No permitas que nadie
le diga NO a tus sueños
Sin entrar a analizar qué tanto y en qué dirección ha cambiado Colombia tras la expedición de la Constitución del 91, lo que todavía puede recogerse como ejemplo es la decisiva participación en ese magno evento de los jóvenes, la mayoría estudiantes, que lograron la inclusión de la llamada ‘Séptima Papeleta’ en las elecciones parlamentarias de ese mismo año en que se aprobó la convocatoria de la Asamblea Constituyente.
A esos jóvenes los movió el cataclismo político de los años 80, encendido por el tristemente célebre narcotraficante, Pablo Escobar, que culminó en 1989 con el magnicidio de su líder, Luis Carlos Galán.
“Misión cumplida”, podrían decir los estudiantes de entonces… ¿Y los de hoy, qué dicen?...
Porque resulta evidente que si hoy no levantamos cuerpos de mártires ilustres, sí asistimos al desvelamiento de fosas comunes –la de la Macarena, por ejemplo- con miles de NNs que al igual que Galán, han derramado su sangre por clamar por un país “más justo y más igualitario”, como reza la cantinela electoral.
El triste legado del narcotráfico de los ‘80 nos arropa, y basta mirar al Congreso, untado hasta los tuétanos de “honorables” que han vuelto a asomar su cabeza por encima de la dignidad nacional, alcanzando con el PIN (reducto y herencia de la desvergüenza legislativa que anda por fuera de las cárceles), un escaño en el Consejo Nacional Electoral, aplastando las aspiraciones y el derecho constitucional del único partido declarado en oposición: el PDA.
Es, por demás, un demo bien diciente de la “Unidad Nacional” de Santos que, a diferencia de Uribe, no sólo cuenta con las mismas fuerzas que le empujaron su aplanadora, incluyendo al repatriado Cambio Radical de Vargas Lleras, sino con la doble (hablando en términos mecánicos) del Partido Liberal, sin contar los escarceos políticos, no bien disimulados, de visibles figuras del Polo y los Verdes.
En este vuelo de la Unidad Nacional, a los del Polo debieran encenderles esa alarma de los aviones cuando se aproximan turbulencias: ¡Fasten your belts!
Lástima grande que la Ola Verde, junto con su Girasol, no hayan sido más que flor de un día, al parecer y esto es lo macabro, creación de los medios de comunicación para capitalizar momentáneamente la inmensa inconformidad social que a lo largo de ocho años había acumulado el régimen de Uribe.
Por eso resulta interesante la conmemoración anual que de este símbolo conocido como la “Séptima Papeleta” hace la fundación que lleva su nombre, dedicada a fortalecer el espíritu cívico de las nuevas generaciones y a mantener su compromiso en el debate público.
El asunto es que la presencia de los estudiantes y los jóvenes en la vida nacional no debe circunscribirse solo a esporádicas manifestaciones en las que la violencia, inducida a veces por las mismas fuerzas del orden, termina por imponer la foto de primera página, el video en las pantallas de los noticieros o el perifoneo matutino de los medios radiales.
Los jóvenes tienen otros caminos a su vera que deben transitar en busca del poder que es lo que finalmente mueve toda conducta humana. Entre otros, la Fundación Líderes y Emprendedores que orientan destacados protagonistas de la Séptima Papeleta del 91 (como la periodista Claudia López), quienes con el apoyo de la revista Semana, acaban de concluir el llamado Foro de Bogotá 2010 con una nutrida participación de 1.700 estudiantes universitarios de todo el país.
El próximo encuentro de los universitarios alrededor de esta fundación será en Pereira y ojalá que hasta entonces les acompañe esa estrofa de J. Balvin que les amenizó el cierre en Bogotá cuando dice: “No permitas que nadie le diga NO a tus sueños. Cada vez que te cierren una puerta, que sea gasolina que te impulse a perseguir lo que quieres, siempre hacia arriba”.
El primer signo real del fin de la humanidad será su desintegración social. A partir de entonces, nada ni nadie podrá hacer nada por salvarla de su extinción final. Tal como se lucha por preservar lo más intacto posible los recursos naturales, el medio ambiente, la flora y la fauna del mundo, debemos luchar por mantener la integración sociaL y la solidaridad entre los seres humanos. ¡ESA ES LA IDEA! HAGÁMOSLE Octavio Quintero
31 de agosto de 2010
27 de agosto de 2010
Sangre cafetera a lo Santos
Juan Valdez está cumpliendo 50 años y anda por el mundo con una marca de café en la mano entregándosela a todo el que lo saluda, con el INRI de no poder decir nada porque le tienen prohibido dar declaraciones.
Parece que todavía buena parte de los colombianos creen que somos un país cafetero y que el café sigue siendo nuestro principal producto de exportación, o que la Federación sigue siendo esa sombrilla bajo la cual pelecharon no solo ‘el caturra’ sino los elegidos de la clase política gobernante como el delfín de la casa Santos. Es tan así, que en la celebración de estos 50 de Juan Valdez, el Presidente dijo que llevaba en las venas “sangre cafetera”, no de la que derramaron en los surcos del viejo caldas los campesinos y las ‘chapoleras’, sino de la que probablemente todavía le queda de sus dorados años en Londres.
Ciertamente la economía cafetera fue una época dorada, incluso para los campesinos de pata al suelo que salían de sus fincas con su arroba de café a mercar, porque el grano era “moneda corriente” y en cualquier tienda de pueblo se lo compraban o se lo cambiaban por lo que pidiera.
Esa vida –y la misma cultura cafetera- es cosa del pasado. En 1989, siendo Gerente Comercial de la Federación de Cafeteros, Juan Camilo Restrepo (hoy ministro de Agricultura), se dejó romper el pacto de cuotas que permitía la estabilidad de los precios, y se le entregó al libre mercado. Las consecuencias no se hicieron esperar. Pocos días después los precios del grano cayeron aceleradamente hasta niveles nunca sospechados. Hoy, según los datos más recientes, la cosecha cafetera cayó de 12 a 8 millones de sacos, y así mismo las exportaciones, con lo que, los buenos precios del momento (US$2,37 la libra), sólo están beneficiando a los ‘pulpos’ que pudieron sobrevivir a la voraz competencia del mercado.
El “Juan Valdez”, ese que según el presidente Santos debiéramos ser todos los colombianos, ya ni siquiera abastece la demanda interna, pues, actualmente estamos importando 500.000 sacos del mercado internacional.
Por supuesto, esta hecatombe cafetera, que llevó a la ruina a millones de familias campesinas, no se dio silvestre ni intempestivamente. Los índices comenzaron a deteriorarse aceleradamente a partir del momento en que le entregamos al mercado la economía cafetera, y en general, la de todo el país.
¿Y, quién responde? Nadie, porque en este país al perderse la memoria histórica se ha perdido también la responsabilidad política. Por ahí se oye en el eco de estos 50 de Juan Valdez que el gobierno nacional y el gremio cafetero llegaron a un acuerdo para aprovechar la bonanza del momento.
¡Aleluya! No se requiere ir al oráculo de Delfos para descubrir la demagogia del acuerdo, pues, mal podría esperar el país que los daños a la economía cafetera (y a la economía en general), se puedan reparar con las mismas teorías que los provocaron.
-
A propósito, no parece ético ni legal que se haya usurpado comercialmente un ícono que fue creado como símbolo de la caficultora nacional. La marca pudiera demandarse como un robo a la Federación.
Parece que todavía buena parte de los colombianos creen que somos un país cafetero y que el café sigue siendo nuestro principal producto de exportación, o que la Federación sigue siendo esa sombrilla bajo la cual pelecharon no solo ‘el caturra’ sino los elegidos de la clase política gobernante como el delfín de la casa Santos. Es tan así, que en la celebración de estos 50 de Juan Valdez, el Presidente dijo que llevaba en las venas “sangre cafetera”, no de la que derramaron en los surcos del viejo caldas los campesinos y las ‘chapoleras’, sino de la que probablemente todavía le queda de sus dorados años en Londres.
Ciertamente la economía cafetera fue una época dorada, incluso para los campesinos de pata al suelo que salían de sus fincas con su arroba de café a mercar, porque el grano era “moneda corriente” y en cualquier tienda de pueblo se lo compraban o se lo cambiaban por lo que pidiera.
Esa vida –y la misma cultura cafetera- es cosa del pasado. En 1989, siendo Gerente Comercial de la Federación de Cafeteros, Juan Camilo Restrepo (hoy ministro de Agricultura), se dejó romper el pacto de cuotas que permitía la estabilidad de los precios, y se le entregó al libre mercado. Las consecuencias no se hicieron esperar. Pocos días después los precios del grano cayeron aceleradamente hasta niveles nunca sospechados. Hoy, según los datos más recientes, la cosecha cafetera cayó de 12 a 8 millones de sacos, y así mismo las exportaciones, con lo que, los buenos precios del momento (US$2,37 la libra), sólo están beneficiando a los ‘pulpos’ que pudieron sobrevivir a la voraz competencia del mercado.
El “Juan Valdez”, ese que según el presidente Santos debiéramos ser todos los colombianos, ya ni siquiera abastece la demanda interna, pues, actualmente estamos importando 500.000 sacos del mercado internacional.
Por supuesto, esta hecatombe cafetera, que llevó a la ruina a millones de familias campesinas, no se dio silvestre ni intempestivamente. Los índices comenzaron a deteriorarse aceleradamente a partir del momento en que le entregamos al mercado la economía cafetera, y en general, la de todo el país.
¿Y, quién responde? Nadie, porque en este país al perderse la memoria histórica se ha perdido también la responsabilidad política. Por ahí se oye en el eco de estos 50 de Juan Valdez que el gobierno nacional y el gremio cafetero llegaron a un acuerdo para aprovechar la bonanza del momento.
¡Aleluya! No se requiere ir al oráculo de Delfos para descubrir la demagogia del acuerdo, pues, mal podría esperar el país que los daños a la economía cafetera (y a la economía en general), se puedan reparar con las mismas teorías que los provocaron.
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A propósito, no parece ético ni legal que se haya usurpado comercialmente un ícono que fue creado como símbolo de la caficultora nacional. La marca pudiera demandarse como un robo a la Federación.
26 de agosto de 2010
El motor de las contradicciones
Jorge Majfud
Escritor uruguayo
Tomado de GARA 26/08/10
http://www.gara.net/index.php
Las diferentes tendencias ideológicas ligan el valor de las contradicciones a sus adversarios «sin advertir la naturaleza diversa de las contradicciones, como las bacterias», afirma el autor, el cual sospecha que, sin embargo, no habría historia sin cierto tipo de contradicciones sustanciales, y se muestra convencido de que en los individuos «las contradicciones son una condición humana», y en los pueblos «abren y cierran caminos».
Siempre que nos enfrentamos a un fenómeno físico o cultural buscamos en el aparente caos de datos y de observaciones el orden subyacente que lo explica. Una paradoja, por ejemplo, es una contradicción aparente que exige el descubrimiento de su lógica interna, la proeza intelectual, según Ernesto Sábato, de advertir que «una piedra que cae y la Luna que no cae son el mismo fenómeno».
La unidad y el orden han sido premisas en casi todas las teorías y cosmogonías a lo largo de la historia humana. La palabra «cosmos», de origen griego, significa «orden» (maat para los antiguos egipcios). En numerosos mitos cosmogónicos el universo surge del caos, incluso en aquellos que afirman la intervención de un Creador personal. Para la tradición judeocristianomusulmana, el bien es la unidad, Dios, Uno. El demonio era el Heterodoxo o era la dualidad, el dos, la maldición de lo femenino que lo masculino, el tres, repara (Dorneus, 1602).
Sin embargo, sin el conflicto, sin la dualidad y la diversidad no hubiese historia bíblica ni hubiese Dios creando el mundo. Los conflictos y las contradicciones son un atributo de la diversa narrativa bíblica que nunca sería reconocido por un creyente tradicional.
Desde un punto de vista teológico, también la dualidad, la creación y el pecado, el Bien y el Mal inevitablemente surgen del Uno, Dios. Lo mismo podemos entender de las religiones asiáticas. No así las religiones amerindias, sobre todo las prehispánicas, donde el conflicto es, de forma explícita, combustible del Cosmos, orden casi amoral del equilibrio de lo diverso y de los opuestos.
La ciencia moderna, surgida del neoplatonismo de los copérnicos y los galileos, no podía ser una excepción. Einstein se maravillaba que el mundo sea inteligible y nunca dejó de buscar la teoría que unificara el macro y el microcosmos y evitara el juego de probabilidades e incertidumbres. Uno de los principios de esa razón inteligible es el principio de unidad, que no permitía a la naturaleza (mejor dicho, a las representaciones de la naturaleza) afirmaciones contradictorias. Algo no podía ser y no ser al mismo tiempo, como la luz no podía ser onda y fotón a principios del siglo XX.
Stephen Hawking, en «A Brief History of Time» (1988), resolvió estas perplejidades epistemológicas con una tautología: «vemos el universo de la forma que es porque existimos». El Universo posee un orden del cual extraemos leyes generales o las leyes generales, las teorías y hasta los actos de fe, son la forma que tenemos los humanos de relacionarnos con ese Universo diverso, cúmulo caótico de impresiones sobre nuestros sentidos.
Ahora, en la naturaleza física las contradicciones son apenas fuerzas opuestas. En filosofía clásica las contradicciones eran pruebas de un razonamiento defectuoso cuyo nombre ha pasado a la lista de palabras obscenas. En la naturaleza psicológica las contradicciones son expresiones de represión.
Pero para la historia, quizás las contradicciones sean el motor creador.
Los ejemplos abundan. Norman Cantor ha observado en «The American Century» (1997) una incompatibilidad sustancial entre el marxismo y el modernismo. Como la teoría de Charles Darwin, el marxismo es heredero no sólo del heguelismo sino del pensamiento victoriano en general desde el momento en que explica un fenómeno recurriendo a su historia. La Modernidad o, mejor dicho, el movimiento moderno de finales de siglo XIX y principios del siglo XX representado particularmente en el Art Nouveau y las vanguardias que le siguieron, desde el futurismo hasta el surrealismo, es una reacción «por agotamiento» del pensamiento y la moral victoriana. El pensamiento victoriano se funda en el historicismo y su miedo y reacción ante el caos de las primeras etapas de la Revolución Industrial -pobreza, criminalidad y diversos movimientos sociales- funda la policía moderna y la moral rígida, al menos en el discurso, el sermón y el castigo.
El pensamiento moderno no. Fue parricida; por momentos pretendió establecerse como una nueva historia y una nueva naturaleza, como una fórmula matemática que es producto de una larga historia pero no la reconoce en sí misma ni la necesita para evidenciarse verdadera.
El marxismo y el pensamiento moderno, el primero de raíz victoriana (lo cual es por lo menos otra paradoja) y el segundo antivictoriano, antiautoritario por lo que tenía de iluminista, fueron socios en su ataque al orden burgués y conservador, sobre todo en el siglo XIX y hasta el tercer cuarto del siglo XX. Sin embargo este conflicto se evidencia con la condena al arte moderno y al resto del pensamiento moderno luego del triunfo de la revolución rusa de 1917 y, sobre todo, del posterior estalinismo que condenó las vanguardias y la libertad creadora del individuo moderno.
El arte y el pensamiento moderno apuntaron contra el poder establecido de los estados, se enfocaron -aquí el aspecto romántico del que carecía la mentalidad victoriana y el marxismo científico- en la subjetividad y la libertad del individuo sobre las fuerzas deterministas de la historia, de la economía o de la religión.
En el siglo XX, sobre todo en América Latina, podemos encontrar esta unión conflictiva de ambas fuerzas. Bastaría con leer las acciones y toda la obra escrita de Ernesto Guevara y de los intelectuales de izquierda más importantes del continente: el modernismo en la valoración de la libertad creativa del individuo y la época victoriana en el valor de la moral sobre las condiciones económicas; la realidad de cierto determinismo económico en la cultura popular que hunde sus raíces en el marxismo y el romanticismo del individuo que quiere ser pueblo pero ante todo es un individuo vanguardista. La razón marxista del progreso de la historia a través de una clase industrial, proletaria, y la valoración del origen perdido, de los valores agrícolas propio de los pueblos originarios.
Éstas y otras contradicciones serán valoradas por los militantes de izquierda como inexistentes o circunstanciales o propias de un contexto contradictorio, como lo es el capitalismo y el orden burgués. Y como defectos de la narrativa política e ideológica, por la derecha. Todos unirán el valor de las contradicciones a sus adversarios sin advertir la naturaleza diversa de las contradicciones, como las bacterias o los tipos de colesterol.
Sospecho que no habría historia, de la buena y de la mala, sin cierto tipo de contradicciones sustanciales.
En nosotros, los individuos, las contradicciones son una condición humana. En nosotros, los pueblos, las contradicciones abren y cierran caminos, provocan revoluciones y largos períodos de statu quo.
¿Qué seríamos sin nuestras contradicciones? ¿Quién puede reclamar una perfecta coherencia en su vida y en sus ideas? ¿Qué sería la historia sin esa permanente tensión que la mantiene en marcha, en un estado de fiebre inestable, siempre en búsqueda de la lógica de la perfecta coherencia, que es el mayor de todos los delirios?
Escritor uruguayo
Tomado de GARA 26/08/10
http://www.gara.net/index.php
Las diferentes tendencias ideológicas ligan el valor de las contradicciones a sus adversarios «sin advertir la naturaleza diversa de las contradicciones, como las bacterias», afirma el autor, el cual sospecha que, sin embargo, no habría historia sin cierto tipo de contradicciones sustanciales, y se muestra convencido de que en los individuos «las contradicciones son una condición humana», y en los pueblos «abren y cierran caminos».
Siempre que nos enfrentamos a un fenómeno físico o cultural buscamos en el aparente caos de datos y de observaciones el orden subyacente que lo explica. Una paradoja, por ejemplo, es una contradicción aparente que exige el descubrimiento de su lógica interna, la proeza intelectual, según Ernesto Sábato, de advertir que «una piedra que cae y la Luna que no cae son el mismo fenómeno».
La unidad y el orden han sido premisas en casi todas las teorías y cosmogonías a lo largo de la historia humana. La palabra «cosmos», de origen griego, significa «orden» (maat para los antiguos egipcios). En numerosos mitos cosmogónicos el universo surge del caos, incluso en aquellos que afirman la intervención de un Creador personal. Para la tradición judeocristianomusulmana, el bien es la unidad, Dios, Uno. El demonio era el Heterodoxo o era la dualidad, el dos, la maldición de lo femenino que lo masculino, el tres, repara (Dorneus, 1602).
Sin embargo, sin el conflicto, sin la dualidad y la diversidad no hubiese historia bíblica ni hubiese Dios creando el mundo. Los conflictos y las contradicciones son un atributo de la diversa narrativa bíblica que nunca sería reconocido por un creyente tradicional.
Desde un punto de vista teológico, también la dualidad, la creación y el pecado, el Bien y el Mal inevitablemente surgen del Uno, Dios. Lo mismo podemos entender de las religiones asiáticas. No así las religiones amerindias, sobre todo las prehispánicas, donde el conflicto es, de forma explícita, combustible del Cosmos, orden casi amoral del equilibrio de lo diverso y de los opuestos.
La ciencia moderna, surgida del neoplatonismo de los copérnicos y los galileos, no podía ser una excepción. Einstein se maravillaba que el mundo sea inteligible y nunca dejó de buscar la teoría que unificara el macro y el microcosmos y evitara el juego de probabilidades e incertidumbres. Uno de los principios de esa razón inteligible es el principio de unidad, que no permitía a la naturaleza (mejor dicho, a las representaciones de la naturaleza) afirmaciones contradictorias. Algo no podía ser y no ser al mismo tiempo, como la luz no podía ser onda y fotón a principios del siglo XX.
Stephen Hawking, en «A Brief History of Time» (1988), resolvió estas perplejidades epistemológicas con una tautología: «vemos el universo de la forma que es porque existimos». El Universo posee un orden del cual extraemos leyes generales o las leyes generales, las teorías y hasta los actos de fe, son la forma que tenemos los humanos de relacionarnos con ese Universo diverso, cúmulo caótico de impresiones sobre nuestros sentidos.
Ahora, en la naturaleza física las contradicciones son apenas fuerzas opuestas. En filosofía clásica las contradicciones eran pruebas de un razonamiento defectuoso cuyo nombre ha pasado a la lista de palabras obscenas. En la naturaleza psicológica las contradicciones son expresiones de represión.
Pero para la historia, quizás las contradicciones sean el motor creador.
Los ejemplos abundan. Norman Cantor ha observado en «The American Century» (1997) una incompatibilidad sustancial entre el marxismo y el modernismo. Como la teoría de Charles Darwin, el marxismo es heredero no sólo del heguelismo sino del pensamiento victoriano en general desde el momento en que explica un fenómeno recurriendo a su historia. La Modernidad o, mejor dicho, el movimiento moderno de finales de siglo XIX y principios del siglo XX representado particularmente en el Art Nouveau y las vanguardias que le siguieron, desde el futurismo hasta el surrealismo, es una reacción «por agotamiento» del pensamiento y la moral victoriana. El pensamiento victoriano se funda en el historicismo y su miedo y reacción ante el caos de las primeras etapas de la Revolución Industrial -pobreza, criminalidad y diversos movimientos sociales- funda la policía moderna y la moral rígida, al menos en el discurso, el sermón y el castigo.
El pensamiento moderno no. Fue parricida; por momentos pretendió establecerse como una nueva historia y una nueva naturaleza, como una fórmula matemática que es producto de una larga historia pero no la reconoce en sí misma ni la necesita para evidenciarse verdadera.
El marxismo y el pensamiento moderno, el primero de raíz victoriana (lo cual es por lo menos otra paradoja) y el segundo antivictoriano, antiautoritario por lo que tenía de iluminista, fueron socios en su ataque al orden burgués y conservador, sobre todo en el siglo XIX y hasta el tercer cuarto del siglo XX. Sin embargo este conflicto se evidencia con la condena al arte moderno y al resto del pensamiento moderno luego del triunfo de la revolución rusa de 1917 y, sobre todo, del posterior estalinismo que condenó las vanguardias y la libertad creadora del individuo moderno.
El arte y el pensamiento moderno apuntaron contra el poder establecido de los estados, se enfocaron -aquí el aspecto romántico del que carecía la mentalidad victoriana y el marxismo científico- en la subjetividad y la libertad del individuo sobre las fuerzas deterministas de la historia, de la economía o de la religión.
En el siglo XX, sobre todo en América Latina, podemos encontrar esta unión conflictiva de ambas fuerzas. Bastaría con leer las acciones y toda la obra escrita de Ernesto Guevara y de los intelectuales de izquierda más importantes del continente: el modernismo en la valoración de la libertad creativa del individuo y la época victoriana en el valor de la moral sobre las condiciones económicas; la realidad de cierto determinismo económico en la cultura popular que hunde sus raíces en el marxismo y el romanticismo del individuo que quiere ser pueblo pero ante todo es un individuo vanguardista. La razón marxista del progreso de la historia a través de una clase industrial, proletaria, y la valoración del origen perdido, de los valores agrícolas propio de los pueblos originarios.
Éstas y otras contradicciones serán valoradas por los militantes de izquierda como inexistentes o circunstanciales o propias de un contexto contradictorio, como lo es el capitalismo y el orden burgués. Y como defectos de la narrativa política e ideológica, por la derecha. Todos unirán el valor de las contradicciones a sus adversarios sin advertir la naturaleza diversa de las contradicciones, como las bacterias o los tipos de colesterol.
Sospecho que no habría historia, de la buena y de la mala, sin cierto tipo de contradicciones sustanciales.
En nosotros, los individuos, las contradicciones son una condición humana. En nosotros, los pueblos, las contradicciones abren y cierran caminos, provocan revoluciones y largos períodos de statu quo.
¿Qué seríamos sin nuestras contradicciones? ¿Quién puede reclamar una perfecta coherencia en su vida y en sus ideas? ¿Qué sería la historia sin esa permanente tensión que la mantiene en marcha, en un estado de fiebre inestable, siempre en búsqueda de la lógica de la perfecta coherencia, que es el mayor de todos los delirios?
24 de agosto de 2010
Noticias de otra parte
El Estado español, que tanta influencia tiene sobre nuestras vidas y conductas en Colombia, acaba de culminar un exitoso proceso de negociación que le permitió rescatar con vida, de manos de declarados terroristas, a dos importantes miembros de la sociedad española.
El suceso viene al caso, junto con los hechos que le precedieron (como el pago de un abultado rescate y la liberación de un importante activista de Al-Qaeda), en momentos en que, henchido el pecho y altiva la cerviz, el ministro de Defensa de Colombia, Rodrigo Rivera, se apresura a dictar norma de conducta a UNASUR en torno a la solicitud de una audiencia de las FARC para intentar reabrir la vía política del diálogo de paz en Colombia.
El diario GARA (http://www.gara.net/index.php), en su edición de hoy 24 de agosto, registra el hecho en los siguientes términos:
--
Desenlace feliz del secuestro de Pascual y Vilalta.
Al-Qaeda libera a los cooperantes tras nueve meses de negociación.
268 días después de que fueran secuestrados por Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), los miembros de la ONG Barcelona Acció Solidària Roque Pascual y Albert Vilalta fueron rescatados y viajaban ya ayer a casa. En una breve intervención para felicitarse por la noticia, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, no hizo ninguna referencia a ello, pero diversas fuentes aseguran que se han pagado entre 5 y 10 millones de euros como rescate.
--
Y, a renglón seguido, el diario catalán suelta este editorial que es el que, a juicio nuestro, nos debe poner a pensar en estas latitudes latinoamericanos en donde diversos grupos revolucionarios, con mayor o menor énfasis en unos y otros países, persisten en empuñar las armas como único medio –según ellos-, de presionar el cambio de las cosas que ciertamente no son buenas, o mejor, están muy mal llevadas, al decir de tirios y troyanos, esto es, desde una honesta perspectiva de derecha hasta el apasionado análisis de la izquierda:
--
Dogmas y lecciones de un desenlace feliz
Los cooperantes catalanes de la ONG Barcelona Acció Solidaria, Roque Pascual y Albert Vilalta, fueron liberados ayer tras 268 días de secuestro a manos de Al Qaeda del Magreb Islámico. El feliz desenlace de este secuestro ha confirmado que se han satisfecho ciertas demandas políticas y económicas de los secuestradores. Y a su vez, vuelve a destrozar el mito, que algunos quieren elevar a categoría de dogma, que dice que el estado «no negocia con terroristas» y «nunca cede al chantaje». La entrega del considerado cerebro del secuestro, Omar Sahraoui, desde Mauritania a su país natal, Mali, y el pago de un rescate millonario, que es un secreto a voces, así lo atestiguan. El Estado español ha cumplido con lo que pedían los secuestradores; económicamente con el pago del rescate, y facilitando mediante presión diplomática el cumplimiento de la demanda política, el traslado del cerebro de la operación. No lo confirmará, como no lo hace ningún estado, pero sí lo ha hecho, como lo han hecho todos los estados.
Canadá, Austria o Alemania ya habían actuado de la misma forma cuando sus ciudadanos estaban en poder del mismo grupo. Israel negocia con Hamas la liberación de su soldado Shalit o con Hizbulah la recuperación de los restos óseos de sus pilotos derribados. Estados Unidos negocia y paga a Abu Sayyaf por la liberación de sus misioneros en Filipinas; Corea del Sur, China o los armadores vascos negocian y pagan a los piratas somalíes. Los ejemplos no tendrían final posible. Y demuestran que cuando se trata de resolver problemas, la negociación y el hacer concesiones son instrumentos de sentido común y, no por ser negados u ocultados, ampliamente utilizados.
Hoy es un día para celebrar la suerte de los dos cooperantes catalanes. La fortuna, sin embargo, es una rueda cuyo movimiento nunca deja gozar largo tiempo de felicidad. Volverán a producirse hechos de este tipo. Que la cultura de la negociación se imponga siempre a los dogmas y tabúes de estado. Lo celebraríamos todos.
--
Epílogo
En nuestro caso colombiano, podría agregarse al editorial de GARA, la liberación del canciller de las Farc, Rodrigo Granda, como anticipo de la liberación de Ingrid Betancourt que finalmente parece que, inclusive con la venia de las Farc, se disfrazó de ingenioso rescate (Operación Jaque) que ya anda por ahí en el celuloide, como se le decía antes a la industria de Hollywood,
El suceso viene al caso, junto con los hechos que le precedieron (como el pago de un abultado rescate y la liberación de un importante activista de Al-Qaeda), en momentos en que, henchido el pecho y altiva la cerviz, el ministro de Defensa de Colombia, Rodrigo Rivera, se apresura a dictar norma de conducta a UNASUR en torno a la solicitud de una audiencia de las FARC para intentar reabrir la vía política del diálogo de paz en Colombia.
El diario GARA (http://www.gara.net/index.php), en su edición de hoy 24 de agosto, registra el hecho en los siguientes términos:
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Desenlace feliz del secuestro de Pascual y Vilalta.
Al-Qaeda libera a los cooperantes tras nueve meses de negociación.
268 días después de que fueran secuestrados por Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), los miembros de la ONG Barcelona Acció Solidària Roque Pascual y Albert Vilalta fueron rescatados y viajaban ya ayer a casa. En una breve intervención para felicitarse por la noticia, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, no hizo ninguna referencia a ello, pero diversas fuentes aseguran que se han pagado entre 5 y 10 millones de euros como rescate.
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Y, a renglón seguido, el diario catalán suelta este editorial que es el que, a juicio nuestro, nos debe poner a pensar en estas latitudes latinoamericanos en donde diversos grupos revolucionarios, con mayor o menor énfasis en unos y otros países, persisten en empuñar las armas como único medio –según ellos-, de presionar el cambio de las cosas que ciertamente no son buenas, o mejor, están muy mal llevadas, al decir de tirios y troyanos, esto es, desde una honesta perspectiva de derecha hasta el apasionado análisis de la izquierda:
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Dogmas y lecciones de un desenlace feliz
Los cooperantes catalanes de la ONG Barcelona Acció Solidaria, Roque Pascual y Albert Vilalta, fueron liberados ayer tras 268 días de secuestro a manos de Al Qaeda del Magreb Islámico. El feliz desenlace de este secuestro ha confirmado que se han satisfecho ciertas demandas políticas y económicas de los secuestradores. Y a su vez, vuelve a destrozar el mito, que algunos quieren elevar a categoría de dogma, que dice que el estado «no negocia con terroristas» y «nunca cede al chantaje». La entrega del considerado cerebro del secuestro, Omar Sahraoui, desde Mauritania a su país natal, Mali, y el pago de un rescate millonario, que es un secreto a voces, así lo atestiguan. El Estado español ha cumplido con lo que pedían los secuestradores; económicamente con el pago del rescate, y facilitando mediante presión diplomática el cumplimiento de la demanda política, el traslado del cerebro de la operación. No lo confirmará, como no lo hace ningún estado, pero sí lo ha hecho, como lo han hecho todos los estados.
Canadá, Austria o Alemania ya habían actuado de la misma forma cuando sus ciudadanos estaban en poder del mismo grupo. Israel negocia con Hamas la liberación de su soldado Shalit o con Hizbulah la recuperación de los restos óseos de sus pilotos derribados. Estados Unidos negocia y paga a Abu Sayyaf por la liberación de sus misioneros en Filipinas; Corea del Sur, China o los armadores vascos negocian y pagan a los piratas somalíes. Los ejemplos no tendrían final posible. Y demuestran que cuando se trata de resolver problemas, la negociación y el hacer concesiones son instrumentos de sentido común y, no por ser negados u ocultados, ampliamente utilizados.
Hoy es un día para celebrar la suerte de los dos cooperantes catalanes. La fortuna, sin embargo, es una rueda cuyo movimiento nunca deja gozar largo tiempo de felicidad. Volverán a producirse hechos de este tipo. Que la cultura de la negociación se imponga siempre a los dogmas y tabúes de estado. Lo celebraríamos todos.
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Epílogo
En nuestro caso colombiano, podría agregarse al editorial de GARA, la liberación del canciller de las Farc, Rodrigo Granda, como anticipo de la liberación de Ingrid Betancourt que finalmente parece que, inclusive con la venia de las Farc, se disfrazó de ingenioso rescate (Operación Jaque) que ya anda por ahí en el celuloide, como se le decía antes a la industria de Hollywood,
23 de agosto de 2010
Sacando las uñas
Quizás, el presidente JM Santos deba su elección más a Pastrana que Uribe. Quizás, también, ello explica el porqué la alta cuota que “sin querer queriendo”, ha alcanzado en el nuevo gobierno el ex presidente Pastrana.
Es evidente que la nueva administración arranca dominada en partes muy sensibles de la formación de gobierno por la élite pastranista: Juan Carlos Echeverri, en Hacienda; Juan Camilo Restrepo, en Agricultura; Hernando José Gómez, en Planeación y, si nos apuramos, el mismo presidente Santos quien fue su ministro de Hacienda.
En la trama de la política cruzan caminos que sólo la especulación explica y la historia recoge como hipótesis… Nada más.
En ese orden de ideas, al caer el referendo reeleccionista que daba a Uribe una segunda oportunidad de reelección, saltaron del partidor aspiraciones presidenciales que se mantuvieron represadas a lo largo de –y largos- ocho años. Era un manojo de candidatos sedicentes uribistas mientras Uribe mantuviera el cetro… Nada más.
El único realmente uribista hasta los tuétanos –y es aquí donde empieza la trama- era “Uribito”, ese ministro de Agricultura que al cabo del tiempo pocos recuerdan ya por su propio nombre de Andrés Felipe Arias.
Todos los demás; Santos, Noemí y Vargas Lleras tenían –y tienen- su historia antiuribista: Santos le hizo oposición desde el predio liberal hasta que lo reclutó a su cauda; Noemí llegó a decir que elegir a Uribe era elegir a Carlos Castaño (el poderoso paramilitar) y, Vargas Lleras se atravesó como ningún otro a su reelección, al punto de jugarse un retiro anticipado del gobierno, lo que le costó un ojo de la cara, metafóricamente hablando y, literalmente, dos dedos de la mano.
En algún momento de la campaña estos aspirantes tuvieron que llegar a la lapidaria conclusión de que el candidato a derrotar era Uribito, y por nock out en el primer round, si de verdad querían ganarle el pulso a Uribe.
La especulación que sigue es sencilla: si Uribito hubiera ganado la consulta interna del conservatismo a Noemí, es indudable que las fuerzas uribistas se habrían ido con Uribito antes que con Santos… Y, colorín colorado, el cuento para el delfín de El Tiempo, habría terminado.
En el escenario entra entonces Pastrana. Agrupa a sus insobornables generales en torno a Noemí. La lucha se torna cerrada. Casi, casi de hecatombe. Finalmente, en alguna mesa electoral del Valle, precisamente donde el gobernador Abadía jugo su corazón a Uribito y le costó el puesto, a Noemí le aparecieron los “milagrosos” 33 mil votos con los que derrotó al clon.
De aquí en adelante, la historia ya resulta lógica: Uribe- Santos conforman un matrimonio de conveniencia, es decir, a la fuerza y por sólo tres meses que durará la campaña. Por eso, al llegar a la Presidencia, Santos empieza a desprenderse del cohete-madre como las cápsulas espaciales cuando alcanzan la órbita. Ahí se mantendrán algunas formalidades, como resultan ser esos encuentros sociales entre parejas divorciadas… Nada más…
-
Sacando las uñas: Mientras mis asesores están siendo llamados al nuevo gobierno, los de Uribe están siendo llamados a indagatoria: Andrés Pastrana.
Es evidente que la nueva administración arranca dominada en partes muy sensibles de la formación de gobierno por la élite pastranista: Juan Carlos Echeverri, en Hacienda; Juan Camilo Restrepo, en Agricultura; Hernando José Gómez, en Planeación y, si nos apuramos, el mismo presidente Santos quien fue su ministro de Hacienda.
En la trama de la política cruzan caminos que sólo la especulación explica y la historia recoge como hipótesis… Nada más.
En ese orden de ideas, al caer el referendo reeleccionista que daba a Uribe una segunda oportunidad de reelección, saltaron del partidor aspiraciones presidenciales que se mantuvieron represadas a lo largo de –y largos- ocho años. Era un manojo de candidatos sedicentes uribistas mientras Uribe mantuviera el cetro… Nada más.
El único realmente uribista hasta los tuétanos –y es aquí donde empieza la trama- era “Uribito”, ese ministro de Agricultura que al cabo del tiempo pocos recuerdan ya por su propio nombre de Andrés Felipe Arias.
Todos los demás; Santos, Noemí y Vargas Lleras tenían –y tienen- su historia antiuribista: Santos le hizo oposición desde el predio liberal hasta que lo reclutó a su cauda; Noemí llegó a decir que elegir a Uribe era elegir a Carlos Castaño (el poderoso paramilitar) y, Vargas Lleras se atravesó como ningún otro a su reelección, al punto de jugarse un retiro anticipado del gobierno, lo que le costó un ojo de la cara, metafóricamente hablando y, literalmente, dos dedos de la mano.
En algún momento de la campaña estos aspirantes tuvieron que llegar a la lapidaria conclusión de que el candidato a derrotar era Uribito, y por nock out en el primer round, si de verdad querían ganarle el pulso a Uribe.
La especulación que sigue es sencilla: si Uribito hubiera ganado la consulta interna del conservatismo a Noemí, es indudable que las fuerzas uribistas se habrían ido con Uribito antes que con Santos… Y, colorín colorado, el cuento para el delfín de El Tiempo, habría terminado.
En el escenario entra entonces Pastrana. Agrupa a sus insobornables generales en torno a Noemí. La lucha se torna cerrada. Casi, casi de hecatombe. Finalmente, en alguna mesa electoral del Valle, precisamente donde el gobernador Abadía jugo su corazón a Uribito y le costó el puesto, a Noemí le aparecieron los “milagrosos” 33 mil votos con los que derrotó al clon.
De aquí en adelante, la historia ya resulta lógica: Uribe- Santos conforman un matrimonio de conveniencia, es decir, a la fuerza y por sólo tres meses que durará la campaña. Por eso, al llegar a la Presidencia, Santos empieza a desprenderse del cohete-madre como las cápsulas espaciales cuando alcanzan la órbita. Ahí se mantendrán algunas formalidades, como resultan ser esos encuentros sociales entre parejas divorciadas… Nada más…
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Sacando las uñas: Mientras mis asesores están siendo llamados al nuevo gobierno, los de Uribe están siendo llamados a indagatoria: Andrés Pastrana.
19 de agosto de 2010
Beethoven es un perro y Miguel Ángel un virus
Así va el mundo
La sociedad presente está construyendo un ser humano sin memoria histórica; un ser humano sin vínculos emotivos con sus predecesores más inmediatos, lo cual significa la construcción de un ser humano sin ataduras morales y éticas; un ser humano que se inventa cada día a semejanza e imagen de las circunstancias, del vaivén y de la idolatría y culto a la persona. Es decir, un ser humano más mercado que humano.
José Saramago, el recién desaparecido de la vida; de esta vida que se va transformando en algo light como la coca cola y el sexo, decía: “Hay qué recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”.
Bueno, indiferencia es la escala superior y más despectiva del olvido porque, indiferencia es todo aquello que nos rodea sin que tengamos en mente su presencia; sin que le demos ni siquiera al desgaire una mirada.La indiferencia que tenemos, por ejemplo, por el medio ambiente que nos rodea o por el otro que pasa al lado.
Y en este proceso, la sociedad colombiana sí que ha avanzado en la indiferencia: ya nos importa un bledo la constante violación de los derechos humanos; el hallazgo impresionante de fosas comunes con miles de NNs; la guerra territorial de las bandas criminales en las principales ciudades del país; el despilfarro y robo de los dineros públicos por parte de los gobernantes; el desempleo, la salud, la vivienda, la dignidad y el honor.
Somos tan indiferentes a todo esto que hemos dejado pasar un proceso electoral de la mayor importancia y oportunidad para enmendar la plana, y lo que hemos convenido es renovar en ese marco del mal gobierno a otros actores con el mismo libreto.
Pero como dicen… “mal de muchos, consuelo de tontos”…
Ese proceso de desmemorización histórica resulta universal, pues, no sólo se presenta en el barrio Eduardo Santos de Bogotá en donde a raíz de la elección del presidente Juan Manuel Santos le preguntaban a sus habitantes si sabían quién había sido el presidente Eduardo Santos (1938/1942) y no tenían ni idea, sino que los universitarios de Estados Unidos creen que Beethoven es un perro y que Miguel Ángel es un virus de ordenador, según acaba de divulgar la lista 'Mindset' (modo de pensar).que viene haciéndole un seguimiento a estas cuestiones desde 1998.
Que horror: nunca pudimos precisar bien de dónde venimos y ya ni siquiera nos interesa saber quiénes somos…
La sociedad presente está construyendo un ser humano sin memoria histórica; un ser humano sin vínculos emotivos con sus predecesores más inmediatos, lo cual significa la construcción de un ser humano sin ataduras morales y éticas; un ser humano que se inventa cada día a semejanza e imagen de las circunstancias, del vaivén y de la idolatría y culto a la persona. Es decir, un ser humano más mercado que humano.
José Saramago, el recién desaparecido de la vida; de esta vida que se va transformando en algo light como la coca cola y el sexo, decía: “Hay qué recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”.
Bueno, indiferencia es la escala superior y más despectiva del olvido porque, indiferencia es todo aquello que nos rodea sin que tengamos en mente su presencia; sin que le demos ni siquiera al desgaire una mirada.La indiferencia que tenemos, por ejemplo, por el medio ambiente que nos rodea o por el otro que pasa al lado.
Y en este proceso, la sociedad colombiana sí que ha avanzado en la indiferencia: ya nos importa un bledo la constante violación de los derechos humanos; el hallazgo impresionante de fosas comunes con miles de NNs; la guerra territorial de las bandas criminales en las principales ciudades del país; el despilfarro y robo de los dineros públicos por parte de los gobernantes; el desempleo, la salud, la vivienda, la dignidad y el honor.
Somos tan indiferentes a todo esto que hemos dejado pasar un proceso electoral de la mayor importancia y oportunidad para enmendar la plana, y lo que hemos convenido es renovar en ese marco del mal gobierno a otros actores con el mismo libreto.
Pero como dicen… “mal de muchos, consuelo de tontos”…
Ese proceso de desmemorización histórica resulta universal, pues, no sólo se presenta en el barrio Eduardo Santos de Bogotá en donde a raíz de la elección del presidente Juan Manuel Santos le preguntaban a sus habitantes si sabían quién había sido el presidente Eduardo Santos (1938/1942) y no tenían ni idea, sino que los universitarios de Estados Unidos creen que Beethoven es un perro y que Miguel Ángel es un virus de ordenador, según acaba de divulgar la lista 'Mindset' (modo de pensar).que viene haciéndole un seguimiento a estas cuestiones desde 1998.
Que horror: nunca pudimos precisar bien de dónde venimos y ya ni siquiera nos interesa saber quiénes somos…
12 de agosto de 2010
¡Terroristas!: ¿Quiénes son y qué diablos quieren?
Ahora no nos vengan a decir, ni siquiera como hipótesis, que el carro-bomba que estalló esta madrugada en las instalaciones de Caracol-Radio fue puesto por las Farc.
Un principiante en investigaciones comenzaría por sorprenderse que a los pocos días de concluir los ocho largos años del gobierno de la “Seguridad Democrática”, subsista un grupo terrorista con la logística capaz de llegar hasta el corazón de la capital colombiana; y hasta el corazón mismo del imperio radial más importante del país; poner un carro-bomba y desaparecer sin más ni más…
Atando cabos, ese principiante podría interpretar el hecho como un “saludo” al nuevo gobierno de Santos que ha dado puntadas hacia un rápido distanciamiento de su antecesor, a pesar de haber sido su principal elector.
Y, una tercera suspicacia holmesiana es que el acto terrorista haya ocurrido pocas horas después que Santos-Chávez estrecharan sus manos en señal de paz.
A partir de estas suspicacias surgen inevitablemente cavilaciones más profundas que sólo podrían formularse como preguntas en ausencia de información confidencial y buena fuente:
¿Y si no fueron las Farc, entonces quién?
¿Quién quiere saludar en forma tan macabra al gobierno del presidente Santos?
¿De qué “Seguridad Democrática” nos hablaban en el pasado gobierno?
¿Tiene algo que ver esto con el evidente distanciamiento Santos-Uribe?
¿O, tiene más bien qué ver con el acercamiento Santos-Chávez?
¿La rápida reconciliación de Chávez con el nuevo gobierno es un mensaje al mundo de que “el palo en la rueda” era Uribe?
¿O, tiene que ver algo con la muy próxima sentencia de la Corte Constitucional declarando inconstitucional el Acuerdo Uribe-Bush sobre las bases militares en Colombia, en aviso de que Santos pueda “flexibiliar” el Convenio?
¿O, quizás también tenga algo que ver este mensaje con el hecho de que tanto Colombia como Venezuela hayan privilegiado a UNASUR en su pasado encuentro presidencial, en evidente mensaje al Imperio de que sin su intromisión también pueden arreglar sus cargas?
¿Y si no quiere decir nada de lo anterior, entonces qué diablos quiere decir?
Se reciben respuestas en oquinteroefe@yahoo.com
Un principiante en investigaciones comenzaría por sorprenderse que a los pocos días de concluir los ocho largos años del gobierno de la “Seguridad Democrática”, subsista un grupo terrorista con la logística capaz de llegar hasta el corazón de la capital colombiana; y hasta el corazón mismo del imperio radial más importante del país; poner un carro-bomba y desaparecer sin más ni más…
Atando cabos, ese principiante podría interpretar el hecho como un “saludo” al nuevo gobierno de Santos que ha dado puntadas hacia un rápido distanciamiento de su antecesor, a pesar de haber sido su principal elector.
Y, una tercera suspicacia holmesiana es que el acto terrorista haya ocurrido pocas horas después que Santos-Chávez estrecharan sus manos en señal de paz.
A partir de estas suspicacias surgen inevitablemente cavilaciones más profundas que sólo podrían formularse como preguntas en ausencia de información confidencial y buena fuente:
¿Y si no fueron las Farc, entonces quién?
¿Quién quiere saludar en forma tan macabra al gobierno del presidente Santos?
¿De qué “Seguridad Democrática” nos hablaban en el pasado gobierno?
¿Tiene algo que ver esto con el evidente distanciamiento Santos-Uribe?
¿O, tiene más bien qué ver con el acercamiento Santos-Chávez?
¿La rápida reconciliación de Chávez con el nuevo gobierno es un mensaje al mundo de que “el palo en la rueda” era Uribe?
¿O, tiene que ver algo con la muy próxima sentencia de la Corte Constitucional declarando inconstitucional el Acuerdo Uribe-Bush sobre las bases militares en Colombia, en aviso de que Santos pueda “flexibiliar” el Convenio?
¿O, quizás también tenga algo que ver este mensaje con el hecho de que tanto Colombia como Venezuela hayan privilegiado a UNASUR en su pasado encuentro presidencial, en evidente mensaje al Imperio de que sin su intromisión también pueden arreglar sus cargas?
¿Y si no quiere decir nada de lo anterior, entonces qué diablos quiere decir?
Se reciben respuestas en oquinteroefe@yahoo.com
10 de agosto de 2010
Con los dedos cruzados
Es impensable una guerra a punta de misilazos entre Colombia y Venezuela. Eso no cabe ni en la cabeza más calenturienta –sin hablar de Uribe.
Pero, que no se dispare un solo tiro, no significa que muchas personas puedan morir –o ya estén muriendo- de hambre a cuenta de un nacionalismo insano puesto en boga por Uribe-Chávez y/o Chávez-Uribe. Es decir, unas veces el uno, otras el otro. Las relaciones colombo-venezolanas entre estos dos enfermos de opinión popular, fueron utilizadas para cultivar el más crudo y peligroso instinto del ser humano: el fanatismo.
Resulta evidente que la salida de Uribe comenzó a apaciguar los ánimos de Chávez, al punto que anda echando candela contra las Farc… Y eso es bueno, porque, ¿quién duda hoy que Uribe en el fondo tenía razón al reclasificar la insurgencia colombiana devenida en grupos de terroristas y narcotraficantes?
Pasada la página de Uribe –y ojalá lo más pronto posible la de Chávez-, Colombia y Venezuela tienen que formalizar sus relaciones, no porque se quieran mucho, sino porque la simbiosis establecida entre los dos resulta insuperable.
Es inexplicable la pasividad de los industriales y comerciantes colombianos frente a este tema, que confirma, además, la pusilanimidad que se ha apoderado de la dirigencia nacional.
Yo –y usted-, me imagino la “descabezada” que el sector privado estadounidense le pegaría a Obama el día en que por cualquier gracia nacionalista ponga en riesgo el comercio con la China, del cual depende hoy en día como el pez del agua.
Aquí no pasó nada, aunque todo pasó: las exportaciones a Venezuela cayeron de 6.000 a 4.000 millones de dólares entre el 2008/09; y en lo corrido del 2010, la caída va por arriba del 80 por ciento.
Entre los sectores más afectados se encuentran los de confecciones, autopartes, textiles, cosméticos, perfumería, carne, leche, derivados lácteos y en general las llamadas exportaciones menores. Mención especial merece el sector automotriz por constituir un verdadero record Guiness “irrepetible” –como el mismo Uribe- al decir del presidente del Congreso, Armando Benedetti: las exportaciones de automóviles y camiones pasaron de 45.000 unidades en el 2007 a 0 (SÍ, CERO) unidades en el 2009.
Vimos todos al presidente de la ANDI en repetidas ocasiones decir que la caída del comercio con Venezuela era fácil de sustituir con otros mercados. El más ilustre vocero de los empresarios colombianos debe saber lo difícil que resulta –y más en este mundo globalizado e internacionalizado- abrir y sostener nuevos mercados. La realidad es tozuda: de esos casi 4.000 millones de dólares que se han perdido en el comercio con Venezuela en los últimos dos años, sólo unos 20 o 30 millones se han podido reponer con mercados sustitutivos.
Estos “ilustres” dirigentes del sector privado también debieran estar de salida…
Buena parte del alto desempleo que registra el país –12%, la tasa más alta de Latinoamérica- se debe a la pérdida del mercado venezolano.
Por eso, esa comunidad empresarial y esos millares de desempleados colombianos, deben tener los dedos cruzados hoy rogando a Santos-Chávez que arreglen el problema “civilizadamente”, como dice la gente, y no a los gritos de “quédese, sea varón” o “lárgate pa’l carajo”, que fue la tónica de ayer entre estos atizadores de vanidosas hogueras.
Pero, que no se dispare un solo tiro, no significa que muchas personas puedan morir –o ya estén muriendo- de hambre a cuenta de un nacionalismo insano puesto en boga por Uribe-Chávez y/o Chávez-Uribe. Es decir, unas veces el uno, otras el otro. Las relaciones colombo-venezolanas entre estos dos enfermos de opinión popular, fueron utilizadas para cultivar el más crudo y peligroso instinto del ser humano: el fanatismo.
Resulta evidente que la salida de Uribe comenzó a apaciguar los ánimos de Chávez, al punto que anda echando candela contra las Farc… Y eso es bueno, porque, ¿quién duda hoy que Uribe en el fondo tenía razón al reclasificar la insurgencia colombiana devenida en grupos de terroristas y narcotraficantes?
Pasada la página de Uribe –y ojalá lo más pronto posible la de Chávez-, Colombia y Venezuela tienen que formalizar sus relaciones, no porque se quieran mucho, sino porque la simbiosis establecida entre los dos resulta insuperable.
Es inexplicable la pasividad de los industriales y comerciantes colombianos frente a este tema, que confirma, además, la pusilanimidad que se ha apoderado de la dirigencia nacional.
Yo –y usted-, me imagino la “descabezada” que el sector privado estadounidense le pegaría a Obama el día en que por cualquier gracia nacionalista ponga en riesgo el comercio con la China, del cual depende hoy en día como el pez del agua.
Aquí no pasó nada, aunque todo pasó: las exportaciones a Venezuela cayeron de 6.000 a 4.000 millones de dólares entre el 2008/09; y en lo corrido del 2010, la caída va por arriba del 80 por ciento.
Entre los sectores más afectados se encuentran los de confecciones, autopartes, textiles, cosméticos, perfumería, carne, leche, derivados lácteos y en general las llamadas exportaciones menores. Mención especial merece el sector automotriz por constituir un verdadero record Guiness “irrepetible” –como el mismo Uribe- al decir del presidente del Congreso, Armando Benedetti: las exportaciones de automóviles y camiones pasaron de 45.000 unidades en el 2007 a 0 (SÍ, CERO) unidades en el 2009.
Vimos todos al presidente de la ANDI en repetidas ocasiones decir que la caída del comercio con Venezuela era fácil de sustituir con otros mercados. El más ilustre vocero de los empresarios colombianos debe saber lo difícil que resulta –y más en este mundo globalizado e internacionalizado- abrir y sostener nuevos mercados. La realidad es tozuda: de esos casi 4.000 millones de dólares que se han perdido en el comercio con Venezuela en los últimos dos años, sólo unos 20 o 30 millones se han podido reponer con mercados sustitutivos.
Estos “ilustres” dirigentes del sector privado también debieran estar de salida…
Buena parte del alto desempleo que registra el país –12%, la tasa más alta de Latinoamérica- se debe a la pérdida del mercado venezolano.
Por eso, esa comunidad empresarial y esos millares de desempleados colombianos, deben tener los dedos cruzados hoy rogando a Santos-Chávez que arreglen el problema “civilizadamente”, como dice la gente, y no a los gritos de “quédese, sea varón” o “lárgate pa’l carajo”, que fue la tónica de ayer entre estos atizadores de vanidosas hogueras.
4 de agosto de 2010
El legado de Uribe
Dentro de poco terminará oficialmente el gobierno del presidente más popular de todos los tiempos que haya ocupado el solio de Bolívar en Colombia: Álvaro Uribe Vélez. Ese sólo hecho podría catapultarlo a la historia sin más comentarios.
Su legado indiscutido entre sus fan –y el más discutible para mi- es la seguridad democrática, entendida ésta como cada quien quiera entenderla y acomodarla a su propia circunstancia, conveniencia e inteligencia. Una clara definición de esta ‘Seguridad Democrática’ podría ser algo tan maquiavélico y anticristiano como que el fin justifica los medios. Algo que en términos castrenses como los que rigieron al país en estos ocho años que han pasado a llamarse “la era de Uribe”, podría calificarse como el gobierno de… primero los resultados antes que las reglas. Y eso le bastó para pasarse por la faja –como se dice vulgarmente hablando- toda la cultura ética y moral, y la estructura jurídica de este país que acaba de cumplir dizque 200 años de independencia.
Se que no resulta agradable la comparación, pero la despedida que los colombianos del montón le están dando a Uribe, a pesar de los escándalos de sus allegados, de sus familiares y de él mismo, es muy parecida a la despedida bañada en lágrimas que los antioqueños dieron a Pablo Escobar, el capo de capos de todos los tiempos a quien, pese a todo, aún le llevan flores al cementerio y prolongarán su recuerdo más allá de Gardel.
Uribe vivirá en el recuerdo de esos colombianos que hacen perdurable la historia porque la guardan en el corazón y la transmiten con candorosa ingenuidad de boca en boca hasta la eternidad… Pero si alguien pudiera amarrar su existencia a la longevidad de la misma historia podría contar que la gente de su tiempo adoró a Uribe a pesar de…
1.- Haber llegado a la Presidencia en el 2002 combinando todas las formas de lucha, especialmente la armada a manos de paramilitares que ahogaron en sangre a los opositores, cuyas tumbas a cielo abierto apenas empiezan a aflorar.
2.- Haberse tejido la idea de que la muerte “accidental” o el asesinato de otrora cercanos amigos suyos cuyas investigaciones murieron también en las gavetas judiciales (Pedro Juan Moreno, por ejemplo), se debieron a que sabían demasiado.
3.- Haber comprado mediante cohecho una reforma constitucional que le permitió su reelección en el 2006.
4.- El escandaloso enriquecimiento ilícito de sus hijos mediante el uso de información privilegiada, el tráfico de influencias y el favoritismo de autoridades que se plegaron a sus intereses por orden o insinuación del papá-presidente; o mera lambonería subalterna.
5.- Abrir las puertas del Palacio de los Presidentes a mafiosos (el alias Job –que se sepa hasta ahora), entrando por detrás a llevarle información o recibirle órdenes sobre el espionaje que montó contra la oposición, la Corte Suprema de Justicia, los periodistas críticos de su gestión, los sindicalistas inconformes y hasta contra sus propios servidores inmediatos.
6.- El pago de recompensas por manos amputadas como prueba fehaciente de traiciones entre guerrilleros que supera con creces la conquista del Viejo Oeste a manos de los pistoleros gringos.
7.- Las interceptaciones ilegales del DAS que servirán de guiones a los futuros cinematógrafos nacionales e internacionales hasta bien entrada esta centuria del XXI, y que estimularán el masoquismo de futuras generaciones de la misma forma y manera como nos atraen hoy las sangrientas historias judías y su dios protector; las conquistas romanas y, más acá para abreviar, los bombazos de Hiroshima y Nagasaki, el exterminio judío o las clamorosas y a veces glamorosas Brigadas Rojas…
8.- Los escándalos de las yidis-políticas (en plural) para resumir todo lo que fue la profunda corrupción que Uribe inoculó a un Congreso que prometió curar o cerrar.
9.- Los agros-ingresos-seguros (también en plural) para resumir todo el favoritismo clientelista que hasta última hora de su gobierno (literalmente hablando) se practicó.
10.- La entrega total de la soberanía nacional al Imperio estadounidense, prestándose además como pívot para golpear a los vecinos indisciplinados.
La más somera puntualización de la era Uribe resultaría extensa y no queda más que poner punto final en cualquier parte, en tratándose como es el caso, de una mera columna periodística.
Pero sería bueno –finalmente- preguntarle a los hombres sabios si en su inteligencia se explican la adoración popular a Uribe por parte de un pueblo que deja en el más alto desempleo del continente latinoamericano; con la pobreza manifiesta en uno de cada dos colombianos; con los enfermos muriéndose a la puerta de los hospitales por falta de atención médica; con una diáspora de 5 millones de desplazados; 30 millones de pordioseros viviendo de “Familias en Acción” y del Sisbén; ciudades como su propia Medellín en poder de las mafias o la Cali de hoy bañada en sangre.
Quisiera preguntarle a quien sepa responderme si la seguridad democrática de la que tanto se ufana no le dio ni para salir de Palacio a vivir en paz con su familia, como lo hicieron todos sus antecesores, y tener que refugiarse en un bunker de la policía con dos anillos de seguridad a su alrededor para que sólo tengan acceso al ex presidente los mismos que le rodearon como presidente que no fueron propiamente los colombianos de mayor pudor… de los que también habrá que abrir capítulos anexos a la historia de Uribe para que las futuras generaciones no se pierdan ni un detalle del candidato a la inmortalidad.
Mientras no se me explique este contrasentido, seguiré creyendo que el poeta Epifanio Mejía, el mismo que compuso ese hermoso himno antioqueño que dice (…) “llevo el hierro entre las manos porque en el cuello me pesa”, tenía razón cuando en sus atardeceres se paraba en el balcón de su casa en Yarumal diciendo… “Todos estamos locos, dice la loca, qué verdad tan amarga dice su boca”.
Su legado indiscutido entre sus fan –y el más discutible para mi- es la seguridad democrática, entendida ésta como cada quien quiera entenderla y acomodarla a su propia circunstancia, conveniencia e inteligencia. Una clara definición de esta ‘Seguridad Democrática’ podría ser algo tan maquiavélico y anticristiano como que el fin justifica los medios. Algo que en términos castrenses como los que rigieron al país en estos ocho años que han pasado a llamarse “la era de Uribe”, podría calificarse como el gobierno de… primero los resultados antes que las reglas. Y eso le bastó para pasarse por la faja –como se dice vulgarmente hablando- toda la cultura ética y moral, y la estructura jurídica de este país que acaba de cumplir dizque 200 años de independencia.
Se que no resulta agradable la comparación, pero la despedida que los colombianos del montón le están dando a Uribe, a pesar de los escándalos de sus allegados, de sus familiares y de él mismo, es muy parecida a la despedida bañada en lágrimas que los antioqueños dieron a Pablo Escobar, el capo de capos de todos los tiempos a quien, pese a todo, aún le llevan flores al cementerio y prolongarán su recuerdo más allá de Gardel.
Uribe vivirá en el recuerdo de esos colombianos que hacen perdurable la historia porque la guardan en el corazón y la transmiten con candorosa ingenuidad de boca en boca hasta la eternidad… Pero si alguien pudiera amarrar su existencia a la longevidad de la misma historia podría contar que la gente de su tiempo adoró a Uribe a pesar de…
1.- Haber llegado a la Presidencia en el 2002 combinando todas las formas de lucha, especialmente la armada a manos de paramilitares que ahogaron en sangre a los opositores, cuyas tumbas a cielo abierto apenas empiezan a aflorar.
2.- Haberse tejido la idea de que la muerte “accidental” o el asesinato de otrora cercanos amigos suyos cuyas investigaciones murieron también en las gavetas judiciales (Pedro Juan Moreno, por ejemplo), se debieron a que sabían demasiado.
3.- Haber comprado mediante cohecho una reforma constitucional que le permitió su reelección en el 2006.
4.- El escandaloso enriquecimiento ilícito de sus hijos mediante el uso de información privilegiada, el tráfico de influencias y el favoritismo de autoridades que se plegaron a sus intereses por orden o insinuación del papá-presidente; o mera lambonería subalterna.
5.- Abrir las puertas del Palacio de los Presidentes a mafiosos (el alias Job –que se sepa hasta ahora), entrando por detrás a llevarle información o recibirle órdenes sobre el espionaje que montó contra la oposición, la Corte Suprema de Justicia, los periodistas críticos de su gestión, los sindicalistas inconformes y hasta contra sus propios servidores inmediatos.
6.- El pago de recompensas por manos amputadas como prueba fehaciente de traiciones entre guerrilleros que supera con creces la conquista del Viejo Oeste a manos de los pistoleros gringos.
7.- Las interceptaciones ilegales del DAS que servirán de guiones a los futuros cinematógrafos nacionales e internacionales hasta bien entrada esta centuria del XXI, y que estimularán el masoquismo de futuras generaciones de la misma forma y manera como nos atraen hoy las sangrientas historias judías y su dios protector; las conquistas romanas y, más acá para abreviar, los bombazos de Hiroshima y Nagasaki, el exterminio judío o las clamorosas y a veces glamorosas Brigadas Rojas…
8.- Los escándalos de las yidis-políticas (en plural) para resumir todo lo que fue la profunda corrupción que Uribe inoculó a un Congreso que prometió curar o cerrar.
9.- Los agros-ingresos-seguros (también en plural) para resumir todo el favoritismo clientelista que hasta última hora de su gobierno (literalmente hablando) se practicó.
10.- La entrega total de la soberanía nacional al Imperio estadounidense, prestándose además como pívot para golpear a los vecinos indisciplinados.
La más somera puntualización de la era Uribe resultaría extensa y no queda más que poner punto final en cualquier parte, en tratándose como es el caso, de una mera columna periodística.
Pero sería bueno –finalmente- preguntarle a los hombres sabios si en su inteligencia se explican la adoración popular a Uribe por parte de un pueblo que deja en el más alto desempleo del continente latinoamericano; con la pobreza manifiesta en uno de cada dos colombianos; con los enfermos muriéndose a la puerta de los hospitales por falta de atención médica; con una diáspora de 5 millones de desplazados; 30 millones de pordioseros viviendo de “Familias en Acción” y del Sisbén; ciudades como su propia Medellín en poder de las mafias o la Cali de hoy bañada en sangre.
Quisiera preguntarle a quien sepa responderme si la seguridad democrática de la que tanto se ufana no le dio ni para salir de Palacio a vivir en paz con su familia, como lo hicieron todos sus antecesores, y tener que refugiarse en un bunker de la policía con dos anillos de seguridad a su alrededor para que sólo tengan acceso al ex presidente los mismos que le rodearon como presidente que no fueron propiamente los colombianos de mayor pudor… de los que también habrá que abrir capítulos anexos a la historia de Uribe para que las futuras generaciones no se pierdan ni un detalle del candidato a la inmortalidad.
Mientras no se me explique este contrasentido, seguiré creyendo que el poeta Epifanio Mejía, el mismo que compuso ese hermoso himno antioqueño que dice (…) “llevo el hierro entre las manos porque en el cuello me pesa”, tenía razón cuando en sus atardeceres se paraba en el balcón de su casa en Yarumal diciendo… “Todos estamos locos, dice la loca, qué verdad tan amarga dice su boca”.
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