OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
22-08-08
A mi me queda claro que el editorial del New York Times sobre la inconveniencia de una segunda reelección y consiguiente tercer período de Uribe en Colombia no es una simple opinión periodística sino una orden tajante del Imperio a través de su vocero oficial para que el “emperadorcito suramericano”, como una vez lo definió el presidente Correa de Ecuador, de un paso al lado.
El Times, quien lo creyera, para combatir la segunda reelección de Uribe echa mano de los mismos argumentos que en su primera reelección del 2006 esgrimió la oposición, como esa de que iba a descompensar los pesos y contrapesos propios de los regímenes democráticos, siendo derrotados por una simpleza propia de la arrogancia de Fabio Echeverri Correa, entonces poderoso asesor presidencial, que se trataba tan sólo de la reforma de un “articulito”.
El editorial del Times es muy duro contra Uribe. Le da unos golpes que seguro lo tienen grogui, aburrido y amargado porque, imaginándose uno el ego de Uribe, todo esperaba menos que tan poderoso brazo del Imperio le forzara a dejar el cargo en el 2010 cuando todavía tiene tanto que darle. Es como si el comité de deportes de Estados Unidos no volviera a inscribir en los Olímpicos del 2012 a Michael Phelps el llamado “Tiburón de Baltimore” quien acaba de ganar las 8 competencias de nado en que participó en los actuales Juegos Olímpicos, 7 de ellas con récord mundial.
Aunque para nosotros los de la oposición sean temas manidos, vale la pena entrecomillar (y leer entre líneas), algunos de los argumentos del Times, por tratarse de la opinión de uno de los más, si no el más influyente medio de comunicación de masas del mundo occidental.
“Si cambia la Constitución para que pueda permanecer (en el poder), empañará su legado y debilitará el sistema de pesos y contrapesos, esenciales para la democracia colombiana”.
La entrelínea de esta aseveración es que Uribe ya empañó su legado al reformar mediante cohecho la Constitución que le permitió su primera reelección y ya descompensó los pesos y contrapesos al alcanzar a mitad de su segundo mandato a ser nominador y consiguiente jefe político de magistrados de las altas cortes y directores de los principales organismos de control y vigilancia de la actividad pública como la Contraloría, la Fiscalía, la Procuraduría y el Defensor del Pueblo cuyo titular acaba de hacerse reelegir tras escandalosas denuncias de jugosos contratos y nombramientos con la enroscada maquinaria del uribismo en el Congreso.
“La región necesita una democracia que se afinque en instituciones fuertes. Lo que no necesita son más hombres fuertes, sin importar lo populares que sean o lo indispensables que se sientan”.
Esta afirmación del Times se parece mucho a esa malicia criolla que acuñó la frase de… “Cartas a Santander para que las entienda Bolívar”. Dése por seguro que si Suramérica no tuviera los gobiernos contestatarios de Chávez, Correa, Evo y Ortega, ese gambito de hombres fuertes por instituciones fuertes no lo estaría proponiendo la voz más autorizada del Imperio.
También decimos en el argot popular que “con tal de que se vaya aunque le vaya bien”. Por eso, dejemos que el Times le diga al mundo que si Uribe se va (…) “será recordado como el líder que sacó a Colombia del precipicio y lo puso en la ruta de la paz”. Si en algún instante de su vida Colombia ha sido más inviable es en éste; y si en algún momento ha vivido más en guerra, también es en éste. Pero doblemos esta doliente hoja.
Los mensajes subliminales de los que tantas veces hemos hablado dejan secuelas en el imaginario colectivo difíciles de superar. Y el Times es un artista en la manipulación de esa opinión que nace en el subconsciente que defendemos a muerte precisamente porque carece de razón.
Así, por ejemplo, ¿quién no defiende a muerte a un gobierno que como el de Uribe (…) “ha hecho progresos importantes en una guerra contra las brutales guerrillas izquierdistas y ha frenado la implacable violencia de Colombia. Sus índices de aprobación han alcanzado el 90 por ciento luego de la audaz operación (jaque)”, dice el editorial. Y eso pareciera justificar lo que a renglón seguido añade: que “ha demostrado poco respecto por las instituciones de la democracia colombiana”.
Como quien dice, ¿qué importa que haya acusado a la Corte Suprema de Justicia de estar políticamente motivada en sus investigaciones contra sus amigos parlamentarios juzgados por parapolíticos; que importa que haya invadido a Ecuador para matar a Reyes o que haya plagiado el emblema de la Cruz Roja para rescatar a Ingrid si el resultado ha sido el de acabar con “las brutales guerrillas izquierdistas” que al parecer del Times son brutales por ser izquierdistas y no por matar gente con la brutalidad con la que lo han hecho las brutales autodefensas derechistas?
La preocupación del Times es que la continuidad de su gran amigo Uribe en el poder, a quien una vez el presidente Chávez de Venezuela definiera como “peón del Imperio”, pueda justificar la continuidad de sus incómodos enemigos. Y si para socavarlos a sus anchas tiene que sacrificar un peón, pues, digamos que “a Peón muerto, Peón puesto”.
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