1 de abril de 2006

El retorno de los indios

Nota de MIS-XXI:

Más que la significación política que quiere dársele a la elección del indígena Evo Morales como presidente de Bolivia, el analista internacional, Jeffrey Sachs, la ve como el retorno al gobierno de los antiguos pobladores de Latinoamérica, tras el cuasiexterminio que les infringieron los conquistadores europeos.

Asomándose a la historia del continente, Sachs proyecta sobre la elección de Evo una mirada distinta a las que se posan en él desde el ángulo político e ideológico y lo suman, con prelación, a las tendencias de izquierda que se instalan en el poder en Latinoamérica.
El análisis hay que tomarlo, de momento, con beneficio de inventario, pues, intentos antes registrados en esta aparente madurez de la democracia latinoamérica han resultado frustrados por la intervención de Estados Unidos, como en el asesinato de Allende en Chile o, también, por la demagogia de algunos gobernantes que llegan al poder con muy bonitos discursos para los pobres y mejores políticas para beneficio de los más ricos, como Menem y Toledo en Perú, pasos que lamentablemente parece estar siguiendo también Lula en Brasil.

Interesante tema.

Nota tomada de http://eltiempo.terra.com.co/, edición 01-04-06


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LA IZQUIERDA EN EL PODER

El populismo puede tener razón (Marzo 31 de 2006)

La elección de Evo Morales, un paso en la democratización de América Latina.

Por Jeffrey Sachs

Profesor de economía y director del Earth Institute en la Universidad de Columbia.

© Project Syndicate, 2006.

www.project-syndicate.org

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

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El auge de los gobiernos de izquierda en América Latina, particularmente la elección de Evo Morales como presidente de Bolivia, ¿es el presagio de un cambio hacia la izquierda dura en todo el continente? ¿Marca un repudio a la política exterior de Estados Unidos en la región? Por ejemplo, ¿llevará a una renacionalización de las vastas reservas de gas natural de Bolivia?

Se trata de preguntas vitales, pero no abordan el trasfondo más amplio del ascenso de una figura como Morales, ya que se trata del primer jefe de Estado indígena elegido en ese país. Su victoria constituye un paso hacia adelante en la democratización general de América Latina, con una significación positiva a largo plazo para el desarrollo económico y social de la región.

Para comprender por qué, es útil dar una mirada más amplia a la historia y el desarrollo económico de América Latina. Las sociedades del continente americano fueron forjadas por conquistas europeas de poblaciones indígenas, y por las divisiones raciales y étnicas subsiguientes. Tanto Estados Unidos como América Latina todavía enfrentan estas divisiones históricas.

Los europeos que conquistaron y colonizaron América después de 1492 no encontraron vastos territorios vacíos, como algunas veces proclamaron, sino tierras pobladas por comunidades asentadas allí por miles de años. Una proporción importante de las poblaciones indígenas sucumbió rápidamente a las enfermedades y adversidades traídas por los colonizadores europeos, pero muchos sobrevivieron, a menudo en cantidades importantes, en lugares como Bolivia y gran parte del altiplano de la región andina.

Casi en todos lados, estas poblaciones indígenas supervivientes se convirtieron en sirvientes de las sociedades dirigidas desde Europa. Más tarde, los europeos llevaron millones de esclavos africanos a América. Tras la emancipación en el siglo diecinueve, las comunidades

afroamericanas permanecieron sumidas en la pobreza y, en gran parte, despojadas de sus derechos políticos.

Así, en el origen de las sociedades americanas hubo grandes desigualdades de poder, posición social y bienestar económico. Desde entonces, las comunidades indígenas, afroamericanas y mestizas han estado luchando por sus derechos sociales, políticos y económicos.

La democracia en América Latina ha sido una lucha que ha costado ganar. Incluso en Estados Unidos, un país que gusta verse como un modelo de democracia, los afro americanos no tuvieron plenos derechos sino hasta mediados de los años 60. En América Latina, la democracia ha sido similarmente incompleta, inestable y a menudo inaccesible para los indígenas, los afro americanos y las poblaciones mestizas.

Más aún, dadas las vastas desigualdades de poder y riqueza en América Latina, y con una gran parte de la población sin acceso a tierras ni educación, por largo tiempo la región ha sido vulnerable a rebeliones y formas populistas de hacer política, con líderes que prometen rápidas ganancias para los desposeídos a través del despojo de las propiedades de las elites. Las elites han reaccionado, a menudo de manera brutal, para proteger su propiedad. En consecuencia, la política ha tendido a ser una lucha más violenta que electoral, y con frecuencia los derechos de propiedad han sido débiles.

Un patrón dominante tanto en Estados Unidos como en América Latina ha sido la resistencia de las comunidades dominantes blancas a contribuir al financiamiento de inversiones públicas en "capital humano" (salud y educación) de las comunidades negras e indígenas. Mientras las sociedades europeas han desarrollado Estados de bienestar social con acceso universal a la salud pública y a servicios de educación, las elites del continente americano han tendido a favorecer la provisión de salud y educación por parte del sector privado, lo que refleja, en parte, la falta de voluntad de la población blanca de contribuir financieramente a los servicios sociales de otros grupos étnicos y raciales.

La elección de Morales en Bolivia -donde se estima que los grupos indígenas componen cerca del 55 por ciento de la población y que la gente mestiza constituye otro 30- debe verse con este telón histórico. Más aún, el de Bolivia no es un caso aislado: el cambio de regímenes militares a gobiernos democráticos en América Latina a lo largo de los últimos 20 años está consolidando gradualmente y con avances y retrocesos, pero en forma constante, el fortalecimiento político más allá de las elites tradicionales y los grupos étnicos

tradicionales. Por ejemplo, Alejandro Toledo es el primer presidente indígena del Perú.

A más largo plazo, la difusión y consolidación de la democracia en América Latina promete no solo sociedades más justas, sino también económicamente más dinámicas, a través de mayores inversiones en salud, educación y capacitación laboral. La crónica falta de inversiones en educación de la región, particularmente en ciencia y tecnología, es en parte responsable de su estancamiento económico durante el último cuarto de siglo. A diferencia del este asiático y la India, la mayor parte de América Latina no dio pasos decisivos hacia la conversión a industrias de alta tecnología, y en lugar de ello sufrió un periodo de bajo crecimiento del PIB, crisis por la deuda externa e inestabilidad macroeconómica.

Ahora esto puede cambiar, al menos de manera gradual. Bolivia haría bien en seguir el ejemplo de su vecino del este, Brasil, que ha experimentado un gran aumento de sus inversiones en educación y ciencia desde su democratización en la década de los 80. Además, la mejora de los logros en educación está ayudando a promover exportaciones tecnológicamente más sofisticadas.

Por supuesto, la elección de Morales también plantea muchas dudas y preguntas importantes a corto plazo. ¿Seguirá el nuevo gobierno políticas económicas responsables, o Bolivia se verá tentada nuevamente a aplicar medidas populistas desestabilizadoras, como lo ha hecho tantas veces en el pasado? ¿Renegociará Morales las leyes y contratos acerca de las vastas reservas naturales de Bolivia, como su gobierno se ha comprometido con toda razón, de un modo que no termine alejando la tan necesaria inversión extranjera?

Bolivia ha entrado a una nueva era de movilización masiva de sus comunidades indígenas, que tanto tiempo han sufrido y ahora han alcanzado la victoria. Las perspectivas de corto plazo son inciertas. Sin embargo, en un más largo plazo, es correcto apostar a los beneficios económicos de la democratización.

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