OCTAVIO QUINTERO
22-03-09
El ponderado analista de asuntos económicos, Eduardo Sarmiento, dice hoy en el Espectador que “en el fondo, los dos elementos centrales del funcionamiento del capitalismo, los flujos financieros y los intercambios comerciales, desaparecieron” en la borrasca económica que sepulta a las principales economías mundiales con su locomotora –Estados Unidos- a la cabeza.
Según esto, estamos ya, no en el colapso del modelo neoliberal como una connotación que es del laissez fair-laissez passer, o libre mercado que llamamos, sino en presencia del fin del capitalismo.
¡No puede ser verdad tanta belleza!
¿Por qué creer que esta crisis del capitalismo conlleva el estertor final del sistema cuando todos los historiadores nos dicen que no alcanza –no al menos todavía- la profundidad de la crisis del 29?
Pensando con el deseo, que a veces no es del todo aconsejable, creo que, e irónicamente parodiando a Fukuyama, el capitalismo ha llegado al fin de la historia, al menos en la forma en que lo conocimos hasta el año pasado.
Una variable que no parece tenerse en cuenta a la hora de comparar las crisis del capitalismo en esos dos momentos históricos es la globalización de las comunicaciones que ha impreso dinamismo a las decisiones de la gente.
En presencia hoy de este tipo de conocimiento agregado que proviene de las comunicaciones on line, pudiéramos especular con alta probabilidad de aserto que el capitalismo de los 30 sobrevivió a la Gran Depresión, debido a que pudo ralentizar el contagio de la crisis estadounidense a las demás economías del mundo. Y otra especulación válida es que el maquinista de la locomotora de entonces, Franklin Delano Roosvelt, tenía como referente ideológico a un portento del pensamiento económico: John Maynard Keynes, y en cambio Obama ha llevado a la alta dirección de su política económica precisamente a Robert Rubin, Timothy Geithner y Lawrence Summers, quienes, en el pasado reciente, con su equivocada teoría neoliberal que, para resumir, consiste en que los mercados se regulan por sí solos, provocaron la hecatombe financiera.
En el caso concreto de la globalización mediática, podría decirse que así como la información se expande en contra de, podría expandirse en pro de; es cierto, pero no con el mismo impacto porque, en el caso presente, estamos hablando de confianza, que es el máximum vital del sistema financiero, pilar central del capitalismo.
En los cursos de Alta Gerencia se nos dice que más difícil que conquistar nuevos mercados es recuperarlos cuando se pierden. Todo porque en un abrir y cerrar de ojos se pierde la confianza, misma que requiere de mucha paciencia, prudencia y convicción, para volver al punto de partida.
Por eso es que muchos auguran la proyección de esta crisis a dos o tres años vistos, calculando en ese lapso la recuperación de la confianza perdida; pero lo que no dicen es que tal supuesto se daría en condiciones tales en que el mundo percibiera que nada de lo vivido hoy volvería a presentarse, o que la ciencia económica en nada haya evolucionado de entonces a hoy, como para proponerle al mundo lo que, por allá por los años 80, el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) llamó ECODESARROLLO, consistente en lograr un desarrollo económico y social sostenible y sustentable.
Ahí está la teoría en muchos libros, estudios, documentos, tratados comerciales engavetados e inclusive constituciones, leyes, decretos, normas, resoluciones y demás parafernalia que por esa época brotó de los cerebros post Prebisch, el iluminado economista argentino que el neoliberalismo sepultó para imponernos a ultranza un tipo de neocolonialismo con sus multinacionales, y de dependencia económica con sus TLC.
En materia política, el mundo actual también confronta una polarización ideológica distinta a capitalismo-comunismo de los años 30, en tanto en cuanto la de hoy es más terrenal y más universal en el entendido de que ya no está en juego el mundo entre URSS-USA sino entre pobres-ricos; ya no está en peligro el fin del mundo sino el fin de la explotación capitalista. Es decir, ya no estamos en la “Guerra de las Galaxias” sino en la “Guerra Norte-Sur”.
Las actuales condiciones políticas de Latinoamérica muestran el mapa de la procesión capitalista hacia el sepulcro. Ahí tenemos ya a más de la mitad de los países latinoamericanos volcados al socialismo del siglo XXI: Cuba (la gran Cuba precursora del “sí se puede”) y Venezuela, pionera del momento. Pero ahí está también Bolivia y su ancestral lucha indígena que hasta hoy empieza a ser reconocida y respetada en toda su dimensión. En la fila india, literalmente hablando, aparecen la rebelde Argentina y el vasto Brasil, primera potencia suramericana y décima en el mundo, a la que Obama, hablando en términos vernáculos, le pide hoy en día cacao. La seguidilla enmarca en efecto dominó a Ecuador, Nicaragua, Paraguay y últimamente a El Salvador. Y si no fuera por el fraude electoral, también México, la potencia centroamericana, estaría en manos de la izquierda revolucionaria del momento.
El capitalismo está en jaque-mate, tanto por la oposición ideológica que ha cogido camino en estos países mencionados de Latinoamérica, como por sus propias contradicciones como lo sentenció el viejo Marx y que, en el comienzo de este comentario, el gran analista colombiano, Eduardo Sarmiento, luchador antineoliberal desde hace más de 20 años, mejor dicho, desde que empezó a divulgarse entre nosotros el Consenso de Washington, lo observa en la desaparición de los dos elementos fundamentales del sistema capitalista: los flujos financieros y los intercambios comerciales, avasallados por su propia codicia.
Que los neoliberales no hayan admitido a tiempo su gran error de teoría económica; que Obama, y es la gran sospecha, no entienda de economía y por eso mismo se haya asesorado de los falsos profetas neoliberales del tiempo de Clinton, responsables directos hoy de la Gran Depresión del siglo XXI, es una circunstancia deplorable, no por la muerte del capitalismo, sino por el inmenso sufrimiento que antes de su entierro tendrá que sobrellevar la humanidad víctima de unos tercos que se resisten a ver morir su gallina de los huevos de oro.
Nunca, como para coger ánimo, la noche es más negra que horas antes del amanecer.
El que resiste lo más, aguanta lo menos.
“Ni un paso atrás; ni para coger impulso”, decía entre nosotros Gaitán.
El primer signo real del fin de la humanidad será su desintegración social. A partir de entonces, nada ni nadie podrá hacer nada por salvarla de su extinción final. Tal como se lucha por preservar lo más intacto posible los recursos naturales, el medio ambiente, la flora y la fauna del mundo, debemos luchar por mantener la integración sociaL y la solidaridad entre los seres humanos. ¡ESA ES LA IDEA! HAGÁMOSLE Octavio Quintero
22 de marzo de 2009
12 de marzo de 2009
La vigencia plena del marxismo
Entrevista con
Alan Woods
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Dax Toscano Segovia
Especial para ARGENPRESS.info
México D.F. fue sede de la Primera Escuela Marxista Panamericana, la misma que se desarrolló del 27 de febrero al dos de marzo de 2009, evento que fue organizado por la Corriente Marxista Internacional. Esta escuela fue un espacio destinado a la discusión, al debate, a la crítica y a la elaboración de propuestas revolucionarias para hacerle frente al capitalismo y lograr la construcción de una sociedad nueva, más justa y más humana: el socialismo.
Lejos de ser un seminario en el cual un grupo de intelectuales y académicos, haciendo gala de sus conocimientos, de su erudición y de su sabiduría, hayan realizado la exposición formal de sus ponencias, fue una escuela en la cual jóvenes y viejos militantes revolucionarios, estudiantes y trabajadores de distintos lugares del mundo, implicados profundamente en la lucha en defensa de las ideas del marxismo revolucionario y del socialismo, hicieron, como diría Lenin, un análisis concreto de la realidad concreta, con la profundidad que adquieren quienes están vinculados directamente con el movimiento real de la lucha de clases entre los explotados y los explotadores. La Escuela Marxista Panamericana contó con la participación de Alan Woods, fundador, junto con Ted Grant, de la tendencia Militant y actualmente dirigente de la Corriente Marxista Internacional. Alan es autor de diversos artículos, ensayos y libros en los cuales hace con su amigo y camarada Ted una profunda defensa de las tradiciones revolucionarias que dejó como enseñanza la Revolución Bolchevique, así como de las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky y, en consecuencia, del método del materialismo histórico-dialéctico. Con Alan, en un momento de su apretado tiempo, se pudo conversar sobre diversos temas relacionados con el pensamiento marxista, los ataques de sus detractores y la necesidad de llevar adelante la lucha por el triunfo del socialismo frente al oprobioso sistema capitalista.
1. Lo obsoleto es el capitalismo y las ideas de sus defensores:
Tras la caída del muro de Berlín y la implosión de la ex Unión Soviética, los ataques contra el pensamiento marxista recrudecieron. En muchos centros académicos los defensores del marxismo revolucionario han sido calificados como obsoletos, anacrónicos o dinosaúricos. Frente a esto Alan Woods señala que lo que es obsoleto es el capitalismo. Alan explica cómo a raíz del colapso de la URSS, se dio pie a una contraofensiva ideológica sin precedentes por parte de la burguesía para atacar al marxismo y al socialismo. Esto, dice el marxista galés, se convirtió además en una industria, en un negocio rentable. El autor de Razón y Revolución explica que lo que fracasó hace veinte años no fue el socialismo en el sentido entendido por Marx, Engels, Lenin o Trotsky, sino una caricatura burocrática y totalitaria del socialismo que fue el stalinismo. Esto causó un gran impacto y, en ese momento, la burguesía y sus defensores se pusieron eufóricos anunciando el fin del socialismo, del comunismo y del marxismo. Los enemigos de las ideas de Marx y Engels llevan más de 150 años anunciando su muerte. Pero ¿por qué se preocupan del marxismo si está muerto?, se pregunta Alan Woods. No obstante esto, los ideólogos de la burguesía todos los años se ven en la necesidad de publicar nuevos libros, artículos, tesis doctorales demostrando que el marxismo está muerto. Para Alan esto tiene una explicación. La clase dominante no es tonta y no gastaría su tiempo atacando ideas muertas. La burguesía ataca ideas que son peligrosas para su clase. Pero tras 20 años desde la caída de los regímenes del llamado “socialismo real”, todas estas ilusiones de la burguesía y sus defensores han colapsado. Estamos presenciando la crisis general del capitalismo prevista por Carlos Marx. Como hecho anecdótico Alan Woods dice que el libro más vendido en Alemania es Das Kapital (El capital), cuyas ventas se multiplicaron un 300 %, lo cual demuestra que lejos de ser ideas obsoletas, la gente busca una explicación de la crisis del capitalismo en las ideas científicas de Marx.
2. ¿Por qué tiene plena vigencia el marxismo?
Alan Woods plantea un reto a los lectores: acudir a las bibliotecas y buscar cualquier libro burgués de economía política o de ciencias sociales escrito hace 150 años. Asegura que esos materiales no tendrán más que un mero interés histórico y cero relevancias para la aplicación en el mundo moderno. No obstante, dice el dirigente de la Corriente Marxista Internacional, en El manifiesto comunista, escrito hace más de 150 años por Marx y Engels, se encontrará una descripción verdadera, rigurosa y brillante no del mundo de 1848, sino del mundo de hoy. Para ello pone dos ejemplos. El primero hace referencia a la globalización. Ésta ha sido presentada hace 20, 30 años por los economistas burgueses como algo novedoso. Sin embargo, la globalización fue explicada de antemano por Marx y Engels en las páginas de El manifiesto comunista. Allí se expone claramente como el capitalismo surge en primer lugar como un mercado nacional para luego convertirse necesariamente en un mercado mundial, siendo esto lo más importante de nuestra época, dice Alan Woods. Cuando Marx y Engels escribieron esta predicción tan brillante no existía el mercado mundial internacional, el capitalismo solo existía en Inglaterra, en Francia estaba en sus principios y Alemania era más atrasada todavía. La segunda predicción, algo muy polémico, que los enemigos del marxismo han calificado como errónea, es la que se refiere a la concentración del capital. El capitalismo que empieza con pequeñas empresas, cuando Marx explica esto en Gran Bretaña no había grandes empresas, necesariamente producto de la competición y de las leyes del libre mercado, resulta en un proceso de concentración de riqueza en pocas manos y de miseria para otra parte. Cifras emitidas por la ONU señalan que más del 50 % de la riqueza disponible está en manos del dos por ciento de la población del mundo; 1,2 mil millones de seres humanos viven en la más absoluta miseria y de esos, 8 millones de hombres mujeres y niños mueren todos los años por falta de recursos económicos. Si eso no es una concentración de capital ¿qué es?, pregunta Alan Woods. Ese proceso se ha multiplicado por diez en las últimas décadas, hay una concentración de riqueza obscena y una concentración de miseria no solo en América Latina, sino en Inglaterra, en EEUU donde se expresó con mayor profundidad cuando la ciudad de Nueva Orleans fue azotada por el huracán Katrina en el año 2005. He aquí la realidad.
3. Los ataques contra Federico Engels:
Federico Engels ha sido objeto de todo tipo de ataques que han pretendido desmerecer su obra. Alan Woods, en su libro escrito conjuntamente con Ted Grant, “Razón y Revolución”, explica partiendo de datos obtenidos por recientes investigaciones científicas, la validez de las ideas de Engels y de su método de estudio e investigación. Es una tontería como un piano, como dicen en España, expresa Alan cuando responde a la pregunta sobre las acusaciones vertidas contra Engels. Federico Engels era un genio, pero era un hombre modesto, tan modesto que cuando murió dio órdenes explícitas de cremar su cadáver y echar sus cenizas al mar porque no quería que se erigiera ningún monumento en su honor. Él estaba a la sombra de Marx y eso no ha permitido ver su grandeza, la de un gran revolucionario, un gran pensador, un teórico muy profundo. Acusar a Engels de ser un positivista es una bobada que solo se escucha en las universidades, dice. Eso es una estupidez. Alan acude a una frase del poeta alemán Friedrich Shiller para explicar la barbaridad de esa imputación infundada: “Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano”. Es absurdo además expresar que sus ideas eran sólo del siglo XIX. Esto es lógico, Engels tenía que basarse en las ideas del siglo en el que vivió, no podía hacerlo sobre las ideas del siglo XXI, señala irónicamente Alan Woods. Sin embargo, los escritos de Engels, sobre todo La dialéctica de la naturaleza, no reflejan la ciencia del siglo XIX, sino que está bastante por delante de las ideas científicas de su época. Critica duramente las teorías de la mecánica clásica, la física de Newton, su sistema mecanicista. Los últimos descubrimientos del siglo XX y XXI, de los últimos cien años, han demostrado totalmente la vigencia del método de Federico Engels, que es el método dialéctico. Alan pone como ejemplo de su aseveración a la teoría del caos, donde se refleja la aplicación del método dialéctico. Estas no son ideas pasadas de moda; al contrario, son ideas científicas, avanzadas.
4. ¿Por qué las ideas de Lenin y Trotsky están vigentes?
Lenin y Trotsky después de Marx y Engels fueron quienes defendieron y desarrollaron sus ideas en el siglo XX. Son ideas maravillosas, profundas, brillantes y totalmente vigentes. Se han dicho muchas falsificaciones acerca del papel de Trotsky, concretamente. Hay una cierta tendencia que viene del stalinismo, esa aberración, esa caricatura terrible del marxismo, que es totalmente falsa de señalar que hubo un conflicto fundamental entre las ideas de Lenin y Trotsky. La realidad es totalmente diferente, dice Alan que con Ted Grant realizaron un magnífico libro hace más de 40 años titulado “Lenin y Trotsky, qué defendieron realmente”, donde explican con profundidad las ideas de estos dos revolucionarios. Alan Woods cuenta una anécdota: “En Rusia hace unos 5 años me invitaron a una célula, un grupo de base del Komsomol, organización de la juventud comunista de educación y origen stalinista. Cuando yo entré en la sala, un joven se me acerca y me dice en ruso ¡¿pero usted es trotskista?! A ver si me explico, le contesté. Yo defiendo las ideas de Marx y Engels, por ende soy marxista; después de la muerte de Marx y Engels quien defendió sus ideas yo creo que fue Lenin, consecuentemente soy leninista; después de la muerte de Lenin quien defendió sus ideas creo yo que fue Trotsky, consecuentemente soy trotskista. ¿He contestado tu pregunta? ¿Puedo hacerte ahora yo una pregunta? ¿Has comprado una botella de vodka en la calle del libre mercado? En la botella viene una etiqueta que indica que el vodka es de categoría. Pero cuando te la bebes descubres que es cualquier cosa, menos de calidad. Hazme caso amigo, no prestes atención a las etiquetas, si yo voy a dar una charla aquí, si te gusta bien y si no, vamos a seguir hablando como camaradas que queremos la misma causa, pero vamos abrir un debate no basado en calumnias, ni basado en pioletazos, un debate honesto, democrático, amistoso entre todos los miembros de la familia comunista”. Lo que hace falta es gente más abierta. Los nuevos jóvenes van a descubrir en la práctica la total vigencia del marxismo y van a descubrir que es la herramienta principal, la más potente, el arma, la palanca más fundamental para comprender el sistema capitalista y finalmente derrocarlo y establecer un nuevo orden social que se llame socialismo, señala Alan Woods.
5. Las cosas que Marx no avizoró y los nuevos problemas de la vida
El marxismo es un instrumento muy importante para echar luz sobre todos los problemas que enfrenta la sociedad humana; pero no podemos esperar que el marxismo nos ofrezca una bola de cristal o una varita mágica porque eso ya sale de la ciencia y nos meteríamos a los terrenos místicos y religiosos, dice Alan Woods. Eso sí, explica, esta herramienta nos ofrece un cuerpo de ideas bastante completo, profundo que nos posibilita analizar cualquier cosa, cualquier problema. El marxista galés explica cómo si bien es cierto que los problemas cambian y aparecen otros nuevos, no varían tanto como se podría pensar. Y esos problemas no sólo tienen que ver con la miseria de las masas, las guerras o el terrorismo. Hay otros que son iguales, o tal vez más importantes, que afectan a la persona, a la familia y que tienen que ver con la moralidad, la religión por ejemplo. Pero ¿no fue así también en el pasado?, cuestiona Alan Woods. Si miramos cualquier sociedad en los últimos diez mil años de lo que, correcta o incorrectamente, se ha dado en llamar como civilización, han existido diversos sistemas socioeconómicos como el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo que han nacido, crecido, madurado y han llegado a un grado de desarrollo que después entra en declive, llegando a un tipo de techo de sus posibilidades y, entonces aparecen en forma más abierta las contradicciones que siempre están presentes, agravándose cada vez más, lo cual afecta a la sociedad en muchos aspectos. Una calumnia estúpida emitida contra el marxismo es la que señala que Marx redujo todo a lo económico. ¿Cómo es posible que alguien pueda reducir todo a lo económico? Marx era un filósofo, la filosofía no es economía. La sociedad tiene muchos más aspectos que tienen que ver con la religión, la poesía o el arte que no están directamente vinculados a la economía. Lo que sí es verdad, que es una verdad como un templo, que no admite contradicción, es que en última instancia la viabilidad de cualquier sistema socioeconómico está determinado por la capacidad de desarrollar las fuerzas productivas, es decir la industria, la agricultura, la ciencia, la tecnología que son la base material, los fundamentos, los cimientos sobre lo cual todo lo demás se desarrolla, se rige. Cuando una sociedad llega a los límites de sus posibilidades, cuando ya no es capaz de desarrollarse y de mejorar la situación de las personas como el sistema capitalista, por ejemplo, eso tiene repercusiones importantes que se reflejan a nivel psicológico, generando un ambiente general de pesimismo, una especie de nihilismo. En Francia, en la actualidad, hay más astrólogos profesionales que curas católicos, el ex presidente de EEUU, Ronald Reagan tenía como una de sus asesoras a una astróloga, el misticismo ha invadido la ciencia, a nivel intelectual eso se refleja en la mal llamada filosofía posmoderna, etc. Hoy hablan del fin de la ideología. Antes la burguesía tenía una ideología, el liberalismo, que fue bastante progresista. Era optimista. La burguesía estaba en una fase ascendiente, se sentía progresista y lo era de alguna manera. Ahora, en vez de decir la verdad, que este sistema en concreto no es capaz de seguir avanzando, se cuestiona la posibilidad de desarrollo y progreso en general. Todos estos son síntomas de una cultura en plena decadencia. Existe un nivel mezquino, miserable, trivial. No hay filosofía que valga el nombre, si comparas los productos miserables de los filósofos actuales con la filosofía gloriosa de Hegel, de Kant. La filosofía pretende ser reducida al estudio de la significación de palabras sueltas. Pero las grandes ideas siguen existiendo, dice Alan Woods. Pero no son las ideas de la burguesía, sino las que anticipan otra sociedad que si puede ofrecer a la humanidad lo que necesita y que no son solo las que ofrecen trabajo, pan o casas. Es mucho más que eso. La Biblia dice: no sólo de pan vive el hombre. Trotsky en su libro Problemas de la vida cotidiana analizó temas relacionados con los problemas de los seres humanos, la sexualidad, la moralidad por ejemplo. En esta sociedad hay un florecimiento del crimen, de las drogas, del alcohol. ¿Por qué la juventud acude a ello? Porque sus vidas son vacías. Cuando una sociedad entra en crisis, en declive, eso se siente aunque la gente no lo entiende en forma racional. Se entra en una fase de pesimismo general, de desorientación general. Frente a eso hay dos opciones: o cierras los ojos y vuelves la mirada hacia dentro, hacia el misticismo o intentas llegar a una comprensión racional de este mundo y sus problemas para combatirlo o cambiarlo. La droga, el alcohol, la religión, el misticismo son intentos para escaparse de este mundo en lugar de luchar para cambiarlo. La única solución a la droga es revolución. Cuando la juventud comprende esa necesidad de luchar y se le ofrece una causa que vale la pena van a olvidarse de esos paraísos falsos, artificiales, como dice la frase del poeta francés Baudelaire. Lamentablemente hay un sinnúmero de elementos despreciables, reformistas que quieren sembrar la confusión, poner un muro que evite que la juventud tenga acceso a las lecciones históricas de la revolución rusa, a las enseñanzas del materialismo dialéctico. Es una función netamente contrarrevolucionaria, son retrógrados intelectualmente, una bancarrota total. Quieren aparecer como exponentes de ideas nuevas como el señor Heinz Dieterich, ideas que realmente no ofrecen nada nuevo, que son realmente sacadas de la prehistoria del movimiento obrero internacional, de los utópicos, ideas premarxistas. Las ideas auténticamente nuevas, son las ideas del marxismo. El marxismo es la filosofía del futuro.
6. Sobre Dieterich
Alan Woods, junto al nieto de León Trotsky, Esteban Volkov, realizó la presentación de su más reciente libro “Reformismo o Revolución”. Este constituye un material imprescindible para desenmascarar las patrañas intelectuales de Heinz Dieterich, personaje que se jacta de científico y que con sus ideas lo que pretende es, en forma subrepticia, atacar al pensamiento marxista y reforzar las ideas reformistas. Alan con humor dice: este señor no llega hasta el tobillo de un Bernstein, de un Kautsky, ellos eran genios. Charlatán es una palabra mal sonante, Dieterich se cree un gran genio y, hoy por hoy, me quedo con una duda razonable al respecto.
7. Humor y revolución
Mi gran amigo, camarada y maestro, Ted Grant decía que para ser un revolucionario se necesita dos cosas: un sentido de la proporción y un sentido del humor, manifiesta Alan Woods. Cuando más vivo, más comprendo cuán profunda es esta idea. La idea de un intelectual como algo seco, alejado de la clase trabajadora no corresponde a la realidad. La ironía de Sócrates tenía un gran sentido del humor y era muy profunda, los aforismos de Heráclito son muy divertidos. El humor es dialéctico. Marx y Engels tenían un gran sentido del humor y Lenin y Trotsky también. Marx tenía como su lema favorito: considero que nada humano es ajeno a mí. La imagen de un intelectual metido en una torre de mármol, aislado de la realidad, leyendo su libro, totalmente indiferente al destino de la humanidad es precisamente la que desprestigia a la filosofía. El revolucionario galés afirma además que la llamada filosofía posmoderna está totalmente desprestigiada y pregunta ¿quién lo toma en serio ahora, a más de cuatro estúpidos en las universidades? Realmente no tienen nada que ofrecer y la gente lo sabe y si somos honestos cualquier estudiante lo sabe, cuando más superficiales y estúpidos son, más se toman en serio, se creen Gardel. Alan señala: para mí la filosofía es importante porque la vida, la sociedad es importante. Todos somos partícipes en esta gran aventura para cambiar el mundo. La filosofía debe ser una herramienta en esta lucha y como somos parte de la raza humana, nada humano nos puede ser ajeno.
8. Saludo para la clase trabajadora ecuatoriana
La lucha del pueblo de Ecuador y sus grandes éxitos conseguidos en los últimos tiempos son una gran fuente de inspiración, al igual que la revolución venezolana. Estamos en una nueva época en la que los pueblos del mundo están empezando a despertarse. En América Latina ningún burgués se encuentra estable desde Tierra del Fuego hasta el Río Grande. La revolución ecuatoriana tiene un papel clave en este proceso que es general. Ahora mismo a vosotros, al pueblo del Ecuador, les corresponde estar en la primera línea del fuego. Les deseo todo éxito en esta lucha para cambiar la sociedad y los animo a estudiar las grandes lecciones de las grandes revoluciones del pasado, concretamente de la revolución rusa y, como no, las ideas brillantes, hermosas profundas y necesarias de Marx, Engels, Lenin y Trotsky.
Entrevista realizada en México D.F., a los 28 días del mes de febrero de 2009
Alan Woods
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Dax Toscano Segovia
Especial para ARGENPRESS.info
México D.F. fue sede de la Primera Escuela Marxista Panamericana, la misma que se desarrolló del 27 de febrero al dos de marzo de 2009, evento que fue organizado por la Corriente Marxista Internacional. Esta escuela fue un espacio destinado a la discusión, al debate, a la crítica y a la elaboración de propuestas revolucionarias para hacerle frente al capitalismo y lograr la construcción de una sociedad nueva, más justa y más humana: el socialismo.
Lejos de ser un seminario en el cual un grupo de intelectuales y académicos, haciendo gala de sus conocimientos, de su erudición y de su sabiduría, hayan realizado la exposición formal de sus ponencias, fue una escuela en la cual jóvenes y viejos militantes revolucionarios, estudiantes y trabajadores de distintos lugares del mundo, implicados profundamente en la lucha en defensa de las ideas del marxismo revolucionario y del socialismo, hicieron, como diría Lenin, un análisis concreto de la realidad concreta, con la profundidad que adquieren quienes están vinculados directamente con el movimiento real de la lucha de clases entre los explotados y los explotadores. La Escuela Marxista Panamericana contó con la participación de Alan Woods, fundador, junto con Ted Grant, de la tendencia Militant y actualmente dirigente de la Corriente Marxista Internacional. Alan es autor de diversos artículos, ensayos y libros en los cuales hace con su amigo y camarada Ted una profunda defensa de las tradiciones revolucionarias que dejó como enseñanza la Revolución Bolchevique, así como de las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky y, en consecuencia, del método del materialismo histórico-dialéctico. Con Alan, en un momento de su apretado tiempo, se pudo conversar sobre diversos temas relacionados con el pensamiento marxista, los ataques de sus detractores y la necesidad de llevar adelante la lucha por el triunfo del socialismo frente al oprobioso sistema capitalista.
1. Lo obsoleto es el capitalismo y las ideas de sus defensores:
Tras la caída del muro de Berlín y la implosión de la ex Unión Soviética, los ataques contra el pensamiento marxista recrudecieron. En muchos centros académicos los defensores del marxismo revolucionario han sido calificados como obsoletos, anacrónicos o dinosaúricos. Frente a esto Alan Woods señala que lo que es obsoleto es el capitalismo. Alan explica cómo a raíz del colapso de la URSS, se dio pie a una contraofensiva ideológica sin precedentes por parte de la burguesía para atacar al marxismo y al socialismo. Esto, dice el marxista galés, se convirtió además en una industria, en un negocio rentable. El autor de Razón y Revolución explica que lo que fracasó hace veinte años no fue el socialismo en el sentido entendido por Marx, Engels, Lenin o Trotsky, sino una caricatura burocrática y totalitaria del socialismo que fue el stalinismo. Esto causó un gran impacto y, en ese momento, la burguesía y sus defensores se pusieron eufóricos anunciando el fin del socialismo, del comunismo y del marxismo. Los enemigos de las ideas de Marx y Engels llevan más de 150 años anunciando su muerte. Pero ¿por qué se preocupan del marxismo si está muerto?, se pregunta Alan Woods. No obstante esto, los ideólogos de la burguesía todos los años se ven en la necesidad de publicar nuevos libros, artículos, tesis doctorales demostrando que el marxismo está muerto. Para Alan esto tiene una explicación. La clase dominante no es tonta y no gastaría su tiempo atacando ideas muertas. La burguesía ataca ideas que son peligrosas para su clase. Pero tras 20 años desde la caída de los regímenes del llamado “socialismo real”, todas estas ilusiones de la burguesía y sus defensores han colapsado. Estamos presenciando la crisis general del capitalismo prevista por Carlos Marx. Como hecho anecdótico Alan Woods dice que el libro más vendido en Alemania es Das Kapital (El capital), cuyas ventas se multiplicaron un 300 %, lo cual demuestra que lejos de ser ideas obsoletas, la gente busca una explicación de la crisis del capitalismo en las ideas científicas de Marx.
2. ¿Por qué tiene plena vigencia el marxismo?
Alan Woods plantea un reto a los lectores: acudir a las bibliotecas y buscar cualquier libro burgués de economía política o de ciencias sociales escrito hace 150 años. Asegura que esos materiales no tendrán más que un mero interés histórico y cero relevancias para la aplicación en el mundo moderno. No obstante, dice el dirigente de la Corriente Marxista Internacional, en El manifiesto comunista, escrito hace más de 150 años por Marx y Engels, se encontrará una descripción verdadera, rigurosa y brillante no del mundo de 1848, sino del mundo de hoy. Para ello pone dos ejemplos. El primero hace referencia a la globalización. Ésta ha sido presentada hace 20, 30 años por los economistas burgueses como algo novedoso. Sin embargo, la globalización fue explicada de antemano por Marx y Engels en las páginas de El manifiesto comunista. Allí se expone claramente como el capitalismo surge en primer lugar como un mercado nacional para luego convertirse necesariamente en un mercado mundial, siendo esto lo más importante de nuestra época, dice Alan Woods. Cuando Marx y Engels escribieron esta predicción tan brillante no existía el mercado mundial internacional, el capitalismo solo existía en Inglaterra, en Francia estaba en sus principios y Alemania era más atrasada todavía. La segunda predicción, algo muy polémico, que los enemigos del marxismo han calificado como errónea, es la que se refiere a la concentración del capital. El capitalismo que empieza con pequeñas empresas, cuando Marx explica esto en Gran Bretaña no había grandes empresas, necesariamente producto de la competición y de las leyes del libre mercado, resulta en un proceso de concentración de riqueza en pocas manos y de miseria para otra parte. Cifras emitidas por la ONU señalan que más del 50 % de la riqueza disponible está en manos del dos por ciento de la población del mundo; 1,2 mil millones de seres humanos viven en la más absoluta miseria y de esos, 8 millones de hombres mujeres y niños mueren todos los años por falta de recursos económicos. Si eso no es una concentración de capital ¿qué es?, pregunta Alan Woods. Ese proceso se ha multiplicado por diez en las últimas décadas, hay una concentración de riqueza obscena y una concentración de miseria no solo en América Latina, sino en Inglaterra, en EEUU donde se expresó con mayor profundidad cuando la ciudad de Nueva Orleans fue azotada por el huracán Katrina en el año 2005. He aquí la realidad.
3. Los ataques contra Federico Engels:
Federico Engels ha sido objeto de todo tipo de ataques que han pretendido desmerecer su obra. Alan Woods, en su libro escrito conjuntamente con Ted Grant, “Razón y Revolución”, explica partiendo de datos obtenidos por recientes investigaciones científicas, la validez de las ideas de Engels y de su método de estudio e investigación. Es una tontería como un piano, como dicen en España, expresa Alan cuando responde a la pregunta sobre las acusaciones vertidas contra Engels. Federico Engels era un genio, pero era un hombre modesto, tan modesto que cuando murió dio órdenes explícitas de cremar su cadáver y echar sus cenizas al mar porque no quería que se erigiera ningún monumento en su honor. Él estaba a la sombra de Marx y eso no ha permitido ver su grandeza, la de un gran revolucionario, un gran pensador, un teórico muy profundo. Acusar a Engels de ser un positivista es una bobada que solo se escucha en las universidades, dice. Eso es una estupidez. Alan acude a una frase del poeta alemán Friedrich Shiller para explicar la barbaridad de esa imputación infundada: “Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano”. Es absurdo además expresar que sus ideas eran sólo del siglo XIX. Esto es lógico, Engels tenía que basarse en las ideas del siglo en el que vivió, no podía hacerlo sobre las ideas del siglo XXI, señala irónicamente Alan Woods. Sin embargo, los escritos de Engels, sobre todo La dialéctica de la naturaleza, no reflejan la ciencia del siglo XIX, sino que está bastante por delante de las ideas científicas de su época. Critica duramente las teorías de la mecánica clásica, la física de Newton, su sistema mecanicista. Los últimos descubrimientos del siglo XX y XXI, de los últimos cien años, han demostrado totalmente la vigencia del método de Federico Engels, que es el método dialéctico. Alan pone como ejemplo de su aseveración a la teoría del caos, donde se refleja la aplicación del método dialéctico. Estas no son ideas pasadas de moda; al contrario, son ideas científicas, avanzadas.
4. ¿Por qué las ideas de Lenin y Trotsky están vigentes?
Lenin y Trotsky después de Marx y Engels fueron quienes defendieron y desarrollaron sus ideas en el siglo XX. Son ideas maravillosas, profundas, brillantes y totalmente vigentes. Se han dicho muchas falsificaciones acerca del papel de Trotsky, concretamente. Hay una cierta tendencia que viene del stalinismo, esa aberración, esa caricatura terrible del marxismo, que es totalmente falsa de señalar que hubo un conflicto fundamental entre las ideas de Lenin y Trotsky. La realidad es totalmente diferente, dice Alan que con Ted Grant realizaron un magnífico libro hace más de 40 años titulado “Lenin y Trotsky, qué defendieron realmente”, donde explican con profundidad las ideas de estos dos revolucionarios. Alan Woods cuenta una anécdota: “En Rusia hace unos 5 años me invitaron a una célula, un grupo de base del Komsomol, organización de la juventud comunista de educación y origen stalinista. Cuando yo entré en la sala, un joven se me acerca y me dice en ruso ¡¿pero usted es trotskista?! A ver si me explico, le contesté. Yo defiendo las ideas de Marx y Engels, por ende soy marxista; después de la muerte de Marx y Engels quien defendió sus ideas yo creo que fue Lenin, consecuentemente soy leninista; después de la muerte de Lenin quien defendió sus ideas creo yo que fue Trotsky, consecuentemente soy trotskista. ¿He contestado tu pregunta? ¿Puedo hacerte ahora yo una pregunta? ¿Has comprado una botella de vodka en la calle del libre mercado? En la botella viene una etiqueta que indica que el vodka es de categoría. Pero cuando te la bebes descubres que es cualquier cosa, menos de calidad. Hazme caso amigo, no prestes atención a las etiquetas, si yo voy a dar una charla aquí, si te gusta bien y si no, vamos a seguir hablando como camaradas que queremos la misma causa, pero vamos abrir un debate no basado en calumnias, ni basado en pioletazos, un debate honesto, democrático, amistoso entre todos los miembros de la familia comunista”. Lo que hace falta es gente más abierta. Los nuevos jóvenes van a descubrir en la práctica la total vigencia del marxismo y van a descubrir que es la herramienta principal, la más potente, el arma, la palanca más fundamental para comprender el sistema capitalista y finalmente derrocarlo y establecer un nuevo orden social que se llame socialismo, señala Alan Woods.
5. Las cosas que Marx no avizoró y los nuevos problemas de la vida
El marxismo es un instrumento muy importante para echar luz sobre todos los problemas que enfrenta la sociedad humana; pero no podemos esperar que el marxismo nos ofrezca una bola de cristal o una varita mágica porque eso ya sale de la ciencia y nos meteríamos a los terrenos místicos y religiosos, dice Alan Woods. Eso sí, explica, esta herramienta nos ofrece un cuerpo de ideas bastante completo, profundo que nos posibilita analizar cualquier cosa, cualquier problema. El marxista galés explica cómo si bien es cierto que los problemas cambian y aparecen otros nuevos, no varían tanto como se podría pensar. Y esos problemas no sólo tienen que ver con la miseria de las masas, las guerras o el terrorismo. Hay otros que son iguales, o tal vez más importantes, que afectan a la persona, a la familia y que tienen que ver con la moralidad, la religión por ejemplo. Pero ¿no fue así también en el pasado?, cuestiona Alan Woods. Si miramos cualquier sociedad en los últimos diez mil años de lo que, correcta o incorrectamente, se ha dado en llamar como civilización, han existido diversos sistemas socioeconómicos como el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo que han nacido, crecido, madurado y han llegado a un grado de desarrollo que después entra en declive, llegando a un tipo de techo de sus posibilidades y, entonces aparecen en forma más abierta las contradicciones que siempre están presentes, agravándose cada vez más, lo cual afecta a la sociedad en muchos aspectos. Una calumnia estúpida emitida contra el marxismo es la que señala que Marx redujo todo a lo económico. ¿Cómo es posible que alguien pueda reducir todo a lo económico? Marx era un filósofo, la filosofía no es economía. La sociedad tiene muchos más aspectos que tienen que ver con la religión, la poesía o el arte que no están directamente vinculados a la economía. Lo que sí es verdad, que es una verdad como un templo, que no admite contradicción, es que en última instancia la viabilidad de cualquier sistema socioeconómico está determinado por la capacidad de desarrollar las fuerzas productivas, es decir la industria, la agricultura, la ciencia, la tecnología que son la base material, los fundamentos, los cimientos sobre lo cual todo lo demás se desarrolla, se rige. Cuando una sociedad llega a los límites de sus posibilidades, cuando ya no es capaz de desarrollarse y de mejorar la situación de las personas como el sistema capitalista, por ejemplo, eso tiene repercusiones importantes que se reflejan a nivel psicológico, generando un ambiente general de pesimismo, una especie de nihilismo. En Francia, en la actualidad, hay más astrólogos profesionales que curas católicos, el ex presidente de EEUU, Ronald Reagan tenía como una de sus asesoras a una astróloga, el misticismo ha invadido la ciencia, a nivel intelectual eso se refleja en la mal llamada filosofía posmoderna, etc. Hoy hablan del fin de la ideología. Antes la burguesía tenía una ideología, el liberalismo, que fue bastante progresista. Era optimista. La burguesía estaba en una fase ascendiente, se sentía progresista y lo era de alguna manera. Ahora, en vez de decir la verdad, que este sistema en concreto no es capaz de seguir avanzando, se cuestiona la posibilidad de desarrollo y progreso en general. Todos estos son síntomas de una cultura en plena decadencia. Existe un nivel mezquino, miserable, trivial. No hay filosofía que valga el nombre, si comparas los productos miserables de los filósofos actuales con la filosofía gloriosa de Hegel, de Kant. La filosofía pretende ser reducida al estudio de la significación de palabras sueltas. Pero las grandes ideas siguen existiendo, dice Alan Woods. Pero no son las ideas de la burguesía, sino las que anticipan otra sociedad que si puede ofrecer a la humanidad lo que necesita y que no son solo las que ofrecen trabajo, pan o casas. Es mucho más que eso. La Biblia dice: no sólo de pan vive el hombre. Trotsky en su libro Problemas de la vida cotidiana analizó temas relacionados con los problemas de los seres humanos, la sexualidad, la moralidad por ejemplo. En esta sociedad hay un florecimiento del crimen, de las drogas, del alcohol. ¿Por qué la juventud acude a ello? Porque sus vidas son vacías. Cuando una sociedad entra en crisis, en declive, eso se siente aunque la gente no lo entiende en forma racional. Se entra en una fase de pesimismo general, de desorientación general. Frente a eso hay dos opciones: o cierras los ojos y vuelves la mirada hacia dentro, hacia el misticismo o intentas llegar a una comprensión racional de este mundo y sus problemas para combatirlo o cambiarlo. La droga, el alcohol, la religión, el misticismo son intentos para escaparse de este mundo en lugar de luchar para cambiarlo. La única solución a la droga es revolución. Cuando la juventud comprende esa necesidad de luchar y se le ofrece una causa que vale la pena van a olvidarse de esos paraísos falsos, artificiales, como dice la frase del poeta francés Baudelaire. Lamentablemente hay un sinnúmero de elementos despreciables, reformistas que quieren sembrar la confusión, poner un muro que evite que la juventud tenga acceso a las lecciones históricas de la revolución rusa, a las enseñanzas del materialismo dialéctico. Es una función netamente contrarrevolucionaria, son retrógrados intelectualmente, una bancarrota total. Quieren aparecer como exponentes de ideas nuevas como el señor Heinz Dieterich, ideas que realmente no ofrecen nada nuevo, que son realmente sacadas de la prehistoria del movimiento obrero internacional, de los utópicos, ideas premarxistas. Las ideas auténticamente nuevas, son las ideas del marxismo. El marxismo es la filosofía del futuro.
6. Sobre Dieterich
Alan Woods, junto al nieto de León Trotsky, Esteban Volkov, realizó la presentación de su más reciente libro “Reformismo o Revolución”. Este constituye un material imprescindible para desenmascarar las patrañas intelectuales de Heinz Dieterich, personaje que se jacta de científico y que con sus ideas lo que pretende es, en forma subrepticia, atacar al pensamiento marxista y reforzar las ideas reformistas. Alan con humor dice: este señor no llega hasta el tobillo de un Bernstein, de un Kautsky, ellos eran genios. Charlatán es una palabra mal sonante, Dieterich se cree un gran genio y, hoy por hoy, me quedo con una duda razonable al respecto.
7. Humor y revolución
Mi gran amigo, camarada y maestro, Ted Grant decía que para ser un revolucionario se necesita dos cosas: un sentido de la proporción y un sentido del humor, manifiesta Alan Woods. Cuando más vivo, más comprendo cuán profunda es esta idea. La idea de un intelectual como algo seco, alejado de la clase trabajadora no corresponde a la realidad. La ironía de Sócrates tenía un gran sentido del humor y era muy profunda, los aforismos de Heráclito son muy divertidos. El humor es dialéctico. Marx y Engels tenían un gran sentido del humor y Lenin y Trotsky también. Marx tenía como su lema favorito: considero que nada humano es ajeno a mí. La imagen de un intelectual metido en una torre de mármol, aislado de la realidad, leyendo su libro, totalmente indiferente al destino de la humanidad es precisamente la que desprestigia a la filosofía. El revolucionario galés afirma además que la llamada filosofía posmoderna está totalmente desprestigiada y pregunta ¿quién lo toma en serio ahora, a más de cuatro estúpidos en las universidades? Realmente no tienen nada que ofrecer y la gente lo sabe y si somos honestos cualquier estudiante lo sabe, cuando más superficiales y estúpidos son, más se toman en serio, se creen Gardel. Alan señala: para mí la filosofía es importante porque la vida, la sociedad es importante. Todos somos partícipes en esta gran aventura para cambiar el mundo. La filosofía debe ser una herramienta en esta lucha y como somos parte de la raza humana, nada humano nos puede ser ajeno.
8. Saludo para la clase trabajadora ecuatoriana
La lucha del pueblo de Ecuador y sus grandes éxitos conseguidos en los últimos tiempos son una gran fuente de inspiración, al igual que la revolución venezolana. Estamos en una nueva época en la que los pueblos del mundo están empezando a despertarse. En América Latina ningún burgués se encuentra estable desde Tierra del Fuego hasta el Río Grande. La revolución ecuatoriana tiene un papel clave en este proceso que es general. Ahora mismo a vosotros, al pueblo del Ecuador, les corresponde estar en la primera línea del fuego. Les deseo todo éxito en esta lucha para cambiar la sociedad y los animo a estudiar las grandes lecciones de las grandes revoluciones del pasado, concretamente de la revolución rusa y, como no, las ideas brillantes, hermosas profundas y necesarias de Marx, Engels, Lenin y Trotsky.
Entrevista realizada en México D.F., a los 28 días del mes de febrero de 2009
9 de marzo de 2009
Muestra gratis
OCTAVIO QUINTERO
09-03-09
Los analistas que se detienen en las cuestiones puramente de la guerra y la paz en Colombia dicen que el gobierno de Uribe tiene la obsesión de extinguir las Farc de la faz de la tierra, y a esa lucha (su lucha), destina todo lo que llamamos “seguridad democrática”: Antonio Caballero, en Semana.
En cambio, los que se dedican a los análisis económicos señalan que la principal obsesión de este gobierno es seguir en busca de la prueba reina que muestre las bondades del libre mercado, a pesar de que su principal víctima hoy sea Estados Unidos, su propio progenitor: Eduardo Sarmiento/Paul Krugman, El Espectador.
Y de contera, los analistas de relaciones internacionales acaban de descubrirle otra obsesión: mantener viva la doctrina Bush y su guerra preventiva, y hasta llegar a acompñar al Imperio en su función de “policía del mundo”, al autoasignarse el ministro de Defensa Juan Manuel Santos la facultad de poder cazar terroristas aquí y/o en cualquier lugar del mundo.
Así que este pobre país colombiano está en manos de un obsesivo, aconsejado por un séquito de paranoicos, instigados por José Obdulio Gaviria.
Y es apenas lógico que en ese caldo de cultivo se den escándalos tan exuberantes como las chuzadas del DAS que terminan por meterse hasta en el teléfono de José Obdulio (como para que no parezcan ordenadas por él). Si el truco no fuera tan viejo resultaría hasta ingenioso.
Y “como para no creer”, dicen las señoras, un magistrado de la Corte Constitucional (el joven Manuel José Cepeda), quien enmendó su voto sobre la reelección presidencial instantes antes de la votación final, y que por cambiar del NO al SI, su padre es desde entonces embajador en Paris, termina su período el próximo viernes 13 de marzo y a partir de entonces puede entrar a gozar de un contrato de más de 90 millones de pesos que le acaba de extender Telecom por servir de asesor e intérprete de una sentencia expedida por la Corte, cuyo ponente fue él mismo. Sin palabras.
Los ejemplos anteriores son apenas una “muestra gratis” de ese “Jardín de las dudas” en que pelechan las flores de este gobierno.
09-03-09
Los analistas que se detienen en las cuestiones puramente de la guerra y la paz en Colombia dicen que el gobierno de Uribe tiene la obsesión de extinguir las Farc de la faz de la tierra, y a esa lucha (su lucha), destina todo lo que llamamos “seguridad democrática”: Antonio Caballero, en Semana.
En cambio, los que se dedican a los análisis económicos señalan que la principal obsesión de este gobierno es seguir en busca de la prueba reina que muestre las bondades del libre mercado, a pesar de que su principal víctima hoy sea Estados Unidos, su propio progenitor: Eduardo Sarmiento/Paul Krugman, El Espectador.
Y de contera, los analistas de relaciones internacionales acaban de descubrirle otra obsesión: mantener viva la doctrina Bush y su guerra preventiva, y hasta llegar a acompñar al Imperio en su función de “policía del mundo”, al autoasignarse el ministro de Defensa Juan Manuel Santos la facultad de poder cazar terroristas aquí y/o en cualquier lugar del mundo.
Así que este pobre país colombiano está en manos de un obsesivo, aconsejado por un séquito de paranoicos, instigados por José Obdulio Gaviria.
Y es apenas lógico que en ese caldo de cultivo se den escándalos tan exuberantes como las chuzadas del DAS que terminan por meterse hasta en el teléfono de José Obdulio (como para que no parezcan ordenadas por él). Si el truco no fuera tan viejo resultaría hasta ingenioso.
Y “como para no creer”, dicen las señoras, un magistrado de la Corte Constitucional (el joven Manuel José Cepeda), quien enmendó su voto sobre la reelección presidencial instantes antes de la votación final, y que por cambiar del NO al SI, su padre es desde entonces embajador en Paris, termina su período el próximo viernes 13 de marzo y a partir de entonces puede entrar a gozar de un contrato de más de 90 millones de pesos que le acaba de extender Telecom por servir de asesor e intérprete de una sentencia expedida por la Corte, cuyo ponente fue él mismo. Sin palabras.
Los ejemplos anteriores son apenas una “muestra gratis” de ese “Jardín de las dudas” en que pelechan las flores de este gobierno.
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