Fue Keynes quien aseguró que la Segunda Guerra Mundial le cayó como del cielo a Estados Unidos para ayudarlo a salir de la Gran Depresión del ’29. Desde entonces, nadie ha puesto en duda que la guerra es a las naciones más poderosas una palanca de desarrollo económico, sino la mejor.
Quizás haya mucha gente que no crea en esta tesis, e incluso, la considere una exageración de la extrema izquierda. El asunto es que hoy resulta de una evidencia incuestionable, a tal punto que ya ni siquiera los halcones se toman la molestia de velar a sus perros de guerra: las grandes corporaciones productoras de armas, desde una pistola a una ojiva, o una bomba nuclear.
Todavía nos preguntamos qué sería hoy del mundo gobernado por un paradigma hitleriano… Y la respuesta seguirá siendo una hipótesis imposible de resolver… Pero lo que sí nos queda claro es que la bomba de Hiroshima que detuvo la historia, dejó sembrada la teoría –también keynesiana- del belicismo como locomotora del enriquecimiento corporativo, y de vuelta, del enriquecimiento de las naciones poderosas.
En este orden de ideas, ya no debiéramos seguir llamando “gasto” a la inversión militar mundial que, según el informe de junio del Instituto Internacional de Estudios por la Paz con sede en Estocolmo (SIPRI), alcanzó la impresionante cifra de 4.194 millones de dólares diarios (1’530.810 miles de millones al año), con un crecimiento del 5,9 por ciento con respecto al gasto de un año atrás.
Y, obviamente, al frente del TOP TEN: Estados Unidos, seguido de China. Y ¡OJO! La proyección indica que China pronto alcanzará el primer lugar, pues, en la última década (1999/2008), es la nación que más ha hecho subir su presupuesto de inversión militar con un crecimiento del 194% en el período, seguida de –OJO también- Rusia, y de –más OJO- Arabia Saudí. Pareciera que la guerra fría está por hervir de nuevo.
Resultaría dispendioso, y no viene al caso, detenernos sobre la inversión de guerra de cada país. Pero el belicismo es algo que atrae a los halcones como la sangre a las pirañas. Las sucesivas escaramuzas que los perros de la guerra han lanzado en Suramérica, especialmente las belicosas bases militares impuestas por Estados Unidos a Uribe en Colombia (“Peón del Imperio”), fungieron de anzuelo para que gobiernos socialistas como Chávez y Lula hicieran sonar sus tambores de guerra: Venezuela, con una inversión de 4.400 millones de USD en misiles rusos “que no fallan”; y Brasil, 8.500 millones de euros en helicópteros franceses de última generación. Hasta Perú, Ecuador y Bolivia, metidos en esa zona de candela colombo-venezolana, se han lanzado a la compra de armamento.
Y los perros de la guerra, dichosos, facturando.
Epílogo
Acabo de leer un sesudo artículo de Miguel Guaglianone de ‘Barómetro Internacional’, especial para ARGENPRESS.info.
Tras analizar con mucho tino lo que él, a manera de interrogante se pregunta en el artículo… “¿Cuál y cómo será el próximo conflicto?: Perros de la guerra”, concluye que (…) “Muchos de los puntos de tensión han “aflojado”. Y en una muy apretada síntesis (mía), destaca: (1) la distensión colombo-venezolana; (2) La invasión a Somalia se encuentra demorada o suspendida; (3) Las coreas parecen estar de acuerdo en no caer en la posibilidad de un enfrentamiento armado; (4) El devastador invierno en Pakistán, donde entre seis y ocho millones de personas quedaron a la intemperie, sin comida ni ningún tipo de atención, ha provocado de hecho un alejamiento de toda posibilidad de conflicto; (5) La retirada de Estados Unidos de Irak y, (6) Los acercamientos entre Israel y Palestina que, aunque sin mucho entusiasmo, de todas maneras alivia la tensión en la franja de Gaza.
La macabra conclusión de Guaglianone, es que (…) “Aparentemente vamos directo a un conflicto en Irán, un conflicto convencional que constituiría una peligrosa aventura para los Estados Unidos e Israel. Un conflicto con resultados muy difícilmente previsibles”.
Quizás Guaglionone terminó su artículo sin que hubiera aparecido la más sutil, provocadora y eficiente gasolina al eterno conflicto entre Occidente y el Islam: un desconocido pastor de una pequeña iglesia evangélica de Florida –Terry Jones- ha saltado a la cresta de los mass media, al proponer que el próximo sábado, novena conmemoración del 11S, se queme el Corán frente al sitio en donde una vez se elevaba el orgullo del “Destino Manifiesto”: las Torres Gemelas.
Fue precisamente un poeta judío, Heinrich Heine, quien dijo que “Donde los libros son quemados, al final la gente será quemada”.
El diario GARA, se refiere a este hecho en contundente epílogo: (…) “El Corán es el libro sagrado depositario de la historia, la identidad y los valores del mundo islámico. No serán pocos los que prefieran quemarse vivos o inmolarse antes de ver el Corán quemándose. No se trata de un pastor más o menos en sus cabales. Poderosas agendas, en ambas partes, están utilizando estas cuestiones altamente inflamables y emocionalmente explosivas para alimentar una política fundamentada en el paradigma de un conflicto abierto entre Occidente y el Islam, con fines que nada tienen que ver con el espectro religioso”.
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