Bueno: o no sabemos de política quienes nos las damos de analistas; o la política no se inscribe en el reino de lo racional. Pero no es lógico que el presidente Uribe, sin un solo resultado importante de tipo económico o social, siga en la mira de una inmensa opinión pública, según las encuestas.
Si votar por tal o cual candidato fuera una decisión personal, el Presidente no debiera tener tanta opción popular en medio de tantos millones de desempleados; de tantos millones de pobres que han venido creciendo a pesar de que el Presidente ha gobernado en unos esplendorosos años de bonanza económica, y en medio tantos golpes sociales como los que Uribe le ha infringido a la clase menos privilegiada del país. Mejor dicho, es que Uribe no debió haber sido Presidente de Colombia ni la primera vez, si los colombianos más necesitados de la ayuda del Estado hubieran sido capaces de discernir que no podía ejercer un buen gobierno quien como senador de la república había dado el golpe de gracia con la Ley 100 a lo más sensible de la población: la salud.
Esto se puede analizar por partes:
La política hoy en día ya no se rige tanto por principios ideológicos como por motivos económicos. En este orden de ideas, la fuerte opinión uribista está soportada en quienes derivan del régimen pingues ganancias, bien desde la burocracia o desde ciertos negocios que como los de la salud y la educación han caído en manos de unas familias privilegiadas, empezando por la del propio Presidente.
Es apenas obvio que si ello es así, esas élites no quieran soltar la teta.
En la parte burocrática, sí que habría motivos para que la “seguridad democrática” se quedara “otro ratico”, como acaba de manifestarlo el propio Presidente.
Piénsese no más en la burocracia castrense que se mueve alrededor de un jugoso presupuesto nacional, buena parte de él sin control fiscal, porque hace parte de secretos de Estado como por ejemplo los muchos millones de dólares que se mueven a través del Plan Colombia o Plan Patriotas; la compra de armas y equipos de guerra: barcos, lanchas, helicópteros, camiones, tanques; las cuantiosas partidas presupuestales que discrecionalmente se destinan para mantener el “cartel de los sapos” o los zánganos que se han enquistado en esa torta burocrática como desplazados, reinsertados y “Familias en Acción”, programa a través del cual se ha venido introduciendo una cultura pordiosera en las gentes que encuentran más fácil vivir de dádivas oficiales que del esfuerzo propio del trabajo y el emprendimiento.
Debe haber mucho uribismo también alrededor de las obras públicas. Lo poco que se ha logrado filtrar de la corrupción en este campo, lo último en Inco, por ejemplo, es índice de que poderosos empresas y familias quieren mantener sus privilegios. El último escándalo del Ministerio de Agricultura con su programa “Agro, ingreso seguro”, también nos dice que los poderosos agricultores cobraron caro su apoyo, o al menos su silencio, sobre la entrega del agro colombiano a los intereses de Estados Unidos. Y si quiere entrar a otra “cueva de Rolando”, métase en la educación. Y más adentro, en lo que parece caminar ya sobre el filo de lo penal, piénsese en la parapolítica, el paramilitarismo, el narcotráfico y los juegos de suerte y azar, todos productores de fabulosas ganancias, tributarias a su vez de los intereses uribistas que controlan el poder.
Podemos dejar de lado el DAS y, quizás, otros sutiles manejos del uribismo a través del Congreso, la Procuraduría, la Contraloría y la Fiscalía General; o del sector financiero a través de decisiones del Banco de la República o de los medios de comunicación con la jugosa propaganda oficial y las decisiones de la Comisión Nacional de Televisión, todas impulsadas por el índice del uribismo.
Sí, en efecto, tenemos que admitir que hay mucho uribismo habilidosamente mostrado en encuestas que siempre encuestan a estos privilegiados del régimen que, como también vivimos en un mundo de oportunistas, “jalonan” a la masa de gente que, por instinto, cada quien quiera estar entre los primeros y con el primero.
Ahora, después de comprobar esta abrumadora masa de opinión uribista (¡el 63%!), según la última encuesta de la FM y Radio Sucesos RCN, sólo se me ocurre decir:
Bien aventurados aquellos que no saben de qué mueren porque de ellos será el reino de la ingenuidad.
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