Nota del Editor:
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Cómo se mantiene «El Estado profundo» a pesar de la alternancia política partidista
La continuidad del poder en Estados Unidos, detrás de
Periodista y escritor, presidente de
(http://www.voltairenet.org/auteur29.html?lang=es)
Sesenta años de propaganda atlantista nos han convencido de que Estados Unidos es una gran democracia. Sin embargo, ningún observador cree que Ronald Reagan o George W. Bush ejercieron realmente el poder inherente al cargo presidencial. Entonces ¿quién preside? Los observadores también están de acuerdo en que, después del segundo recuento de los votos, Al Gore había ganado la elección presidencial del 2000. Entonces, ¿por qué se encuentra George W. Bush en
Durante los últimos 60 años, Estados Unidos se dotó de lo que se ha dado en llamar «aparato securitario de Estado». Este se conformó como un Estado detrás del Estado, encargado de dirigir desde la sombra la guerra fría contra
En su célebre discurso de adiós, el 17 de enero de 1961, el presidente Eisenhower declaró: «En los consejos de gobierno, tenemos que tener cuidado con la adquisición de una influencia ilegítima, deseada o no, por parte del complejo militaro-industrial. Existe el riesgo de un desastroso desarrollo de un poder usurpado y [ese riesgo] se mantendrá. No debemos permitir nunca que el peso de esta conjunción ponga en peligro nuestras libertades o los procesos democráticos».
Este aviso resultó sin embargo insuficiente. La lógica del «aparato securitario de Estado» ahogó poco a poco la de las instituciones que ese mismo aparato debía proteger. El complejo militaro-industrial utilizó su poder para modificar las instituciones civiles según su propia conveniencia, en vez de ponerse al servicio de estas. En definitiva, el lobby de la guerra falseó el proceso electoral y logró decidir, en cada elección presidencial, quién sería el ocupante de
Desde hace 60 años, sin excepción alguna, el presidente es siempre el candidato que se compromete a concretar las exigencias del «aparato securitario de Estado» y que obtiene el apoyo financiero masivo de las firmas que tienen contratos con el Pentágono. Claro está, después tomar posesión de
En esas condiciones –como veremos más adelante– la alternancia entre demócratas y republicanos no proporciona a los ciudadanos estadounidenses un medio de cambiar la política, sino que constituye para el «aparato securitario de Estado» la posibilidad de mantener la misma política más allá de la impopularidad del presidente ya “desgastado”. Se trata de la aplicación del principio que Giuseppe Tomasi di Lampedusa atribuye al Gatopardo: «Todo tiene que cambiar, para que nada cambie y para que podamos seguir siendo los amos».
A veces el «Estado profundo» sale a la superficie y deja entrever su poderío. Eso sucede ocasionalmente durante el período de transición presidencial. Se produce entonces un semivacío del poder, durante la fase en que el presidente saliente sigue a cargo de los asuntos pendientes, mientras que el presidente electo se prepara para asumir el mando.
En el siglo XVIII, se explicaba que ese período de transición de 11 semanas era el tiempo necesario para hacer un balance de los resultados y conformar un equipo, debido al gran tamaño del país y la lentitud de las comunicaciones. La primera transición se desarrolló en 1797, cuando John Adams fue electo como sucesor de George Washington. Durante siglo y medio, no existió ningún tipo de procedimiento para regular ese período ya que los dos presidentes (el presidente saliente y el que lo reemplaza) no tenían ninguna razón que los obligara a colaborar entre sí. Hoy en día la cosa es muy distinta ya que el «aparato securitario de Estado» aprovecha ese período para poner al nuevo ocupante de
La guerra fría mantiene la democracia entre paréntesis
Harry Truman (presidente de Estados Unidos desde 1945 hasta 1953) modificó profundamente la naturaleza del Estado federal al crear en su seno el «aparato securitario de Estado», un tríptico conformado con el Consejo de Jefes de Estado Mayor (JCS),
Para «contener» la influencia soviética, Truman organizó el puente aéreo hacia Berlín, estableció la alianza atlántica (OTAN) y declaró la guerra de Corea. Extendió además el «Estado profundo» estadounidense al interior mismo de los Estados aliados, mediante la creación de las redes stay-behind y la integración de las mismas al seno de
El «aparato securitario de Estado» consideraba que el mejor sucesor de Truman sería el general Dwight Eisenhower, que había sido comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa durante
Como Eisenhower no era un político, ni tenía vínculos con ninguna organización política, los dos partidos trataron de atraerlo. Truman le pedió, en vano, que se uniera a los demócratas. Finalmente, Eisenhower se decidió por la candidatura republicana. Con ese partido llegó a un acuerdo que estipulaba que gozaría como presidente de libertad de acción para aplicar una política exterior antisoviética y emplearse «a fondo» en Corea, hasta la victoria. En pago, Eisenhower se comprometía a aplicar una política interna y económica de corte conservador. Escogió como compañero de candidatura al senador Richard Nixon (cuya hija se casaría en poco tiempo con el nieto de Eisenhower), que se había dado a conocer como uno de los promotores de las «cacerías de brujas» contra los comunistas.
Al resultar electo Dwight Eisenhower, Truman se puso en contacto con él para presentarle el dispositivo de seguridad nacional dado que, aunque la existencia del mismo era pública, su funcionamiento era secreto.
Eisenhower elaboró la doctrina de defensa que lleva su nombre, en virtud de la cual Estados Unidos no vacilará en utilizar la fuerza, en cualquier lugar del mundo, donde la influencia comunista amenace los intereses occidentales. Agregó además, al sistema de seguridad nacional, el principio de continuidad del gobierno. Designó, mediante un decreto secreto, un gobierno alternativo compuesto simultáneamente de militares y de industriales escogidos entre sus propios amigos, que se encargaría de tomar el mando en caso de que las instituciones desapareciesen como consecuencia de un ataque nuclear soviético.
O sea, paralelamente al procedimiento constitucional en lo tocante al vacío del poder, existe desde hace 50 años un segundo procedimiento –de carácter militaro-industrial– que puede ponerse en marcha en caso de hecatombe nuclear. En el primer caso, el vicepresidente reemplaza al presidente, de ser necesario lo reemplaza el presidente pro tempore del Senado, o el presidente de
Sin embargo, el «aparato securitario de Estado» le reprochó a Eisenhower no haber hecho lo suficiente, sobre todo en materia de misiles, y se negó a apoyar al vicepresidente Nixon como su sucesor. Inquieto por las consecuencias que el creciente poder del complejo militaro-industrial podía tener para la democracia, Eisenhower lanzó un aviso a sus conciudadanos en su discurso de adiós, que ya citamos anteriormente. El lobby de la guerra volvió entonces su mirada hacia el partido demócrata.
Fue de esa manera cómo John F. Kennedy obtuvo el apoyo de los industriales del armamento. Para congraciarse con ellos centró su campaña electoral en la denuncia de una supuesta ventaja de los soviéticos en materia de misiles y en la necesidad de eliminar ese abismo («missile gap»). Además, designó como su compañero de fórmula al belicoso líder del grupo parlamentario demócrata, Lyndon Johnson. Directamente vinculado al complejo militaro-industrial, durante su campaña electoral tomó la iniciativa de crear grupos de trabajo para hacer un balance de la situación y preparar sus primeras decisiones en caso de resultar electo.
Kennedy puso a la cabeza de los dos grupos de trabajo más importantes a quienes habían sido sus dos principales rivales por la investidura demócrata, neutralizando así el rencor de ambos al tiempo que explotaba sus habilidades. Creó hasta 29 grupos temáticos, cuyos miembros eran todos voluntarios no remunerados. Después de su elección, Kennedy designó al abogado Clark Clifford para coordinar el traspaso de poderes con Eisenhower, y luego nombró por lo menos a un miembro de cada grupo de trabajo para formar parte de su gabinete. No fue por sus cualidades como abogado y negociador que la elección recayó sobre Clifford sino por tratarse de un halcón, que además era un representante del «Estado profundo». Clifford había participado junto a Truman en la creación del «aparato securitario de Estado» y Eisenhower lo había nombrado ministro fantasma en el seno del gobierno militar de repuesto.
Más tarde, Kennedy impuso
Kennedy desafió a
Apoyándose en la legitimidad que le otorgaba un amplio apoyo popular, entró en conflicto con su estado mayor y ordenó investigaciones sobre las actividades políticas de varios generales. En definitiva, acabó siendo asesinado para favorecer a su vicepresidente, Lyndon B. Johnson –cuya ceremonia de toma de juramento había sido preparada justo antes de que Kennedy fuese abatido–, quien aprobó sin demora la escalada de Vietnam y nombró además a Clifford Clark como ministro de Defensa para realizar esa sucia tarea.
La impopularidad de Johnson hacía imposible su reelección, así que este renunció a tratar de obtener la candidatura. Como el partido demócrata estaba en manos de pacifistas que se oponían a los horrores de la guerra de Vietnam, los halcones necesitaban un cambio de partido para mantenerse en el poder y continuar su propia política. Eligieron, con toda lógica, al ex vicepresidente Richard Nixon, un oportunista que ya conocía todos sus secretos.
Cuando los dos candidatos más importantes ya habían recibido la investidura de sus respectivos partidos, Johnson se reunió con ellos para ponerse de acuerdo sobre los detalles de la transición. Se trata solamente de un espectáculo puramente formal, pero que permitió que el demócrata Johnson se pusiera en contacto con el candidato republicano antes de que este fuera electo.
Aprovechando la existencia de
Nixon aplicó una política de distensión hacia
Acorralado, Nixon preparó en secreto su renuncia y sólo le avisó a Gerald Ford con un día de antelación. Ambos hicieron un trato: Ford ocuparía
Rumsfeld ayudó a conformar el nuevo equipo –una combinación de ex colaboradores de Nixon y de caras nuevas. El asunto era más complicado de lo que parecía ya que se trataba de penalizar la política que había llevado a la pérdida de Vietnam, representada por Kissinger, salvaguardando a la vez la influencia de la industria armamentista, también representada por el propio Kissinger (que había sido secretario general del American Security Council, la principal organización del complejo militaro-industrial en aquella época). Ford designó a Nelson Rockefeller como nuevo vicepresidente. Este último no sólo era el heredero de la más importante dinastía industrial del país. También había sido el jefe de operaciones secretas del «aparato securitario de Estado» durante la presidencia de Eisenhower.
Rápidamente, Ford se dio cuenta de que los ex colaboradores de Nixon arrastraban el peso de la imagen del Watergate y le pidió a Rumsfeld que terminara el trabajo. Rumsfeld se convirtió así en secretario general de
La imagen de Ford era desastrosa. La opinión pública lo veía como un pícaro que había exonerado a Nixon para tomar su lugar en la presidencia, mientras que el «aparato securitario de Estado» quería borrar la humillante imagen de la caída de Saigón a la que se le asociaba (aunque aquello no era otra cosa que una consecuencia de la paz que quería Nixon). Ford no tenía la legitimidad necesaria para emprender iniciativas importantes. El «Estado profundo» necesitaba, por consiguiente, un nuevo presidente demócrata. Este sería Jimmy Carter, protegido de David Rockefeller (el hermano del vicepresidente Nelson Rockefeller), capaz de pasar la página de los crímenes anteriores y de mantener a la vez el rumbo ante
Carter escogió como consejero de Seguridad Nacional a Zbignew Brzezinski [2], secretario general de
Sobre esa base, disminuyó la presión militar en América del Sur (renegociación del control del Canal de Panamá y fin de las dictaduras militares) y la desplazó hacia el Asia Central (guerra de Afganistán contra los soviéticos). Fue en ese contexto que contrató a Osama Ben Laden y desarrolló el apoyo estadounidense a las organizaciones extremistas sunnitas anticomunistas.
Desgraciadamente, la credibilidad de Estados Unidos se resquebrajó con el asunto de los rehenes de la embajada de Teherán. Lo más importante fue que, luego de las revelaciones de las comisiones investigadoras parlamentarias, al bautista Carter se le ocurrió moralizar
En definitiva, el «Estado profundo» organizó la fórmula Reagan-Bush (este último había sido director de
Reagan y Bush nombraron un triunvirato para que organizara la transición: Ed Meese como encargado de preparar las nominaciones y el programa, el abogado William Casey se ocupaba de de las relaciones con el «aparato securitario de Estado», mientras que el brillante James Baker correteaba por todas partes. En realidad, Casey había sido el oficial que se ocupaba de Reagan cuando, en años anteriores, este último había sido en Hollywood [como Vito Corleone en el famoso film de Coppola. Nota del Traductor.] el Padrino –destacado en el seno de la farándula– del Comité Internacional de Refugiados (International Refugee Committee), una pantalla anticomunista de
Sobrevino inmediatamente el doloroso episodio del intento de asesinato contra Ronald Reagan, por parte de un amigo de los Bush. El atentado fracasó, pero Reagan entendió el mensaje y dejó todo lo que tenía que ver con la defensa totalmente en manos de su vicepresidente.
Fue durante ese período que se desarrolló el procedimiento de continuidad del gobierno. El gobierno militar de repuesto creado por Eisenhower no había sido, hasta entonces, otra cosa que una directiva. En aquel momento, se decide materializarlo. Se creó entonces un equipo permanente y se construyeron gigantescos búnkeres especialmente equipados para proteger a dicho equipo junto con los dirigentes sobrevivientes: Cheyenne Mountain, Raven Rock (llamado "site R") y Mount Weather.
Este equipo instaló un sistema de vigilancia sobre el gobierno civil para poder seguir en tiempo real todos los asuntos que tratara este último y estar así preparado para proseguir la acción gubernamental sin que se produjese ni un minuto de interrupción en caso de apocalipsis nuclear. Se organizaron ejercicios de simulación de continuidad gubernamental dos veces al año.
Con toda confianza, el «aparato securitario de Estado» apoyó al vicepresidente Bush como sucesor de Reagan. El encargado de servir de enlace entre el «Estado profundo» y el equipo de campaña fue un miembro del Consejo de Seguridad Nacional, el general Colin Powell.
En 1989-91, los «combatientes de la guerra fría» vieron como se derrumbaba
A falta de enemigo, el «aparato securitario de Estado» entra en guerra consigo mismo
Le tocó a George H. Bush (Bush padre) la pesada tarea de definir los objetivos de Estados Unidos en el mundo postsoviético. No sin vacilaciones, Bush padre imaginó la construcción de un «nuevo orden mundial» favorable a una dominación económica global que ejercería Estados Unidos. Ordenó reducir el formato de las fuerzas armadas y estudió las posibilidades de reconversión del «aparato securitario de Estado» para luchar contra el surgimiento de nuevos competidores. Ante la duda existencial, el «Estado profundo» favoreció la alternancia partidista.
Los periodistas trotkistas que
Perfectamente conciente de la ocasión que se le presentaba, el gobernador Clinto hizo campaña basándose en el surgimiento de nuevas amenazas y en la necesidad de desempeñar el papel de gendarme en Yugoslavia. También propuso modernizar las fuerzas armadas adaptando la administración de estas a las evoluciones sociales, lo cual significaba entre otras cosas más apertura al reclutamiento de mujeres y gays. Bush padre, que era el presidente más popular de Estados Unidos en el siglo XX (¡90% de opiniones favorables!) subestimó la capacidad de los «combatientes de la guerra fría» para sacarlo de
A pesar de que Sadam Husein ya se había sometido a las resoluciones de
A la cabeza de aquel gobierno secreto se encontraba el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld (http://www.voltairenet.org/article123817.html), y se componía además de algunos de sus propios colaboradores, como el jefe de
El conflicto que comenzó entonces empezó a corroer a Estados Unidos desde adentro ya que algunos dirigentes del «Estado profundo» se dejaron llevar por la embriaguez del poder, mientras que otros trataban de parar aquella tendencia infernal. La desgarradura inevitablemente empuja Estados Unidos hacia la desintegración o la dictadura.
Luego de pasar a la clandestinidad total, parcialmente exilado en Israel, el «Estado profundo» estadounidense urde un complot contra Bill Clinton. Atrapado en 1995 en un asunto de faldas con una becaria israelí de
De todas maneras, después de toda aquella lucha por el poder, el «aparato securitario de Estado» no tenía intención alguna de aceptar al vicepresidente Albert Gore como sucesor de Clinton. El candidato del «aparato securitario de Estado», el republicano John McCain, perdió una primaria decisiva, pasándole así el testigo a una personalidad poco creíble, George W. Bush (Bush Jr.). No quedó más remedio que preparar al nuevo candidato, con la mayor precipitación. Se conformó un nuevo equipo con Dick Cheney, el gran jefe del Partido Republicano, y varios de los hombres claves del «Estado profundo».
Se le dio a Bush una formación acelerada mediante un grupo de especialistas, los Vulcanos (nombre del dios encargado de forjar las armas en el Olimpo), bajo la dirección del inoxidable Henry Kissinger y de la sovietóloga Condoleezza Rice. Se recolectó un océano de dólares para su campaña electoral. A pesar de todo, Al Gore derrotó a Bush Jr. El «Estado profundo» se vio entonces obligado a hacer trampa para cambiar el resultado del escrutinio, de forma visible y nada gloriosa, y para lograr que
La transición Clinton-Bush Jr. se convirtió en una larga crisis. Durante el litigio por los resultados de la elección, los fondos que
Saliendo nuevamente de las sombras, Donald Rumsfeld fue nombrado secretario de Defensa, mientras que Colin Powell se convertía en secretario de Estado y Condoleezza Rice era nombrada a la cabeza del Consejo de Seguridad Nacional. Meses más tarde, el «aparato securitario de Estado» organizaba los espectaculares atentados de Nueva York y Washington, reactivando así el militarismo estadounidense, ahora contra un adversario imaginario: el terrorismo islamista.
Lejos de consolidar el sistema, las demostraciones de fuerza que tuvieron lugar con el complot Lewinsky de
En lo tocante a la sucesión de George W. Bush, las dos facciones tienen cada una su propio candidato. Y no resulta fácil comprender de qué manera pueden esperar los Clinton sacar provecho de dicha división para tomar su revancha y lograr meter a Hillary en
Ninguno de estos dos candidatos dispone de un plan tendiente a reconciliar las facciones opuestas en el seno del «aparato securitario de Estado». Lo cual indica que el próximo ocupante de
No queda más remedio que reconocer que, aún tratándose de un hecho deplorable, el desarrollo del «aparato securitario de Estado» respondía a una lógica. Es posible comprender por qué se aplicó una democracia “entre paréntesis” durante
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[1] «Stay-behind: les réseaux d’ingérence américains», por Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 20 de agosto de 2001. Ver sobre todo el libro de referencia: NATO’s Secret Army: Operation Gladio and Terrorism in Western Europe, por el professeur Daniele Ganser. Versión francesa Les Armées Secrètes de l’OTAN, éditions Demi-Lune, 2007. Disponible por correspondencia mediante
[2] «La stratégie anti-russe de Zbigniew Brzezinski», por Arthur Lepic, Réseau Voltaire, 22 de octubre de 2004. http://www.voltairenet.org/article123178.html
[3] «Ronald Reagan contre l’Empire du Mal», Réseau Voltaire, 7 de junio de 2004.
[4] «Washington décrète un an de trêve globale», por Thierry Meyssan, 3 de diciembre de 2007.
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