18 de junio de 2008

El amo quiere nuevo esbirro

OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com

Cuando los contradictores empiezan a coincidir en sus tesis, sin que nada fundamental haya cambiado en el campo de la discusión, es porque alguno de ellos está intentando confundir al enemigo para tenderle alguna trampa. No puede haber coincidencias en la forma sin que en el fondo las cosas hayan cambiado, o sin que una de las partes que antes veía bien lo que estaba mal haya empezado a ver mal lo que siempre estuvo mal. Esto es de Perogrullo.
El cuento viene al caso porque el presidente de la Andi, Luís Carlos Villegas, vocero preclaro del neoliberalismo en los últimos 12 años en que ha presidido la poderosa organización del sector privado colombiano, curiosamente ahora le parece equivocada la política monetaria y cambiaria del Banco de la República y se opone, además, a la reelección del presidente Uribe.
En el reportaje a Yamid en el diario El Tiempo, Villegas dice dos cosas contundentes: 1) Que una eventual segunda reelección de Uribe “no es conveniente ni para las instituciones, ni para el país ni para él”; y, 2) Que el Banco de la República no puede circunscribir su política monetaria al mero propósito de controlar la inflación.
En el punto primero, uno debiera pensar que el conductor de la ANDI ha empezado a ver mal lo que siempre estuvo mal, como oportunamente fue subrayado por quienes siempre vieron muy bien que este gobierno de Uribe lo estaba haciendo muy mal y que, por tanto, reelegirlo era refrendar en lo económico al neoliberalismo y en lo político al fascismo.
En el punto dos, el líder gremial nos intenta descubrir lo que desde hace años Eduardo Sarmiento y otros han venido repicando en diversas formas: que el Banco de la República no está sólo para combatir la inflación sino también para propender conjuntamente con el gobierno nacional por el buen desempeño de la economía en general, función constitucional que contraviene alcahueteado por el mismo gobierno,
En el punto uno, hubiera resultado muy valioso que este magnate del sector privado hubiera visto que la reelección del presidente Uribe provocaba una fisura muy profunda en una democracia basada en pesos y contrapesos precisamente derivados de la no reelección presidencial, ni inmediata ni posteriormente.
Cuando los analistas advirtieron esto, salió el rey de los diminutivos, Fabio Echeverri, por entonces poderoso asesor presidencial de Uribe, a decir que se trataba tan solo de la reforma de un “articulito”… Un “articulote”, diríamos ahora, que le ha permitido a Uribe cooptar la Corte Constitucional, el Consejo Superior de la Judicatura, la Fiscalía, el mismo Banco de la República, la Contraloría y ene mil instancias menores que han puesto el poder en manos de quien sí sabe muy bien para qué es el poder.
En el punto dos, también le estaría muy agradecido el país laboral al presidente de la ANDI que desde un comienzo hubiera dicho que (…) “El Banco (emisor) no puede usar el debate constitucional como escudo para no mirar la economía completa. También tiene que preocuparle no frenar el crecimiento económico, no quebrar exportadores, no desestimular el empleo. ¿Qué gana con pasar el año con aclamación por tratar de controlar la inflación, mientras sus medidas quiebran empresas y conducen el desempleo a niveles que no tienen antecedentes? Además, tampoco va a lograr controlar la inflación”.
Pues, mi querido Villegas, esto es lo que usted y su gremio han venido aplaudiendo desde 1992 en que la flamante autonomía del Emisor sólo ha servido para cambiar una inflación de un dígito por un desempleo de dos dígitos que persiste a pesar de los continuos cambios de metodología en la medición del Dane para enmascarar las cifras y ocultar el problema. Lo anterior sin tener en cuenta que con el auspicio del gobierno y el aplauso empresarial, el Emisor ha venido malévolamente proyectando anualmente una inflación que siempre resulta superior a la proyección pero que sirve para determinar a priori el incremento salarial del mínimo con lo que, hasta donde se estableció la última cuenta, entre el Emisor, el gobierno y los empresariales le han robado a los trabajadores aproximadamente 12 puntos de su ingreso real en los últimos años en gracia de anclar una inflación baja merced al empobrecimiento general de la clase laboral.
Lo que pasa es que ahora, como el asunto toca directamente con el interés de una parte empresarial que siempre ha derivado su eficiencia de un dólar al alza y una mano de obra a la baja, ya no ve bien que el emisor “pase el año” con una inflación baja a costa de quebrar empresas en vista de que ya no tiene de donde seguir quebrando salarios. En cuanto a que se oponga a la reelección de Uribe, no parece que sea una ardorosa defensa de la democracia, como se presenta en el reportaje de Yamid sino, más bien, que en estos seis años de Uribe y los dos que le faltan, la poderosa empresa privada colombiana se da por bien servida y necesita una nueva ubre más laxa y fácil de ordeñar.
Lo anterior, que a primera vista parece elucubración ingeniosa, quedó dos días después de publicado el reportaje de Villegas en El Tiempo, prácticamente confirmado al revelar Humberto López, un periodista antioqueño que de tiempo atrás goza de la confianza de la poderosa empresa paisa, que los “cacaos”, como una vez los llamó el ex presidente López Michelsen, han venido quitándole el apoyo a Uribe. En una de sus muy picantes notas del diario El Mundo, de Medellín, el periodista reveló que desde hacía varias semanas “se venía diciendo en voz baja que andaba una carta firmada por grandes cacaos en la cual se expresaba opinión sobre un nuevo período presidencial para el abogado Uribe Vélez. Pero la carta no aparecía El domingo pasado, sin embargo, el dirigente gremial Luís Carlos Villegas, quien ha sido un leal compañero de la Casa de Nariño en muchos momentos complejos, fue enfático en señalar que ni si quiera a Uribe Vélez le conviene otra reelección. El extenso reportaje hecho por Yamit Amat en el diario El Tiempo, marca el pensar de los cerca de 1.000 industriales que agrupa en todo el país la sexagenaria Andi, pues Villegas se abstuvo de señalar que dicha opinión fuese personal. Pero tampoco dijo si era el pensar del Consejo Gremial que dirige el pereirano presidente. El reportaje despeja también el pensamiento del influyente Sindicato Antioqueño, el más leal grupo de afiliados que tiene la Andi en todo el país”.
Por eso es importante tener en cuenta que este cambio de opinión del presidente de la ANDI no apunta a que sea necesario cambiar las reglas del juego económico, político y social del país, sino que uno de los jugadores, los usufructuarios del modelo económico y de la seguridad democrática, quiere cambiar de tallador para refrescar la mano.
El 26 de febrero advertimos, en una columna que se intituló “Se soltaron los perros”, que ciertos reclamos de neoliberales como Hommes, Montenegro y Juan Camilo contra algunas medidas económicas de Uribe, más parecían un azuzar de perros. Pues, el reportaje de Villegas lo que advierte es que tras los latidos de los perros, el amo ha ordenado al esbirro salir a ver quién anda por ahí.

Vamos a ver
Para quienes gusten atar cabos, van a poder confrontar estas lúcidas apreciaciones de última hora del presidente de la ANDI con la nueva tesis sobre desarrollo económico elaborada por el talentoso analista Eduardo Sarmiento, quien, a pesar de ser ingeniero, se mueve como pez en el agua en los abruptos terrenos de la teoría y la praxis económica.
Sarmiento, quizás el más célebre y persistente contradictor del neoliberalismo a nivel latinoamericano, no sólo como veterano columnista del diario El Espectador, sino como académico, conferencista y escritor (autor de 17 libros), lanza el próximo martes, 2 de julio, en la sede de la Biblioteca Nacional de Bogotá, su último libro: “Economía y globalización”.
Es, según el mismo Sarmiento, la concreción del “Modelo propio”, su anterior libro, en el que ya vislumbraba el paso de su estado crítico al propositivo.
En este último trabajo, Sarmiento precisa su modelo propio de desarrollo económico y social específico para Latinoamericana en tres aspectos clave:
1.- Una política macroeconómica basada en un banco central no autónomo obligado a coordinar sus políticas crediticia, monetaria y cambiaria con el resto de la economía nacional.
2.- Un desarrollo industrial apoyado en el aprendizaje en el oficio, la conciliación del mercado interno y externo y la integración económica latinoamericana.
3.- Una política pública que le de prioridad a la equidad sobre la eficiencia.
El gran mérito de este portentoso trabajo intelectual de Sarmiento es que se anticipa a lumbreras internacionales como Paul Krugman y el Nobel Stiglitz en cuanto estos se han quedado en la etapa crítica del modelo sin proponer a cambio nada. En cambio Sarmiento, tras demostrar el error en la teoría del modelo neoliberal, plantea en “Economía y globalización” el nuevo modelo alternativo, o modelo propio, como algunos preferimos seguir llamando, que debiera servir a los gobiernos de tendencia socialista como los de Chávez, Correa, Morales y Ortega, entre otros, para afianzar su política económica interna de cara a la construcción del “Socialismo del siglo XXI”.
Esta última obra de Sarmiento avanza en el trabajo de identificar las falencias de las teorías convencionales neoclásicas, y sobre esa base construye nuevas concepciones, entre otras la muy novedosa de poner el énfasis de toda la administración pública en la equidad y no en la eficiencia, algo que en la Constitución del 91 en Colombia se dejó en equilibrio lo que le ha permitido a los distintos gobiernos, de Gaviria en adelante, avanzar en el desmonte del Estado y en la privatización a rajatabla y a precios de gallina vieja de todo el patrimonio público.
Por eso es que cuando ahora se ven a inspiradores o ejecutores de ese modelo, como en el caso colombiano a los Hommes, Juan Camilos y Montenegros, y a voceros de la empresa privada como el presidente de la ANDI, poniéndose del lado de la crítica al modelo, sin un previo mea culpa, uno lo que intuye es que quieren correrse un poco a la izquierda de la derecha pero sin llegar siquiera al centro.
Vamos a ver estos qué tanto aplauden la obra de Sarmiento; vamos a ver qué tanto le juegan a la desautonomización del Banco de la República, al desarrollo industrial basado en el aprendizaje y no en la maquila y a la prioridad de la equidad sobre la eficiencia, lo que de paso significaría no volver a tocar a la baja los salarios como vía de competitividad industrial y comercial, y entonces sí podrá apreciarse su sinceridad sobre las críticas al Emisor y su oposición a la reelección de Uribe. Mientras tanto, no pasan de ser patrañas mediáticas armadas para ir preparando el relevo de Uribe para que, como en el Gato Pardo, “todo cambie sin que cambie nada”.

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