OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
Se atribuye al legislador ateniense, Solón (638 – 558 a.C.) la invención de la democracia, ideada por este portento griego para acabar con la tiranía que dominaba por entonces el mundo civilizado conocido.
Sólo tres reformas introdujo Solón en la praxis política de su tiempo:
1) Le dio poder a los ricos para que pudieran compartir con los aristócratas el control del gobierno con el fin de que la gente de plata pagara con gusto las contribuciones que se requerían para sostener el Estado.
Entre paréntesis, esta medida, que lo que buscaba era equilibrar el poder político, implicaba también otro gran invento: el de la política tributaria. Pero esto no viene al caso ahora.
2) Exoneró a los pobres de pagar impuestos, pero al mismo tiempo se les mantuvo fuera del control del gobierno y, en cambio, les otorgó derecho de voto con lo cual pudieron participar en la elección de los Magistrados.
Dos reflexiones ameritan este segundo punto: a) Introdujo la equidad tributaria y b) entrega a la mayoría de electores, que son los pobres, la capacidad de decidir quién los va a gobernar.
3).- Poder decidir quién lo va a gobernar a uno, constituyó la tercera reforma que más que política fue moral, pues, resulta obvio que por esta vía empezaron a llegar a los cargos públicos de la gran Atenas la gente más capacitada profesionalmente, y al mismo tiempo la más honrada, la más pulcra o transparente, como se dice hoy.
Uno pudiera sostener con toda razón que la democracia aplicada por Solón, más que un sistema político (que lo es, y por supuesto), era un sistema moral que implicaba al mismo tiempo ética en las funciones públicas y equidad en la distribución del poder y sostenimiento del Estado.
Eso es lo que se nos está acabando, decimos, quienes todavía creemos que el Estado colombiano se puede rescatar de las garras de lo que un embajador gringo definió con toda crudeza y gran acierto “narcodemocracia”.
Por eso tenemos un ministro de Interior y Justicia cuyo hermano del alma andaba en sociedad con narcotraficantes y paramilitares; por eso un bandido, que por donde quiera que ha pasado: el Seguro Social, la Contraloría de Bogotá y la Cámara de Representantes ha salido escabulliendo el Código Penal, quien ahora, propuesto por el propio Presidente de la república, resulta elegido magistrado del Consejo Superior de la Judicatura; por lo mismo se pudo tener de Canciller a una hija de prófugo de la justicia y hermana de parapolítico y, para cerrar los ejemplos sin agotar por supuesto la abundante lista de casos, pudo ser Canciller quien birló los intereses de miles de pobres en un sonado caso conocido como el de Chambacú, tan sólo porque en un acto heroico se le voló a las Farc, justo días después de que su caso prescribiera ante los tribunales.
Esto que enumero son apenas las primeras pústulas que afloran del apestado cuerpo de la democracia colombiana, una democracia que perdió su contenido principal impregnado por el legislador ateniense: la moral.
De ahí en adelante, no vale la pena seguir hablando. Mientras a los altos cargos públicos puedan llegar personas con pasados tan oscuros como el del propio jefe de Estado; y la filosofía de Estado sea conducida por un cínico como José Obdulio, él también untado hasta los tuétanos de narcotráfico, ¿qué más da que el ministro del Interior sea quien es y tenga la misión, con esa tan discutida autoridad moral, dizque de impulsar en el Congreso (ah, un Congreso también corrompido), una reforma política y otra de la justicia dizque para purificar las costumbres de la democracia colombiana?
Esto no puede tomarse sino como un chiste en el campo internacional o como la más profunda sima moral a la que ha caído la sociedad colombiana.
Y esos nosotros, gobernados por quienes estamos, somos los que lanzamos anatemas contra un gobierno porque algunos de sus conciudadanos consideraron motu proprio levantarle un altar en Venezuela a Tiro Fijo, a ese que, en principio, se rebeló contra ese gobierno de entonces que empezó a subvaluar lo más esencial de cualquier sistema democrático que no viene a ser el respeto a la ley (que lo es, y por supuesto), sino la preservación de los valores éticos y morales porque es lo que nos protege de llegar a ser gobernados por unos bandidos que hacen las leyes acorde con sus principios y luego exigen que se las cumplamos.
Contra esa tiranía se levantó Solón y legó al mundo algo que, 2.600 años después, otro gran pensador contemporáneo, Fukuyama, sin que lo compartamos pero también en vía de ejemplo, llegó a decir que era “el fin de la historia”.
Dejar sin su esencia a la democracia es, por sustracción de materia, retornar a la tiranía.
El primer signo real del fin de la humanidad será su desintegración social. A partir de entonces, nada ni nadie podrá hacer nada por salvarla de su extinción final. Tal como se lucha por preservar lo más intacto posible los recursos naturales, el medio ambiente, la flora y la fauna del mundo, debemos luchar por mantener la integración sociaL y la solidaridad entre los seres humanos. ¡ESA ES LA IDEA! HAGÁMOSLE Octavio Quintero
30 de septiembre de 2008
26 de septiembre de 2008
Obama & McCain: es lo mismo
OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
29-09-08
Tras el primer debate televisivo que hemos visto entre Obama y McCain, los gobiernos latinoamericanos que van por la senda del Socialismo del Siglo XXI no debieran esperar mucho del relevo presidencial que se avecina en Estados Unidos. Gane quien gane, Obama o McCain, el sistema capitalista del Imperio es la esencia del Estado.
Estados Unidos vive desde antes, y hoy más que nunca de la especulación financiera y de la industria y el comercio que depende y requiere sobre todo de la explotación laboral. Y eso lo saben y defienden a ultranza y al unísono gobierno, instituciones y sociedad civil, esta última que lo consiente en tanto en cuanto sea allende sus fronteras.
Esperar un cambio importante en ese sentido, sería tanto como pensar que los países de la OPEP han pensado siquiera en renunciar a la explotación petrolera por razones ecológicas o que los ingleses, por austeridad, van a licenciar a la reina Isabel.
Las campañas políticas en Estados Unidos no se libran en términos ideológicos, como se están librando las batallas políticas en estos momentos en países como Venezuela, Ecuador y Bolivia, que cabalgan en el ojo del huracán con sus reformas políticas y sociales; o como se acaban de librar los debates presidenciales en Nicaragua con Ortega y más recientemente en Paraguay con Lugo. O como desde hace años ya, algo se le restó al predominio capitalista en Chile, Argentina y Brasil con la elección de gobiernos menos comprometidos con el libre mercado que quienes les precedieron. O en la forma tan ardorosa como la incipiente izquierda colombiana combate la rancia derecha que se entronizó en el país al final del ya lejano y añorado gobierno de Alfonso López Pumarejo (1936), y que en este largo régimen de Uribe aprieta como cincha y punza como espuela.
Las sucesiones presidenciales en Estados Unidos son como los cambios de guardia en el Palacio de Buckingham: sólo ceremonia.
Es probable que muchos de nosotros, emocionalmente, prefiramos ver en el Salón Oval a Obama que a McCain: quizás porque es afrodescendiente, o por joven y simpático y, lo más seguro, porque no es de la cuerda de Bush, ese carnicero próximo a retirarse a su rancho en Texas con más de un millón de muertos a las espaldas.
Con Obama pasa lo que pasó con Kennedy, que muchos de nosotros todavía lloramos como si fuera deudo propio, y fue Kennedy precisamente, quien propuso y financió las primeras autodefensas en Colombia para combatir desde la periferia del Estado de derecho a esos ‘bandidos’ de Marquetalia que, con Tiro Fijo a la cabeza, no se dejaron robar de un pelotón de uniformados ni las gallinas ni sus mujeres.
Y si el ejemplo resulta muy parroquial (que lo es), entonces téngase en cuenta que la Alianza para el Progreso, de cuya paternidad nadie duda, no fue más que una profundización de la injerencia e intervención de Estados Unidos en los asuntos internos de los países latinoamericanos.
Y así sucesivamente: desde el “Destino Manifiesto” hasta “la Guerra Preventiva”, Estados Unidos es un Imperio y sus gobiernos, por ende, imperiales. Por tanto, téngase presente que Obama o McCain, sea quien sea, proseguirá la senda neoliberal que emprendió el Imperio desde el 70 con Reagan y que continuaron profundizando distintos gobiernos republicanos y demócratas, y en especial tras la caída del Muro de Berlín, “todos a una” como en Fuente Ovejuna.
Y si me apuran, diría que en la presente crisis financiera, cuya apreciación parece ser la mayor diferencia que perciben los electores norteamericanos entre Obama y McCain, tienen más responsabilidad los demócratas que los republicanos, aunque Obama en este primer debate haya dicho lo contrario y McCain haya tenido que callar por aquello de que, como decimos por acá, “la ropa sucia se lava en casa”.
Aparte de que fue en el gobierno del venerable Clinton donde se echaron a andar los TLC, último asalto del capitalismo salvaje sobre los despojos dejados por libre mercado emprendido desde Reagan, también fue en este libidinoso mandato que se soltaron las amarras del sector financiero con la derogación de la Ley Glass-Steagall de 1929 que puso freno a la especulación financiera de entonces que produjo la Gran Depresión.
Y para que no quede ninguna duda de que la debacle del sistema financiero estadounidense es asunto de ambos partidos, no sólo porque tanto Obama como McCain han recibido cuantiosos millones de dólares para sus campañas de esas mismas empresas que ahora van a la bancarrota, sino porque la irresponsable liberación del sector financiero con que Obama puyó a McCain en el primer debate al atribuírsela exclusivamente al gobierno de Bush, fue propuesta desde el inicio del gobierno de Clinton por el entonces Secretario del Tesoro Robert Rubin, hoy poderoso asesor en temas económicos de Obama e impulsada en el Congreso por el senador republicano, Phil Gramm, uno de los principales asesores de McCain.
La lucha por la independencia de Latinoamérica, la que impulsa con vigor y entusiasmo, y también a veces con mucha imprudencia, el presidente venezolano Hugo Chávez, no tendrá respiro con Obama o McCain porque, como lo dijo el Libertad Simón Bolívar: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”.
oquinteroefe@yahoo.com
29-09-08
Tras el primer debate televisivo que hemos visto entre Obama y McCain, los gobiernos latinoamericanos que van por la senda del Socialismo del Siglo XXI no debieran esperar mucho del relevo presidencial que se avecina en Estados Unidos. Gane quien gane, Obama o McCain, el sistema capitalista del Imperio es la esencia del Estado.
Estados Unidos vive desde antes, y hoy más que nunca de la especulación financiera y de la industria y el comercio que depende y requiere sobre todo de la explotación laboral. Y eso lo saben y defienden a ultranza y al unísono gobierno, instituciones y sociedad civil, esta última que lo consiente en tanto en cuanto sea allende sus fronteras.
Esperar un cambio importante en ese sentido, sería tanto como pensar que los países de la OPEP han pensado siquiera en renunciar a la explotación petrolera por razones ecológicas o que los ingleses, por austeridad, van a licenciar a la reina Isabel.
Las campañas políticas en Estados Unidos no se libran en términos ideológicos, como se están librando las batallas políticas en estos momentos en países como Venezuela, Ecuador y Bolivia, que cabalgan en el ojo del huracán con sus reformas políticas y sociales; o como se acaban de librar los debates presidenciales en Nicaragua con Ortega y más recientemente en Paraguay con Lugo. O como desde hace años ya, algo se le restó al predominio capitalista en Chile, Argentina y Brasil con la elección de gobiernos menos comprometidos con el libre mercado que quienes les precedieron. O en la forma tan ardorosa como la incipiente izquierda colombiana combate la rancia derecha que se entronizó en el país al final del ya lejano y añorado gobierno de Alfonso López Pumarejo (1936), y que en este largo régimen de Uribe aprieta como cincha y punza como espuela.
Las sucesiones presidenciales en Estados Unidos son como los cambios de guardia en el Palacio de Buckingham: sólo ceremonia.
Es probable que muchos de nosotros, emocionalmente, prefiramos ver en el Salón Oval a Obama que a McCain: quizás porque es afrodescendiente, o por joven y simpático y, lo más seguro, porque no es de la cuerda de Bush, ese carnicero próximo a retirarse a su rancho en Texas con más de un millón de muertos a las espaldas.
Con Obama pasa lo que pasó con Kennedy, que muchos de nosotros todavía lloramos como si fuera deudo propio, y fue Kennedy precisamente, quien propuso y financió las primeras autodefensas en Colombia para combatir desde la periferia del Estado de derecho a esos ‘bandidos’ de Marquetalia que, con Tiro Fijo a la cabeza, no se dejaron robar de un pelotón de uniformados ni las gallinas ni sus mujeres.
Y si el ejemplo resulta muy parroquial (que lo es), entonces téngase en cuenta que la Alianza para el Progreso, de cuya paternidad nadie duda, no fue más que una profundización de la injerencia e intervención de Estados Unidos en los asuntos internos de los países latinoamericanos.
Y así sucesivamente: desde el “Destino Manifiesto” hasta “la Guerra Preventiva”, Estados Unidos es un Imperio y sus gobiernos, por ende, imperiales. Por tanto, téngase presente que Obama o McCain, sea quien sea, proseguirá la senda neoliberal que emprendió el Imperio desde el 70 con Reagan y que continuaron profundizando distintos gobiernos republicanos y demócratas, y en especial tras la caída del Muro de Berlín, “todos a una” como en Fuente Ovejuna.
Y si me apuran, diría que en la presente crisis financiera, cuya apreciación parece ser la mayor diferencia que perciben los electores norteamericanos entre Obama y McCain, tienen más responsabilidad los demócratas que los republicanos, aunque Obama en este primer debate haya dicho lo contrario y McCain haya tenido que callar por aquello de que, como decimos por acá, “la ropa sucia se lava en casa”.
Aparte de que fue en el gobierno del venerable Clinton donde se echaron a andar los TLC, último asalto del capitalismo salvaje sobre los despojos dejados por libre mercado emprendido desde Reagan, también fue en este libidinoso mandato que se soltaron las amarras del sector financiero con la derogación de la Ley Glass-Steagall de 1929 que puso freno a la especulación financiera de entonces que produjo la Gran Depresión.
Y para que no quede ninguna duda de que la debacle del sistema financiero estadounidense es asunto de ambos partidos, no sólo porque tanto Obama como McCain han recibido cuantiosos millones de dólares para sus campañas de esas mismas empresas que ahora van a la bancarrota, sino porque la irresponsable liberación del sector financiero con que Obama puyó a McCain en el primer debate al atribuírsela exclusivamente al gobierno de Bush, fue propuesta desde el inicio del gobierno de Clinton por el entonces Secretario del Tesoro Robert Rubin, hoy poderoso asesor en temas económicos de Obama e impulsada en el Congreso por el senador republicano, Phil Gramm, uno de los principales asesores de McCain.
La lucha por la independencia de Latinoamérica, la que impulsa con vigor y entusiasmo, y también a veces con mucha imprudencia, el presidente venezolano Hugo Chávez, no tendrá respiro con Obama o McCain porque, como lo dijo el Libertad Simón Bolívar: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”.
25 de septiembre de 2008
El capitalismo en su hoguera
OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
25-09-08
Ahora resulta que los neoliberales que profesan la anarquía del libre comercio convienen en admitir la intervención del Estado cuando de salvar sus trapisondas financieras se trata.
“Dejar hacer, dejar pasar”, es bien venido cuando festinan los recursos de la economía en su beneficio propio. Pero cuando la burbuja hace pum, el Estado, ese Estado que redujeron a la impotencia a somatén de sus teorías del libre mercado debe salir ahora a socializar las pérdidas mientras ellos se retiran a sus cuarteles de invierno a disfrutar sus réditos mientras las aguas vuelven a sus cauces.
Muchos ejemplos han pasado en estos aciagos años del neoliberalismo cuando las crisis financieras de México, Argentina, Brasil y Colombia, los gobiernos de la época, neoliberales por supuesto, salieron al rescate de la banca que una vez saneada, volvieron a entregar a los tiburones del mercado a precios de gallina vieja, como en Colombia, por ejemplo, con los bancos de Colombia, Granahorrar, Popular, Bogotá, Megabanco y Ganadero, entre otros que recuerde a vuelo de pájaro y que hoy están de nuevo en manos privadas después de consumir más de 12 billones del presupuesto nacional en su salvamento.
Los neoliberales detestan al Estado, pero al Estado Benefactor que así le dicen peyorativamente, cuando buena parte de su presupuesto se destina a la salud, la educación, la vivienda, a promocionar el empleo o proveer alimento a los más pobres.
Produce asco intelectual ver hoy a pontífices universales y criollos del libre mercado clamando a gritos la intervención del Estado en la crisis financiera de Estados Unidos que como diría el presidente Chávez, lanza su mierda a todas las economías del mundo.
Y un pontífice de la economía del libre mercado, al que le han elevado altar en Colombia en los últimos 40 años, Rodrigo Botero, precursor de los ‘Chicago Boys’ en Suramérica y padre intelectual de quienes nos introdujeron el neoliberalismo en el país, y entonces para refrescar la memoria hablamos del ex presidente César Gaviria y de su nefasto ministro de Hacienda, Rudulf Hommes, nos dice en una columna de El Colombiano de Medellín que… “Para que los mercados cumplan su función, los gobiernos deben intervenir de manera eficaz y crear la estructura institucional apropiada”.
Yo espero que esta crisis financiera de Estados Unidos definitivamente abra los ojos de los gobiernos socialistas que se han venido instalando en Latinoamérica, y especialmente me refiero a Argentina, Chile y Brasil, que han dado en consentir y convivir con ese modelo neoliberal sin tener en cuenta que, como lo dice el mismo Botero en esa columna antes mencionada (…) “La inestabilidad financiera es inherente al sistema capitalista”.
Si el Imperio venía de capa caída por la criminal política intervencionista de sus halcones; si su Patio Trasero se le ha tornado contestatario, gracias a la desnudez del Rey que redescubrió Chávez en Venezuela, y que asienten Correa en Ecuador, Evo en Bolivia, Ortega en Nicaragua y Lugo en Paraguay, sin olvidar la larga y tenaz lucha de la gran Cuba de Fidel, este colapso financiero mundial que viajará como las ondas hertzianas por todo el mundo marca el fin de un nuevo embate capitalista por dominar el mundo tras la caída del Muro de Berlín.
Al bate llega ahora el Socialismo del Siglo XXI. Ojalá no pierda su cuarto de hora. Ojalá haya aprendido que el poder es para poder. Hay que contener la última arremetida del mercado con sus TLC y rescatar al Estado de las manos privadas, especialmente aquellos servicios públicos que en la era neoliberal se festinaron al capital extranjero, incluyendo este sector financiero que como lo dice la urraca de Botero debe ser intervenido para que cumpla la función social que hábilmente ha eludido en toda su historia precisamente porque no hemos podido los de abajo quitárselo a los de arriba a pesar, y por paradoja, que trabaja con la plata de los de abajo para acrecentar las riquezas de los de arriba.
oquinteroefe@yahoo.com
25-09-08
Ahora resulta que los neoliberales que profesan la anarquía del libre comercio convienen en admitir la intervención del Estado cuando de salvar sus trapisondas financieras se trata.
“Dejar hacer, dejar pasar”, es bien venido cuando festinan los recursos de la economía en su beneficio propio. Pero cuando la burbuja hace pum, el Estado, ese Estado que redujeron a la impotencia a somatén de sus teorías del libre mercado debe salir ahora a socializar las pérdidas mientras ellos se retiran a sus cuarteles de invierno a disfrutar sus réditos mientras las aguas vuelven a sus cauces.
Muchos ejemplos han pasado en estos aciagos años del neoliberalismo cuando las crisis financieras de México, Argentina, Brasil y Colombia, los gobiernos de la época, neoliberales por supuesto, salieron al rescate de la banca que una vez saneada, volvieron a entregar a los tiburones del mercado a precios de gallina vieja, como en Colombia, por ejemplo, con los bancos de Colombia, Granahorrar, Popular, Bogotá, Megabanco y Ganadero, entre otros que recuerde a vuelo de pájaro y que hoy están de nuevo en manos privadas después de consumir más de 12 billones del presupuesto nacional en su salvamento.
Los neoliberales detestan al Estado, pero al Estado Benefactor que así le dicen peyorativamente, cuando buena parte de su presupuesto se destina a la salud, la educación, la vivienda, a promocionar el empleo o proveer alimento a los más pobres.
Produce asco intelectual ver hoy a pontífices universales y criollos del libre mercado clamando a gritos la intervención del Estado en la crisis financiera de Estados Unidos que como diría el presidente Chávez, lanza su mierda a todas las economías del mundo.
Y un pontífice de la economía del libre mercado, al que le han elevado altar en Colombia en los últimos 40 años, Rodrigo Botero, precursor de los ‘Chicago Boys’ en Suramérica y padre intelectual de quienes nos introdujeron el neoliberalismo en el país, y entonces para refrescar la memoria hablamos del ex presidente César Gaviria y de su nefasto ministro de Hacienda, Rudulf Hommes, nos dice en una columna de El Colombiano de Medellín que… “Para que los mercados cumplan su función, los gobiernos deben intervenir de manera eficaz y crear la estructura institucional apropiada”.
Yo espero que esta crisis financiera de Estados Unidos definitivamente abra los ojos de los gobiernos socialistas que se han venido instalando en Latinoamérica, y especialmente me refiero a Argentina, Chile y Brasil, que han dado en consentir y convivir con ese modelo neoliberal sin tener en cuenta que, como lo dice el mismo Botero en esa columna antes mencionada (…) “La inestabilidad financiera es inherente al sistema capitalista”.
Si el Imperio venía de capa caída por la criminal política intervencionista de sus halcones; si su Patio Trasero se le ha tornado contestatario, gracias a la desnudez del Rey que redescubrió Chávez en Venezuela, y que asienten Correa en Ecuador, Evo en Bolivia, Ortega en Nicaragua y Lugo en Paraguay, sin olvidar la larga y tenaz lucha de la gran Cuba de Fidel, este colapso financiero mundial que viajará como las ondas hertzianas por todo el mundo marca el fin de un nuevo embate capitalista por dominar el mundo tras la caída del Muro de Berlín.
Al bate llega ahora el Socialismo del Siglo XXI. Ojalá no pierda su cuarto de hora. Ojalá haya aprendido que el poder es para poder. Hay que contener la última arremetida del mercado con sus TLC y rescatar al Estado de las manos privadas, especialmente aquellos servicios públicos que en la era neoliberal se festinaron al capital extranjero, incluyendo este sector financiero que como lo dice la urraca de Botero debe ser intervenido para que cumpla la función social que hábilmente ha eludido en toda su historia precisamente porque no hemos podido los de abajo quitárselo a los de arriba a pesar, y por paradoja, que trabaja con la plata de los de abajo para acrecentar las riquezas de los de arriba.
11 de septiembre de 2008
Historia de invasiones
OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
11-09-08
El escritor y periodista mexicano, Pedro Echeverría, me ha hecho caer en cuenta que la historia de invasiones de Estados Unidos en Latinoamérica, es más extensa y criminal que el resto de invasiones internacionales, como las de Irak y Afganistán, que por ser las últimas ocupan de momento nuestra atención.
Igual que Echeverría de México, escritores y periodistas de la región podrían navegar de memoria en la historia de las invasiones gringas a sus países, como aquí en Colombia con “I took Panamá”, o los chilenos con el derrocamiento y asesinato de Allende y ni se diga Cuba o los países centroamericanos y del Caribe.
El tema de Echeverría se suscitó a raíz de mi columna “11S: ojo por ojo”, en la que recordaba la frustración de un libro escrito que nunca publiqué titulado “Después de…” porque, a manera de excusa decía en esa columna que “los acontecimientos eran tantos y tan precipitados que cada día que pasaba hacia viejos los datos de ayer y siempre nuevos los de mañana”.
El hecho es que haciendo como de abogado del diablo, mi tema central de dicho cuasi libro era que el mundo se estaba asombrando, y con razón, de un acto terrorista como el de las Torres, transmitido por los medios en vivo y en directo, olvidando actos terroristas más violentos y devastadores ejecutados antes por los que ese día posaban de víctimas, como la bomba atómica de Hiroshima que de un solo ¡pum! dejó 120.000 mil muertos.
Decía entonces y se reivindica hoy que ““El exceso del vengador hace olvidar la responsabilidad del agresor”.
Por ejemplo: ¿Quién justificaría hoy en día que un mexicano cualquiera volara Wall Street de un bombazo? Nadie. Quizás hasta veríamos con placer su electrocución en la silla como castigo ejemplar.
Pero, si miramos atrás y recreamos la invasión y el despojo de Estados Unidos a México, entonces veríamos que allá en ese pasado histórico que la memoria se resiste a olvidar, habría motivo y razón de ese o cualquier mexicano de proceder a vengar la afrenta a su raza.
En esta “Semana de la Memoria” que se celebra en Colombia, veamos el caso típico de México, de quien alguien dijo que su desgracia consistía en estar tan lejos de Dios y tan cerquita de Estados Unidos…
Por
Pedro Echeverría V.
pedro@cablered.net.mx
11-09-08
El 13 el ejército yanqui tomó Chapultepec y desde el 14 izó su bandera en Palacio Nacional
1. El enorme poder económico y militar yanqui, que se impuso al mundo durante el siglo XX, creció en gran parte en lo que fue territorio mexicano. Sin los más de dos millones de kilómetros cuadrados que nos arrebataron a la mala invadiéndonos, EEUU sería quizá una nación poderosa, pero no jugaría el papel de gran imperio invasor y policía mundial. Santa Ana, el general mexicano más importante de la época, tanto para liberales y conservadores, nada pudo contra la política criminal y expansionista del presidente yanqui James Polk y su ejército de decenas de miles de regulares y voluntarios comandado por Scott. El expansionismo yanqui ya se había escrito en la Doctrina Monroe desde 1823 y en el Destino Manifiesto que justificaba en 1845 la superioridad de raza y cultura de los EEUU sobre México.
2. Por esos principios racistas de dominación, en septiembre de 1847 el gobierno gringo, usando su poderoso ejército invasor (de 100 mil elementos del ejército regular y voluntarios) tomó con mucha facilidad Tlalpan, Padierna, San Ángel, el convento de Churubusco, Molino de Rey y el 13 de septiembre, al amanecer, comenzó a bombardear el cerro de Chapultepec antes de asaltarlo. La resistencia fue muy débil, pues, como dice el historiador Alfonso Toro, “muchos soldados desertaron provocando un gran desorden”. De Chapultepec el ejército yanqui organizó dos columnas (una por San Cosme y otra por la calzada de Belem) para ocupar el Zócalo de México e izar su funesta bandera de las barras y las estrellas. La realidad es que el pueblo se sintió ofendido causándoles posteriormente algunas bajas a los yanquis
3. En febrero de 1848 se firmó el tratado de Guadalupe Hidalgo con el que México perdió, no sólo Texas con sus límites hasta el Río Bravo, sino Nuevo México y Alta California, una extensión superior a la República Mexicana actual. Los yanquis, que invadieron el país en mayo de 1846, lo dejaron hasta junio, cumpliendo así dos años y un mes de haberlo ocupado. La realidad es que por ese sólo hecho de nuestra historia el sentimiento de México debería ser profundamente antiyanqui, pero no. A partir del fin la Segunda Guerra los yanquis impusieron en México su dominación económica e ideológica, impusieron los medios de información y un pensamiento en los sectores medios y altos de la población, que siguiera el modo de vida de Norteamérica.
4. Los yanquis de entonces representaban “la modernidad” capitalista frente a los viejos países europeos infestados de conservadurismo feudal y eclesiástico. Es la causa por la que muchos de los mismo liberales no condenaron abiertamente la invasión gringa de 1846/48. Al parecer sólo Melchor Ocampo llamó a la defensa del país mediante la organización de guerrillas, pero la idea predominante de la época la expresaba Miguel Lerdo : “Era inevitable que una nación extranjera interviniera en México, y mejor que fueran los EEUU que, al fin y al cabo, constituían el modelo de sociedad con que soñaban los liberales mexicanos”. Quizá eso explique la débil resistencia del pueblo mexicano a la invasión que sufrió nuestro país por más de dos años.
5. En esos mismo años (1847/48) sería proclamado el Manifiesto Comunista escrito por Marx y Engels en el que se analizaba la situación mundial y se proponían una serie de ideas de organización para los trabajadores del mundo. Para los autores de Manifiesto y las diferentes corrientes obreros a su alrededor, el sistema feudal de explosión estaba en proceso de desaparición dando paso al sistema de explotación capitalista. Incluso, pasado algún tiempo, los mismos Marx y Engels llegaron a ver que México, ante su miseria económica, su atraso productivo, por estar expuesto a permanentes amenazas de países que buscan saquearlo (España, Inglaterra, Francia), no veían mal que el país más libertario de la época, los EEUU, intervinieran en México.
6. Pero si estos científicos revolucionarios (Marx y Engels) que vivieron a mediados del siglo XIX estuvieran hoy presentes, estarían a la vanguardia de la lucha contra el imperio de EEUU y la dominación del capitalismo mundial. No se equivocaron al decir que los EEUU eran la nación más progresista, con más perspectivas de transformación, hace siglo y medio, pero no pudieron prever (no eran adivinos, sólo trabajaban con las tendencias) que en el siglo XX habrían dos grandes guerras mundiales en las que los yanquis, aplicando estrategias hacia el dominio mundial (desarrollando con éxito el armamentismo y la nuclearización) serían con ello los amos del mundo. Como Marx, sus seguidores hoy están en la vanguardia de la lucha contra las intervenciones de EEUU en Irak, Afganistán, Palestina, Venezuela, Bolivia, en todo el mundo.
7. El viejo mito de los “niños héroes que sacrificaron sus vidas envolviéndose en la bandera mexicana para defenderla del invasor”, es sólo un cuento que se difunde en las escuelas, en los discursos y en los medios informativos para desviar la atención y para no condenar al imperio yanqui. El historiador Toro apunta que los defensores del Castillo (500 soldados abajo y 200 arriba) prefirieron huir en medio del desorden que venía manifestándose desde que el ejército yanqui se instaló en Tlalpan. ¿Qué se dice acerca de las condiciones económicas, de las confrontaciones entre liberales, conservadores y clero, sobre todo de la iglesia católica (la institución más poderosa del momento) que no quiso gastar dinero en la defensa del país? La realidad es que en estas historias hay mucho que se esconde a propósito.
8. La superioridad de la raza aria proclamada por Hitler en Alemania, en los años treinta del pasado siglo, según puede verse, no era nada nuevo. Esa idea llevó al mundo a una gran guerra y al sacrificio de millones de seres humanos. Pero un siglo antes los expansionistas yanquis habían proclamado esa misma superioridad de raza, cultura y derechos sobre México y demás pueblos en su Destino Manifiesto. Así que ese comportamiento del gobierno y el ejército yanqui que invade y amenaza al mundo sin tomar en cuenta a la ONU ni ninguna otra idea, no es otra cosa que continuar con su pensamiento original. Por eso cuando he visto o escucho a los presidentes de la República agitar la bandera y hablar del nacionalismo mexicano en abstracto me parece de lo más ridículo. Sólo me hace recordar que la tan cacareada independencia de México no existe ni en algún momento de la historia la hemos tenido.
oquinteroefe@yahoo.com
11-09-08
El escritor y periodista mexicano, Pedro Echeverría, me ha hecho caer en cuenta que la historia de invasiones de Estados Unidos en Latinoamérica, es más extensa y criminal que el resto de invasiones internacionales, como las de Irak y Afganistán, que por ser las últimas ocupan de momento nuestra atención.
Igual que Echeverría de México, escritores y periodistas de la región podrían navegar de memoria en la historia de las invasiones gringas a sus países, como aquí en Colombia con “I took Panamá”, o los chilenos con el derrocamiento y asesinato de Allende y ni se diga Cuba o los países centroamericanos y del Caribe.
El tema de Echeverría se suscitó a raíz de mi columna “11S: ojo por ojo”, en la que recordaba la frustración de un libro escrito que nunca publiqué titulado “Después de…” porque, a manera de excusa decía en esa columna que “los acontecimientos eran tantos y tan precipitados que cada día que pasaba hacia viejos los datos de ayer y siempre nuevos los de mañana”.
El hecho es que haciendo como de abogado del diablo, mi tema central de dicho cuasi libro era que el mundo se estaba asombrando, y con razón, de un acto terrorista como el de las Torres, transmitido por los medios en vivo y en directo, olvidando actos terroristas más violentos y devastadores ejecutados antes por los que ese día posaban de víctimas, como la bomba atómica de Hiroshima que de un solo ¡pum! dejó 120.000 mil muertos.
Decía entonces y se reivindica hoy que ““El exceso del vengador hace olvidar la responsabilidad del agresor”.
Por ejemplo: ¿Quién justificaría hoy en día que un mexicano cualquiera volara Wall Street de un bombazo? Nadie. Quizás hasta veríamos con placer su electrocución en la silla como castigo ejemplar.
Pero, si miramos atrás y recreamos la invasión y el despojo de Estados Unidos a México, entonces veríamos que allá en ese pasado histórico que la memoria se resiste a olvidar, habría motivo y razón de ese o cualquier mexicano de proceder a vengar la afrenta a su raza.
En esta “Semana de la Memoria” que se celebra en Colombia, veamos el caso típico de México, de quien alguien dijo que su desgracia consistía en estar tan lejos de Dios y tan cerquita de Estados Unidos…
Por
Pedro Echeverría V.
pedro@cablered.net.mx
11-09-08
El 13 el ejército yanqui tomó Chapultepec y desde el 14 izó su bandera en Palacio Nacional
1. El enorme poder económico y militar yanqui, que se impuso al mundo durante el siglo XX, creció en gran parte en lo que fue territorio mexicano. Sin los más de dos millones de kilómetros cuadrados que nos arrebataron a la mala invadiéndonos, EEUU sería quizá una nación poderosa, pero no jugaría el papel de gran imperio invasor y policía mundial. Santa Ana, el general mexicano más importante de la época, tanto para liberales y conservadores, nada pudo contra la política criminal y expansionista del presidente yanqui James Polk y su ejército de decenas de miles de regulares y voluntarios comandado por Scott. El expansionismo yanqui ya se había escrito en la Doctrina Monroe desde 1823 y en el Destino Manifiesto que justificaba en 1845 la superioridad de raza y cultura de los EEUU sobre México.
2. Por esos principios racistas de dominación, en septiembre de 1847 el gobierno gringo, usando su poderoso ejército invasor (de 100 mil elementos del ejército regular y voluntarios) tomó con mucha facilidad Tlalpan, Padierna, San Ángel, el convento de Churubusco, Molino de Rey y el 13 de septiembre, al amanecer, comenzó a bombardear el cerro de Chapultepec antes de asaltarlo. La resistencia fue muy débil, pues, como dice el historiador Alfonso Toro, “muchos soldados desertaron provocando un gran desorden”. De Chapultepec el ejército yanqui organizó dos columnas (una por San Cosme y otra por la calzada de Belem) para ocupar el Zócalo de México e izar su funesta bandera de las barras y las estrellas. La realidad es que el pueblo se sintió ofendido causándoles posteriormente algunas bajas a los yanquis
3. En febrero de 1848 se firmó el tratado de Guadalupe Hidalgo con el que México perdió, no sólo Texas con sus límites hasta el Río Bravo, sino Nuevo México y Alta California, una extensión superior a la República Mexicana actual. Los yanquis, que invadieron el país en mayo de 1846, lo dejaron hasta junio, cumpliendo así dos años y un mes de haberlo ocupado. La realidad es que por ese sólo hecho de nuestra historia el sentimiento de México debería ser profundamente antiyanqui, pero no. A partir del fin la Segunda Guerra los yanquis impusieron en México su dominación económica e ideológica, impusieron los medios de información y un pensamiento en los sectores medios y altos de la población, que siguiera el modo de vida de Norteamérica.
4. Los yanquis de entonces representaban “la modernidad” capitalista frente a los viejos países europeos infestados de conservadurismo feudal y eclesiástico. Es la causa por la que muchos de los mismo liberales no condenaron abiertamente la invasión gringa de 1846/48. Al parecer sólo Melchor Ocampo llamó a la defensa del país mediante la organización de guerrillas, pero la idea predominante de la época la expresaba Miguel Lerdo : “Era inevitable que una nación extranjera interviniera en México, y mejor que fueran los EEUU que, al fin y al cabo, constituían el modelo de sociedad con que soñaban los liberales mexicanos”. Quizá eso explique la débil resistencia del pueblo mexicano a la invasión que sufrió nuestro país por más de dos años.
5. En esos mismo años (1847/48) sería proclamado el Manifiesto Comunista escrito por Marx y Engels en el que se analizaba la situación mundial y se proponían una serie de ideas de organización para los trabajadores del mundo. Para los autores de Manifiesto y las diferentes corrientes obreros a su alrededor, el sistema feudal de explosión estaba en proceso de desaparición dando paso al sistema de explotación capitalista. Incluso, pasado algún tiempo, los mismos Marx y Engels llegaron a ver que México, ante su miseria económica, su atraso productivo, por estar expuesto a permanentes amenazas de países que buscan saquearlo (España, Inglaterra, Francia), no veían mal que el país más libertario de la época, los EEUU, intervinieran en México.
6. Pero si estos científicos revolucionarios (Marx y Engels) que vivieron a mediados del siglo XIX estuvieran hoy presentes, estarían a la vanguardia de la lucha contra el imperio de EEUU y la dominación del capitalismo mundial. No se equivocaron al decir que los EEUU eran la nación más progresista, con más perspectivas de transformación, hace siglo y medio, pero no pudieron prever (no eran adivinos, sólo trabajaban con las tendencias) que en el siglo XX habrían dos grandes guerras mundiales en las que los yanquis, aplicando estrategias hacia el dominio mundial (desarrollando con éxito el armamentismo y la nuclearización) serían con ello los amos del mundo. Como Marx, sus seguidores hoy están en la vanguardia de la lucha contra las intervenciones de EEUU en Irak, Afganistán, Palestina, Venezuela, Bolivia, en todo el mundo.
7. El viejo mito de los “niños héroes que sacrificaron sus vidas envolviéndose en la bandera mexicana para defenderla del invasor”, es sólo un cuento que se difunde en las escuelas, en los discursos y en los medios informativos para desviar la atención y para no condenar al imperio yanqui. El historiador Toro apunta que los defensores del Castillo (500 soldados abajo y 200 arriba) prefirieron huir en medio del desorden que venía manifestándose desde que el ejército yanqui se instaló en Tlalpan. ¿Qué se dice acerca de las condiciones económicas, de las confrontaciones entre liberales, conservadores y clero, sobre todo de la iglesia católica (la institución más poderosa del momento) que no quiso gastar dinero en la defensa del país? La realidad es que en estas historias hay mucho que se esconde a propósito.
8. La superioridad de la raza aria proclamada por Hitler en Alemania, en los años treinta del pasado siglo, según puede verse, no era nada nuevo. Esa idea llevó al mundo a una gran guerra y al sacrificio de millones de seres humanos. Pero un siglo antes los expansionistas yanquis habían proclamado esa misma superioridad de raza, cultura y derechos sobre México y demás pueblos en su Destino Manifiesto. Así que ese comportamiento del gobierno y el ejército yanqui que invade y amenaza al mundo sin tomar en cuenta a la ONU ni ninguna otra idea, no es otra cosa que continuar con su pensamiento original. Por eso cuando he visto o escucho a los presidentes de la República agitar la bandera y hablar del nacionalismo mexicano en abstracto me parece de lo más ridículo. Sólo me hace recordar que la tan cacareada independencia de México no existe ni en algún momento de la historia la hemos tenido.
11S: ojo por ojo
OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
11-09-08
Estados Unidos conmemora hoy 11S de 2008, el séptimo aniversario del ataque terrorista a las Torres con un día solemne de rituales en recuerdo de las víctimas, más de tres mil –dicen.
También yo, como el mundo entero, recuerda ese día como hoy. Es imposible borrar la imagen de esos aviones chocando contra las imponentes Gemelas y luego ver a éstas derrumbarse sobre sus propios cimientos como muñecas de mantequilla en plancha caliente.
Estoy seguro que cada uno de los testigos oculares de ese día aciago recuerda con precisión qué estaba haciendo.
Yo, por mi parte, estaba al computador. Como acaba de publicar mi libro “La mentira organizada”, tenía la fiebre de escritor aún alta y, en los siguientes días arranqué con el tema “Después de”, que, después de garrapatear por varios meses hasta 66 páginas nunca publiqué porque los acontecimientos eran tantos y tan precipitados que cada día que pasaba hacia viejos los datos de ayer y siempre nuevos los de mañana.
Hoy, leyendo el primer capítulo, titulado “El exceso del vengador hace olvidar la responsabilidad del agresor”, me parece que el aserto sigue siendo válido. Si dentro de 100 años o más (o menos), algún iraquí sume en ruinas algún otro icono del Imperio Yanki, si es que para entonces no es todo el Imperio el que se ha sumido en ruinas, movido por el rencor que le despierta su agresión de hoy al pueblo de sus ancestros, y los nuestros, pues, no olvidemos que Bagdad es la cuna de la humanidad, el mundo de entonces condenará inclementemente a ese terrorista del futuro por la muerte de unos cuantos miles de personas, sin tener en cuenta que el terrorista de hoy lleva seis años matando a extraños y haciendo matar a propios en cantidades que pasan de los 600 mil a la fecha, según las estadísticas.
Y el relato inicial de ese cuasi libro comenzaba:
Ficción en vivo
Eran las 10 de la mañana cuando recibí la llamada de mi hijo Frath:
-¿Que te parece el atentado?,
-Excelente, respondí, y quedó estupefacto.
Siguió una larga discusión. Él me recriminaba por justificar la violencia y yo le explicaba que más violento que Estados Unidos, nadie en el mundo. Ya era hora de que alguien le bajara humos y arrogancia al gobierno que un gran hombre de paz, Martín Luther King, describió una vez como…
"El mayor proveedor de violencia en el mundo".
Una pista
El viernes 19 de mayo de 2001 pasó desapercibido en el mundo occidental (como todo lo del mundo Oriental), un atentado dinamitero en Netania, Israel, perpetrado por un militante suicida de la organización fundamentalista Hamas.
Acto seguido, el gobierno de Sharon lanzó en represalia un ataque aéreo contra diversas localidades de Gaza y Cisjordania.
El periódico 'La Jornada', de México, dijo, entonces…
(…) La represalia "constituye una acción bárbara e injustificable que no conseguirá más que alimentar la escalada de violencia en el Medio Oriente.
Y dijo algo más que a la luz de los atentados a las Torres Gemelas y el Pentágono, cuatro meses más tarde iba a constituir la macabra confirmación de su premonición:
(…) "El gobierno de Bush comparte la responsabilidad por estos actos atroces no sólo porque Washington proveyó a Tel Aviv de los aviones F-16 y los helicópteros Apache empleados en las agresiones, sino porque el nuevo gobierno estadounidense decidió cerrar los ojos a la creciente confrontación entre Israel y los palestinos".
"Cerrar los ojos", es una manera muy curiosa que tenemos de decir que alguien es el principal responsable de hechos que está provocando o puede evitar.
Ningún ciudadano del mundo que haya tenido curiosidad alguna vez por este problema del Medio Oriente duda que Estados Unidos por intereses políticos y económicos fundados en el petróleo, ha metido las manos y las patas en todos los asuntos internos de los países del Golfo Pérsico, al punto de haber tenido por aliados a dos de sus principales enemigos de hoy: Sadam Hussein y Osama Bin Laden, y fuera de eso, mantener bajo su protección a uno de los principales terroristas del mundo contemporáneo: Ariel Sharon, actual primer ministro de Israel, una bestia capaz de dirigir un 'Caza 16' o un 'Apache' contra civiles inocentes a la espera de que en esa masa de víctimas caiga algún presunto guerrillero. Ello sin contar con el asesinato selectivo de 'terroristas' que con gran frecuencia ordena.
Y no sigamos porque en esta breve columna no cabe más y porque además me da coraje no haber hecho el esfuerzo necesario para financiar la publicación de la obra.
oquinteroefe@yahoo.com
11-09-08
Estados Unidos conmemora hoy 11S de 2008, el séptimo aniversario del ataque terrorista a las Torres con un día solemne de rituales en recuerdo de las víctimas, más de tres mil –dicen.
También yo, como el mundo entero, recuerda ese día como hoy. Es imposible borrar la imagen de esos aviones chocando contra las imponentes Gemelas y luego ver a éstas derrumbarse sobre sus propios cimientos como muñecas de mantequilla en plancha caliente.
Estoy seguro que cada uno de los testigos oculares de ese día aciago recuerda con precisión qué estaba haciendo.
Yo, por mi parte, estaba al computador. Como acaba de publicar mi libro “La mentira organizada”, tenía la fiebre de escritor aún alta y, en los siguientes días arranqué con el tema “Después de”, que, después de garrapatear por varios meses hasta 66 páginas nunca publiqué porque los acontecimientos eran tantos y tan precipitados que cada día que pasaba hacia viejos los datos de ayer y siempre nuevos los de mañana.
Hoy, leyendo el primer capítulo, titulado “El exceso del vengador hace olvidar la responsabilidad del agresor”, me parece que el aserto sigue siendo válido. Si dentro de 100 años o más (o menos), algún iraquí sume en ruinas algún otro icono del Imperio Yanki, si es que para entonces no es todo el Imperio el que se ha sumido en ruinas, movido por el rencor que le despierta su agresión de hoy al pueblo de sus ancestros, y los nuestros, pues, no olvidemos que Bagdad es la cuna de la humanidad, el mundo de entonces condenará inclementemente a ese terrorista del futuro por la muerte de unos cuantos miles de personas, sin tener en cuenta que el terrorista de hoy lleva seis años matando a extraños y haciendo matar a propios en cantidades que pasan de los 600 mil a la fecha, según las estadísticas.
Y el relato inicial de ese cuasi libro comenzaba:
Ficción en vivo
Eran las 10 de la mañana cuando recibí la llamada de mi hijo Frath:
-¿Que te parece el atentado?,
-Excelente, respondí, y quedó estupefacto.
Siguió una larga discusión. Él me recriminaba por justificar la violencia y yo le explicaba que más violento que Estados Unidos, nadie en el mundo. Ya era hora de que alguien le bajara humos y arrogancia al gobierno que un gran hombre de paz, Martín Luther King, describió una vez como…
"El mayor proveedor de violencia en el mundo".
Una pista
El viernes 19 de mayo de 2001 pasó desapercibido en el mundo occidental (como todo lo del mundo Oriental), un atentado dinamitero en Netania, Israel, perpetrado por un militante suicida de la organización fundamentalista Hamas.
Acto seguido, el gobierno de Sharon lanzó en represalia un ataque aéreo contra diversas localidades de Gaza y Cisjordania.
El periódico 'La Jornada', de México, dijo, entonces…
(…) La represalia "constituye una acción bárbara e injustificable que no conseguirá más que alimentar la escalada de violencia en el Medio Oriente.
Y dijo algo más que a la luz de los atentados a las Torres Gemelas y el Pentágono, cuatro meses más tarde iba a constituir la macabra confirmación de su premonición:
(…) "El gobierno de Bush comparte la responsabilidad por estos actos atroces no sólo porque Washington proveyó a Tel Aviv de los aviones F-16 y los helicópteros Apache empleados en las agresiones, sino porque el nuevo gobierno estadounidense decidió cerrar los ojos a la creciente confrontación entre Israel y los palestinos".
"Cerrar los ojos", es una manera muy curiosa que tenemos de decir que alguien es el principal responsable de hechos que está provocando o puede evitar.
Ningún ciudadano del mundo que haya tenido curiosidad alguna vez por este problema del Medio Oriente duda que Estados Unidos por intereses políticos y económicos fundados en el petróleo, ha metido las manos y las patas en todos los asuntos internos de los países del Golfo Pérsico, al punto de haber tenido por aliados a dos de sus principales enemigos de hoy: Sadam Hussein y Osama Bin Laden, y fuera de eso, mantener bajo su protección a uno de los principales terroristas del mundo contemporáneo: Ariel Sharon, actual primer ministro de Israel, una bestia capaz de dirigir un 'Caza 16' o un 'Apache' contra civiles inocentes a la espera de que en esa masa de víctimas caiga algún presunto guerrillero. Ello sin contar con el asesinato selectivo de 'terroristas' que con gran frecuencia ordena.
Y no sigamos porque en esta breve columna no cabe más y porque además me da coraje no haber hecho el esfuerzo necesario para financiar la publicación de la obra.
Uribe: arriba y abajo
OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
11-09-08
Todo depende del color del cristal con que se mire. En la última encuesta de Gallup, la imagen del Presidente con respecto a su exterminio de las Farc es muy alta, y eso es cierto; y eso es lo que potencian los medios de comunicación como aceptación general de los colombianos del presidente Uribe.
Pero en esa misma encuesta se mide la apreciación ciudadana sobre la realidad nacional. Ahí, entonces, el presidente Uribe “pierde el año” porque la gente le desaprueba su política social, casi en la misma proporción en que le admira su coraje para enfrentar a esos “forajidos y terroristas”.
Si esos mismos medios que baten palmas a la Seguridad Democrática de Uribe, potenciaran, por ejemplo, que los colombianos rechazan por abrumadora mayoría la política social del gobierno que tiene que ver con el empleo, la salud, la educación, la vivienda y la seguridad social, otro gallo cantaría en la Casa de Nariño.
Así como arrancan las encuestas de imagen tan pronto como Ingrid pone su pie en el estribo de la libertad, que eleva la emoción arriba del 90 por ciento, hicieran sondeos en medio de las marchas campesinas, las colas ante las EPS, o entre los enfermos, algunos terminales, tirados en los pasillos de los hospitales; o también en los “supermercados del semáforo”, seguramente la imagen del Pre se arrastraría como reptil en desierto.
La abrumadora aceptación popular de Uribe en medio de semejante caos social, que resulta bien distinto a la hecatombe política que anda fabricando para justificar su permanencia indefinida en el poder es, pues, fruto del color del cristal con que los medios de comunicación nos han puesto a ver sólo una parte, para mi gusto la menos crucial de la encrucijada colombiana, cuya clase dirigente (política y empresarial), no atina o no quiere llegar a la causa, limitándose sólo a paliar los efectos.
La popularidad de Uribe, pues, es una pompa de jabón insuflada por los medios proclives al régimen, estimulados directamente por incentivos económicos envueltos en publicidad; o por prebendas burocráticas e, inclusive, por sutiles sobornos no de poca monta, que sobreexponen la derrota militar de las Farc como el “fin del fin” de todos nuestros padecimientos, a tiempo que sesgan esa otra opinión de los colombianos sobre la política social que podría hacer daño a la imagen presidencial.
Hemos de entender entonces que, según las encuestas de opinión, el Presidente colombiano tiene un gran perfil como guerrero, y por eso sería que dijo que le gustaría ser Ministro de Defensa después de ex presidente; pero muy bajo perfil como para ministro de la Protección Social, y por eso será que entre otras cosas tiene en ese cargo a un inepto como él.
En conclusión, y parodiando a ese que dijo que todo pueblo se merece sus gobernantes, Colombia, un país de guerras de conquistas entre el 12 de octubre de 1499 y el 20 de julio de 1810, seguidas de guerras intestinas de 1810 a la fecha, se merece al guerrero Uribe como epígono de los mejores exponentes de su casta, como el Pacificador Morillo de aquella época o el Regenerador Núñez, con quien gusta compararse, de ésta.
Pero si Colombia fuera Suiza, en donde es más importante la política social que la seguridad democrática, entre otras cosas porque una buena política social no necesita armas para asegurar la democracia, pues, se encuentra asegurada per se en la voluntad popular, Uribe, en el campo militar, no calificaría ni de policía por sus instintos de matón (“A esos mi coronel, bórrelos por mi cuenta, y no se preocupe”), ni de enfermero de la Cruz Roja por su evidente menosprecio de las cuestiones sociales que ha resuelto emprender desde la reduccionista óptica asistencialista con la que somete la gente a sus enternecedores diminutivos de “tenga mijito”, “hágale mijita” y “cuidado con el gustico antes del matrimonio”.
oquinteroefe@yahoo.com
11-09-08
Todo depende del color del cristal con que se mire. En la última encuesta de Gallup, la imagen del Presidente con respecto a su exterminio de las Farc es muy alta, y eso es cierto; y eso es lo que potencian los medios de comunicación como aceptación general de los colombianos del presidente Uribe.
Pero en esa misma encuesta se mide la apreciación ciudadana sobre la realidad nacional. Ahí, entonces, el presidente Uribe “pierde el año” porque la gente le desaprueba su política social, casi en la misma proporción en que le admira su coraje para enfrentar a esos “forajidos y terroristas”.
Si esos mismos medios que baten palmas a la Seguridad Democrática de Uribe, potenciaran, por ejemplo, que los colombianos rechazan por abrumadora mayoría la política social del gobierno que tiene que ver con el empleo, la salud, la educación, la vivienda y la seguridad social, otro gallo cantaría en la Casa de Nariño.
Así como arrancan las encuestas de imagen tan pronto como Ingrid pone su pie en el estribo de la libertad, que eleva la emoción arriba del 90 por ciento, hicieran sondeos en medio de las marchas campesinas, las colas ante las EPS, o entre los enfermos, algunos terminales, tirados en los pasillos de los hospitales; o también en los “supermercados del semáforo”, seguramente la imagen del Pre se arrastraría como reptil en desierto.
La abrumadora aceptación popular de Uribe en medio de semejante caos social, que resulta bien distinto a la hecatombe política que anda fabricando para justificar su permanencia indefinida en el poder es, pues, fruto del color del cristal con que los medios de comunicación nos han puesto a ver sólo una parte, para mi gusto la menos crucial de la encrucijada colombiana, cuya clase dirigente (política y empresarial), no atina o no quiere llegar a la causa, limitándose sólo a paliar los efectos.
La popularidad de Uribe, pues, es una pompa de jabón insuflada por los medios proclives al régimen, estimulados directamente por incentivos económicos envueltos en publicidad; o por prebendas burocráticas e, inclusive, por sutiles sobornos no de poca monta, que sobreexponen la derrota militar de las Farc como el “fin del fin” de todos nuestros padecimientos, a tiempo que sesgan esa otra opinión de los colombianos sobre la política social que podría hacer daño a la imagen presidencial.
Hemos de entender entonces que, según las encuestas de opinión, el Presidente colombiano tiene un gran perfil como guerrero, y por eso sería que dijo que le gustaría ser Ministro de Defensa después de ex presidente; pero muy bajo perfil como para ministro de la Protección Social, y por eso será que entre otras cosas tiene en ese cargo a un inepto como él.
En conclusión, y parodiando a ese que dijo que todo pueblo se merece sus gobernantes, Colombia, un país de guerras de conquistas entre el 12 de octubre de 1499 y el 20 de julio de 1810, seguidas de guerras intestinas de 1810 a la fecha, se merece al guerrero Uribe como epígono de los mejores exponentes de su casta, como el Pacificador Morillo de aquella época o el Regenerador Núñez, con quien gusta compararse, de ésta.
Pero si Colombia fuera Suiza, en donde es más importante la política social que la seguridad democrática, entre otras cosas porque una buena política social no necesita armas para asegurar la democracia, pues, se encuentra asegurada per se en la voluntad popular, Uribe, en el campo militar, no calificaría ni de policía por sus instintos de matón (“A esos mi coronel, bórrelos por mi cuenta, y no se preocupe”), ni de enfermero de la Cruz Roja por su evidente menosprecio de las cuestiones sociales que ha resuelto emprender desde la reduccionista óptica asistencialista con la que somete la gente a sus enternecedores diminutivos de “tenga mijito”, “hágale mijita” y “cuidado con el gustico antes del matrimonio”.
9 de septiembre de 2008
Me llevarás en ti
OCTAVIO QUINTERO
oquinteroefe@yahoo.com
09-09-09
Ese que dijo que nunca la noche es tan oscura como una hora antes del amanecer, me aferra a la idea de que estamos viendo el poniente de la era de Uribe. No de otra manera se explica uno los últimos escándalos que se suceden unos a otros haciéndose rápidamente viejos y siempre nuevos como el ayer a hoy y el hoy al mañana.
Todo escándalo del gobierno o del Ejército y la Policía; o de la Justicia y del Congreso en el hoy nos parece inverosímil; pero al despertar estamos frente a otro escándalo que empalidece al anterior. Estamos como en ese bello verso de José Asunción Silva en que dice…
Loco gasté mi juventud florida/ Por alcanzar la cumbre prometida/ Y hoy que llego diviso la salida/ Del sol tras otra cumbre más lejana.
Este régimen de Uribe se nos ha vuelto como una lucha libre de las que en mi tiempo se anunciaban de pelo contra pelo; máscara contra máscara; sin límite de tiempo y todo vale. Este gobierno vive prendido de las mechas con todo el mundo que diga “esta boca es mía”; anda jalándole las máscaras a sus antecesores que de paso, desprenden jirones de la suya; lleva seis años y va para ocho de un gobierno que constitucionalmente no debió haber pasado de cuatro; y en esa lucha y aferre al poder, ha hecho carrera la tesis atribuida al florentino Maquiavelo (que en su famoso Príncipe no la encuentro por ningún lado), de que “el fin justifica los medios”.
Dentro de ese fin que constituye la destrucción de la moral convencional que el país traía hasta Uribe, el arquitecto palaciego es José Obdulio Gaviria; ese que dice que en la guerra es virtud del Estado mentir, engañar, plagiar, invadir y traicionar, lo cual pudiera ser hasta discutible en tratándose del Estado, pero absolutamente corrompido cuando se miente para llegar al poder; se engaña para atornillarse a él; se plagia la ideología y se traiciona a la patria. Porque si alguien debe ser juzgado por traición a la patria, ese es Uribe, y la cabeza de proceso está frente a nosotros: el TLC.
Una de las máscaras que el ex presidente Gaviria haló del rostro de Uribe fue la de que… “en palacio se llora (o añora) a Pablo Escobar”. Parecía un chiste; una ironía pero jamás una anécdota que resultara cierta.
Tola y Maruja, que han venido ajustando su humor a lo más fino de la farsa política, dicen en su columna de El Espectador que en el cuarto de San Alejo de la Casa de Nariño, descubrieron un óleo de Pablo Escobar, dedicado a Uribe, quizás diciéndole: “me llevarás en ti”. Eso puede ser cierto o falso en lo físico; pero, de lo que ya no debe quedar duda a nadie, es que espiritual, sentimental y familiarmente, Pablo está ahí
Miren si no:
En el ajedrez de la reconfiguración de las cortes que empieza a darse en este último semestre del 2008, acaba de ser nombrado magistrado del Tribunal Superior de la Judicatura, Ovidio Claros, ahijado político del parlamentario antioqueño William Vélez, primer presidente de la Cámara de Representantes en el inicio del gobierno de Uribe, quien en los tiempos de Pablo Escobar fungía como su estafeta número uno: nadie accedía al capo sin pedir cita primero con Vélez. Y esto lo sabía Uribe como alcalde de Medellín; como gobernador de Antioquia; como parlamentario antioqueño que quizás no recibió dos millones de pesos para su campaña que le ofreció hace varios años el hoy senador Juan Fernando Cristo porque provenían del narcotráfico, pero tal vez porque provenían de un cartel distinto al de Pablo.
A propósito, en su columna “La Barca de Calderón”, en el Nuevo Siglo, el periodista William revela que a Cristo lo llamó un importante dirigente de Antioquia a contarle de primera mano secretos de Uribe que nadie sabe. Uno debe pensar que en esa larga y azarosa carrera política de Uribe todavía deben haber misteriosos capítulos capaces de reducir a insignificantes las cosas que hoy sabemos frente a las que estaríamos por descubrir mañana.
Mientras nos llegan noticias de la riña Uribe-Cristo, permítanme decirles que he recibido un correo absolutamente confiable de un viejo amigo periodista de Antioquia en el que revela que Blanca Ruth Gaviria, hermana de José Obdulio, fue la primera esposa de Carlos Alfredo Cock, quien acaba de pagar una larga condena en Miami por lavado de activos que no fue más larga porque, al mejor estilo del “Cartel de los sapos”, aventó a todo el mundo dando principio al fin del capo Fabio Ochoa.
Claro, y como el mismo José Obdulio, en su nuevo catecismo de moral dice que toda responsabilidad penal es individual, lo cual no está en discusión en términos jurídicos, dirá entonces que… que culpa tiene él de que su hermana Blanca haya sido la esposa de un narcotraficante, testaferro de Escobar.
A lugar, como dicen los abogados, pero entonces, si moralmente no le incumbe ninguna responsabilidad, jurídicamente sí debiera dar alguna explicación como socio de su cuñado Cock en el lavado de grandes sumas de dinero provenientes del Cartel de Medellín, que más exacto sería decir de Pablo Escobar, ese que como dice el ex presidente Gaviria “lloran en Palacio” y que, según afirman Tola y Maruja, no del todo en sorna ni en broma, le conservan un óleo dedicado al presidente Uribe.
oquinteroefe@yahoo.com
09-09-09
Ese que dijo que nunca la noche es tan oscura como una hora antes del amanecer, me aferra a la idea de que estamos viendo el poniente de la era de Uribe. No de otra manera se explica uno los últimos escándalos que se suceden unos a otros haciéndose rápidamente viejos y siempre nuevos como el ayer a hoy y el hoy al mañana.
Todo escándalo del gobierno o del Ejército y la Policía; o de la Justicia y del Congreso en el hoy nos parece inverosímil; pero al despertar estamos frente a otro escándalo que empalidece al anterior. Estamos como en ese bello verso de José Asunción Silva en que dice…
Loco gasté mi juventud florida/ Por alcanzar la cumbre prometida/ Y hoy que llego diviso la salida/ Del sol tras otra cumbre más lejana.
Este régimen de Uribe se nos ha vuelto como una lucha libre de las que en mi tiempo se anunciaban de pelo contra pelo; máscara contra máscara; sin límite de tiempo y todo vale. Este gobierno vive prendido de las mechas con todo el mundo que diga “esta boca es mía”; anda jalándole las máscaras a sus antecesores que de paso, desprenden jirones de la suya; lleva seis años y va para ocho de un gobierno que constitucionalmente no debió haber pasado de cuatro; y en esa lucha y aferre al poder, ha hecho carrera la tesis atribuida al florentino Maquiavelo (que en su famoso Príncipe no la encuentro por ningún lado), de que “el fin justifica los medios”.
Dentro de ese fin que constituye la destrucción de la moral convencional que el país traía hasta Uribe, el arquitecto palaciego es José Obdulio Gaviria; ese que dice que en la guerra es virtud del Estado mentir, engañar, plagiar, invadir y traicionar, lo cual pudiera ser hasta discutible en tratándose del Estado, pero absolutamente corrompido cuando se miente para llegar al poder; se engaña para atornillarse a él; se plagia la ideología y se traiciona a la patria. Porque si alguien debe ser juzgado por traición a la patria, ese es Uribe, y la cabeza de proceso está frente a nosotros: el TLC.
Una de las máscaras que el ex presidente Gaviria haló del rostro de Uribe fue la de que… “en palacio se llora (o añora) a Pablo Escobar”. Parecía un chiste; una ironía pero jamás una anécdota que resultara cierta.
Tola y Maruja, que han venido ajustando su humor a lo más fino de la farsa política, dicen en su columna de El Espectador que en el cuarto de San Alejo de la Casa de Nariño, descubrieron un óleo de Pablo Escobar, dedicado a Uribe, quizás diciéndole: “me llevarás en ti”. Eso puede ser cierto o falso en lo físico; pero, de lo que ya no debe quedar duda a nadie, es que espiritual, sentimental y familiarmente, Pablo está ahí
Miren si no:
En el ajedrez de la reconfiguración de las cortes que empieza a darse en este último semestre del 2008, acaba de ser nombrado magistrado del Tribunal Superior de la Judicatura, Ovidio Claros, ahijado político del parlamentario antioqueño William Vélez, primer presidente de la Cámara de Representantes en el inicio del gobierno de Uribe, quien en los tiempos de Pablo Escobar fungía como su estafeta número uno: nadie accedía al capo sin pedir cita primero con Vélez. Y esto lo sabía Uribe como alcalde de Medellín; como gobernador de Antioquia; como parlamentario antioqueño que quizás no recibió dos millones de pesos para su campaña que le ofreció hace varios años el hoy senador Juan Fernando Cristo porque provenían del narcotráfico, pero tal vez porque provenían de un cartel distinto al de Pablo.
A propósito, en su columna “La Barca de Calderón”, en el Nuevo Siglo, el periodista William revela que a Cristo lo llamó un importante dirigente de Antioquia a contarle de primera mano secretos de Uribe que nadie sabe. Uno debe pensar que en esa larga y azarosa carrera política de Uribe todavía deben haber misteriosos capítulos capaces de reducir a insignificantes las cosas que hoy sabemos frente a las que estaríamos por descubrir mañana.
Mientras nos llegan noticias de la riña Uribe-Cristo, permítanme decirles que he recibido un correo absolutamente confiable de un viejo amigo periodista de Antioquia en el que revela que Blanca Ruth Gaviria, hermana de José Obdulio, fue la primera esposa de Carlos Alfredo Cock, quien acaba de pagar una larga condena en Miami por lavado de activos que no fue más larga porque, al mejor estilo del “Cartel de los sapos”, aventó a todo el mundo dando principio al fin del capo Fabio Ochoa.
Claro, y como el mismo José Obdulio, en su nuevo catecismo de moral dice que toda responsabilidad penal es individual, lo cual no está en discusión en términos jurídicos, dirá entonces que… que culpa tiene él de que su hermana Blanca haya sido la esposa de un narcotraficante, testaferro de Escobar.
A lugar, como dicen los abogados, pero entonces, si moralmente no le incumbe ninguna responsabilidad, jurídicamente sí debiera dar alguna explicación como socio de su cuñado Cock en el lavado de grandes sumas de dinero provenientes del Cartel de Medellín, que más exacto sería decir de Pablo Escobar, ese que como dice el ex presidente Gaviria “lloran en Palacio” y que, según afirman Tola y Maruja, no del todo en sorna ni en broma, le conservan un óleo dedicado al presidente Uribe.
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