿Qué poder de decisión tuvimos nosotros para decir cómo salimos de la convertibilidad? Cero. ¿A quién se le preguntó sobre si hay que pagarle 10.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional y cancelar la deuda? A nadie. Cero.

¿A quién se le preguntó si ustedes querían un régimen de jubilación privada, como las AFJP, o querían quedarse en el Estado? Cero. Si seguimos diciendo, entonces, que esto es una democracia... y, bueno, mejor es mirarnos al espejo y vernos las caras de tontos que tenemos. Esto no es una democracia.

Estoy dando una pelea muy fuerte, desde la teoría, y no sólo desde la teoría, sino en general, planteando que países como Argentina, como Chile, como Brasil, no son democracias, son oligarquías.

Este sería otro tema muy largo. Hay un artículo mío que va a salir ahora, pronto, en una revista, que es bastante largo, una revista de pensamiento marxista que sale en Argentina, que es una revista internacional. En este artículo sobre la democracia capitalista, digo que lo que nosotros llamamos democracia capitalista, si le preguntamos al fundador de esta tipología sobre la democracia, que fue Aristóteles, qué diablos es esto, nos diría: “esto no es, de ninguna manera, una democracia, es una oligarquía, una plutocracia”. Pluto es el dios de la riqueza, vendría a significar el gobierno de los ricos.

En el ´89 se votó por el salariazo, la revolución productiva, y miren lo que nos pasó. Con la Alianza se votó por el cambio de rumbo, recuerden la campaña de Chacho, de De la Rúa, de Graciela Fernández Meijide: el cambio de rumbo, el fin del neoliberalismo. Tuvimos más neoliberalismo que nunca. Y después vino el colapso, y el que se vayan todos, y seguimos en lo mismo.

Hablar de esto como si fuera democracia... sí, está bien, se nos permite votar cada dos años, pero en el fondo... se nos permite votar porque lo que nosotros votamos son representantes que van a un lugar que es un “no lugar”. Esta es la verdad: van a un parlamento que no deciden nada. ¿Saben cuántas leyes sacó el parlamento en el 2004? Seis leyes. Para un país como este, que se necesitan diez leyes por día para ordenar cosas y para poner en su lugar algunas cuestiones... y, sin embargo, sacamos seis leyes. Entonces, ¿a quienes elegimos?

El presidente, ¿qué poder de decisión tiene? Y, en algunos temas, sí, pero en otros, no. El ministro de economía o el presidente del Banco Central en Argentina, tienen mucho más poder que Kirchner. Esto es importante que nos lo grabemos en la cabeza. ¿Por qué? Porque ellos son los engranajes de una maquinaria internacional. Y no solamente en Argentina.

Ustedes saben que Frey Beto, que fue confesor, es amigo de Lula, lo escondió a Lula cuando los militares lo perseguían en la década de los ´80. Cuando Lula llega al gobierno, en el 2002, le entrega la dirección del programa Hambre Cero. Y le dice: “quiero que 100 millones de brasileros coman 3 veces por día al final de mis primeros cuatro años de gobierno”.

Ese fue el discurso inaugural de Lula, cuando asume. Y le confió eso a Frey Beto. Frey Beto estuvo dos años. Al cabo de dos años, se fue, renunció, dio un portazo y escribió un libro fulminando a la dirigencia política del PT, al Estado brasileño, un poco salvándolo a Lula, pero también le pegaba mucho.

¿Por qué? Y, porque Lula le decía al ministro de hacienda, Palochii: “necesito dinero para el programa Hambre Cero”. Y Palochi le respondía: “no, no te lo doy, no tengo”. Y eso no era cierto, sí lo tenía. ¿Por qué decía eso Palochi? Porque detrás de Palochi está el gran capital financiero internacional. Y detrás de Lula están su mujer y sus cinco hijos. Esa es la verdad. No hay nadie. No existen.

Como Lula desistió de convocar a una gran movilización popular para sostener una política de izquierda, enfrentado a estos grandes tigres del sistema internacional, le hicieron “así” a Lula y fíjense lo que le pasó: Lula estuvo a punto de perder las elecciones, producto de que se puso de rodillas, pensando que de rodillas lo iban a tratar mejor. No. Pregúntense a quién respetan más los Estados Unidos, ¿a un país que está de rodillas, como la Argentina durante mucho tiempo bajo Menem, o a Cuba? A Cuba. Que es un paisito pequeño, en comparación con Argentina.

Estados Unidos y los imperialistas desprecian a los obsecuentes, a los genuflexos, a los que se ponen de rodillas. Lula se puso de rodillas. Argentina no está tan de rodillas, pero a veces hay una tendencia del gobierno a arrodillarse demasiado. Esta gira de Kirchner por Nueva York fue muy desafortunada. Ir a golpear la campanita esa... ahí están todos los grandes estafadores, tahúres, embusteros mundiales, están en la bolsa de Nueva York. El 95% de todo el dinero que se transa por día en la bolsa de valores de Nueva York son operaciones especulativas.

Y cuando digo especulativas, digo que son operaciones que buscan perjudicar a la enorme mayoría de la población mundial que no tiene dinero. Está dicho no por mí, sino por las revistas del mundo de los negocios norteamericanos. Entonces, ir ahí y decir, como dijo él, no sé en qué momento, cómo lo sacó, cuando dijo: “jamás debimos habernos ido de este lugar”.

De ese lugar, primero, Argentina nunca se fue porque siempre estuvo ahí como deudora, como sujeto de toda clase de operaciones especulativas, de saqueo, de bandidaje, de pillaje, de confiscación... y después, que por ese lado no vamos a avanzar gran cosa. Pero esto revela un poco la fragilidad de esas figuras que nosotros elegimos “democráticamente” para representarnos y que son figuras menores.

Y termino con esto, porque si no, no vuelvo más al tema: si ustedes analizan las más importantes decisiones, en materia económica, en los países de América Latina, se toman, primero, en este eje del mal, que es el eje Nueva York-Davos. Este es el eje del mal, terrible. Pobre Bin Laden, al lado de estos tiburones que hay acá, es una maestra de jardín de infantes. Les digo realmente. Estos tipos, y para que vean que parte es broma, pero es una manera de decirlo, porque no me banco la bronca, esta gente es responsable de que cada día mueran 100.000 personas, de hambre o de enfermedades prevenibles.

Y este dato no crean que es una alucinación mía, sino que pueden consultarlo en la FAO, en varios informes de Naciones Unidas, en el PNUD, de la UNICEF, que dan el número de muertes por día, es decir, que cada año desaparecen más o menos unos 37 millones de personas. Eso es lo que esta gente liquida por año. Una Argentina que desaparece por año, producto de las políticas económicas que decide esta gente.

Estos son los que, cuando se reúnen en Davos todos los años, y ahí van nuestros gobernante como perritos falderos, son los tipos que deciden que hay que privatizar, hay que des regular, hay que abrir el mercado de capitales, hay que hacer esto, hay que hacer lo otro, hay que acabar con la selva amazónica. Son ellos los que deciden eso. Primer nivel: el eje del mal.

Segundo nivel: Washington D.C. ¿Por qué? Porque estas decisiones de estas grandes empresas requieren una fuerza armada capaz de imponerlas y una burocracia, una administración imperial.

El país que desempeña hoy esa misión es Estados Unidos, como antes lo hacía Inglaterra, antes de 1930. Por algo Estados Unidos gasta la mitad del consumo mundial en armamento, no es porque a los americanos les guste disparar solamente. Les gusta, sí, pero, aparte de eso, son necesidades objetivas de una administración planetaria del Imperio, que les requiere tener bases...

¿saben cuántas bases y misiones militares tiene Estados Unidos en todo el mundo? Casi 750. ¿Por qué? Porque es un plan de dominación mundial, como dice Chomsky.

¿Por qué Suecia no tiene una sola base militar fuera de su territorio, o Noruega o Dinamarca? Porque esos tipos no tienen un plan de dominación mundial. Estados Unidos es el que ejecuta este plan de dominación mundial de estos bandidos que están en Wall Street y Davos, fundamentalmente. Plan que requiere de un Estado, porque sin Estado eso no se puede imponer.

Tercer nivel de decisión: estos, entonces, aplican las políticas que ellos deciden, primero por la persuasión, compran periodistas... vieron el otro día el escándalo de los periodistas de Miami, uno de los cuales estaba en Córdoba preguntándole a Fidel y resultó que ese tipo estaba pagado por una fundación trucha norteamericana, que es, en realidad, una cara legal del CIA. Estaba pagado para provocar a los cubanos, a los venezolanos, etc. Ellos usan, entonces, la ideología y las armas...

Acá hay un tercer nivel muy importante. El tercer nivel de la cadena imperialista de dominación: las instituciones financieras internacionales. Las más importantes son el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, para América Latina el Banco Interamericano de Desarrollo, y la otra, muy importante a nivel mundial, la Organización Mundial del Comercio. Esos son los tipos que elaboran los programas concretos que tienen que aplicarse en cada uno de nuestros países, una vez que acá se tomó la gran decisión de que vamos hacia ese rumbo.

Pero después ustedes tienen acá una armada de más o menos unos 10.000 economistas, que trabajan en esas cuatro instituciones y que son los que elaboran planes de ajuste y estabilización para cada uno de los países del mundo. Ustedes van al FMI y quieren saber cómo se sale de la crisis en Sierra Leona y ahí va a haber un equipo de técnicos que tienen todo absolutamente preparado, con información de primera mano, que no se consigue no sólo en Sierra Leona... algunos economistas de Argentina me dicen que la información de primerísima mano que produce el Ministerio de Economía, primero se envía a Washington y después se difunde acá. Y esos son los que tienen los planes de ajuste para cada país.

Yo hice una vez una pequeña investigación sobre las reformas universitarias de los años ´80 y ´90 en América Latina, porque eran todas muy parecidas. Y, finalmente, di con un documento del Banco Mundial, hecho por un señor llamado William Eksperton, que elaboró una propuesta sobre cómo deberían ser las universidades reformadas.

Así que después comparé la nueva legislación universitaria en Chile, en Brasil, en Colombia, en Perú, en México, en Uruguay, en Argentina, y son todas calcadas.

¿Por qué? Porque ellos son los que elaboran las propuestas concretas. No solamente hacen el plan económico, hacen el plan educativo, hacen el plan de salud, hacen el plan de la seguridad social. Cumplen un papel importantísimo.

Ahora, ¿son instituciones internacionales, como les llaman acá: instituciones financieras internacionales? No. Son instituciones del Imperio. No dicho por Atilio Borón, sino dicho por uno de los grandes teóricos del Imperio, que este señor, por ahí lo sintieron nombrar en una época, Brzezinski, que fue el chairman del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos en la época de Carter, un súper halcón, y en un libro que publicó hace unos años, que se llama “El Gran tablero Mundial”, dijo: “el Banco Mundial, el FMI, la OMC, son simples extensiones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. No son internacionales de ninguna manera, son nuestras agencias para operar en el plano internacional”.

Y fíjense lo que dijo Lavagna poco antes de renunciar: que la Argentina tenía que sacarse de encima eso de que hacía 15 años que estaba aplicando las políticas del FMI. Y que lo diga Lavagna, no estamos hablando de un dirigente de izquierda.

Todos nosotros, ciudadanos de una supuesta democracia, todavía tenemos tres niveles de decisión en los cuales no tenemos nada que ver.

¿Cuál es el cuarto nivel de decisión? ¿Viene el presidente de la república? No. Vienen dos personajes clave, que son los presidentes de los bancos centrales, el joven Martín Redrado, y los ministros de hacienda o de economía, que son los que tienen la articulación directa con aquellos que elaboran los programas de ajuste, los que renegocian los préstamos, los que atraen las inversiones, los que recomiendan a los inversionistas ir a tal o cual lugar.

Y son ellos los que, después, en última instancia, le comunican la decisión al presidente de la república, que es el personaje que nosotros votamos creyendo, chupándonos el dedo, que estamos eligiendo al “primer magistrado”. En realidad, estamos hablando casi del portero del edificio.

Es el tipo que está en un quinto nivel de decisión. Ese es el que elegimos nosotros.

¿Qué puede hacer? Puede hacer algunas cositas, pero en lo esencial, salvo que se oponga... Chávez se opone, Evo Morales se opone, y si se oponen, se pueden hacer otras cosas... pero si no opone resistencia, es un simple mandadero de los otros cuatro, que le dicen lo que tiene que hacer.

Esta es la estructura real del imperialismo hoy. Si esta es la estructura... yo dije antes que había habido cambios... ¿cuáles son los cambios que hubo en la estructura del imperialismo, que requiere de nosotros una nueva comprensión del fenómeno?

En primer lugar, el fenómeno de la financiarización de la economía internacional. La economía internacional hoy es una economía que está dominada por el capital financiero. Eso quiere decir que este es el sector que comanda el proceso de acumulación a escala mundial.

¿Por qué? Porque la pugna que se dio entre las fracciones de la burguesía, después de la segunda guerra mundial, entre un sector productivo, pónganle la General Motors, la Ford, la Boeing, y los sectores especulativos, se resolvió a favor de los segundos. Quienes lograron eso fueron los gobiernos conservadores de Estados Unidos y Gran Bretaña en la década del ´80: Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Inclinaron el peso del Estado a favor de estos sectores. ¿Cómo lo hicieron? Produciendo la total liberalización de las finanzas internacionales.

¿Y eso qué significó? Que la gente que estaba en el sector productivo, las empresas de este sector, tenía que empezar a competir con empresas dedicadas a la especulación, que podían poner sus capitales a un plazo de cuatro o cinco días y obtener la rentabilidad en el fin de semana y seguir jugando a esta gran timba financiera internacional.

Entonces, ¿cuál es el problema? Que el sector productivo de bienes tenía que luchar contra una tasa de lucro, una tasa de ganancia, muy superior, en un sector meramente financiero y especulativo. Y entonces, cuando iba a obtener préstamos en el sistema bancario para financiar las operaciones productivas, a los tipos les aplicaban una tasa de interés muy elevada, porque si en lugar de invertir en crear una fábrica y esperar la maduración del proceso de inversión durante dos o tres años, se la daban al otro que venía y le pedía plata para timbear, para comprar moneda china o tailandesa, apostando a que en cinco días la cotización sube o baja.

Eso liquida progresivamente al sector productivo, que, además, recibe un golpe de gracia, un golpe muy fuerte don la crisis del petróleo en el año ´74, que hace que haya un proceso recesivo muy fuerte y que haya una corrida hacia el dólar, con lo cual se establece la hegemonía del capital financiero.

Por lo tanto, hoy la rentabilidad de una empresa, que antes se medía en un plazo de cinco años, tiene que medirse en meses. Si en meses no da ganancia, la empresa quiebra. Allí tenemos este fenómeno perverso de la financiarización, que tiene, además, una consecuencia especial para países como la Argentina.

Entonces, tenemos un régimen de liberalización financiera internacional. ¿Qué quiere decir? Que acá cualquier persona puede venir, llegar a Ezeiza una mañana con un millón de dólares, lo juega en la bolsa de Buenos Aires, en el Merval, a las tres de la tarde cierra la bolsa, agarra las ganancias y se va.

Y eso no genera empleo. Ustedes pueden tener indicaciones muy contradictorias de la macroeconomía, por ejemplo: algunos de estos delincuentes de la “city”, los famosos “gurúes”, los Broda, los Melconian, que son todos una manga de bandidos que deberían estar presos en un país serio, igual que Jorge Avila, aquel que predijo que el dólar iba a estar a 12 pesos y provocó un espanto en la pobre gente, a comienzos del 2002, cuando cayó el “corralito”. Y ese tipo está todavía libre, produciendo un daño terrible a mucha gente.

Esos tipos miran la cotización del Merval y dicen que la economía va bien, porque hubo tal nivel de operaciones. Pero, ¿y las inversiones? ¿y la generación de empleo? ¿y la creación de riqueza? ¿y el volumen de las exportaciones? Nada.

Porque, igual que lo que pasa en Estados Unidos, que, por ejemplo, baja el desempleo, que es bueno que baje el desempleo, ¿y qué se produce? Una caída en la bolsa de valores de Nueva York. ¿Por qué? Porque la economía de la especulación, producto de la financiarización, no tiene nada que ver con la creación de riqueza ni con la creación de empleo.

Es el cáncer de la economía capitalista contemporánea, que hace que todas estas economías estén en una situación de permanente recesión, o semi recesión. Los europeos están desde comienzos de los años ´80 en una situación recesiva, con tasas de desempleo del 10%. Estados Unidos tuvo un pequeño “boom” a principios de los ´90, con Clinton, igual que en Argentina con Menem, y después se cayó. ¿Por qué? Porque esto es negocio para muy pocos e impide establecer un horizonte de rentabilidad al capital, en el cual pueda moverse el capitalista.

Una última cifra, para no agobiarlos: en 1945 la relación entre el sistema financiero y el total de las exportaciones mundiales era de 5 a 1. Hoy es más de 500 a 1. Es decir, el capital financiero internacional equivale a 500 veces el total de las exportaciones de todos los países del planeta. Evidentemente, las distorsiones que hay son gigantescas. Y eso provoca una tendencia recesiva permanente de la economía. Segundo elemento fundamental, entonces, que caracteriza al nuevo imperialismo por contraposición al viejo, más allá de las semejanzas: primero, la hipertrofia financiera; segundo, el rol central de Estados Unidos.

En tercer lugar, la existencia de nuevos instrumentos de dominación imperialista, que antes no existían. Fundamentalmente, la dominación por el lado cultural, por el lado ideológico. ¿Cómo se expresa eso? Se expresa a través del gran despliegue de los medios de comunicación de masas, casi inexorablemente controlados por los sectores monopólicos de cada uno de nuestros países. Los grandes medios de comunicación de masas, aquí, en Chile, en Bolivia, en Brasil, están controlados por un puñado de grandes oligopolios.

Y, además, hay un hecho fundamental: en un mundo cada vez más dominado por los medios audiovisuales y por las imágenes, el 75% de las imágenes que circulan por el mundo, son imágenes producidas en Hollywood. Con lo cual se establece un patrón de referencia, que hace que toda la gente quiere ser como son los norteamericanos, asumiendo, con una enorme ingenuidad, que los norteamericanos son como los muestran en las películas.

El noerteamericano real es Homero Simpson. Esa es la verdadera sociedad norteamericana. De verdad se los digo: yo he vivido ocho años y en cinco ciudades norteamericanas, así que conozco como la palma de mi mano ese país. Homero Simpson y su familia y su entorno vecinal, es la verdadera sociedad norteamericana.

Pero Hollywood produce el 75% de las imágenes que se ven en todo el planeta. Ahora, hay un dato interesante. ¿Alguno de ustedes vio alguna vez una película producida en la India? Nadie. Yo viví un tiempo en Inglaterra y ahí pude ver unas poquitas, dos o tres. Pero resulta que India es el mayor productor de largometrajes del mundo. Fíjense qué interesante. Pero no circulan fuera de la India.

No es cierto que Hollywood se impone porque es el que más produce. No. La India produce muchas más películas que Hollywood. Sin embargo, ¿quién vio una película india? ¿Qué quiere decir esto? Red de control de circulación de las ideas. Porque detrás de las imágenes, están las ideas y está la proyección de una sociedad ideal.

Cualquiera que vea las series norteamericanas de hoy, va a ver a un negro dándole órdenes a un blanco, a una mujer dándole órdenes a un hombre. Eso no existe en la sociedad norteamericana. Se los puedo decir yo con toda seriedad. O sea, eso es el desiderátum, es el modelo que se exhibe, pero es un instrumento de socialización ideológica, que no estaba antes, en la época en que el imperialismo lo dominaban los ingleses, lo más que se hacía era establecer un patrón cultural muy laxo, que no tenía el impacto fenomenal que tienen hoy las nuevas tecnologías de comunicación. Y eso está totalmente controlado por Estados Unidos.

El otro elemento es el elemento ideológico-económico. El auge de los economistas, como profesión crucial en la administración de los Estados tiene que ver con esta nueva fase del imperialismo, cosa que no antes era así.

En la época del imperialismo clásico, la profesión fundamental era la de abogado. Inclusive, un gran economista inglés, como Keynes, nunca fue un personaje de primer nivel en el Reino Unido, siempre fue un personaje secundario. Los más importantes eran los embajadores, los diplomáticos, casi siempre abogados, pero abogados del Imperio.

Con el nuevo imperialismo, el papel de los economistas pasa a ser fundamental. ¿Por qué? Porque a través de la manipulación económica, del control económico, se domina a los países. Entonces, estos son los nuevos elementos culturales e ideológicos financieros.

Termino, entonces, diciendo que estamos en presencia de un fenómeno que requiere ser abordado muy seriamente, que tiene muchos elementos de continuidad con el pasado, pero que requiere un abordaje nuevo para darle atención a estas nuevas realidades.

No se puede combatir al imperialismo, simplemente volviendo a recitar las tesis clásicas de Lenin, de Rosa Luxemburgo, de Bujarín, o de cualquier autor de aquella época. Pero cuidado: lo que estos autores dijeron sigue siendo muy importante, sólo que, a diferencia de aquella época, ahora ya no basta con eso, porque ellos no pudieron jamás prever este desarrollo fenomenal de las finanzas internacionales, ni pudieron jamás prever que Estados Unidos se iba a convertir en el gendarme del mundo, y que iba a acabar las guerras ínter imperialistas.

Así que es necesaria una actitud de búsqueda, de análisis concreto de la realidad concreta, para ver los elementos novedosos del imperialismo, que no alcanzan a disimular la estructura opresiva que el imperialismo tiene sobre pueblos y naciones de todo el mundo. El imperialismo sigue siendo el gran enemigo de los pueblos. Esos 100.000 tipos por día que mueren son víctimas todos los días del imperialismo.

Presten atención a esto: hay una ciudad, Durvan, una ciudad muy importante en Sudáfrica. Hace poco hubo un congreso mundial de sociología ahí. Me encontré el otro día con un colega que estuvo, un brasileño. Durvan es una ciudad que debe tener dos millones y medio, tres millones de habitantes, es una de las más importantes de Sudáfrica y Sudáfrica es un país que está muy bien comparativamente con los estándares africanos. Presentaron una investigación: el 70% de las mujeres de Durvan son HIV positivo.

Africa está siendo exterminada silenciosamente por el HIV y los laboratorios no quieren que se produzcan genéricos para combatirlo con cócteles especiales antivirales o retrovirales. ¿Se dan cuenta? Es una salvajada lo que está ocurriendo. Claro, no van y los ametrallan, no los meten en una cámara de gas, como hizo Hitler, pero matan mucho más gente que Hitler. 37 millones de muertos en un año equivalen a seis veces los judíos que exterminó Hitler en la segunda guerra mundial en seis años. Ellos lo hacen en un año, seis veces. Es una monstruosidad lo que está pasando.

Y, sin embargo, vemos estas actitudes ambiguas, complacientes, que no saben muy bien, que el imperialismo no, que hablemos de la interdependencia, que son todas maneras de no decir las cosas francamente. Y la misión de un científico social, mucho más la de un científico social de izquierda, es decir lo que es, decir la verdad y señalar la mentira. Y la verdad y la mentira son las, que a mi manera de ver, les expuse ahora.

Bueno, hagamos un intercambio de preguntas, comentarios, no sé, lo que quieran...