22 de diciembre de 2008

Del derecho a ser libre

OCTAVIO QUINTERO
22 – 12 - 08

Dentro del incipiente proceso epistolar sobre un nuevo diálogo por la paz entre las FARC y un grupo de intelectuales colombianos, la combativa líder costarricense, Leda Méndez, me hace llegar la carta que los subversivos remiten, a través de la agencia de noticias Ancón, a los promotores de la idea, encabezada por un notable pensamiento del Libertador que me sirve de introito a la columna presente:
“Aun cuando sean alarmantes las consecuencias de la resistencia al poder, no es menos cierto que existe en la naturaleza del hombre social un derecho inalienable que legitima la insurrección”: SIMÓN BOLÍVAR.
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Pensar que este gobierno que ya llegó al cohecho para hacerse reelegir en el 2006, se incline ante normas legales, constitucionales y democráticas es perder el tiempo.
Creo que hasta risa debe causar en el Sanedrín uribista el argumento ese de que el decreto que convocó el Congreso a extras al filo de la media noche en que terminaban las sesiones ordinarias, es irregular.
A Uribe y sus secuaces, que para lograr la reelección en el 2006 taparon la boca de los medios de comunicación con toneladas de plata vía publicitaria; acallaron a acartonados periodistas con promesas de futuros goces diplomáticos e incurrieron, incluso, en cohecho sobornando a los parlamentarios, eso de una simple extemporaneidad les importa un bledo.
Eso de que el impulsor del referendo haya atropellado la sintaxis en la redacción del “articulito” que propendía por la reelección de Uribe en el 2010, podrá corregirse en el examen de constitucionalidad que tendrá que hacer una Corte uribistas que, seguramente, corregirá el lapsus diciendo que la intención del elector primario era la reelección inmediata del presidente Uribe, y no en el 2014 como, seguramente, por darse ínfulas, le quedó finalmente redactado al sabiondo de Luis Guillermo Giraldo.
En síntesis, si Uribe quiere hacerse reelegir en el 2010 irá hasta las últimas consecuencias, literalmente hablando. Apelará, como ya lo hizo en su primera elección y posterior reelección, y por ejemplo, a todas las formas de lucha.
Un gobierno que ya arrasó con los contrapesos que soportan la praxis democrática, retarlo a una lucha democrática es no sólo un contrasentido sino una especie de aullido a la luna.
Personalmente me encantaría que Uribe se presentará a la reelección en el 2010 a ver si el pueblo, ya consciente de su equivocación, refrenda en las urnas lo que, así haya sido de alguna manera forzada decidió en el 2002 y rubricó en las elecciones del 2006. Sería como aplicar ese viejo dicho que dice “las cosas se deshacen como se hacen”, lo que, por demás, le evitaría a los colombianos seguir vertiendo su sangre y ofrendando sus vidas en el altar de la fementida Seguridad Democrática.
Y me gustaría que estuviera en esa contienda porque de llegar a ganar la segunda reelección sería un nuevo atropello a la democracia, a juzgar por lo que vemos desde ya en la forma agresiva, marrullera, ilegal e inconstitucional como se hizo aprobar subrepticiamente el referendo en la plenaria de la Cámara.
Yo encuentro de lógica que si un gobierno se perpetúa en el poder atropellando la democracia, ese tal gobierno no es democrático y moralmente no estaría en condiciones de condenar en los demás las formas de lucha que desarrollen para buscar arrebatarle el poder.
La historia reciente de Colombia, de los años 50 del siglo pasado en adelante, que muchos hemos vivido y a otros apenas se les oculta en el primer recodo de la vida, no comporta atrocidades tan enormes ni atropellos tan grandes a la democracia, como los vividos en estos aciagos años del gobierno de Uribe.
Tumbar el régimen… Tumbar a Uribe, ya no resulta una incitación a la subversión, a la revolución o a la conspiración, conductas ciertamente punibles en lo político cuando el que ostenta el poder respeta en lo mínimo la democracia, sino un acto de supervivencia social que justificaría cualquier forma de lucha con tal de echar fuera al tirano.
El 2010 con Uribe como candidato nos dirá si este bendito país puede consolidar la lucha política e ideológica en las urnas o si definitivamente lo que se sigue es abriendo espacios y justificando acciones para la lucha armada.
Por eso me gustaría que Uribe nos torciera hasta el punto de quiebre el pescuezo porque parece ser la única forma en que este pueblo colombiano podrá reaccionar y coger camino hacia el socialismo del siglo XXI en el que ya llevan bastantes kilómetros adelante Brasil, Argentina, Chile, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua, entre los que recuerdo a mano alzada, y CUBA, por supuesto.

13 de diciembre de 2008

Obama: lo mismo con los mismos

OCTAVIO QUINTERO
13-12-08

Lo primero que ha hecho Obama como manifestación del poder que asumirá próximamente es apuntalar la continuidad del modelo neoliberal emprendido en la administración Reagan y profundizado hasta la saciedad en la administración Clinton quien, a propósito, pasa a ser el más vivo ejemplo de esa paradoja filosófica que en el desespero de los malos resultados de la Selección Colombia acuñara el técnico Francisco Maturana: “Perdiendo también se gana”.
Me resultó profética la columna publicada el 20-09-08 en los medios virtuales que me acogen cuando al concluir el primer debate televisivo entre Obama y McCain dije que (…) “ los gobiernos latinoamericanos que van por la senda del Socialismo del Siglo XXI no debieran esperar mucho del relevo presidencial que se avecina en Estados Unidos. Gane quien gane, Obama o McCain, el sistema capitalista del Imperio es la esencia del Estado”.
Tras su triunfo, Obama ha exaltado las virtudes y cualidades de McCain en grado extremo y ha emprendido un acercamiento con los republicanos sorprendente con lo que me aproxima a otro aserto que aventuré en la misma columna:
(…) “Las campañas políticas en Estados Unidos no se libran en términos ideológicos, como se están librando las batallas políticas en estos momentos en países como Venezuela, Ecuador y Bolivia que cabalgan en el ojo del huracán con sus reformas políticas y sociales. (…) “Las sucesiones presidenciales en Estados Unidos son como los cambios de guardia en el Palacio de Buckingham: sólo ceremonia”.
Al dar a conocer los primeros nombramientos de la gente que le acompañará, Obama rubrica su apoyo irrestricto al modelo neoliberal, el mismo que lo exaltó a la Presidencia del Imperio con la más alta aportación económica que el capitalismo haya hecho por candidato alguno.
Eso también lo subrayé en la columna del 25-11-08 en la que observé que los nombramientos de Obama en el campo económico recaían en profesos neoliberales que con sus decisiones dieron la largada al recreo capitalista que sume hoy al mundo en la más profunda crisis y recesión económica de que se tenga historia desde la Gran Depresión.
La verdad es que la historia podrá juzgar a Bush como responsable de haber acometido una guerra como la de Irak, sin justa causa y, también, por haberse inventado la teoría de la “guerra preventiva” para ensañarse contra todos aquellos que no estuvieran con él, bajo la acusación de terroristas.
Pero en el campo económico, quien acuse a Bush de ser el responsable de la quiebra del sistema financiero, seguido ahora con la quiebra de las grandes insignias del capitalismo empresarial de todos los tiempos, está poco informado en asuntos de teoría y praxis económica. Con Bush o sin Bush, el colapso era inevitable porque, como lo dice, repite y replica hasta la saciedad el profesor Eduardo Sarmiento, el error del modelo está es en la teoría al considerar que la mano invisible del mercado blande al mismo tiempo la espada de Damocles como para dar a cada quien lo que necesita para llevar una vida digna.
Es lamentable el comienzo de Obama. Lamentable, por supuesto, para quienes esperábamos que el hito histórico de su elección no se circunscribiera tan sólo al cambio de color en la piel de los presidente Estadounidenses, sino al cambio también del modelo económico neoliberal que ha expoliado a los países en desarrollo y a los pobres del mundo en los últimos 20 años a niveles inconcebibles en un mundo civilizado.
Cuando uno ve que la economía de los próximos años en el mundo va a estar dirigida por neoliberales conocidos de autos como Lawrence Summers y Robert Rubin, pues, no le queda más que convenir que en los Estados Unidos de Obama seguirán los mismos con las mismas.
De momento y por lo visto, quienes esperaban que Obama nombrara un equipo económico profundamente renovado para emprender lo que algunos también esperaban que fuera un nuevo “New Deal”, en realidad se han quedado con los crespos hechos.

9 de diciembre de 2008

Del idiotismo inútil

OCTAVIO QUINTERO
09 – 12 - 08

El sindicalismo colombiano no ha podido superar el paternalismo empresarial con que nació, creció y se desarrolló en los años de la Guerra Fría, cuando los empresarios del mundo occidental, junto con la Iglesia Católica y los gobiernos, estimulaban, y en veces hasta forzaban la creación de sindicatos con el fin de impedir la sindicalización de los trabajadores en los sindicatos “comunistas”, que eran todos aquellos que luchaban por la jornada laboral de ocho horas, por las prestaciones sociales, las cesantías, las primas de servicio, los subsidios a la vivienda y la educación y, en fin, por intentar nivelar en parte su duro esfuerzo con las pingues utilidades de los empresarios, obtenidas merced a la explotación y expoliación de los trabajadores.
De la mano de los empresarios, el gobierno y la iglesia, surgieron en Colombia dos poderosas centrales adscritas igualmente a los dos partidos tradicionales –Liberal y Conservador- que en los 200 años de vida republicana se han repartido el poder, bastantes años a sangre y fuego, y después de los 60, mediante un pacto conocido como Frente Nacional que aún persiste como idea política dominante en el país.
Ahora que los empresarios no temen al comunismo porque lo creen derrotado y extinguido tras la caída del Muro de Berlín, han soltado de la mano a los dirigentes sindicales que tenían de bolsillo y ¡PUM!... al suelo fueron a dar como cae un bebé que apenas comienza a coger equilibrio. Y aparte de soltarlo le han dado su patadita para que la caída sea más aparatosa, incluso, fatal.
Son los lamentables años en que aparte de las 2.500 o más ejecuciones de sindicalistas de que se habla en Colombia en el sólo gobierno de Uribe, han muerto también numerosos sindicatos de base, una estadística que nadie ha levantado pero que si se toma por el porcentaje de trabajadores afiliados a algún sindicato resulta escabrosa.
“Yo ya no quiero ni saber cuantos trabajadores hay sindicalizados en Colombia”, dice el Secretario General de la CGT, Julio Roberto Gómez. Y tiene razón; cuando vemos que apenas unos 900.000 trabajadores, de un potencial de 20 millones se congregan en las cuatro grandes centrales laborales: CGT, CUT, CTC Y CPC, pues, daría hasta vergüenza considerarse uno dirigente sindical de alguna importancia.
Es por eso que el gobierno colombiano hace con el sindicalismo colombiano lo que le da la gana. Tanto más si se encuentra con un sindicalismo lleno de vanidades en su cúpula y de mediocridad en sus mandos medios. Un sindicalismo dividido que la única mirada puesta arriba es a ver qué migajas caen de la mesa de los señores para su posterior rebatiña sindical.
Este martes 9 de diciembre se inician las negociaciones sobre un nuevo salario mínimo legal en el seno de la llamada Comisión Tripartida de Concertación de Políticas Laborales y Salariales que integran el Gobierno, los Empresarios y los trabajadores.
En ese espacio, los trabajadores son convidados de piedra, tanto por la manguala que siempre han formado el gobierno y los empresarios, como por la falta de seriedad en las peticiones de los trabajadores al punto que al final, los que salen peleando entre sí, son los propios representantes del gremio laboral como el año pasado entre la CGT y la CUT, pelea que se ha ahondado, pues, este año de gracia, la CGT no quiso apoyar a la CUT en el paro nacional de noviembre y, como cualquier esquirol, asistió a una convocatoria del presidente Uribe cuando las otras centrales (CUT, CTC y CPC), le habían contestado que no les interesaba conversar con un Presidente que ha tratado tan mal y tan duro al sindicalismo colombiano.
¿Qué va a salir de esa Comisión que alguien muy acertadamente la calificó por estos días como una de las cosas más imbéciles, inocuas e inicuas del país? Nada más que un decreto del gobierno en el que recogerá las recomendaciones de los empresarios y las predicciones de los analistas económicos del séquito oficial para un próximo año que viene sacando chispas por lo que acontece en el campo internacional con la recesión de Estados Unidos y la caída económica de la Unión Europea y por lo visto en Colombia con dos fenómenos de fondo: el efecto de las pirámides en los ingresos de la población de clase media y baja y el efecto invernal que ha dejado estragos en el sector agropecuario como sobremesa de las políticas impulsadas por un ministro de Agricultura y Ganadería que, como decían los abuelos, sabe tan poco del campo que hasta la boñiga lo embiste.
En este escenario de menosprecio sindical y confabulación contra la clase trabajadora del Estado neoliberal, la propuesta de las centrales obreras de un incremento salarial en el mínimo para el año entrante del 15 por ciento, y del 20 para el subsidio del transporte, me recuerda ese pasaje del payaso que se fue donde el dueño del circo a pedirle aumento a lo que el empresario le respondió: “Hasta que por fin me hizo reír este payaso”.

1 de diciembre de 2008

Espionaje a la colombiana

OCTAVIO QUINTERO
01-12-08


¿En qué asesora José Obdulio Gaviria al presidente Uribe? Creo que todo contrato debe tener claramente escritas unas cláusulas en las que se señalan expresamente las obligaciones de las partes.
Si pudiéramos llegar al contrato de José Obdulio con el Estado colombiano, entonces podríamos ver si la conversación con el cónsul en Venezuela, en la que se mostraba tan vivamente interesado en los resultados de las pasadas elecciones, hacía parte de las funciones que se le atribuyen o no.
No creo que exista en derecho la figura contractual en la que pueda suscribirse un contrato entre una entidad pública y un particular con una única cláusula en que se diga “Por el cual se pacta entre las partes que el contratista asesore al contratante en todo lo que se le ocurra al contratista, más lo que se le ocurra al contratante de aquí en adelante y para siempre”.
Y que en dicho contrato no figuren responsabilidades de parte y parte como, por ejemplo, ¿quién responde cuando las ocurrencias de uno y otro, porque aquí no cabe decir del uno o del otro ya que los dos son de unas ocurrencias inmarcesibles, resulten perjudiciales para el pueblo colombiano que en cabeza del presidente Uribe, venimos a ser los contratantes?
En este caso del cónsul valdría la pena investigar ¿quién llamó a quién? ¿José Obdulio al cónsul o el cónsul a José Obdulio? Si fue el asesor, ¿lo llamó en nombre del gobierno colombiano a ver "cómo nos había ido en las elecciones de Venezuela?”.. O lo llamó el cónsul a contarle cómo nos había ido en esas elecciones.
Si lo primero, ¿estaba José Obdulio cumpliendo alguna parte expresa con su función de asesor? Si es así, entonces José Obdulio tiene con el Estado un contrato de espía, cosa que debiera explicársele al pueblo colombiano porque Uribe, hasta donde llegan sus poderes, que no pueden ir más allá de los constitucionales, no es el dueño de este país sino su representante legal, cosa que también tenemos en discusión… pero bueno.
Si la inquietud de José Obdulio era de carácter personal, entonces, ¿estaba llamando al cónsul desde su casa o desde una cabina o de su teléfono particular? Porque no creo que en ese contrato (bueno, hablamos de un contrato lógico), se haya podido establecer legalmente que todos los gastos de este señor, por ejemplo sus llamadas (y se tiene información que es lo de menos), puedan cargarse a costa del contratista, que es nada más ni nada menos que todos nosotros los colombianos.
Vamos al cónsul:
Si fue él quien llamo, ¿por qué a José Obdulio? ¿Por qué no al Canciller que es su jefe inmediato o algún otro superior de la Cancillería? ¿Quién y cuántos colombianos pueden llamar a José Obdulio y hablar con él en la intimidad y la confianza con que le habló el cónsul? ¿Quiere esto decir que José Obdulio, como espía del Estado Colombiano, tiene una red de espías en Latinoamérica, o tan sólo en Suramérica o quizás sólo en Venezuela, con proyecciones a otros gobiernos que a este gobierno “peón del Imperio” le resultan incómodos, como el de Ecuador, para hablar sólo del otro vecino más próximo?
Ojo que este asunto de la conversación del cónsul en Venezuela, celebrando con el nefasto José Obdulio Gaviria un avance de la oposición a Chávez en las últimas elecciones, no es de poca monta.
Es, en mi opinión, reflejos de la intervención de Estados Unidos en Colombia en la que ha ido montando y quiere profundizar su quinta columna para extirpar la incipiente democracia participativa y la economía solidaria que se le oponen al bipartidismo y el capitalismo que han hecho de Norteamérica el epicentro del Imperio.
Este tema, por ejemplo, no fue tocado por el presidente electo Barack Obama. Y resulta tan crucial a nuestros intereses, más que su aplaudida declaración de que en 30 meses habrá retirado todas las tropas de la invasión a Irak.
Quizás para entonces, si seguimos como vamos, las necesite para la invasión a Venezuela o Ecuador, no digamos Colombia, porque ya estamos invadidos y bañados en sangre por nuestras propias manos.