23 de agosto de 2010

Sacando las uñas

Quizás, el presidente JM Santos deba su elección más a Pastrana que Uribe. Quizás, también, ello explica el porqué la alta cuota que “sin querer queriendo”, ha alcanzado en el nuevo gobierno el ex presidente Pastrana.
Es evidente que la nueva administración arranca dominada en partes muy sensibles de la formación de gobierno por la élite pastranista: Juan Carlos Echeverri, en Hacienda; Juan Camilo Restrepo, en Agricultura; Hernando José Gómez, en Planeación y, si nos apuramos, el mismo presidente Santos quien fue su ministro de Hacienda.
En la trama de la política cruzan caminos que sólo la especulación explica y la historia recoge como hipótesis… Nada más.
En ese orden de ideas, al caer el referendo reeleccionista que daba a Uribe una segunda oportunidad de reelección, saltaron del partidor aspiraciones presidenciales que se mantuvieron represadas a lo largo de –y largos- ocho años. Era un manojo de candidatos sedicentes uribistas mientras Uribe mantuviera el cetro… Nada más.
El único realmente uribista hasta los tuétanos –y es aquí donde empieza la trama- era “Uribito”, ese ministro de Agricultura que al cabo del tiempo pocos recuerdan ya por su propio nombre de Andrés Felipe Arias.
Todos los demás; Santos, Noemí y Vargas Lleras tenían –y tienen- su historia antiuribista: Santos le hizo oposición desde el predio liberal hasta que lo reclutó a su cauda; Noemí llegó a decir que elegir a Uribe era elegir a Carlos Castaño (el poderoso paramilitar) y, Vargas Lleras se atravesó como ningún otro a su reelección, al punto de jugarse un retiro anticipado del gobierno, lo que le costó un ojo de la cara, metafóricamente hablando y, literalmente, dos dedos de la mano.
En algún momento de la campaña estos aspirantes tuvieron que llegar a la lapidaria conclusión de que el candidato a derrotar era Uribito, y por nock out en el primer round, si de verdad querían ganarle el pulso a Uribe.
La especulación que sigue es sencilla: si Uribito hubiera ganado la consulta interna del conservatismo a Noemí, es indudable que las fuerzas uribistas se habrían ido con Uribito antes que con Santos… Y, colorín colorado, el cuento para el delfín de El Tiempo, habría terminado.
En el escenario entra entonces Pastrana. Agrupa a sus insobornables generales en torno a Noemí. La lucha se torna cerrada. Casi, casi de hecatombe. Finalmente, en alguna mesa electoral del Valle, precisamente donde el gobernador Abadía jugo su corazón a Uribito y le costó el puesto, a Noemí le aparecieron los “milagrosos” 33 mil votos con los que derrotó al clon.
De aquí en adelante, la historia ya resulta lógica: Uribe- Santos conforman un matrimonio de conveniencia, es decir, a la fuerza y por sólo tres meses que durará la campaña. Por eso, al llegar a la Presidencia, Santos empieza a desprenderse del cohete-madre como las cápsulas espaciales cuando alcanzan la órbita. Ahí se mantendrán algunas formalidades, como resultan ser esos encuentros sociales entre parejas divorciadas… Nada más…
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Sacando las uñas: Mientras mis asesores están siendo llamados al nuevo gobierno, los de Uribe están siendo llamados a indagatoria: Andrés Pastrana.

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