OCTAVIO QUINTERO
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27-08-08
Hay que responder ciertas afirmaciones de personajes que uno quisiera no haber conocido ni de referencias, simplemente porque si las dejamos por dentro nos reventamos.
Es el caso de José Obdulio Gaviria, el oscuro personaje que en la era de Uribe ha saltado al cúspide de la intelectualidad nacional. Confieso que antes de que apareciera bajo la axila del Presidente, yo no había oído hablar de él. Y confieso también que es habilidoso en el manejo de los temas y la filtración de las noticias que convienen al régimen. Bueno, es que tampoco debe ser muy difícil filtrar noticias en medios que uno domina desde el campo económico a través de la publicidad oficial o de obligantes recomendaciones ante altos funcionarios públicos y organismos descentralizados que luego se convierten en lustrosos nombramientos o jugosos contratos. Así cualquiera, como dicen.
Ha dicho este personaje de marras con aire sofista que el hecho de que un hermano del ministro de Interior y Justicia, quien se desempeñaba como Director de Fiscalías, haya resultado entronque importante de narcotraficantes no afecta en nada al ministro porque en el país no se puede desarrollar la tesis de la responsabilidad siamesa.
Tampoco los autores materiales e intelectuales de crímenes horrendos son, ni siquiera parientes en muchos casos; y sin embargo la justicia castiga tanto a unos como a otros. Ya nos inquirió desde el pasado remoto, sor Juana de la Cruz: “¿Quién peca más: el que peca por la paga o el que paga por pecar?”.
En Colombia, desde que empezó a desbrozarse el asalto del paramilitarismo contra las instituciones del Estado, las que terminaron por tomarse a la fuerza como es evidente hoy, se ha abierto camino la aserción jurídica de que la responsabilidad penal es individual. Eso nadie lo ha puesto en discusión. Pero lo que intenta soslayarse con ese aserto jurídico es la parte moral y ética del asunto.
En Antioquia todos sabían que “ese muchachito no daba la talla”, como dicen por allá. Y era secreto a voces que su nombramiento estaba blindado por una obligatoria recomendación de su hermano quien, antes de ser ministro, era encumbrado miembro del sanedrín uribista. Ese mismo que se da el lujo de recibir a criminales y oscuros personajes en las oficinas del Palacio Presidencial, sin que, según el propio Presidente, ello constituya delito o justifique censura social.
No son siameses los Valencia Cossio, ciertamente; pero como en el cuento del banquero que dijo que él era uno en los cócteles y otro en la presidencia del banco, a lo que su contertulio le respondió… “¡Pero que par de H.P. tan parecidos!”, Guillermo León cuenta con tal respaldo de Fabio, que tuvo el cinismo, claro que a esto José Obdulio le dirá valor, de llamar a la Fiscalía, según testimonio radial del propio Fiscal General, a pedir que le dieran una segunda oportunidad a su hermano.
Si la misma tesis de la responsabilidad individual en los casos penales se aplicara a los hijos de los narcotraficantes, entonces ¿por qué, pregunto, sin que constituya defensa de oficio, se han aislado, perseguido social, política y económicamente a los hijos, hermanos, esposas y hasta queridas de narcotraficantes como Pablo Escobar y los Rodríguez Orejuela?
Seguramente José Obdulio tendrá una respuesta, también socrática a ello. Cuando uno se impone el oficio de corromper la moral pública, y si fuera de eso le pagan, su cerebro trabaja las 24 horas en busca de ardides ilustres que convencen más por las condiciones en que se imponen que por los argumentos con que se explican.
¿Pero qué más se puede esperar en un Estado mafioso como el que arropa a Colombia? Si el propio Presidente tiene un hermano cuestionado y proviene de un Papá cuestionado?; ¿Si tuvo de Canciller a quien se dijo era su amante, hermana a la vez de un notable parapolítico, Álvaro Araújo, hoy preso, e hija de un cacique de Valledupar, Álvaro Araújo Noguera, hoy prófugo de la Justicia?; ¿Si el mismo Director de la Policía Nacional, general Naranjo, tiene un hermano preso en Alemania por narcotraficante?; ¿Si tuvo como jefe de la Policía Secreta (DAS) a un paramilitar encubierto, que le fabricó atentados al entonces candidato Uribe para elevarle las encuestas, por quien el Presidente dijo que metía las manos al fuego, y quien anda en libertad, no por inocente sino por fallas de procedimiento en su juzgamiento?.
Por eso y por mucho más… ¿Qué más da que el ministro de Interior y Justicia, Fabio Valencia Cossio, tenga un hermano entroncado con el narcotráfico?. Eso viene a ser lo lógico en un gobierno de mafiosos, y por eso es que digo que la explicación de José Obdulio sobre la versión siamesa suena sofista, por lo lógica.
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