24 de agosto de 2010

Noticias de otra parte

El Estado español, que tanta influencia tiene sobre nuestras vidas y conductas en Colombia, acaba de culminar un exitoso proceso de negociación que le permitió rescatar con vida, de manos de declarados terroristas, a dos importantes miembros de la sociedad española.
El suceso viene al caso, junto con los hechos que le precedieron (como el pago de un abultado rescate y la liberación de un importante activista de Al-Qaeda), en momentos en que, henchido el pecho y altiva la cerviz, el ministro de Defensa de Colombia, Rodrigo Rivera, se apresura a dictar norma de conducta a UNASUR en torno a la solicitud de una audiencia de las FARC para intentar reabrir la vía política del diálogo de paz en Colombia.
El diario GARA (http://www.gara.net/index.php), en su edición de hoy 24 de agosto, registra el hecho en los siguientes términos:
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Desenlace feliz del secuestro de Pascual y Vilalta.
Al-Qaeda libera a los cooperantes tras nueve meses de negociación.

268 días después de que fueran secuestrados por Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), los miembros de la ONG Barcelona Acció Solidària Roque Pascual y Albert Vilalta fueron rescatados y viajaban ya ayer a casa. En una breve intervención para felicitarse por la noticia, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, no hizo ninguna referencia a ello, pero diversas fuentes aseguran que se han pagado entre 5 y 10 millones de euros como rescate.
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Y, a renglón seguido, el diario catalán suelta este editorial que es el que, a juicio nuestro, nos debe poner a pensar en estas latitudes latinoamericanos en donde diversos grupos revolucionarios, con mayor o menor énfasis en unos y otros países, persisten en empuñar las armas como único medio –según ellos-, de presionar el cambio de las cosas que ciertamente no son buenas, o mejor, están muy mal llevadas, al decir de tirios y troyanos, esto es, desde una honesta perspectiva de derecha hasta el apasionado análisis de la izquierda:
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Dogmas y lecciones de un desenlace feliz

Los cooperantes catalanes de la ONG Barcelona Acció Solidaria, Roque Pascual y Albert Vilalta, fueron liberados ayer tras 268 días de secuestro a manos de Al Qaeda del Magreb Islámico. El feliz desenlace de este secuestro ha confirmado que se han satisfecho ciertas demandas políticas y económicas de los secuestradores. Y a su vez, vuelve a destrozar el mito, que algunos quieren elevar a categoría de dogma, que dice que el estado «no negocia con terroristas» y «nunca cede al chantaje». La entrega del considerado cerebro del secuestro, Omar Sahraoui, desde Mauritania a su país natal, Mali, y el pago de un rescate millonario, que es un secreto a voces, así lo atestiguan. El Estado español ha cumplido con lo que pedían los secuestradores; económicamente con el pago del rescate, y facilitando mediante presión diplomática el cumplimiento de la demanda política, el traslado del cerebro de la operación. No lo confirmará, como no lo hace ningún estado, pero sí lo ha hecho, como lo han hecho todos los estados.
Canadá, Austria o Alemania ya habían actuado de la misma forma cuando sus ciudadanos estaban en poder del mismo grupo. Israel negocia con Hamas la liberación de su soldado Shalit o con Hizbulah la recuperación de los restos óseos de sus pilotos derribados. Estados Unidos negocia y paga a Abu Sayyaf por la liberación de sus misioneros en Filipinas; Corea del Sur, China o los armadores vascos negocian y pagan a los piratas somalíes. Los ejemplos no tendrían final posible. Y demuestran que cuando se trata de resolver problemas, la negociación y el hacer concesiones son instrumentos de sentido común y, no por ser negados u ocultados, ampliamente utilizados.
Hoy es un día para celebrar la suerte de los dos cooperantes catalanes. La fortuna, sin embargo, es una rueda cuyo movimiento nunca deja gozar largo tiempo de felicidad. Volverán a producirse hechos de este tipo. Que la cultura de la negociación se imponga siempre a los dogmas y tabúes de estado. Lo celebraríamos todos.
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Epílogo
En nuestro caso colombiano, podría agregarse al editorial de GARA, la liberación del canciller de las Farc, Rodrigo Granda, como anticipo de la liberación de Ingrid Betancourt que finalmente parece que, inclusive con la venia de las Farc, se disfrazó de ingenioso rescate (Operación Jaque) que ya anda por ahí en el celuloide, como se le decía antes a la industria de Hollywood,

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