“Todo pasa y todo queda”, dice Serrat en una de sus aplaudidas interpretaciones extraídas de la pluma del filósofo español Antonio Machado.
Es el caso del llamado “Bolígrafo” (así con mayúscula), expresión con la que se describía en la política colombiana, la conformación de las listas en las jornadas electorales de antes de la Constitución del ’91 que introdujo el llamado “voto preferente”.
En verdad, el voto preferente fue recibido con aplausos en la galería, pues, le daba la oportunidad a los electores de votar por el candidato de sus preferencias, independientemente del puesto que ocupara en la lista del Partido. Era lo contrario del bolígrafo con el que los llamados “Caciques” imponían a sus “guerreros” preferidos, ubicándolos a la cabeza de la lista o en renglones fuera de peligro. Así que los primíparos tenían que empezar de la cola hacia arriba hasta que, al cabo de una larga tarea de “cargar ladrillo”, podían ir subiendo hasta coronar.
Vuelve y juega
El bolígrafo vuelve y juega, enganchado a la reforma política que se está cocinando en la Comisión Primera del Senado en busca de depurar de dineros sucios las elecciones de gobernadores, alcaldes, diputados y concejales del año entrante.
Resulta que el voto preferente, en vez de seleccionar a los mejores y los preferidos del electorado, terminó por imponer en las administraciones seccionales y locales a unos testaferros del poder económico –en su mayoría- que terminaron corrompiendo con tejas, ladrillos, comida y pola a los electores. A tal punto llega la corrupción que ahora las campañas no se miden por las propuestas políticas sino por la cantidad de plata que fulano o zutano tenga disponible para la elección. Es decir, las elecciones hoy en día no se ganan sino que se compran… Y se pagan después con contratos.
Se vende canapé
Se dice también con sarcasmo que cuando el cornudo descubre el engaño de la mujer pone en venta el canapé que servía de tálamo.
Es así. Las autoridades electorales y las de vigilancia y control, que son muchas: la Registraduría, el Consejo Electoral, la Procuraduría, la Fiscalía, el Defensor del Pueblo y las personerías municipales, no pudieron, no quisieron o hicieron manguala con los corruptos y, en vez de meterlos en cintura, lo que se decide ahora es…volver al viejo vicio que intentó corregirse con el voto preferente.
La Unidad Nacional (de aquí en adelante, la aplanadora de Santos), está tan decidida a dar marcha atrás en este campo, que ahora se habla de una reforma política de un solo artículo: la eliminación del voto preferente (o sea el retorno al bolígrafo), con el fin de que pueda surtir los cuatro debates en la presente legislatura; darle los otros cuatro en la legislatura del año entrante y ponerla en vigencia en las elecciones seccionales y locales del 2011.
En este orden de ideas, veremos resurgir también los directorios departamentales y municipales de los distintos partidos, porque de ellos dependerán la conformación de las listas cerradas o únicas, y los avales de las próximas elecciones.
“Caminante no hay camino”, llama esta canción del “Todo pasa y todo queda…
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