Con frecuencia cito la hermosa composición de don Ramón de Campoamor: “Y es que en el mundo traidor, nada hay verdad ni mentira. Todo es según el color del cristal con que se mira”.
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No se pueden asumir los acontecimientos en Ecuador como un intento de golpe al Presidente Rafael Correa. Es evidente que si esa hubiera sido la intención de los sublevados, alguien hubiera reclamado el puesto del primer mandatario una vez retenido, como sucedió el 11A del 2002 en Venezuela, cuando el empresario Pedro Carmona, que entre otras cosas anda por aquí en Bogotá exiliado, se sintió sucesor accidental de Hugo Chávez.
Lo que pasó en Ecuador, sin más preámbulo, fue una imprudencia del Presidente al confrontar de manera desafiante y altanera (…) “Si me quieren matar ¡mátenme!”, a unos huelguistas que, por demás, eran parte de un cuerpo legalmente armado (la policía).
Ningún presidente que se defina democrático puede confrontar a sus gobernados en la forma en que lo hizo Correa. La democracia, antes que nada, es diálogo y, confrontación también, pero dialéctica.
Cosa distinta es que un Presidente se haga matar por defender la democracia, como lo hizo Allende. Pero es que Correa no estaba siendo atacado, sino que atacó y provocó verbalmente a los huelguistas en su propio terreno.
Correa fue imprudente, y lo demás es historia.
Pero esa imprudencia, fruto de su propia intemperancia, nos acaba de revelar un par de portentosas evidencias políticas que deben marcar los siguientes procesos sociales de los países latinoamericanos: el ladino golpe de Honduras no es replicable. Correa –sin querer queriendo- como diría el Chavo, congregó de inmediato a su alrededor –alrededor de su legítimo gobierno basado en elecciones populares- a todos los mandatarios del continente, incluyendo al de Estados Unidos, que esta vez no manejó el silencio que aplicó al golpe de Honduras, en elocuente evidencia de que las cosas en su “patio trasero” han cambiado.
Ese masivo respaldo que trascendió inclusive las fronteras latinoamericanas, aborta también, quien lo duda, la escalada opositora derechista a Correa y, quizás, lo proyecte en el cargo un buen tiempo más, tal como sucedió con Chávez que indudablemente debe la prolongación de su régimen a la intentona del 11A.
Y otra enseñanza es que los privilegios entronizados en estos países de largo régimen capitalista, dentro del cual y por su propia conveniencia afloran los de las Fuerzas Armadas y de Policía, no se pueden desmontar así como así, sino a través de un largo proceso de cambio hacia una sociedad más justa y más igualitaria, si eso es lo que se busca con lo que Chávez ha dado en llamar, muy bien concebido por demás, el Socialismo del siglo XXI.
En síntesis: ayer intentaban derrocar a Chávez por empezar a desmontar los privilegios empresariales en Venezuela; y hoy, unos miembros del Ejército y la Policía se sublevan contra Correa en Ecuador, por desmontar en parte los privilegios castrenses.

El primer signo real del fin de la humanidad será su desintegración social. A partir de entonces, nada ni nadie podrá hacer nada por salvarla de su extinción final. Tal como se lucha por preservar lo más intacto posible los recursos naturales, el medio ambiente, la flora y la fauna del mundo, debemos luchar por mantener la integración sociaL y la solidaridad entre los seres humanos. ¡ESA ES LA IDEA! HAGÁMOSLE Octavio Quintero
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3 de octubre de 2010
3 de septiembre de 2010
Vuelve el "Bolígrafo"
“Todo pasa y todo queda”, dice Serrat en una de sus aplaudidas interpretaciones extraídas de la pluma del filósofo español Antonio Machado.
Es el caso del llamado “Bolígrafo” (así con mayúscula), expresión con la que se describía en la política colombiana, la conformación de las listas en las jornadas electorales de antes de la Constitución del ’91 que introdujo el llamado “voto preferente”.
En verdad, el voto preferente fue recibido con aplausos en la galería, pues, le daba la oportunidad a los electores de votar por el candidato de sus preferencias, independientemente del puesto que ocupara en la lista del Partido. Era lo contrario del bolígrafo con el que los llamados “Caciques” imponían a sus “guerreros” preferidos, ubicándolos a la cabeza de la lista o en renglones fuera de peligro. Así que los primíparos tenían que empezar de la cola hacia arriba hasta que, al cabo de una larga tarea de “cargar ladrillo”, podían ir subiendo hasta coronar.
Vuelve y juega
El bolígrafo vuelve y juega, enganchado a la reforma política que se está cocinando en la Comisión Primera del Senado en busca de depurar de dineros sucios las elecciones de gobernadores, alcaldes, diputados y concejales del año entrante.
Resulta que el voto preferente, en vez de seleccionar a los mejores y los preferidos del electorado, terminó por imponer en las administraciones seccionales y locales a unos testaferros del poder económico –en su mayoría- que terminaron corrompiendo con tejas, ladrillos, comida y pola a los electores. A tal punto llega la corrupción que ahora las campañas no se miden por las propuestas políticas sino por la cantidad de plata que fulano o zutano tenga disponible para la elección. Es decir, las elecciones hoy en día no se ganan sino que se compran… Y se pagan después con contratos.
Se vende canapé
Se dice también con sarcasmo que cuando el cornudo descubre el engaño de la mujer pone en venta el canapé que servía de tálamo.
Es así. Las autoridades electorales y las de vigilancia y control, que son muchas: la Registraduría, el Consejo Electoral, la Procuraduría, la Fiscalía, el Defensor del Pueblo y las personerías municipales, no pudieron, no quisieron o hicieron manguala con los corruptos y, en vez de meterlos en cintura, lo que se decide ahora es…volver al viejo vicio que intentó corregirse con el voto preferente.
La Unidad Nacional (de aquí en adelante, la aplanadora de Santos), está tan decidida a dar marcha atrás en este campo, que ahora se habla de una reforma política de un solo artículo: la eliminación del voto preferente (o sea el retorno al bolígrafo), con el fin de que pueda surtir los cuatro debates en la presente legislatura; darle los otros cuatro en la legislatura del año entrante y ponerla en vigencia en las elecciones seccionales y locales del 2011.
En este orden de ideas, veremos resurgir también los directorios departamentales y municipales de los distintos partidos, porque de ellos dependerán la conformación de las listas cerradas o únicas, y los avales de las próximas elecciones.
“Caminante no hay camino”, llama esta canción del “Todo pasa y todo queda…
Es el caso del llamado “Bolígrafo” (así con mayúscula), expresión con la que se describía en la política colombiana, la conformación de las listas en las jornadas electorales de antes de la Constitución del ’91 que introdujo el llamado “voto preferente”.
En verdad, el voto preferente fue recibido con aplausos en la galería, pues, le daba la oportunidad a los electores de votar por el candidato de sus preferencias, independientemente del puesto que ocupara en la lista del Partido. Era lo contrario del bolígrafo con el que los llamados “Caciques” imponían a sus “guerreros” preferidos, ubicándolos a la cabeza de la lista o en renglones fuera de peligro. Así que los primíparos tenían que empezar de la cola hacia arriba hasta que, al cabo de una larga tarea de “cargar ladrillo”, podían ir subiendo hasta coronar.
Vuelve y juega
El bolígrafo vuelve y juega, enganchado a la reforma política que se está cocinando en la Comisión Primera del Senado en busca de depurar de dineros sucios las elecciones de gobernadores, alcaldes, diputados y concejales del año entrante.
Resulta que el voto preferente, en vez de seleccionar a los mejores y los preferidos del electorado, terminó por imponer en las administraciones seccionales y locales a unos testaferros del poder económico –en su mayoría- que terminaron corrompiendo con tejas, ladrillos, comida y pola a los electores. A tal punto llega la corrupción que ahora las campañas no se miden por las propuestas políticas sino por la cantidad de plata que fulano o zutano tenga disponible para la elección. Es decir, las elecciones hoy en día no se ganan sino que se compran… Y se pagan después con contratos.
Se vende canapé
Se dice también con sarcasmo que cuando el cornudo descubre el engaño de la mujer pone en venta el canapé que servía de tálamo.
Es así. Las autoridades electorales y las de vigilancia y control, que son muchas: la Registraduría, el Consejo Electoral, la Procuraduría, la Fiscalía, el Defensor del Pueblo y las personerías municipales, no pudieron, no quisieron o hicieron manguala con los corruptos y, en vez de meterlos en cintura, lo que se decide ahora es…volver al viejo vicio que intentó corregirse con el voto preferente.
La Unidad Nacional (de aquí en adelante, la aplanadora de Santos), está tan decidida a dar marcha atrás en este campo, que ahora se habla de una reforma política de un solo artículo: la eliminación del voto preferente (o sea el retorno al bolígrafo), con el fin de que pueda surtir los cuatro debates en la presente legislatura; darle los otros cuatro en la legislatura del año entrante y ponerla en vigencia en las elecciones seccionales y locales del 2011.
En este orden de ideas, veremos resurgir también los directorios departamentales y municipales de los distintos partidos, porque de ellos dependerán la conformación de las listas cerradas o únicas, y los avales de las próximas elecciones.
“Caminante no hay camino”, llama esta canción del “Todo pasa y todo queda…
31 de agosto de 2010
No permitas que te frustren
No permitas que nadie
le diga NO a tus sueños
Sin entrar a analizar qué tanto y en qué dirección ha cambiado Colombia tras la expedición de la Constitución del 91, lo que todavía puede recogerse como ejemplo es la decisiva participación en ese magno evento de los jóvenes, la mayoría estudiantes, que lograron la inclusión de la llamada ‘Séptima Papeleta’ en las elecciones parlamentarias de ese mismo año en que se aprobó la convocatoria de la Asamblea Constituyente.
A esos jóvenes los movió el cataclismo político de los años 80, encendido por el tristemente célebre narcotraficante, Pablo Escobar, que culminó en 1989 con el magnicidio de su líder, Luis Carlos Galán.
“Misión cumplida”, podrían decir los estudiantes de entonces… ¿Y los de hoy, qué dicen?...
Porque resulta evidente que si hoy no levantamos cuerpos de mártires ilustres, sí asistimos al desvelamiento de fosas comunes –la de la Macarena, por ejemplo- con miles de NNs que al igual que Galán, han derramado su sangre por clamar por un país “más justo y más igualitario”, como reza la cantinela electoral.
El triste legado del narcotráfico de los ‘80 nos arropa, y basta mirar al Congreso, untado hasta los tuétanos de “honorables” que han vuelto a asomar su cabeza por encima de la dignidad nacional, alcanzando con el PIN (reducto y herencia de la desvergüenza legislativa que anda por fuera de las cárceles), un escaño en el Consejo Nacional Electoral, aplastando las aspiraciones y el derecho constitucional del único partido declarado en oposición: el PDA.
Es, por demás, un demo bien diciente de la “Unidad Nacional” de Santos que, a diferencia de Uribe, no sólo cuenta con las mismas fuerzas que le empujaron su aplanadora, incluyendo al repatriado Cambio Radical de Vargas Lleras, sino con la doble (hablando en términos mecánicos) del Partido Liberal, sin contar los escarceos políticos, no bien disimulados, de visibles figuras del Polo y los Verdes.
En este vuelo de la Unidad Nacional, a los del Polo debieran encenderles esa alarma de los aviones cuando se aproximan turbulencias: ¡Fasten your belts!
Lástima grande que la Ola Verde, junto con su Girasol, no hayan sido más que flor de un día, al parecer y esto es lo macabro, creación de los medios de comunicación para capitalizar momentáneamente la inmensa inconformidad social que a lo largo de ocho años había acumulado el régimen de Uribe.
Por eso resulta interesante la conmemoración anual que de este símbolo conocido como la “Séptima Papeleta” hace la fundación que lleva su nombre, dedicada a fortalecer el espíritu cívico de las nuevas generaciones y a mantener su compromiso en el debate público.
El asunto es que la presencia de los estudiantes y los jóvenes en la vida nacional no debe circunscribirse solo a esporádicas manifestaciones en las que la violencia, inducida a veces por las mismas fuerzas del orden, termina por imponer la foto de primera página, el video en las pantallas de los noticieros o el perifoneo matutino de los medios radiales.
Los jóvenes tienen otros caminos a su vera que deben transitar en busca del poder que es lo que finalmente mueve toda conducta humana. Entre otros, la Fundación Líderes y Emprendedores que orientan destacados protagonistas de la Séptima Papeleta del 91 (como la periodista Claudia López), quienes con el apoyo de la revista Semana, acaban de concluir el llamado Foro de Bogotá 2010 con una nutrida participación de 1.700 estudiantes universitarios de todo el país.
El próximo encuentro de los universitarios alrededor de esta fundación será en Pereira y ojalá que hasta entonces les acompañe esa estrofa de J. Balvin que les amenizó el cierre en Bogotá cuando dice: “No permitas que nadie le diga NO a tus sueños. Cada vez que te cierren una puerta, que sea gasolina que te impulse a perseguir lo que quieres, siempre hacia arriba”.
le diga NO a tus sueños
Sin entrar a analizar qué tanto y en qué dirección ha cambiado Colombia tras la expedición de la Constitución del 91, lo que todavía puede recogerse como ejemplo es la decisiva participación en ese magno evento de los jóvenes, la mayoría estudiantes, que lograron la inclusión de la llamada ‘Séptima Papeleta’ en las elecciones parlamentarias de ese mismo año en que se aprobó la convocatoria de la Asamblea Constituyente.
A esos jóvenes los movió el cataclismo político de los años 80, encendido por el tristemente célebre narcotraficante, Pablo Escobar, que culminó en 1989 con el magnicidio de su líder, Luis Carlos Galán.
“Misión cumplida”, podrían decir los estudiantes de entonces… ¿Y los de hoy, qué dicen?...
Porque resulta evidente que si hoy no levantamos cuerpos de mártires ilustres, sí asistimos al desvelamiento de fosas comunes –la de la Macarena, por ejemplo- con miles de NNs que al igual que Galán, han derramado su sangre por clamar por un país “más justo y más igualitario”, como reza la cantinela electoral.
El triste legado del narcotráfico de los ‘80 nos arropa, y basta mirar al Congreso, untado hasta los tuétanos de “honorables” que han vuelto a asomar su cabeza por encima de la dignidad nacional, alcanzando con el PIN (reducto y herencia de la desvergüenza legislativa que anda por fuera de las cárceles), un escaño en el Consejo Nacional Electoral, aplastando las aspiraciones y el derecho constitucional del único partido declarado en oposición: el PDA.
Es, por demás, un demo bien diciente de la “Unidad Nacional” de Santos que, a diferencia de Uribe, no sólo cuenta con las mismas fuerzas que le empujaron su aplanadora, incluyendo al repatriado Cambio Radical de Vargas Lleras, sino con la doble (hablando en términos mecánicos) del Partido Liberal, sin contar los escarceos políticos, no bien disimulados, de visibles figuras del Polo y los Verdes.
En este vuelo de la Unidad Nacional, a los del Polo debieran encenderles esa alarma de los aviones cuando se aproximan turbulencias: ¡Fasten your belts!
Lástima grande que la Ola Verde, junto con su Girasol, no hayan sido más que flor de un día, al parecer y esto es lo macabro, creación de los medios de comunicación para capitalizar momentáneamente la inmensa inconformidad social que a lo largo de ocho años había acumulado el régimen de Uribe.
Por eso resulta interesante la conmemoración anual que de este símbolo conocido como la “Séptima Papeleta” hace la fundación que lleva su nombre, dedicada a fortalecer el espíritu cívico de las nuevas generaciones y a mantener su compromiso en el debate público.
El asunto es que la presencia de los estudiantes y los jóvenes en la vida nacional no debe circunscribirse solo a esporádicas manifestaciones en las que la violencia, inducida a veces por las mismas fuerzas del orden, termina por imponer la foto de primera página, el video en las pantallas de los noticieros o el perifoneo matutino de los medios radiales.
Los jóvenes tienen otros caminos a su vera que deben transitar en busca del poder que es lo que finalmente mueve toda conducta humana. Entre otros, la Fundación Líderes y Emprendedores que orientan destacados protagonistas de la Séptima Papeleta del 91 (como la periodista Claudia López), quienes con el apoyo de la revista Semana, acaban de concluir el llamado Foro de Bogotá 2010 con una nutrida participación de 1.700 estudiantes universitarios de todo el país.
El próximo encuentro de los universitarios alrededor de esta fundación será en Pereira y ojalá que hasta entonces les acompañe esa estrofa de J. Balvin que les amenizó el cierre en Bogotá cuando dice: “No permitas que nadie le diga NO a tus sueños. Cada vez que te cierren una puerta, que sea gasolina que te impulse a perseguir lo que quieres, siempre hacia arriba”.
23 de agosto de 2010
Sacando las uñas
Quizás, el presidente JM Santos deba su elección más a Pastrana que Uribe. Quizás, también, ello explica el porqué la alta cuota que “sin querer queriendo”, ha alcanzado en el nuevo gobierno el ex presidente Pastrana.
Es evidente que la nueva administración arranca dominada en partes muy sensibles de la formación de gobierno por la élite pastranista: Juan Carlos Echeverri, en Hacienda; Juan Camilo Restrepo, en Agricultura; Hernando José Gómez, en Planeación y, si nos apuramos, el mismo presidente Santos quien fue su ministro de Hacienda.
En la trama de la política cruzan caminos que sólo la especulación explica y la historia recoge como hipótesis… Nada más.
En ese orden de ideas, al caer el referendo reeleccionista que daba a Uribe una segunda oportunidad de reelección, saltaron del partidor aspiraciones presidenciales que se mantuvieron represadas a lo largo de –y largos- ocho años. Era un manojo de candidatos sedicentes uribistas mientras Uribe mantuviera el cetro… Nada más.
El único realmente uribista hasta los tuétanos –y es aquí donde empieza la trama- era “Uribito”, ese ministro de Agricultura que al cabo del tiempo pocos recuerdan ya por su propio nombre de Andrés Felipe Arias.
Todos los demás; Santos, Noemí y Vargas Lleras tenían –y tienen- su historia antiuribista: Santos le hizo oposición desde el predio liberal hasta que lo reclutó a su cauda; Noemí llegó a decir que elegir a Uribe era elegir a Carlos Castaño (el poderoso paramilitar) y, Vargas Lleras se atravesó como ningún otro a su reelección, al punto de jugarse un retiro anticipado del gobierno, lo que le costó un ojo de la cara, metafóricamente hablando y, literalmente, dos dedos de la mano.
En algún momento de la campaña estos aspirantes tuvieron que llegar a la lapidaria conclusión de que el candidato a derrotar era Uribito, y por nock out en el primer round, si de verdad querían ganarle el pulso a Uribe.
La especulación que sigue es sencilla: si Uribito hubiera ganado la consulta interna del conservatismo a Noemí, es indudable que las fuerzas uribistas se habrían ido con Uribito antes que con Santos… Y, colorín colorado, el cuento para el delfín de El Tiempo, habría terminado.
En el escenario entra entonces Pastrana. Agrupa a sus insobornables generales en torno a Noemí. La lucha se torna cerrada. Casi, casi de hecatombe. Finalmente, en alguna mesa electoral del Valle, precisamente donde el gobernador Abadía jugo su corazón a Uribito y le costó el puesto, a Noemí le aparecieron los “milagrosos” 33 mil votos con los que derrotó al clon.
De aquí en adelante, la historia ya resulta lógica: Uribe- Santos conforman un matrimonio de conveniencia, es decir, a la fuerza y por sólo tres meses que durará la campaña. Por eso, al llegar a la Presidencia, Santos empieza a desprenderse del cohete-madre como las cápsulas espaciales cuando alcanzan la órbita. Ahí se mantendrán algunas formalidades, como resultan ser esos encuentros sociales entre parejas divorciadas… Nada más…
-
Sacando las uñas: Mientras mis asesores están siendo llamados al nuevo gobierno, los de Uribe están siendo llamados a indagatoria: Andrés Pastrana.
Es evidente que la nueva administración arranca dominada en partes muy sensibles de la formación de gobierno por la élite pastranista: Juan Carlos Echeverri, en Hacienda; Juan Camilo Restrepo, en Agricultura; Hernando José Gómez, en Planeación y, si nos apuramos, el mismo presidente Santos quien fue su ministro de Hacienda.
En la trama de la política cruzan caminos que sólo la especulación explica y la historia recoge como hipótesis… Nada más.
En ese orden de ideas, al caer el referendo reeleccionista que daba a Uribe una segunda oportunidad de reelección, saltaron del partidor aspiraciones presidenciales que se mantuvieron represadas a lo largo de –y largos- ocho años. Era un manojo de candidatos sedicentes uribistas mientras Uribe mantuviera el cetro… Nada más.
El único realmente uribista hasta los tuétanos –y es aquí donde empieza la trama- era “Uribito”, ese ministro de Agricultura que al cabo del tiempo pocos recuerdan ya por su propio nombre de Andrés Felipe Arias.
Todos los demás; Santos, Noemí y Vargas Lleras tenían –y tienen- su historia antiuribista: Santos le hizo oposición desde el predio liberal hasta que lo reclutó a su cauda; Noemí llegó a decir que elegir a Uribe era elegir a Carlos Castaño (el poderoso paramilitar) y, Vargas Lleras se atravesó como ningún otro a su reelección, al punto de jugarse un retiro anticipado del gobierno, lo que le costó un ojo de la cara, metafóricamente hablando y, literalmente, dos dedos de la mano.
En algún momento de la campaña estos aspirantes tuvieron que llegar a la lapidaria conclusión de que el candidato a derrotar era Uribito, y por nock out en el primer round, si de verdad querían ganarle el pulso a Uribe.
La especulación que sigue es sencilla: si Uribito hubiera ganado la consulta interna del conservatismo a Noemí, es indudable que las fuerzas uribistas se habrían ido con Uribito antes que con Santos… Y, colorín colorado, el cuento para el delfín de El Tiempo, habría terminado.
En el escenario entra entonces Pastrana. Agrupa a sus insobornables generales en torno a Noemí. La lucha se torna cerrada. Casi, casi de hecatombe. Finalmente, en alguna mesa electoral del Valle, precisamente donde el gobernador Abadía jugo su corazón a Uribito y le costó el puesto, a Noemí le aparecieron los “milagrosos” 33 mil votos con los que derrotó al clon.
De aquí en adelante, la historia ya resulta lógica: Uribe- Santos conforman un matrimonio de conveniencia, es decir, a la fuerza y por sólo tres meses que durará la campaña. Por eso, al llegar a la Presidencia, Santos empieza a desprenderse del cohete-madre como las cápsulas espaciales cuando alcanzan la órbita. Ahí se mantendrán algunas formalidades, como resultan ser esos encuentros sociales entre parejas divorciadas… Nada más…
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Sacando las uñas: Mientras mis asesores están siendo llamados al nuevo gobierno, los de Uribe están siendo llamados a indagatoria: Andrés Pastrana.
4 de agosto de 2010
El legado de Uribe
Dentro de poco terminará oficialmente el gobierno del presidente más popular de todos los tiempos que haya ocupado el solio de Bolívar en Colombia: Álvaro Uribe Vélez. Ese sólo hecho podría catapultarlo a la historia sin más comentarios.
Su legado indiscutido entre sus fan –y el más discutible para mi- es la seguridad democrática, entendida ésta como cada quien quiera entenderla y acomodarla a su propia circunstancia, conveniencia e inteligencia. Una clara definición de esta ‘Seguridad Democrática’ podría ser algo tan maquiavélico y anticristiano como que el fin justifica los medios. Algo que en términos castrenses como los que rigieron al país en estos ocho años que han pasado a llamarse “la era de Uribe”, podría calificarse como el gobierno de… primero los resultados antes que las reglas. Y eso le bastó para pasarse por la faja –como se dice vulgarmente hablando- toda la cultura ética y moral, y la estructura jurídica de este país que acaba de cumplir dizque 200 años de independencia.
Se que no resulta agradable la comparación, pero la despedida que los colombianos del montón le están dando a Uribe, a pesar de los escándalos de sus allegados, de sus familiares y de él mismo, es muy parecida a la despedida bañada en lágrimas que los antioqueños dieron a Pablo Escobar, el capo de capos de todos los tiempos a quien, pese a todo, aún le llevan flores al cementerio y prolongarán su recuerdo más allá de Gardel.
Uribe vivirá en el recuerdo de esos colombianos que hacen perdurable la historia porque la guardan en el corazón y la transmiten con candorosa ingenuidad de boca en boca hasta la eternidad… Pero si alguien pudiera amarrar su existencia a la longevidad de la misma historia podría contar que la gente de su tiempo adoró a Uribe a pesar de…
1.- Haber llegado a la Presidencia en el 2002 combinando todas las formas de lucha, especialmente la armada a manos de paramilitares que ahogaron en sangre a los opositores, cuyas tumbas a cielo abierto apenas empiezan a aflorar.
2.- Haberse tejido la idea de que la muerte “accidental” o el asesinato de otrora cercanos amigos suyos cuyas investigaciones murieron también en las gavetas judiciales (Pedro Juan Moreno, por ejemplo), se debieron a que sabían demasiado.
3.- Haber comprado mediante cohecho una reforma constitucional que le permitió su reelección en el 2006.
4.- El escandaloso enriquecimiento ilícito de sus hijos mediante el uso de información privilegiada, el tráfico de influencias y el favoritismo de autoridades que se plegaron a sus intereses por orden o insinuación del papá-presidente; o mera lambonería subalterna.
5.- Abrir las puertas del Palacio de los Presidentes a mafiosos (el alias Job –que se sepa hasta ahora), entrando por detrás a llevarle información o recibirle órdenes sobre el espionaje que montó contra la oposición, la Corte Suprema de Justicia, los periodistas críticos de su gestión, los sindicalistas inconformes y hasta contra sus propios servidores inmediatos.
6.- El pago de recompensas por manos amputadas como prueba fehaciente de traiciones entre guerrilleros que supera con creces la conquista del Viejo Oeste a manos de los pistoleros gringos.
7.- Las interceptaciones ilegales del DAS que servirán de guiones a los futuros cinematógrafos nacionales e internacionales hasta bien entrada esta centuria del XXI, y que estimularán el masoquismo de futuras generaciones de la misma forma y manera como nos atraen hoy las sangrientas historias judías y su dios protector; las conquistas romanas y, más acá para abreviar, los bombazos de Hiroshima y Nagasaki, el exterminio judío o las clamorosas y a veces glamorosas Brigadas Rojas…
8.- Los escándalos de las yidis-políticas (en plural) para resumir todo lo que fue la profunda corrupción que Uribe inoculó a un Congreso que prometió curar o cerrar.
9.- Los agros-ingresos-seguros (también en plural) para resumir todo el favoritismo clientelista que hasta última hora de su gobierno (literalmente hablando) se practicó.
10.- La entrega total de la soberanía nacional al Imperio estadounidense, prestándose además como pívot para golpear a los vecinos indisciplinados.
La más somera puntualización de la era Uribe resultaría extensa y no queda más que poner punto final en cualquier parte, en tratándose como es el caso, de una mera columna periodística.
Pero sería bueno –finalmente- preguntarle a los hombres sabios si en su inteligencia se explican la adoración popular a Uribe por parte de un pueblo que deja en el más alto desempleo del continente latinoamericano; con la pobreza manifiesta en uno de cada dos colombianos; con los enfermos muriéndose a la puerta de los hospitales por falta de atención médica; con una diáspora de 5 millones de desplazados; 30 millones de pordioseros viviendo de “Familias en Acción” y del Sisbén; ciudades como su propia Medellín en poder de las mafias o la Cali de hoy bañada en sangre.
Quisiera preguntarle a quien sepa responderme si la seguridad democrática de la que tanto se ufana no le dio ni para salir de Palacio a vivir en paz con su familia, como lo hicieron todos sus antecesores, y tener que refugiarse en un bunker de la policía con dos anillos de seguridad a su alrededor para que sólo tengan acceso al ex presidente los mismos que le rodearon como presidente que no fueron propiamente los colombianos de mayor pudor… de los que también habrá que abrir capítulos anexos a la historia de Uribe para que las futuras generaciones no se pierdan ni un detalle del candidato a la inmortalidad.
Mientras no se me explique este contrasentido, seguiré creyendo que el poeta Epifanio Mejía, el mismo que compuso ese hermoso himno antioqueño que dice (…) “llevo el hierro entre las manos porque en el cuello me pesa”, tenía razón cuando en sus atardeceres se paraba en el balcón de su casa en Yarumal diciendo… “Todos estamos locos, dice la loca, qué verdad tan amarga dice su boca”.
Su legado indiscutido entre sus fan –y el más discutible para mi- es la seguridad democrática, entendida ésta como cada quien quiera entenderla y acomodarla a su propia circunstancia, conveniencia e inteligencia. Una clara definición de esta ‘Seguridad Democrática’ podría ser algo tan maquiavélico y anticristiano como que el fin justifica los medios. Algo que en términos castrenses como los que rigieron al país en estos ocho años que han pasado a llamarse “la era de Uribe”, podría calificarse como el gobierno de… primero los resultados antes que las reglas. Y eso le bastó para pasarse por la faja –como se dice vulgarmente hablando- toda la cultura ética y moral, y la estructura jurídica de este país que acaba de cumplir dizque 200 años de independencia.
Se que no resulta agradable la comparación, pero la despedida que los colombianos del montón le están dando a Uribe, a pesar de los escándalos de sus allegados, de sus familiares y de él mismo, es muy parecida a la despedida bañada en lágrimas que los antioqueños dieron a Pablo Escobar, el capo de capos de todos los tiempos a quien, pese a todo, aún le llevan flores al cementerio y prolongarán su recuerdo más allá de Gardel.
Uribe vivirá en el recuerdo de esos colombianos que hacen perdurable la historia porque la guardan en el corazón y la transmiten con candorosa ingenuidad de boca en boca hasta la eternidad… Pero si alguien pudiera amarrar su existencia a la longevidad de la misma historia podría contar que la gente de su tiempo adoró a Uribe a pesar de…
1.- Haber llegado a la Presidencia en el 2002 combinando todas las formas de lucha, especialmente la armada a manos de paramilitares que ahogaron en sangre a los opositores, cuyas tumbas a cielo abierto apenas empiezan a aflorar.
2.- Haberse tejido la idea de que la muerte “accidental” o el asesinato de otrora cercanos amigos suyos cuyas investigaciones murieron también en las gavetas judiciales (Pedro Juan Moreno, por ejemplo), se debieron a que sabían demasiado.
3.- Haber comprado mediante cohecho una reforma constitucional que le permitió su reelección en el 2006.
4.- El escandaloso enriquecimiento ilícito de sus hijos mediante el uso de información privilegiada, el tráfico de influencias y el favoritismo de autoridades que se plegaron a sus intereses por orden o insinuación del papá-presidente; o mera lambonería subalterna.
5.- Abrir las puertas del Palacio de los Presidentes a mafiosos (el alias Job –que se sepa hasta ahora), entrando por detrás a llevarle información o recibirle órdenes sobre el espionaje que montó contra la oposición, la Corte Suprema de Justicia, los periodistas críticos de su gestión, los sindicalistas inconformes y hasta contra sus propios servidores inmediatos.
6.- El pago de recompensas por manos amputadas como prueba fehaciente de traiciones entre guerrilleros que supera con creces la conquista del Viejo Oeste a manos de los pistoleros gringos.
7.- Las interceptaciones ilegales del DAS que servirán de guiones a los futuros cinematógrafos nacionales e internacionales hasta bien entrada esta centuria del XXI, y que estimularán el masoquismo de futuras generaciones de la misma forma y manera como nos atraen hoy las sangrientas historias judías y su dios protector; las conquistas romanas y, más acá para abreviar, los bombazos de Hiroshima y Nagasaki, el exterminio judío o las clamorosas y a veces glamorosas Brigadas Rojas…
8.- Los escándalos de las yidis-políticas (en plural) para resumir todo lo que fue la profunda corrupción que Uribe inoculó a un Congreso que prometió curar o cerrar.
9.- Los agros-ingresos-seguros (también en plural) para resumir todo el favoritismo clientelista que hasta última hora de su gobierno (literalmente hablando) se practicó.
10.- La entrega total de la soberanía nacional al Imperio estadounidense, prestándose además como pívot para golpear a los vecinos indisciplinados.
La más somera puntualización de la era Uribe resultaría extensa y no queda más que poner punto final en cualquier parte, en tratándose como es el caso, de una mera columna periodística.
Pero sería bueno –finalmente- preguntarle a los hombres sabios si en su inteligencia se explican la adoración popular a Uribe por parte de un pueblo que deja en el más alto desempleo del continente latinoamericano; con la pobreza manifiesta en uno de cada dos colombianos; con los enfermos muriéndose a la puerta de los hospitales por falta de atención médica; con una diáspora de 5 millones de desplazados; 30 millones de pordioseros viviendo de “Familias en Acción” y del Sisbén; ciudades como su propia Medellín en poder de las mafias o la Cali de hoy bañada en sangre.
Quisiera preguntarle a quien sepa responderme si la seguridad democrática de la que tanto se ufana no le dio ni para salir de Palacio a vivir en paz con su familia, como lo hicieron todos sus antecesores, y tener que refugiarse en un bunker de la policía con dos anillos de seguridad a su alrededor para que sólo tengan acceso al ex presidente los mismos que le rodearon como presidente que no fueron propiamente los colombianos de mayor pudor… de los que también habrá que abrir capítulos anexos a la historia de Uribe para que las futuras generaciones no se pierdan ni un detalle del candidato a la inmortalidad.
Mientras no se me explique este contrasentido, seguiré creyendo que el poeta Epifanio Mejía, el mismo que compuso ese hermoso himno antioqueño que dice (…) “llevo el hierro entre las manos porque en el cuello me pesa”, tenía razón cuando en sus atardeceres se paraba en el balcón de su casa en Yarumal diciendo… “Todos estamos locos, dice la loca, qué verdad tan amarga dice su boca”.
16 de julio de 2010
El concierto de Santos apenas comienza
Uno pudiera llamar locos a unos espectadores que en el preámbulo de un concierto empezaran a aplaudir la templada de los instrumentos.
Hay mucho entusiasmo mediático con el nombramiento de Juan Camilo Restrepo en el Ministerio de Agricultura; como hay mucho entusiasmo, también mediático, con el acercamiento de Petro a Santos sobre la base de comprometer al nuevo Presidente con una política de tierras que resarza a los campesinos de la vieja deuda que desde los lejanos años de sus ancestros aborígenes hasta hoy, los dueños del establecimiento han venido acumulando con ellos.
Me supongo que el entusiasmo de los opinantes mediáticos se debe más a la emoción personal y grupal que sienten por las nuevas caras en los carros oficiales, que en el caso de Juan Camilo proviene de otro trono, el de Pastrana (Hijo), que va pasando a la historia con más pena que gloria.
Si alguien con buen juicio nos dice que el desempeño de Juan Camilo como ministro de Hacienda fue bueno, obviamente desde el punto de vista social, en lógica esperemos también que sea bueno su ejercicio, socialmente hablando, como ministro de Agricultura.
En esos términos sociales de Juan Camilo como ministro de Hacienda, podríamos recordar que enfrentó la caída del UPAC (Unidad de Poder Adquisitivo Constante) decretada por la Corte Constitucional con ponencia del magistrado, José Gregorio Hernández, con la creación de otro UPAC (la UVR: Unidad de Valor Real), que hoy tiene a los deudores hipotecarios tan ensartados en una deuda sin fin como lo estaban antes; y que diseñó un plan de rescate financiero que le costó al Estado unos 12 billones de pesos de 1998, en vez de haber diseñado un plan de rescate social de los deudores hipotecarios que habría logrado con la mitad de lo que le costó el financiero.
Es difícil entusiasmarse con un neoliberal en el Ministerio de Agricultura, adelantando una política social agraria que por necesidad tiene que basarse en subsidios agrícolas y créditos de fomento (para los campesinos, se sobreentiende), que precisamente es lo que ha mandado a recoger el neoliberalismo en estos últimos 20 años, a pedido del FMI, el Banco Mundial y la OMC. Retornar a esa política, sería romper con la ortodoxia económica impuesta por estos organismos, y no creo que el entusiasmo llegue a tanto.
El caso Petro-Santos alcanza la misma connotación por el lado de Santos: un neoliberal que ha hecho neoliberalismo desde el inicio mismo desde su ya lejana carrera burocrática. No se por qué dicen que lo adoran en la Federación de Cafeteros ya que, en su ejercicio como representante de Colombia ante la OIC (Organización Internacional del Café), Estados Unidos le dio el golpe de gracia a esa organización que mantenía la estabilidad de los precios por fuera de la especulación del mercado. La OIC era a los países cafeteros, y Colombia era alternativamente con Brasil el primer país cafetero del mundo, como lo es hoy en día la OPEP a los países petroleros.
Si uno admite que Petro es inteligente (y Petro es inteligente), no se entiende entonces por qué se acerca a Santos dizque a que le compre el discurso de tierras. Eso es como comprar un tiquete al infierno y esperar ir al cielo. A no ser que Petro ande más bien en busca de un interés particular y haya puesto de mampara esta solemne y maltratada bandera social.
En su columna de El Tiempo (15-07-10), Hommes da unas puntadas muy sutiles sobre la difícil tarea que le espera a Juan Camilo, especialmente en el orden legal, si es que quisiera entregar parte de las tierras en poder de los narcos y los paramilitares a los campesinos.
En sus propias palabras, lean: (…) “La solución no es solamente un reto jurídico, sino que se ha convertido en un problema político porque los grandes propietarios temen que con ella se le abra un boquete al derecho de propiedad (que en Colombia ha sido mucho más sagrado que la vida). No se augura, entonces, que el Congreso facilite una solución. Pero si alguien puede lograrlo es Santos durante su luna de miel, porque cuenta con una mayoría abrumadora. Si a lo anterior se le suma que el ministro a cargo es un prestigioso conservador con aspiraciones presidenciales, es mayor la probabilidad de éxito del proyecto. Si este se traduce efectivamente en un programa exitoso de distribución de tierras a los campesinos con adecuado respaldo técnico y financiero, puede llevar a Restrepo a la Presidencia en un futuro”.
Y ahí es donde se equivoca Hommes. Nadie en Colombia ha llegado a la Presidencia porque lo quieran los campesinos, sino porque lo imponen a conveniencia los empresarios, entre quienes están, y por supuesto, los terratenientes con esa reverencia tan sagrada a la propiedad privada que hizo que en 1978 impusieran a Turbay por encima de Lleras Restrepo, a quien ya le habían revocado su reforma agraria mediante el Acuerdo de Chicoral con el que le pagó Pastrana (padre) todo lo que hizo, hasta robarse las elecciones, para que él fuera Presidente.
Colofón: cito con frecuencia a un locutor argentino que cuando la pelota pega en el palo y la gente se levanta a celebrar, con el mismo entusiasmo con que venía narrando la jugada le dice a los fanáticos: “no lo griten, no se besen no se abracen”…
Hay mucho entusiasmo mediático con el nombramiento de Juan Camilo Restrepo en el Ministerio de Agricultura; como hay mucho entusiasmo, también mediático, con el acercamiento de Petro a Santos sobre la base de comprometer al nuevo Presidente con una política de tierras que resarza a los campesinos de la vieja deuda que desde los lejanos años de sus ancestros aborígenes hasta hoy, los dueños del establecimiento han venido acumulando con ellos.
Me supongo que el entusiasmo de los opinantes mediáticos se debe más a la emoción personal y grupal que sienten por las nuevas caras en los carros oficiales, que en el caso de Juan Camilo proviene de otro trono, el de Pastrana (Hijo), que va pasando a la historia con más pena que gloria.
Si alguien con buen juicio nos dice que el desempeño de Juan Camilo como ministro de Hacienda fue bueno, obviamente desde el punto de vista social, en lógica esperemos también que sea bueno su ejercicio, socialmente hablando, como ministro de Agricultura.
En esos términos sociales de Juan Camilo como ministro de Hacienda, podríamos recordar que enfrentó la caída del UPAC (Unidad de Poder Adquisitivo Constante) decretada por la Corte Constitucional con ponencia del magistrado, José Gregorio Hernández, con la creación de otro UPAC (la UVR: Unidad de Valor Real), que hoy tiene a los deudores hipotecarios tan ensartados en una deuda sin fin como lo estaban antes; y que diseñó un plan de rescate financiero que le costó al Estado unos 12 billones de pesos de 1998, en vez de haber diseñado un plan de rescate social de los deudores hipotecarios que habría logrado con la mitad de lo que le costó el financiero.
Es difícil entusiasmarse con un neoliberal en el Ministerio de Agricultura, adelantando una política social agraria que por necesidad tiene que basarse en subsidios agrícolas y créditos de fomento (para los campesinos, se sobreentiende), que precisamente es lo que ha mandado a recoger el neoliberalismo en estos últimos 20 años, a pedido del FMI, el Banco Mundial y la OMC. Retornar a esa política, sería romper con la ortodoxia económica impuesta por estos organismos, y no creo que el entusiasmo llegue a tanto.
El caso Petro-Santos alcanza la misma connotación por el lado de Santos: un neoliberal que ha hecho neoliberalismo desde el inicio mismo desde su ya lejana carrera burocrática. No se por qué dicen que lo adoran en la Federación de Cafeteros ya que, en su ejercicio como representante de Colombia ante la OIC (Organización Internacional del Café), Estados Unidos le dio el golpe de gracia a esa organización que mantenía la estabilidad de los precios por fuera de la especulación del mercado. La OIC era a los países cafeteros, y Colombia era alternativamente con Brasil el primer país cafetero del mundo, como lo es hoy en día la OPEP a los países petroleros.
Si uno admite que Petro es inteligente (y Petro es inteligente), no se entiende entonces por qué se acerca a Santos dizque a que le compre el discurso de tierras. Eso es como comprar un tiquete al infierno y esperar ir al cielo. A no ser que Petro ande más bien en busca de un interés particular y haya puesto de mampara esta solemne y maltratada bandera social.
En su columna de El Tiempo (15-07-10), Hommes da unas puntadas muy sutiles sobre la difícil tarea que le espera a Juan Camilo, especialmente en el orden legal, si es que quisiera entregar parte de las tierras en poder de los narcos y los paramilitares a los campesinos.
En sus propias palabras, lean: (…) “La solución no es solamente un reto jurídico, sino que se ha convertido en un problema político porque los grandes propietarios temen que con ella se le abra un boquete al derecho de propiedad (que en Colombia ha sido mucho más sagrado que la vida). No se augura, entonces, que el Congreso facilite una solución. Pero si alguien puede lograrlo es Santos durante su luna de miel, porque cuenta con una mayoría abrumadora. Si a lo anterior se le suma que el ministro a cargo es un prestigioso conservador con aspiraciones presidenciales, es mayor la probabilidad de éxito del proyecto. Si este se traduce efectivamente en un programa exitoso de distribución de tierras a los campesinos con adecuado respaldo técnico y financiero, puede llevar a Restrepo a la Presidencia en un futuro”.
Y ahí es donde se equivoca Hommes. Nadie en Colombia ha llegado a la Presidencia porque lo quieran los campesinos, sino porque lo imponen a conveniencia los empresarios, entre quienes están, y por supuesto, los terratenientes con esa reverencia tan sagrada a la propiedad privada que hizo que en 1978 impusieran a Turbay por encima de Lleras Restrepo, a quien ya le habían revocado su reforma agraria mediante el Acuerdo de Chicoral con el que le pagó Pastrana (padre) todo lo que hizo, hasta robarse las elecciones, para que él fuera Presidente.
Colofón: cito con frecuencia a un locutor argentino que cuando la pelota pega en el palo y la gente se levanta a celebrar, con el mismo entusiasmo con que venía narrando la jugada le dice a los fanáticos: “no lo griten, no se besen no se abracen”…
28 de junio de 2010
Réquiem por el PDA
Luis Alberto Matta, militante del PDA, es un exiliado colombiano en Canadá. El 29 de septiembre del año pasado, días después de la consulta interna que dejó a Petro como candidato presidencial, Matta escribe en una columna que le reproduce ARGENPRESS.info, esta frase premonitoria y lapidaria:
“Aunque lo dudo, ojalá que Petro recapacite y no destruya al Polo con una alianza reaccionaria, clientelista e inmoral con la derecha. Amanecerá y veremos”.
Si alguna frase debiera un analista político enmarcar como piedra filosofal de su cotidiano trabajo es esa del hoy presidente Juan Manuel Santos cuando en defensa de sus muchas volteretas dadas a lo largo de su carrera política y burocrática dijo: (…) “Sólo los estúpidos no cambian cuando cambian las circunstancias”.
Bueno, Petro es un aventajado alumno de Juan Manuel en esta filosofía, inclusive desde antes de que el presidente electo se escudara en este inmarcesible pragmatismo para esconderle el bulto a sus eclécticas metamorfosis.
Es imposible olvidar un reportaje de Petro a la desaparecida revista Cambio hace más de dos años cuando dijo que el problema no era Uribe y que la izquierda en Colombia tenía que volverse pragmática si quería sobrevivir al medio hostil que le rodea.
Pragmatismo que aplicó muy bien cuando con su concurso y trabajo parlamentario respaldó el nombramiento del actual Procurador de cuyos autos es mejor no hablar, aunque no debiéramos olvidar esa magistral pieza de ignorancia jurídica en la que avala el referendo reeleccionista porque las trampas que se urdieron en su trámite eran menores.
Partiendo de esa misma entrevista es que Petro lanza la batalla interna por desplazar al ex magistrado Carlos Gaviria de su preeminencia en el Polo como único dirigente político capaz de retar con éxito al establecimiento, como ya lo había demostrado en las elecciones del 2006, cuando en condiciones más hostiles de las que Petro se queja ahora, lo dobló en votos como candidato presidencial enfrentado él, entonces, no al amasijo político de un Santos, sino a un monolítico e inamovible Uribe.
Ahora, en reportaje a María Isabel Rueda (El Tiempo, 28 – 06 – 10), Petro se encarga él mismo y solo de correr la lápida sobre el Polo, proclamando una alianza reaccionaria, clientelista e inmoral que, como lo vaticinó Mattos hace ya casi un año, ha decidido emprender al lado del presidente Santos haciéndole dúo a su aplaudida filosofía: “Sólo los estúpidos no cambian cuando cambian las circunstancias”.
Acá, al otro lado del río, quedan como 21 millones de estúpidos colombianos en la eterna espera, a veces activa, pero en especial pasiva, de que aparezca alguien que, al contrario de Santos y Petro no se acomoden a las circunstancias sino que hagan que las circunstancias se acomoden a las expectativas de la gente.
“Aunque lo dudo, ojalá que Petro recapacite y no destruya al Polo con una alianza reaccionaria, clientelista e inmoral con la derecha. Amanecerá y veremos”.
Si alguna frase debiera un analista político enmarcar como piedra filosofal de su cotidiano trabajo es esa del hoy presidente Juan Manuel Santos cuando en defensa de sus muchas volteretas dadas a lo largo de su carrera política y burocrática dijo: (…) “Sólo los estúpidos no cambian cuando cambian las circunstancias”.
Bueno, Petro es un aventajado alumno de Juan Manuel en esta filosofía, inclusive desde antes de que el presidente electo se escudara en este inmarcesible pragmatismo para esconderle el bulto a sus eclécticas metamorfosis.
Es imposible olvidar un reportaje de Petro a la desaparecida revista Cambio hace más de dos años cuando dijo que el problema no era Uribe y que la izquierda en Colombia tenía que volverse pragmática si quería sobrevivir al medio hostil que le rodea.
Pragmatismo que aplicó muy bien cuando con su concurso y trabajo parlamentario respaldó el nombramiento del actual Procurador de cuyos autos es mejor no hablar, aunque no debiéramos olvidar esa magistral pieza de ignorancia jurídica en la que avala el referendo reeleccionista porque las trampas que se urdieron en su trámite eran menores.
Partiendo de esa misma entrevista es que Petro lanza la batalla interna por desplazar al ex magistrado Carlos Gaviria de su preeminencia en el Polo como único dirigente político capaz de retar con éxito al establecimiento, como ya lo había demostrado en las elecciones del 2006, cuando en condiciones más hostiles de las que Petro se queja ahora, lo dobló en votos como candidato presidencial enfrentado él, entonces, no al amasijo político de un Santos, sino a un monolítico e inamovible Uribe.
Ahora, en reportaje a María Isabel Rueda (El Tiempo, 28 – 06 – 10), Petro se encarga él mismo y solo de correr la lápida sobre el Polo, proclamando una alianza reaccionaria, clientelista e inmoral que, como lo vaticinó Mattos hace ya casi un año, ha decidido emprender al lado del presidente Santos haciéndole dúo a su aplaudida filosofía: “Sólo los estúpidos no cambian cuando cambian las circunstancias”.
Acá, al otro lado del río, quedan como 21 millones de estúpidos colombianos en la eterna espera, a veces activa, pero en especial pasiva, de que aparezca alguien que, al contrario de Santos y Petro no se acomoden a las circunstancias sino que hagan que las circunstancias se acomoden a las expectativas de la gente.
19 de junio de 2010
Democracia no es igual a República
Vicente Massot
18 – 10 – 06
Diario La Nación de Argentina
El último libro del autor es La excepcionalidad argentina
--
Fundidas y confundidas como si fuesen hermanas gemelas, o poco menos, la República y la Democracia parecen destinadas –por de pronto en estas latitudes– a obrar a la manera de los sinónimos. En parte debido a la tentación, tan común entre nosotros, de generalizar al voleo términos y realidades que desconocemos, y, en parte, merced a ciertas razones de concesión política, la citada coyunda conceptual ha echado raíces en estas playas, al extremo de presentarse cual si fuese una verdad revelada.
Si todo no pasase de una disputa académica, el asunto carecería de importancia, más allá, claro, de los cenáculos dedicados al estudio de las ideas. Pero el asunto excede con creces el ámbito de la reflexión teorética. Entre otros motivos, porque, aun cuando no lo parezca, puede condicionar el derrotero institucional del país.
Sin necesidad de desandar la historia para prestarles atención a los orígenes del problema, la Democracia y la República ni son gemelas ni nacieron hermanadas ni arrastran en su trajinar características semejantes que permitan trazar, a su respecto, un denominador común. Las dos hicieron su aparición en el mundo antiguo –una, en Grecia, y la restante, en Roma– y desde entonces siguieron caminos coincidentes o divergentes según las circunstancias. La democracia ateniense no era republicana, de la misma manera que la república romana no era democrática.
Traer a comento estos datos no tiene por objeto ensayar una comparación imposible entre Pericles, Cicerón y nosotros, sino poner sobre el tapete un principio –el mayoritario– que el gran ateniense apuntó en su famoso discurso del año 431 antes de Cristo, al despedir a los primeros ciudadanos muertos en la Guerra del Peloponeso. Cuanto en esa oportunidad dijo el orador –que el gobierno democrático recibe su nombre en razón de que no depende de unos pocos, sino de la mayoría– sigue siendo, aún hoy, la condición necesaria de este régimen político. La democracia es, al mismo tiempo, una ideología de la igualdad y una técnica –no necesariamente neutral– para determinar la manera como se distribuye y ejerce el poder en correspondencia con los votos obtenidos por los partidos.
Tiene, pues, por base liminar, el número. De aquí que no haya faltado a la verdad Carl Schmitt al sostener: “El 51% de los votos en las elecciones da por resultado la mayoría parlamentaria; el 51% de los votos del Parlamento produce el derecho y la legalidad”. Es cierto que si la mitad más uno se obtuviera aherrojando los derechos y garantías de las demás facciones políticas y de la ciudadanía en general para competir electoralmente en igualdad de condiciones, no habría democracia, sino alguna variante devaluada que haría usurpación de título.
Por eso, nadie consideraría seriamente que las democracias populares de la Europa comunista o el PRI mexicano en sus épocas de dominio hegemónico o las denominadas democracias orgánicas de ciertos regímenes con reminiscencias fascistas fuesen sistemas en los que la legitimidad descansara sobre la voluntad de la mayoría trasparentada en elecciones libres de toda coacción. Salta a la vista que, en cualquiera de las experiencias mencionadas, ni el principio mayoritario era tomado en cuenta ni existía una oposición digna de ese nombre que tuviera la posibilidad de transformarse en alternativa de poder.
Pero ¿cómo calificar, en cambio, a aquellos regímenes en los que una mayoría electoral legítima gobierna con absoluta prescindencia de los pareceres de la minoría y enarbola su derecho a hacerlo en consonancia con el siguiente razonamiento? En una democracia indirecta –no las hay de otro tipo en el mundo moderno–, la voluntad de la mayoría parlamentaria libremente elegida se identifica con la voluntad popular y, por lo tanto, lo que sostenga y decida es legal. Si su acción quedara circunscripta a la esfera de los asuntos políticos –sin asomarse a esa otra esfera donde señorean los derechos fundamentales a la vida, la libertad de conciencia, la propiedad y la libertad de expresión– no habría razones para negarle credenciales democráticas. Ello permitiría, por ejemplo, en países de tradición presidencialista, que el Poder Ejecutivo dominase a voluntad al Legislativo y, por intermedio de la facultad que posee este de nombrar y remover a los jueces, controlara también la judicatura. Sin contar con que tendría la potestad de reformar la Constitución si lo creyese necesario y de elegir una Corte Suprema adicta. Con lo cual controlaría, en la práctica –cualesquiera que fueren sus protestas en contrario–, los tres poderes. Son los casos, salvando las inocultables distancias que existen entre ellos, de Hugo Chávez y Néstor Kirchner.
Cuando los opositores del venezolano cargan en su contra lanza en ristre, lo califican de antidemocrático, acusación que es falsa. Cuando aquí algunos se la toman con Kirchner y le revolean por la cabeza el mismo argumento, creyendo con eso perjudicarlo, en realidad yerran el blanco. Lo que a Chávez y Kirchner les tiene sin cuidado –y a buena parte de los gobernantes latinoamericanos de nuestro tiempo– son los principios republicanos. Dicho sin vueltas: son brutalmente democráticos y, a la vez, poco o nada republicanos.
Porque, cuanto más nos choca de los regímenes democráticos no republicanos la ausencia de ese acuerdo entre dos tradiciones que en Occidente no sólo ha sabido construir el espacio público de la ciudadanía respetando a mayorías y minorías, sino resolver el problema –vaya si agudo– de cómo gestionar las discrepancias en un ámbito de pluralidad e inclusión. Es evidente que, ante la ausencia de unanimidad en cuanto hace al manejo de los asuntos públicos de una sociedad cualquiera, debe gobernar el más votado. Pero si todo se agotara en este dato, quedaría satisfecha la democracia e insatisfechos el Estado de Derecho y la República.
Lo antes expuesto lleva a conclusiones que no riman con lo que es costumbre escuchar en las discusiones de carácter político. La idea de que la democracia –dicha así, a secas, sin ningún calificativo ulterior– es santa, inmaculada e inmarcesible en cuanto a sus valores resulta una falsedad manifiesta, como también lo es suponer que siempre resulta una forma legítima de participación en el gobierno de la ciudad, capaz de construir una ciudadanía moldeada por los hábitos de obediencia y respeto a la ley.
La cuestión no se prestaría a tantos y tan dolorosos malentendidos si no diéramos por sentada la sinonimia conceptual a la que hicimos referencia al principio de este artículo. En realidad, la consonancia de dos tradiciones diferentes –la democrática y la republicana– sólo se ha dado de una manera acabada –y ello luego de siglos de desencuentros– en los Estados Unidos, y en Europa después de la Segunda Guerra. Inversamente, esas tradiciones todavía se miran con ceño o lisa y llanamente se ignoran en buena parte del mundo.
El error de creer a pie juntillas que la democracia supone necesariamente el respeto a las minorías, la división de poderes, la periodicidad de los cargos y la renovación permanente de los funcionarios que los ejercen, importa una confusión peligrosa. La democracia puede ser republicana y atenerse a los preceptos del Estado de Derecho, aunque no siempre lo hace porque no está obligada a ello. Pero también puede hacer valer el peso del número, y el número –ya lo sabemos– es indistintamente liberal, conservador, radical, peronista, fascista o comunista.
18 – 10 – 06
Diario La Nación de Argentina
El último libro del autor es La excepcionalidad argentina
--
Fundidas y confundidas como si fuesen hermanas gemelas, o poco menos, la República y la Democracia parecen destinadas –por de pronto en estas latitudes– a obrar a la manera de los sinónimos. En parte debido a la tentación, tan común entre nosotros, de generalizar al voleo términos y realidades que desconocemos, y, en parte, merced a ciertas razones de concesión política, la citada coyunda conceptual ha echado raíces en estas playas, al extremo de presentarse cual si fuese una verdad revelada.
Si todo no pasase de una disputa académica, el asunto carecería de importancia, más allá, claro, de los cenáculos dedicados al estudio de las ideas. Pero el asunto excede con creces el ámbito de la reflexión teorética. Entre otros motivos, porque, aun cuando no lo parezca, puede condicionar el derrotero institucional del país.
Sin necesidad de desandar la historia para prestarles atención a los orígenes del problema, la Democracia y la República ni son gemelas ni nacieron hermanadas ni arrastran en su trajinar características semejantes que permitan trazar, a su respecto, un denominador común. Las dos hicieron su aparición en el mundo antiguo –una, en Grecia, y la restante, en Roma– y desde entonces siguieron caminos coincidentes o divergentes según las circunstancias. La democracia ateniense no era republicana, de la misma manera que la república romana no era democrática.
Traer a comento estos datos no tiene por objeto ensayar una comparación imposible entre Pericles, Cicerón y nosotros, sino poner sobre el tapete un principio –el mayoritario– que el gran ateniense apuntó en su famoso discurso del año 431 antes de Cristo, al despedir a los primeros ciudadanos muertos en la Guerra del Peloponeso. Cuanto en esa oportunidad dijo el orador –que el gobierno democrático recibe su nombre en razón de que no depende de unos pocos, sino de la mayoría– sigue siendo, aún hoy, la condición necesaria de este régimen político. La democracia es, al mismo tiempo, una ideología de la igualdad y una técnica –no necesariamente neutral– para determinar la manera como se distribuye y ejerce el poder en correspondencia con los votos obtenidos por los partidos.
Tiene, pues, por base liminar, el número. De aquí que no haya faltado a la verdad Carl Schmitt al sostener: “El 51% de los votos en las elecciones da por resultado la mayoría parlamentaria; el 51% de los votos del Parlamento produce el derecho y la legalidad”. Es cierto que si la mitad más uno se obtuviera aherrojando los derechos y garantías de las demás facciones políticas y de la ciudadanía en general para competir electoralmente en igualdad de condiciones, no habría democracia, sino alguna variante devaluada que haría usurpación de título.
Por eso, nadie consideraría seriamente que las democracias populares de la Europa comunista o el PRI mexicano en sus épocas de dominio hegemónico o las denominadas democracias orgánicas de ciertos regímenes con reminiscencias fascistas fuesen sistemas en los que la legitimidad descansara sobre la voluntad de la mayoría trasparentada en elecciones libres de toda coacción. Salta a la vista que, en cualquiera de las experiencias mencionadas, ni el principio mayoritario era tomado en cuenta ni existía una oposición digna de ese nombre que tuviera la posibilidad de transformarse en alternativa de poder.
Pero ¿cómo calificar, en cambio, a aquellos regímenes en los que una mayoría electoral legítima gobierna con absoluta prescindencia de los pareceres de la minoría y enarbola su derecho a hacerlo en consonancia con el siguiente razonamiento? En una democracia indirecta –no las hay de otro tipo en el mundo moderno–, la voluntad de la mayoría parlamentaria libremente elegida se identifica con la voluntad popular y, por lo tanto, lo que sostenga y decida es legal. Si su acción quedara circunscripta a la esfera de los asuntos políticos –sin asomarse a esa otra esfera donde señorean los derechos fundamentales a la vida, la libertad de conciencia, la propiedad y la libertad de expresión– no habría razones para negarle credenciales democráticas. Ello permitiría, por ejemplo, en países de tradición presidencialista, que el Poder Ejecutivo dominase a voluntad al Legislativo y, por intermedio de la facultad que posee este de nombrar y remover a los jueces, controlara también la judicatura. Sin contar con que tendría la potestad de reformar la Constitución si lo creyese necesario y de elegir una Corte Suprema adicta. Con lo cual controlaría, en la práctica –cualesquiera que fueren sus protestas en contrario–, los tres poderes. Son los casos, salvando las inocultables distancias que existen entre ellos, de Hugo Chávez y Néstor Kirchner.
Cuando los opositores del venezolano cargan en su contra lanza en ristre, lo califican de antidemocrático, acusación que es falsa. Cuando aquí algunos se la toman con Kirchner y le revolean por la cabeza el mismo argumento, creyendo con eso perjudicarlo, en realidad yerran el blanco. Lo que a Chávez y Kirchner les tiene sin cuidado –y a buena parte de los gobernantes latinoamericanos de nuestro tiempo– son los principios republicanos. Dicho sin vueltas: son brutalmente democráticos y, a la vez, poco o nada republicanos.
Porque, cuanto más nos choca de los regímenes democráticos no republicanos la ausencia de ese acuerdo entre dos tradiciones que en Occidente no sólo ha sabido construir el espacio público de la ciudadanía respetando a mayorías y minorías, sino resolver el problema –vaya si agudo– de cómo gestionar las discrepancias en un ámbito de pluralidad e inclusión. Es evidente que, ante la ausencia de unanimidad en cuanto hace al manejo de los asuntos públicos de una sociedad cualquiera, debe gobernar el más votado. Pero si todo se agotara en este dato, quedaría satisfecha la democracia e insatisfechos el Estado de Derecho y la República.
Lo antes expuesto lleva a conclusiones que no riman con lo que es costumbre escuchar en las discusiones de carácter político. La idea de que la democracia –dicha así, a secas, sin ningún calificativo ulterior– es santa, inmaculada e inmarcesible en cuanto a sus valores resulta una falsedad manifiesta, como también lo es suponer que siempre resulta una forma legítima de participación en el gobierno de la ciudad, capaz de construir una ciudadanía moldeada por los hábitos de obediencia y respeto a la ley.
La cuestión no se prestaría a tantos y tan dolorosos malentendidos si no diéramos por sentada la sinonimia conceptual a la que hicimos referencia al principio de este artículo. En realidad, la consonancia de dos tradiciones diferentes –la democrática y la republicana– sólo se ha dado de una manera acabada –y ello luego de siglos de desencuentros– en los Estados Unidos, y en Europa después de la Segunda Guerra. Inversamente, esas tradiciones todavía se miran con ceño o lisa y llanamente se ignoran en buena parte del mundo.
El error de creer a pie juntillas que la democracia supone necesariamente el respeto a las minorías, la división de poderes, la periodicidad de los cargos y la renovación permanente de los funcionarios que los ejercen, importa una confusión peligrosa. La democracia puede ser republicana y atenerse a los preceptos del Estado de Derecho, aunque no siempre lo hace porque no está obligada a ello. Pero también puede hacer valer el peso del número, y el número –ya lo sabemos– es indistintamente liberal, conservador, radical, peronista, fascista o comunista.
7 de junio de 2010
El estado y el crimen
Antonio Alvarez-Solis
Periodista
Comienza su reflexión Alvarez-Solís poniendo en tela de juicio la definición de la palabra «crimen» si su acepción viene determinada por lo que establece un Estado deslegitimado por la situación social actual. Un Estado que no duda en calificar de «viciado y abusivo [...] donde la justicia es transeúnte y capciosa».
Lo más inconveniente del momento histórico que vivimos es la desmedulación de las palabras, su pérdida de identidad. ¿Verdaderamente qué quiere decir lo que se dice? Por ejemplo, a qué se refiere concretamente la voz «crimen». Según la lengua castellana certificada por la Real Academia, que la cela y la esclarece, «crimen» equivale a algo tan amplio como la comisión de un delito grave. Pero para definir el delito es preciso, ante todo, saber cómo ha de contrastarse con la justicia y con la forma en que el Estado -ese gran coto de caza en donde actúan las escopetas poderosas- concibe e interpreta esa justicia. Ahí empieza Cristo a padecer ¿Estamos viviendo un mundo justo? Es decir: ¿puede el Estado actual decir que administra con veracidad algo a lo que debamos llamar justicia? ¿Qué significan la Trilateral, el Club Bilderberg, la Ronda Doha, el poder judío internacional...?
La situación social desmiente que la justicia real sea ese conjunto de normas y métodos que maneja el Estado. El Estado siempre ha sido una herramienta de la clase dominante puesta en manos de sus minorías depredadoras. Pero en el momento actual esa depredación ha alcanzado su máximo límite de descaro, de impudicia. Es una depredación doble y ostensiblemente armada. Una impudicia que se corresponde con el grado de deterioro moral que corroe el sistema orgánico estatal. ¿A qué llaman realmente justicia los maquinistas del monstruo estatal, con vida propia e independiente?
Busque cada cual, en la historia de la filosofía del Derecho, el metro de iridio para definir la justicia. Para mi visión iusnaturalista, la justicia enraíza en la igualdad. Pero también debemos tener un concepto claro de la igualdad. Yo me quedo con la definición de Cesare Beccaria, el gran creador del Derecho penal moderno: dice el maestro Beccaria que la justicia tiene como base una voluntad de convivir con los prójimos de modo que todos tengamos dignidad de personas, de forma tal que podamos construir con ella la ciudad de los pares. Dignidad.
A propósito de esto último, el profesor Recasens Siches cita a Antonio Genovesi, humanista también italiano del siglo XVIII «que pone como fundamento de la justicia -la principal administración del Estado- la igualdad de los hombres en cuanto tales» y añade el Dr. Recasens una frase textual del gran Genovesi: «En todo país donde se cree que los hombres no son de una misma especie sino que unos son hombres-dioses, otros hombres-bestias y, otros, semihombres, no puede reinar sino la injusticia».
Bien, ya hemos llegado a Pénjamo. Ya se ven las negras cúpulas de su Estado viciado y abusivo. Un Estado donde la justicia es transeúnte y capciosa, donde la igualdad es una otorgación unilateral de los que conceden a los que mendigan, donde la libertad está encorsetada en leyes en las que el interés de los pocos o el capricho forman su sistema cardiovascular. ¿Es eso a lo que llaman los hierofantes Estado de Derecho? Tengamos valor para el lenguaje, sobre todo ante quienes dicen batirse desde el blocao sindical por los trabajadores a los que no sabemos si consideran hombres-bestias o semihombres.
Espero que algún día los dirigentes de Comisiones Obreras o de la UGT hayan de explicar el sistema de señales que unía sus corazones con la cúpula del poder irrestricto. Dirigentes hechos con los recortes del latón con que protegen su Estado los que dicen tener la ley dictada en el Sinaí.
Creo, sin embargo, que estamos perdiendo el tiempo ocupándonos de quienes dicen dirigir el Estado en vez de ocuparnos del Estado mismo. Mientas exista ese Estado, tres veces secular, el crimen, y con ello volvemos al principio de esta modesta meditación, seguirá creciendo como «un delito grave». Hablamos del crimen social, que es mucho más grave y sangriento que el crimen al menudeo definido de mil maneras distintas en los códigos penales.
La identificación de este tipo de crimen es el crimen universal: la explotación del hambriento hasta su muerte física, la deslegitimación de los pueblos hasta dejarlos inermes moralmente, la extensión del negocio de la guerra como una donación de seguridad, la conversión del trabajo en una mercancía absolutamente desprovista de su dimensión humana, la globalización cultural como esterilización de las conciencias generadas en la sucesión del tiempo y en la identidad del lugar, la eliminación de las referencias para sumirlas en una única y dogmática exigencia, la imposición del negocio sobre las necesidades, la lógica construida tras el fin que se desea alcanzar, las iglesias que eliminan con los catecismos el sentimiento religioso como un «religare» del alma con el mundo... Todo eso es un «delito grave». Todo eso es crimen. Todo eso es Estado, fuerza bruta, acción armada, justicia prevaricadora, economía de asalto.
¿Pero quién puede restaurar la política para que constituya una conjunción realmente democrática; una República en todos sus precedentes históricos frente a la autocracia, la monarquía, la dictadura, el fascismo moral y material? No pueden culminar esa aventura las naciones que se han travestido de Estados. Esas naciones han destruido su creadora horizontalidad social para alzar una exánime pirámide que se exige a sí misma para sostenerse. Lo que sustituya al Estado ha de estar formado por confederaciones de intereses que rijan la nación libre y la etnicidad que sirva de molde a los acuerdos multigenerados en encuentros de base y en activas participaciones. Hacer lo que realmente se desea solamente es posible si se sabe en profundidad lo que se desea. En el contacto de todas las instituciones que han brotado del quehacer y el deseo cotidiano de una comunidad surge la perfección de lo que se hace.
Pero esas instituciones seculares y naturales han sido agostadas por el Estado y sus órganos rígidos y soberanos. Los parlamentos ya no valen, la justicia se tambalea, el poder ejecutivo está intervenido por quienes viven al margen de las urnas y tienen los recursos suficientes para encontrar quienes las rellenen. La división de los poderes ahora clásicos es una coartada para gobernar al margen de las auténticas ideas que viven acobardadas en la cueva de una intimidad pocas veces revelada. Hay que eliminar esos tres poderes -del que sólo uno es realmente válido por su capacidad de creación normativa, aunque sea sirviéndose del parlamento y la administración de justicia- y retornarlos al control auténticamente popular.
La ejecutividad del poder ha de trocearse de forma que la ciudadanía pueda personificarlo de modo directo y trabarla en acuerdos con auténtico contenido de conciencia. Dirán que se pierde efectividad con esa multiplicación de instituciones y formas sociales, pero pregunto ¿de qué efectividad hablan los que piensan en esa extraña eficacia que nos ha llenado de automovilistas y nos ha privado de peatones? Necesitamos refundar la libertad de opinión pública, pero necesitamos con mayor urgencia crear esa opinión pública que ahora se ha convertido en mostrenca. ¿Quiénes pueden encargarse de construir el arca para superar el diluvio que nos lleva? Evidentemente naciones y pueblos que no estén agusanados por el Estado; es irritante decirlo, pero se trata paradójicamente en muchos casos de pueblos que están bajo el pie de la ley por cometer todos los días el «crimen» de la libertad. Naciones sin Estado capaces de construir la república del Ática o el pueblo de las colinas de Roma. No se trata de retroceder en la historia sino de liberarla de sus plagas. Hacen falta pueblos en la calle. Pueblos para entender a los pueblos, gentes, ciudadanos capaces de recuperar el pulso libre, que siempre es un pulso peligroso. Pero...
Periodista
Comienza su reflexión Alvarez-Solís poniendo en tela de juicio la definición de la palabra «crimen» si su acepción viene determinada por lo que establece un Estado deslegitimado por la situación social actual. Un Estado que no duda en calificar de «viciado y abusivo [...] donde la justicia es transeúnte y capciosa».
Lo más inconveniente del momento histórico que vivimos es la desmedulación de las palabras, su pérdida de identidad. ¿Verdaderamente qué quiere decir lo que se dice? Por ejemplo, a qué se refiere concretamente la voz «crimen». Según la lengua castellana certificada por la Real Academia, que la cela y la esclarece, «crimen» equivale a algo tan amplio como la comisión de un delito grave. Pero para definir el delito es preciso, ante todo, saber cómo ha de contrastarse con la justicia y con la forma en que el Estado -ese gran coto de caza en donde actúan las escopetas poderosas- concibe e interpreta esa justicia. Ahí empieza Cristo a padecer ¿Estamos viviendo un mundo justo? Es decir: ¿puede el Estado actual decir que administra con veracidad algo a lo que debamos llamar justicia? ¿Qué significan la Trilateral, el Club Bilderberg, la Ronda Doha, el poder judío internacional...?
La situación social desmiente que la justicia real sea ese conjunto de normas y métodos que maneja el Estado. El Estado siempre ha sido una herramienta de la clase dominante puesta en manos de sus minorías depredadoras. Pero en el momento actual esa depredación ha alcanzado su máximo límite de descaro, de impudicia. Es una depredación doble y ostensiblemente armada. Una impudicia que se corresponde con el grado de deterioro moral que corroe el sistema orgánico estatal. ¿A qué llaman realmente justicia los maquinistas del monstruo estatal, con vida propia e independiente?
Busque cada cual, en la historia de la filosofía del Derecho, el metro de iridio para definir la justicia. Para mi visión iusnaturalista, la justicia enraíza en la igualdad. Pero también debemos tener un concepto claro de la igualdad. Yo me quedo con la definición de Cesare Beccaria, el gran creador del Derecho penal moderno: dice el maestro Beccaria que la justicia tiene como base una voluntad de convivir con los prójimos de modo que todos tengamos dignidad de personas, de forma tal que podamos construir con ella la ciudad de los pares. Dignidad.
A propósito de esto último, el profesor Recasens Siches cita a Antonio Genovesi, humanista también italiano del siglo XVIII «que pone como fundamento de la justicia -la principal administración del Estado- la igualdad de los hombres en cuanto tales» y añade el Dr. Recasens una frase textual del gran Genovesi: «En todo país donde se cree que los hombres no son de una misma especie sino que unos son hombres-dioses, otros hombres-bestias y, otros, semihombres, no puede reinar sino la injusticia».
Bien, ya hemos llegado a Pénjamo. Ya se ven las negras cúpulas de su Estado viciado y abusivo. Un Estado donde la justicia es transeúnte y capciosa, donde la igualdad es una otorgación unilateral de los que conceden a los que mendigan, donde la libertad está encorsetada en leyes en las que el interés de los pocos o el capricho forman su sistema cardiovascular. ¿Es eso a lo que llaman los hierofantes Estado de Derecho? Tengamos valor para el lenguaje, sobre todo ante quienes dicen batirse desde el blocao sindical por los trabajadores a los que no sabemos si consideran hombres-bestias o semihombres.
Espero que algún día los dirigentes de Comisiones Obreras o de la UGT hayan de explicar el sistema de señales que unía sus corazones con la cúpula del poder irrestricto. Dirigentes hechos con los recortes del latón con que protegen su Estado los que dicen tener la ley dictada en el Sinaí.
Creo, sin embargo, que estamos perdiendo el tiempo ocupándonos de quienes dicen dirigir el Estado en vez de ocuparnos del Estado mismo. Mientas exista ese Estado, tres veces secular, el crimen, y con ello volvemos al principio de esta modesta meditación, seguirá creciendo como «un delito grave». Hablamos del crimen social, que es mucho más grave y sangriento que el crimen al menudeo definido de mil maneras distintas en los códigos penales.
La identificación de este tipo de crimen es el crimen universal: la explotación del hambriento hasta su muerte física, la deslegitimación de los pueblos hasta dejarlos inermes moralmente, la extensión del negocio de la guerra como una donación de seguridad, la conversión del trabajo en una mercancía absolutamente desprovista de su dimensión humana, la globalización cultural como esterilización de las conciencias generadas en la sucesión del tiempo y en la identidad del lugar, la eliminación de las referencias para sumirlas en una única y dogmática exigencia, la imposición del negocio sobre las necesidades, la lógica construida tras el fin que se desea alcanzar, las iglesias que eliminan con los catecismos el sentimiento religioso como un «religare» del alma con el mundo... Todo eso es un «delito grave». Todo eso es crimen. Todo eso es Estado, fuerza bruta, acción armada, justicia prevaricadora, economía de asalto.
¿Pero quién puede restaurar la política para que constituya una conjunción realmente democrática; una República en todos sus precedentes históricos frente a la autocracia, la monarquía, la dictadura, el fascismo moral y material? No pueden culminar esa aventura las naciones que se han travestido de Estados. Esas naciones han destruido su creadora horizontalidad social para alzar una exánime pirámide que se exige a sí misma para sostenerse. Lo que sustituya al Estado ha de estar formado por confederaciones de intereses que rijan la nación libre y la etnicidad que sirva de molde a los acuerdos multigenerados en encuentros de base y en activas participaciones. Hacer lo que realmente se desea solamente es posible si se sabe en profundidad lo que se desea. En el contacto de todas las instituciones que han brotado del quehacer y el deseo cotidiano de una comunidad surge la perfección de lo que se hace.
Pero esas instituciones seculares y naturales han sido agostadas por el Estado y sus órganos rígidos y soberanos. Los parlamentos ya no valen, la justicia se tambalea, el poder ejecutivo está intervenido por quienes viven al margen de las urnas y tienen los recursos suficientes para encontrar quienes las rellenen. La división de los poderes ahora clásicos es una coartada para gobernar al margen de las auténticas ideas que viven acobardadas en la cueva de una intimidad pocas veces revelada. Hay que eliminar esos tres poderes -del que sólo uno es realmente válido por su capacidad de creación normativa, aunque sea sirviéndose del parlamento y la administración de justicia- y retornarlos al control auténticamente popular.
La ejecutividad del poder ha de trocearse de forma que la ciudadanía pueda personificarlo de modo directo y trabarla en acuerdos con auténtico contenido de conciencia. Dirán que se pierde efectividad con esa multiplicación de instituciones y formas sociales, pero pregunto ¿de qué efectividad hablan los que piensan en esa extraña eficacia que nos ha llenado de automovilistas y nos ha privado de peatones? Necesitamos refundar la libertad de opinión pública, pero necesitamos con mayor urgencia crear esa opinión pública que ahora se ha convertido en mostrenca. ¿Quiénes pueden encargarse de construir el arca para superar el diluvio que nos lleva? Evidentemente naciones y pueblos que no estén agusanados por el Estado; es irritante decirlo, pero se trata paradójicamente en muchos casos de pueblos que están bajo el pie de la ley por cometer todos los días el «crimen» de la libertad. Naciones sin Estado capaces de construir la república del Ática o el pueblo de las colinas de Roma. No se trata de retroceder en la historia sino de liberarla de sus plagas. Hacen falta pueblos en la calle. Pueblos para entender a los pueblos, gentes, ciudadanos capaces de recuperar el pulso libre, que siempre es un pulso peligroso. Pero...
31 de mayo de 2010
Todo sí vale
Resulta difícil incluir en un somero análisis todos los elementos que pueden influir en unos resultados electorales, y más en un país como Colombia, atravesado por unos ejes culturales escasos de moral ciudadana, o mejor, devoto de la “Virgen de los sicarios” del escritor Fernando Vallejo.
En un país, donde el 60 por ciento de la población laboral es informal, las elecciones no son ese momento en que “todos somos iguales” en el altar de la democracia, sino la oportunidad de levantarse unos cuantos pesos para echarle algo caliente al estómago.
A los desahuciados de la salud y la educación; de la vivienda y la justicia y del sinnúmero de derechos sociales y económicos que rezan en la Constitución (¡nada más!), no les interesa quien gane o pierda una presidencia: ellos hace años concuerdan con León de Greiff en que su vida… de todas maneras la tienen perdida.
Esta masa inmersa en el potencial electoral conforma la abstención que de 15 confrontaciones presidenciales en los últimos 52 años, ha ganado 12. Así que por una u otra causa, estos ensimismados no juegan: ¡pero meten unos goles desde la banca!…
Dentro de la minoría que elije, está el secreto. Dentro de esos 14.5 millones (para el caso colombiano), que salen al campo electoral a disputarse el triunfo, lo primero que sobresale son los árbitros de la contienda: el gobierno que es el juez central, y luego los medios de comunicación que fungen de laterales, junto con sus encuestas que podrían ser algo así como los recoge-bolas.
El ingenio popular, que resulta patético siempre, ha acuñado la frase que sirve de epílogo: el que escruta elije.
Ahí es donde uno se topa con unas reflexiones políticas inescrutables: gente que no tiene en qué caer muerta votando por la “seguridad democrática”, dizque porque de pronto se nos vuelve a meter la guerrilla; gente votando por quien le diga el patrón porque si no pierde el puesto que le dieron hace 15 días, que de todas formas perderá una vez pasen las elecciones; gente votando por el que más garantías ofrezca de romperle la cara a Chávez…
Esos son los ejes de la campaña electoral. Quien no juegue así, está perdido. Hablar de legalidad democrática o de equidad; de desmontar los privilegios empresariales y de racionalizar los impuestos; de castigar la tierra ociosa y devolvérsela a sus verdaderos dueños, no, qué va; de avanzar en la gratuidad educativa o en desprivatizar la salud; de procurarle vivienda digna a los pobres o de volver a tapar los ojos de la justicia: no hombre, sea serio: aquí el problema que atraviesa toda la política colombiana es Chávez y Tiro Fijo. Y la gente no percibe que por entre los intersticios de esos ejes se nos meten los paramilitares y narcotraficantes con más fuerza hoy que ayer pero menos que mañana, como dice el tango, y “el gringo ahí”, con más poder, injerencia y dominio sobre lo que resta de nuestra soberanía nacional que se pone patas arriba cuando le hablan de Chávez y mansita, como una gata en celo, cuando del imperio se trata.
Tras los resultados electorales de ayer en Colombia en donde el continuismo de todo este lodo moral y desastrosa gestión social que anega al país ha sido refrendado en las urnas, no queda más que admitir que en Colombia, el todo, sí vale.
Por supuesto, este análisis no exime a la oposición de sus errores. Hace cuatro años, el Polo se asomó a la alternativa de poder más seria que haya tenido Colombia en los últimos años, pero Lucho y Petro se encargaron de retrasar el reloj de la historia.
En un país, donde el 60 por ciento de la población laboral es informal, las elecciones no son ese momento en que “todos somos iguales” en el altar de la democracia, sino la oportunidad de levantarse unos cuantos pesos para echarle algo caliente al estómago.
A los desahuciados de la salud y la educación; de la vivienda y la justicia y del sinnúmero de derechos sociales y económicos que rezan en la Constitución (¡nada más!), no les interesa quien gane o pierda una presidencia: ellos hace años concuerdan con León de Greiff en que su vida… de todas maneras la tienen perdida.
Esta masa inmersa en el potencial electoral conforma la abstención que de 15 confrontaciones presidenciales en los últimos 52 años, ha ganado 12. Así que por una u otra causa, estos ensimismados no juegan: ¡pero meten unos goles desde la banca!…
Dentro de la minoría que elije, está el secreto. Dentro de esos 14.5 millones (para el caso colombiano), que salen al campo electoral a disputarse el triunfo, lo primero que sobresale son los árbitros de la contienda: el gobierno que es el juez central, y luego los medios de comunicación que fungen de laterales, junto con sus encuestas que podrían ser algo así como los recoge-bolas.
El ingenio popular, que resulta patético siempre, ha acuñado la frase que sirve de epílogo: el que escruta elije.
Ahí es donde uno se topa con unas reflexiones políticas inescrutables: gente que no tiene en qué caer muerta votando por la “seguridad democrática”, dizque porque de pronto se nos vuelve a meter la guerrilla; gente votando por quien le diga el patrón porque si no pierde el puesto que le dieron hace 15 días, que de todas formas perderá una vez pasen las elecciones; gente votando por el que más garantías ofrezca de romperle la cara a Chávez…
Esos son los ejes de la campaña electoral. Quien no juegue así, está perdido. Hablar de legalidad democrática o de equidad; de desmontar los privilegios empresariales y de racionalizar los impuestos; de castigar la tierra ociosa y devolvérsela a sus verdaderos dueños, no, qué va; de avanzar en la gratuidad educativa o en desprivatizar la salud; de procurarle vivienda digna a los pobres o de volver a tapar los ojos de la justicia: no hombre, sea serio: aquí el problema que atraviesa toda la política colombiana es Chávez y Tiro Fijo. Y la gente no percibe que por entre los intersticios de esos ejes se nos meten los paramilitares y narcotraficantes con más fuerza hoy que ayer pero menos que mañana, como dice el tango, y “el gringo ahí”, con más poder, injerencia y dominio sobre lo que resta de nuestra soberanía nacional que se pone patas arriba cuando le hablan de Chávez y mansita, como una gata en celo, cuando del imperio se trata.
Tras los resultados electorales de ayer en Colombia en donde el continuismo de todo este lodo moral y desastrosa gestión social que anega al país ha sido refrendado en las urnas, no queda más que admitir que en Colombia, el todo, sí vale.
Por supuesto, este análisis no exime a la oposición de sus errores. Hace cuatro años, el Polo se asomó a la alternativa de poder más seria que haya tenido Colombia en los últimos años, pero Lucho y Petro se encargaron de retrasar el reloj de la historia.
16 de mayo de 2010
El miedo como herramienta política
Los riesgos de las sociedades en transición postmiedos
Colombia ante el proceso electoral
Robinson Salazar Pérez
Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa, México
Especial para ARGENPRESS.info
Sábado 15 de mayo de 2010
El miedo
El miedo es un factor político efectivo al ser utilizado como herramienta política de control social por regímenes autoritarios, para amedrentar las voluntades colectivas predispuestas a la protesta, asimismo sirve para neutralizar al adversario, confinar a los habitantes de un territorio al ambiente de la vida privada y desalojar los foros públicos de voces opositoras.
Existen miedos ancestrales vehiculizados a través de la tradición oral y los aprendizajes entre comunidades y generaciones; algunos otros tienen residencia permanente en la memoria infantil e incluso prolongados hasta los años de la senectud, provocan pánico, temores e inseguridad; no desdeñemos los que provienen de libros y novelas y adquieren la configuración moldeada por nuestro imaginario de acuerdo a las circunstancias materiales en las cuales vivimos, la coyuntura durante la lectura y los vínculos de la historia escrita con algunos retazos de nuestra vida cotidiana.
La memoria tiene la doble virtud de por un lado, almacenar cantidades de imágenes, información, cifras y rostros a través del devenir de la persona quien la ejercita, y por otro, relacionar, enlazar y construir escenarios con todos los objetos memorizados e imaginar cuadros dantescos u horrorosos que vulneran la estabilidad del sujeto portador. De ahí la memoria como factor estratégico para reflexionar pero a su vez zona de vulnerabilidad en el ser humano.
En esta perspectiva, el miedo se ha convertido en un mito, sin ninguna atrevida pretensión humana a desafiarlo acumuló fuerza y se coloco inalcanzable, amenazador, vigilante y al asedio, sin posibilidad de ser alterado pero codiciado por muchos para utilizarlo como herramienta de dominio, control o imposición de voluntad sobre los demás.
Cada vez que la sociedad en general da muestra de avance, ya sea en el campo de las ciencias, las artes, el desarrollo inmobiliario, la democracia o uso de nuevos instrumentos en materia de tecnología, el miedo aparece como sombra del pasado y fantasma del futuro para atrapar las mentes débiles y orientar a grandes segmentos de la sociedad a actuar con cautela, temerosas y hasta aferradas a creencias y signos del pasado que le roban el derecho de ser libre.
Por lo anterior, el miedo lo hemos colocado en la bandeja de entrada de nuestro software humano para temerle a la vejez, la violencia, la muerte, al hambre, los accidentes, las multitudes, las riñas, los desastres naturales entre otros hechos fuente de dolor, desengaño, fracaso o pérdida material.
Sociedades que viven con miedo
Con el advenimiento del neoliberalismo y la tendencia universal de la globalización, cuyos resultados más notorios fueron el debilitamiento del estado, la reducción de los campos de acción donde operaba, la desregulación del mercado y la difuminación de las fronteras, el concepto de soberanía y autonomía estatal quedó desvanecido, los gobiernos se asentaron sobre tierra movediza y la gobernabilidad estuvo sujeta a las pretensiones de los organismos internacionales y empresas financieras que cada día ganan mayor control sobre las naciones y el mundo de las finanzas, actúan como poder de facto y ponen en entredicho la función de un gobierno nacional.
El Estado no tuvo capacidad para atajar los grandes problemas, dejó de orientar la economía, renunció a cargar de subjetividades a la ciudadanía y dedicó su esfuerzo en administrar la cosa pública sin un horizonte definido, una meta a medio y largo plazo y a sufrir los vaivenes que el mercado y “su mano invisible” generan a cada momento.
La sociedad no tuvo un referente de interlocución, pues en estas condiciones el estado no dialoga, sino impone, los partidos se convirtieron en espacios de trabajo y generadores de actos ilícitos, acciones fraudulentas y a representar a las empresas sin importarles ser electos por segmentos de la sociedad que aun estaba impávida por carecer de representación política.
La auto representación sustituyo el lugar de los partidos, en otras ocasiones los movimientos sociales reivindicaron la representación múltiple y defendieron lo que los partidos no hacen o están imposibilitados de hacer porque renunciaron a mantener el lazo social con los grupos humanos y prefirieron las reuniones y juntas con lobistas y representantes de empresas para legislar a favor de los intereses empresariales.
La sociedad paulatinamente se ausento de lo público, las calles, parques, esquinas, espacios de recreación, junta de vecinos y asociaciones comunales perdieron fuerza y capacidad de aglutinamiento, el individualismo forjó la idea del hombre libertario en la medida del consumo sin restricción alguna, que puede comprar y vender todo lo deseado como el ejercicio pleno de la libertad del mercado, de ahí puede realizar sin menoscabo la venta y a su vez compra de sus servicios, sexo, órganos, propiedades e hijos, por ello es común que la justicia, las nuevas legislaciones, las decisiones de estado, puedan ser subastadas en el mercado de la ilicitud y adquiridas por todo aquel que goza de los recursos económicos y los vínculos con el crimen organizado.
Con el mercado como vector social de nuestra sociedad afrontamos todos los riesgos, vivimos un Estado esquizoide, desarraigado de la sociedad, sin lazo social, sus discursos no tienen resonancia social, no describen los asuntos torales de la sociedad, tampoco dibujan la representación política en el imaginario del ciudadano; sus tramas están ligadas a situaciones caóticas o certezas lejanas, no deposita cemento social entre Estado y sociedad, exige obediencia pero desobedece el mandato de las normas morales instauradas y válidas, en fin, es un ente administrativo sin presencia en la subjetividad colectiva y percibido como nocivo para el futuro de la gran mayoría.
Sin representación política ni garantía de sus derechos, la sociedad contemporánea se desliza entre miedos y terrores, incertidumbre y nostalgia, silencios ocultos y confinamiento privado y evade todo aquello que lo coloca cerca del peligro, de ahí la elección de espacios menos institucionalizados, y la preferencia a actuar la mayor parte de su vida en la cotidianidad, los debates públicos no son círculos llamativos para ordenar nuevas ideas y prefieren permitir que la televisión o radio le forje la opinión pública y eso le basta para tejer tema de conversación con otros.
El miedo reside en la persona y ella tiene como refugio el espacio privado, ahí se esconde, rumia, duerme con esa pesadilla que lo encierra en sí mismo, pero si colapsa el espacio privado y la frontera porosa entre lo público y privado es diluida, el terror hace presa a la persona, la visibiliza ante los ojos escrutadores de la autoridad pública, es controlada en todos los desplazamientos y llega a un estado de ostracismo enfermizo hasta la autodestrucción.
Existen otras derivaciones de miedo provenientes del grifo de la política, caso tal de la traición como algo extraño y peligroso que vulnera las fibras sensibles de todo andamiaje institucional; el terrorista una figura creada por el Estado para aplicarla a todos quienes estén en contra de las políticas y leyes impuestas aun cuando no gocen de legitimidad, en busca ante todo de destruir la opción de la acción directa como recurso de la oposición para deponer un gobernante alejado de la confianza ciudadana.
Militarismo y miedo en América Latina
América Latina desde los años sesenta ha soportado los experimentos y aplicaciones de políticas hegemónica que los Estados Unidos instrumenta para defender sus intereses, blindar sus fronteras para “evitar” que los acontecimientos de nuestros pueblos incidan en su territorio, controlar los flujos migratorios, apoyar los inversores norteamericanos y fomentar el miedo en los lugares donde nacen focos de resistencia a la política del despojo; a su vez imponen una política de sometimiento férrea para domesticar a los gobiernos, privatizar los recursos naturales, apropiarse de las riquezas que producen los países latinoamericanos y desvertebrar las luchas populares de esta parte del continente.
La primera estrategia militar instrumentada en la desestructuración de los movimientos populares entre los años 1960-1970, fue la golpista, apoyados en la organización castrense nacional dependiente de la asistencia económica, logística e instrucción de los centros de apoyos que suministraban los recursos necesarios, asimismo los organismos internacionales guardaban vínculo estrecho con el Departamento de Estado Norteamericano, la Central de Inteligencia –CIA- y el Pentágono con la intención de cerrar pinzas sobre el país a atacar. A su vez, abrieron un zaguán informativo y de inteligencia militar para que los organismos de Estado de Norteamérica, acopiaran información, elaboraran parte de la política exterior hacia las naciones del sur y sometiera la política de los gobiernos latinoamericanos a las prioridades del coloso del norte.
La revolución cubana en 1959 fue el pretexto que enarbolaron para desatar la militarización creciente en nuestras naciones, bajo la bandera del virus rojo, el castrocomunismo, el interés de la URSS en la región y la proliferación de las guerrillas. Este ramillete de argumentos desató la primera guerra de exterminio por todo el subcontinente, a pesar de que no existía, por las condiciones reales de existencia en la población por las incipientes estructuras políticas y el trabajo organizativo débil para una insurrección, no contaban tampoco con organicidad radial propia por la dispersión de las fuerzas que anulaban la posibilidad de cambio revolucionario, lo sucedido en Cuba tenía ingredientes genéricos y muy específicos de la isla, no era una circunstancia repetible ni cabía la clonación para las otras naciones.
El interés invisible de la primera acción intervencionista militar a través de los golpes castrenses fue el de aniquilar la incipiente organicidad que venía constituyéndose en los sindicatos, descabezar los nacientes movimientos comunitarios y proscribir a los partidos de izquierda, llámese comunista o socialista. La fortaleza industrial de países como Argentina y Brasil fue objetivo a desmantelar, destruyendo las iniciativas que los gobiernos nacionalistas habían heredado a su pueblo; las minas de Chile, Bolivia y Colombia fueron punto de atención para desaparecer los sindicatos mineros y desalojar las ideas nacionalistas que en ellos gravitaban. La cintura centroamericana, repúblicas que surtían el mercado norteamericano y centro de inversión en productos agrícolas, fue presa de “coronelazos” que se sentaron en el poder para garantizar las propiedades de las compañías norteamericanas.
El predominio económico, el fortalecimiento de la dependencia industrial y militar y la apertura de los mercados de manera inmisericorde para la inversión extranjera, principalmente norteamericana, fue el principio básico que orientó la política hegemónica de los Estados Unidos en la región.
Aun así, bajo ese estado de terror, los movimientos populares y las organizaciones de izquierda persistieron en su lucha y de la guerrilla sembrada (A) inducida y sin un trabajo previo de organicidad y logística militar, se pasó a la guerrilla creciente (B) donde esta segunda etapa trazó puentes dialoguistas entre sindicatos-partidos de izquierda, movimientos campesinos-estudiantes.
Ante la recomposición de los movimientos insurgentes y la combinación de todas las formas de lucha, pero con énfasis en dos ejes: la movilización popular y la lucha armada, la estrategia norteamericana mutó y se situó en la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN), cuyas coordenadas de la represión giraron en: desestabilizar gobiernos no afines a su política hemisférica, desindustrializar a los países que habían iniciado una tendencia de organización de las economías nacionales, redireccionó el uso de los medios masivos de comunicación en tareas desinformativas para boicotear gobiernos mediante acontecimientos guardados en el silencio, noticias descontextualizadas, estigmatizaciones, criminalizaciones sensacionalistas que encubrían la saña de los militares contra el pueblo.
En ese tenor las tareas de espionaje tomaron mayor relevancia para secuestrar, eliminar o desaparecer líderes populares, pero ante todo identificar como países problemas a todos aquellos con recursos estratégicos que garantizaran la reproducción del sistema imperial capitalista norteamericano: petróleo, minerales, recursos naturales estratégicos y genuflexión por parte de los gobernantes para modificar leyes y garantizar la inversión foránea.
La DSN coincidió con dos factores importantes: La crisis del petróleo y la configuración de la Trilateral en 1973, donde los países potencia, bajo la égida norteamericana definían el rumbo del capitalismo y la guerra frontal contra la alternativa del campo socialista.
Con la estrategia de DSN se abrió el capítulo de guerra psicológica (psicosocial-Miedo), cuyo núcleo era sembrar el miedo y terror en la ciudadana; la oposición frontal ante todo indicio de reforma o gobiernos nacionalista, acotación en todos los espacios de maniobra del Estado, la imposición de la ideología del libre mercado y la extensión de la ideología del terror y grupos paramilitares en varias esferas de la sociedad, para que desempeñaran la labor sucia que el ejército no quería maniobrar, como eran las desapariciones de líderes comunitarios, sindicales y estudiantiles, profilaxis social, secuestros y atentados, grupos de delación y falsos positivos. Es necesario resaltar que la mejor ilustración empírica de la aplicación de la guerra psicológica es Colombia, quien se ha convertido en pionera para ejecutar al pie de la letra los planes represivos en Latinoamérica.
La institucionalización de la represión gubernamental, entiéndase premilitar, en Colombia se inició en 1965, con la gestión del presidente Guillermo León Valencia, tras la expedición del decreto legislativo número 3398, “por el cual se organiza la defensa nacional”, de carácter transitorio después adoptado como legislación permanente. En ese decreto fueron creados los “grupos de autodefensas”, desde entonces arma gubernamental y de los grandes terratenientes de ese país para desatar la ola de violencia que todavía hoy soporta el pueblo colombiano, a la cual se sumó como elemento fundamental la organización de grupos armados de narcotraficantes y contraguerrillas que son parte de la guerra en el país sudamericano (1).
El punto central de la guerra psicológica-Miedo consistía en detener la propaganda devenida de la extinta Unión Soviética, China, Albania, Vietnam y Cuba; fomentar los valores cristianos y religiosos en comunidades pobres y rurales para desterrar la ideología de las clases sociales y la insurrección armada, infiltrar clandestinamente los órganos colegiados de gobierno, universidades, sindicatos y partidos políticos para detectar los agentes antigubernamentales o simpatizantes de ideologías extranjeras contrarias a los intereses norteamericanos; involucrarse en las huelgas, marchas y paros cívicos y provocar desordenes, y tener pretextos para imponer un Estado de Excepción o ley marcial y finalmente, promover un nacionalismo exacerbado para limitar ideológicamente las ideas de izquierda que provenían de otros países, puesto que sembraba el odio y el rencor en la población al señalarse al promotor de la insubordinación como agente antinacionalista que buscaba destruir al país, todo esto dio origen a la política de delación que hoy existe.
La DSN arrojó un saldo de contraguerrilla y ejércitos mercenarios en Centroamérica, paramilitarización en Colombia, golpes de Estado en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia y Perú, cadena de hombres y mujeres desaparecidos, liquidación de fábricas, despojo inmisericorde de tierras en el campo agentes privados y sicariato, críticas a los gobiernos por el endeudamiento y exigencias internacionales con relación a moldear la política económica, ajustar el gasto, desregular los mercados e imponer restricciones en la aplicación de las políticas públicas y finanzas.
Para proseguir el exterminio de toda oposición, la Guerra de Baja Intensidad (GBI) fue la prolongación de la represión de la Seguridad Nacional pero con mayor énfasis en la parte ideológica y en la intromisión norteamericana como factor indispensable para apaciguar la inestabilidad política de un país latinoamericano. Los componentes de esta “nueva “estrategia eran Contrainsurgencia: derrotar movimientos de rebelión popular. Reversión: derrocar gobiernos revolucionarios o los que no se ajustan plenamente a los intereses estadounidenses y Prevención: ayudar a gobiernos aliados de Estados Unidos a evitar su desestabilización.
La GBI eximió de toda atadura jurídica y de trámite ante los Congresos la intervención estadounidense en los asuntos internos de América Latina; incluso, justificó por parte de los gobiernos en turno como necesaria y legal su presencia para contener los conflictos internos. Aunque en la letra el significado de baja intensidad alude el uso limitado de la fuerza para someter al adversario, cabe también la posibilidad, que en caso de recrudecimiento del conflicto, se pase a una guerra de mediana intensidad, donde se emplearían mayores recursos logísticos y militares. El escenario de la GBI es amplio, abarcativo y atalayador, buscando a toda costa que no quedara nada fuera del circulo represivo, de ahí que asociaran con la GBI las situaciones de inestabilidad, contención agresiva, paz armada, conflictos militares perentorios, antiterrorismo, antisubversión, conflictos internos, guerra de guerrillas, insurrecciones, guerras civiles, guerra irregular o no convencional, guerra encubierta, guerra psicológica, operaciones paramilitares, operaciones especiales e invasión con objetivo específico.
El límite de la GBI se advierte cuando el conflicto es mayor y rebasa las proporciones del armamento convencional y exige el uso de una fuerza mayor. Se pasa de la GBI a la declaración formal de guerra entre dos naciones y/o cuando se emplean masivamente fuerzas de intervención militar convencionales. Éste fue el caso de la intervención militar estadounidense en Irak, al transformarse la operación Escudo del Desierto en Tormenta del Desierto. En Centroamérica, la GBI sigue funcionando, sólo que bajo reglas distintas a la década ochenta, pero con mayor peso en lo ideológico policial.
El éxito parcial de la GBI en Centroamérica se debió a “la complicidad histórica”, porque al caer el Muro de Berlín y la descomposición de la URSS coadyuvó a favor de los intereses norteamericanos y dio apertura de los procesos de “pacificación” y desarme en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Guerra preventiva: estrategia para sembrar miedos
Desde las postrimerías del Siglo XX la guerra de Irak, la estrategia afinada por los Halcones del Pentágono de militarizar el mundo para garantizar la perdurabilidad del capitalismo financiero y mantener el neocolonialismo en los países latinoamericanos, la guerra preventiva y la instauración del Estado policial en varios países del mundo, el miedo obtuvo el espacio privilegiado en la política y como nube de ambientación se cargo de suficientes dispositivos de poder y se posesionó de las subjetividades colectivas de la gran mayoría de los ciudadanos subordinados.
Para la década de los noventa la GBI pasó a otro orden de operatividad y manejo logístico conducente hacia un perfeccionamiento del control social. La invisibilización de manifestaciones en plano militar, salvo si la ocasión y el nivel de conflictividad era riesgoso; sólo priorizarían la inteligencia y la manipulación mediática con el juego del "terrorismo" y la "seguridad".
Las nuevas respuestas de los Estados Unidos al escenario naciente latinoamericano fue aplicar los dispositivos de poder para una guerra sutil pero efectiva, donde los medios de comunicación, con mayor énfasis la televisión y el Internet, desempeñaran un papel importante para desmentalizar a los jóvenes, desestructurar los imaginarios sociales e imponer un nuevo cuadro de subjetividades colectivas, donde el predominio del tiempo instantáneo, lo impronta, la resistencia a vivir procesos y la inclinación por desistir a construir el futuro basado en inversión de ideas, tiempo, trabajo colectivo y redes asociativas fuese el tipo ideal a construir. Con este esquema configuraba un ciudadano mediático, insular, fragmentado de toda red asociativa y con rupturas severas en el eje conectivo del tiempo, donde el pasado no tenía ninguna significancia en su vida y el futuro era un referente lejano, por lo que el presente se perpetuaba y prolongaba.
Paralelamente y como pieza complementaria de la estrategia global, se instrumentó el Plan B de contingencia que consistía en la activación de los conectores del poder que condujeran hacia la constitución de un Estado Policial que vigilara, mediante el uso de la electrónica, los vínculos entre los gobiernos y el incremento de ejércitos privados para eliminar todo intento desestabilizador; Los acuerdos intergubernamentales permitieron armar bancos de datos, transferir información, enlazar policías para atender casos de flujos de migrantes, pandillas y movimientos populares e indígenas que van más allá de las fronteras nacionales, dar seguimiento a sucesos delictivos y políticos ajenos a los intereses privados y ante todo, prestar asesoría para desestructurar los movimientos antisitémicos, como lo hace Colombia en Paraguay y el área centroamericana.
Después de Colombia, Centroamérica es la región de experimentación mas activa en probar el Plan B o Estado Policial (EP), Naomi Klein le denomina “Democracia Big Brother”, cuyo objetivo central es llevar la GBI hacia la ciudadanía, eliminar los derechos políticos, recortar los derechos sociales, anular las políticas públicas, acotar los espacios de maniobra para defender sus derechos y conquistas laborales, reformar las leyes, criminalizar las protestas en las calles y confinarle en un rincón en donde tenga un estatus de indefensión absoluta.
El Estado policial cuenta con un holograma que grafica subjetivamente al enemigo: la lucha contra el terrorismo, El populismo radical, el crimen organizado y Tráfico de drogas y los enemigos del orden global.
Estado policial y el miedo
El recurso ideológico del EP es el miedo, que busca, y ha logrado hasta ahora, sembrar la incertidumbre como una estrategia constructora de escenarios de riesgo insertados en la subjetividad de los colectivos humanos. El objetivo es alterar los estados de ánimo en las personas que conduzcan a desordenarle las coordenadas que dan estabilidad a la vida cotidiana, puesto que la angustia, el temor y la sensación de estar en peligro los lleva a estados depresivos y de angustia colectiva. Además, el miedo insulariza a las personas, las confina al espacio privado o intimo y re-aparece como garantía de la vida dado que por miedo a los males el futuro se anticipa y entra aislacionismo permanente y concede todas las facultades al estado para conservar la seguridad necesaria para reproducirse socialmente y obtener la preservación de la vida y la felicidad.
Ahora bien, la estrategia de fracturar a la sociedad, de insularizarla y dejarla como archipiélago humano, no es descabellada porque puede rendirle frutos tempranos a los apetitos de los empresarios y políticos sometidos al gran capital. Si el aislamiento prolongado conlleva a la perdida concomitante de seguridad personal y reducción de las capacidades afectivas, entonces provoca en la sociedad la sensación de autismo social, nadie se interesa por el otro y afloran las estrategias de sobrevivencia personales o individuales, alejándose de toda posibilidad de ejecutar alguna acción colectiva; lo otro que puede sumarse es el atrofiamiento de las capacidades de concentración, memoria y vigilancia.
Lo reseñado puede derivar en disturbios mentales y/o psicológicos que incrementen los suicidios o, por otro lado, que el confinamiento atrofie la fortaleza cognitiva y lo deje sin posibilidad de enfrentar situaciones complejas de emergencia, pierda habilidades para resolver problemas de la vida cotidiana y se aleje de buscar innovaciones o alternativas en la resolución de circunstancias adversas en su vida.
Con el miedo los gobiernos de derecha y el depredador neoliberalismo tienen la intención de redireccionar la mirada y las vidas de los seres humanos, principalmente los desposeídos, hacia un solo sentido, donde el camino sea irreversible y no haya la oportunidad de ser re-pensado porque ya está trazado y no hay alternativa paralela.
Inculcan en las subjetividades la inexistencia del futuro, porque este está ligado a la duración de la vida y no trasciende después de la muerte en el individuo, de ahí que el presente se perpetúa en la agonía, se prolonga en las necesidades y se contrae al pensarlo. Es una estrategia para que el presente sea encapsulado y el futuro corto e insignificante.
La otra pieza discursiva es el uso del terrorismo como un enemigo impredecible, invisible y súbito lo posiciona en el subconsciente colectivo como algo que desconocemos, que jamás lo vamos a controlar y que está siempre presente en nuestras vidas, provocando un estado persecutorio permanente en nuestras vidas. Ya no controlamos nuestro espacio particular privado, necesitamos de la protección de un salvador, un guerrero o un Estado que sepa usar la fuerza, la autoridad y los recursos necesarios para eliminar al enemigo imaginario, a costa de perder o permitir la invasión en nuestra vida privada.
Así se auto-representa el EP, y con la amenaza del terrorismo ha encarcelado a la sociedad, limitándola a atrincherarse en su individualismo, a temer de los semejantes, a ver al otro como potencial agresor, a vivir con la incertidumbre pegada a la vida y alejada de toda posibilidad de hacer vida comunitaria, porque cada vez que lo hace, el riesgo aumenta. La fragmentación, el alejamiento de los espacios públicos de deliberación y convivencia, la necesidad de estar ligados a la televisión para recibir la información visual permanente y mantenerse preocupado por contratar un seguro, compañías de seguridad personal, etc., son los síntomas de una sociedad enferma que se dejó impregnar por el virus del terrorismo mítico.
Ahora bien, no sólo por razones políticas y económicas el Estado Policial busca, para legitimar el uso de la fuerza e invadir la privacidad de las personas, encontrar culpables –aunque sean ficticios o ajenos a las acciones que se les imputan-, sino también por un recurso defensivo orientado a reducir la tensión que produce pensar algo terrible, lesivo de nuestra seguridad y nuestras vida; el Estado (2) como agente que intenta demostrar que controla y proporciona certidumbre, en esta contienda antiterrorista, en coyunturas propicias hace visible al enemigo, aunque esa visibilidad no está ligada al control o la destrucción absoluta de enemigo, sino como un elemento distractor que lo habilita como un ente capaz de atacar, imponer leyes, recortar las garantías constitucionales, etc., en favor de la “seguridad”.
La lucha contra el crimen organizado y miedo es el eje ideológico; reformas en el ámbito judicial para hacer las aprehensiones más efectivas y sin mediar proceso para demostrar la falta imputada, son parte del eje represivo; hostigamiento, intervenciones de líneas de comunicación (Telefónica, Internet o grabaciones ilegales) son los componentes del eje coactivo y despidos laborales sin justificación alguna y ordenes de aprehensión por participar en protestas callejeras o desobediencias civiles, conforman eje coercitivo; las cuatro bielas estructuran el cuadrante de la nueva GBI contra la ciudadanía.
Riesgos del postmiedo en Colombia
Colombia desde 1997 a la fecha está convertida en la plataforma hostigadora para todos los movimientos y gobiernos que intentan salir del círculo de dominio norteamericano, asimismo empresa bélica que surte a países del continente de material humano capacitado en labores de espionaje, sicariato, paramilitarismo, profilaxis social, infiltraciones comunitarias y vínculos de redes de ilicitud del narcotráfico con militares, de ahí que existan acuerdos y presencia de exterminadores en Honduras, El Salvador, Paraguay, Perú y Costa Rica, y en otros países de la región están presente sin acuerdo de gobierno pero bajo custodia de empresarios y complicidades de agentes gubernamentales locales, como en México, Guatemala, en la zona limítrofe de Venezuela y Argentina.
El Plan Colombia, las bases militares recién aprobadas que instalaran una sofisticado equipo de comunicación digital-satelital, acompañado por asesoría de empresas que prestan el servicios de ejércitos privados, brindaran la oportunidad a los gobernantes colombianos para provocar, apoyar, intervenir en los asuntos de los países vecinos, algunos bajo pretexto del fabuloso contenido del computador de Raúl Reyes y otras veces bajo la argumentación falaz de incursiones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –FARC- en territorio fronterizo, secuestros o atentados que en la mayoría de las veces son cometidos por el gobierno en turno y lo adjudica a los alzados en armas. Es una práctica añeja en la clase gobernante del país andino.
Indudablemente que toda acción militar que desarrolle Colombia contra los países colindantes cuenta con el aval de la administración Clinton, dado que Obama sólo cumple lo que ordena el matrimonio tras el poder, dado que los conservadores no lo aceptan como presidente y es tolerado por los oficios de los Clinton que son la mediación entre gobierno norteamericano y poder militar y financiero.
Los arreglos entre gobiernos (Estados Unidos y Colombia) va más allá de lo formal, hay implicaciones de lo que discursivamente combaten, el trafico de drogas y lavado de dinero. Los empresarios que en la administración de Álvaro Uribe fueron detenidos por narcotráfico y blanqueo de fortunas, al igual que capos de la droga que protegía el gobierno colombiano no son juzgados ni condenados con largas penas como lo hacen con otros apresados, sino que en menos de un año se declaran Testigos Protegidos, cambian de identidad, obtienen residencia en Estados Unidos u otro país y revelan a los norteamericanos las fuentes y redes del trafico de drogas, negocio en el que cada día los agentes norteamericanos tienen mayor participación y jugosas ganancias.
Internamente en Colombia se impuso un régimen de terror bajo la administración Uribe, la Seguridad Democrática se transformó en securitización de la vida cotidiana, donde el gobierno vigiló, controló, persiguió y exterminó a todo aquel que consideraba enemigo de la nación, del régimen y del proyecto de gobierno, de ahí que sindicalistas, intelectuales, líderes comunitarios, profesores de zonas marginadas, gestores sociales, miembros de redes solidarias, comunidades en resistencia y militantes de izquierda fueron desapareciendo hasta dejar un ambiente umbrío, alejado de las reciprocidades, temeroso de la delación que se convirtió en fuente de ingreso para muchos desempleados que abusaron de esa práctica sin importarle la vida del señalado, las familias fueron confinándose al espacio público y los espacios públicos fueron convertidos en lugares mudos, ausentes, carente de dialogo y estigmatizados como peligrosos.
La política paso de lo colectivo y plural a lo singular; la persona, su sonrisa, los favores de la televisión, la parafernalia en los actos públicos y la venta de un mundo inexistente a través del discurso oficial que impuso la norma tácita (quien no la cumplía era perseguido o exterminado) que la globalización es oportunidad, el neoliberalismo es sinónimo de calidad y competitividad y los tratado comerciales ventajosos para consumir lo mejor y más barato, cargó la subjetividad colectiva de los colombianos y abrumó sus esperanzas hasta llevaros a niéveles de esquizofrenia política que obnubiló las mentes y bajo el delirio mediático destacaban valores, virtudes, fuerza y capacidad del presidente Uribe; cegados estaban ante la ola privatizadora, la pulverización de los derechos laborales, el golpe de timón que dio a la educación hasta convertirla en capacitación laboral y ajena a la búsqueda de hallazgos científicos; nutrió a los buitres que comían en su mesa e invitó a numerosas empresas a invertir en el país sin importarle la contaminación y destrucción de reservas ecológicas, de aguas y cambios de cultivos que impactaban de manera drástica en las comunidades locales y regionales.
Los fraudes, desfalcos, desvíos de recursos, desatención de demandas de los pueblos y comunidades, la carencia de servicios básicos y el flujo de desplazados por la guerra interna llegó a 4 millones de personas que perdieron su lugar, propiedades, abandonaron sus tradiciones, costumbres, reciprocidades y tramas sociales que día tras días tenia con sus congéneres. Nada de esas exigüidades y destrozos transitaban por los medios de comunicación ni por la televisión, principales aliados de Uribe. La uribización ideológica cargaba de sentido el ambiente político y cultural de Colombia.
Al final de su administración, la colcha de retazos ideológicos no alcanzaba para tapar tanta ineptitud, robos, tráficos de influencias, despojos y muertes; dos administraciones apagaban la flama de pebetero que los norteamericanos habían colocado en Colombia para alumbrar invitar a la obra mayúscula de sadismo y sin pudor: uribelandia, un episodio largo imitando la obra de Donatien Alphonse François, pero fue la paga que dio un testigo protegido No 82 desde 1991, cuando fue senador y colaborador de Pablo Escobar, lo afirma el documento de la Central de Inteligencia Americana-CIA-.
Indudablemente, la euforia, el carnaval de dinero en los medios y la fanfarronería de que acabaría con la insurgencia en Colombia embriagaron las expectativas de los ciudadanos, cada día eran cifras que adornaban los noticieros de guerrilleros caídos, decían que eran menos de 8 mil los alzados en armas, los muertos superaban los 30 mil y aun mantenían el tenor discursivo, las cuentas no cuadraban. El fenómeno Chávez en Venezuela sirvió de pretexto para ampliar el radio de acción bélico, la represión abrió el compas de acción y los resultados eran los mismos, se acercaba el fin de la era Uribe.
Es claro para los especialistas en ciencias sociales, que el miedo atemoriza, confina a un espacio reducido al hombre y mujer hasta arrinconarlo en un estadio de parálisis, inmovilidad y con la capacidad dialógica atrofiada, porque ve en el otro un potencial agresor y el mundo exterior lo percibe como adverso a sus intereses.
En este estado catatónico relacional, las redes sociales no importan, las reciprocidades desaparecen lentamente y nos induce a un estadio de autismo social, que al permanecer por largo tiempo, nos impide ver donde se fraguan u ordenan las construcciones políticas novedosas que puedan negar la adversidad existente, entre ellas las acciones colectivas de algunos movimientos sociales, la guerra de posiciones, las aperturas de arcos convergentes, los núcleos de subjetividades de rupturas, los avances de la oposición armada, las acciones de intercambio humanitario, las comunidades de base y las voluntades populares en disposición movimientista.
Justo ahí aparece el quiebre de la tendencia silenciosa de la política instaurada por Uribe, la imposibilidad jurídica que la Corte Suprema de Justicia emite contra la re-elección toma por sorpresa a los electores que no habían oteado un Plan B ni una construcción política distinta a la difundida por el gobernante en turno y, ante monumental oquedad, el personaje osado, Antanas Mockus, con discurso vacío, con énfasis en lo moral, ética política, el manejo con transparencia de los recursos públicos, el respeto a la tolerancia, la crítica a los fraudes, la impunidad, la necesidad de reconstituir las instituciones públicas atrae cual imán en caja de clavos, los desesperados anhelos de los colombianos que viven dentro de un espectro dantesco donde… mueren anualmente más de 20 mil niños menores de 5 años por desnutrición aguda, de cada 100 madres desplazadas gestantes, 80 padece desnutrición crónica, el desplazamiento forzado supera los 4.5 millones de personas y con un PEA (Población Económicamente Activa) cesante que supera el 60%; no obstante el gobierno se esfuerza en presentar como un logro de su estrategia política y social los 20,5 millones de colombianos y colombianas pobres y a 7,9 millones en extrema pobreza o miseria. Según la línea de pobreza oficial, son pobres los miembros de un hogar de cuatro personas que el año pasado acumulaban un ingreso mensual máximo de 1'086.000 pesos; si el ingreso percibido es inferior a 468.000 pesos, se considera en extrema pobreza. 23 de cada mil niños en la costa Caribe mueren de hambre (PUND). 25 infantes de cada 100 en la Guajira, presentan desnutrición crónica. Cifras de Unicef.(3)
La postura de Mockus ante las demandas de los habitantes del país mencionado es esquiva, de ahí que la lectura que manda a los lectores es la de un candidato de racionalidad neoliberal, con discurso irreal y vacuo que dibuja una Colombia con perfil de país nórdico (Finlandia, Noruega Suecia, Dinamarca…) que propone sustentabilidad ante las nuevas obras y cuidado de la naturaleza, mercados emergentes, presión militar para promover la desmovilización de los insurgentes, calidad de vida, promoción de la salud en zonas marginadas, respeto y tolerancia, integración familiar y formación de nuevos ciudadanos con alta cultura política; asimismo, comparte la Seguridad Democrática y mantendrá el apoyo, en caso de ser electo, a las fuerzas castrenses, la presencia militar y bases de operaciones de los norteamericanos, la agenda de las privatizaciones mantendrá la entrega de los recursos públicos y estratégicos de la nación, las inversiones en agua, represas, minas, biodiversidad con la industria farmacéutica al frente, será vital para los inversores extranjeros.
No asume ningún compromiso de retornar los derechos sindicales despojados. Todo indica que alentará el empleo indirecto, sin carga a los empresarios, esquilmador de laborales prestaciones y con salarios reprimidos. En educación no hay un planteamiento claro del papel de la universidad en el desarrollo socio-económico y cultural del país y elemento coadyuvante en la solución de miles de problemas que debe enfrentar el estado. Y en política de seguridad no hace propia la voz reclamante de desenterrar los enclaves paramilitares incrustados a lo largo y ancho del país, donde empresarios, comerciantes, grupos musicales, medios de comunicación representantes políticos, empresarios deportivos, universidades privadas y públicas comparten responsabilidad para mantener el miedo, el terror y exterminar a todo colombiano que piense distinto al gobierno.
Los interrogantes que hace Milton Caballero los hago propio y socializo:
* ¿Gastará, como Uribe en 2009, $19,2 billones anuales del Presupuesto Nacional en la “seguridad democrática” que ha prometido continuar?
* ¿Privatizará el 15% de Ecopetrol, la principal empresa del Estado, como propuso Sergio Fajardo?
* ¿Vender las entidades públicas más productivas es una herramienta válida para financiar la educación y otros ámbitos sociales?
* ¿Continúa siendo partidario del cobro escalonado de matrículas, como cuando fue rector de la Universidad Nacional?
* ¿Sigue creyendo que los decretos de Uribe sobre salud “son legítimos” y que la crisis del sector se resuelve con más impuestos?
* ¿Los gravámenes a todos los estratos son la vía para afrontar los problemas del país?
* ¿Dónde están las grandes estrategias de defensa del medio ambiente que se supone son el fuerte de un partido Verde?
* ¿Su respaldo a la reforma laboral de 2003, que atenta contra derechos de los trabajadores, sigue en pie?
* ¿Por qué se fue a la sombra de Opción Centro, el grupo amigo del procesado senador Gil, y no optó por construir partido propio?
* ¿Cree en realidad que “las balas también son un recurso pedagógicas” como dijo hace poco?
* ¿Por qué se atemoriza ante los regaños de Uribe y ruega que lo siga considerando “un firme timonel de la seguridad”? (3)
La imagen del lituano-colombiano es emotiva, colorea la organicidad con verde esperanza y equilibrio de la naturaleza, con perfil parco, alejando del consumo y estricto ahorrador, apegado a la familia, sistémico en su trabajo y matemático por profesión ofrecen un gobernante puntual, transparente, eficiente en las tareas y eficaz para actuar y transparente en el manejo de las finanzas públicas. Sin embargo la Colombia necesita más que una imagen de niño bueno y aplicado, requiere un gobernante audaz, capaz de confrontar a los sectores latifundistas que han acaparado tierras y empobrecidos grandes segmentos de campesinos y pequeños productores; reclama el país un mandatario que ejerza la autonomía frente a las imposiciones norteamericanas que abusan de Colombia cada vez que la necesitan para agredir a país vecino.
La alusión a las relaciones comerciales con Venezuela, el discurso esconde la responsabilidad de los Estados Unidos en el conflicto quien ha involucrado al gobierno de Uribe como gatillo provocador y hostigador para vulnerar la frontera extensa con los bolivarianos y desgastar la administración de Chávez, disfrazando la intromisión con vínculos con las FARC y tráfico de drogas; hoy el país es el vertebrador de la política norteamericana en la región y no es un hecho en cuestión por los diversos actos de participación en eventos de trascendencia en la política latinoamericana.
Y el problema toral de Colombia no es pieza importante en el discurso Mockusiano, la guerra se mantiene, los enclaves actorales requieren de oficio, inteligencia, trabajo en redes y empleo para desestructurarlos y poco a poco ir modificando los estilos de vida y cultura de la muerte que prevalece en ellos. De igual manera los enclaves culturales del conflicto han dejado un registro profundo en la subjetividad que podríamos denominar el síndrome de la violencia, cuya manifestación es el uso de la fuerza para despojar al otro de sus pertenencias, sacar ventaja sin competir y en algunos casos esperan que otro resuelva lo que corresponde resolver el implicado. Necesitamos que la esperanza colombiana sea la flama del sujeto colectivo, de todos los que ansían erradicar la violencia, el despojo y el paramilitarismo debe asumirse como sujeto colectivo y no delegar en Mockus que matemáticamente resuelva lo que corresponde a todos los colombianos enfrentar como reto en el Siglo XXI.
Notas:
1) Fundación CEPS (Centro de Estudios Políticos y Sociales, 2007, Análisis en profundidad de la realidad de Colombia y su conflicto
2) Salazar, Robinson, 2006, Visibilizando al enemigo: EE.UU vs América Latina, en Revista Utopía y praxis latinoamericana, Venezuela.
3) AP. Crítico, 2010, Desnutrición por empobrecimiento asesina anualmente a 20.000 niños menores de 5 años en Colombia. Guerra económica
4) Caballero, Milton, 2010, Mockus más allá de los mitos: más guerra y privatizaciones
Colombia ante el proceso electoral
Robinson Salazar Pérez
Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa, México
Especial para ARGENPRESS.info
Sábado 15 de mayo de 2010
El miedo
El miedo es un factor político efectivo al ser utilizado como herramienta política de control social por regímenes autoritarios, para amedrentar las voluntades colectivas predispuestas a la protesta, asimismo sirve para neutralizar al adversario, confinar a los habitantes de un territorio al ambiente de la vida privada y desalojar los foros públicos de voces opositoras.
Existen miedos ancestrales vehiculizados a través de la tradición oral y los aprendizajes entre comunidades y generaciones; algunos otros tienen residencia permanente en la memoria infantil e incluso prolongados hasta los años de la senectud, provocan pánico, temores e inseguridad; no desdeñemos los que provienen de libros y novelas y adquieren la configuración moldeada por nuestro imaginario de acuerdo a las circunstancias materiales en las cuales vivimos, la coyuntura durante la lectura y los vínculos de la historia escrita con algunos retazos de nuestra vida cotidiana.
La memoria tiene la doble virtud de por un lado, almacenar cantidades de imágenes, información, cifras y rostros a través del devenir de la persona quien la ejercita, y por otro, relacionar, enlazar y construir escenarios con todos los objetos memorizados e imaginar cuadros dantescos u horrorosos que vulneran la estabilidad del sujeto portador. De ahí la memoria como factor estratégico para reflexionar pero a su vez zona de vulnerabilidad en el ser humano.
En esta perspectiva, el miedo se ha convertido en un mito, sin ninguna atrevida pretensión humana a desafiarlo acumuló fuerza y se coloco inalcanzable, amenazador, vigilante y al asedio, sin posibilidad de ser alterado pero codiciado por muchos para utilizarlo como herramienta de dominio, control o imposición de voluntad sobre los demás.
Cada vez que la sociedad en general da muestra de avance, ya sea en el campo de las ciencias, las artes, el desarrollo inmobiliario, la democracia o uso de nuevos instrumentos en materia de tecnología, el miedo aparece como sombra del pasado y fantasma del futuro para atrapar las mentes débiles y orientar a grandes segmentos de la sociedad a actuar con cautela, temerosas y hasta aferradas a creencias y signos del pasado que le roban el derecho de ser libre.
Por lo anterior, el miedo lo hemos colocado en la bandeja de entrada de nuestro software humano para temerle a la vejez, la violencia, la muerte, al hambre, los accidentes, las multitudes, las riñas, los desastres naturales entre otros hechos fuente de dolor, desengaño, fracaso o pérdida material.
Sociedades que viven con miedo
Con el advenimiento del neoliberalismo y la tendencia universal de la globalización, cuyos resultados más notorios fueron el debilitamiento del estado, la reducción de los campos de acción donde operaba, la desregulación del mercado y la difuminación de las fronteras, el concepto de soberanía y autonomía estatal quedó desvanecido, los gobiernos se asentaron sobre tierra movediza y la gobernabilidad estuvo sujeta a las pretensiones de los organismos internacionales y empresas financieras que cada día ganan mayor control sobre las naciones y el mundo de las finanzas, actúan como poder de facto y ponen en entredicho la función de un gobierno nacional.
El Estado no tuvo capacidad para atajar los grandes problemas, dejó de orientar la economía, renunció a cargar de subjetividades a la ciudadanía y dedicó su esfuerzo en administrar la cosa pública sin un horizonte definido, una meta a medio y largo plazo y a sufrir los vaivenes que el mercado y “su mano invisible” generan a cada momento.
La sociedad no tuvo un referente de interlocución, pues en estas condiciones el estado no dialoga, sino impone, los partidos se convirtieron en espacios de trabajo y generadores de actos ilícitos, acciones fraudulentas y a representar a las empresas sin importarles ser electos por segmentos de la sociedad que aun estaba impávida por carecer de representación política.
La auto representación sustituyo el lugar de los partidos, en otras ocasiones los movimientos sociales reivindicaron la representación múltiple y defendieron lo que los partidos no hacen o están imposibilitados de hacer porque renunciaron a mantener el lazo social con los grupos humanos y prefirieron las reuniones y juntas con lobistas y representantes de empresas para legislar a favor de los intereses empresariales.
La sociedad paulatinamente se ausento de lo público, las calles, parques, esquinas, espacios de recreación, junta de vecinos y asociaciones comunales perdieron fuerza y capacidad de aglutinamiento, el individualismo forjó la idea del hombre libertario en la medida del consumo sin restricción alguna, que puede comprar y vender todo lo deseado como el ejercicio pleno de la libertad del mercado, de ahí puede realizar sin menoscabo la venta y a su vez compra de sus servicios, sexo, órganos, propiedades e hijos, por ello es común que la justicia, las nuevas legislaciones, las decisiones de estado, puedan ser subastadas en el mercado de la ilicitud y adquiridas por todo aquel que goza de los recursos económicos y los vínculos con el crimen organizado.
Con el mercado como vector social de nuestra sociedad afrontamos todos los riesgos, vivimos un Estado esquizoide, desarraigado de la sociedad, sin lazo social, sus discursos no tienen resonancia social, no describen los asuntos torales de la sociedad, tampoco dibujan la representación política en el imaginario del ciudadano; sus tramas están ligadas a situaciones caóticas o certezas lejanas, no deposita cemento social entre Estado y sociedad, exige obediencia pero desobedece el mandato de las normas morales instauradas y válidas, en fin, es un ente administrativo sin presencia en la subjetividad colectiva y percibido como nocivo para el futuro de la gran mayoría.
Sin representación política ni garantía de sus derechos, la sociedad contemporánea se desliza entre miedos y terrores, incertidumbre y nostalgia, silencios ocultos y confinamiento privado y evade todo aquello que lo coloca cerca del peligro, de ahí la elección de espacios menos institucionalizados, y la preferencia a actuar la mayor parte de su vida en la cotidianidad, los debates públicos no son círculos llamativos para ordenar nuevas ideas y prefieren permitir que la televisión o radio le forje la opinión pública y eso le basta para tejer tema de conversación con otros.
El miedo reside en la persona y ella tiene como refugio el espacio privado, ahí se esconde, rumia, duerme con esa pesadilla que lo encierra en sí mismo, pero si colapsa el espacio privado y la frontera porosa entre lo público y privado es diluida, el terror hace presa a la persona, la visibiliza ante los ojos escrutadores de la autoridad pública, es controlada en todos los desplazamientos y llega a un estado de ostracismo enfermizo hasta la autodestrucción.
Existen otras derivaciones de miedo provenientes del grifo de la política, caso tal de la traición como algo extraño y peligroso que vulnera las fibras sensibles de todo andamiaje institucional; el terrorista una figura creada por el Estado para aplicarla a todos quienes estén en contra de las políticas y leyes impuestas aun cuando no gocen de legitimidad, en busca ante todo de destruir la opción de la acción directa como recurso de la oposición para deponer un gobernante alejado de la confianza ciudadana.
Militarismo y miedo en América Latina
América Latina desde los años sesenta ha soportado los experimentos y aplicaciones de políticas hegemónica que los Estados Unidos instrumenta para defender sus intereses, blindar sus fronteras para “evitar” que los acontecimientos de nuestros pueblos incidan en su territorio, controlar los flujos migratorios, apoyar los inversores norteamericanos y fomentar el miedo en los lugares donde nacen focos de resistencia a la política del despojo; a su vez imponen una política de sometimiento férrea para domesticar a los gobiernos, privatizar los recursos naturales, apropiarse de las riquezas que producen los países latinoamericanos y desvertebrar las luchas populares de esta parte del continente.
La primera estrategia militar instrumentada en la desestructuración de los movimientos populares entre los años 1960-1970, fue la golpista, apoyados en la organización castrense nacional dependiente de la asistencia económica, logística e instrucción de los centros de apoyos que suministraban los recursos necesarios, asimismo los organismos internacionales guardaban vínculo estrecho con el Departamento de Estado Norteamericano, la Central de Inteligencia –CIA- y el Pentágono con la intención de cerrar pinzas sobre el país a atacar. A su vez, abrieron un zaguán informativo y de inteligencia militar para que los organismos de Estado de Norteamérica, acopiaran información, elaboraran parte de la política exterior hacia las naciones del sur y sometiera la política de los gobiernos latinoamericanos a las prioridades del coloso del norte.
La revolución cubana en 1959 fue el pretexto que enarbolaron para desatar la militarización creciente en nuestras naciones, bajo la bandera del virus rojo, el castrocomunismo, el interés de la URSS en la región y la proliferación de las guerrillas. Este ramillete de argumentos desató la primera guerra de exterminio por todo el subcontinente, a pesar de que no existía, por las condiciones reales de existencia en la población por las incipientes estructuras políticas y el trabajo organizativo débil para una insurrección, no contaban tampoco con organicidad radial propia por la dispersión de las fuerzas que anulaban la posibilidad de cambio revolucionario, lo sucedido en Cuba tenía ingredientes genéricos y muy específicos de la isla, no era una circunstancia repetible ni cabía la clonación para las otras naciones.
El interés invisible de la primera acción intervencionista militar a través de los golpes castrenses fue el de aniquilar la incipiente organicidad que venía constituyéndose en los sindicatos, descabezar los nacientes movimientos comunitarios y proscribir a los partidos de izquierda, llámese comunista o socialista. La fortaleza industrial de países como Argentina y Brasil fue objetivo a desmantelar, destruyendo las iniciativas que los gobiernos nacionalistas habían heredado a su pueblo; las minas de Chile, Bolivia y Colombia fueron punto de atención para desaparecer los sindicatos mineros y desalojar las ideas nacionalistas que en ellos gravitaban. La cintura centroamericana, repúblicas que surtían el mercado norteamericano y centro de inversión en productos agrícolas, fue presa de “coronelazos” que se sentaron en el poder para garantizar las propiedades de las compañías norteamericanas.
El predominio económico, el fortalecimiento de la dependencia industrial y militar y la apertura de los mercados de manera inmisericorde para la inversión extranjera, principalmente norteamericana, fue el principio básico que orientó la política hegemónica de los Estados Unidos en la región.
Aun así, bajo ese estado de terror, los movimientos populares y las organizaciones de izquierda persistieron en su lucha y de la guerrilla sembrada (A) inducida y sin un trabajo previo de organicidad y logística militar, se pasó a la guerrilla creciente (B) donde esta segunda etapa trazó puentes dialoguistas entre sindicatos-partidos de izquierda, movimientos campesinos-estudiantes.
Ante la recomposición de los movimientos insurgentes y la combinación de todas las formas de lucha, pero con énfasis en dos ejes: la movilización popular y la lucha armada, la estrategia norteamericana mutó y se situó en la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN), cuyas coordenadas de la represión giraron en: desestabilizar gobiernos no afines a su política hemisférica, desindustrializar a los países que habían iniciado una tendencia de organización de las economías nacionales, redireccionó el uso de los medios masivos de comunicación en tareas desinformativas para boicotear gobiernos mediante acontecimientos guardados en el silencio, noticias descontextualizadas, estigmatizaciones, criminalizaciones sensacionalistas que encubrían la saña de los militares contra el pueblo.
En ese tenor las tareas de espionaje tomaron mayor relevancia para secuestrar, eliminar o desaparecer líderes populares, pero ante todo identificar como países problemas a todos aquellos con recursos estratégicos que garantizaran la reproducción del sistema imperial capitalista norteamericano: petróleo, minerales, recursos naturales estratégicos y genuflexión por parte de los gobernantes para modificar leyes y garantizar la inversión foránea.
La DSN coincidió con dos factores importantes: La crisis del petróleo y la configuración de la Trilateral en 1973, donde los países potencia, bajo la égida norteamericana definían el rumbo del capitalismo y la guerra frontal contra la alternativa del campo socialista.
Con la estrategia de DSN se abrió el capítulo de guerra psicológica (psicosocial-Miedo), cuyo núcleo era sembrar el miedo y terror en la ciudadana; la oposición frontal ante todo indicio de reforma o gobiernos nacionalista, acotación en todos los espacios de maniobra del Estado, la imposición de la ideología del libre mercado y la extensión de la ideología del terror y grupos paramilitares en varias esferas de la sociedad, para que desempeñaran la labor sucia que el ejército no quería maniobrar, como eran las desapariciones de líderes comunitarios, sindicales y estudiantiles, profilaxis social, secuestros y atentados, grupos de delación y falsos positivos. Es necesario resaltar que la mejor ilustración empírica de la aplicación de la guerra psicológica es Colombia, quien se ha convertido en pionera para ejecutar al pie de la letra los planes represivos en Latinoamérica.
La institucionalización de la represión gubernamental, entiéndase premilitar, en Colombia se inició en 1965, con la gestión del presidente Guillermo León Valencia, tras la expedición del decreto legislativo número 3398, “por el cual se organiza la defensa nacional”, de carácter transitorio después adoptado como legislación permanente. En ese decreto fueron creados los “grupos de autodefensas”, desde entonces arma gubernamental y de los grandes terratenientes de ese país para desatar la ola de violencia que todavía hoy soporta el pueblo colombiano, a la cual se sumó como elemento fundamental la organización de grupos armados de narcotraficantes y contraguerrillas que son parte de la guerra en el país sudamericano (1).
El punto central de la guerra psicológica-Miedo consistía en detener la propaganda devenida de la extinta Unión Soviética, China, Albania, Vietnam y Cuba; fomentar los valores cristianos y religiosos en comunidades pobres y rurales para desterrar la ideología de las clases sociales y la insurrección armada, infiltrar clandestinamente los órganos colegiados de gobierno, universidades, sindicatos y partidos políticos para detectar los agentes antigubernamentales o simpatizantes de ideologías extranjeras contrarias a los intereses norteamericanos; involucrarse en las huelgas, marchas y paros cívicos y provocar desordenes, y tener pretextos para imponer un Estado de Excepción o ley marcial y finalmente, promover un nacionalismo exacerbado para limitar ideológicamente las ideas de izquierda que provenían de otros países, puesto que sembraba el odio y el rencor en la población al señalarse al promotor de la insubordinación como agente antinacionalista que buscaba destruir al país, todo esto dio origen a la política de delación que hoy existe.
La DSN arrojó un saldo de contraguerrilla y ejércitos mercenarios en Centroamérica, paramilitarización en Colombia, golpes de Estado en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia y Perú, cadena de hombres y mujeres desaparecidos, liquidación de fábricas, despojo inmisericorde de tierras en el campo agentes privados y sicariato, críticas a los gobiernos por el endeudamiento y exigencias internacionales con relación a moldear la política económica, ajustar el gasto, desregular los mercados e imponer restricciones en la aplicación de las políticas públicas y finanzas.
Para proseguir el exterminio de toda oposición, la Guerra de Baja Intensidad (GBI) fue la prolongación de la represión de la Seguridad Nacional pero con mayor énfasis en la parte ideológica y en la intromisión norteamericana como factor indispensable para apaciguar la inestabilidad política de un país latinoamericano. Los componentes de esta “nueva “estrategia eran Contrainsurgencia: derrotar movimientos de rebelión popular. Reversión: derrocar gobiernos revolucionarios o los que no se ajustan plenamente a los intereses estadounidenses y Prevención: ayudar a gobiernos aliados de Estados Unidos a evitar su desestabilización.
La GBI eximió de toda atadura jurídica y de trámite ante los Congresos la intervención estadounidense en los asuntos internos de América Latina; incluso, justificó por parte de los gobiernos en turno como necesaria y legal su presencia para contener los conflictos internos. Aunque en la letra el significado de baja intensidad alude el uso limitado de la fuerza para someter al adversario, cabe también la posibilidad, que en caso de recrudecimiento del conflicto, se pase a una guerra de mediana intensidad, donde se emplearían mayores recursos logísticos y militares. El escenario de la GBI es amplio, abarcativo y atalayador, buscando a toda costa que no quedara nada fuera del circulo represivo, de ahí que asociaran con la GBI las situaciones de inestabilidad, contención agresiva, paz armada, conflictos militares perentorios, antiterrorismo, antisubversión, conflictos internos, guerra de guerrillas, insurrecciones, guerras civiles, guerra irregular o no convencional, guerra encubierta, guerra psicológica, operaciones paramilitares, operaciones especiales e invasión con objetivo específico.
El límite de la GBI se advierte cuando el conflicto es mayor y rebasa las proporciones del armamento convencional y exige el uso de una fuerza mayor. Se pasa de la GBI a la declaración formal de guerra entre dos naciones y/o cuando se emplean masivamente fuerzas de intervención militar convencionales. Éste fue el caso de la intervención militar estadounidense en Irak, al transformarse la operación Escudo del Desierto en Tormenta del Desierto. En Centroamérica, la GBI sigue funcionando, sólo que bajo reglas distintas a la década ochenta, pero con mayor peso en lo ideológico policial.
El éxito parcial de la GBI en Centroamérica se debió a “la complicidad histórica”, porque al caer el Muro de Berlín y la descomposición de la URSS coadyuvó a favor de los intereses norteamericanos y dio apertura de los procesos de “pacificación” y desarme en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Guerra preventiva: estrategia para sembrar miedos
Desde las postrimerías del Siglo XX la guerra de Irak, la estrategia afinada por los Halcones del Pentágono de militarizar el mundo para garantizar la perdurabilidad del capitalismo financiero y mantener el neocolonialismo en los países latinoamericanos, la guerra preventiva y la instauración del Estado policial en varios países del mundo, el miedo obtuvo el espacio privilegiado en la política y como nube de ambientación se cargo de suficientes dispositivos de poder y se posesionó de las subjetividades colectivas de la gran mayoría de los ciudadanos subordinados.
Para la década de los noventa la GBI pasó a otro orden de operatividad y manejo logístico conducente hacia un perfeccionamiento del control social. La invisibilización de manifestaciones en plano militar, salvo si la ocasión y el nivel de conflictividad era riesgoso; sólo priorizarían la inteligencia y la manipulación mediática con el juego del "terrorismo" y la "seguridad".
Las nuevas respuestas de los Estados Unidos al escenario naciente latinoamericano fue aplicar los dispositivos de poder para una guerra sutil pero efectiva, donde los medios de comunicación, con mayor énfasis la televisión y el Internet, desempeñaran un papel importante para desmentalizar a los jóvenes, desestructurar los imaginarios sociales e imponer un nuevo cuadro de subjetividades colectivas, donde el predominio del tiempo instantáneo, lo impronta, la resistencia a vivir procesos y la inclinación por desistir a construir el futuro basado en inversión de ideas, tiempo, trabajo colectivo y redes asociativas fuese el tipo ideal a construir. Con este esquema configuraba un ciudadano mediático, insular, fragmentado de toda red asociativa y con rupturas severas en el eje conectivo del tiempo, donde el pasado no tenía ninguna significancia en su vida y el futuro era un referente lejano, por lo que el presente se perpetuaba y prolongaba.
Paralelamente y como pieza complementaria de la estrategia global, se instrumentó el Plan B de contingencia que consistía en la activación de los conectores del poder que condujeran hacia la constitución de un Estado Policial que vigilara, mediante el uso de la electrónica, los vínculos entre los gobiernos y el incremento de ejércitos privados para eliminar todo intento desestabilizador; Los acuerdos intergubernamentales permitieron armar bancos de datos, transferir información, enlazar policías para atender casos de flujos de migrantes, pandillas y movimientos populares e indígenas que van más allá de las fronteras nacionales, dar seguimiento a sucesos delictivos y políticos ajenos a los intereses privados y ante todo, prestar asesoría para desestructurar los movimientos antisitémicos, como lo hace Colombia en Paraguay y el área centroamericana.
Después de Colombia, Centroamérica es la región de experimentación mas activa en probar el Plan B o Estado Policial (EP), Naomi Klein le denomina “Democracia Big Brother”, cuyo objetivo central es llevar la GBI hacia la ciudadanía, eliminar los derechos políticos, recortar los derechos sociales, anular las políticas públicas, acotar los espacios de maniobra para defender sus derechos y conquistas laborales, reformar las leyes, criminalizar las protestas en las calles y confinarle en un rincón en donde tenga un estatus de indefensión absoluta.
El Estado policial cuenta con un holograma que grafica subjetivamente al enemigo: la lucha contra el terrorismo, El populismo radical, el crimen organizado y Tráfico de drogas y los enemigos del orden global.
Estado policial y el miedo
El recurso ideológico del EP es el miedo, que busca, y ha logrado hasta ahora, sembrar la incertidumbre como una estrategia constructora de escenarios de riesgo insertados en la subjetividad de los colectivos humanos. El objetivo es alterar los estados de ánimo en las personas que conduzcan a desordenarle las coordenadas que dan estabilidad a la vida cotidiana, puesto que la angustia, el temor y la sensación de estar en peligro los lleva a estados depresivos y de angustia colectiva. Además, el miedo insulariza a las personas, las confina al espacio privado o intimo y re-aparece como garantía de la vida dado que por miedo a los males el futuro se anticipa y entra aislacionismo permanente y concede todas las facultades al estado para conservar la seguridad necesaria para reproducirse socialmente y obtener la preservación de la vida y la felicidad.
Ahora bien, la estrategia de fracturar a la sociedad, de insularizarla y dejarla como archipiélago humano, no es descabellada porque puede rendirle frutos tempranos a los apetitos de los empresarios y políticos sometidos al gran capital. Si el aislamiento prolongado conlleva a la perdida concomitante de seguridad personal y reducción de las capacidades afectivas, entonces provoca en la sociedad la sensación de autismo social, nadie se interesa por el otro y afloran las estrategias de sobrevivencia personales o individuales, alejándose de toda posibilidad de ejecutar alguna acción colectiva; lo otro que puede sumarse es el atrofiamiento de las capacidades de concentración, memoria y vigilancia.
Lo reseñado puede derivar en disturbios mentales y/o psicológicos que incrementen los suicidios o, por otro lado, que el confinamiento atrofie la fortaleza cognitiva y lo deje sin posibilidad de enfrentar situaciones complejas de emergencia, pierda habilidades para resolver problemas de la vida cotidiana y se aleje de buscar innovaciones o alternativas en la resolución de circunstancias adversas en su vida.
Con el miedo los gobiernos de derecha y el depredador neoliberalismo tienen la intención de redireccionar la mirada y las vidas de los seres humanos, principalmente los desposeídos, hacia un solo sentido, donde el camino sea irreversible y no haya la oportunidad de ser re-pensado porque ya está trazado y no hay alternativa paralela.
Inculcan en las subjetividades la inexistencia del futuro, porque este está ligado a la duración de la vida y no trasciende después de la muerte en el individuo, de ahí que el presente se perpetúa en la agonía, se prolonga en las necesidades y se contrae al pensarlo. Es una estrategia para que el presente sea encapsulado y el futuro corto e insignificante.
La otra pieza discursiva es el uso del terrorismo como un enemigo impredecible, invisible y súbito lo posiciona en el subconsciente colectivo como algo que desconocemos, que jamás lo vamos a controlar y que está siempre presente en nuestras vidas, provocando un estado persecutorio permanente en nuestras vidas. Ya no controlamos nuestro espacio particular privado, necesitamos de la protección de un salvador, un guerrero o un Estado que sepa usar la fuerza, la autoridad y los recursos necesarios para eliminar al enemigo imaginario, a costa de perder o permitir la invasión en nuestra vida privada.
Así se auto-representa el EP, y con la amenaza del terrorismo ha encarcelado a la sociedad, limitándola a atrincherarse en su individualismo, a temer de los semejantes, a ver al otro como potencial agresor, a vivir con la incertidumbre pegada a la vida y alejada de toda posibilidad de hacer vida comunitaria, porque cada vez que lo hace, el riesgo aumenta. La fragmentación, el alejamiento de los espacios públicos de deliberación y convivencia, la necesidad de estar ligados a la televisión para recibir la información visual permanente y mantenerse preocupado por contratar un seguro, compañías de seguridad personal, etc., son los síntomas de una sociedad enferma que se dejó impregnar por el virus del terrorismo mítico.
Ahora bien, no sólo por razones políticas y económicas el Estado Policial busca, para legitimar el uso de la fuerza e invadir la privacidad de las personas, encontrar culpables –aunque sean ficticios o ajenos a las acciones que se les imputan-, sino también por un recurso defensivo orientado a reducir la tensión que produce pensar algo terrible, lesivo de nuestra seguridad y nuestras vida; el Estado (2) como agente que intenta demostrar que controla y proporciona certidumbre, en esta contienda antiterrorista, en coyunturas propicias hace visible al enemigo, aunque esa visibilidad no está ligada al control o la destrucción absoluta de enemigo, sino como un elemento distractor que lo habilita como un ente capaz de atacar, imponer leyes, recortar las garantías constitucionales, etc., en favor de la “seguridad”.
La lucha contra el crimen organizado y miedo es el eje ideológico; reformas en el ámbito judicial para hacer las aprehensiones más efectivas y sin mediar proceso para demostrar la falta imputada, son parte del eje represivo; hostigamiento, intervenciones de líneas de comunicación (Telefónica, Internet o grabaciones ilegales) son los componentes del eje coactivo y despidos laborales sin justificación alguna y ordenes de aprehensión por participar en protestas callejeras o desobediencias civiles, conforman eje coercitivo; las cuatro bielas estructuran el cuadrante de la nueva GBI contra la ciudadanía.
Riesgos del postmiedo en Colombia
Colombia desde 1997 a la fecha está convertida en la plataforma hostigadora para todos los movimientos y gobiernos que intentan salir del círculo de dominio norteamericano, asimismo empresa bélica que surte a países del continente de material humano capacitado en labores de espionaje, sicariato, paramilitarismo, profilaxis social, infiltraciones comunitarias y vínculos de redes de ilicitud del narcotráfico con militares, de ahí que existan acuerdos y presencia de exterminadores en Honduras, El Salvador, Paraguay, Perú y Costa Rica, y en otros países de la región están presente sin acuerdo de gobierno pero bajo custodia de empresarios y complicidades de agentes gubernamentales locales, como en México, Guatemala, en la zona limítrofe de Venezuela y Argentina.
El Plan Colombia, las bases militares recién aprobadas que instalaran una sofisticado equipo de comunicación digital-satelital, acompañado por asesoría de empresas que prestan el servicios de ejércitos privados, brindaran la oportunidad a los gobernantes colombianos para provocar, apoyar, intervenir en los asuntos de los países vecinos, algunos bajo pretexto del fabuloso contenido del computador de Raúl Reyes y otras veces bajo la argumentación falaz de incursiones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –FARC- en territorio fronterizo, secuestros o atentados que en la mayoría de las veces son cometidos por el gobierno en turno y lo adjudica a los alzados en armas. Es una práctica añeja en la clase gobernante del país andino.
Indudablemente que toda acción militar que desarrolle Colombia contra los países colindantes cuenta con el aval de la administración Clinton, dado que Obama sólo cumple lo que ordena el matrimonio tras el poder, dado que los conservadores no lo aceptan como presidente y es tolerado por los oficios de los Clinton que son la mediación entre gobierno norteamericano y poder militar y financiero.
Los arreglos entre gobiernos (Estados Unidos y Colombia) va más allá de lo formal, hay implicaciones de lo que discursivamente combaten, el trafico de drogas y lavado de dinero. Los empresarios que en la administración de Álvaro Uribe fueron detenidos por narcotráfico y blanqueo de fortunas, al igual que capos de la droga que protegía el gobierno colombiano no son juzgados ni condenados con largas penas como lo hacen con otros apresados, sino que en menos de un año se declaran Testigos Protegidos, cambian de identidad, obtienen residencia en Estados Unidos u otro país y revelan a los norteamericanos las fuentes y redes del trafico de drogas, negocio en el que cada día los agentes norteamericanos tienen mayor participación y jugosas ganancias.
Internamente en Colombia se impuso un régimen de terror bajo la administración Uribe, la Seguridad Democrática se transformó en securitización de la vida cotidiana, donde el gobierno vigiló, controló, persiguió y exterminó a todo aquel que consideraba enemigo de la nación, del régimen y del proyecto de gobierno, de ahí que sindicalistas, intelectuales, líderes comunitarios, profesores de zonas marginadas, gestores sociales, miembros de redes solidarias, comunidades en resistencia y militantes de izquierda fueron desapareciendo hasta dejar un ambiente umbrío, alejado de las reciprocidades, temeroso de la delación que se convirtió en fuente de ingreso para muchos desempleados que abusaron de esa práctica sin importarle la vida del señalado, las familias fueron confinándose al espacio público y los espacios públicos fueron convertidos en lugares mudos, ausentes, carente de dialogo y estigmatizados como peligrosos.
La política paso de lo colectivo y plural a lo singular; la persona, su sonrisa, los favores de la televisión, la parafernalia en los actos públicos y la venta de un mundo inexistente a través del discurso oficial que impuso la norma tácita (quien no la cumplía era perseguido o exterminado) que la globalización es oportunidad, el neoliberalismo es sinónimo de calidad y competitividad y los tratado comerciales ventajosos para consumir lo mejor y más barato, cargó la subjetividad colectiva de los colombianos y abrumó sus esperanzas hasta llevaros a niéveles de esquizofrenia política que obnubiló las mentes y bajo el delirio mediático destacaban valores, virtudes, fuerza y capacidad del presidente Uribe; cegados estaban ante la ola privatizadora, la pulverización de los derechos laborales, el golpe de timón que dio a la educación hasta convertirla en capacitación laboral y ajena a la búsqueda de hallazgos científicos; nutrió a los buitres que comían en su mesa e invitó a numerosas empresas a invertir en el país sin importarle la contaminación y destrucción de reservas ecológicas, de aguas y cambios de cultivos que impactaban de manera drástica en las comunidades locales y regionales.
Los fraudes, desfalcos, desvíos de recursos, desatención de demandas de los pueblos y comunidades, la carencia de servicios básicos y el flujo de desplazados por la guerra interna llegó a 4 millones de personas que perdieron su lugar, propiedades, abandonaron sus tradiciones, costumbres, reciprocidades y tramas sociales que día tras días tenia con sus congéneres. Nada de esas exigüidades y destrozos transitaban por los medios de comunicación ni por la televisión, principales aliados de Uribe. La uribización ideológica cargaba de sentido el ambiente político y cultural de Colombia.
Al final de su administración, la colcha de retazos ideológicos no alcanzaba para tapar tanta ineptitud, robos, tráficos de influencias, despojos y muertes; dos administraciones apagaban la flama de pebetero que los norteamericanos habían colocado en Colombia para alumbrar invitar a la obra mayúscula de sadismo y sin pudor: uribelandia, un episodio largo imitando la obra de Donatien Alphonse François, pero fue la paga que dio un testigo protegido No 82 desde 1991, cuando fue senador y colaborador de Pablo Escobar, lo afirma el documento de la Central de Inteligencia Americana-CIA-.
Indudablemente, la euforia, el carnaval de dinero en los medios y la fanfarronería de que acabaría con la insurgencia en Colombia embriagaron las expectativas de los ciudadanos, cada día eran cifras que adornaban los noticieros de guerrilleros caídos, decían que eran menos de 8 mil los alzados en armas, los muertos superaban los 30 mil y aun mantenían el tenor discursivo, las cuentas no cuadraban. El fenómeno Chávez en Venezuela sirvió de pretexto para ampliar el radio de acción bélico, la represión abrió el compas de acción y los resultados eran los mismos, se acercaba el fin de la era Uribe.
Es claro para los especialistas en ciencias sociales, que el miedo atemoriza, confina a un espacio reducido al hombre y mujer hasta arrinconarlo en un estadio de parálisis, inmovilidad y con la capacidad dialógica atrofiada, porque ve en el otro un potencial agresor y el mundo exterior lo percibe como adverso a sus intereses.
En este estado catatónico relacional, las redes sociales no importan, las reciprocidades desaparecen lentamente y nos induce a un estadio de autismo social, que al permanecer por largo tiempo, nos impide ver donde se fraguan u ordenan las construcciones políticas novedosas que puedan negar la adversidad existente, entre ellas las acciones colectivas de algunos movimientos sociales, la guerra de posiciones, las aperturas de arcos convergentes, los núcleos de subjetividades de rupturas, los avances de la oposición armada, las acciones de intercambio humanitario, las comunidades de base y las voluntades populares en disposición movimientista.
Justo ahí aparece el quiebre de la tendencia silenciosa de la política instaurada por Uribe, la imposibilidad jurídica que la Corte Suprema de Justicia emite contra la re-elección toma por sorpresa a los electores que no habían oteado un Plan B ni una construcción política distinta a la difundida por el gobernante en turno y, ante monumental oquedad, el personaje osado, Antanas Mockus, con discurso vacío, con énfasis en lo moral, ética política, el manejo con transparencia de los recursos públicos, el respeto a la tolerancia, la crítica a los fraudes, la impunidad, la necesidad de reconstituir las instituciones públicas atrae cual imán en caja de clavos, los desesperados anhelos de los colombianos que viven dentro de un espectro dantesco donde… mueren anualmente más de 20 mil niños menores de 5 años por desnutrición aguda, de cada 100 madres desplazadas gestantes, 80 padece desnutrición crónica, el desplazamiento forzado supera los 4.5 millones de personas y con un PEA (Población Económicamente Activa) cesante que supera el 60%; no obstante el gobierno se esfuerza en presentar como un logro de su estrategia política y social los 20,5 millones de colombianos y colombianas pobres y a 7,9 millones en extrema pobreza o miseria. Según la línea de pobreza oficial, son pobres los miembros de un hogar de cuatro personas que el año pasado acumulaban un ingreso mensual máximo de 1'086.000 pesos; si el ingreso percibido es inferior a 468.000 pesos, se considera en extrema pobreza. 23 de cada mil niños en la costa Caribe mueren de hambre (PUND). 25 infantes de cada 100 en la Guajira, presentan desnutrición crónica. Cifras de Unicef.(3)
La postura de Mockus ante las demandas de los habitantes del país mencionado es esquiva, de ahí que la lectura que manda a los lectores es la de un candidato de racionalidad neoliberal, con discurso irreal y vacuo que dibuja una Colombia con perfil de país nórdico (Finlandia, Noruega Suecia, Dinamarca…) que propone sustentabilidad ante las nuevas obras y cuidado de la naturaleza, mercados emergentes, presión militar para promover la desmovilización de los insurgentes, calidad de vida, promoción de la salud en zonas marginadas, respeto y tolerancia, integración familiar y formación de nuevos ciudadanos con alta cultura política; asimismo, comparte la Seguridad Democrática y mantendrá el apoyo, en caso de ser electo, a las fuerzas castrenses, la presencia militar y bases de operaciones de los norteamericanos, la agenda de las privatizaciones mantendrá la entrega de los recursos públicos y estratégicos de la nación, las inversiones en agua, represas, minas, biodiversidad con la industria farmacéutica al frente, será vital para los inversores extranjeros.
No asume ningún compromiso de retornar los derechos sindicales despojados. Todo indica que alentará el empleo indirecto, sin carga a los empresarios, esquilmador de laborales prestaciones y con salarios reprimidos. En educación no hay un planteamiento claro del papel de la universidad en el desarrollo socio-económico y cultural del país y elemento coadyuvante en la solución de miles de problemas que debe enfrentar el estado. Y en política de seguridad no hace propia la voz reclamante de desenterrar los enclaves paramilitares incrustados a lo largo y ancho del país, donde empresarios, comerciantes, grupos musicales, medios de comunicación representantes políticos, empresarios deportivos, universidades privadas y públicas comparten responsabilidad para mantener el miedo, el terror y exterminar a todo colombiano que piense distinto al gobierno.
Los interrogantes que hace Milton Caballero los hago propio y socializo:
* ¿Gastará, como Uribe en 2009, $19,2 billones anuales del Presupuesto Nacional en la “seguridad democrática” que ha prometido continuar?
* ¿Privatizará el 15% de Ecopetrol, la principal empresa del Estado, como propuso Sergio Fajardo?
* ¿Vender las entidades públicas más productivas es una herramienta válida para financiar la educación y otros ámbitos sociales?
* ¿Continúa siendo partidario del cobro escalonado de matrículas, como cuando fue rector de la Universidad Nacional?
* ¿Sigue creyendo que los decretos de Uribe sobre salud “son legítimos” y que la crisis del sector se resuelve con más impuestos?
* ¿Los gravámenes a todos los estratos son la vía para afrontar los problemas del país?
* ¿Dónde están las grandes estrategias de defensa del medio ambiente que se supone son el fuerte de un partido Verde?
* ¿Su respaldo a la reforma laboral de 2003, que atenta contra derechos de los trabajadores, sigue en pie?
* ¿Por qué se fue a la sombra de Opción Centro, el grupo amigo del procesado senador Gil, y no optó por construir partido propio?
* ¿Cree en realidad que “las balas también son un recurso pedagógicas” como dijo hace poco?
* ¿Por qué se atemoriza ante los regaños de Uribe y ruega que lo siga considerando “un firme timonel de la seguridad”? (3)
La imagen del lituano-colombiano es emotiva, colorea la organicidad con verde esperanza y equilibrio de la naturaleza, con perfil parco, alejando del consumo y estricto ahorrador, apegado a la familia, sistémico en su trabajo y matemático por profesión ofrecen un gobernante puntual, transparente, eficiente en las tareas y eficaz para actuar y transparente en el manejo de las finanzas públicas. Sin embargo la Colombia necesita más que una imagen de niño bueno y aplicado, requiere un gobernante audaz, capaz de confrontar a los sectores latifundistas que han acaparado tierras y empobrecidos grandes segmentos de campesinos y pequeños productores; reclama el país un mandatario que ejerza la autonomía frente a las imposiciones norteamericanas que abusan de Colombia cada vez que la necesitan para agredir a país vecino.
La alusión a las relaciones comerciales con Venezuela, el discurso esconde la responsabilidad de los Estados Unidos en el conflicto quien ha involucrado al gobierno de Uribe como gatillo provocador y hostigador para vulnerar la frontera extensa con los bolivarianos y desgastar la administración de Chávez, disfrazando la intromisión con vínculos con las FARC y tráfico de drogas; hoy el país es el vertebrador de la política norteamericana en la región y no es un hecho en cuestión por los diversos actos de participación en eventos de trascendencia en la política latinoamericana.
Y el problema toral de Colombia no es pieza importante en el discurso Mockusiano, la guerra se mantiene, los enclaves actorales requieren de oficio, inteligencia, trabajo en redes y empleo para desestructurarlos y poco a poco ir modificando los estilos de vida y cultura de la muerte que prevalece en ellos. De igual manera los enclaves culturales del conflicto han dejado un registro profundo en la subjetividad que podríamos denominar el síndrome de la violencia, cuya manifestación es el uso de la fuerza para despojar al otro de sus pertenencias, sacar ventaja sin competir y en algunos casos esperan que otro resuelva lo que corresponde resolver el implicado. Necesitamos que la esperanza colombiana sea la flama del sujeto colectivo, de todos los que ansían erradicar la violencia, el despojo y el paramilitarismo debe asumirse como sujeto colectivo y no delegar en Mockus que matemáticamente resuelva lo que corresponde a todos los colombianos enfrentar como reto en el Siglo XXI.
Notas:
1) Fundación CEPS (Centro de Estudios Políticos y Sociales, 2007, Análisis en profundidad de la realidad de Colombia y su conflicto
2) Salazar, Robinson, 2006, Visibilizando al enemigo: EE.UU vs América Latina, en Revista Utopía y praxis latinoamericana, Venezuela.
3) AP. Crítico, 2010, Desnutrición por empobrecimiento asesina anualmente a 20.000 niños menores de 5 años en Colombia. Guerra económica
4) Caballero, Milton, 2010, Mockus más allá de los mitos: más guerra y privatizaciones
23 de abril de 2010
Economía política y filosofía de la historia
Ricardo San Esteban
Especial para ARGENPRESS CULTURAL
Un tipo nuevo de relación personal y de personas Menudean las publicaciones de autores -nuevos y viejos- que versan acerca de los vaticinios más negros, sobre el fin del mundo, o el fin de la historia, o terroríficos presagios. A Nostradamus, por ejemplo, le son cepillados un poco los murciélagos y ya está nuevamente en las vidrieras, junto con los libros de autoayuda y los horóscopos.
Prediciendo el fin de los tiempos aparecen las sectas y las propias religiones oficiales. El pecado es exhibido como la causa de la polución, de la aparición del SIDA, del efecto invernadero, de la anorexia y de la bulimia, del embarazo adolescente, del acné juvenil, de las deudas tóxicas. El mundo vive no solamente muerto de hambre y de conocimientos, sino también con sus minúsculos pecados de supervivencia, agigantados por el culto al hedonismo y la muerte, plantado éste cotidianamente frente a las pantallas de TV junto con culebrones, chusmeríos y noticias predigeridas.
La información periodística y los motivos de charla radiofónica rondan, generalmente, en torno a los crímenes, la inseguridad, el fin del mundo, el Llanero Solitario de los EE.UU. o de la OTAN buscando terroristas, los extraterrestres, los gurúes financieros, el periodismo lacayuno, el trasero de alguna diva, la pobreza, las supersticiones o cualquier tontaina que dé pingües ganancias y entretenga a la tribuna.
Leyendo un viejo libro de un publicista argentino que ha sido olvidado, Juan Antonio Salceda (1), éste indagaba el porqué de aquella filosofía de posguerra que enarbolaba su angustiada soledad y el sino fatal que perseguía al hombre. Y se preguntaba ¿no está acaso vinculada esta fatalidad a una sociedad que desprecia los valores humanos?
Entonces recordaba la figura de Prometeo encadenado que hacía pensar, a los del Fondo Monetario Internacional y a sus mandantes -que sienten íntimamente los temblores seniles de dicha sociedad- que Prometeo está mal encadenado y que se hace necesario, a fin de conservar esta sociedad, encadenarlo bien. Como Francisco Franco, que ya en plena agonía, dijo que dejaba las cosas atadas y bien atadas. Y vaya si las dejó. La cuestión era y es encadenar a Prometeo no solamente con cadenas sino, como decía Marx, recubriendo las cadenas con flores o con esta imbecilidad parroquial que se presenta junto con la globalización, la guerra y la exclusión.
Si alguien se niega a ser tonto, las Naciones Unidas, la OTAN o los Estados Unidos tienen sus bombas. Lo más grave es que a esta política se atan no solamente los gobiernos reaccionarios sino también aquellos que empuñan la rosa. Su bandera de la tercera vía ha sido enterrada junto con sus manuales de marxismo y por eso mismo viven una profunda crisis.
La teoría que intentara traducir los acontecimientos como hechura de sí misma constituiría una gran hipótesis ad hoc que, como dice Lakatos(2) del marxismo del siglo XX, en lugar de originar hechos nuevos tuvo que correr detrás de los hechos y no logró alcanzarlos.
En defensa del marxismo y del materialismo dialéctico debo decir que las ideas de Marx aún están siendo masticadas por ciertas gentes que no han entendido lo fundamental. Los que entendieron a Marx en el nivel óptimo, caben en un taxi. Lo prueba, entre otras cosas, el hecho de que muchos lo plagian sin entenderlo, o sin indicar las fuentes, o lo someten al reduccionismo para luego rebatirlo. Y además está el discurso legitimador del sistema, con sus salivadores de micrófonos entonteciendo a diestra y siniestra.
La primer medida de Hitler en Francia fue la de confiscar las estilográficas. Todo el que tenga más de dos libros en su casa es sospechoso ¿recuerdan? todo científico es demoníaco. Para justificar esta actitud se dice que Jesús nunca escribió -salvo una vez, sobre la arena- a la mujer adúltera. Sócrates tampoco escribió -pese a Carlos Saúl Menem que leyó sus ocho tomos-. Los regímenes totalitarios -y la democracia central de este momento lo es más que ninguno- han tratado o tratan (por el terror o como sea) de descalificar al pensamiento, a la ciencia, a la cultura. Boris Karloff es el ministro de cultura de Estados Unidos.
Esa vasta sociedad anónima que integran los filósofos de verdad, agrupa a seres casi siempre subterráneos e impopulares, y esto cabe para los científicos en general, que perciben, a veces, tal como cristos desclavados y andantes, un sueldito en el CONICET. Y encima son plagiados, pero, como decía un amigo mío, nadie llama a un patrullero cuando descubre que lo han plagiado.
Ya en su tiempo, Jacques Monod (3) decía que la antigua alianza está rota; que el hombre sabe ahora que está solo en la inmensidad indiferente del Universo, en el cual ha emergido por azar. Igual que su destino, su deber no está escrito en ninguna parte y a él le toca escoger entre el Reino y las tinieblas.
¿Ciencia versus cultura?
Como siguiendo este razonamiento, la cuestión ya no es más ciencia versus cultura, los globalizadores no sólo impiden que la gente escriba y tome decisiones (los chicos no entienden lo que leen) sino que la investigación científica -salvo la dedicada al armamentismo- tampoco puede escapar a las dificultades.
No ya desviando la atención hacia teorías confusas, cuestión usual, por ejemplo, en los tiempos de W. James (4) y su pragmatismo, sino cerrando el grifo de las inversiones en la investigación científica no ligada al armamentismo.
Marie Curie (5), otra desterrada de la memoria, escribía en sus buenos tiempos que nuestra sociedad, donde reina un áspero deseo de lucha y de riqueza, no comprende el valor de la ciencia. Ni los poderes públicos, ni la generosidad privada conceden actualmente a la ciencia y a los sabios el apoyo y subsidios indispensables para un trabajo plenamente eficaz.
Y ella hablaba como científica y como mujer. En una película de María Luisa Bemberg -Miss Mary- un representante de la oligarquía argentina expresaba que a las mujeres no hay que educarlas, sino darles mucha religión, meterles mucho miedo con lo del pecado.
Los medios masivos, la seudociencia y el arte toman entonces ese camino antiprometeico, comercial, estúpido, siniestro.
Viene a cuento aquello que formulaba John Ziman (6) acerca del inquietante éxito de la consigna: saber cada vez más pero de menos cosas. Ciertos filósofos tienden a convertirse en una especie de periodistas cajetillas que saben cada vez menos pero de más cosas, y allá van los sesudos, ocupando espacios de TV o de distintos medios comerciales. Quienes sufrimos de argentinitis conocemos bien a estos loritos parlanchines.
Y como añadía Wagensberg (7), estas tendencias tienen un límite patético; saber todo de nada -o sea nada- o bien saber nada de todo, o sea igualmente nada. Nos preguntamos cuándo se hartará la gente de consumir tanta chatarra intelectual y además, de temerle a la verdad. Una de las cosas de las cuales se jactaba Prometeo era la de haber infundido en el pecho de los hombres el ansia de libertad, quitándoles el temor. La liberación de Prometeo se halla de nuevo sobre el tapete y parte de una consigna: pensar con libertad y nunca aceptar que venga un lenguaraz a explicarte la realidad de acuerdo a su visión.
La Cultura Griega y la de los Pueblos Originarios
Prometeo era griego pero hubo prometeos de todas las nacionalidades. Goethe veía a los griegos forjando el sueño más hermoso de la vida, y tal cosa, si fue y es así ¿cómo se explica que actualmente se los descalifique en aras de enarbolar filosofías/religiones orientales –como ocurre con el “Nuevo Paradigma de la Ciencia” de Capra (8)y otros “científicos” – si dichas religiones han sido iguales o peores aún que las occidentales y que han encadenado a más prometeos que nadie?¿Alguien tiene idea de los giordano brunos que han sido quemados o muertos por las inquisiciones orientales, por no ser budistas, mahometanos, hinduistas, etc.? Y con esto no quiero dar pasto a los leones, tipo Huntington (9), quien vulgarizaba el actual conflicto global diciendo que se trataba de un choque de civilizaciones y que la más terrorista era la mahometana.
¿Es necesario repetir que somos, en parte, herederos de la cultura andina y mexicana, pero especialmente de la griega, que ilumina todas las épocas, que constituye un ansia de libertad (no ya la libertad en sí, porque admitía la esclavitud) sino aquella desde la que han extraído sus cosas el Nuevo Testamento (Cristo era aristotélico), Virgilio, Cervantes, Quevedo, Shakespeare, Pushkin, Camoens, el pensamiento maya e incaico como bien lo hubo de reflejar Rodolfo Kush? Nadie desprecia la cultura oriental, sino que los despreciables son los mercaderes que la trafican para encadenar bien a Prometeo.
La filosofía de la libertad, un viejo sueño
Luciano (10) trató el tema de la libertad, presente en él como estaba aquella efervescencia de los esclavos peleando junto a Espartaco, cuya derrota permitiría luego el surgimiento de Cristo. Luciano no creía en la fuerza de los esclavos e inclusive se sonreía ante su ingenua fe explotada por embaucadores como Peregrinus (11). Tertuliano (12), contemporáneo de Luciano, veía en Prometeo la imagen de Jesucristo. Pero uno y otro, sin coincidir ni complementarse, actualizaron en esa época un tema que expresaba el descontento real de las masas esclavizadas por invasiones, por deudas o por los sistemas. Si tenemos en cuenta la afirmación de Federico Engels en el sentido de que todos los elementos que produjo el proceso de disolución del mundo antiguo fueron seducidos por el centro de atracción del cristianismo, es fácil comprender por qué los cristianos primitivos identificaron a Prometeo con Cristo.
Es claro que un Prometeo cristiano no podía jugar el papel de ladrón del fuego sagrado y por lo mismo quedar en la otra cruz. Cristo era el legítimo dueño del fuego y no podía robárselo a sí mismo.
Casi contemporánea con Esquilo (13), la filosofía Griega, en la que Tales de Mileto (14) -el único filósofo de verdad, de los que yo conozca, que haya ganado plata, y lo que es más, comprando cosechas de aceitunas- fue, desde su nacimiento, fundamentalmente materialista. El hecho de haber nacido en las costas jónicas, costas de piratas y comerciantes de ultramar, aventureros de toda laya que iban y venían ¿no nos está diciendo que es precisamente allí donde el comercio florecía, el desarrollo artesanal era mayor, el lugar indicado para el nacimiento de los milésicos? Los barcos mercantes que comerciaban con oriente o con las costas italianas y españolas, traían y llevaban, además, ideas, escritos, papiros, códices, tablillas, libros. Cada comerciante, desde entonces, sabe más historias que las de las mil y una noches. Podemos resumir diciendo que los griegos no tomaron de oriente sólo su filosofía, ni su ciencia, sino también su fantasía. Pero, junto con el mercantilismo, recibieron de Egipto y de Babilonia la matemática, la cosmología y la indagación del hombre acerca de sí mismo..
Los descubrimientos se producen antes que la necesidad de utilizarlos
La utilización del papiro en la escritura tuvo una significación parecida a la invención de la imprenta. Werner Jaeger (14) decía que en ese momento asistimos al nacimiento de la filosofía científica. Esta es, tal vez, la hazaña histórica de Grecia. Verdad es que su liberación de los mitos fue sólo gradual. Pero el simple hecho de que fuera un movimiento espiritual unitario, conducido por una serie de personalidades independientes, pero en íntima conexión recíproca, demostraba ya su carácter científico y racional.
La concepción del mundo por los griegos era amplia y tan genialmente avanzada, que tuvieron que pasar muchos siglos para que la filosofía, desvinculada por los oscurantistas de las ciencias naturales y constituida en logos puro, recuperara su verdadero camino. No obstante, hubo una línea de Platón (15) -idealista- y otra de Demócrito (16) -materialista-.
En cuanto teoría que sintetiza los progresos de las ciencias naturales, que lucha contra la religión y la mística, el materialismo ha sido en general la visión del mundo de las clases avanzadas, revolucionarias, interesadas en el progreso social y científico. Los sueños y las fantasías son más reales que todo el discurso legitimador de las clases dominantes y esos sueños y fantasías han sido bandera de los prometeos, de los libertadores. Toda ciencia, y en especial la física, como ya hemos dicho, ha sido y es en cierto sentido ciencia-ficción. Y si no, veamos cuánto de ficción tiene la teoría cuántica, y cuánto de libertad ha conseguido.
Vivimos una época más problemática que afirmativa. Hemos señalado y señalaremos los problemas que han traído los nuevos adelantos científicos, sobre todo el ciberespacio en manos del bloque dominante. El tiempo de la computadora incluye horarios, una nueva orientación temporal y junto a ella una nueva imagen del futuro. La “era del progreso” está a punto de abrir paso a la era de la simulación. La nueva visión simulada del futuro se incorpora a los apetitos prometeicos de la era anterior del tiempo, aquella que rechazaba las restricciones que lo encadenaron a la conciencia histórica y lógica. La nueva visión ya no considera al futuro como algo que se desarrolla de una manera lineal, estricta, estirada a lo largo de un plano histórico. En lugar de ello, es algo que se reprograma continuamente para adecuarse a las necesidades transitorias de la realidad emergente. Los términos históricos como destino e inevitabilidad que tanto habían dominado el pensamiento de la era del progreso están siendo reemplazados por términos que hablan de la geometría fractal, de la teoría del caos (17). La nueva imagen del futuro concibe la realidad como un gran receptáculo de información, de un caos.
Todavía, sin embargo, tanto en la mecanocuántica como en la organización a nivel del gigamundo, se utilizan conceptos e ideas correspondientes a otro marco, lo cual hace ilógico el discurso. A parte de ello, nada existe como absoluto, por sí mismo, al margen de su vínculo con lo demás; tampoco la práctica.
Quizá en la idea de la autopoiética y de que todo está gobernado por todo se halle una parte del problema y de la solución, la búsqueda del infinito que a lo peor esté montado sobre nuestras narices. Ya Espinosa (18) decía que la Naturaleza es causa sui. Pero en el gigasistema o sistema de todos los sistemas no existe la homogeneidad y está claro que el movimiento -siempre hacia un objetivo- se produce a partir de una estrategia situada en las zonas de mayor complejización orgánica. Todo sistema posee su cabeza, su memoria y su sistema nervioso.
Habría que preguntarse, asimismo, si la realidad puede ser abarcada totalmente por el pensamiento. Y si lo impensable de hoy puede ser pensable mañana. Las realidades virtuales, por ejemplo, constituyen un momento problemático, dentro del autoconocimiento del sistema. Esto quiere decir que en la etapa actual del conocimiento, se pone el acento no sólo en las cosas o no tanto en las cosas, sino fundamentalmente en su problematicidad. Los problemas insolubles son ociosos -decía Francisco Romero (19)- pero ¿quién determina qué es lo insoluble o lo no insoluble, lo ocioso o lo no ocioso? Muchos descubrimientos e invenciones fueron utilizados bastante después de ser inventados.
El enfoque correcto o incorrecto puede llevarnos a soluciones o a confusiones. Decíamos antes que en el análisis del gigamundo o en el de la mecanocuántica se utilizan conceptos e ideas correspondientes a otro marco, lo cual hace ilógico el discurso, o cierta parte del discurso.
Se piensa con coordenadas y velocidades a escala media, o se indaga hacia lo ultrapequeño o hacia lo mundial con medidas, lenguaje e instrumentos confeccionados para escalas medias.
Además, no tiene sentido indagar acerca de la órbita de algo que no describe órbitas -caso de las partículas-. Pero quizá podamos, a nivel sistema de la materia, preguntarnos acerca de su órbita. Si decimos que un electrón que posee un impulso X debería hallarse en un lugar K, podría caber entonces la pregunta acerca de en qué lugar se hallará el gigamundo que posee un impulso X.
Tanto en la teoría cuántica de campo como en la teoría sistémica (esta última mucho menos elaborada) no tiene sentido preguntarse acerca de en qué punto del espacio tiempo relativista se encuentra una forma de la materia u objeto.
Naturalmente que aquellos interrogantes y muchísimos otros, tanto en una microgeometría cuanto en una hipergeometría a crearse, no poseerán validez lógica si aplicamos predicados que no casan con los sujetos. Es como buscarle ruedas a un elefante y al no hallarlas, declarar que es inobservable.
El fin de la historia y el confín del mundo
Usualmente ciertos relatores, ciertos cosmólogos, físicos y filósofos conciben el confín del mundo como un punto alcanzable en línea recta viajando a través del espacio durante un tiempo. En realidad, tal confín del mundo o límite del sistema materia quizá se halle entre nosotros, en el medio correspondiente a este sistema materia. Es probable que tal sistema materia posea no solamente un entorno sino también un antisistema.
Por cierto que para describir este modelo no podemos ajustarnos a la estrechez del determinismo laplaceano. Debemos acudir a los conceptos de probabilidad y posibilidad potencial. En esta organización sistémica de la materia, los fenómenos no surgen y varían de manera absolutamente independiente de otros fenómenos, pues la correlación de sus indeterminaciones (al igual que en la física de las micropartículas) no es resultado solamente de la limitada capacidad de conocimiento del hombre sino también producto de su estructura compleja. Por sus propiedades físicas, la materia a nivel sistémico posee fenómenos conocidos y desconocidos y seguramente una estructura sistémica cualitativamente distinta. Así como se ha establecido que el electrón no constituye una simple partícula-bola, es muy probable que los fenómenos a nivel sistémico conjuguen propiedades nuevas. Inclusive pudiera ocurrir que el gigamundo que tenemos ante nosotros y en el cual vivimos sea parte correspondiente al cuerpo de un universo (o de varios) muchísimo más vasto o con otra estructura.
En este entendimiento, la aparición del hombre como fuerza auxiliar del medio había de ser una necesidad, en el preciso momento en que este medio se encontraba incapacitado para emprender una nueva etapa en la formalización de la materia, es decir, para entender su propia lógica, para pasar a un nuevo sistema. El hombre podía actuar desde afuera del sistema o ser un intermediante entre el sistema y el medio. Espinosa decía que era la Naturaleza y no el hombre quien permanecía alienada.
El planteo del extrañamiento del hombre se hallaría cabeza abajo, el vacío que llenó el homo sapiens se referiría a su capacidad reflexiva y creadora, indagadora y cognoscente de la cosa en sí. Ninguna sumatoria de elementos puede llevarnos a la esencia, y es como si sometiéramos al universo o al hombre a un mismo análisis.
Las investigaciones actuales en los diversos campos de la ciencia refirman el comportamiento de todas las cosas por paquetes (o cuantos) y bandas, en determinados tiempos y en forma sistémica. Los sistemas se mueven -mientras son- dentro de ciertas cantidades, bandas y tiempos. Los grados de libertad de que gozan se refieren a esas bandas, y si un elemento de tales sistemas o el sistema mismo se excede o excede sus bandas, cambia de identidad o muere. La noción de espacio, campo, se entiende dentro de esos parámetros, por lo cual el concepto de nexo causal adquiere otra dimensión. Pero la definición esencial de las cosas y procesos permanece dentro de esa caja negra de la que hablan algunos científicos.
Black Box
La caja negra, como antes decíamos, quizá no exista. La clave acerca del problema del infinito y de las fuerzas fundamentales es más que probable resulte relacionada con la mediación del ciberespacio. De todas maneras, cabe recordar que la existencia de cajas negras o de regiones desconocidas pertenecen a la visión humana del mundo, que casi siempre anexa el infinito a su ignorancia o a su propia aspiración de inmortalidad individual.
Precisamente, el sentido de la vida quizá esté lejos de aquello que imaginan los aspirantes a una inmortalidad y creyentes de su prosapia divina o de la trascendencia mágica de sus actos. Sin caer en ninguna clase de escepticismos, es casi seguro que la existencia humana no tenga ni el sentido ni la trascendencia (entendida como categoría filosófica o teológica) que las aspiraciones de inmortalidad del homo sapiens burgués le atribuye. Es cierto que ni el libreto ni el proyecto del mundo le pertenecen, pero quizá no pertenezcan a nadie o pertenezcan a todos o al todo.
Se habla de la muerte del hombre en términos apocalípticos, pero lo cierto es que todos los descubrimientos realizados en medicina espacial y en el terreno de la biología apuntan a una prolongación de la vida humana. Estos hechos se contradicen con el actual sistema socioeconómico, que desecha a las personas en aras del desarrollo de una economía apátrida y ahumana.
Es evidente que los avances científicos en este terreno son premisas -como ya señalaba Condorcet(20) hace doscientos años- para el surgimiento de una sociedad de hombres longevos habitando un mundo mejor que éste.
Sin embargo, como decíamos antes, la Naturaleza enfrenta una disyuntiva parecida a la que ocurrió con el nacimiento del homo sapiens, pues nuevamente no puede equilibrarse por sí misma y tampoco puede ahora acudir al hombre-mercancía para hacerlo, pues el metabolismo de éste -como miembro del sistema social que le es propio- la desequilibra irremediablemente, por lo que la agudización de la entropía choca más que nunca contra el principio conservacionista.
Pero no solamente eso: cualquier sistema (y cualquier elemento) para conservar su identidad tiene que afirmar su metabolismo, por lo que aparece en una lucha irreconciliable con su propia Naturaleza. De ello podría desprenderse que el próximo cambio social no se basará solamente en una remoción del sistema sino también en un cambio cualitativo del elemento humano.
Es evidente que a medida que crece la entropía, los nexos entre las personas y de éstas con las cosas adquieren un grado de abstracción cada vez más elevado, hasta parecerse mucho a la definición del concepto de concreto teórico.
Pero el nexo fundamental entre los hombres y de los hombres con el sistema y su medio ya no será ni el trabajo abstracto, ni el mercado, ni el valor de la mercancía, ni el dinero. El nexo pasaría a ser, principalmente, la información-mercancía. Esto en una primera etapa, pues en una segunda la información sería tan accesible y barata que no resultaría mercancía.
La ley del valor, reguladora de la producción capitalista y su sucesora, la ley de la información
La ley del valor es la reguladora de la producción capitalista, su gran nexo. Con el desarrollo de la informática, ésta –la informática- se transformará gradualmente en la reguladora de la producción, por lo cual bien puede hablarse de una ley de la información que será sucesora de la ley del valor, y esta ley de la información se basaría en el conocimiento y en la fantasía creadora, en el reencuentro del hombre consigo mismo. La gran lucha actual, a nuestro modo de ver, es ampliar y democratizar constantemente el ciberespacio –debemos establecer zonas liberadas en los medios de comunicación masiva- como una de las premisas para poder liberar a Prometeo de la discontinuidad propia del sistema social capitalista. Precisamente, a eso tendía la aprobación de la ley de medios en Argentina, aunque lamentablemente no ha podido cumplimentarse porque las fuerzas populares aun son débiles y la “justicia”responde en general a los intereses más concentrados.
En esos términos, probablemente, el ser humano que quizá suceda al homo sapiens, no será, como muchos creen, un tonto inalámbrico. Tendrá una visión mucho más rica y profunda de la realidad. No se sabe si inventará alguna utopía, pero el crecimiento de una información precisa le llevará a asistir al fin del mercado y al triunfo de un socialismo científico. Esencialmente, él ya no se hallará en la base de la producción, sino en la base de la información. Ello implicaría el fin del fetichismo de la mercancía y un retorno a las relaciones concretas con la Naturaleza -pero en otro plano, mucho más elevado y abstracto- y a la gradual sustitución del nexo esencial del valor de la mercancía y el mercado, reemplazado principalmente por un nexo a través del ciberespacio. Desaparecería la discontinuidad y el homo sapiens no asistiría al fin de la historia, sino al fin de la prehistoria. El medio no eliminará al ser humano, sino que eliminará violentamente al principio legitimador del viejo sistema, eliminará la contradicción fundamental de esta vieja sociedad. Acecha desde el futuro a partir de los nuevos principios de legitimidad que pugnan por legalizarse, habida cuenta que el sistema capitalista ya no puede resolver ninguno de los problemas actuales. Así lo indican numerosos indicios como lo son -por ejemplo- aquellos que la sociedad prepara para sucederse a sí misma. La globalización, que pese a sus maldades actuales abona el camino para el futuro internacionalismo, la probable sustitución del vínculo esencial (el capital) por el vínculo de la información y la solidaridad, la creciente longevidad humana, los logros de la ciencia en los diversos campos, la creciente liberación de las mujeres, la libertad sexual, en fin, todo indica que, pese a las dificultades actuales, el porvenir es venturoso. El ser humano se prepara para abordar al cosmos y poblarlo -entre otras grandes tareas- pero sólo podrá realizarlas a través de un tipo nuevo de relación personal y de personas, con una nueva cooperación a gran escala en un esfuerzo común imposible de realizar sobre la base del actual sistema capitalista.
Notas:
1) Juan Antonio Salceda, Prometeo (El Humanismo del Mito), 1953, Bibliot. Bernardino Rivadavia, La Plata, Arg.
2) Lakatos Imre (Imre Lipschitz), La Metodología de los Programas de Investigación Científica, Alianza, Madrid, 1993
3) Monod Jackes, Le hasard et la nécessité. Essai sur la philosophie naturelle de la biologie moderne, Paris, Le Seuil, 1970
4) James W.Pragmatismo: un nuevo nombre para viejas formas de pensar. Madrid: Alianza.,2000
5) Marie Curie, Wojciech A. Wierzewski, "Mazowieckie korzenie Marii"
Un. De Warz., 1998
6) Ziman John,(1994): Prometheus Bound. Science in a Dynamic Steady State, Cambridge, UK, ...(2000): Real Science: What It is and What It Means, ...
arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/.../326
7) Wagensberg Jorge, prólogo a Galileo Galilei, Balcells, Barcelona, 1996
8) Capra Fritjof, El tao de la física, Alianza, Madrid, 1998
9) Huntington Samuel, El choque de las civilizaciones, Foreign Affairs, 1993
10) Luciano de Samosata, Obras compl., T 1, Madrid, Gredos, 1997
11) Peregrinus, Res publica oppressa, prol. De José María Arbizu Echegoyen, ed. Complutenses , Madrid, 1997
12) Tertuliano (Quinto Septimius) Acerca del alma, Textos latinos, Madrid, 1999
13) Esquilo, (en griego antiguo: Αισχύλος, Aiskhúlos) (Eleusis, 525 AC–Gela, 456 AC), es considerado como el creador de la tragedia griega.. Fragmentos. Testimonios. Madrid,:editorial Gredos, 2008. Tragedias: Persas. Siete contra Tebas. Suplicantes. Agamenón. Coéforas. Euménides. Prometeo, Madrid: Editorial Gredos, 2002..
14) Tales de Mileto, Álgebra. (Dr. Aurelio Baldor, 1985. Ed. Ediciones y Distribuciones CODICE, S.A., Madrid).
15) Platon (2003). Diálogos. Obra completa en 9 volúmenes. Editorial Gredos Madrid.
16) Democrito, Novack, George 1977. Los orígenes del materialismo. Bogotá: Editorial Pluma
17) Teoría del Caos. Sobre Ilya Prigogine y la teoría del Caos ver (en castellano): Enciclopedia Temática Guiness, Barcelona, Folio ed., 1994,
18) Baruj Spinoza o Benedicto Espinosa. Las obras completas de Baruch Spinoza, incluido su epistolario y las biografías que se compusieron sobre él, han sido traducidas al español (Madrid: Alianza Editorial, 2003).
19) Romero Francisco, Revista Cubana de Filosofía. La Habana, julio-diciembre de 1951 Editado por la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación La Habana , Cuba
20) Condorcet Nicolás de: Esquisse d'un tableau historique des progrès de l'esprit humain (posthume, 1795).Encyclopédie de l’agora, Accuil, 2009
Especial para ARGENPRESS CULTURAL
Un tipo nuevo de relación personal y de personas Menudean las publicaciones de autores -nuevos y viejos- que versan acerca de los vaticinios más negros, sobre el fin del mundo, o el fin de la historia, o terroríficos presagios. A Nostradamus, por ejemplo, le son cepillados un poco los murciélagos y ya está nuevamente en las vidrieras, junto con los libros de autoayuda y los horóscopos.
Prediciendo el fin de los tiempos aparecen las sectas y las propias religiones oficiales. El pecado es exhibido como la causa de la polución, de la aparición del SIDA, del efecto invernadero, de la anorexia y de la bulimia, del embarazo adolescente, del acné juvenil, de las deudas tóxicas. El mundo vive no solamente muerto de hambre y de conocimientos, sino también con sus minúsculos pecados de supervivencia, agigantados por el culto al hedonismo y la muerte, plantado éste cotidianamente frente a las pantallas de TV junto con culebrones, chusmeríos y noticias predigeridas.
La información periodística y los motivos de charla radiofónica rondan, generalmente, en torno a los crímenes, la inseguridad, el fin del mundo, el Llanero Solitario de los EE.UU. o de la OTAN buscando terroristas, los extraterrestres, los gurúes financieros, el periodismo lacayuno, el trasero de alguna diva, la pobreza, las supersticiones o cualquier tontaina que dé pingües ganancias y entretenga a la tribuna.
Leyendo un viejo libro de un publicista argentino que ha sido olvidado, Juan Antonio Salceda (1), éste indagaba el porqué de aquella filosofía de posguerra que enarbolaba su angustiada soledad y el sino fatal que perseguía al hombre. Y se preguntaba ¿no está acaso vinculada esta fatalidad a una sociedad que desprecia los valores humanos?
Entonces recordaba la figura de Prometeo encadenado que hacía pensar, a los del Fondo Monetario Internacional y a sus mandantes -que sienten íntimamente los temblores seniles de dicha sociedad- que Prometeo está mal encadenado y que se hace necesario, a fin de conservar esta sociedad, encadenarlo bien. Como Francisco Franco, que ya en plena agonía, dijo que dejaba las cosas atadas y bien atadas. Y vaya si las dejó. La cuestión era y es encadenar a Prometeo no solamente con cadenas sino, como decía Marx, recubriendo las cadenas con flores o con esta imbecilidad parroquial que se presenta junto con la globalización, la guerra y la exclusión.
Si alguien se niega a ser tonto, las Naciones Unidas, la OTAN o los Estados Unidos tienen sus bombas. Lo más grave es que a esta política se atan no solamente los gobiernos reaccionarios sino también aquellos que empuñan la rosa. Su bandera de la tercera vía ha sido enterrada junto con sus manuales de marxismo y por eso mismo viven una profunda crisis.
La teoría que intentara traducir los acontecimientos como hechura de sí misma constituiría una gran hipótesis ad hoc que, como dice Lakatos(2) del marxismo del siglo XX, en lugar de originar hechos nuevos tuvo que correr detrás de los hechos y no logró alcanzarlos.
En defensa del marxismo y del materialismo dialéctico debo decir que las ideas de Marx aún están siendo masticadas por ciertas gentes que no han entendido lo fundamental. Los que entendieron a Marx en el nivel óptimo, caben en un taxi. Lo prueba, entre otras cosas, el hecho de que muchos lo plagian sin entenderlo, o sin indicar las fuentes, o lo someten al reduccionismo para luego rebatirlo. Y además está el discurso legitimador del sistema, con sus salivadores de micrófonos entonteciendo a diestra y siniestra.
La primer medida de Hitler en Francia fue la de confiscar las estilográficas. Todo el que tenga más de dos libros en su casa es sospechoso ¿recuerdan? todo científico es demoníaco. Para justificar esta actitud se dice que Jesús nunca escribió -salvo una vez, sobre la arena- a la mujer adúltera. Sócrates tampoco escribió -pese a Carlos Saúl Menem que leyó sus ocho tomos-. Los regímenes totalitarios -y la democracia central de este momento lo es más que ninguno- han tratado o tratan (por el terror o como sea) de descalificar al pensamiento, a la ciencia, a la cultura. Boris Karloff es el ministro de cultura de Estados Unidos.
Esa vasta sociedad anónima que integran los filósofos de verdad, agrupa a seres casi siempre subterráneos e impopulares, y esto cabe para los científicos en general, que perciben, a veces, tal como cristos desclavados y andantes, un sueldito en el CONICET. Y encima son plagiados, pero, como decía un amigo mío, nadie llama a un patrullero cuando descubre que lo han plagiado.
Ya en su tiempo, Jacques Monod (3) decía que la antigua alianza está rota; que el hombre sabe ahora que está solo en la inmensidad indiferente del Universo, en el cual ha emergido por azar. Igual que su destino, su deber no está escrito en ninguna parte y a él le toca escoger entre el Reino y las tinieblas.
¿Ciencia versus cultura?
Como siguiendo este razonamiento, la cuestión ya no es más ciencia versus cultura, los globalizadores no sólo impiden que la gente escriba y tome decisiones (los chicos no entienden lo que leen) sino que la investigación científica -salvo la dedicada al armamentismo- tampoco puede escapar a las dificultades.
No ya desviando la atención hacia teorías confusas, cuestión usual, por ejemplo, en los tiempos de W. James (4) y su pragmatismo, sino cerrando el grifo de las inversiones en la investigación científica no ligada al armamentismo.
Marie Curie (5), otra desterrada de la memoria, escribía en sus buenos tiempos que nuestra sociedad, donde reina un áspero deseo de lucha y de riqueza, no comprende el valor de la ciencia. Ni los poderes públicos, ni la generosidad privada conceden actualmente a la ciencia y a los sabios el apoyo y subsidios indispensables para un trabajo plenamente eficaz.
Y ella hablaba como científica y como mujer. En una película de María Luisa Bemberg -Miss Mary- un representante de la oligarquía argentina expresaba que a las mujeres no hay que educarlas, sino darles mucha religión, meterles mucho miedo con lo del pecado.
Los medios masivos, la seudociencia y el arte toman entonces ese camino antiprometeico, comercial, estúpido, siniestro.
Viene a cuento aquello que formulaba John Ziman (6) acerca del inquietante éxito de la consigna: saber cada vez más pero de menos cosas. Ciertos filósofos tienden a convertirse en una especie de periodistas cajetillas que saben cada vez menos pero de más cosas, y allá van los sesudos, ocupando espacios de TV o de distintos medios comerciales. Quienes sufrimos de argentinitis conocemos bien a estos loritos parlanchines.
Y como añadía Wagensberg (7), estas tendencias tienen un límite patético; saber todo de nada -o sea nada- o bien saber nada de todo, o sea igualmente nada. Nos preguntamos cuándo se hartará la gente de consumir tanta chatarra intelectual y además, de temerle a la verdad. Una de las cosas de las cuales se jactaba Prometeo era la de haber infundido en el pecho de los hombres el ansia de libertad, quitándoles el temor. La liberación de Prometeo se halla de nuevo sobre el tapete y parte de una consigna: pensar con libertad y nunca aceptar que venga un lenguaraz a explicarte la realidad de acuerdo a su visión.
La Cultura Griega y la de los Pueblos Originarios
Prometeo era griego pero hubo prometeos de todas las nacionalidades. Goethe veía a los griegos forjando el sueño más hermoso de la vida, y tal cosa, si fue y es así ¿cómo se explica que actualmente se los descalifique en aras de enarbolar filosofías/religiones orientales –como ocurre con el “Nuevo Paradigma de la Ciencia” de Capra (8)y otros “científicos” – si dichas religiones han sido iguales o peores aún que las occidentales y que han encadenado a más prometeos que nadie?¿Alguien tiene idea de los giordano brunos que han sido quemados o muertos por las inquisiciones orientales, por no ser budistas, mahometanos, hinduistas, etc.? Y con esto no quiero dar pasto a los leones, tipo Huntington (9), quien vulgarizaba el actual conflicto global diciendo que se trataba de un choque de civilizaciones y que la más terrorista era la mahometana.
¿Es necesario repetir que somos, en parte, herederos de la cultura andina y mexicana, pero especialmente de la griega, que ilumina todas las épocas, que constituye un ansia de libertad (no ya la libertad en sí, porque admitía la esclavitud) sino aquella desde la que han extraído sus cosas el Nuevo Testamento (Cristo era aristotélico), Virgilio, Cervantes, Quevedo, Shakespeare, Pushkin, Camoens, el pensamiento maya e incaico como bien lo hubo de reflejar Rodolfo Kush? Nadie desprecia la cultura oriental, sino que los despreciables son los mercaderes que la trafican para encadenar bien a Prometeo.
La filosofía de la libertad, un viejo sueño
Luciano (10) trató el tema de la libertad, presente en él como estaba aquella efervescencia de los esclavos peleando junto a Espartaco, cuya derrota permitiría luego el surgimiento de Cristo. Luciano no creía en la fuerza de los esclavos e inclusive se sonreía ante su ingenua fe explotada por embaucadores como Peregrinus (11). Tertuliano (12), contemporáneo de Luciano, veía en Prometeo la imagen de Jesucristo. Pero uno y otro, sin coincidir ni complementarse, actualizaron en esa época un tema que expresaba el descontento real de las masas esclavizadas por invasiones, por deudas o por los sistemas. Si tenemos en cuenta la afirmación de Federico Engels en el sentido de que todos los elementos que produjo el proceso de disolución del mundo antiguo fueron seducidos por el centro de atracción del cristianismo, es fácil comprender por qué los cristianos primitivos identificaron a Prometeo con Cristo.
Es claro que un Prometeo cristiano no podía jugar el papel de ladrón del fuego sagrado y por lo mismo quedar en la otra cruz. Cristo era el legítimo dueño del fuego y no podía robárselo a sí mismo.
Casi contemporánea con Esquilo (13), la filosofía Griega, en la que Tales de Mileto (14) -el único filósofo de verdad, de los que yo conozca, que haya ganado plata, y lo que es más, comprando cosechas de aceitunas- fue, desde su nacimiento, fundamentalmente materialista. El hecho de haber nacido en las costas jónicas, costas de piratas y comerciantes de ultramar, aventureros de toda laya que iban y venían ¿no nos está diciendo que es precisamente allí donde el comercio florecía, el desarrollo artesanal era mayor, el lugar indicado para el nacimiento de los milésicos? Los barcos mercantes que comerciaban con oriente o con las costas italianas y españolas, traían y llevaban, además, ideas, escritos, papiros, códices, tablillas, libros. Cada comerciante, desde entonces, sabe más historias que las de las mil y una noches. Podemos resumir diciendo que los griegos no tomaron de oriente sólo su filosofía, ni su ciencia, sino también su fantasía. Pero, junto con el mercantilismo, recibieron de Egipto y de Babilonia la matemática, la cosmología y la indagación del hombre acerca de sí mismo..
Los descubrimientos se producen antes que la necesidad de utilizarlos
La utilización del papiro en la escritura tuvo una significación parecida a la invención de la imprenta. Werner Jaeger (14) decía que en ese momento asistimos al nacimiento de la filosofía científica. Esta es, tal vez, la hazaña histórica de Grecia. Verdad es que su liberación de los mitos fue sólo gradual. Pero el simple hecho de que fuera un movimiento espiritual unitario, conducido por una serie de personalidades independientes, pero en íntima conexión recíproca, demostraba ya su carácter científico y racional.
La concepción del mundo por los griegos era amplia y tan genialmente avanzada, que tuvieron que pasar muchos siglos para que la filosofía, desvinculada por los oscurantistas de las ciencias naturales y constituida en logos puro, recuperara su verdadero camino. No obstante, hubo una línea de Platón (15) -idealista- y otra de Demócrito (16) -materialista-.
En cuanto teoría que sintetiza los progresos de las ciencias naturales, que lucha contra la religión y la mística, el materialismo ha sido en general la visión del mundo de las clases avanzadas, revolucionarias, interesadas en el progreso social y científico. Los sueños y las fantasías son más reales que todo el discurso legitimador de las clases dominantes y esos sueños y fantasías han sido bandera de los prometeos, de los libertadores. Toda ciencia, y en especial la física, como ya hemos dicho, ha sido y es en cierto sentido ciencia-ficción. Y si no, veamos cuánto de ficción tiene la teoría cuántica, y cuánto de libertad ha conseguido.
Vivimos una época más problemática que afirmativa. Hemos señalado y señalaremos los problemas que han traído los nuevos adelantos científicos, sobre todo el ciberespacio en manos del bloque dominante. El tiempo de la computadora incluye horarios, una nueva orientación temporal y junto a ella una nueva imagen del futuro. La “era del progreso” está a punto de abrir paso a la era de la simulación. La nueva visión simulada del futuro se incorpora a los apetitos prometeicos de la era anterior del tiempo, aquella que rechazaba las restricciones que lo encadenaron a la conciencia histórica y lógica. La nueva visión ya no considera al futuro como algo que se desarrolla de una manera lineal, estricta, estirada a lo largo de un plano histórico. En lugar de ello, es algo que se reprograma continuamente para adecuarse a las necesidades transitorias de la realidad emergente. Los términos históricos como destino e inevitabilidad que tanto habían dominado el pensamiento de la era del progreso están siendo reemplazados por términos que hablan de la geometría fractal, de la teoría del caos (17). La nueva imagen del futuro concibe la realidad como un gran receptáculo de información, de un caos.
Todavía, sin embargo, tanto en la mecanocuántica como en la organización a nivel del gigamundo, se utilizan conceptos e ideas correspondientes a otro marco, lo cual hace ilógico el discurso. A parte de ello, nada existe como absoluto, por sí mismo, al margen de su vínculo con lo demás; tampoco la práctica.
Quizá en la idea de la autopoiética y de que todo está gobernado por todo se halle una parte del problema y de la solución, la búsqueda del infinito que a lo peor esté montado sobre nuestras narices. Ya Espinosa (18) decía que la Naturaleza es causa sui. Pero en el gigasistema o sistema de todos los sistemas no existe la homogeneidad y está claro que el movimiento -siempre hacia un objetivo- se produce a partir de una estrategia situada en las zonas de mayor complejización orgánica. Todo sistema posee su cabeza, su memoria y su sistema nervioso.
Habría que preguntarse, asimismo, si la realidad puede ser abarcada totalmente por el pensamiento. Y si lo impensable de hoy puede ser pensable mañana. Las realidades virtuales, por ejemplo, constituyen un momento problemático, dentro del autoconocimiento del sistema. Esto quiere decir que en la etapa actual del conocimiento, se pone el acento no sólo en las cosas o no tanto en las cosas, sino fundamentalmente en su problematicidad. Los problemas insolubles son ociosos -decía Francisco Romero (19)- pero ¿quién determina qué es lo insoluble o lo no insoluble, lo ocioso o lo no ocioso? Muchos descubrimientos e invenciones fueron utilizados bastante después de ser inventados.
El enfoque correcto o incorrecto puede llevarnos a soluciones o a confusiones. Decíamos antes que en el análisis del gigamundo o en el de la mecanocuántica se utilizan conceptos e ideas correspondientes a otro marco, lo cual hace ilógico el discurso, o cierta parte del discurso.
Se piensa con coordenadas y velocidades a escala media, o se indaga hacia lo ultrapequeño o hacia lo mundial con medidas, lenguaje e instrumentos confeccionados para escalas medias.
Además, no tiene sentido indagar acerca de la órbita de algo que no describe órbitas -caso de las partículas-. Pero quizá podamos, a nivel sistema de la materia, preguntarnos acerca de su órbita. Si decimos que un electrón que posee un impulso X debería hallarse en un lugar K, podría caber entonces la pregunta acerca de en qué lugar se hallará el gigamundo que posee un impulso X.
Tanto en la teoría cuántica de campo como en la teoría sistémica (esta última mucho menos elaborada) no tiene sentido preguntarse acerca de en qué punto del espacio tiempo relativista se encuentra una forma de la materia u objeto.
Naturalmente que aquellos interrogantes y muchísimos otros, tanto en una microgeometría cuanto en una hipergeometría a crearse, no poseerán validez lógica si aplicamos predicados que no casan con los sujetos. Es como buscarle ruedas a un elefante y al no hallarlas, declarar que es inobservable.
El fin de la historia y el confín del mundo
Usualmente ciertos relatores, ciertos cosmólogos, físicos y filósofos conciben el confín del mundo como un punto alcanzable en línea recta viajando a través del espacio durante un tiempo. En realidad, tal confín del mundo o límite del sistema materia quizá se halle entre nosotros, en el medio correspondiente a este sistema materia. Es probable que tal sistema materia posea no solamente un entorno sino también un antisistema.
Por cierto que para describir este modelo no podemos ajustarnos a la estrechez del determinismo laplaceano. Debemos acudir a los conceptos de probabilidad y posibilidad potencial. En esta organización sistémica de la materia, los fenómenos no surgen y varían de manera absolutamente independiente de otros fenómenos, pues la correlación de sus indeterminaciones (al igual que en la física de las micropartículas) no es resultado solamente de la limitada capacidad de conocimiento del hombre sino también producto de su estructura compleja. Por sus propiedades físicas, la materia a nivel sistémico posee fenómenos conocidos y desconocidos y seguramente una estructura sistémica cualitativamente distinta. Así como se ha establecido que el electrón no constituye una simple partícula-bola, es muy probable que los fenómenos a nivel sistémico conjuguen propiedades nuevas. Inclusive pudiera ocurrir que el gigamundo que tenemos ante nosotros y en el cual vivimos sea parte correspondiente al cuerpo de un universo (o de varios) muchísimo más vasto o con otra estructura.
En este entendimiento, la aparición del hombre como fuerza auxiliar del medio había de ser una necesidad, en el preciso momento en que este medio se encontraba incapacitado para emprender una nueva etapa en la formalización de la materia, es decir, para entender su propia lógica, para pasar a un nuevo sistema. El hombre podía actuar desde afuera del sistema o ser un intermediante entre el sistema y el medio. Espinosa decía que era la Naturaleza y no el hombre quien permanecía alienada.
El planteo del extrañamiento del hombre se hallaría cabeza abajo, el vacío que llenó el homo sapiens se referiría a su capacidad reflexiva y creadora, indagadora y cognoscente de la cosa en sí. Ninguna sumatoria de elementos puede llevarnos a la esencia, y es como si sometiéramos al universo o al hombre a un mismo análisis.
Las investigaciones actuales en los diversos campos de la ciencia refirman el comportamiento de todas las cosas por paquetes (o cuantos) y bandas, en determinados tiempos y en forma sistémica. Los sistemas se mueven -mientras son- dentro de ciertas cantidades, bandas y tiempos. Los grados de libertad de que gozan se refieren a esas bandas, y si un elemento de tales sistemas o el sistema mismo se excede o excede sus bandas, cambia de identidad o muere. La noción de espacio, campo, se entiende dentro de esos parámetros, por lo cual el concepto de nexo causal adquiere otra dimensión. Pero la definición esencial de las cosas y procesos permanece dentro de esa caja negra de la que hablan algunos científicos.
Black Box
La caja negra, como antes decíamos, quizá no exista. La clave acerca del problema del infinito y de las fuerzas fundamentales es más que probable resulte relacionada con la mediación del ciberespacio. De todas maneras, cabe recordar que la existencia de cajas negras o de regiones desconocidas pertenecen a la visión humana del mundo, que casi siempre anexa el infinito a su ignorancia o a su propia aspiración de inmortalidad individual.
Precisamente, el sentido de la vida quizá esté lejos de aquello que imaginan los aspirantes a una inmortalidad y creyentes de su prosapia divina o de la trascendencia mágica de sus actos. Sin caer en ninguna clase de escepticismos, es casi seguro que la existencia humana no tenga ni el sentido ni la trascendencia (entendida como categoría filosófica o teológica) que las aspiraciones de inmortalidad del homo sapiens burgués le atribuye. Es cierto que ni el libreto ni el proyecto del mundo le pertenecen, pero quizá no pertenezcan a nadie o pertenezcan a todos o al todo.
Se habla de la muerte del hombre en términos apocalípticos, pero lo cierto es que todos los descubrimientos realizados en medicina espacial y en el terreno de la biología apuntan a una prolongación de la vida humana. Estos hechos se contradicen con el actual sistema socioeconómico, que desecha a las personas en aras del desarrollo de una economía apátrida y ahumana.
Es evidente que los avances científicos en este terreno son premisas -como ya señalaba Condorcet(20) hace doscientos años- para el surgimiento de una sociedad de hombres longevos habitando un mundo mejor que éste.
Sin embargo, como decíamos antes, la Naturaleza enfrenta una disyuntiva parecida a la que ocurrió con el nacimiento del homo sapiens, pues nuevamente no puede equilibrarse por sí misma y tampoco puede ahora acudir al hombre-mercancía para hacerlo, pues el metabolismo de éste -como miembro del sistema social que le es propio- la desequilibra irremediablemente, por lo que la agudización de la entropía choca más que nunca contra el principio conservacionista.
Pero no solamente eso: cualquier sistema (y cualquier elemento) para conservar su identidad tiene que afirmar su metabolismo, por lo que aparece en una lucha irreconciliable con su propia Naturaleza. De ello podría desprenderse que el próximo cambio social no se basará solamente en una remoción del sistema sino también en un cambio cualitativo del elemento humano.
Es evidente que a medida que crece la entropía, los nexos entre las personas y de éstas con las cosas adquieren un grado de abstracción cada vez más elevado, hasta parecerse mucho a la definición del concepto de concreto teórico.
Pero el nexo fundamental entre los hombres y de los hombres con el sistema y su medio ya no será ni el trabajo abstracto, ni el mercado, ni el valor de la mercancía, ni el dinero. El nexo pasaría a ser, principalmente, la información-mercancía. Esto en una primera etapa, pues en una segunda la información sería tan accesible y barata que no resultaría mercancía.
La ley del valor, reguladora de la producción capitalista y su sucesora, la ley de la información
La ley del valor es la reguladora de la producción capitalista, su gran nexo. Con el desarrollo de la informática, ésta –la informática- se transformará gradualmente en la reguladora de la producción, por lo cual bien puede hablarse de una ley de la información que será sucesora de la ley del valor, y esta ley de la información se basaría en el conocimiento y en la fantasía creadora, en el reencuentro del hombre consigo mismo. La gran lucha actual, a nuestro modo de ver, es ampliar y democratizar constantemente el ciberespacio –debemos establecer zonas liberadas en los medios de comunicación masiva- como una de las premisas para poder liberar a Prometeo de la discontinuidad propia del sistema social capitalista. Precisamente, a eso tendía la aprobación de la ley de medios en Argentina, aunque lamentablemente no ha podido cumplimentarse porque las fuerzas populares aun son débiles y la “justicia”responde en general a los intereses más concentrados.
En esos términos, probablemente, el ser humano que quizá suceda al homo sapiens, no será, como muchos creen, un tonto inalámbrico. Tendrá una visión mucho más rica y profunda de la realidad. No se sabe si inventará alguna utopía, pero el crecimiento de una información precisa le llevará a asistir al fin del mercado y al triunfo de un socialismo científico. Esencialmente, él ya no se hallará en la base de la producción, sino en la base de la información. Ello implicaría el fin del fetichismo de la mercancía y un retorno a las relaciones concretas con la Naturaleza -pero en otro plano, mucho más elevado y abstracto- y a la gradual sustitución del nexo esencial del valor de la mercancía y el mercado, reemplazado principalmente por un nexo a través del ciberespacio. Desaparecería la discontinuidad y el homo sapiens no asistiría al fin de la historia, sino al fin de la prehistoria. El medio no eliminará al ser humano, sino que eliminará violentamente al principio legitimador del viejo sistema, eliminará la contradicción fundamental de esta vieja sociedad. Acecha desde el futuro a partir de los nuevos principios de legitimidad que pugnan por legalizarse, habida cuenta que el sistema capitalista ya no puede resolver ninguno de los problemas actuales. Así lo indican numerosos indicios como lo son -por ejemplo- aquellos que la sociedad prepara para sucederse a sí misma. La globalización, que pese a sus maldades actuales abona el camino para el futuro internacionalismo, la probable sustitución del vínculo esencial (el capital) por el vínculo de la información y la solidaridad, la creciente longevidad humana, los logros de la ciencia en los diversos campos, la creciente liberación de las mujeres, la libertad sexual, en fin, todo indica que, pese a las dificultades actuales, el porvenir es venturoso. El ser humano se prepara para abordar al cosmos y poblarlo -entre otras grandes tareas- pero sólo podrá realizarlas a través de un tipo nuevo de relación personal y de personas, con una nueva cooperación a gran escala en un esfuerzo común imposible de realizar sobre la base del actual sistema capitalista.
Notas:
1) Juan Antonio Salceda, Prometeo (El Humanismo del Mito), 1953, Bibliot. Bernardino Rivadavia, La Plata, Arg.
2) Lakatos Imre (Imre Lipschitz), La Metodología de los Programas de Investigación Científica, Alianza, Madrid, 1993
3) Monod Jackes, Le hasard et la nécessité. Essai sur la philosophie naturelle de la biologie moderne, Paris, Le Seuil, 1970
4) James W.Pragmatismo: un nuevo nombre para viejas formas de pensar. Madrid: Alianza.,2000
5) Marie Curie, Wojciech A. Wierzewski, "Mazowieckie korzenie Marii"
Un. De Warz., 1998
6) Ziman John,(1994): Prometheus Bound. Science in a Dynamic Steady State, Cambridge, UK, ...(2000): Real Science: What It is and What It Means, ...
arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/.../326
7) Wagensberg Jorge, prólogo a Galileo Galilei, Balcells, Barcelona, 1996
8) Capra Fritjof, El tao de la física, Alianza, Madrid, 1998
9) Huntington Samuel, El choque de las civilizaciones, Foreign Affairs, 1993
10) Luciano de Samosata, Obras compl., T 1, Madrid, Gredos, 1997
11) Peregrinus, Res publica oppressa, prol. De José María Arbizu Echegoyen, ed. Complutenses , Madrid, 1997
12) Tertuliano (Quinto Septimius) Acerca del alma, Textos latinos, Madrid, 1999
13) Esquilo, (en griego antiguo: Αισχύλος, Aiskhúlos) (Eleusis, 525 AC–Gela, 456 AC), es considerado como el creador de la tragedia griega.. Fragmentos. Testimonios. Madrid,:editorial Gredos, 2008. Tragedias: Persas. Siete contra Tebas. Suplicantes. Agamenón. Coéforas. Euménides. Prometeo, Madrid: Editorial Gredos, 2002..
14) Tales de Mileto, Álgebra. (Dr. Aurelio Baldor, 1985. Ed. Ediciones y Distribuciones CODICE, S.A., Madrid).
15) Platon (2003). Diálogos. Obra completa en 9 volúmenes. Editorial Gredos Madrid.
16) Democrito, Novack, George 1977. Los orígenes del materialismo. Bogotá: Editorial Pluma
17) Teoría del Caos. Sobre Ilya Prigogine y la teoría del Caos ver (en castellano): Enciclopedia Temática Guiness, Barcelona, Folio ed., 1994,
18) Baruj Spinoza o Benedicto Espinosa. Las obras completas de Baruch Spinoza, incluido su epistolario y las biografías que se compusieron sobre él, han sido traducidas al español (Madrid: Alianza Editorial, 2003).
19) Romero Francisco, Revista Cubana de Filosofía. La Habana, julio-diciembre de 1951 Editado por la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación La Habana , Cuba
20) Condorcet Nicolás de: Esquisse d'un tableau historique des progrès de l'esprit humain (posthume, 1795).Encyclopédie de l’agora, Accuil, 2009
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