El Partido Social de Unidad Nacional, o partido de La U, es un partido de mercenarios reclutados de lo más vil de la política colombiana, envilecida ya de por sí por el clientelismo que conllevó el Frente Nacional desde 1960 y la exponencial corrupción expandida por el narcotráfico desde 1980 en adelante, hasta nuestros días.
La U funciona gracias al presupuesto nacional que aceita la maquinaria clientelista de sus miembros. Es decir, desde su propia cuna es un sartal de prevaricaciones y cohechos coronados por la impunidad, como en el famoso proceso de la “Jidispolítica” que permitió la reelección de Uribe en el 2006.
El ADN de la U no permite esperar cosa distinta que acciones por el estilo de su génesis. El año pasado impulsó la ley más vergonzosa de toda la historia política de este país: el transfuguismo que permitió aprobar en el Congreso el referendo reeleccionista que finalmente naufragó en la Corte Constitucional.
La U, ¿quién lo duda?, fue engendrada por Uribe en la mente corrompida de su entonces ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, hoy candidato presidencial.
En ese momento, el parabólico ministro ofreció el oro y el moro a todos aquellos que aterrizaran, así fuera de barriga, en el seno de la U… Y fueron muchos, porque para comprar conciencias… “Poderoso Señor es Don Dinero”.
Se nos dice ahora que el candidato anda ofreciendo por anticipado ministerios, embajadas, gerencias, superintendencias, direcciones de institutos, contratos y concesiones en un juego sucio que es lo que mejor sabe hacer y hará como Presidente.
Cualquiera que analice desprevenidamente las cabezas de la U, convendría conmigo sin mayor esfuerzo mental que estamos en presencia de unos ilustres pragmatistas cuya ideología se alimenta más de proteínas que de neuronas, y por ende, ya no habita en el cerebro sino en el estómago:
1.- Álvaro Uribe Vélez, emigrante del liberalismo hacia la más preclara figura actualmente de un popurrí ideológico a la extrema derecha del dial político.
2.- Juan Manuel Santos, llamado por todos los gobiernos de su generación a altos cargos del Estado y repudiado posteriormente por estos mismos gobiernos por desleal y traidor.
3.- Juan Lozano, descendiente de una estirpe liberal que le aplasta, casi fue alcalde de Bogota por Cambio Radical, partido por el cual fue ministro de Medio Ambiente y Vivienda, de donde emigró a la U, y hoy resulta ser el senador más votado de las pasadas elecciones parlamentarias.
4.- Carlos Restrepo, un brillante psiquiatra que saltó a la fama con un hermoso libro: “Los abrazos”. Incursionó en el gobierno de Uribe como Alto Comisionado de Paz en donde todo lo que hizo fue abrir la puerta de atrás para que entraran a la política los paramilitares con perdón y olvido incluidos. Meses antes de caer del cargo, propuso la liquidación de todos los partidos para llevar a cabo la refundación de la República. Poco después apareció como presidente de la U de donde lo sacó a gorrazos el ministro Santos para autoproclamarse después candidato presidencial. Hoy acaba de mandar al candidato y su fórmula presidencial, y también a la U, al carajo…
5.- Angelino Garzón. Bueno, este bicho sí es todo terreno: viene del comunismo, pasa por el sindicalismo y llega a Ministro. Vuelve a su tierra, el Valle, y se confabula con convictos y confesos grupos de la parapolítica y el narcotráfico para llegar a gobernador. De allí se desprende y cae en La U para viajar a Ginebra como embajador ante la OIT a darle madera a los trabajadores en nombre del régimen uribista.
6.- Roy Barreras, conocido de autos en el medio político colombiano como el rey de los tránsfugas.
7.- Carlos Rodado Noriega, increíble, hasta este ortodoxo godo cayó en la tentación de judas, 60 años después de militar y acumular honores a cuenta del conservatismo.
8.- Los Gómez Hurtado, recalcitrantes enemigos de los Santos en tiempos de Laureano y Álvaro, son ahora espadachines del sobrino-nieto.
Y así, todos los politicastros de La U suben al ascensor que los deja a la boca del tobogán por donde se deslizan hacia los placeres de la burocracia, la politiquería o la diplomacia; por supuesto y con más veras, hasta las entrañas mismas del presupuesto nacional en la forma de contratos, concesiones y canonjías. Sólo dos cosas se deben tener para ingresar: cinismo y deslealtad; Ah, y otra más: hígados de hiena.
Ese es el partido y ese es el candidato presidencial más llamados a regir los destinos del país en los próximos años, que ya ni sabemos cuántos son, por obra y gracia de las sutiles interpretaciones de la Corte al ordenamiento constitucional del país: si cuatro, ocho o más, según los que necesite el elegido para acabar con las Farc, que según el cabo Moncayo, recientemente liberado… “Parecen fantasmas, pero ahí están”.
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