Luis Alberto Matta, militante del PDA, es un exiliado colombiano en Canadá. El 29 de septiembre del año pasado, días después de la consulta interna que dejó a Petro como candidato presidencial, Matta escribe en una columna que le reproduce ARGENPRESS.info, esta frase premonitoria y lapidaria:
“Aunque lo dudo, ojalá que Petro recapacite y no destruya al Polo con una alianza reaccionaria, clientelista e inmoral con la derecha. Amanecerá y veremos”.
Si alguna frase debiera un analista político enmarcar como piedra filosofal de su cotidiano trabajo es esa del hoy presidente Juan Manuel Santos cuando en defensa de sus muchas volteretas dadas a lo largo de su carrera política y burocrática dijo: (…) “Sólo los estúpidos no cambian cuando cambian las circunstancias”.
Bueno, Petro es un aventajado alumno de Juan Manuel en esta filosofía, inclusive desde antes de que el presidente electo se escudara en este inmarcesible pragmatismo para esconderle el bulto a sus eclécticas metamorfosis.
Es imposible olvidar un reportaje de Petro a la desaparecida revista Cambio hace más de dos años cuando dijo que el problema no era Uribe y que la izquierda en Colombia tenía que volverse pragmática si quería sobrevivir al medio hostil que le rodea.
Pragmatismo que aplicó muy bien cuando con su concurso y trabajo parlamentario respaldó el nombramiento del actual Procurador de cuyos autos es mejor no hablar, aunque no debiéramos olvidar esa magistral pieza de ignorancia jurídica en la que avala el referendo reeleccionista porque las trampas que se urdieron en su trámite eran menores.
Partiendo de esa misma entrevista es que Petro lanza la batalla interna por desplazar al ex magistrado Carlos Gaviria de su preeminencia en el Polo como único dirigente político capaz de retar con éxito al establecimiento, como ya lo había demostrado en las elecciones del 2006, cuando en condiciones más hostiles de las que Petro se queja ahora, lo dobló en votos como candidato presidencial enfrentado él, entonces, no al amasijo político de un Santos, sino a un monolítico e inamovible Uribe.
Ahora, en reportaje a María Isabel Rueda (El Tiempo, 28 – 06 – 10), Petro se encarga él mismo y solo de correr la lápida sobre el Polo, proclamando una alianza reaccionaria, clientelista e inmoral que, como lo vaticinó Mattos hace ya casi un año, ha decidido emprender al lado del presidente Santos haciéndole dúo a su aplaudida filosofía: “Sólo los estúpidos no cambian cuando cambian las circunstancias”.
Acá, al otro lado del río, quedan como 21 millones de estúpidos colombianos en la eterna espera, a veces activa, pero en especial pasiva, de que aparezca alguien que, al contrario de Santos y Petro no se acomoden a las circunstancias sino que hagan que las circunstancias se acomoden a las expectativas de la gente.
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