29 de marzo de 2006

La mentira organizada

Nota de MIS-XXI

Buscando información en wikipedia topamos esta perla: “Por qué Wiston Churchil fue un criminal”, seguida de esta frase: “Las mentiras de la historia las han escrito siempre los vencedores”.

Nada tan cierto ni tan vehemente para reforzar la tesis sobre la que hemos venido trabajando en los últimos años y que denominamos: “La mentira organizada”.

Desde lo político hasta lo económico, y quizás comenzando por lo religioso, una mentira organizada cubre la realidad de los hechos como forma de gobernar a miles de millones de personas que a través de la historia han sido despojadas de sus derechos humanos, primero que nada, y luego de sus derechos económicos y sociales, hasta empobrecerlas al punto de convertirlas en cosas que se compran y venden en el mercado, al mejor postor.

Un ejemplo de esa mentira organizada es el sistema de gobiernos democráticos que rige al mundo Occidental y que el señor Bush trata de reproducir en Oriente, no importa a que precio: Irak es apenas una muestra de la carne humana que habrá que poner en el altar de este moderno Yahvé.

La democracia es la constitución de unos gobiernos de minorías en los que, la minoría mayor lleva la batuta y la minoría menor le sigue el paso; y en determinados momentos se relevan para darle sensación a la gente de que todo cambia cuando en realidad, todo sigue igual.

La mentira económica es otro adefesio que permite considerar bien alimentada una población de dos personas en donde una de ellas se come al día dos pollos mientras la otra pasa saliva, con lo que las estadísticas nos dirán que esa población tiene un consumo de un pollo diario per cápita.

En la medida en que vayamos cazando estas perlas e interiorizándolas en nuestra razón razonada, podrá irse develando esa caverna platónica que nos tiene encadenados al dominio de unas mentiras por las cuales hoy en día nos hacemos hasta matar.

Bienvenidos a la biografía no autorizada de Wiston Churchil.

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POR QUÉ WISTON CHURCHIL FUE UN CRIMINAL

Las mentiras de la historia las han escrito siempre los vencedores

La Historia perdonó a Churchill; ¿por qué no a Blair y a Bush?

Mickey Z

El 17 de julio de 2003, el Primer Ministro del Reino Unido, Tony Blair, pronunció un discurso ante una sesión conjunta de la Cámara de Representantes y el Senado de los Estados Unidos. El tema de las armas de destrucción masiva estaba, por supuesto, en primer plano.

"Si nos hemos equivocado, habremos destruido una amenaza que fue, como mínimo, responsable de sufrimientos y carnicerías inhumanas", dijo Blair. "Estoy seguro de que la Historia nos perdonará".

La confianza de Blair está bien justificada: la Historia ha sido pródiga en perdones hacia los dirigentes de su país. ¿Cómo explicar, si no, que la revista U.S. News and World Report haya llamado a Winston Churchill "El último héroe" en un artículo de portada del año 2000? Dicho artículo nos informaba de que Churchill creía en la "libertad, el imperio de la ley y los derechos de la persona".

Como el mismo Sir Winston declaró: "la Historia se portará bien conmigo, porque pienso estar entre los que la escriben."

Y precisamente por eso somos tan pocos los que hemos hablado alguna vez de Churchill como criminal de guerra o como racista. En 1910, en su calidad de Ministro del Interior, presentó una propuesta para esterilizar a aproximadamente 100.000 "degenerados mentales" y enviar a otros varios miles de personas a campos de concentración estatales. El objetivo de este proyecto era salvar a la raza británica de la inevitable decadencia en que se sumiría al permitir la reproducción de sus especimenes más ruines.

La Historia ha perdonado a Churchill por su papel en la invasión aliada de la Unión Soviética en 1917. Ministro de Guerra y del Aire en esa época, Churchill describió aquella misión como un intento de "estrangular en su nacimiento" al estado bolchevique. En 1929 escribió: "¿Estaban los Aliados en guerra contra Rusia? Por supuesto que no. Pero le disparaban a los rusos soviéticos nada más verlos. Penetraron como invasores en suelo ruso. Proporcionaron armas a los enemigos del gobierno soviético. Bloquearon sus puertos y hundieron sus barcos de guerra. Desearon su caída y conspiraron concienzudamente para tratar de conseguirla."

Dos años más tarde, Churchill era secretario de estado del gabinete de guerra cuando la Royal Air Force le pidió permiso para utilizar armas químicas contra "árabes recalcitrantes", a modo de experimento. Churchill dio su autorización sin tardanza (sí, como gaseador de kurdos, Churchill se adelantó a Sadam Hussein en más de 70 años).

"Estoy enfáticamente a favor del uso de gas venenoso contra tribus incivilizadas", declaró. Y defendió de nuevo esta misma doctrina en julio de 1944, cuando propuso a sus jefes de estado mayor que utilizaran gas venenoso "o cualquier otro método de guerra del que nos hayamos abstenido hasta ahora" contra los alemanes. A diferencia de lo que ocurrió en 1919, su propuesta fue rechazada... aunque indudablemente la historia lo habría absuelto de todos modos.

En un lenguaje adoptado después por los israelíes, Winston Churchill dijo lo siguiente acerca de los palestinos en 1937: "Yo no creo que un perro en un comedero adquiera derechos sobre el comedero, aunque haya estado tumbado allí mucho tiempo. Yo no reconozco ese derecho. No reconozco, por ejemplo, que se haya cometido una gran injusticia contra los indios de América o los aborígenes de Australia. Niego que se haya cometido una injusticia contra estos pueblos sólo porque una raza más fuerte, una raza de categoría superior -una raza más mundana, para decirlo de otra forma- haya venido a quitarlos de su sitio."

Cuando no estaba ocupado conspirando contra los bolcheviques, gaseando a los incivilizados o comparando a los palestinos con perros, Churchill encontraba tiempo para escribir cartas a su alma gemela, Benito Mussolini. En enero de 1927, Sir Winston le confesaba al Duce, "si yo fuera italiano, estoy seguro de que lo habría apoyado a usted desde el principio hasta el final en su lucha victoriosa contra los apetitos y pasiones bestiales del leninismo". Incluso después de iniciada la segunda guerra mundial, Churchill reservaba un lugar en su corazón para el dictador italiano. En 1940 dijo ante el Parlamento: "No me cabe duda de que es un gran hombre, pero se convirtió en un criminal cuando atacó a Inglaterra."

Independientemente de la criminalidad de Mussolini, Churchill tomó nota de las tácticas del Eje y señaló con indiferencia que "todo el mundo" bombardea civiles. "Es simplemente una cuestión de moda" -explicó- "como los vestidos, que a veces se llevan cortos y a veces largos."

Churchill debía de ser un esclavo de la moda, ya que no tardó en ordenar el bombardeo incendiario sobre Hamburgo, en julio de 1943, durante el cual mató a un mínimo de 48.000 civiles. Luego reclutó a varios científicos británicos para que preparasen "un nuevo clima" en otra ciudad alemana más grande [Dresden].

En sus memorias de la guerra, Winston Churchill se absolvió a sí mismo de las innumerables víctimas civiles que había causado en la matanza de Dresden. "En el último mes realizamos un fuerte bombardeo sobre Dresden"-escribió eufemísticamente- "que entonces era el centro de comunicaciones del frente oriental alemán".

Seguramente los nazis escondían allí armas de destrucción masiva.

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