16 de abril de 2008

Del estómago a los tanques

OCTAVIO QUINTERO
Nos acecha el hambre. En los últimos días esta noticia ronda por ahí atribuida con propiedad al capitalismo dominante, el de la especulación financiera y las empresas multinacionales que nos tienen, precisamente, al borde de la hambruna.
Los medios de comunicación han prendido alarmas sobre las frecuentes huelgas y manifestaciones en distintos países del mundo contra el hambre. Consultando fuentes de insospechable credibilidad, como la FAO, se dice que la escasez de alimentos afecta ya, en estos momentos, a 37 países y los disturbios derivados de esta causa se han prendido en el último mes en diez naciones.
Una de las razones del hambre que acecha al mundo es el impulso que Estados Unidos ha venido dando a los biocombustibles como resultado del fracaso que tuvo en el intento de apoderarse del petróleo del mundo a través de la guerra, especialmente esta última de Bush-hijo, contra Irak.
Primero estimuló a los productores de cereales que impulsados por incentivos estatales y de precios de mercado, han dado en quitar el pan de la boca a los hambrientos para metérselos por la boca de los tanques de gasolina a los carros. De hecho, opinan los expertos, convertir cereales en alcohol es una medida descabellada debido a que la eficiencia en peso no sobrepasa el 10%, es decir, se desperdicia el 90% del material empleado.
Es evidente que el estar destinando gran parte de la producción de cereales a la producción de biocombustible es lo que está llevando a la escasez de alimentos de lo que da cuenta la FAO en 37 países del mundo, en 10 de los cuales la gente ya empieza rebotarse.
Conquistada la producción de cereales para el vientre de los carros, ahora se dice que lo mejor para producir biocombustibles es la palma africana con lo que ya vamos a tener dos problemas: uno, la escasez de aceites comestibles y otro el acaparamiento de tierras aptas para la agricultura con el fin de sembrarlas de palma africana que es un producto de tardío rendimiento. Pero como el gran capital, a diferencia del agricultor de pan coger, se puede dar el lujo de esperar, qué le importa.
Ese es el quid, entre otras cosas, del gran debate que se prendió en Colombia recientemente cuando el acucioso ministro de Agricultura reversó unos terrenos que inicialmente se habían destinado en los Llanos Orientales para el asentamiento de 300 familias desplazadas por los paramilitares con el fin de entregárselos en concesión a unos empresarios amigos del gobierno dizque para el cultivo de palma africana con destino a materia prima de biocombustible. Y ese mismo fin de quitarle tierras a la agricultura tradicional es lo que hace que en los Llanos Orientales, quien como yo lo visita con frecuencia, vea cada vez más hermosas tierras ganaderas, o en antes dedicadas a la siembra de maíz, sorgo, plátano, cacao, arroz, yuca y otras cosechas propias de la alimentación cotidiana, sembradas de nuevos cultivos de palma. Y los pobres llaneros orgullosos del renacer de su tierra bajo el mágico influjo de la “seguridad democrática”, ignorando que los verdaderos dueños de esos cultivos son en su mayoría terratenientes muy probablemente untados de paramilitarismo, o empresas multinacionales que nada aportarán al desarrollo nacional porque, a más de recibir esas tierras en concesiones y libres de impuestos, tanto la materia prima como las utilidades volarán en pingues réditos de sus acciones en Wall Streat.
Pero la invasión del Imperio con su palma africana a los Llanos es sólo un experimento porque su verdadero objetivo está, óigase bien, en las selvas del amazonas. Ese es el coqueteo del gringo con el Uribe y los abrazos con el Lulla; y las angustias que pasa con el Correa y especialmente con ese “entrometido” de Chávez que se atraviesa en todos sus propósitos.
Desde Brasil llegan denuncias de que las multinacionales ya tienen jugosas ofertas para derribar por lo menos el 50% de la selva amazónica brasileña para destinarla al cultivo de palma africana con destino al revolucionario biocombustible que llenará de gas los tanques de los carros no importa que para eso tenga que vaciar el estómago de las gentes.
Cuando en algunas oportunidades critiqué a Chávez por su estilo chafarote, que luego me explicaron que era muy propio de su vida militar y cuna caribeña; y cuando en el inicio del enfrentamiento con Uribe me pareció en demasía agresivo y arrogante, ahora debo convenir que gracias a Chávez tenemos contenida la invasión neocolonial del Imperio yanqui al sur de América y que, con respecto a mi primera visión del mismo Chávez, debo decir con el proverbio Chino que “no importa que el gato sea pardo con tal que cace ratones”.
Ojalá Chávez conserve su carácter personal y su ideología socialista; y ojala, más importante que todo, que los venezolanos de las clases medias y bajas; los pequeños y medianos empresarios y el pueblo-pueblo, siga apoyando esta revolución que es la esencia misma del sueño bolivariano y el despunte de esa primavera suramericana que desde entonces muchos soñamos.
oquinteroefe@yahoo.com
16-04-08

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