8 de noviembre de 2007

Socialismo Siglo XXI

El socialismo de ayer a hoy

OCTAVIO QUINTERO

Cuando el presidente Hugo Chávez habló por primera vez de llevar a Venezuela al socialismo del siglo XXI, mucha gente, si no todos, pensó que se refería al comunismo de la vieja URSS. Sin embargo, al avanzar el debate, que entre otras cosas apenas comienza, nos hemos ido dando cuenta de que se trata de una nueva concepción de la dirección de un Estado dentro de la ya vieja pero nunca bien interpretada y menos aplicada teoría de la plusvalía marxista, de un lado, y de la revisión teórica del libre mercado definido en la concepción smithsoniana y su ‘Mano Invisible’.

Enmendar en una política de Estado la injusticia laboral del capitalismo que consiste en apropiarse del valor que el trabajo no pagado del obrero asalariado crea por encima del valor de su fuerza de trabajo; y desmitificar la ‘mano invisible’ de Adam Smith, quien no teniendo los conocimientos matemáticos de que dispone hoy la ciencia, ni los recursos que la posmodernidad nos trajo con el desarrollo de la cibernética y la informática, con los que hoy seríamos capaces de calcular con precisión el valor objetivo de un producto, dijo que el precio justo era el que se derivaba de la oferta y la demanda, y que por tanto, el Estado no debía intervenir en su regulación, serían de entrada los dos fines primordiales del Socialismo del Siglo XXI.

Eso en el campo económico y social.

En el campo político, el Socialismo del Siglo XXI tiende a deslindar muy expresamente los asuntos que competen al constituyente primario de los que puede asumir el constituyente delegado, es decir, alcanzar la real democracia participativa. Y aunque este es un enunciado ya muy visible en la arquitectura constitucional de los países latinoamericanos, lo cierto es que la deformación inmersa en la democracia practicada por gobiernos autocráticos, corruptos y clientelistas, sigue marginando la participación directa de los ciudadanos en las grandes decisiones políticas que afectan su vida, por ejemplo, en las discutibles enmiendas constitucionales que estos gobiernos han venido introduciendo en sus Cartas para perpetuarse en el poder, sin consultar directamente al pueblo, o los tratados comerciales conocidos como TLC que han dado en suscribir con Estados Unidos “cueste lo que cueste” como en su momento dijo el presidente Uribe en Colombia, sin llevarlos a referéndum, como sí ocurre en el ámbito de la Unión Europea en donde nada que signifique un cambio sustancial en la forma de vida de la gente se adopta sin previo referéndum en cada uno de los países entre su población.

Un paréntesis: a raíz de la reforma del “articulito” que le permitió a Uribe la reelección, se dio en Colombia un interesante debate académico que debió haber inclinado la Corte Constitucional a declarar inexequible la enmienda. Y era que toda Constitución se compone de partes esenciales y partes formales; o en otras palabras, de fondos y de formas que saltan a la vista de cualquier mediano analista. Las fundamentales, por constituir el marco en sí en que la gente quiere organizarse dentro de la sociedad, no pueden ser reformadas ni modificadas sino por el mismo Constituyente Primario, en tanto que las formales, que también pudieran llamarse de convivencia, podían ser reformadas por el Constituyente Delegado, esto es, el Congreso. Si una sociedad, por ejemplo, no quiere la pena de muerte, no puede el Congreso reformar la Constitución para introducirla sino que debe apelarse a un referéndum para que sea el mismo Constituyente Primario el que determine su voluntad al respecto. No podría tampoco el Congreso determinar mañana o pasado, mediante una reforma constitucional, que Colombia ya no es una República independiente sino un Estado asociado a los Estados Unidos y, en ese mismo orden de ideas, como la Constitución del 91 prohibía la reelección, no podía el Congreso cambiar esa sustancia de la Carta sin incurrir en usurpación de funciones atribuidas políticamente al Constituyente Primario. Distinto es esto a que se prohíba o permita el consumo personal de drogas o que se autorice el matrimonio entre parejas del mismo sexo o que, para emplear otro ejemplo, que la Constitución permita al ciudadano hacer todo aquello que ella misma no tenga expresamente prohíbido.

Dejando de la lado el largo paréntesis que vuelve a tomar actualidad ante la pretensión del presidente Uribe de atornillarse en el poder en caso de “hecatombe”, en este contexto es dable admitir que el Socialismo del Siglo XXI es apenas un enunciado hasta ahora admitido como posible por los gobiernos de Chávez en Venezuela, su líder; Correa en Ecuador, Evo en Bolivia y Ortega en Nicaragua. Podrían agregarse algunos pasos dados por Lula en Brasil y Kirchner en Argentina, en tanto en cuanto que no comulgan ciegamente con el modelo neoliberal, pero que tampoco han sido capaces de apostatar de él en forma contundente. No obstante, es necesario advertir que frente al viejo modelo capitalista y la nueva concepción socialista, va ganando la izquierda porque, salvo Colombia, gobernada por una ultraderecha abiertamente proclamada aunque no admitida por el presidente Uribe quien, entre otras cosas, comete el adefesio político de afirmar que eso de izquierda y derecha ya no existe (pero qué más se puede esperar de un Presidente que a tiempo que proclama la guerra a las Farc tampoco admite el conflicto armado), todos los demás países latinoamericanos, incluyendo Chile y México, dan muestras de tender hacia modelos de desarrollo económico propios (menos dependientes del Imperio), en los que se incluyen políticas sociales abiertamente distantes de la ortodoxia monetaria impuesta por el Banco Mundial y el FMI.

Heinz Dieterich, el sociólogo alemán, a quien se considera el principal ideólogo del Socialismo del Siglo XXI, está profundizando el pensamiento en un libro titulado, precisamente, ‘Chávez y el Socialismo del siglo XXI’. El libro está prologado magníficamente por el general Raúl Isaías Baduel, quien se suscribe como “Soldado de Infantería Paracaidista” de Venezuela y quién, irónicamente, acaba de rebelarse contra el presidente Chávez por considerar que su reforma constitucional va más allá de lo que permite la propia Carta al introducir cambios sustanciales en su concepción que la hacen, no una reforma sino una nueva Carta que debía haberse expedido directamente por el Pueblo y no por la Asamblea Nacional como Poder Constituido que es.

El prólogo completo del general Baduel, que sigue siendo interesante a pesar de la discrepancia que ha entablado con el presidente Chávez; y que gentilmente nos ha hecho llegar nuestro apreciado amigo en Caracas, alvaromasmela@yahoo.es, lo pueden abrir en el blog http://misxxi.blogspot.com/ con el fin de no extenderme en este comentario al que sí le quiero agregar un supersintético resumen del propio Dieterich que topé en mi e-mail proveniente de Ecuadoradio que lo entrevistó a su paso por Quito:

“Nadie aplica todavía el socialismo del siglo XXI; su implementación requerirá tiempo. El Socialismo del Siglo XXI está en construcción, pero existe. La teoría tiene un cuerpo bien definido. En la construcción de esta teoría se debería contemplar la reintroducción del elemento de referéndum en asuntos trascendentales de la nación, como una guerra, un Tratado de Libre Comercio y hasta un presupuesto nacional, pues, se decide la calidad de vida de la gente”.

La información respectiva dice que Dieterich también explicó que el precio de mercado depende de la fuerza de los que hacen alguna acción económica. Sobre la juventud admite que tiene mucho escepticismo frente al sistema político, pero que busca un proyecto de vida y por lo tanto debe decidir cuál es el estilo de vida que va a querer, y obviamente necesita alternativas como ésta.

En el campo internacional sostiene que las conexiones entre Venezuela, Cuba y Ecuador son diferentes; y al resaltar en el presidente ecuatoriano sus conocimientos económicos, indica que eso lo lleva a entender que no se puede aplicar el mismo modelo en todos los países.

Dieterich en esta entrevista considera posible que en Latinoamérica se esté desarrollando una revolución pacífica tomando en cuenta la realidad de cada nación.


Heinz Dieterich

CHÁVEZ Y EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

PRÓLOGO

POR RAUL ISAIAS BADUEL

Cuando mi amigo Heinz Dieterich me realizó la amable invitación de prologar una nueva y aumentada edición de su ya reconocida obra «Hugo Chávez y el Socialismo del siglo XXI», una combinación de sentimientos me abordaron. Primero, el gran honor que siento al hacerlo, ya que reconozco en esta obra una grandísima contribución a la construcción de la teoría de la nueva sociedad no capitalista y segundo, el gran compromiso que me invade al tratar de componer unas palabras que abran aún más el apetito intelectual de todos aquellos compatriotas venezolanos y también aquellos de otras latitudes, que como me consta, abordan la lectura de esta obra con la honesta intención de encontrar en sus páginas la orientación y guía, que en esta materia tanta falta nos hace. Espero que las palabras que siguen puedan contribuir a ello, ya que sin duda estamos ante una obra que marca un hito en la literatura de su tipo en nuestra República Bolivariana de Venezuela.

Ante el llamado del Presidente Chávez a «Inventar el Socialismo del Siglo XXI», en especial un modelo teórico, propio y adaptado a nuestra realidad y entorno, pensé que muchos de nuestros compatriotas acudirían al llamado, ya que si algo ha caracterizado a la izquierda venezolana es su profusión de intelectuales, muy bien formados por cierto. Sin embargo pasado un tiempo, el aporte de Heinz Dieterich, permanece como una referencia casi única y obligada debido a la claridad y sencillez de sus ideas.

En su obra no intenta Dieterich construir el núcleo científico de la teoría revolucionaria, lo cual equivaldría a la nueva invención de la rueda, sino a construir sobre la teoría revolucionaria ya existente, ese nuevo modelo para una economía no capitalista, que el Presidente Chávez nos urge a inventar. Sin embargo, considero que debemos enmarcar muy bien el termino «inventar» que se encuentra en el llamado del Presidente y que juzgo, es el verdadero sentido con el que se realizó el llamado.

Debemos «inventar» el socialismo del siglo XXI si, pero no de manera desordenada y caótica, sino valiéndonos de las herramientas y el marco de referencia que nos da la ciencia.

Debemos inventar con lógica, con método, con orden, en fin con ciencia. Esto está explicado con sencillez y belleza en el novísimo capitulo 7 de esta nueva edición de la obra y que se titula: «El socialismo del siglo XXI en preguntas y respuestas».

En la pregunta 28 se plantea la interrogante: « ¿Sin la Ciencia se puede construir el socialismo?» Y la respuesta de Heinz es: «No, esto no sería posible. Por que la ciencia siempre es necesaria, cuando se toman decisiones de gran importancia o se requieren resolver tareas de gran complejidad o dificultad ».

Cuando afirmo que ese fue el sentido original de las palabras del Presidente Chávez en la ocasión de llamar a «inventar el socialismo del siglo XXI», también lo hago tomando en cuenta que, en el Aló Presidente del 27 de marzo de 2005, el Presidente indicó (hecho este citado por Heinz en su Introducción), que el Socialismo de Venezuela se construiría en concordancia con las ideas originales de Carlos Marx y Federico Engels. Señala Dieterich que ciertamente, la teoría científica de Marx y Engels es el marco de referencia obligado, al ser la primera teoría científica de la sociedad que parte de la premisa de la interacción y confrontación entre la lógica del sistema y la lógica de los sujetos sociales.

Si la base para la construcción del Socialismo del siglo XXI es una teoría científica de la talla de la de Marx y Engels, lo que construyamos sobre ella no puede serlo menos, so pena de que la estructura construida no pase a ser más que una humilde choza, levantada sobre los cimientos de un rascacielos. Señala el autor que hace falta trascender ya la fase de crítica del capitalismo global y avanzar en la construcción del programa de la economía socialista. Aportes como los de Kurz, Meszáros y Draper pese a ser obras excelentes, no pasan de esta fase crítica en la que pareciera haberse atascado la teoría socialista.

Es por ello que señala acertadamente Heinz, que aunque la teoría de Marx y Engels revela magistralmente el misterio de la explotación capitalista, al punto de elevar a estos dos hombres a la categoría de científicos como Darwin y Newton, se quedó corta al proponer la forma de construir el sistema post capitalista. Marx y Engels no dejaron elaborado el modelo de economía socialista. La razón es que, para la época en que desarrollaron su labor científica, no existían los avances en las matemáticas ni en la cibernética-informática, necesarios para poder calcular en la práctica el valor objetivo de un producto.

Puede que el lector este preguntándose ahora ¿que tiene que ver el cálculo del valor objetivo de un producto con la construcción de una sociedad socialista? Después de leer esta obra, estoy seguro de que no le quedará ninguna duda al lector, de que tiene muchísimo que ver. Si de algo se cerciora Heinz a través de estas páginas, es en repetir hasta la saciedad que la economía socialista debe basarse en cálculos realizados en unidades de trabajo abstracto ya que, explica el autor siguiendo a Marx y a Ricardo que, el valor objetivo de un producto es la cantidad media de trabajo invertido en su manufactura . Nos explica que es debido a no haber sido capaces de basar su economía en el valor objetivo de los productos, que la economía de los países donde funcionó el llamado Socialismo Real colapsó. En palabras de Heinz Dieterich: « La necesidad de determinar el valor objetivo de los productos es conditio sine qua non del Socialismo»

Quiere esto decir, que no basta con la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, ni con la planificación centralizada, ni con la reducción de la brecha de la diferencia de ingresos entre la población. Estos fueron logros objetivos de países comunistas, como la extinta urss y sin embargo sus economías involucionaron. Esto es una advertencia muy fuerte, ya que estamos a tiempo de no repetir los errores que se cometieron en los países llamados comunistas y que llevaron inevitablemente al colapso de sus sistemas.

Es por ello que recomiendo fuertemente la lectura minuciosa y detallada del capitulo 5, «La Fase de Transición al nuevo Socialismo», en donde el autor nos introduce a la forma de sustituir al «mercado» como mecanismo de coordinación del sistema. Nos presenta aquí a Arno Peters, quien logró desarrollar una matriz que permite calcular el valor (lo más aproximadamente posible) de cualquier producto. Este científico ha desarrollado una especie de matriz Insumo-Producto, que el autor denomina la «Rosa de Peters», la cual debe ser combinada con un sistema computacional-informático-cibernético que permitiría desmantelar perfectamente al «mercado», propiciando las bases para una verdadera planificación democrática y un comercio justo, no crematístico.

Ahora quisiera comentar y a la vez recomendar profusamente la lectura del nuevo capitulo 7. Considero que su contenido viene a llenar el inmenso vacío que hasta ahora existía en nuestro país, de una literatura fresca y sencilla que en lenguaje claro y llano explicase al ciudadano de a pie, los conceptos y la teoría sobre la construcción del socialismo del siglo XXI. Es más, considero que este nuevo capitulo pudiese muy bien ser publicado como una obra aparte y ser reproducido para su distribución masiva en escuelas, universidades, sindicatos, fabricas, hospitales, comunidades campesinas, consejos comunales y en fin en todos los espacios donde hace falta generar un debate y sana discusión sobre el socialismo que queremos construir.

Aunque el entero contenido del capitulo 7 no tiene perdida alguna, debo reconocer que me llamó poderosamente la atención, la respuesta número 20, en virtud de que lo compuesto allí por el autor, es un excelente ejemplo de lo mucho que se puede lograr a nivel explicativo, con unas pocas palabras exquisitamente escogidas y compuestas con ingenio. En la respuesta 20, señala Dieterich que hacen falta seis (6) condiciones necesarias y suficientes si queremos llegar al socialismo del siglo xxi. Tres (3) de estas condiciones son condiciones económicas suficientes a saber: Valor, Equivalencia y Cibernética. Las otras tres (3) condiciones restantes las denomina condiciones socio-políticas necesarias o auxiliares las cuales son: Democracia Participativa, Educación y Redistribución. Esto es extremadamente importante, sobre todo como respuesta a aquellos factores que no se cansan de tildar al Socialismo del Siglo XXI como un sistema autoritario y dictatorial. Con la implementación de las tres condiciones socio-políticas necesarias, quedan los derechos del individuo protegidos del poder político y económico de una burocracia que pudiese llegar a ser todopoderosa y arrogante, si no se limita el poder que pudiese acumular como consecuencia de la planificación central por parte del Estado .

En las preguntas 21,22 y 23 del capitulo 7, se explican además con detalle y sencillez, cada uno de los tres elementos económicos suficientes para el establecimiento de una economía socialista y que deberían ser aprendidos de memoria, reflexionados y meditados por todos los que estemos imbuidos del deseo de la implementación de un sistema económico no crematístico.

Por último, quisiera finalizar compartiendo con los lectores de esta excelente obra, una reflexión a la que llegue al releer la obra completa y en especial al estudiar detenidamente el nuevo capitulo 7 sobre preguntas y respuestas del socialismo del siglo XXI. Si uno lee varias veces enteramente el capitulo 5 y posteriormente llega a la respuesta 16 del capitulo 7 y medita sobre las implicaciones que dichos contenidos nos plantean a nosotros los venezolanos, si realmente queremos construir el socialismo del siglo XXI, no puede más que sobrecogerse uno ante el reto que se deriva de esa reflexión. Nos dice Heinz que para que la economía sea verdaderamente socialista debe estar basada en el valor objetivo de los productos. Nos indica que las matemáticas y la computación han llegado a un nivel de desarrollo que ya permite esto. Nos informa que Arno Peters ha llegado a una matriz matemática que permite, en conjunción con sistemas informáticos adecuados, calcular de la manera más aproximada posible el valor de cualquier producto. Como colofón, la previamente mencionada respuesta 16 del nuevo capitulo 7, nos dice textualmente:

«Para convertir esa economía crematística de mercado en una economía socialista, un equipo de planeación tiene que sustituir la función informática del mercado y decisoria de los empresarios .» Termina afirmando Heinz que «Esta es una complicación en la implementación del Socialismo del Siglo xxi ». Evidentemente que lo es. Los retos que esto impone a nivel educativo, son enormes. Debemos planificar la formación en corto plazo de un recurso humano que en la actualidad no disponemos. ¿Donde están los cientos, quizás miles de Matemáticos, Estadísticos, Economistas, Ingenieros en Sistemas, programadores, técnicos en redes, expertos en Informática y Sistemas de Información, comprometidos con la ideología socialista y con el cambio a un sistema diferente al capitalista, que formaran el equipo de planeación central que tendrá la formidable y enorme misión de sustituir nada más y nada menos que al mercado y a los empresarios?

Debe entonces imperiosamente, adaptarse rápidamente nuestro sistema educativo a estas urgentes necesidades, ya que como bien lo señala Heinz sin Ciencia no se puede construir el socialismo. No existe ciencia sin hombres de ciencia y no existirán hombres de ciencia, si no los formamos desde ya, de acuerdo al perfil, no solo técnico y profesional, sino humano, moral, ético y revolucionario que necesitamos para implementar, al fin, una economía basada en el valor objetivo de los productos y donde los salarios se equiparen al valor objetivo agregado a esos productos. El reto es enorme y debemos empezar ya.

Espero que estas palabras hayan abierto aún más el apetito de todos aquellos ávidos lectores que por vez primera tienen esta obra en sus manos y de aquellos que como yo, tienen la sana costumbre de releerla de cuando en cuando y reflexionar sobre los retos que sus páginas nos imponen como nación que anhela el triunfo del Nuevo Proyecto Histórico (nph) y la consolidación del Bloque Regional de Poder (brp), tema este último en el que nuestra política exterior ha dado ya grandes avances.

* Raúl Isaías Baduel. Soldado de Infantería Paracaidista.