11 de febrero de 2008

Con la vara que mides..

OCTAVIO QUINTERO

Los escuderos uribistas especializados en derecho internacional se refieren cada vez con más vehemencia a la supuesta intervención de Chávez en los asuntos internos de Colombia con motivo de los reiterados pronunciamientos del mandatario venezolano sobre la beligerancia de las Farc y, posteriormente, sobre su declaración de que Venezuela no limita al occidente con Colombia sino con las Farc, lo que en principio se tomó como ironía del mal gusto, pero que poco a poco se ha ido desbrozando su verdadero alcance geopolítico cual es el de reconocer que efectivamente la guerrilla colombiana sí tiene dominio territorial, una de las condiciones fundamentales para el reconocimiento de fuerza o ejército beligerante. Esta última apreciación chavista fue refrendada por el presidente ecuatoriano en los mismos términos: es decir, en el sentido de afirmar que tampoco Ecuador limita, en su caso, al norte con Colombia, sino con las Farc.

El reconocido docente e investigador en Derecho Internacional de la Universidad Externado, Eric Tremolada, titular en Colombia de la Cátedra Jean Monnet de Derecho Comunitario, confiesa haberse zambullido en los últimos días en los convenios de Ginebra de 1949 y sus protocolos adicionales de 1977, así como en los manuales en la materia de Mariño Menéndez, Remiro Brotóns, González Campos, Puente Egido, entre otros, para precisar con la mayor objetividad posible si Venezuela está interviniendo en los asuntos colombianos.

Su lapidaria conclusión es que Venezuela sí está interviniendo en los asuntos internos de Colombia al pretender que Colombia reconozca la beligerancia de las Farc, aparentemente presionando además al gobierno colombiano con bloqueos comerciales a lo largo de la frontera y con medidas económicas internas que estropean el libre comercio entre los dos países a nivel oficial y privado. Eso, dice Tremolada, “es una flagrante violación a la obligación del principio fundamental de no intervención por parte de Venezuela, quien por el contrario debe cooperar para garantizar los propósitos y principios rectores de la Carta de Naciones Unidas”.

La injerencia de Venezuela en los asuntos internos de Colombia no es tan clara como pretende establecerlo el distinguido profesor de derecho internacional del Externado porque, no sabemos si fue que no quiso escudriñar en los convenios de Ginebra que él mismo refiere, o es que esos convenios ignoran qué tanto debe intervenir un país en otro cuando sus asuntos internos afectan directamente los asuntos internos de sí mismo. Por analogía podemos recordar que todos tenemos derecho a la vida privada, pero que ese derecho se pierde cuando con nuestros actos privados perturbamos la privacidad de terceros. Es el caso de la fiesta del piso 2 que no deja dormir tranquilos a los habitantes del piso 1.

Parece lógico que mi vecino, en este caso, Venezuela, ande preocupado (y mucho), con el estado de guerra, subversión, terrorismo, narcotráfico, paramilitarismo y parapolítica que se vive en Colombia, lo que en los términos de la analogía anterior, podría considerarse un verdadero aquelarre que no deja dormir tranquilos a los vecinos inmediatos como Venezuela, Ecuador, Brasil y Panamá, sino al inmediato del norte como Estados Unidos.

Por tener interés en que la fiesta del narcotráfico en Colombia se acabe, es por lo que Estados Unidos interviene ya abiertamente en los asuntos internos de Colombia ¿o no? ¿Acaso no fue con el pretexto de luchar contra el narcotráfico que se aprobó el Plan Colombia? Plan, que recuerdo muy bien, se hizo explícito en que no sería utilizado para financiar la lucha del gobierno colombiano contra los grupos insurgentes, concretamente contra las Farc y el ELN, precisamente porque eso constituiría una intervención abierta en los asuntos internos de Colombia. ¿Y qué es lo que tenemos?

Con los mismos argumentos, y con más veraz, también podemos enjuiciar la intromisión de Estados Unidos en los asuntos internos de Colombia cuando, como es el caso, el embajador de turno, ayer Fretchet y hoy, que ya no se ni como llama el “careloco” ese que a diario opina, pontifica, califica y descalifica sobre los asuntos más particulares, más internos y más privados de la sociedad y el gobierno colombiano.

Si todavía quedan dudas sobre la intervención estadounidense en los asuntos internos de Colombia, preciso es valernos de la investigación del profesor Tremolada para disiparlas cuando, para el caso de Venezuela dice que (…) “basta con remitirnos a la citada Resolución 2625 (XXV), de 24 de octubre de 1970, de la Asamblea General de las Naciones Unidas que contiene la Declaración sobre los principios de Derecho Internacional

referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre los Estados que determina el alcance de la obligación de no intervenir en los asuntos que son de la jurisdicción interna de los Estados: "Ningún Estado puede aplicar o fomentar el uso de medidas económicas, políticas o de cualquier otra índole para coaccionar a otro Estado a fin de lograr que subordine el ejercicio de sus derechos soberanos y obtener de él ventajas de cualquier orden". Además señala que "Todos los Estados deberán también abstenerse de organizar, apoyar, fomentar, financiar, instigar o tolerar actividades armadas, subversivas o terroristas encaminadas a cambiar por la violencia el régimen de otro Estado, y de intervenir en una guerra civil de otro Estado".

Como dicen por ahí, “el que tiene rabo de paja no se arrima a la candela”, y por eso es que Colombia no puede llevar el caso de Chávez a Naciones Unidas porque junto a él tendría que analizarse también el propio caso estadounidense en donde sería muy probable, porque parte de la lógica, que tenga más razones y hasta más derecho Venezuela por cuestiones de vecindad, de preocuparse más por los asuntos internos de Colombia que Estados Unidos que, al parecer, sus preocupaciones son más de orden político, geopolítico, económicas e imperiales, que de buen vecino.

oquinteroefe@yahoo.com

11-02-08

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