Paradójicamente los prosélitos del Partido Conservador y los movimientos uribistas tienen en sus manos la decisión de elegir el próximo domingo a los candidatos presidenciales del liberalismo y del Polo.
Mientras a la consulta para seleccionar candidatos presidenciales no acudan todos los partidos y movimientos con vocación de poder, los resultados no pueden ofrecer garantías confiables. Así, cualquiera de los que quedan con las manos libres, pueden votar por el candidato del contrario que le resulte más conveniente, de cara a la siguiente elección presidencial.
Algo parecido ocurrió en el 2006 con la candidatura presidencial del hoy gobernador de Santander, Horacio Serpa, arduamente luchada en la respectiva consulta frente a sus copartidarios Rafael Pardo, Rodrigo Rivera y Andrés González, dado que el conservatismo y los movimientos uribistas apoyaron a sus contendores de turno con el sólo propósito de debilitarlo y hacerlo quedar ante la opinión pública como un retador sin peso específico para combatir por el cetro ante el campeón de los pesos pesados. Como diría hoy el propio Serpa, resultó ser una pelea de toche con guayaba madura.
Si yo fuera uribista (y Dios me guarde), probablemente tendría mucho interés en estos momentos en salir el domingo a votar en la consulta de los partidos Liberal y del Polo.
Y la decisión sería de simple lógica: Si voto por Pardo, a pesar de que nos está sacudiendo algunos cueros, esto es como en las carreras de caballos: basta mirar su retrospectiva para darnos cuenta de que se trata de un pura sangre del régimen, proveniente de las aras de Gaviria, Samper, Pastrana y el mismo Uribe. En algún instante este magnífico ejemplar tendrá que sacar su casta y volver por sus fueros. Pardo sería mi apuesta.
Si miro al Polo, la elección sería Petro. Su voltereta de hace justamente dos años en célebre reportaje a la revista Cambio (10.09.07), en donde afirma que (…) “La lucha del Polo no debe ser contra Uribe”, me deja tranquilo; no porque piense que puede ganarle al favorito de todas las estadísticas, sino porque con su eventual candidatura, yo, con mi voto, puedo matar dos pájaros con una piedra: saco de taquito a Gaviria, ese “sucio” chavista, y dejo al Polo ahí sí al borde del ‘nock out’, en manos de un candidato que ya viene de regreso al redil por el camino del “todo vale”, inclusive dispuesto a hacer alianzas con los explotadores sociales de siempre. Del tercer candidato del Polo, ni del nombre me acuerdo ni falta que hace.
Sobre los otros precandidatos liberales, pues sí, muy querido Héctor Elí pero, como dicen los mismos boyacenses, no tiene carne pa’ un tamal; Alfonso López Caballero, da grima que la casa de dos ex presidentes haya puesto su divisa en manos de un petardo… “heredero de una gloria que le aplasta”. Cecilia López… ¿cuántas oportunidades le ha dado el establecimiento como ministra, como directora de planeación y nada de nada; o sí?
En la consulta del próximo domingo, Salvo Gaviria, a quien los movimientos uribistas y el conservatismo pueden fácilmente neutralizar –y pienso que lo van a hacer- todos los demás no pasan de ser harina del mismo costal.
Como diría Votaire “Piensa mal y acertarás”. Y aquí y ahora se me ocurre pensar que salvo el ex magistrado, todos los demás precandidatos parecen burdas hormas de alguien que pretende hacernos ver a Uribe como efectivamente el de la “inteligencia superior” necesaria para conducir a Colombia –pienso yo-, finalmente al abismo.
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