No permitas que nadie
le diga NO a tus sueños
Sin entrar a analizar qué tanto y en qué dirección ha cambiado Colombia tras la expedición de la Constitución del 91, lo que todavía puede recogerse como ejemplo es la decisiva participación en ese magno evento de los jóvenes, la mayoría estudiantes, que lograron la inclusión de la llamada ‘Séptima Papeleta’ en las elecciones parlamentarias de ese mismo año en que se aprobó la convocatoria de la Asamblea Constituyente.
A esos jóvenes los movió el cataclismo político de los años 80, encendido por el tristemente célebre narcotraficante, Pablo Escobar, que culminó en 1989 con el magnicidio de su líder, Luis Carlos Galán.
“Misión cumplida”, podrían decir los estudiantes de entonces… ¿Y los de hoy, qué dicen?...
Porque resulta evidente que si hoy no levantamos cuerpos de mártires ilustres, sí asistimos al desvelamiento de fosas comunes –la de la Macarena, por ejemplo- con miles de NNs que al igual que Galán, han derramado su sangre por clamar por un país “más justo y más igualitario”, como reza la cantinela electoral.
El triste legado del narcotráfico de los ‘80 nos arropa, y basta mirar al Congreso, untado hasta los tuétanos de “honorables” que han vuelto a asomar su cabeza por encima de la dignidad nacional, alcanzando con el PIN (reducto y herencia de la desvergüenza legislativa que anda por fuera de las cárceles), un escaño en el Consejo Nacional Electoral, aplastando las aspiraciones y el derecho constitucional del único partido declarado en oposición: el PDA.
Es, por demás, un demo bien diciente de la “Unidad Nacional” de Santos que, a diferencia de Uribe, no sólo cuenta con las mismas fuerzas que le empujaron su aplanadora, incluyendo al repatriado Cambio Radical de Vargas Lleras, sino con la doble (hablando en términos mecánicos) del Partido Liberal, sin contar los escarceos políticos, no bien disimulados, de visibles figuras del Polo y los Verdes.
En este vuelo de la Unidad Nacional, a los del Polo debieran encenderles esa alarma de los aviones cuando se aproximan turbulencias: ¡Fasten your belts!
Lástima grande que la Ola Verde, junto con su Girasol, no hayan sido más que flor de un día, al parecer y esto es lo macabro, creación de los medios de comunicación para capitalizar momentáneamente la inmensa inconformidad social que a lo largo de ocho años había acumulado el régimen de Uribe.
Por eso resulta interesante la conmemoración anual que de este símbolo conocido como la “Séptima Papeleta” hace la fundación que lleva su nombre, dedicada a fortalecer el espíritu cívico de las nuevas generaciones y a mantener su compromiso en el debate público.
El asunto es que la presencia de los estudiantes y los jóvenes en la vida nacional no debe circunscribirse solo a esporádicas manifestaciones en las que la violencia, inducida a veces por las mismas fuerzas del orden, termina por imponer la foto de primera página, el video en las pantallas de los noticieros o el perifoneo matutino de los medios radiales.
Los jóvenes tienen otros caminos a su vera que deben transitar en busca del poder que es lo que finalmente mueve toda conducta humana. Entre otros, la Fundación Líderes y Emprendedores que orientan destacados protagonistas de la Séptima Papeleta del 91 (como la periodista Claudia López), quienes con el apoyo de la revista Semana, acaban de concluir el llamado Foro de Bogotá 2010 con una nutrida participación de 1.700 estudiantes universitarios de todo el país.
El próximo encuentro de los universitarios alrededor de esta fundación será en Pereira y ojalá que hasta entonces les acompañe esa estrofa de J. Balvin que les amenizó el cierre en Bogotá cuando dice: “No permitas que nadie le diga NO a tus sueños. Cada vez que te cierren una puerta, que sea gasolina que te impulse a perseguir lo que quieres, siempre hacia arriba”.
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