4 de agosto de 2009

Dinero falso circula en el BBVA

El BBVA de Colombia, al menos en su oficina de Santa Paula, al norte de Bogotá, se ha convertido en un reciclamiento de moneda falsa.

Por alguna macabra circunstancia este servidor, que muy pocas veces ha hecho uso de su propia circunstancia para elevar denuncia, ha sido víctima recurrente del dinero falso entregado por el BBVA en la mencionada oficina.

El martes, primero de julio, fui como de costumbre a retirar mi pensión, y en un fajo de billetes de 50.000 pesos me resultaron dos falsos. Como ese mismo día salí de viaje, sólo a los dos o tres siguientes pude ir al banco a presentar la correspondiente reclamación.

Por haber trabajado en ese banco por 12 años, cuando operaba con el nombre de Granahorrar, sabía que la reposición del dinero era un imposible, pues, seguro me iban a decir que cuando uno recibe el dinero y sale del banco, la responsabilidad es toda del cliente.

No obstante, por seguir teniendo algún aprecio, no por el banco que ya es otro, sino por unos cuantos amigos que todavía quedan por ahí desperdigados en esa institución española, quise advertirlos de la situación a ver si emprendían alguna investigación al respecto.

Pienso ahora, retomando el tema, que esa disculpa de que cuando uno sale del banco toda la responsabilidad es del cliente, opera sólo para el caso en que no se cuente bien la plata que le dan. Si dicha responsabilidad opera también para no dejarse meter dinero falso en el propio banco, apague y vámonos porque de aquí en adelante, lo que tendríamos que hacer es llevar detector de dinero falso para revisar uno por uno los billetes que recibe en el propio interior del banco.
En fin: ahí dejé la denuncia y me fui.

Al mes siguiente, es decir, en este mes de agosto, fui el lunes 3 a retirar mi pensión. Al recibir el dinero le pedí a la cajera que me revisara uno por uno los billetes de 50.000 pesos y me certificara que estaban buenos. Así lo hizo y me dijo que no había ninguno falso. Luego me entregó un fajo de billetes de 20.000 y al pedirle que hiciera lo mismo me dijo: “no, esos están buenos”. Acepté la suposición, pues, como el dinero en Colombia apenas vale un poco más que la vida (que no vale nada), me pareció de momento que los “honorables” falsificadores no iban a perder el tiempo falsificando un infeliz billete de 20.000

Ingenuo que es uno, Pues, vean que al desfajar el paquete, ya en mi casa, me encontré con un billete falso pegado no se con qué diablos a uno bueno, de tal manera que al pasar por la máquina contadora lo registraba, y ni se diga al pasarlo por los dedos dentro de un fajo que por lo general lo entrega el banco sellado con cinta o papel común y corriente. Si a uno se le ocurriera desplegarlos, así como se abre un mazo de naipe, seguramente el falso habría pasado inadvertido pegado del bueno.

El mismo billete tenía un sello que decía falso, con lo que se nos devuelve la película al principio: ¿tendremos en adelante que revisar billete por billete en el BBVA, así sea de la más mínima valoración, y quizás también las monedas que nos dan, a ver si entre la plata que recibimos hay moneda falsa? ¿Y, entonces, cuál es la garantía de tener la plata en el banco si ni siquiera responde por la calidad del dinero que recibimos?

Si fuera yo el único pendejo a quien le están metiendo dinero falso, vaya y venga y corra por mi cuenta: por eso, por pendejo. Pero es indudable que alrededor del sistema financiero opera la delincuencia en muchas modalidades, como esa de decirle a los hampones qué clientes salen con algún dinero en efectivo de importancia para que los atraquen en el camino; y la recurrencia de mi caso, evidencia que al interior del BBVA, al menos en la oficina que maneja mi pensión, debe haber alguna conexión insospechable para mi, pues… todos son tan queridos conmigo.

A algunos amigos que les he contado el caso, me han dicho que también han sido víctimas de dinero falso retirado en los cajeros automáticos. Ninguno ha podido recuperar el dinero, pues, ese principio financiero de que al recibir el dinero uno, y solo uno es el responsable, blinda a los bancos de cualquier responsabilidad. A los bancos, como a los delincuentes menudos de hoy en día, hay que cogerlos infraganti para poderles iniciar alguna acción legal. Otro gallo cantaría si la carga de la prueba recayera sobre el banco.

De momento, créanme, insistir en una denuncia penal, corre uno el riesgo de ser recusado como falsificador, pues, la presunción ampara al banco de que tal vez uno se las está dando de vivo, metiendo dinero falso dentro del que recibe del banco para que se lo tengan que cambiar por bueno.

“Que el mundo fue y será una porquería”, ya lo dijo Santos Discépolo en 1934 y agregó: “¡Cualquiera es un señor! ¡Cualquiera es un ladrón!”.

No hay comentarios: