OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@hayoo.com
27-08-08
Hay que responder ciertas afirmaciones de personajes que uno quisiera no haber conocido ni de referencias, simplemente porque si las dejamos por dentro nos reventamos.
Es el caso de José Obdulio Gaviria, el oscuro personaje que en la era de Uribe ha saltado al cúspide de la intelectualidad nacional. Confieso que antes de que apareciera bajo la axila del Presidente, yo no había oído hablar de él. Y confieso también que es habilidoso en el manejo de los temas y la filtración de las noticias que convienen al régimen. Bueno, es que tampoco debe ser muy difícil filtrar noticias en medios que uno domina desde el campo económico a través de la publicidad oficial o de obligantes recomendaciones ante altos funcionarios públicos y organismos descentralizados que luego se convierten en lustrosos nombramientos o jugosos contratos. Así cualquiera, como dicen.
Ha dicho este personaje de marras con aire sofista que el hecho de que un hermano del ministro de Interior y Justicia, quien se desempeñaba como Director de Fiscalías, haya resultado entronque importante de narcotraficantes no afecta en nada al ministro porque en el país no se puede desarrollar la tesis de la responsabilidad siamesa.
Tampoco los autores materiales e intelectuales de crímenes horrendos son, ni siquiera parientes en muchos casos; y sin embargo la justicia castiga tanto a unos como a otros. Ya nos inquirió desde el pasado remoto, sor Juana de la Cruz: “¿Quién peca más: el que peca por la paga o el que paga por pecar?”.
En Colombia, desde que empezó a desbrozarse el asalto del paramilitarismo contra las instituciones del Estado, las que terminaron por tomarse a la fuerza como es evidente hoy, se ha abierto camino la aserción jurídica de que la responsabilidad penal es individual. Eso nadie lo ha puesto en discusión. Pero lo que intenta soslayarse con ese aserto jurídico es la parte moral y ética del asunto.
En Antioquia todos sabían que “ese muchachito no daba la talla”, como dicen por allá. Y era secreto a voces que su nombramiento estaba blindado por una obligatoria recomendación de su hermano quien, antes de ser ministro, era encumbrado miembro del sanedrín uribista. Ese mismo que se da el lujo de recibir a criminales y oscuros personajes en las oficinas del Palacio Presidencial, sin que, según el propio Presidente, ello constituya delito o justifique censura social.
No son siameses los Valencia Cossio, ciertamente; pero como en el cuento del banquero que dijo que él era uno en los cócteles y otro en la presidencia del banco, a lo que su contertulio le respondió… “¡Pero que par de H.P. tan parecidos!”, Guillermo León cuenta con tal respaldo de Fabio, que tuvo el cinismo, claro que a esto José Obdulio le dirá valor, de llamar a la Fiscalía, según testimonio radial del propio Fiscal General, a pedir que le dieran una segunda oportunidad a su hermano.
Si la misma tesis de la responsabilidad individual en los casos penales se aplicara a los hijos de los narcotraficantes, entonces ¿por qué, pregunto, sin que constituya defensa de oficio, se han aislado, perseguido social, política y económicamente a los hijos, hermanos, esposas y hasta queridas de narcotraficantes como Pablo Escobar y los Rodríguez Orejuela?
Seguramente José Obdulio tendrá una respuesta, también socrática a ello. Cuando uno se impone el oficio de corromper la moral pública, y si fuera de eso le pagan, su cerebro trabaja las 24 horas en busca de ardides ilustres que convencen más por las condiciones en que se imponen que por los argumentos con que se explican.
¿Pero qué más se puede esperar en un Estado mafioso como el que arropa a Colombia? Si el propio Presidente tiene un hermano cuestionado y proviene de un Papá cuestionado?; ¿Si tuvo de Canciller a quien se dijo era su amante, hermana a la vez de un notable parapolítico, Álvaro Araújo, hoy preso, e hija de un cacique de Valledupar, Álvaro Araújo Noguera, hoy prófugo de la Justicia?; ¿Si el mismo Director de la Policía Nacional, general Naranjo, tiene un hermano preso en Alemania por narcotraficante?; ¿Si tuvo como jefe de la Policía Secreta (DAS) a un paramilitar encubierto, que le fabricó atentados al entonces candidato Uribe para elevarle las encuestas, por quien el Presidente dijo que metía las manos al fuego, y quien anda en libertad, no por inocente sino por fallas de procedimiento en su juzgamiento?.
Por eso y por mucho más… ¿Qué más da que el ministro de Interior y Justicia, Fabio Valencia Cossio, tenga un hermano entroncado con el narcotráfico?. Eso viene a ser lo lógico en un gobierno de mafiosos, y por eso es que digo que la explicación de José Obdulio sobre la versión siamesa suena sofista, por lo lógica.
El primer signo real del fin de la humanidad será su desintegración social. A partir de entonces, nada ni nadie podrá hacer nada por salvarla de su extinción final. Tal como se lucha por preservar lo más intacto posible los recursos naturales, el medio ambiente, la flora y la fauna del mundo, debemos luchar por mantener la integración sociaL y la solidaridad entre los seres humanos. ¡ESA ES LA IDEA! HAGÁMOSLE Octavio Quintero
27 de agosto de 2008
23 de agosto de 2008
Peor que antes
La sentencia del año
Corte de cuentas al régimen de salud
OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
La Corte Constitucional ha expedido sobre el tema de la salud la sentencias más celebrada por la opinión pública y popular en los últimos años: la T-760 que le exige al Estado poner en marcha los mecanismos necesarios para proteger el derecho fundamental a la salud que contempla la Constitución en varios artículos correlacionados, y en especial el 49 que (…) “garantiza a todas las personas el acceso a los servicios de promoción, protección y recuperación de la salud”.
La sentencia recoge 20 demandas ante la Corte en las que se denunciaban los más aberrantes y disímiles problemas de la política de salud en Colombia, todos ellos derivados (¿quién lo duda hoy en día?) de la tristemente célebre Ley 100 de la que fue ponente el hoy presidente Álvaro Uribe Vélez y que, como tal, es evidente que en su mandato ha sido soberano impulsor.
Sobre los alcances de esta sentencia todo está dicho en los últimos días. Nuestros lectores seguramente pueden declararse con suficiente ilustración en cuanto que ya les queda claro que el sistema de salud deberá garantizar a todos los colombianos “acceso a todos los medicamentos, procedimientos y tratamientos”, como ordena la sentencia, agregando que en adelante no se requerirá de tutela para que las empresas de salud tengan que atender sin excusas a los pacientes.
Celebramos como todos la contundencia de este fallo. Pero consideramos necesario alertar a la ciudadanía a que no vaya a dar por terminada la lucha, pues, experiencias tenemos de que es el propio gobierno, y desde sus cumbres más altas, el principal violador de los fallos constitucionales como en el caso del Upac que cuando la Corte lo tumbó hace 10 años, el avispado ministro de Hacienda de entonces, Juan Camilo Restrepo, y merced a la infidencia de un magistrado también de entonces, Vladimiro Naranjo (q.e.p.d.), se inventó la UVR, antes de que saliera la sentencia del Upac para que no quedara como repetición de la cosa juzgada, que como se dice en el argot popular resultó ser “la misma perra con otra guasca”.
Como siempre, y particularmente en estos casos sobre derechos fundamentales, las normas constitucionales y legales aparecen recargadas de buenas intenciones que en la práctica, y merced al modelo neoliberal que nos rige, resultan imposibles de cumplir y aplicar.
El asunto ha ido tan lejos que nunca antes como ahora se ven palpables las dos Colombias de que hablara el ex presidente Alfonso López; una formal y otra informal; una de derecho y otra de hecho.
Así, por ejemplo, comentando en 1992 la inclusión de este artículo 49 en la por entonces recientemente expedida Constitución Nacional, el constitucionalista Rogelio Enrique Peña Peña decía en su obra:
(…) “La crónica penuria presupuestal de los hospitales oficiales, la inmoralidad administrativa, la indiferencia burocrática son, en nuestro país, verdaderos obstáculos para hacer viables estas determinaciones constitucionales”.
Lamentablemente el tiempo le ha dado la razón con hechos tan evidentes como la quiebra inducida de todos los hospitales oficiales, la imparable inmoralidad administrativa y la aterradora indiferencia burocrática que se manifiesta desde lo alto en el sostenimiento de un ministro de Salud bien llamado de “Desprotección social”.
Y esta sentencia T-760, del 20 agosto de 2008 no dista mucho en su argumentación conceptual de aquella otra sentencia, la T-484 de agosto 12 de 1992, cuya ponencia rindió el entonces magistrado Fabio Morón Díaz en la que decía:
(…) “La salud es uno de aquellos bienes que por su carácter inherente a la existencia digna se encuentra protegido especialmente en las personas que por su condición económica, física o mental se hallen en circunstancias de debilidad manifiesta. (…) En desarrollo de predicados legislativos (El Estado debe) asegurar no sólo el goce de los servicios de asistencia médica, sino también los derechos hospitalario, de laboratorio y farmacéutico”.
¿Y qué es lo que se ha visto a lo largo de estos 16 años en que se expidió esa sentencia T-484? El desmantelamiento de esa infraestructura pública de salud para entregársela a precios de gallina vieja al sector privado y el desmonte de toda la política asistencial para convertirla en una mendicante política asistencialista regulada por una muy visible mano populista.
Que esta Corte Constitucional que tantas muestras de dependencia del Ejecutivo ha dado en sus últimos fallos haya reivindicado al cabo de estos años ese derecho fundamental a la salud es lo bueno; que vuelve a ser un saludo a la bandera como tememos por lo visto, lo vivido y lo sufrido, es lo malo.
Uno debiera esperar que en desarrollo de esta sentencia T-760, el gobierno buscara una reforma constitucional del “articulito” 373 con el fin de que le permitiera, y en cierta forma obligara al Banco de la República a emitir a favor de estas causas sociales ya que, como lo denuncia en su “Herejía Económica”, Mauricio Rivadeneira, el fallo de la Corte es “excelente”, pero el problema es de plata debido a que el modelo neoliberal al darle autonomía al Emisor le impuso que no podía establecer cupos de crédito (…) “salvo cuando se trate de intermediarios” financieros.
Es decir, el Estado a través del Emisor puede salir al rescate de un banco como el Colombia, pero no puede salir al rescate de un hospital como el San Juan de Dios, así y todo sea de Dios y el presidente Uribe se arrodille junto con el cardenal Rubiano ante su imagen y se eche la triple bendición en vivo y en directo por TV para aplauso de la galería presente y la feligresía creyente, aunque de paso viole la libertad de religión por hacerle propaganda en público a una particular de ellas, él que es el Presidente de todos y todas.
En uno de tantos comentarios de los que se han suscitado en torno a esta sentencia, un lector de El Tiempo decía en el bloque de opinión: “Viva la Corte, viva la justicia”.
¡Qué emoción! Viva la Corte que halló a lugar la reforma del “articulito” de la reelección mediante cohecho y viva la justicia que está más empeñada en descubrir los “errores de procedimiento” que los horrores de procedimiento de los políticos uribistas amangualados con el paramilitarismo para ponerlos en libertad.
Otro felicitaba al Procurador Edgardo Maya por pellizcarse sobre este tema de la salud que probablemente le ayudará a “socializar” la conveniencia nacional de su reelección para seguir obstruyendo investigaciones que no le convienen a allegados de su familia ni a los socios en la amplia esfera de su roscograma.
Esa opinión pública y popular a la que atrás nos referíamos debiera ahora presionar la derogatoria de la Ley 100 que sustenta la política de salud en Colombia que ahora encuentra oprobiosa esta Corte Constitucional que por lo visto hasta ahora también empieza a leer los postulados del “Estado Social de Derecho” que enmarca el Preámbulo de la misma Constitución que dice defender.
Si con los mismos argumentos del Estado Social de Derecho la Corte hace este corte de cuentas al oprobioso y discriminatorio régimen subsidiado de salud, debió entonces declarar inconstitucional esa Ley 100 que es la que permite mercantilizar un servicio público que la Constitución pone en cabeza principal y como obligación inherente del Estado.
Si alguna noticia nos hiciera dudar firmemente de las encuestas que elevan la popularidad de Uribe a más del 90 por ciento es ésta del fallo de la Corte sobre la salud. En todos los periódicos que ofrecen su edición virtual no encontré un solo comentario defendiendo la Ley 100 y en cambio sí, un sartal de críticas bien fundamentadas.
Ante la imposibilidad de resumirlas todas en un solo artículo, permítanme poner punto final diciendo: cuando el pesimismo se corresponde con los hechos se llama realidad. Y la realidad es que nos rige un modelo neoliberal que acuna estos oprobios de la salud, como los del trabajo, la educación, la vivienda, las privatizaciones del patrimonio público y el desmantelamiento del Estado en beneficio primero del interés particular y expensas, por supuesto, del interés general.
“Juego mi vida, cambio mi vida” a que dentro de otros 10 a más años, si no hemos sido capaces de tumbar el régimen, otra Corte hallará los mismos elementos para expedir la sentencia dos mil y pico, quizás, que nos encontrará en materia de salud en peores condiciones que antes, así como hoy nos encontramos en peores condiciones que hace 10 años.
Ya ni siquiera nos asistirá la esperanza de decir como el sacrificado humorista, Jaime Garzón: “lo mismo que antes”, sino aceptar que estamos “peor que antes”.
Corte de cuentas al régimen de salud
OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
La Corte Constitucional ha expedido sobre el tema de la salud la sentencias más celebrada por la opinión pública y popular en los últimos años: la T-760 que le exige al Estado poner en marcha los mecanismos necesarios para proteger el derecho fundamental a la salud que contempla la Constitución en varios artículos correlacionados, y en especial el 49 que (…) “garantiza a todas las personas el acceso a los servicios de promoción, protección y recuperación de la salud”.
La sentencia recoge 20 demandas ante la Corte en las que se denunciaban los más aberrantes y disímiles problemas de la política de salud en Colombia, todos ellos derivados (¿quién lo duda hoy en día?) de la tristemente célebre Ley 100 de la que fue ponente el hoy presidente Álvaro Uribe Vélez y que, como tal, es evidente que en su mandato ha sido soberano impulsor.
Sobre los alcances de esta sentencia todo está dicho en los últimos días. Nuestros lectores seguramente pueden declararse con suficiente ilustración en cuanto que ya les queda claro que el sistema de salud deberá garantizar a todos los colombianos “acceso a todos los medicamentos, procedimientos y tratamientos”, como ordena la sentencia, agregando que en adelante no se requerirá de tutela para que las empresas de salud tengan que atender sin excusas a los pacientes.
Celebramos como todos la contundencia de este fallo. Pero consideramos necesario alertar a la ciudadanía a que no vaya a dar por terminada la lucha, pues, experiencias tenemos de que es el propio gobierno, y desde sus cumbres más altas, el principal violador de los fallos constitucionales como en el caso del Upac que cuando la Corte lo tumbó hace 10 años, el avispado ministro de Hacienda de entonces, Juan Camilo Restrepo, y merced a la infidencia de un magistrado también de entonces, Vladimiro Naranjo (q.e.p.d.), se inventó la UVR, antes de que saliera la sentencia del Upac para que no quedara como repetición de la cosa juzgada, que como se dice en el argot popular resultó ser “la misma perra con otra guasca”.
Como siempre, y particularmente en estos casos sobre derechos fundamentales, las normas constitucionales y legales aparecen recargadas de buenas intenciones que en la práctica, y merced al modelo neoliberal que nos rige, resultan imposibles de cumplir y aplicar.
El asunto ha ido tan lejos que nunca antes como ahora se ven palpables las dos Colombias de que hablara el ex presidente Alfonso López; una formal y otra informal; una de derecho y otra de hecho.
Así, por ejemplo, comentando en 1992 la inclusión de este artículo 49 en la por entonces recientemente expedida Constitución Nacional, el constitucionalista Rogelio Enrique Peña Peña decía en su obra:
(…) “La crónica penuria presupuestal de los hospitales oficiales, la inmoralidad administrativa, la indiferencia burocrática son, en nuestro país, verdaderos obstáculos para hacer viables estas determinaciones constitucionales”.
Lamentablemente el tiempo le ha dado la razón con hechos tan evidentes como la quiebra inducida de todos los hospitales oficiales, la imparable inmoralidad administrativa y la aterradora indiferencia burocrática que se manifiesta desde lo alto en el sostenimiento de un ministro de Salud bien llamado de “Desprotección social”.
Y esta sentencia T-760, del 20 agosto de 2008 no dista mucho en su argumentación conceptual de aquella otra sentencia, la T-484 de agosto 12 de 1992, cuya ponencia rindió el entonces magistrado Fabio Morón Díaz en la que decía:
(…) “La salud es uno de aquellos bienes que por su carácter inherente a la existencia digna se encuentra protegido especialmente en las personas que por su condición económica, física o mental se hallen en circunstancias de debilidad manifiesta. (…) En desarrollo de predicados legislativos (El Estado debe) asegurar no sólo el goce de los servicios de asistencia médica, sino también los derechos hospitalario, de laboratorio y farmacéutico”.
¿Y qué es lo que se ha visto a lo largo de estos 16 años en que se expidió esa sentencia T-484? El desmantelamiento de esa infraestructura pública de salud para entregársela a precios de gallina vieja al sector privado y el desmonte de toda la política asistencial para convertirla en una mendicante política asistencialista regulada por una muy visible mano populista.
Que esta Corte Constitucional que tantas muestras de dependencia del Ejecutivo ha dado en sus últimos fallos haya reivindicado al cabo de estos años ese derecho fundamental a la salud es lo bueno; que vuelve a ser un saludo a la bandera como tememos por lo visto, lo vivido y lo sufrido, es lo malo.
Uno debiera esperar que en desarrollo de esta sentencia T-760, el gobierno buscara una reforma constitucional del “articulito” 373 con el fin de que le permitiera, y en cierta forma obligara al Banco de la República a emitir a favor de estas causas sociales ya que, como lo denuncia en su “Herejía Económica”, Mauricio Rivadeneira, el fallo de la Corte es “excelente”, pero el problema es de plata debido a que el modelo neoliberal al darle autonomía al Emisor le impuso que no podía establecer cupos de crédito (…) “salvo cuando se trate de intermediarios” financieros.
Es decir, el Estado a través del Emisor puede salir al rescate de un banco como el Colombia, pero no puede salir al rescate de un hospital como el San Juan de Dios, así y todo sea de Dios y el presidente Uribe se arrodille junto con el cardenal Rubiano ante su imagen y se eche la triple bendición en vivo y en directo por TV para aplauso de la galería presente y la feligresía creyente, aunque de paso viole la libertad de religión por hacerle propaganda en público a una particular de ellas, él que es el Presidente de todos y todas.
En uno de tantos comentarios de los que se han suscitado en torno a esta sentencia, un lector de El Tiempo decía en el bloque de opinión: “Viva la Corte, viva la justicia”.
¡Qué emoción! Viva la Corte que halló a lugar la reforma del “articulito” de la reelección mediante cohecho y viva la justicia que está más empeñada en descubrir los “errores de procedimiento” que los horrores de procedimiento de los políticos uribistas amangualados con el paramilitarismo para ponerlos en libertad.
Otro felicitaba al Procurador Edgardo Maya por pellizcarse sobre este tema de la salud que probablemente le ayudará a “socializar” la conveniencia nacional de su reelección para seguir obstruyendo investigaciones que no le convienen a allegados de su familia ni a los socios en la amplia esfera de su roscograma.
Esa opinión pública y popular a la que atrás nos referíamos debiera ahora presionar la derogatoria de la Ley 100 que sustenta la política de salud en Colombia que ahora encuentra oprobiosa esta Corte Constitucional que por lo visto hasta ahora también empieza a leer los postulados del “Estado Social de Derecho” que enmarca el Preámbulo de la misma Constitución que dice defender.
Si con los mismos argumentos del Estado Social de Derecho la Corte hace este corte de cuentas al oprobioso y discriminatorio régimen subsidiado de salud, debió entonces declarar inconstitucional esa Ley 100 que es la que permite mercantilizar un servicio público que la Constitución pone en cabeza principal y como obligación inherente del Estado.
Si alguna noticia nos hiciera dudar firmemente de las encuestas que elevan la popularidad de Uribe a más del 90 por ciento es ésta del fallo de la Corte sobre la salud. En todos los periódicos que ofrecen su edición virtual no encontré un solo comentario defendiendo la Ley 100 y en cambio sí, un sartal de críticas bien fundamentadas.
Ante la imposibilidad de resumirlas todas en un solo artículo, permítanme poner punto final diciendo: cuando el pesimismo se corresponde con los hechos se llama realidad. Y la realidad es que nos rige un modelo neoliberal que acuna estos oprobios de la salud, como los del trabajo, la educación, la vivienda, las privatizaciones del patrimonio público y el desmantelamiento del Estado en beneficio primero del interés particular y expensas, por supuesto, del interés general.
“Juego mi vida, cambio mi vida” a que dentro de otros 10 a más años, si no hemos sido capaces de tumbar el régimen, otra Corte hallará los mismos elementos para expedir la sentencia dos mil y pico, quizás, que nos encontrará en materia de salud en peores condiciones que antes, así como hoy nos encontramos en peores condiciones que hace 10 años.
Ya ni siquiera nos asistirá la esperanza de decir como el sacrificado humorista, Jaime Garzón: “lo mismo que antes”, sino aceptar que estamos “peor que antes”.
22 de agosto de 2008
A peón muerto peón puesto
OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
22-08-08
A mi me queda claro que el editorial del New York Times sobre la inconveniencia de una segunda reelección y consiguiente tercer período de Uribe en Colombia no es una simple opinión periodística sino una orden tajante del Imperio a través de su vocero oficial para que el “emperadorcito suramericano”, como una vez lo definió el presidente Correa de Ecuador, de un paso al lado.
El Times, quien lo creyera, para combatir la segunda reelección de Uribe echa mano de los mismos argumentos que en su primera reelección del 2006 esgrimió la oposición, como esa de que iba a descompensar los pesos y contrapesos propios de los regímenes democráticos, siendo derrotados por una simpleza propia de la arrogancia de Fabio Echeverri Correa, entonces poderoso asesor presidencial, que se trataba tan sólo de la reforma de un “articulito”.
El editorial del Times es muy duro contra Uribe. Le da unos golpes que seguro lo tienen grogui, aburrido y amargado porque, imaginándose uno el ego de Uribe, todo esperaba menos que tan poderoso brazo del Imperio le forzara a dejar el cargo en el 2010 cuando todavía tiene tanto que darle. Es como si el comité de deportes de Estados Unidos no volviera a inscribir en los Olímpicos del 2012 a Michael Phelps el llamado “Tiburón de Baltimore” quien acaba de ganar las 8 competencias de nado en que participó en los actuales Juegos Olímpicos, 7 de ellas con récord mundial.
Aunque para nosotros los de la oposición sean temas manidos, vale la pena entrecomillar (y leer entre líneas), algunos de los argumentos del Times, por tratarse de la opinión de uno de los más, si no el más influyente medio de comunicación de masas del mundo occidental.
“Si cambia la Constitución para que pueda permanecer (en el poder), empañará su legado y debilitará el sistema de pesos y contrapesos, esenciales para la democracia colombiana”.
La entrelínea de esta aseveración es que Uribe ya empañó su legado al reformar mediante cohecho la Constitución que le permitió su primera reelección y ya descompensó los pesos y contrapesos al alcanzar a mitad de su segundo mandato a ser nominador y consiguiente jefe político de magistrados de las altas cortes y directores de los principales organismos de control y vigilancia de la actividad pública como la Contraloría, la Fiscalía, la Procuraduría y el Defensor del Pueblo cuyo titular acaba de hacerse reelegir tras escandalosas denuncias de jugosos contratos y nombramientos con la enroscada maquinaria del uribismo en el Congreso.
“La región necesita una democracia que se afinque en instituciones fuertes. Lo que no necesita son más hombres fuertes, sin importar lo populares que sean o lo indispensables que se sientan”.
Esta afirmación del Times se parece mucho a esa malicia criolla que acuñó la frase de… “Cartas a Santander para que las entienda Bolívar”. Dése por seguro que si Suramérica no tuviera los gobiernos contestatarios de Chávez, Correa, Evo y Ortega, ese gambito de hombres fuertes por instituciones fuertes no lo estaría proponiendo la voz más autorizada del Imperio.
También decimos en el argot popular que “con tal de que se vaya aunque le vaya bien”. Por eso, dejemos que el Times le diga al mundo que si Uribe se va (…) “será recordado como el líder que sacó a Colombia del precipicio y lo puso en la ruta de la paz”. Si en algún instante de su vida Colombia ha sido más inviable es en éste; y si en algún momento ha vivido más en guerra, también es en éste. Pero doblemos esta doliente hoja.
Los mensajes subliminales de los que tantas veces hemos hablado dejan secuelas en el imaginario colectivo difíciles de superar. Y el Times es un artista en la manipulación de esa opinión que nace en el subconsciente que defendemos a muerte precisamente porque carece de razón.
Así, por ejemplo, ¿quién no defiende a muerte a un gobierno que como el de Uribe (…) “ha hecho progresos importantes en una guerra contra las brutales guerrillas izquierdistas y ha frenado la implacable violencia de Colombia. Sus índices de aprobación han alcanzado el 90 por ciento luego de la audaz operación (jaque)”, dice el editorial. Y eso pareciera justificar lo que a renglón seguido añade: que “ha demostrado poco respecto por las instituciones de la democracia colombiana”.
Como quien dice, ¿qué importa que haya acusado a la Corte Suprema de Justicia de estar políticamente motivada en sus investigaciones contra sus amigos parlamentarios juzgados por parapolíticos; que importa que haya invadido a Ecuador para matar a Reyes o que haya plagiado el emblema de la Cruz Roja para rescatar a Ingrid si el resultado ha sido el de acabar con “las brutales guerrillas izquierdistas” que al parecer del Times son brutales por ser izquierdistas y no por matar gente con la brutalidad con la que lo han hecho las brutales autodefensas derechistas?
La preocupación del Times es que la continuidad de su gran amigo Uribe en el poder, a quien una vez el presidente Chávez de Venezuela definiera como “peón del Imperio”, pueda justificar la continuidad de sus incómodos enemigos. Y si para socavarlos a sus anchas tiene que sacrificar un peón, pues, digamos que “a Peón muerto, Peón puesto”.
oquinteroefe@yahoo.com
22-08-08
A mi me queda claro que el editorial del New York Times sobre la inconveniencia de una segunda reelección y consiguiente tercer período de Uribe en Colombia no es una simple opinión periodística sino una orden tajante del Imperio a través de su vocero oficial para que el “emperadorcito suramericano”, como una vez lo definió el presidente Correa de Ecuador, de un paso al lado.
El Times, quien lo creyera, para combatir la segunda reelección de Uribe echa mano de los mismos argumentos que en su primera reelección del 2006 esgrimió la oposición, como esa de que iba a descompensar los pesos y contrapesos propios de los regímenes democráticos, siendo derrotados por una simpleza propia de la arrogancia de Fabio Echeverri Correa, entonces poderoso asesor presidencial, que se trataba tan sólo de la reforma de un “articulito”.
El editorial del Times es muy duro contra Uribe. Le da unos golpes que seguro lo tienen grogui, aburrido y amargado porque, imaginándose uno el ego de Uribe, todo esperaba menos que tan poderoso brazo del Imperio le forzara a dejar el cargo en el 2010 cuando todavía tiene tanto que darle. Es como si el comité de deportes de Estados Unidos no volviera a inscribir en los Olímpicos del 2012 a Michael Phelps el llamado “Tiburón de Baltimore” quien acaba de ganar las 8 competencias de nado en que participó en los actuales Juegos Olímpicos, 7 de ellas con récord mundial.
Aunque para nosotros los de la oposición sean temas manidos, vale la pena entrecomillar (y leer entre líneas), algunos de los argumentos del Times, por tratarse de la opinión de uno de los más, si no el más influyente medio de comunicación de masas del mundo occidental.
“Si cambia la Constitución para que pueda permanecer (en el poder), empañará su legado y debilitará el sistema de pesos y contrapesos, esenciales para la democracia colombiana”.
La entrelínea de esta aseveración es que Uribe ya empañó su legado al reformar mediante cohecho la Constitución que le permitió su primera reelección y ya descompensó los pesos y contrapesos al alcanzar a mitad de su segundo mandato a ser nominador y consiguiente jefe político de magistrados de las altas cortes y directores de los principales organismos de control y vigilancia de la actividad pública como la Contraloría, la Fiscalía, la Procuraduría y el Defensor del Pueblo cuyo titular acaba de hacerse reelegir tras escandalosas denuncias de jugosos contratos y nombramientos con la enroscada maquinaria del uribismo en el Congreso.
“La región necesita una democracia que se afinque en instituciones fuertes. Lo que no necesita son más hombres fuertes, sin importar lo populares que sean o lo indispensables que se sientan”.
Esta afirmación del Times se parece mucho a esa malicia criolla que acuñó la frase de… “Cartas a Santander para que las entienda Bolívar”. Dése por seguro que si Suramérica no tuviera los gobiernos contestatarios de Chávez, Correa, Evo y Ortega, ese gambito de hombres fuertes por instituciones fuertes no lo estaría proponiendo la voz más autorizada del Imperio.
También decimos en el argot popular que “con tal de que se vaya aunque le vaya bien”. Por eso, dejemos que el Times le diga al mundo que si Uribe se va (…) “será recordado como el líder que sacó a Colombia del precipicio y lo puso en la ruta de la paz”. Si en algún instante de su vida Colombia ha sido más inviable es en éste; y si en algún momento ha vivido más en guerra, también es en éste. Pero doblemos esta doliente hoja.
Los mensajes subliminales de los que tantas veces hemos hablado dejan secuelas en el imaginario colectivo difíciles de superar. Y el Times es un artista en la manipulación de esa opinión que nace en el subconsciente que defendemos a muerte precisamente porque carece de razón.
Así, por ejemplo, ¿quién no defiende a muerte a un gobierno que como el de Uribe (…) “ha hecho progresos importantes en una guerra contra las brutales guerrillas izquierdistas y ha frenado la implacable violencia de Colombia. Sus índices de aprobación han alcanzado el 90 por ciento luego de la audaz operación (jaque)”, dice el editorial. Y eso pareciera justificar lo que a renglón seguido añade: que “ha demostrado poco respecto por las instituciones de la democracia colombiana”.
Como quien dice, ¿qué importa que haya acusado a la Corte Suprema de Justicia de estar políticamente motivada en sus investigaciones contra sus amigos parlamentarios juzgados por parapolíticos; que importa que haya invadido a Ecuador para matar a Reyes o que haya plagiado el emblema de la Cruz Roja para rescatar a Ingrid si el resultado ha sido el de acabar con “las brutales guerrillas izquierdistas” que al parecer del Times son brutales por ser izquierdistas y no por matar gente con la brutalidad con la que lo han hecho las brutales autodefensas derechistas?
La preocupación del Times es que la continuidad de su gran amigo Uribe en el poder, a quien una vez el presidente Chávez de Venezuela definiera como “peón del Imperio”, pueda justificar la continuidad de sus incómodos enemigos. Y si para socavarlos a sus anchas tiene que sacrificar un peón, pues, digamos que “a Peón muerto, Peón puesto”.
20 de agosto de 2008
Medalla de oro en cinismo
OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
20-08-08
Por segunda vez en pocos días quedo en línea con el presidente Uribe. Claro que hay roscograma en la justicia. Es de nuevo una verdad en boca de un mentiroso que como dije en su momento, no deja de ser verdad.
Lo perverso de esta afirmación del Presidente es que la suelte con la premeditación y alevosía de quien espera en la oscuridad a la víctima elegida para asestarle de improviso y a mansalva el golpe mortal, en este caso a la Justicia a la que quiere reformar como castigo a la Suprema Corte que se le ha metido al rancho de la parapolítica.
A ningún colombiano más que a Uribe hay que creerle esa denuncia de la roscograma, pues, de eso es que sabe el iluminado paisa que según sus historiadores desde muy temprana edad vaticinó que iba a ser Presidente.
Y, por supuesto, como para ser Presidente en este país, o simplemente para ser alguien importante, no bastan los méritos sino más, y mucho más, la rosca, es obvio que el iluminado debió haber recibido clases de muy buenos maestros y haberse graduado con honores en ese roscograma que desde sus primeros pinitos como concejal de Medellín hasta la empinada cumbre de su Presidencia en los últimos seis años ha liderado.
Las noticias del momento le dan vueltas en destacados titulares y sesudos editoriales a la denuncia del Presidente como la revelación más grande que colombiano alguno haya hecho en los últimos años.
Y uno debiera lamentar aguarles la fiesta a esos hiperbólicos uribistas que ven en él al mejor presidente de todos los tiempos al decirles que la roscograma existe hace muchos años en todos los campos de la vida nacional, pública y privada.
Va para 8 años la primera edición del libro “La mentira organizada” que publiqué en noviembre de 2001. En su página 133, se narra la anécdota de la señora Maria Mercedes Cuellar, la misma que hoy es presidenta de la Asociación Bancaria, cuando en 1989, siendo directora de Planeación Nacional, al serle recomendado un joven estudiante de economía de la U de los Andes llamado Luís Carlos Valenzuela, respondió: “Si tiene nombre lo nombro”.
Claro que tenía nombre este “chino”, como dicen los bogotanos, pues, 10 años más tarde alcanzaba el cargo de Ministro de Minas y Energía prosiguiendo con marcada aceleración la privatización de las empresas energéticas del país de cuyos inversionistas, que entonces se apoderaron del patrimonio nacional, hoy, entiendo, es su ilustre consejero y asesor.
¿Quién más que Uribe puede hablar con mayor conocimiento de causa sobre roscograma, él que se ha asociado a lo más clientelista de la política para alcanzar el poder y atornillarse al cargo de Presidente mediante el chantaje, el cohecho, la corrupción y el reparto milimétrico de la burocracia nacional e internacional entre sus amigotes?
Y no hablemos de esa otra roscograma criminal del paramilitarismo que inspiró cuando era gobernador de Antioquia el hoy Presidente de esa inmensa masa de electores convertida en “comité de aplausos”, porque entramos en terrenos en donde la roscograma se convierte en asociación para delinquir y luego en impunidad, disfrazada últimamente en leguleyadas como las de “detención arbitraria” de la que se ha prendido la Fiscalía General dirigida por un hijo de la roscograma de Uribe para dejar en libertad a sujetos bañados de la cabeza a los pies en las pútridas aguas del paramilitarismo como el ex director del DAS, Jorge Noguera, de quien algún día el propio Uribe dijo que era capaz de meter las manos al fuego por él, o como en las últimas horas a su ilustre primo, Mario Uribe, por quien fue capaz de arrinconar a la Corte Suprema de Justicia con calumnias, montaje de intrigas, amenazas de referendos y hasta con una reforma a la justicia de la que todavía no renuncia para saciar su sed de venganza en una institución que se atrevió a llamar a juicio a su bien amado pariente.
En el arte de mentir, el cinismo es una práctica esencial, y en ello Uribe es medalla de oro.
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Aleluya: Por la columna de Salud Hernández sobre este tema, en El Tiempo del 17-08-08.
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SOS: corren ratas de popa a proa y de babor a estribor, señal inequívoca de que el barco se hunde.
oquinteroefe@yahoo.com
20-08-08
Por segunda vez en pocos días quedo en línea con el presidente Uribe. Claro que hay roscograma en la justicia. Es de nuevo una verdad en boca de un mentiroso que como dije en su momento, no deja de ser verdad.
Lo perverso de esta afirmación del Presidente es que la suelte con la premeditación y alevosía de quien espera en la oscuridad a la víctima elegida para asestarle de improviso y a mansalva el golpe mortal, en este caso a la Justicia a la que quiere reformar como castigo a la Suprema Corte que se le ha metido al rancho de la parapolítica.
A ningún colombiano más que a Uribe hay que creerle esa denuncia de la roscograma, pues, de eso es que sabe el iluminado paisa que según sus historiadores desde muy temprana edad vaticinó que iba a ser Presidente.
Y, por supuesto, como para ser Presidente en este país, o simplemente para ser alguien importante, no bastan los méritos sino más, y mucho más, la rosca, es obvio que el iluminado debió haber recibido clases de muy buenos maestros y haberse graduado con honores en ese roscograma que desde sus primeros pinitos como concejal de Medellín hasta la empinada cumbre de su Presidencia en los últimos seis años ha liderado.
Las noticias del momento le dan vueltas en destacados titulares y sesudos editoriales a la denuncia del Presidente como la revelación más grande que colombiano alguno haya hecho en los últimos años.
Y uno debiera lamentar aguarles la fiesta a esos hiperbólicos uribistas que ven en él al mejor presidente de todos los tiempos al decirles que la roscograma existe hace muchos años en todos los campos de la vida nacional, pública y privada.
Va para 8 años la primera edición del libro “La mentira organizada” que publiqué en noviembre de 2001. En su página 133, se narra la anécdota de la señora Maria Mercedes Cuellar, la misma que hoy es presidenta de la Asociación Bancaria, cuando en 1989, siendo directora de Planeación Nacional, al serle recomendado un joven estudiante de economía de la U de los Andes llamado Luís Carlos Valenzuela, respondió: “Si tiene nombre lo nombro”.
Claro que tenía nombre este “chino”, como dicen los bogotanos, pues, 10 años más tarde alcanzaba el cargo de Ministro de Minas y Energía prosiguiendo con marcada aceleración la privatización de las empresas energéticas del país de cuyos inversionistas, que entonces se apoderaron del patrimonio nacional, hoy, entiendo, es su ilustre consejero y asesor.
¿Quién más que Uribe puede hablar con mayor conocimiento de causa sobre roscograma, él que se ha asociado a lo más clientelista de la política para alcanzar el poder y atornillarse al cargo de Presidente mediante el chantaje, el cohecho, la corrupción y el reparto milimétrico de la burocracia nacional e internacional entre sus amigotes?
Y no hablemos de esa otra roscograma criminal del paramilitarismo que inspiró cuando era gobernador de Antioquia el hoy Presidente de esa inmensa masa de electores convertida en “comité de aplausos”, porque entramos en terrenos en donde la roscograma se convierte en asociación para delinquir y luego en impunidad, disfrazada últimamente en leguleyadas como las de “detención arbitraria” de la que se ha prendido la Fiscalía General dirigida por un hijo de la roscograma de Uribe para dejar en libertad a sujetos bañados de la cabeza a los pies en las pútridas aguas del paramilitarismo como el ex director del DAS, Jorge Noguera, de quien algún día el propio Uribe dijo que era capaz de meter las manos al fuego por él, o como en las últimas horas a su ilustre primo, Mario Uribe, por quien fue capaz de arrinconar a la Corte Suprema de Justicia con calumnias, montaje de intrigas, amenazas de referendos y hasta con una reforma a la justicia de la que todavía no renuncia para saciar su sed de venganza en una institución que se atrevió a llamar a juicio a su bien amado pariente.
En el arte de mentir, el cinismo es una práctica esencial, y en ello Uribe es medalla de oro.
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Aleluya: Por la columna de Salud Hernández sobre este tema, en El Tiempo del 17-08-08.
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SOS: corren ratas de popa a proa y de babor a estribor, señal inequívoca de que el barco se hunde.
12 de agosto de 2008
La mentira socava al uribismo
OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
12-08-08
Dos importantes contertulios, excelentes columnistas y líderes de oposición al neoliberalismo me confesaron en la mañana del martes 12 que están cansados de advertir los desaciertos de este gobierno sin resultado alguno, o mejor, con el resultado adverso de ver que mientras más se verifican los desastres en los campos económico y social la imagen de Uribe sube como espuma.
Me sumo al escepticismo de mis contertulios. No es la primera vez que me hallo a punto de tirar la toalla. Es muy difícil hacer oposición a un gobierno rodeado por un gran poder económico que a la vez es dueño de los más importantes medios de comunicación que conforman el poder mediático que también y por supuesto le rodea. No es fácil hacer oposición política a un gobierno rodeado de parlamentarios a quienes se da el lujo de ordenarles que le vayan aprobando sus proyectos mientras los meten a la cárcel. Una orden de estas, propia de capo, que huele y sabe a chantaje, sólo se le imparte a un cómplice subalterno que sabemos de antemano tiene que obedecer por plata o por miedo o por ambas cosas juntas.
Pero hay que seguir, les dije. A través de Columnistas Libres de cuya fuente me abastezco, no sólo admiro el valor de quienes han persistido en el empeño de atravesar el desierto de la oposición, sino que atisbo el viraje de importantes columnistas que han empezado a abrir los ojos, unos, ciertamente por intereses políticos de cara a las elecciones del 2010, y otros por sus propios intereses económicos que ahora ven amenazados ante la inminente explosión social que provocará la recesión que nos espera a la vuelta de este segundo semestre del 2008.
Precisamente, uno de los analistas económicos más acertados con que cuenta el país, Eduardo Sarmiento, advierte en su última columna de El Espectador (09-08-08) sobre la “insostenibilidad de la burbuja” basada en un modelo de crecimiento económico con revaluación que no genera empleo ni es sostenible.
“La revaluación indujo a las empresas a sustituir las materias primas nacionales por importadas y mano de obra por capital”, dice Sarmiento, y agrega que en los dos últimos años la tasa de desempleo crece por debajo de la población lo que hace presumir, aunque el gobierno diga otra cosa, que el paro laboral va en alza que resultará en los próximos meses proporcional a la caída de la actividad industrial y comercial que se avecina.
Quizás por este encierro de circunstancias adversas se le ve a Uribe y a sus más cercanos colaboradores muy nerviosos y desatinados. En una entrevista con Yamit Amad, el ministro de Hacienda alcanzó la paradoja de afirmar que la alta tasa de interés que mantiene el Banco de la República es buena para evitar la inflación, y cuando el periodista le pregunta que entonces por qué el gobierno la critica responde… “porque también es bueno que baje”.
El mismo Presidente está tenso. En un acto de condecoración a militares, cuando un soldado le da la mano en señal de agradecimiento, el Presidente comete el desaguisado de increparle diciendo: “¡apriete duro, sea hombre!”.
En el arte de mentir, el gobierno y sus secuaces siguen firmes. Al menos mucha gente le sigue comiendo cuento, aunque mucha de esa gente sólo sea de papel, es decir, estadísticas mágicas de las encuestadoras de bolsillo que le han hecho creer en su soberanía popular, al punto de desafiar la Ley, la Constitución y la Democracia con un referendo que le volviera a elegir sin el cohecho penalizado por la Corte Suprema de Justicia en cabeza de la hoy tristemente célebre ex representante Yidis Medina.
Los analistas cotidianos le han cazado muchas mentiras al gobierno y le agobian con sus publicaciones irrefutables. Pero una que no se han pillado y que hace parte de mis hipótesis que por desgracia todas me resultan ciertas, es que entre el Banco de la República y el gobierno se están tapando mutuamente con sus críticas el uno al otro.
En esa traición de subconsciente en que cayó el ministro de Hacienda en la entrevista con Yamit se asoma el mascaron de un embuste económico, pues, cuando el Emisor sube las tasas de interés, satisface las exigencias del modelo impuesto por el FMI y el Banco Mundial; y cuando el gobierno le increpa públicamente que no puede tomar decisiones sin oír al pueblo, lo cual es cierto como afirmé en pasado comentario titulado “Una verdad en boca de un mentiroso”, el Presidente valoriza sus acciones como defensor de los débiles (aunque en el ejemplo presente sea en defensa de los poderosos exportadores), logrando carambola a tres bandas, pues, el pueblo le aclama por berraco, capaz de darle en la cara a esos maricas (parodiando su propia expresión en uno de esos falsos positivos que montó con un fotógrafo de Palacio), en tanto que sus amos del norte le apuntalan el solio que se le mueve por mantener en Colombia la vigencia de un modelo económico, el neoliberalismo, del que el premio Nobel, Joseph Stiglitz, acaba de anunciar el fin (El Espectador, 11-08-08).
oquinteroefe@yahoo.com
12-08-08
Dos importantes contertulios, excelentes columnistas y líderes de oposición al neoliberalismo me confesaron en la mañana del martes 12 que están cansados de advertir los desaciertos de este gobierno sin resultado alguno, o mejor, con el resultado adverso de ver que mientras más se verifican los desastres en los campos económico y social la imagen de Uribe sube como espuma.
Me sumo al escepticismo de mis contertulios. No es la primera vez que me hallo a punto de tirar la toalla. Es muy difícil hacer oposición a un gobierno rodeado por un gran poder económico que a la vez es dueño de los más importantes medios de comunicación que conforman el poder mediático que también y por supuesto le rodea. No es fácil hacer oposición política a un gobierno rodeado de parlamentarios a quienes se da el lujo de ordenarles que le vayan aprobando sus proyectos mientras los meten a la cárcel. Una orden de estas, propia de capo, que huele y sabe a chantaje, sólo se le imparte a un cómplice subalterno que sabemos de antemano tiene que obedecer por plata o por miedo o por ambas cosas juntas.
Pero hay que seguir, les dije. A través de Columnistas Libres de cuya fuente me abastezco, no sólo admiro el valor de quienes han persistido en el empeño de atravesar el desierto de la oposición, sino que atisbo el viraje de importantes columnistas que han empezado a abrir los ojos, unos, ciertamente por intereses políticos de cara a las elecciones del 2010, y otros por sus propios intereses económicos que ahora ven amenazados ante la inminente explosión social que provocará la recesión que nos espera a la vuelta de este segundo semestre del 2008.
Precisamente, uno de los analistas económicos más acertados con que cuenta el país, Eduardo Sarmiento, advierte en su última columna de El Espectador (09-08-08) sobre la “insostenibilidad de la burbuja” basada en un modelo de crecimiento económico con revaluación que no genera empleo ni es sostenible.
“La revaluación indujo a las empresas a sustituir las materias primas nacionales por importadas y mano de obra por capital”, dice Sarmiento, y agrega que en los dos últimos años la tasa de desempleo crece por debajo de la población lo que hace presumir, aunque el gobierno diga otra cosa, que el paro laboral va en alza que resultará en los próximos meses proporcional a la caída de la actividad industrial y comercial que se avecina.
Quizás por este encierro de circunstancias adversas se le ve a Uribe y a sus más cercanos colaboradores muy nerviosos y desatinados. En una entrevista con Yamit Amad, el ministro de Hacienda alcanzó la paradoja de afirmar que la alta tasa de interés que mantiene el Banco de la República es buena para evitar la inflación, y cuando el periodista le pregunta que entonces por qué el gobierno la critica responde… “porque también es bueno que baje”.
El mismo Presidente está tenso. En un acto de condecoración a militares, cuando un soldado le da la mano en señal de agradecimiento, el Presidente comete el desaguisado de increparle diciendo: “¡apriete duro, sea hombre!”.
En el arte de mentir, el gobierno y sus secuaces siguen firmes. Al menos mucha gente le sigue comiendo cuento, aunque mucha de esa gente sólo sea de papel, es decir, estadísticas mágicas de las encuestadoras de bolsillo que le han hecho creer en su soberanía popular, al punto de desafiar la Ley, la Constitución y la Democracia con un referendo que le volviera a elegir sin el cohecho penalizado por la Corte Suprema de Justicia en cabeza de la hoy tristemente célebre ex representante Yidis Medina.
Los analistas cotidianos le han cazado muchas mentiras al gobierno y le agobian con sus publicaciones irrefutables. Pero una que no se han pillado y que hace parte de mis hipótesis que por desgracia todas me resultan ciertas, es que entre el Banco de la República y el gobierno se están tapando mutuamente con sus críticas el uno al otro.
En esa traición de subconsciente en que cayó el ministro de Hacienda en la entrevista con Yamit se asoma el mascaron de un embuste económico, pues, cuando el Emisor sube las tasas de interés, satisface las exigencias del modelo impuesto por el FMI y el Banco Mundial; y cuando el gobierno le increpa públicamente que no puede tomar decisiones sin oír al pueblo, lo cual es cierto como afirmé en pasado comentario titulado “Una verdad en boca de un mentiroso”, el Presidente valoriza sus acciones como defensor de los débiles (aunque en el ejemplo presente sea en defensa de los poderosos exportadores), logrando carambola a tres bandas, pues, el pueblo le aclama por berraco, capaz de darle en la cara a esos maricas (parodiando su propia expresión en uno de esos falsos positivos que montó con un fotógrafo de Palacio), en tanto que sus amos del norte le apuntalan el solio que se le mueve por mantener en Colombia la vigencia de un modelo económico, el neoliberalismo, del que el premio Nobel, Joseph Stiglitz, acaba de anunciar el fin (El Espectador, 11-08-08).
6 de agosto de 2008
Una verdad en boca de un mentiroso
OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
05-08-08
La guardia pretoriana que protege desde los tiempos de César Gaviria como ministro de Hacienda, y posteriormente como fortuito Presidente, el modelo neoliberal, ha saltado como jauría envenenada contra el presidente Uribe porque dijo en uno de esos proselitistas consejos comunales que “ninguna institución del país podía tomar decisiones sin oír al pueblo”.
La admonición del Presidente iba dirigida, como todos sabemos, contra el Banco de la República que determinó, dentro de la misma hermenéutica neoliberal, elevar las tasas de interés dizque para atacar la tendencia inflacionaria que registra el país, y que en los primeros seis meses del año se ha engullido la mezquina alza del salario mínimo que decretó el gobierno para la vigencia en curso.
Con toda la discrepancia que se pueda tener con el Presidente; incluso, con toda la repugnancia que se pueda sentir hacia el origen de su mandato y sobre su estilo gubernamental, uno, o al menos yo, debe admitir que en este caso específico, tiene toda la razón.
Si algo criticamos los ideólogos socialistas con profunda convicción, es el imperio de la tecnocracia que en el mundo neoliberal se ha impuesto por parte de unos teóricos que basados en textos de libro consideran que el mundo es plano y que lo que puede funcionar en un país desarrollado económicamente, con pesos y contrapesos más o menos establecidos, también debe funcionar en un país subdesarrollado, dominado por familias hegemónicas en lo económico y lo político.
Nada tan absurdo en la cacareada democracia como la entronización de una tecnocracia sin responsabilidad política porque su poder no lo deriva del pueblo, compuesta por unos sabiondos alquilados mental y económicamente al capitalismo salvaje, ese que adora el mercado y venera el interés particular por encima del bienestar general.
Tan férrea es su idolatría que han osado desafiar al ‘Papa’ del neoliberalismo en Colombia porque ha dicho una verdad, así quede mancillada en sus profanos labios: ninguna institución en un país democrático puede tomar decisiones sin oír al pueblo.
No podemos –no puedo- acusar primero de demagogo a Uribe (porque su admonición al emisor no pasa de ser una burda demagogia), sin hacer notar de la opinión popular que los perros que ladran a Uribe están azuzados por los organismos multilaterales que aupan teóricamente el neoliberalismo universal: FMI, Banco Mundial y CM, cabezas de playa, y por el poder financiero que ha sido puesto por ese mismo modelo por encima de todo interés divino o humano: así de simple.
Uno de esos mastines dice en su columna de El Tiempo que quedó “atónito” cuando oyó al presidente Uribe decir que ninguna institución del país podía tomar decisiones sin oír al pueblo; atónito, agregamos nosotros porque se refería al Banco de la República, y nada más.
Ese “atónito” pasó por alto otras decisiones tomadas por la institución más importante de todo país como es la Presidencia de la República “sin oír al pueblo”, que a mi y muchos otros nos han dejado atónitos, como la invasión a un país vecino para cobrar la cabeza de un guerrillero, el plagio de un símbolo internacional como la Cruz Roja y de un emblema periodístico que al menos en la suposición todavía creemos que representa neutralidad en la operación de rescate de Ingrid y cía, y más recientemente, la pena de muerte que libró con nombre propio contra unos delincuentes, cierto es, que integran lo que en el argot de la parapolítica en Colombia se conoce como “La oficina de Envigado”.
El hecho de que un mentiroso diga la verdad, puede que le reste mérito, pero no deja de ser verdad. Así, aunque haya sido dicho por Uribe, yo tengo que compartir que “ninguna institución del país puede tomar decisiones sin oír al pueblo”, y eso es lo que ha hecho desde el advenimiento del neoliberalismo en Colombia el pomposamente llamado “autónomo”, Banco de la República.
oquinteroefe@yahoo.com
05-08-08
La guardia pretoriana que protege desde los tiempos de César Gaviria como ministro de Hacienda, y posteriormente como fortuito Presidente, el modelo neoliberal, ha saltado como jauría envenenada contra el presidente Uribe porque dijo en uno de esos proselitistas consejos comunales que “ninguna institución del país podía tomar decisiones sin oír al pueblo”.
La admonición del Presidente iba dirigida, como todos sabemos, contra el Banco de la República que determinó, dentro de la misma hermenéutica neoliberal, elevar las tasas de interés dizque para atacar la tendencia inflacionaria que registra el país, y que en los primeros seis meses del año se ha engullido la mezquina alza del salario mínimo que decretó el gobierno para la vigencia en curso.
Con toda la discrepancia que se pueda tener con el Presidente; incluso, con toda la repugnancia que se pueda sentir hacia el origen de su mandato y sobre su estilo gubernamental, uno, o al menos yo, debe admitir que en este caso específico, tiene toda la razón.
Si algo criticamos los ideólogos socialistas con profunda convicción, es el imperio de la tecnocracia que en el mundo neoliberal se ha impuesto por parte de unos teóricos que basados en textos de libro consideran que el mundo es plano y que lo que puede funcionar en un país desarrollado económicamente, con pesos y contrapesos más o menos establecidos, también debe funcionar en un país subdesarrollado, dominado por familias hegemónicas en lo económico y lo político.
Nada tan absurdo en la cacareada democracia como la entronización de una tecnocracia sin responsabilidad política porque su poder no lo deriva del pueblo, compuesta por unos sabiondos alquilados mental y económicamente al capitalismo salvaje, ese que adora el mercado y venera el interés particular por encima del bienestar general.
Tan férrea es su idolatría que han osado desafiar al ‘Papa’ del neoliberalismo en Colombia porque ha dicho una verdad, así quede mancillada en sus profanos labios: ninguna institución en un país democrático puede tomar decisiones sin oír al pueblo.
No podemos –no puedo- acusar primero de demagogo a Uribe (porque su admonición al emisor no pasa de ser una burda demagogia), sin hacer notar de la opinión popular que los perros que ladran a Uribe están azuzados por los organismos multilaterales que aupan teóricamente el neoliberalismo universal: FMI, Banco Mundial y CM, cabezas de playa, y por el poder financiero que ha sido puesto por ese mismo modelo por encima de todo interés divino o humano: así de simple.
Uno de esos mastines dice en su columna de El Tiempo que quedó “atónito” cuando oyó al presidente Uribe decir que ninguna institución del país podía tomar decisiones sin oír al pueblo; atónito, agregamos nosotros porque se refería al Banco de la República, y nada más.
Ese “atónito” pasó por alto otras decisiones tomadas por la institución más importante de todo país como es la Presidencia de la República “sin oír al pueblo”, que a mi y muchos otros nos han dejado atónitos, como la invasión a un país vecino para cobrar la cabeza de un guerrillero, el plagio de un símbolo internacional como la Cruz Roja y de un emblema periodístico que al menos en la suposición todavía creemos que representa neutralidad en la operación de rescate de Ingrid y cía, y más recientemente, la pena de muerte que libró con nombre propio contra unos delincuentes, cierto es, que integran lo que en el argot de la parapolítica en Colombia se conoce como “La oficina de Envigado”.
El hecho de que un mentiroso diga la verdad, puede que le reste mérito, pero no deja de ser verdad. Así, aunque haya sido dicho por Uribe, yo tengo que compartir que “ninguna institución del país puede tomar decisiones sin oír al pueblo”, y eso es lo que ha hecho desde el advenimiento del neoliberalismo en Colombia el pomposamente llamado “autónomo”, Banco de la República.
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